Ollivander's (MM B: 94928)

[Ky.]

Ryand Gryffindor

 

El mago se encontraba alas afueras de Ollivanders por que según Xalit necesitaba una varita, suspiro resignado ante su suerte de ser un mago viniendo de unos padres a los que el llamaría sin magia. Odiaba la palabra muggles y el tono tan despectivo del que salia de los labios de la morena a la cual consideraba como parte de su familia.

 

Al entrar al recinto se percato que estaban llenos de cajas, Xalit siempre le había dicho que era la varita la que elegía al mago por lo que se dejo atender por las personas que se encontraban en aquel lugar.

 

-Buenas tardes quisiera una varita.

 

El dependiente le sonrió era lógico que el llegará hasta ese lugar por un pedazo de madera con un nucleo, por lo que se limito a solo hacer un gesto con su cara y a darle la espalda al Gryffindor. En eso recordó que tambien estaba ahi para entregar una linda invitación a los propietarios del lugar.

 

-Tambien he venido a dejar esto...

 

http://i.imgur.com/0TCou.png

Al extenderla el que lo estaba atendiendo la tomo y dejo a un lado del mostrador atrayendo con su varita algunas varitas para que Ryand pudiera probárselas.

[Roxanne Rambaldi]

Hace escasos segundos me encontraba en mi hogar en la familia Rambaldi, y ahora estaba en Ollivanders, la famosa tienda de varitas para entregarle la invitacion de la fiesta que organizaba la Orden del Fenix en la Academia de Magia y Hechiceria. Entre al lugar haciendo sonar la puerta, al estar adentro me acerque hasta el mostrador, donde solo encontre a un elfo al que le entregue una tarjeta, a mi lado tambien estaba Xell a quien ya habia visto en La Madriguera.

 

-Le entregaria esto a su amo, muchas gracias.- dije entregando la invitacion al elfo, salude a la rubia con la mano y luego di media vuelta con direccion a la puerta.- Adios Xell.

 

http://i.imgur.com/0TCou.png

 

Desapareci del lugar dando un giro en el aire, ahora el callejon habia crecido tanto que las distancias eran mucho mas largas de lo que eran hace unos años, ahora era mucho mas preferible usar la aparicion que caminar muchas calles hasta dar con el paradero.

[Joaquín Granger]

La varita reposaba tranquilamente en un terciopelo limpio y nuevo, deseosa de que su dueño o dueña volviera a emplearla. Yo estaba sentado en una silla de madera manchada y algo maltrecha, pero que aún soportaba el peso de un hombre. Me había dedicado a observar las nuevas creaciones de Ariane, unas bellísimas obras de arte, tan hermosas y delicadas, algunas, como fuertes y robustas otras tantas, pero todas igual de poderosas, para el mago o bruja que ellas eligieran.

 

-Amo -dijo Kraven a modo de saludo mientras hacía una profunda reverencia- ha llegado la joven dueña de la varita que ha reparado la ama -informó mientras señalaba aquella mágica arma. Con una seña se retiró mientras yo me ponía de pie.

 

Envolví la varita cuidadosamente con el terciopelo y até una cinta de las que había dispuesto Ariane, yo no me había opuesto pero consideraba que si una varita había estado en reparación lo primero que querían sentir los dueños era la varita en la mano, no la suavidad del tercipelo. Mas reconocía que causaba algo de expectación, al menos si a mí. Sacudí la cabeza, formé mi sonrisa y me dispuse a salir del taller, cuando algo me detuvo.

 

-El delantal amo -dijo el elfo mientras con un chasquido de sus largos y huesudos dedos hacía que se desprendiera de mi cuerpo y fuera a parar a un gancho en la pared. Asentí a modo de agradecimiento y salí de aquel lugar.

 

Me sorprendí un poco al ver a Xell, no había reconocido su varita, pero al fin y al cabo era normal, extraño habría sido que supiera que varita tenía cada uno de mis compañeros. De repente sentí algo de curiosidad por saber que había sido de ella, de su trabajo o que hacía, pero ya sabía que estaba en horario laboral, y la percibía un tanto apurada también.

 

-Buenas noches Xell -dije sonriendo- aquí tienes tu varita, me alegra decir que está en perfecto estado, Ariane lo consiguió -dije tendiéndole el envoltorio- notarás que no se verán las fisuras no quebraduras de la madera, anda pruébala.

 

En aquel momento entró un nuevo cliente, y percibí sus deseos antes de que lo dijera, un momento después. Sonreí y salí de detrás del mostrador, con la varita en la mano haciendo levitar diferentes tipos de varitas que supuse servirían para el mago. Siempre era emocionante cuando alguien quería una nueva varita y a mí en particular me encantaba ayudar a encontrarla, aunque todo el merito era de la varita.

 

Mientras llenaba el mostrador de cajas alargadas cada una igual al anterior, al menos a simple vista. La voz del cliente me hizo girar la cabeza, y detenerme luego, cuando acepté la invitación que me ofrecía, y la dejé a un lado de las cajas que tenía sobre el mostrador. Para luego continuar con mi labor. Las cajas volaban de todas direcciones, aceptando algunas y rechazando otras, mientras veía como el servicial elfo ocupaba su lugar temporal detrás del mostrador, ayudando a los clientes que seguían entrando. Una joven entró, entregó algo al elfo, pero luego se retiró. Y yo ya había elegido 7 varitas para que el joven probara.

 

-Aquí hay algunas varitas que viéndote físicamente, son compatibles contigo, pero ellas harán, el resto del trabajo y verás que solo una será la verdaderamente apta para ti. Adelante pruébalas, es la única forma de saberlo -informé todo servicial.

[Xell Vladimir Potter Black]

Asentí para que me atendiera el otro dueño. En cualquier otra circunstancia le hubiera dicho al elfo que volvería más tarde, así aprovechaba para saludar a Ariane. Pero en esta ocasión, lo que me corría prisa era recuperar mi varita. Me había sentido desnuda toda la tarde sin llevarla en la mano.

 

El elfo se retiró y me dejó sola unos instantes. Junté mis manos y respiré, algo angustiada. Sabía que Ariane era buena y que mi varita estaría curada, pero no estaría tranquila hasta que la tuviera de nuevo en mis manos.

 

- ¡Buenas noches!

 

Le había reconocido. Una vez le vi en el ministerio. Me tendió un envoltorio de terciopelo con una cinta. Lo tomé casi con miedo, con mucha precaución por si se rompía. Después poco a poco, la descubrí para ver mi varita.

 

- ¡Ooohh! Tenía razón, no hay ninguna señal de la rotura. Es un trabajo excepcional.

 

Había admiración en mis palabras. No había magia más pura que la de las varitas, y tratar con ellas y repararlas era labor de magos inigualables. Entraban más clientes a la tienda, a pesar de lo intempestiva que era la hora. Yo ya tenía lo que había venido a buscar. Sabía que el pago, en cuanto había dicho que era hermosa, quedaba registrado en Gringotts. Aún así, le firmé el papelito que había en el mostrador, con el que autorizaba que sacaran el dinero de mi bóveda.

 

Me acerqué a él, aunque atendía a otra persona, me puse de puntillas y le di un beso en la mejilla.

 

- Gracias, funciona muy bien - le dije, tras el ósculo. Había estado probando la varita y había hecho aparecer flores y levitar objetos con ella. - Tengo que irme. Han sido ustedes dos muy amables.

 

Y después sali, con una sonrisa en la boca y mi varita en la mano derecha, practicando con cualquier cosa con la que me encontraba, como si fuera una niña pequeña.

[Ada Camille Dumbledore]

Habia salido de la tienda para acompañar a Sagitas y a mi madrina Cye a un local mas alla a comer pasteles de chocolate con leche caliente, por lo menos ese habia sido mi antojo, aunque mi verdadera razon era que joaquin estaba en su oficina y temia se disgustara, apenas nos hablabamos por medio de nuestros elfos y para mi tranquilidad era lo mejor.

 

Tenía ya casi siete meses y el ya sabia que mi bebe era el resultado de aquella noche de tragos y pociones en el local, me odiaba y lo entendia, por eso no me le acercaba.

 

Camine hasta la puerta del local y vi a Xell saliendo de allí, le salude con la mano y la vi alejarse felíz, la varita era muy importante para un mago.

 

acaricie como cada vez que entraba el grabado del arbol familiar de los ollivanders, pero esta vez fije la vista en el nombre de mis hijos, a los que extrañaba enormemente y al lado estaria el nombre de mi bebe, de eso estaba segura, seria el nuevo brote de un arbol genealogico muy desaparecido ya para los magos.

 

 

Ingrese y allí estaba Joaquin,en frente al mostrador poniendole a escoger varitas a un joven cliente, sonreí y seguí hacia mi oficina, subi con dificultad las escaleras y tuve detenerme en ellas para darme fuerza. Respire con dificultad y suspire. Volvi a seguir y llegue a la oficina cansada.

 

Me acomode en la silla, trate de respirar suavecito... Era normal las escaleras eran demasiado empinadas y ya mi vientre estaba muy grande, lo acaricie con una sonrisa.

[Joaquín Granger]

¡Qué buen día había tenido! Dos clientes satisfechos. Por un lado Xell, quien al entrar tenía un aspecto fúnebre, había salido por la puerta con una sonrisa de oreja a oreja, tal había sido su alivio que hasta recibí de recompensa un beso en la mejilla. Solo sonreí con alegría al no poder sonrojarme, lo que era un alivio, porque habría hecho el ridículo frente al chico que estaba atendiendo en aquel entonces.

 

Aquel agradable chico también había salido muy alegre, o eso percibí, con su varita idónea en la mano, lo que a mí me causó otra sonrisa de profunda satisfacción. Habían pocas cosas mejores que entregarle a un chico una varita, una varita que sale neutra de la tienda, y que tendrá su bando junto con el mago, el bien o el mal, o bien podría mantenerse neutral como mi actual varita. Apoyé el codo sobre el mostrador y miré por la pequeña ventana, las luces del callejón estaban ya encendidas y las brujas y magos de la localidad, se dirigían a la salida del callejón, al igual que los comerciantes, que ya habían cerrado sus negocios.

 

Encendí la luz de afuera, antes de dirigirme hacia la escalera. Subí rápidamente, despaché a Kraven en el camino, y entré en mi oficina. Caminé lentamente a través de esta, mirando los cuadros que la adornaban, observando uno en especial: el de mi ahijado, que se lo veía sentado jugando con uno de sus tantos juguetes, y mordisqueándose los dedos de la mano libre al mismo tiempo. Sonreí y tomé mi gabardina negra.

 

Aseguraba ya la puerta de mi oficina, cuando me di cuenta que Ariane seguía en el negocio. La había visto entrar de nuevo, pero no le presté atención. Y había hecho mal, aunque ella me hubiera engañado y fuera la única forma en la que podría tener un bebé mío, el bebé seguía siendo mío, y yo no había mostrado la actitud correcta frente a la situación. Ya era momento de que eso cambiara. Me puse de pie frente a la puerta de Ariane, di dos golpecitos y abrí la puerta despacio.

 

-¿Se puede?

[Ada Camille Dumbledore]

Estaba tan tranquila en la oscuridad de mi oficina, me sentia abstraida por la musica que venia desde la lejania de un restaurante que estaba en el callejon frente al negocio. Era indudablemente una melodia de Schubert que pertenecia a un solo de cuerda.

 

Escuche pasos en el pasillo e imagine que Joaquin ya se iba a descanzar, para mi era normal no verlo aunque trabajaramos en el mismo lugar todos los dias.

 

Pero para mi sorpresa oí golpeteos en la puerta y despues resono con la suave voz cantarina preguntando si se podia a pasar.

 

- Sigue...

 

Tome mi varita y encendi la lampara araña del techo, me acomode en el sillon y tome algunos papeles que debia organizar en los archivos.

 

- ¿que tal dia tuviste?

 

Pregunte cortesmente

[Joaquín Granger]

Allí en su oficina, aunque estuviera protegida por la oscuridad, pude distinguir a Ariane con toda nitidez. No me había fijado cuán grande estaba su vientre, y en su rostro se notaban los efectos del embarazo, pero aún así la notaba muy bien, y me sirvió para tranquilizarme un poco. Nuevamente Ariane volvía a demostrar su propia fuerza y como puede con todo ella sola, era simplemente admirable.

 

Entré en la oficina al tiempo que ella encendía la luz, y me acomodé en un sillón continuo al suyo. Miré todo a mi alrededor, habían sido contadas las veces que había entrado a aquel lugar, y después de lo que había pasado me generaba un poco de rechazo. Pero esa sensación había disminuido poco a poco, yo diría que era directamente proporcional al crecimiento del vientre de la joven, sea como fuere, ahora volvía a apreciar el excelente gusto de la demonio.

 

-Bastante bueno, pero muy ajetreado, igual me gusta ayudar a encontrar la varita ideal ya lo sabes... -dije respondiendo a su pregunta.

 

Reparé en que estaba revisando unos papeles, y recordé que no había acomodado los míos. Pero quizás ya Kraven se hubiera encargado de eso y los hubiera dejado ya sobre el escritorio de la pelinegra. Eché un disimulado vistazo a las ojas, y en efecto, era la aprobación para el encargue de maderas, con mu elaborada firma debajo, y la suya al lado de la mia. Sonreí con satisfacción al comprobar que el trabajo estaba hecho.

 

 

-Dime querida, como está el bebé -pregunté interesado, y sintiéndome un poco avergonzado por no haber prestado la atención que debía.

[Ada Camille Dumbledore]

La situacion era bastante incomoda, el verle me hacia sentir mal, sentia que me odiaba y solo me soportaba por ser su socia, pero deseaba acabar con mi existencia para seguir con su vida tranquila.

 

Mi hijo se movio suavemente en mi vientre, puse mi mano en el para trabnquilizarle. Desde el dia que sucedio aquello le temia a su furia y no entendia como no habia acabado con nuestras vidas.

 

Me tranquilice, pero era la primera vez que estabamos solos en mucho tiempo.

 

- Bien, mi hijo esta bastante bien, gracias.por preguntar. Y como esta seishiro? debe estar creciendo mucho.

 

Recorde a su pequeño protegido, el si era su hijo porque lo amaba, no el mio. Evite se notara ese conflicto que tenia en mi interior con una sonrisa.

[Joaquín Granger]

-¿Tu hijo? -pregunté levantando una ceja, incrédulo- Discúlpame querida, pero dudo mucho que tengas la capacidad de tener un bebé por ti misma, ese hijo es tan tuyo como mío, y lo único que intento es ser un padre medianamente normal -dije tratando de mantenerme sereno, y lográndolo a medias- Que te quede clara una cosa Ariane, mis problemas no son con el bebé, son contigo y el pequeño no tiene por que sufrirlas. ¿No te das cuenta? intento arreglar las cosas y tu no me lo dejas nada fácil ¿Tanto miedo me tienes? -pregunté sin creerlo.

 

Cerré los ojos un momento, y giré la cabeza en dirección a la puerta. Debía mantenerme tranquilo, o nunca podría arreglar las cosas y no me atraía la idea de ser un padre que no pudiera ver a su hijo, además de que si me enojaba alteraría a la joven y eso no era bueno para ninguno de los 3. Decidí volver la vista a la pelinegra tratando de verme tranquilo, entrelacé mis dedos y los coloqué suavemente sobre mi regazo.

 

-Seishiro está enorme, si, tiene una atracción particular por sacarle la cabeza a los osos de peluche, y como ha demostrado pequeños dotes de magia, algunas veces veo esas cabezas flotar débilmente, pero sigue siendo un dulce.

 

Hablar de aquel demonio siempre me levantaba el ánimo y me hacía sentir un ansia poco natural por que nazca aquel bebé, pero sabía que aún faltaban varios meses, meses que aprovecharía, sin dudas, para arreglar las cosas con la demonio y poder acercarme al pequeño. No tenía un mayor deseo que ese, solo esperaba que Ariane cambiara su actitud o tendría que hallar otra forma para poder ocuparme de ese bebé.

 

-¿Me permitirás acercarme de nuevo? -pregunté con suavidad.