Botica Macnair (MM B: 97349)

[Sean -Ojo Loco- Linmer]

Cuatro tapitas de botellas mas y ya lo que antes era una trastienda a menos de medio llenar..era una trastienda abarrotada..eso si antes del movimiento El Gremio habia utiilizados estrategias de embascaramiento de la mercancia...mezclarla con producto legalmente adquiridos...utilizar frascos embustes....o sea que anunciaban algo pero eran otra cosa...en fin...que por hoy habia terminado..ahora solo tenia que citar a los compradores....di media vuelta y deje que mis pisadas tocasen las mismas formas que el mucho polvo del local me habian dejado marcar....y ya apenas salia cuando a mis aguzados oidos llego un sonido apenas imperceptible...el crujido de la madera.

 

Saque la varita al parecer no andaba solo....y no me parecia que los elfos llegasen a esa hora...ni a esa ni a otra...que el local al parecer no habia sido visitado en bastante tiempo....y regrese a la trastienda....aquello habia sido un ruido tipico...que sucede cuando uno se agazapa y el peso recae en un espacio mas reducido de la madera...cuando uno lo abandona...para tal vez marcharse..pensando que todo va bien...pues ahi va....el chirrido de la madera...error tipico de novato...

 

-Bien...espero no me hagas buscarte...que no tengo mucha paciencia...-dije alzando la varita.

[Cissy Macnair]

Dhalia

 

 

Lo vio por un pequeño espacio que había entre la mesa y la pared, justo cuando él se marchaba por la puerta de la oficina rumbo a la salida del local y fue entonces cuando movió el peso de su cuerpo para salir de su escondite que uno de sus pies pisó una madera suelta que emitió un sonido lastimero aunque apenas perceptible. Se quedó quieta, petrificada justo en la posición en la que había estado un momento atrás: en cuclillas, respirando entrecortadamente para que el sonido de su respiración no se escuchase.

 

Los pasos del chico volvieron sobre sí, Dhalia podía presentirlo en cada pisada, hasta que finalmente su figura oscura se volvió a alzar a una distancia considerable de su posición, aunque aún no la había visto. Divisó la varita en su mano y buscó la suya moviéndose de forma apenas perceptible. Lo que menos quería era tener que luchar con un desconocido, además de que si bien era diestra en duelos, estaba en una posición incómoda en un lugar que no le permitía maniobrar con soltura. Así que esperó, paciente. Quizá el chico decidiera que había sido un ruido propio de un lugar antiguo como aquel y se fuera.

[Sean -Ojo Loco- Linmer]

Preste oidos...nada todo permanecia en silencio....al parecer no habia sido mas que la dilatacion or temperatura de algun rincon del piso de madera...no muy bien...unido a sus pares....aun asi no era hombre de quedarme con dudas...asi que alce en alto la varita...no iba a perder tiempo buscando en cada esquina...habia una solucion mejor...

 

-Homenum Revelio- dije y una onda espanciba salio de mi vartia...

 

Y asi tuve la certeza...a mi derecha..en una esquina yt detras de algunos productos una fugura humana se encontraba...al parecer el unico con la idea de entrar esa madrugada al lugar no habia sido yo....Primero ser educado..habia traido productos valiosos para romperlos en una vana disputa...

 

-Bueno..supongo que tendre que preguntarte que haces aqui..al menos yo tengo la escusa de ser hijo de la dueña- me detuve apoyandome en la pared- cual es la tuya???

[Cissy Macnair]

Dhalia

 

 

La pelirroja se encogió pero ya estaba la suerte echada. El mago hizo un movimiento con su varita y el hechizo en el que menos había prestado atención la chica se hizo presente, delatando su presencia. Suspiró y se puso en pie despacio, esperando que no le fuera a tirar una maleficio mientras se mostraba.

 

-No soy una ladrona- se defendió la vampiresa, moviéndose hacia un lado en que la luz proveniente de afuera pudiera iluminarla, pero chocó de improviso contra algo en la pared y dos lámparas se encendieron por arte de magia, iluminándola a ella y a Sean por completo, aunque de afuera no se podría ver luz alguna.

 

La bruja era de estatura media, con llamativo cabello rojo natural que se encontraba suelto a su espalda, llegándole hasta por debajo de las nalgas en una cascada ondulada. Tenía unos llamativos ojos ámbar que parecían cambiar a verdes con la luz, dependiendo de cómo uno los mirara y su piel era blanca y tersa, como una muñequita de porcelana.

 

-Conozco a la dueña yo también- se escusó, aunque sospechaba que lo que el mago decía no era cierto. Cissy no quería tener hijos, ¿por qué iba a adoptar uno? Ella le conocía bien-. Sólo... sólo...- pero no se le ocurría ninguna excusa demasiado buena para darle, así que apretó la varita entre sus dedos con firmeza por si el mago la atacaba-. Soy Dhalia.

[Sean -Ojo Loco- Linmer]

Bueno...el hecho de que estuviese ahi a esa hora..justo antes del amanecer..y que estuviese agazapada...pues daba a entender lo contrario...pero..era una chica..mejor darle un margen de duda...o lo que los muggles llamarian una presuncon de inocencia. En fin..que salio de su escondite..y cuando por error resulto ser iluminada...pues...ya se habia ganado algunos puntos....no sabia por que ..pero las pelirrojas ultimamente estaban acabando con la poca cordura de mi corazon....y eso que yo no discriminaba...fuesen rubias o trigueñas..en fin..que desde hacia algun tiempo hacia aca...el rojo fuego de los cabellos comenzaba a hacerse habitual en la cama...

 

Por lo demas...conocer a Cissy no er novedad..incluso antes de ser su hijo la conocia...de nombre..en fin....una vez dijo su nombre...mirandola a los ojos aprecie que era la verdad rondaba sus palabras...pues deberia ser un caballero asi que inclinando ligeramente la cabeza me presente.

 

-Sean Linmer..hijo adoptivo de Cissy...- o tal vez su juguete preferido..o eso queria pensar...en fin..esa parte no entraba en la presentacion- Bueno al parecer empezamos con mal pie...asi que deberiamos recapitular...te apetece algo fuerte para desperezarnos???...ya comienza el dia...y no combiene estar medios dormidos por ahi

 

Sin mas le hice una seña a que se sentase en uno de los asintos cercanos a la mesa donde Cissy acostumbraba a llevar el papeleo...Educacion ante todo...que no se diga que Sean no es un caballero....y sin mas saque de mi bolsillo una petaquita de plata..aun con el simbolo de mi familia sanguinea...practicamente ya extinta.

[Cissy Macnair]

Dhalia

 

 

 

La pelirroja dudó pero finalmente se sentó en una de las sillas que había contra el escritorio de la diminuta oficina.

 

-Whisky, por favor- pidió, siendo consciente de que seguro que la alcohólica de Castalia guardaba algo de él por allí. Ella la había conocido en una de esas épocas en las que le agarraba por beber hasta perder la razón. ¿Cuántas veces la había arrastrado hasta una habitación de motel para que pasase la noche y la había cuidado hasta que despertaba? Ya se le había perdido la cuenta-. Yo soy una vieja amiga... Nos conocimos hace algunos años, cuando trabajábamos en el Ministerio juntas.

 

Y no comprendía ni podía creer cuándo la Croft había dejado el Ministerio para dedicarse a los negocios mercantiles. ¿Es que algo le había afectado la psiquis a su amiga? Bueno, ya la tenía bastante afectada desde que la había dejado ese sucio simpatizante de muggles... el mismo que luego había sido brutalmente asesinado por sus más allegados consejeros de campaña. La verdad, Castalia tenía muchas razones para querer perderse del mundo.

 

-¿Qué es lo que estabas haciendo con esas cosas?- preguntó, señalando con la cabeza el estante repleto de mercancías.

[Galery Grindelwald Malfoy]

Guardia Abril

Los adoquines de la calle la distraían de su nerviosismo, los contaba al caminar olvidandose del malestar estomacal y del notable sueño que sentía, después de varias noches sin conciliar el sueño, con espeluznantes pesadillas que la perturbaban notablemente, nada iba como había pensado, nada salia bien últimamente y esta guardia, pese a desearla desde lo mas profundo de su ser, la detestaba con la misma fuerza. Había pasado otro mes casi desde su encuentro con él, y los términos en que habían quedado no fueron los mejores, estaba segura de que la reacción de él había sido definitiva, pues a pesar de los días, no la busco de nuevo, y aún si eso le dolía más que cualquier otra cosa jamas sufrida, ella no provocaría otro encuentro con él, no a propósito y no personal. Si la amaba tanto como decía, podía probarlo, o casarse con su prometida, y ella con el suyo.

Parecía que después de todo, todo se había reducido a palabras, como lo creyó desde el principio, el muchacho no dio luz de entender la necesidad de ella por ser amada, la sofocante necesidad de sentirse importante para alguien, lo había tomado todo solo como una frívola exigencia de atención, y si eso hubiese sido, pues bien exigido, se suponía que eran novios, *eran novios*, las ultimas palabras se extendieron en su mente, como ondas en el agua, llegando al corazón y congelandolo dolorosamente. A pesar de su inmenso orgullo, él era lo que mas amaba sobre la tierra, El determinado carácter de la muchacha le impediría portarse de manera diferente, podría ser irremediablemente caprichosa y testaruda, pero había sido educada bajo las mas estrictas normas de protocolo social y etiqueta, era una asignación importante, era aspirante mortifaga y se portuaria a la altura.

Fuera de los embrollos emocionales que la tenían tan mal físicamente, el informe recibido hablaba de contrabando en una botica, suponía que debía acudir para prestar ayuda, sin embargo la lógica le decía que mas bien se trataba de ayudar a encubrir tal hecho, situación por de mas alentadora ya que necesitaba Díctamo, y la única manera de obtenerlo rápido y fácil, era así, en el mercado negro, pues adquirirlo de manera oficial, requería de varios permisos ministeriales y cierto rango que en Ottery, ella no tenia, podría ir a Húngria por algunas botellas, pero no quería perder tiempo en otro tedioso viaje, del que quizás, no le apetecería regresar, sabiendo que en Ottery solo le aguardaba la misma soledad que en su país, solo que con mas problemas legales.

Los insipientes rayos del sol pintaban las nubes de color dorado, se apresuro a entrar, tomo el picaporte y extrañamente este se abrió, era demasiado temprano, pero la orden había sido expresa * De inmediato* tal vez alguien del escuadrón se había adelantado, cosa que le incomodo, la premura de su llegada anticipada tenia un fin, obtener el díctamo, pero se las arreglaría de alguna manera, mas aun si el contrabandista resultaba ser hombre, si algo había cambiado en ella desde su llegada, era su seguridad, seguía siendo el mismo *topo* pero era más diestra, peligrosamente más letal en magia oscura y artes de lucha, y si, también sabia que era atractiva a los ojos de cualquiera.

Acomodo las gafas sobre su nariz y saco un lado de su capa blanca, su mallón negro cubierto por el vaporoso sari azul marino bordado con lapislázuli y polvo de diamante, haciendo juego con la blusa negra de seda que se alzaba desde su vientre al descubierto, mostrando la estreches de su cintura, y lo pronunciado de sus anchas caderas, sin gota de maquillaje, a su edad que muchacha lo necesita? Sólo el acento inconfundible de canela y vainilla que envolvía su ser, dejando una tenue y aromática aura de misticismo a su paso, la cascada de cabellos platinados caía desordenadamente por su espalda, agregando ese toque de frescura e inocencia, del que aun no se desprendía.

- Buenos días, ¿Hay alguien por aquí?...¡Hola! - saludo esperando que ya fuera dueño o dueña el que se encontrase ahi

[Roman A. Gaunt]

Roman A. Gaunt

Rol de Guardianes

No había pasado ni una hora de que había vuelto a pisar tierras inglesas cuando el joven Gaunt había sentido el ardor del llamado en su antebrazo izquierdo, que demandaba su presencia en una reunión de bando. Por supuesto, no renegó en acudir en el acto, aprovechando la oportunidad para librarse de pasar demasiado tiempo dentro del castillo de los Gaunt, donde cada minuto significaba un seguro encuentro con su madre, a quien hacia poco mas de un mes había confrontado, y quien de la nada le había invitado a instalarse con ella. Roman aún se hallaba sorprendido de si mismo por haber aceptado tal oferta.

Se había ausentado más tiempo de lo que había planeado, pero no se había imaginado que librarse de su abuela paterna en esa ocasión significaría una verdadera y ruda empresa. Tomándose el tiempo para pasar las noches de luna llena en un apartado cercano a las tierras de su familia, lugar que sólo él conocía, su viaje se extendió de dos a tres semanas, y si contaba la semana de reclusión por su transformación antes de irse, se había perdido por poco mas de un mes.

Durante el trayecto lo único que deseaba era verle a ella, ver ese par de verdes ojos nuevamente clavándose en su propia mirada para desentrañar hasta el más mínimo de los secretos de su alma. Ya se imaginaba el lío que le causaría el haberse ido sin oportunidad de darle aviso, seguramente ella había tomado su ausencia como una falta de interés de su parte, e incluso había echado en saco roto sus palabras. El licántropo no la culparía por ello, pero estaba seguro que lo que tenía que anunciarle, los frutos obtenidos de su viaje, harían más ligera convencerla de todo lo contrario.

Había llegado al castillo para darse una ducha e ir a su encuentro, pero ante el llamado supuso que lo tendría que posponer unas horas más. No obstante, grata fue la sorpresa al enterarse de que era solicitado para una nueva guardia en unos de los negocios del Callejón Diagón, y escuchar el nombre de la Grindelwald de entre sus compañeros listados con quienes había sido asignado. Para el rumano la noche prometía demasiado, y entusiasmado, se dirigió inmediatamente al lugar en donde se encontraría con los demás.

A pesar de la hora tardía, el callejón aún estaba concurrido aunque la algarabía de las visitas diurnas eran muy diferente a las nocturnas. Luces fatuas alumbraban el camino de adoquines, y otras más nítidas los escaparates de los negocios que aún tenían las puertas abiertas para la clientela; podía escucharse el eco de la música de algunos bares y centros nocturnos, los cuales albergaban la mayor parte de los magos y brujas que aún se hallaban allí. El licántropo siguió caminando, dejándolo atrás, hasta acercarse al negocio que buscaba y donde alcanzó a entrever a una preciosa chica de cabello rubio cruzando la entrada.

Sonrió y se acomodó la capa de negra lana, que aunque gruesa, un sencillo encantamiento la hacía ligera y fresca. Bajo ella, un thelees de manga larga, cuello redondo y doble botón color gris, ceñido perfectamente a su atlético torso y arremangado a los codos; su tatuaje de dragón en su antebrazo derecho se podía discernir a unos metros de distancia, mientras que el otro se hallaba oculto a la vista por un encantamiento que solo él podía deshacer. Unos vaqueros oscuros y limpios, junto con unas botas, complementaban su demás atuendo.

Leyó el rótulo de la entrada antes de cruzar el umbral. El lugar se trataba de una botica, y la misión, aunque simple, era vital que se produjese con absoluta discreción y sin errores; por supuesto, el Gaunt se hallaba confiado en que realizarían un buen trabajo, pero él no se consideraba a sí mismo un tonto, y jamás dejaba de estar alerta a todo. La vida que le había tocado, después de todo, le había enseñado a palos que jamás debía bajar la guardia. Quizás, incluso, podía obtener un poco de acción esa noche... nada estaba dictado.

El agradable aroma de canela y vainilla golpeó sus sentidos en cuanto entró, y antes de que éstos se mezclaran con las demás esencias de los productos de la botica. La silueta de la Grindewald atrajo su mirada de inmediato, acercándose a ella sin mucha cautela. Sabía que ella ya había percibido su presencia desde el mismo acto en el que había entrado al establecimiento, por lo que no dudó en rodear su cintura desnuda con sus manos y abrazarla por la espalda, mientras su mano apartaba sus rubios cabellos para descubrir su oreja y mordisquearla suavemente.

- Mi luna, te he extrañado... - susurró, y acto seguido la giró en sus brazos para verla a la cara. El rumano sonrió al entender el significado de su mirada, mas antes de que ella dijese algo besó sus labios con urgencia. Nadie más estaba allí, y la puerta tras de él no había dado el paso a nadie mas; ni siquiera sus demás compañeros de guardia, quienes no debían de tardar en llegar.

[Sean -Ojo Loco- Linmer]

Inmediatamente hizo el pedido le cedi mi petaquita donde guardaba el mejor whiky que podia obtener de la Mansion Macnair...y eso que los elfos y Cissy lo mantenian bajo llave...Despues me sente en el asinto que quedaba frente a la chica...la mire con detenimiento....a lo mejor y habia alguna señal que me hiciese comprender el porque tenia su visita a estas horas de la extinta noche. Una vieja amistad??? tal vez...si tal vez no...aun asi...no habia porque alarmarse...a lo mejor podriamos ayudarnos mutuamente.

 

-Bueno de alguna forma hay que traer las mercancias inventariadas- dije en broma..mejor que creyese eso y no que descubiera la verdad...de que era contrabando- las traje antes de que amaneciese para asi tener el negocio bien surtido.

 

Nada como una excelente explicacion...improvisada...iba a continuar la charla..pero algo me detuvo...visitas a esta hora????..negue con la cabeza...y me levante del asiento- Esperame aqui....que vere quien importuna tan temprano- Me levante del asiento y fui hacia la puerta...despacio...y confiado...a fin de cuentas...era hijo de la dueña..ademas tenia a la chica de atras....algo se podria improvisar con eso...Abri la puerta y....

 

-Este..creo que la hosteria queda por alla- dije degustando la vision de dos chicos besandose en la puerta...

[Caroline Ryddleturn]

Habían dos motivos por los cuales Caroline aceptó la guardia que le habían asignado: porque se trataba del negocio de Cissy y porque era algo ilegal. Lo último era lo que más le atraía. Amaba romper las reglas y era algo que hacía todo el tiempo. Ese día lo haría, ya que le habían explicado que su compañera de bando estaba llevando artículos prohibidos a su local y necesitaba que vigilaran la transacción. El movimiento era altamente peligroso, más que nada porque era la directora del Concilio quien hacía contrabando.

 

La Mortífaga avanzaba sin mucha prisa y de vez en cuando se fijaba en una u otra vidriera. Lo que más le llamaba la atención era la ropa; su mayor vicio era la moda. Sin embargo, en ese momento estaba vestida algo casual. Usaba una camiseta azul sin mangas, jeans negros y unas largas botas con tacón. Así se sentía más cómoda —sólo ella podía sentirse cómoda con ese alto taco—, porque le permitía moverse mejor si las cosas llegaban a ponerse feas. De todas maneras esperaba que eso no sucediera, no si eran cautelosos.

 

Finalmente logró divisar desde el frente el letrero de la "Botica Macnair". Rápidamente cruzó la calle y atravesó el umbral para dar con la primer sala. Alcanzó a dar un par de pasos y vio que Galery y Roman se estaban besando.

 

—¿Nadie les explicó que no se fraterniza en horario de trabajo? —preguntó, intentando sonar enojada—. Me sorprende que nadie te haya explicado las reglas, Gaunt. Además, aprovecharte de una aprendiz, qué descaro. —Caroline movió la cabeza en señal de desaprobación y se calló al ver que un hombre salía del negocio.

 

No podía seguir con su broma, porque no tenía idea de quién se trataba y Cissy no le había explicado en el pergamino que habría alguien más. Podía ser un cliente, pero algo le decía que estaba involucrado en el asunto. La cautela era parte fundamental de su rol como guardiana y, aunque nunca se tomara las cosas en serio, la confidencialidad era algo vital para ella y sus compañeros. Les dedicó una mirada a Galery y Roman, como diciéndoles que no fueran a abrir la boca y que le siguieran el juego. Después dijo:

 

—Buenos días, soy Caroline, amiga de Cissy. ¿Ella se encuentra? —preguntó con total naturalidad—. Nos llamó porque nos necesita para que la ayudemos con los nuevos productos de la botica. —En sus palabras no había nada que fuera a revelar algo.

Editado 15 de Abril del 2015 por Caroline Ryddleturn