Librería "La Hermana Quisquillosa" (MM B: 98425)

[Sagitas E. Potter Blue]

¡Huy!

 

Xell se había enfadado por la broma. Bueno, tal vez tenía razón en que había exagerado bastante con el tema, pero vamos... No era para decirme eso.

 

-- Sobrina... ¿Cómo que la gente me critica...? ¡Xell!

 

Pero ella nada, que se iba hacia la planta inferior, malhumorada. Corrí hacia ella, sin abandonar el libro que tanto me había costado encontrar.

 

Apenas la alcancé al llegar al último peldaño y me agarré de ella por los hombros.

 

-- Chiquilla, eres un poco irascible. Van a decir que se te pega mi genio, mujer.

 

La acompañé hasta el mostrador y puse el libro encima del cristal. Después me lo pensé y puse otro libro encima, por si acaso se escapaba.

 

-- Vale, vale... Te pido disculpas por haber exagerado sobre la ceremonia de la luz, cuando te conviertas en sacerdotisa. Pero es que necesitas un poco de sentido del humor.

 

Y ahora me quedé yo sorprendida. Xell se reía.

[Kevin Hadintong]

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Me había perdido entre las estanterías inferiores valla a saber buscando que libro interesante por que la verdad todos eran increíblemente atrayentes; al volver al salón de entrada veo como tanto Tía como Sobrina se hacían bromas, de seguro no notarían el que me hubiese perdido entre tantos Libros, así que solo me quedaba el darle un beso en sus mejillas a cada una y dejarlas que siguiesen divirtiéndose.

 

 

-Luego las veo chicas y me voy antes que se la agarren con migo y quieran meterme a Sacerdote o no se que cosa de eso que hablan, yo prefiero seguir siendo solo para mi Amore y me voy que se me hizo muy tarde-

 

 

Y antes de que cualquiera de las dos me lanzace algun libro por la cabeza salgo raudamente por la puerta mezclandome con el gentío del Callejón Diagón en dirección al Ministerio.

 

 

OFF

 

¡Discuulpen me faltaba rolear salida y con ustedes dos no se puede meter uno a estropear su rol tan comico Abrazos a las dos las quiero!

[Xell Vladimir Potter Black]

OFF: Papiiii, yo también te quiero.

 

 

ON:

 

Me puse a reír, la cara de tía Sagitas era tan... incrédula. No se podía creer que me hubiera burlado de ella.

 

- ¿A que sabe mal? Pues deberías aprender a no burlarte, porque donde las dan las toman.

 

Sagitas puso cara de cotricción y me arrancó una gran sonrisa.

 

- Yo tengo mucho sentido del humor, tía... Bueno, vale, no pasa nada. Veo que encontraste el libro. ¿Me dejarás leerlo?

 

Papi se acercó a nosotros y nos dio un par de besos. Le abracé con fuerza, despertaba en mí un sentido de protección a su lado, junto a Reena, a quien echaba mucho de menos.

 

- Serías un gran sacerdote, papi. Que tengas un buen día, papaaaaa...

 

Él ya salía y me dio algo de pena. Kevin era una buena persona, no se merecía tener una hija tan diableja como era yo. Me volví a Sagitas.

 

- ¿Qué dice el libro sobre los eliofantes?

[Sagitas E. Potter Blue]

Xell se había reído de mí.

 

-- ¡Oh, qué mala!

 

No sabía si reírme o si llorar porque me había pillado. Y tenía razón. Era desconcertante.

 

-- Caray -- logré decir al fin. -- No sabía que fuera tan... imprevisible. Quiero decir que... Puff, vale, lección aprendida. Creo...

 

No lo había visto nunca de esa manera. Así que bajé la cabeza, algo cohibida. Xell me acababa de darte una lección que me merecía.

 

Xell cambió de tema para que le hablara del libro que tenía aprisionado sobre el mostrador, cuando Kevin vino a despedirse. Le despeiné con cariño.

 

-- Estoy de acuerdo con Xell. Serías un gran sacerdote y entre las dos te podemos enseñar.

 

Le iba a decir lo del año de ir calvo pero no lo hice. No porque me acordara de que acababa de aprender una lección sino porque él ya había salido. Era muy rápido.

 

-- No son eliofantes sino elifantes. Lo malo es que está en una lengua que no entiendo...

 

Suspiré, tanto tiempo para encontrarlo y ahora no lo entendía.

[Xell Vladimir Potter Black]

Sagitas me puso una cara de derrota que me enterneció. Tanto tiempo esperando encontrar información de aquel bichejo y ahora no podía leerla.

 

- ¿Cuántas lenguas sabes, tía?

 

Estaba segura que muchas, era una mujer muy activa y una vez contó que había estado en muchos países diferentes.

 

- Déjame ver.. Esto es una lengua... rara, sí...

 

Mis idiomas eran muy limitados, con lo que no distinguía la lengua en que estaba escrita, pero no era occidental, de eso estaba segura.

 

- Tía, estoy pensando... ¿Y si miras en el área de diccionarios? Seguro que encontramos alguna pista del idioma en que fue escrito. ¡Ay!

 

Grité al sentir un tacto viscosa en la mano. Una trompa salía del libro y me la estaba babeando.

 

- Puaj, qué asco. ¿Seguro que no es un elefante normalito, tía?

[Sagitas E. Potter Blue]

Aquí arqueé la ceja y la miré con extrañeza.

 

-- Vamos, sobrina, soy una experta en animales extraños, tengo una colección preciosa de criaturas mágicas peligrosas en diversos negocios. ¿Crees que no sé distinguir entre un elefante y un elifante?

 

Había un cierto tono irritado en mi voz, por su insinuación en que me había equivocado.

 

-- Anda, ven aquí.

 

La tomé de la mano y la llevé a la zona de la biblioteca, donde dejábamos ver los libros a los clientes, y que muchos estudiantes aprovechaban para estudiar para los exámenes finales de la Academia.

 

Tomé un volumen de la enciclopedia de Animales muggles, busqué la "E" y lo abrí en la página donde había una imagen de un Elefante. Después abrí el libro que había encontrado. Busqué la litografía mágica que tanto nos estaba molestando.

 

-- Esto es un Elefante, ¿ves?

 

Y le señalé el animalito muggle.

 

-- Por lo contrario, este en un olifante, ¿notas la diferencia?

 

Repasé la litografía y aparté la trompa. Algo entendí...

 

-- ¡Oh! La lengua de Mordor... No hay nadie vivo que sepa ese idioma -- repuse, pensativa.

[Xell Vladimir Potter Black]

A Sagitas no le gustó que cuestionara su conocimiento. Intenté negar con la cabeza, pero ella hablaba por los codos, era difícil pararla. Me agarró y me arrastró hacia la biblioteca.

 

- Silencio, tía.

 

Era irrisorio que le mandara callar a mi tía. Ahora no había nadie, pero aunque hubiera habido, dudo que respetara el silencio que hay que guardar en un lugar como una biblioteca.

 

Ella miraba libros y yo me preguntaba por qué no me había callado.

 

- Sé que es un Elefante, tía - le contesté con algo de desgana.

 

Después me señalaba una litografía muy antigua y me dijo que aquello era un olifante. Lancé una exclamación, ya que eran diferentes. Pero... Aquello era un dibujo. ¿No sería una invención? ¿Cómo podía saber si era cierto o no ?

 

- ¿Lengua de qué? Ohh, de Mordor... ¿Y eso qué es? Pues si no hay nadie vivo que sepa esa lengua, busca a un muerto - le dije, con sorna.

 

Pero la mirada en los ojos de Sagitas no me gustaron nada.

[Sagitas E. Potter Blue]

¡Si tenía la respuesta delante de mis narices!

 

¡Pues claro! No podía preguntarle a nadie vivo, pero sí a un muerto. Di un golpe encima del libro y la trompa del Olifante gimió al sentir el ruido.

 

-- El Sire... Sire es del siglo XVI, de la época del Renacimiento. Tiene mucha más cultura antigua que nosotras.

 

Tomé el libro entre los brazos y avancé hacia la salida. Tenía que ir a la Vladimir a preguntarle a Reena si me dejaba un rato al fantasma para hablar de cosas serias. Pero me giré un momento y casi choco contra Xell.

 

-- Mira si encuentras, por si acaso, alguna referencia a un diccionario de mordor o algo así. Estoy segura que tendremos alguna cosa por algún sitio. Hay demasiados libros por aquí, seguro que encuentras algo.

 

Y ahora sí que me fui, tarareando una cancioncilla.

[Reena Vladimir]

Elfina Taga.

 

Desde que la ama estaba de vacaciones, mis funciones habían decaído drasticamente, tenía tanto tiempo libre que podía pasear por Londres andando. Fue así como paseando por Diagón me encontré con la Ama Sagitas. Iba tarareando algo y me costó un poco que me prestara atención, pero tras correr un par de cientos de metros y saltar ante ella moviendo los brazos en el aire como si pidiera auxilio, dejó de avanzar.

 

-Ama, la niña mandó algo a la librería. ¿Ya ha llegado?

 

Tenía un nombre raro lo que nos había mandado y antes de decirle una cosa que no era decidí consultarlo, para ello comencé a toquetearme el trapo, buscando por los bolsillos internos de mi ropa en busca de la carta que había recibido. Al final tuve que meter los brazos dentro del saco y hundir la cabeza en el cuello porque no lo encontraba.

 

-¡Ajá! La niña Reena dice que mandó un... "Gri-mo-ni-o In-di-o de gran valor" Que nombrecito mas difícil de leer. Ha llegado algo parecido a un Grimonio Indio a la librería de su hija?

 

Ladeé la cabeza en gesto curioso en espera de una respuesta afirmativa, también intenté poner los ojos brillantes que usaba la niña cuando la curiosidad y la esperanza se mezclaban en el ámbar de sus ojos, pero eso ya me fue mas difícil y terminé por fruncir el ceño sin darme cuenta, espachurrando a su vez la escueta nota que la copia roja de las gemelas D me había mandado, poner los brazos en jarras fue el siguiente paso y con eso ya mostraba mi impaciencia, porque si no había llegado estábamos en un buen lio o si alguien lo había abierto sin las precauciones necesarias.

 

-¿Ama? Su silencio me asusta y lo sabe...

[Sagitas E. Potter Blue]

-- Dubbi-budi-dubi du...

 

Iba tarateando una canción por la calle, rumbo a la Vladimir, feliz porque por fin había encontrado lo que buscaba, el libro de los olifantes. Supongo que por ello no me esperaba que se pusieran delante de mí y saltaran para llamarme la atención. Lo primero que hice fue pegar el grito. Después soltar el libro y lo tercero, perseguirlo antes de que se escapara de mi vista. Con lo que me había costado conseguirlo...

 

Le puse un pie encima y sentí un trompeteo enfadado, pero al menos sabía que no se iba a ir calle abajo.

 

-- ¡Taga! ¿Lo qué...?

 

Era la elfina de Reena. Y decía cosas rarísimas que no entendí. Y ahora se toqueteaba como si tuviera pulgas. Hubiera dado un paso hacia atrás si no hubiera tenido el libro atrapado bajo mi pie.

 

-- ¿Un demonio indio? ¿Para qué iba a mandarnos un demonio indio? ¿No tenemos bastante con los demonios ingleses que tenemos por aquí y que nos atacan sin más?

 

Pero ella repitió, un Grimonio indio... Permanecí en silencio un ratito, pensando en cómo librarme de la elfina, hasta que la vi ponerse con los brazos en jarras. Daba miedo, se parecía a Harpo.

 

-- Huum... Ni idea... ¿Para qué sirve? Yo no llevo esas cosas raras. Yo...

 

Yo sólo quería largarme de allá para ir a hablar con el Sire de la Vladimir y Taga se interponía. Además, tenía cara de tozuda y yo quería escaparme de su vista.

 

-- Pues... ¿Por qué no vas y lo miras y yo... sigo mi camino?