Wishes Banned & Strange Passions (MM B: 80297)

[Dennis Delacour]

La velada había transcurrido más rápido de lo esperado, en un fugaz momento el tiempo había avanzado sin notarlo siquiera. La cena había resultado sorprendentemente exquisita pero sospechaba que no era por obra del chef sino por la agradable compañía que tenía frente a ella que haría de cualquier cosa que probase un maravilloso manjar. Esa era una de las habilidades de la Triviani, hacer de cada momento algo único y especial.

 

El mesero recogió los últimos platos después de haber disfrutado del postre y vio con pesar como su acompañante pedía la cuenta, realmente no quería aun alejarse de la bruja, no lograba explicarlo pero estar junto a ella era algo que necesitaba, sin entender como o porque solo sabía que era de esa manera. Pero cuando le pregunto si quería ir a pasear no pudo evitar sonreír, realmente era algo que había pensado desde antes y por lo cual disimuladamente en un descuido de la bruja había enviado un mensaje a su elfo para preparar algo.

 

— Creo que tengo justo el lugar a donde podríamos ir — dijo tiernamente sintiendo el agarre de la bruja en su mano, era tierno como admitía con sinceridad que no había planeado nada, le gustaba eso de ella, la espontaneidad que siempre parecía manejar. Ante las palabras de halago que siguieron después no pudo mas que sonrojarse pero más que nada por el gesto de morderse el labio y hacerle un guiño, algo que había hecho que perdiera toda concentración y solo se enfocara en los labios de la ojigris.

 

Fue por estar con su mirada y pensamientos fijos en su boca que no logro captar lo que la bruja le decía después de que el mesero les había dejado la cuenta. Cuando al fin reacciono y trato de decir algo — Como? Irnos sin... — no pudo terminar porque sintió el beso de la bruja y el agarre de su mano impulsándola a correr. No supo que paso después de eso solo que por impulso corrió a mas no dar detrás de la bruja sosteniéndola de su mano.

 

Cuando llegaron al exterior del lugar vio justo al frente lo que había ordenado a su elfo traer hasta el lugar, su flamante moto nueva estaba apostada en la calle del frente del negocio, en ese momento y antes de que la bruja decidiera usar la aparición la jalo en dirección del vehículo diciéndole solo un par de palabras — sube ahora — y acto seguido la Delacour con el mayor cuidado de no ir a mostrar de más debido al vestido azul que llevaba se subió a la motocicleta seguida por la Triviani. Apenas sintió a Zoe justo detrás de ella arrancó la motocicleta que en cuestión de segundos tomo una velocidad difícil de alcanzar.

 

Si la vieran sus padres sin duda alguna la retarían, no solo por haber salido del lugar sin pagar sino por ir de esa manera vestida en una motocicleta a altas horas de la noche sin demasiado recato. Había querido darle a la ojigris un lindo paseo y había terminado siendo un escape no planeado. Pero al menos estaban juntas, con la adrenalina del momento corriendo en sus venas y con un poco de frió por la noche ya que no había usado ni siquiera las chaquetas que había pedido y que habían quedado a un lado de la motocicleta cuando tuvieron que arrancar de improviso.

 

Pero era grato sentir los brazos de Zoella alrededor de su cintura mientras la brisa de la noche las cubría, si bien la moto era voladora consideraba un poco más romántico transitar los caminos de manera tradicional. Salieron del callejón Diagon en un par de minutos y ahora su destino era en las afueras de Ottery, sería un trayecto un poco largo pero bien valdría la pena por pasar más tiempo en compañía de aquella bruja que le había robado el corazón.

 

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Editado 27 de Enero del 2019 por Dennis Delacour

[Leah Snegovik]

Baleiro:

 

 

Me había entretenido mucho tiempo frente al espejo del baño, mirando mi reflejo, sintiéndome sucio. Insomnia me había arrastrado hasta allí y no sabía muy bien por qué la había seguido. Había una línea delgada entre sus sentimientos y los míos, así que no sabía decir con exactitud si yo quería estar ahí de forma genuina o si había ido solo por complacerla. Pero, en pocas palabras, estaba bastante asustado. Me senté frente a ella, cruzando las piernas y entrelazando los dedos sobre mis rodillas, la postura más rígida que pude encontrar. Una forma sana de ocultar mi nerviosismo.

 

—No creo —murmuré.

 

No, no podíamos estar ahí siendo menores y, siendo francos, ¿qué edad teníamos en realidad? Al verla, veía a una muchacha joven. No lo bastante mayor como para estar ahí, pero sí lo bastante mayor como para escaparse de sus padres con su hermano menor para tomar algo. Carraspeé un poco cuando el mesero trajo, no por orden mía, un par de cervezas. Agradecí con la cabeza.

 

¿Qué hacemos aquí, Insomnia?

 

La pregunta no salió de mis labios pero vi en su rostro que había entendido perfectamente mi pregunta. Guiado por el terror, di un trago que me hizo ahogarme. ¿Por qué la gente bebía en primer lugar?

[Oniria]

Insomnia:

 

 

 

Di un trago largo a la cerveza. No era la primera vez que probaba el alcohol, pero eso no lo sabía nadie, ni siquiera Baleiro. Tenía la extraña sensación de que aquella sustancia amarga podría salvarme de la pena mediante la destrucción. Analicé la mirada de mi hermano. Capté la pregunta enseguida, pero me demoré en responder.

 

––Estoy confusa ––respondí sin más–– no sé quién soy.

 

Me encogí de hombros y clavé la vista en aquel líquido dorado. Qué fácil habría sido mi vida si no hubiera sido mi vida.

 

––También creo que estoy enamorada ––confesé, en un susurro–– pero ni siquiera sé qué es eso.

 

Junté mis manos, apreté las uñas contra la carne blanda. Ignoré el dolor porque me producía placer. Otro de tantos secretos. Hurgué en mi mochila de tela y extraje un pequeño aparato, tecnología muggle. Era una maquinilla de afeitar. Rocé las cuchillas con ternura. Baleiro me contemplaba absorto en sus propios pensamientos.

 

––Quiero que me rapes la cabeza.

 

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[Zoella Triviani]

Cuando separé mis labios de los suyos afiancé el agarre de nuestras manos y nos impulsé a correr, esquivando las sillas y mesas, huyendo del mesero que ahora nos perseguía. Ambas reíamos, como un par de colegialas que huían. Salimos del local, aún corriendo bajo la luz de la luna, iba a emplear la aparición para transportarnos lejos de aquí cuando sentí el desvío del camino echo por la rubia.

 

La observé subirse en una moto, tan delicadamente y precavida para que no se le viera nada por el corto vestido. Para mi desgracia, no alcancé a observar bajo su falda, pero la tersa piel de sus piernas quedó descubierta gracias a lo poco que el vestido se subía. Sonreí, algo coqueta y me subí detrás de ella. Acaricié primero la piel de sus piernas para luego subir mis manos por su cintura hasta llegas a su vientre. Lugar donde las dejé descansar para sostenerme muy cerca de ella. Mi cabeza, la posicioné sobre su hombro después de correr su cabello al otro lado. Dejé un pequeño beso en su piel descubierta y me dispuse a observar al frente.

 

Arrancó la moto, poniéndola a gran velocidad. Llevándonos hasta la salida de callejón a quien sabe donde. El viento hacia volar nuestros cabellos, y desde donde estaba, con mi pecho pegado a su espalda podía sentir los apresurados latidos de su corazón. Con mis manos, de manera despreocupada, comencé a trazar diferentes figuras por sobre la piel de su vestido.

 

Me dejé llevar, a las afueras de Ottery. A pasar más tiempo con la hermosa mujer que poco a poco se está instalando en mi alma.

 

@@Dennis Delacour

[Leah Snegovik]

Baleiro:

 

 

Mi hermana, mi vida, mi todo.

 

Las tres respuestas se aglomeraron en mi mente, incapaces de salir por mi boca o de hacer sentir mejor a Insomnia. De repente me sentía suamamente triste, inútil. Saber que ella pasaba por todas esas cosas mientras yo gozaba de estabilidad me provocaba ansiedad. Habría cambiado con ella de lugar de saber cómo. Incluso habría preguntado a mis padres si era posible, de no ser porque la perjudicaría al decirles lo que sabía de ella. Estiré los dedos sobre la mesa, palpando las irregularidades de la madera bajo la yema de mis dedos, tratando de distraer a mi cabeza mientras ella buscaba algo en su mochila.

 

¿Sabía yo qué era estar enamorado? Pensé en mis padres, en la forma en que se iluminaban sus rostros cuando se miraban o en el rumor de sus conversaciones durante las noches, murmullos que a veces traían risas consigo y otras veces matices de tristeza, siempre respaldados por sus ganas de estar juntos. No, no sabía lo que era estar enamorado. Lo que sí sabía, era que Insomnia se refería a Arya y sentí cómo se me arrugaba el corazón, ese que ella había detenido alguna vez. Estaba tan perdido en mis pensamientos, que casi no escuché lo que me dijo a continuación.

 

—¿Uhm?

 

Me adelanté, pasando por encima de la mesa para ver bien qué era lo que tenía en las manos. Enarqué las cejas. ¿De verdad? Pregunté en silencio, mirándola. No sabía con exactitud cuál era el tono de color que traía esta vez en sus pelos alborotados, pero me gustaba. Estiré la mano para tocar uno de sus mechones irregulares y esbocé una sonrisa.

 

—Dónalo —pedí, volviendo a sentarme.

 

Asentí una vez, dándole a entender que lo haría si eso la iba a hacer feliz, y en un ataque de valentía, volví a beber. Esta vez no fue tan desagradable y me sentí repentinamente mayor, aunque no era el caso, cosa que quedó en evidencia cuando metí el dedo en el vaso y me puse a jugar con la espuma.

 

Yo no estoy seguro de si me gustan las mujeres, pensé, mirándola de reojo. Pero... Marie. Mis mejillas se tornaron ligeramente rojizas. A ciencia cierta, era mi prima.

 

@Oniria

[OttoBlack]

El demonio caminaba hacia la tiernda magica que se le hacia familiar el nombre, ponia su mano en la manilla de la puerta girandola, para entrar sin tiempo que perder. Otto miraba todo el decorado con la mirada, viendo que habia una que otra personaj, asi que rapidamente el mortifago iba al mostrador para ver los productos que vendia la tienda para saber si habia uno que le llamaba la atencion.

Gente venia y iba el Black solo miraba un lado hacia otro sin rumbo fijo, como si anduviera analizando algo como si estuviera pendiente de cualquier detalle que le llama la atencion. Mientras luego daba otro trago a su bebida jugando con ella en su manos , viendo el liquido moviendose de un lado hacia otro , de izquierda a derecha para darle otro poco de su trago.

[Oniria]

Insomnia:

 

 

 

––Lo haré. ––Sentencié, esbozando una leve sonrisa. Observé cómo se armaba de valor para volver a beber. Introdujo su dedo pálido en la espuma y removió. Aquel gesto me pareció sumamente bello, hipnótico... la yema blanda de un dedo hundiéndose entre las burbujas.

 

Sostuve la maquinilla frente a mis ojos y pensé en cómo se vería mi cabeza rapada, con una fina capa de pelo tieso. Un cráneo casi desnudo, redondo, azulado. ¿Echaría de menos aquellos mechones quemados de las decoloraciones? ¿Cómo haría entonces para calmar mi ansiedad, sin poder estirarlos hasta romperlos?

 

––Sabes quién es. ––Musité, desviando mi atención. Visualicé el rostro cálido de Arya y olí a canela––. Creo que esto está condenado a la desgracia...

 

Le entregué el aparato, lleno de manchas de grasa.

 

––Quiero que lo hagas. Ahora.

 

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[Kahlan Blackthorn]

—Beberé de tus labios eternamente —murmuró mordiendo el inferior de su amante, el matar en conjunto era mucho más excitante que hacerlo en solitario. Sus ojos se perdieron en los del castaño, abrazando la locura que brotaba de estos y lo desquiciado que le resultaba verse de nueva cuenta seducida por su sola presencia. La joven que yacía a sus pies ,estaba tiesa como una tabla, inerte desde la cresta hasta los talones, mofarse de la muerte era uno de sus mayores placeres. El hombre que le tenía entre sus brazos, si que sabía como tratar a una dama y no perder el tiempo en pequeñeces o banalidades sin razón de ser o estar.

—Es bueno tenerte de vuelta, si que te has tomado tu tiempo —le abrazaba por el cuello, fundiendo sus labios con los del castaño. Saborear cada parte de su boca, beberse ese aliento gélido y carente de toda emoción, no hizo más que revivir pasajes oscuros del pasado que siempre compartirían y que les marcó de alguna forma por demás especial y tortuosa. Su nombre retumbaba en su cabeza, tal y como lo hacían las campanas de un viejo monasterio, anunciando que la hora de que el coro se reuniera estaba próxima. Verse envuelta por esa aura nefasta y tóxica, no le provocaba nada más que una emoción que se desbordaba como lo hacía un río que buscaba volverse uno con el inmenso mar.

—Eres mi deseo más oscuro y secreto, nocivo y ponzoñoso. Pero que en vez de matarme me das un nuevo soplo de vida, no puedo decir que te amo. Ya sabes que no puedo experimentar esa clase de sentimiento, pero no puedo negar que tenerte aquí, palparte y besarte, no hace más que volverme loca por ti y eso no me había sucedido con nadie, sólo contigo y me encanta que sea de este modo —se aferraba a su cuello con las uñas, provocándole pequeñas heridas que sanarían en el acto. Podía curarse sin problemas, dada su condición vampirica, rasguñarlo era el menor de los males que le causaba a la hora de amarlo, marcas más profundas pululaban por sus cuerpos, runas tatuadas a fuego ardiente en sus pieles reflejaban sus vidas plagadas de secretos y misterios.

—Azul y marrón, no sabes como me fascina dicha combinación —le atraía mucho más hacia ella, ya no existía nada que separará sus cuerpos. Eran un mismo ente fundido en el calor de la pasión y el deseo, tomar de su boca la sangre era un mangar condimentado en el mismísimo infierno. Su piel, su aroma, la forma en que deslizaba sus manos por la espalda descubierta de la vampira, no despertó nada nuevo en ella, pero si le impedía ir más allá debido a la costura del corsé que luchaba por mantenerse en su sitio. Sus piernas se entrelazaron en su cintura, dejándola enganchada sobre el escritorio de la rubia, papeles cayeron al suelo, pero no captaron la atención de la pareja que estaba enfrascada en un oscuro delirante y desenfrenado.

Piel con piel, reclamaban lo que por derecho les pertenecería por el resto de la eternidad. No importaba el tiempo o espacio, jamás terminarían de separarse del todo y menos olvidarse, porque el coraje y el destino, siempre serían las runas que les enlazarían por el resto de su eternidad. No volver a separar sus caminos era la finalidad de dichos grabados, porque de realizar una acción contraría a lo que dictaban sus deseos más bajos y oscuros, podría arrastrarlos a un castigo más que doloroso, el mismo se definiría como algo difícil de explicar con palabras. Su marca de Caín ardió más que nunca, no era un dolor punzante, sino una sensación que la hizo suspirar profundamente y perderse en ese mar azul y marrón que eran los ojos del hombre.

[OttoBlack]

Otto andaba en el caldero envenenado un sitio de la marca, de su bando, de amigos, compañeros y amigos, en fin el Black miraba su trago mientras luego cambio la mirada de un lado hacia otro, saludando a sus amigos con la mano o de lejos. Ya que algunos andaban acompaños, lo menor queria era molestar o interrumpir para ser mas precisos mas exactos hasta que el demonio soltaba un suspiro.

 

El Black ahora tomaba un poco de su bebida, mirando de un lado hacia otro, viendo la personas para luego mirar su trago, tomando un poco de este sintiendo como el liquido refrescaba su garganta para cerrar los ojso y disfrutar el sabor fuerte de esta. Ahora miraba su anillo de casado sonriendo por los recuerdos de su boda pero tambien, de su luna de miel la verdad hermoso momentos que no los cambiaria por nada del mundo, hasta que luego cambio la mirada hacia la entrada esperando que apareciera cierta bruja de 1. 65 metros de altura con cara de cansada pero que queria pasar un buen tiempo con el.

 

[León Crowley]

—¿Se le ofrece algo más? —preguntó el mesero al extraño cliente.

—No, así está bien. ¿Se puede fumar acá? —León metió la mano al bolsillo derecho del gabán y sacó la reluciente caja plateada.

—Seguro —apuntó el hombre detrás de la barra, terminando de servir el vaso de vodka—. No hay a quien pueda molestarle.

León se volvió para comprobar lo que decía el mesero. Pese a que el lugar y el ambiente era ideales para desencadenar el más fiero carnaval, lleno de licor e historias para recordar, estaba desocupado. Las únicas almas al interior del Wishes Banned eran los meseros y León que había llegado apenas algunos minutos atrás. Era uno de los muchos sitio que frecuentaba cuando era una persona medianamente importante en el mundo mágico. Siempre había alguien a quien saludar, alguna bruja joven que impresionar y llevar a los pisos superiores o a algún oscuro rincón. No había noche que no iniciara y terminara con una botella de licor. Vodka, whisky y ginebra, compañeras inseparables de sus aventuras una vez terminada la jornada laboral, bien fuera en el ministerio o en la extinta academia.

La noche hacía de cómplice a todos los que se dejaban tentar por las promesas del licor, cualquiera que fuera. Las penas se olvidaban, los problemas se solucionaban y todo era alegría. En muchos de esos caminos se cruzaba con personas que por una u otra razón, habían sucumbido a esas promesas. Muchos rostros conocidos, muchas caras amables y otras tantas amargadas. Wishes Banned era un lugar en el cual solían encontrar la misma clase de personas. Ocultas, difusas, inmersas en sus malos pensamientos, en sus ideas oscuras. Era normal encontrar casi tantos miembros del bando como en el Basilisco ahorcado. Precisamente esa noche esperaba encontrarse con una de esas personas con la cual había cruzado más de una botella del preciado licor asgardiano. El viejo reloj de una marca de licor en la pared del lugar le indicó que ya estaría por llegar.

León sacó un puro de la caja, cortó el rabo de la capa y lo encendió, dejando que la punta se consumiera. La fina columna de humo que desprendía el puro fue arrollada por la espesa voluta que salía de la boca del pelinegro y que se perdía en el aire, espesándolo. A su espalda el particular chirriar de la puerta principal anunció la llegada de alguien y nuevamente verificó la hora. No se volvió, esperó a que la Malfoy entrara. Necesitaba que se pusiera cómoda, había mucho que contarle.

—Puntual como siempre —soltó cuando sintió su vampírica presencia a unos cuantos pasos—. La buenas costumbres no se pierden ¿No es así, Juv?

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Editado 12 de Agosto del 2019 por León Crowley