El Hipogrifo Asustado (MM B: 105757)

[Reena Vladimir]

Me ajusté el gorro y acomodé mi saco a la espalda cuando los niños comenzaron a salir al patio. Segué haciendo ruido hasta que me pareció que ya pocos quedaban dentro y entonces me acerqué a la baya exterior, donde empecé a saludar a los niños por sus nombres y a revolverles el pelo.

 

-Oh, oh, ¿Habeis sido buenos?

 

No sabía si al día siguiente sería capad de hablar, nunca había levantado la voz tanto y ni siquiera me había planteado el cambiar el tono, pero viendo sus caras el castigo merecía la pena. Eran pura felicidad y alboroto.

 

Entré en el patio como pude, evitando que salieran los niños del recinto. No tardó en serme imposible avanzar todos querían tocarme, todos querían abrazarme. Pero le hice señas a Jessie para que se acercara y cogiéndola del moflete le di un puñado de caramelos después de que me respondiera a las preguntas que le formulé previamente.

 

-¿Todo bien por aquí? ¿Ha sido buena señorita?

 

Le sonreí y me agaché, no sin dificultad, para poder hablar con los niños y que me prestasen atención, les pedí que me dijeran donde podía sentarme y les rogué que hicieran una fila por orden de estatura de pequeño a mayor, para que no hubiera peleas.

[Jessie Black Lestrange]

Jess Potter Blue

 

Salí al jardín delantero con los pequeños, todos parecían realmente alborotados, brincando y llamando a gritos a Santa, hasta el pequeño Akira quería correr más rápido pero lo tenía firmemente sujeto a la mano para no perderlo ni un minuto de vista.

 

-Niños tranquilos, Santa no se ira- grite lo más alto que pude para hacerme escuchar por encima de la algarabía de los pequeños- al menos de momento- pensé para mi misma acercándome con dificultad a Santa que me hacía señas para ir a donde él... ella.

 

Rodé los ojos, sonreí y me llevé la mano libre al moflete izquierdo, que era el que me había apretado mientras me daba un puñado de caramelo, mi tía Renna, siempre haciendo travesuras y se quejaban de Itilion, Akira, Matt y yo, en serió, quien entendía a los adultos.

 

-Tú sabes mejor que yo eso Santa- repuse por toda respuesta a mi tía, sonriendo amablemente.

 

La ayudé a acomodar a los niños en una fila india mientras hacía aparecer un banquillo de tela floreado para Santa y los chicos se apelotonaban frente a él. Sonreí, necesitaríamos caballería pesada para poder tranquilizar a todo aquel batallón de pequeños.

 

-¿Necesitas que valla por tus duendes?-pregunté sabiendo que si me decía que si tendría que pedirle a Bipa que se disfrazara y puede que Harpo... no ni hablar, ese elfo me mataría.

[Sagitas E. Potter Blue]

-- ¡Qué lugar más oscuro! -- susurré, enfadada por no haber previsto las corrientes de aire. Tendría que haber previsto eso y haber puesto un tope en la puerta.

 

Sabía que iba a ser la hora de que los niños se levantaran de la siesta y yo quería que se llevaran la sorpresa de un gran árbol, pero ahora ya no nos daría tiempo, tendríamos que cambiar los planes. Aunque ahora podríamos pedirle a ellos que lo adornaran.

 

¡Ay, no! Recordaba la que habían líado el año pasado cuando se pusieron adornar, nos tiramos meses sacando nieve artificial de todas partes.

 

-- Bueno, pues abre la puerta, hombre, sólo se ha cerrado.

 

¿O cuando dijo que nos habíamos quedado encerrado era después de haber probado con la puerta. Aún no le di más importancia.

 

-- Bueno, cariño. Usa un Lumus y un Alohomora. Yo creo que tenemos una caja por aquí llena de decoración. El árbol... Creo que al final lo dejamos entero, sin separarlo en partes, con lo que la caja ha de ser larga. ¿Pero me estás escuchando, Matt?

 

Me parecía raro que guardara tanto silencio en aquel almacén.

 

-- Oye, no tendrás miedo a la oscuridad, ¿verdad?

 

Y me reí ante esa suposición tan tonta, pero... pero él no me contestaba.

 

-- A ver, déjame a mí -- pasé a su lado y fui a la puerta. Forcejeé. Pues no se abría. -- Alohomora...

 

Ni con esas. Teníamos hechizos de protección de la magia, porque los niños suelen hacer magia sin que se sepa y eso no es muy bueno, no en una guardería. Me pasé la mano por el pelo, pensativa. Después me senté en el peldaño e hice un lumus. Agradecí ver la cara de mi hijo.

 

-- ¿Qué hacemos? ¿Gritamos?

[Reena Vladimir]

Fui hasta el banquito que me había aparecido mi prima sonriendo por la respuesta que me había dado con respecto a su comportamiento y me paré unos instantes para pensar en lo de los duendes. Parecía buena idea aunque lo cierto era que para coger a los niños en brazos, escucharles y darles un caramelo no necesitaba ayuda.

 

-No sé ¿te las arreglas para controlarlos a todos?

 

Me preocupaba ella y los niños que les tocaba esperar, la excitación siempre era poco amiga, al menos el "no te cueles" por el orden de altura que había establecido y si había problema con ello solo era cuestión de que mi prima los midiera.

 

-¿Sagitas no traerá la carta para mi?

 

Echaba de menos verla por allí pululado, sonriendo con la felicidad de los niños. Pero sobre todo quería ver cómo negociaba con los niños el tiempo de comerse las enormes piruletas que traía en mi saco en previsión de posibles accidentes infantiles, de esa forma no se atragantarían, ni podían hacerse daño con los palitos, porque eran demasiado grandes para poder meterlas en la boca.

 

Aunque lo mas seguro era que con aquellos dulces todo terminase pringoso y pegajoso.

[Matt Blackner]

Tiré de la puerta, pero no podía abrirla. Estaba bien atascada. La soltó y me quedé pegado a la pared, sin saber que hacer. Miraaba a mi alrededor, vigilaba, pero...pero...no veía nada de nada.

 

Sagis dijo que la abriera, restandole importancia.

 

Me hablaba, si, algo me estaba diciendo, pero...estaba muy oscuro. No podía dejar de mirar a la nada, asustado. No podía evitarlo, seguía dándome miedo estar a oscuras.

 

Escuché su pregunta acerca del miedo a la oscuridad, estaba muy cerca mia y reía con aquella ocurrencia, claro, como iba a darme miedo una cosa tan tonta? verdad?

 

Ella tampoco pudo abrir, ni siquiera con un alohomora, lo cual me inquietó aun más.

 

Pero la luz repentina que surgió en su varita me atrajo. Estaba sentada en el escalón. Me moví despacio y me senté en el escalón inferior, quería estar cerca de la luz...

 

- Yo no puedo oirles a ellos...dudo que nos escuchen. - dije, intentando sonar normal.

 

No quería que se enterase de mi miedo a estar a oscuras.

[Jessie Black Lestrange]

Jess Potter Blue

 

Escuche la respuesta de tía Renna y más que una respuesta parecía una pregunta, ¿podría hacerme cargo de los pequeños? Bueno... para eso ya me las apañaría con un poco de... distracción de Hadita.

 

-Tranquila tía... ya me hago cargo- y corrí al interior de la guardería, solo un par de minutos y todo estaría en orden- Bipa- llamé a mi elfina la cual apareció con un sonoro Clac.

 

-Llamo el ama- preguntó Bipa con una gran reverencia.

 

-Si Bipa, necesito que te disfraces de uno de los duendes de Santa Claus y ayudes a tía Renna por mi... no tardo, tengo que encontrar unas cosas y... ser Hada un rato- susurré tragando audiblemente sabiendo que Bipa notaba la preocupación en mis ojos.

 

-Claro amita, yo me hago cargo- sonrio Bipa transformando su atuendo por una de duende de Santa y salió al jardín.

 

-Ahora... ¿donde se habran metido mi madre y hermano?- pensé mientras los buscaba con la mirada e intentaba sentir sus esencias, pero nada ¿se abrían ido?- Como se le ocurre a mamá dejarnos solas a Renna y a mi si sabía que hoy venía Santa- murmure pasando cerca de la escalera que daba al sótano mientras adoptaba mi otra forma y me convertía en Hada

[Sagitas E. Potter Blue]

Mi mirada desconcertada se perdió en la oscuridad del lugar. ¡Era cierto! ¡Matt sentía miedo de la oscuridad! En el momento en que había encendido la luz de la varita noté que se había pegado a la pared. Después se acercó a mí y se sentó a mi lado. Sus palabras no eran firmes, más bien me dio la sensación que había sentido tranquilidad al poder ver algo.

 

A pesar de ello, lo que decía era cierto, si nosotros no le oíamos, ellos no nos oirían a nosotros.

 

-- ¿Y un Patronum? Tengo uno precioso. ¿Tú sabes hacerlo?

 

Fruncí el ceño, esperaba que no se diera cuenta de saber que era capaz de hacer eso, ya que significaba que mi conocimiento de hechizos era superior al de la media de los ciudadanos de Ottery. En sí, sabía mucho por mi estancia dentro de aquellos bandos, y él sabía que había estado, tal vez no se sintiera extrañado. Aún así, hay cosas que es mejor no decir en voz alta.

 

-- Tengo que apagar el lumus para hacerlo.

 

Le avisé, aunque actué con rapidez y nos quedamos a oscuras al instante. No tardé, no quería hacerle sufrir. Invoqué mi patronus y... Sonreí. Era la rana, a pesar de todo. La rana verde brincó un par de veces, iluminándonos levemente con su resplandor plateado y después atravesó la puerta, dejándonos de nuevo a oscuras.

 

Busqué la mano de mi hijo y se la apreté.

 

-- Vendrán a buscarnos. Seguro que Jesse o Reena recibirán el aviso.

 

Y entonces sentí un gemido en el lugar, allá abajo. Con rapidez hice un lumus. No había nada. Y sin embargo, estaba segura que algo se había arrastrado allá abajo.

[Matt Blackner]

La luz...ahora mismo quería verla bien, o mejor...de lo que en realidad tenía ganas era de acurrucarme junto a Sagis, de cerrar los ojos alli con ella y esperar que pasara, como muchas veces Ithilion hacía cuando tenia pesadillas.

 

Pero yo no...no podía, yo era el patriarca, debía ser firme y no asustarme por esa tontería de...

 

- Patronum? si, se convocarlo, yo...tiene forma de lobo - murmuré.

 

Aunque aqul tipo de hechizos no eran del nivel corriente en el pueblo, muchos no sabían como convocarlo, y otros convocaban una especie de masa sin forma...aquellos que podían darle forma eran grandes mags, y muchos habían pertenecido a bandos.

 

La miré, sabía que debía apagar el lumus y aun asi me asustaba la idea. Pero intenté no parecer demasiado desesperado.

 

La ranita no tardó en aparecer. Nos miró saltando y eso me hizo un poco de gracia. Sagis tenía una mascota, Sagaz, que se le parecía.

 

Noté su mano y me aferré a ella. No me gustaba nada estar a oscuras, y me sentía muy tonto por ello.

- Si, seguro que...

 

Abrí mucho los ojos. Algo había, algo se movía.

- Que es eso? - pregunte alerta.

[Jessie Black Lestrange]

Jess Potter Blue, cerca del Sotano

 

Sobrevolaba la planta baja del Hipogrifo cuando una luz blanquecina llamo mi atención, me acerque a ver que era esa luz y me di cuenta que era un patronus de Rana ¿que raro? no conocía a nadie que tuviera un patronus de Rana, pero esta se me hacía familiar, como sagaz...

 

-¡Mamá!- grité al darme cuenta que su voz salía de la rana... ¿estaba en el sótano? Que rayos hacía en el sótano.

 

Sin perder el tiempo volé hasta la puerta que daba acceso al mismo y recuperando mi forma, salvo por las orejas puntiagudas << bendita la hora en que me fui a disfrazas de duende>> me pare frente a la puerta con la varita alzada.

 

-¿Mamá estas ahí?- pregunté temerosa acercándome a la puerta- si estas cerca de la puerta aléjate un poco, tirare la puerta

 

Haciendo una elaborada fluorita en dirección a la puerta Bombarda, musité mientras veía como un rayo escarlata volaba en dirección a la puerta y esta se salía de sus goznes debido al rayo que la impacto. Sonreí y me acerque a la puerta bajando las escaleras.

 

-¿Como fue que... Matt?- me sorprendí a ver a mamá aferrando la mano de Matt, sabía del miedo de este a la oscuridad y comprendía el por que estaba así- salgamos de aquí, el santa Renna nos necesita

 

Le tendí la mano a mi madre mientras sonreí amablemente a Matt, no me burlaría de él, al menos no esta vez, por que sabía lo que el miedo provoca en las personas.

[Sagitas E. Potter Blue]

Matt me correspondió al apretón de manos. Allá, en la oscuridad, me imaginé a mi hijo de pequeño, viendo con temor que llegara la noche. Me entraron unas ganas enormes de abrazarle, pero sabía que ahora era mayor y muy orgulloso, era un patriarca, no se iba a dejar tratar como un bebé.

 

Pero soy madre, con recursos para todo.

 

-- Matt, hijo… ¿Pensarás que soy ridícula si te pido que me abraces? Me siento un poco… aturdida… por estar aquí a solas. Si al menos estuviera Jack, flotando… Su luz nos haría de linterna, ¿no crees? Me vendría bien un abrazo, para sentirme… protegida.

 

No sabía si colaría, pero lo que era seguro es que aquel abrazo nos iba a venir bien a los dos, no sólo a él, no sólo a mí. Los dos necesitábamos el contacto.

 

Pero su voz me hizo ponerme alerta. Por un instante había olvidado que allá abajo había algo o alguien que hacía ruido. Algo se arrastraba hacia nosotros. O era mi imaginación o allá abajo había algo. Tuve miedo, ahora sí podía decir que me daba miedo estar a oscuras, y mi varita había soportado un Lumus demasiado tiempo, hasta ponerse caliente. Sabía que tenía que dejarla descansar o corría el riesgo de que se agrietara.

 

-- ¡Hija!-- grité, corriendo hacia la puerta, a riesgo de matarme a oscuras. -- Abre. Sólo has de pronunciar una clave que hay en mi mesa de… ¡Leches!

 

Sentí que ella decía que me alejara y al instante sentí un “Bom…”

 

-- ¡Leches! -- repetí.

 

Corrí a oscuras, tropecé y me agarré a Matt. Bendito hijo, que estaba ahí cerca, o seguro que me hubiera tragado lo que sea que hubiera allá abajo.

 

-- “.. barda!”

 

-- ¡¡Serás bruta!! -- exploté. -- Por poco nos matas.

 

Pero ella hablaba de Santa Reena y decidí que lo correcto era agradecer que nos liberara. Miré hacia abajo. Ahora, con la luz que entraba, veía el lugar y no había nadie. Pero no estaba segura. Llamaría a plagas en cuanto tuviera un momento.

 

-- Vamos, sí, vamos fuera.

 

Tomé la mano de mi hija y subí los escalones con ella. Me puse a reír.

 

--¿Desde cuándo tienes orejas de pico, hija? Ah, y por cierto. Gracias por sacarnos de ahí dentro. Aunque ahora tendré que poner algo por delante para que no salg… para que nadie caiga por el hueco.