Ollivander's (MM B: 94928)

[Xell Vladimir Potter Black]

Sentía voces en la trastienda, así que supuse que la dueña estaba con alguien, platicando sobre asuntos que no deberían oírse fuera, en la tienda. Esperé pacientemente, en realidad casi no tardaron en oírse pasos. Apareció Ariane, la cuñada de tia Sagis.

 

- Hola, ándale, se te ve muy bien desde la última vez que te vi. ¿Te encuentras mejor?

 

Me sentía aún un poco culpable por la aventura que habíamos corrido en la "Ojo Loco".

 

- Espero que puedas ayudarme. Es que... Creo que he roto mi varita y es muy especial. No quiero comprarme otra, al menos que no puedas arreglarla. Era... Fue un regalo de mi padre. Del biológico, del que murió. Quiero... quiero conservarla.

 

Una lagrimita asomó a mis ojos y luché para que no cayera. Al final tuve que pasarme la mano por la cara para que no se notara que estaba a punto de llorar.

 

- Por favor, dime que tiene arreglo.

[Ada Camille Dumbledore]

La Joven Xell estaba explicandome su problema con su varita, al parecer esta estaba rota, pero no veía una lesion total de la madera, por lo que creía que el nucleo debia estar intacto.

 

Le sonreí con amabilidad y tome en mis manos la varita, tenía un poder delicioso ancestral, me agradaba era una varita fuerte pero llena de amabilidad.

 

- tranquila pequeña, puedo repararla... la madera esta rota pero veo que el nucleo esta intacto, así que sera sencillo repararla... no te angusties...

 

En ese instante se acerco otro cliente al negocio e ingreso a este buscando algo, sonrei

 

- buen dia señor... digame en que puedo ayudarle?

 

Solte para recibirlo antes de retirarme al taller a reparar la varita de la señorita Vladimir

[Xell Vladimir Potter Black]

Temblaba por dentro, esperando la resolución sobre la varita. Ella la tomó, la sopesó, la acarició y la observó con el ojo crítico de profesional. Mantuve el aliento todo lo que pude, hasta que habló.

 

- ¿De verdad? - exclamé, casi con un chillido, cuando ella dijo que se podía reparar.

 

Por un momento había temido que dijera que no tenía solución, que había que tirarla, comprar otra, que no se podía aprovechar nada... Me sentí tan aliviada que ahora sí que la lágrima salió libre por mi mejilla.

 

- Me la regaló mi padre, fuimos juntos a comprarla. Es un... recuerdo tan bonito ... el de aquel día...

 

Todo aquello ya se lo había dicho, pero necesitaba explicarle por qué era tan importante para mí el conservar la varita. Además, era tan feliz con ella en la mano, que dudaba que cualquier otra funcionara tan bien cuando la usaba.

 

La miré de nuevo, mi pobre varita herida, en la mano de Ariane. En aquel momento entró alguien y ella le atendió. Ojalá no se tardara mucho con él. Quería tener de vuelta mi varita entre mis manos. Me sentía desprotegida sin ella.

 

- Me voy a sentar mientras... acabas de arreglarla... - comenté en voz alta, sin querer darle prisas pero rogando que no se entretuviera con nada.

[Ada Camille Dumbledore]

El elfo que habia entrado se habia distraido y vi a la joven Xell tan apurada que le pedí a mi elfina que se encargara de él y fui directo al taller a reparar esa varita, era de cudiado la reparación porque cualquier movimiento que yo realizara de manera indebida, era fatal para aquella.

 

 

La coloque en el torno y saque a Bast para realizar el arreglo, coloque varios hechizos sobre esta, la madera deberia ser regenerada en el lugar que habia la falta y ser compacta para que se integrara con el nucleo para crear la magia que da la varita a un mago, el canalizador de su poder.

 

Varios hechizos hicieron que la varita se regenerara, luego con otro hechizo lance un recubrimiento de barniz especial, para que quedase soldada la reparacion, estaria perfecta tras secarse.

 

Con una floritura la eleve hasta ponerla sobre un terciopelo y con un hechizo de luz del sol que se secase tras unos minutos, y estaria lista. Salí a ver en el sofa de la entrada del local en donde estaba Xell.

 

- bueno no te angusties mas, ya estara lista, el defecto de la madera era poco y ademas es una gran varita, cuando se seque estar lista para que la uses...

 

Sonrei al decirselo porque sabia que estaria feliz y más tranquila

[Xell Vladimir Potter Black]

La espera se hizo eterna, aunque el reloj decía que apenas habían pasado ni media hora. Estaba sentada en la silla en la salita de espera. Me levantaba, volvía a sentarme, ponía los pies de puntillas y movía los pies, nerviosa. También tamborileaba con los dedos encima de las rodillas.

 

Me imaginaba que salía, que la varita se había roto al manipularlo, que se había perdido el núcleo, tantas cosas... El elfo me miraba de tal manera que estaba segura que o me calmaba, o me hacía esperar en el exterior del local. Cerré los ojos y conté hasta 100 hipogrifos volando, para calmarme.

 

Noté movimiento y abrí los ojos. Era Ariane y se acercaba sin la varita. Me dio miedo. Escuché atentamente sus palabras y después la abracé.

 

- ¿En verdad estará bien? ¿En verdad se ha salvado?

 

La abracé más fuerte antes de separarme de ella, algo avergonzada por mi actitud.

 

- ¿Cuándo puedo llevarme a la paciente a casa?

[Sagitas E. Potter Blue]

Cye y yo estábamos preocupadas por Selene, cada uno por su motivo, pero las dos dispuestas a hacer lo que fuera para que su embarazo fuera bien.

 

-- Me alegra que pienses en Santos Mangos. Es una clínica preciosa que poca gente la usa; creo que piensan que somos la competencia de San Mungo, la ministerial.

 

Y en cierta manera era cierto, pero eso no lo iba a decir en voz alta. Yo prefería curarme en mi clínica que era más pequeña pero también más acogedora. Estaba convencida que Selene sería bien atendida, y si fallaba algo, cortaría las orejas de más de un sanador.

 

Miré a Cye, ¿por qué me daba la sensación de que ella no quería acercarse a la clínica? ¿Sería como las que nos daba miedo los hospitales? Y yo encima dirigía uno. Me entraron ganas de reír.

 

-- ¿Cómo que estarás poco en la clínica? Todo lo que sea necesario, mujer.

 

Pero Selene ya se disculpaba para ir a atender las visitas. Nos quedamos solas Cye y yo. Suspiré y me senté bien cómoda, para esperarla.

 

-- Me temo que va a trabajar hasta el último momento.

[Ada Camille Dumbledore]

La joven Xell se notaba preocupada, no dije nada pero, estaba segura que esa varita se habia dañado en un ataque, habia sufrido daño pero la fuerza de su dueña la habia protegido de terminar rota. Poca gente lo sabia o evitaba saberlo, pero la varita no hace al mago, es la fuerza del mago la que le da el poder a la varita...canaliza ese poder y lo centra en su objetivo.

 

Cuando la dí las noticias me abrazo con emocion, sentía un extraño afecto por ella, ademas de saber que Hyattie antes de morir me habia dejado como legado cuidara y velar por su bondad.

 

- ¿En verdad estará bien? ¿En verdad se ha salvado?

 

Asentí a su pregunta

 

- ¿Cuándo puedo llevarme a la paciente a casa?

 

Reí ante su comentario, y ladee la cabeza con picardia y me puse seria como medico irgiendome de más

 

- La paciente estara lista en unas horas, asi que si quieres puedes ir y volver, prometo cuidarla mientras vuelves, necesitamos que se consolide la madera. Los hechizos ya hicieron lo suyo y ahora la recina se seca...

 

Consentí su mejilla con ternura

[Xell Vladimir Potter Black]

¡Unas horas! Aún tenía que esperar unas horas! No sabía qué hacer, si quedarme, esperar y morderme las uñas, o salir a hacer las gestiones y volver pasadas unas horas. Me froté las manos mientras decidía.

 

- No... No quiero meterme prisa, Ariane. Vuelvo en un par de horas, que tengo unos pendientes que hacer que he retrasado por estar aquí. Dejemos que la ... resina y los hechizos hagan su trabajo y yo vuelvo enseguida.

 

Pero me costaba alejarme. Salir a la calle sin varita era como sentirme... muggle...

 

- Estoy muy contenta de haber venido aquí, pensé que la había perdido - y solté una lagrimita solitaria. Amaba mucho mi varita. - ¿Crees que dos horas serán suficientes? Yo creo que no tardaré más.

 

Hice el gesto de mirar el reloj para calcular el tiempo. Después me decidí.

 

- Salgo a hacer las gestiones que me faltan y vuelvo. Cuídala bien, por favor. Te pagaré lo que sea pero que no sufra.

 

Me sentí algo tonta diciendo eso, pero... ¡Amaba mi varita y haría lo que fuera para que no le pasara nada.

[Joaquín Granger]

Me encontraba en la amplia oficina como solía hacer. Con una pluma de oro en la mano firmaba papeles, dando consentimientos para algunas cosas, haciéndome responsable de otras tantas, hasta terminar con la vista cansada. Pero ese había sido el arreglo yo me ocupaba del papelerío y Ariane de los clientes, se le daba mucho mejor a ella que a mí, ella tenía una inagotable fuente de carisma, y yo solo sabía sonreír medianamente bien.

 

Firmaba uno de los comprobantes de compra de maderas para varitas, afortunadamente la última actividad que tenía ese día y podría descansar un rato. Miré mi reloj. Unas pocas horas más y podría volver a casa con mi ahijado, ¡Qué grande estaba!

Coloqué las manos detrás de la cabeza y cerré los ojos un momento, mientras me reclinaba en el asiento. Pero fui interrumpido pronto, pues Kraven había aparecido frente a mí.

 

-Amo -saludó el elfo con una reverencia- Kraven vino a informarle que la ama Ariane ha tenido que salir y le ha pedido a Kraven que le dijera al amo Joaquín cuando estuviera pronta la varita que se estaba reparando en el taller, y Kraven ha cumplido.

 

Abrí los ojos con pereza y hice una seña al elfo para que se marchara, a lo que la criatura obedeció inmediatamente con una reverencia. Me levanté del asiento con lentitud y tomé el delantal que usaba para no llenarme de viruta, barniz, o lo que sea con lo que estuviera trabajando, tenía una facilidad increíble para ensuciarme y sin saber cómo. Até el delantal torpemente y me dirigí hacia el taller.

 

Abrí la puerta y una luz repentina me cegó y sentí como me quemaba poco a poco. Reaccionando rápidamente saqué mi varita y deshice el encantamiento de Ariane. Me acerqué a la varita y la tomé con delicadeza, tenía su poder restaurado, lo sentía, pero no solo eso, parecía deseosa de que la volvieran a usar, y mi mano sentía todas las emociones que contenía aquella varita, de la que podría asegurar de que su espíritu nunca había flaqueado, sin duda era muy valiosa y adoraba a su dueño o dueña. La froté con un terciopelo limpio para sacarle todo su brillo, y sonreí, la varita estaba lista.

[Xell Vladimir Potter Black]

Al final tardé un poco más de lo que pensaba. Me habían entretenido mucho en la restauración de un local de Diagon del que tuve que dedicarme a fondo para que quedara como nuevo. Los accidentes con fuego era lo que tenían, aparatosos y además muy complejos para reponer todo como si no hubieran pasado.

 

- Si no fuera por la magia...

 

En el Departamento me habían dejado una varita provisional pero no funcionaba del todo bien, yo quería la mía, con la que me sentía anímicamente unida para usar la magia. Pero se había hecho tan tarde... Seguramente Ariane habría cerrado el local y no la encontraría. Era lo normal, en su estado de gestación avanzado.

 

Me di prisa por llegar, orando a los dioses para que no estuviera cerrada. Parece que me oyeron porque a pesar de la hora que era, aún estaba abierta.

 

- ¡Buenas noches! - saludé desde la entrada.

 

Avancé con paso lento hacia el mostrador, aquel lugar era tan... enigmático, se respiraba el poder de la magia en cada una de las varitas que allá se encontraba...

 

- Hola, señorita - me contestó un elfo. - ¿Viene a por su varita? Lamento informarle que la señorita Ariane ha tenido que irse. Pero enseguida le atenderá el otro dueño.

 

¿Ariane tenía un socio? No lo sabía.