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.: Castillo Triviani :. (MM B: 78361)


Mentita
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El camino que había llevado desde Ottery hasta el Castillo dejaba ver el paso del tiempo: ya no existía, como tampoco existía ya el letrero en el pueblo que había indicado la dirección de la residencia. El camino, era ahora apenas una sombra de tierra apisonada, cubierta por hojas, hierba y sobre la que hierbajos, matojos y árboles empezaban a tomar posesión. La atmósfera de abandono que había percibido en su última visita se mantenía en todo el lugar.



Los terrenos del Castillo, aunque cuidados, tenían el césped más alto de lo que jamás se habría permitido antes; las hermosas fuentes de mármol, que ya no cantaban, estaban secas y llenas de verdín y polvo y; pequeños brotes de nuevos árboles nacían aquí y allá, donde la naturaleza trataba de reclamar lo que alguna vez le había pertenecido, tanto si la magia protegía el lugar como si no. En las ventanas, aunque limpias, podía verse desde muy lejos una pátina producida tal vez por la soledad. El candado de la verja de entrada, empero, no estaba. Ni eso ni las maldiciones que impedían la entrada a personas ajenas a la familia. Le pareció extraño. ¿Habría llegado alguien?



La hermosa cáscara vacía del castillo se veían tan solitaria como era usual pero Danyellus percibía algo diferente esta vez. Un muy ligero ardor en el cuello, como el recuerdo de una presencia que, él sabía, no estaba allí. Se encaminó al edificio principal pensando en cabelleras borgoña y en ojos ora azules, ora grises. No las veía hacía mucho tiempo pero sabía que seguían afuera, en algún lugar.



Un solo Chuck le recibió esta vez con una exageradísima reverencia, apropiada pra su dueño y señor. ¿Cuántos de ellos quedarían ahora?. Le tiró encima la empolvada y raída capa de viaje, sabiendo que el elfo la tiraría y le daría una nueva cuando se la pidiera. Aunque todo estaba limpio, se adivinaba un aire pesado y herrumboso.



-¿Hay alguien en casa?- preguntó, sospechando más a cada paso. El ardor se hacía más y más intenso...



-La ama...- empezó a responder el elfo, mientras Danyellus sacaba la varita. No era necesario que dijera más; sus sospechas estaban confirmadas. Se rascó un poco el cuello. No había tenido esa sensación, tan fuerte, en mucho tiempo.



-Dale de comer a Sinh y ordena que preparen algo para mi. Madre está en su habitación, ¿verdad?-



-Así es, mi señor. La ama llegó hace poco y pidió que le alistaran una tina y comida. Ha de estar...-



El demonio no había escuchado ni la mitad de las explicaciones del elfo. Sólo se dirigió hacia las escaleras, buscando las puertas dobles que daban entrada a la habitación de Alyssa...



-¡Amo! Debería usted esperar a que la ama...- el elfo se interrumpió y se llevó las manos a la boca, consciente de acababa de decirle "debería". El ojiazul no le hizo caso. Estaba absorto siguiendo aquella indicación extrasensorial que le indicaba en dónde se encontraba la mujer... no pensaba, o no lo hizo sino hasta que aporreó la puerta del baño y se dio cuenta de a dónde había entrado y del error que acababa de cometer. El elfo había dicho algo como "tina"...


Patriarca Triviani |

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El denso vapor se afanaba por la habitación lanzando sus húmedos tentáculos sobre cualquier superficie que encontrase a su paso; el espejo, triste por su brillo opacado, lloraba pequeñas lágrimas que resplandecían ante el débil amparo que le ofrecía la titilante luz de las velas. Una suave melodía llenaba el vacío, interrumpida tan solo por el ocasional repiqueteo del agua. Su cuerpo se encontraba parcialmente cubierto por la espuma que paulatinamente comenzaba a desaparecer, asomando en la superficie la piel desnuda de sus rodillas y sendos brazos extendidos sobre el borde de la bañera. Su rojiza cabellera caía con pesadez por sobre sus hombros ocultando así lo poco que podía verse de sus senos, mantenía los ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás disfrutando de como el calor se colaba por sus músculos liberándolos de toda la tensión acumulada.

 

Se regodeaba en el placer de la soledad, la tranquilidad, la oportunidad de vaciar su mente y dejarse llevar cual balsa a la deriva. Cada tanto hilaba con algún recuerdo que le hacía olvidar la horrible perspectiva ante la cual se encontraba hoy en día, permitiéndole así perderse en aquel pasado feliz que alguna vez supo tener. Una queda sonrisa se dibujaba en sus labios coronando aquella expresión de paz que suavizaba sus facciones, otorgándole una apariencia poco común en ella dado los últimos tiempos: despreocupada, joven, feliz… Era tal su grado de abstracción que apenas fue consciente de que alguien había entrado en el cuarto de baño, pero como sabía que estaba sola en el castillo automáticamente asumió que se trataba de uno de los elfos trayéndole la comida.

 

- Déjalo aquí Chuck – ordenó la Black señalando una mesilla que se encontraba junto a la tina – ¿Qué me has preparado?

 

Los segundos transcurrieron sin respuesta alguna hasta que el silencio se hizo evidente, tampoco se percibía movimiento alguno en la habitación. Su ceño se frunció ligeramente, de pronto había algo que perturbaba su paz aunque no conseguía descifrar qué era, una extraña sensación de alarma que pugnaba por emerger desde el fondo de sus embotados pensamientos. La matriarca Triviani abrió perezosamente los ojos y ladeó la cabeza tratando de acostumbrar la vista a la creciente penumbra que se apoderaba de la habitación, con aquellas débiles llamas en extinción que titilaban sobre el consumido cebo de las velas. En el umbral de la puerta vio la silueta de un hombre, más tuvo que pasar un largo minuto hasta que consiguió dilucidar los mechones de largo cabello blanco…

 

- ¡Danyellus! – exclamó la Black haciendo rebasar la bañera ante su brusco movimiento con el cual trataba de cubrir su expuesta fisionomía ante la horrorizada mirada de su hijo.

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Superficies porosas punzo cortantes que rosaban su piel dura encima de sus bellos, lo cubrían a su alrededor masajeando sin cesar en forma agradable, él con sus ojos cerrados gimoteaba mientras se giraba de lado a lado constantemente sin saber aún que se encontraba a las afueras del bosque desnudo acostado en el suelo frío e húmedo frente a la base un árbol de ceibo; sus hojas secas lo cubrían mientras caían sobre él como si fueran un edredón, su cabeza reposaba sobre las raíces mientras un breve viento lo medio descubrían haciéndole desertar, sus ojos se abrieron de par en par cuan ventanas parpadeando una que otra vez, como si quisieran recobrar su cordura y sus ideas del porque y que hacía en ese lugar, tomó entre sus dedos de su mano una de aquellas hojas las cuales cayeron hacía el suelo como en su regazo mirándoles por un instante para decidir e intentar incorporarse.

 

Apoyado de pie con un brazo pegado en la corteza del árbol empezó a caminar con algo de dificultad que poco a poco en cada paso lo fue corrigiendo, llegando hasta unos arbustos lleno de flores las cuales nunca había visto, siguió su camino en aquella dirección divisando un gran lago a lo lejos una mansión, mientras más se acercaba la mansión se hacía mas bella e intrigante, algo le decía en su cabeza la que ese lugar conocía, su cabeza le dolía y continuaba seguidamente de visiones entrecortadas de imágenes; llegando hasta la entrada de aquella mansión.

 

Intentó tocar la puerta para llamar pero un ser apareció quien dejo todo lo que hacia y corrió como pudo donde él se encontraba cuando lo vio. - Joven Amo -Eterno, pase pase no tiene que llamar a nadie mas, el Chuck le atenderá. - con un chasquido de dedos lo cubrió con una túnica verde oscura con retoques de encajes plateados la cual se entalló en zonas adecuadas dejándolo cómodo y al momento una bebida burbujeante roja en una pequeña copa y dentro del líquido una aceituna verde.

Entró al lugar mientras ese ser lo seguía por detrás a unos pasos mientras limpiada de vez en cuando y prosiguió diciendo:

- ¿Desea que le prepare su cama o quizá algo de comer?, supongo que el amo debe encontrarse hambriento después de tanto tiempo, le parece bien si le traigo una de sus postres comidas preferidas, ¿si le parece bien? -.

 

Él asintió a lo último con la cabeza dejándolo hacer su trabajo a aquel dichoso ser. -Eterno como le habían llamado se dirigió caminando para sentarse sobre uno de los sillones para acomodarse y reposar un poco mientras empezó a tararear una canción mientras esperaba.

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  • 2 semanas más tarde...

- ¿Qué me has preparado?

 

Danyellus quedó petrificado entre una vaharada de vapor perfumado al escuchar la voz ahogada de su madre. Su mano quedó agarrotada en el pomo de la puerta mientras su mirada, por completo desorbitada, atravesaba irremisiblemente la espesa y caliente neblina para toparse con los turgentes y redondos senos de la Black, pálidos y cubiertos por larguísimos mechones de pelo de color sangre. El de Alyssa era un cuerpo joven, torneado y firme...

 

El tiempo se detuvo durante el breve instante en el que los ojos de ambos se encontraron y entonces, de repente, se reanudó a toda velocidad.

 

-¡DANYELLUS!-

 

-¡MADRE!-

 

El chico pasó saliva a toda prisa, horrorizado; volteó la cabeza en el mismo instante en que ella se cubría apresuradamente con un albornoz o quizá con alguna toalla. Al mismo tiempo un breve estampido antecedió la aparición de un Chuck que, de forma angustiante, había llegado con treinta segundos de retraso para evitar el encuentro. El elfo, sin embargo, sólo hizo todo más incómodo: cayó patosamente en el interior de la tina debido al piso húmedo, salpicó todo de agua jabonosa y terminó haciendo que el demonio, en su afán por salir, trastabillara en el interior del baño.

 

Cuando reaccionó ya era muy tarde. Aún así, cerró los ojos, apretándolos con mucha fuerza. Se sentía patético con la piel humedecida por el vapor caliente, la ropa mojada allí donde el piso lo había recibido, y completamente incapaz d emoverse. Trató de hablar, tartamudeando como un idi***.

 

-Yo... yo... yo...- atropellaba todas las palabras -Lo siento. En verdad... lo siento.

 

Jamás olvidaría aquella imagen.

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Sin mucha luz a su alrededor bajo la penumbra con cual sus ojos no presentaba alguna incomodidad, un aroma húmedo a jabón que recorría en el ambiente el cual le extrañó algo, pensó que quizá era hora del baño de los elfos o quizá de alguna de las criaturas de la mansión, llevando sus ásperas manos a sobarse entre si pensando en su madre como queriendo quitarse algo con rudeza de su dura cabeza, frotó su anillo inquietamente al sentir un elfo correr hacia arriba tan veloz como un rayo y luego un sonido estrepitoso lo cual le hizo levantarse de sillón y tener su larga varita de uno de sus camuflados bolsillos entre sus dedos, caminando ágil para las gradas observo hacia arriba apuntando con su vara al frente al no escuchar nada mas que unos gritos de unas voces de hombre y mujer que se llamaban entre si.

Apuro el paso mientras sus finos zapatos se mojaban tomándose del pasamanos para impulsarse y llegar hacia arriba y ver a corta distancia unos maltratados pies descalzos y medio cuerpo de un Chuck hacia dentro del baño sin moverse mientras se escurría mas el agua hacia afuera con la puerta del baño abierta de par en para notando una bella silueta de una mujer entre el vapor caliente que se cubría el cuerpo a una corta distancia, jalando los pies del elfo con fuerza como pudo y retirarle del lugar percatándose que había alguien mas adentro boca abajo y en cuclillas.

Atinó apuntar a tal ser con la varita dentro del baño, mientras una luz en su punta como una gota se asomaba.

 

- Quien seas, AFUERA! pervertido que la dama requiere privacidad. -

 

Acabado de decir ello se percato que era su madre y su hermano quienes se encontraban juntos en el baño, asombrado bajo el arma para bajar la cabeza y mirar el suelo, retirándose paso a paso de espaldas mientras salia del lugar sin mirar hacia la puerta de salida.

Editado por -Eterno Black Triviani

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Estaba indignada, si fuera posible mis ojos se prenderían fuego en ese preciso instante, aun así de seguro proyectaban tanta hostilidad que ni falta hacia el efecto teatral. A duras penas conseguí salir de la bañera a tiempo para tapar mi cuerpo con la bata que había dejado a un lado, aunque de todos modos estaba segura de que Danyellus ya lo había visto todo. Para peor, como si no bastara que mi propio hijo hubiera irrumpido en mi privacidad, también tenía que tolerar a un elfo quien patosamente cayó en la bañera mojando todo el piso y la bata que me cubría escasamente.

 

- ¡Agh! – exclamé frustrada.

 

Al salir la criatura de la tina soltando molestos chillidos de disculpa, le atiné una patada que lo lanzó cerca de la puerta donde una tercera persona (porque al parecer aún éramos pocos en MI cuarto de baño) lo sacó a volandas bajo cruentas amenazas. ¿Y quién más podía ser que mi segundo hijo, Eterno? ¡Ja! Al parecer aquel era el día de destrozar la privacidad de tu madre y yo ni me había enterado.

 

- ¡Ni se te ocurra marcharte! – bramé al Triviani que en el umbral de la puerta daba pasos hacia atrás con la cabeza baja, como si pensara que no lo había visto ya - ¡Y tú levántate del piso de una vez! ¡¿Pero qué les pasa a ustedes dos?! ¡Ya no puedo darme un baño tranquila sin tenerlos a ustedes dos husmeando en mi habitación!

 

De alguna forma conseguí ponerme la bata sin mostrar mi cuerpo, ajusté el cinto y enrollé mi pelo en una de las toallas que se apilaban en la repisa. Estaba que echaba chispas, mis hijos siempre habían sido un tanto…. “dependientes”, por decirlo suavemente, pero aquello ya era pasarse de la raya.

 

- ¡Afuera los dos! – Gruñí levantando a Danyellus por la oreja, quien aún yacía en el suelo chapoteando en aquel mar de espuma – Pero ni se les ocurra irse de la habitación ¡Aún no he terminado con ustedes! – y una vez fuera, cerré la puerta del baño con un rotundo golpe.

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- ¡Ni se te ocurra marcharte!

 

Fue lo que retumbó en su cabeza y le hizo encrespar de pelos y detener el paso frustrado de revés hacia la añorada salida; apretó los ojos con fuerza y morderse la lengua para no decir alguna pachotada que pudiera enfadar mas a su madre.

 

En el fondo sabía que sus intenciones no eran de espiar ni nada, mas bien ayudar a sacar la basura del cuarto de baño de aquella dama que sin saber fue su propia madre; él conocía muy bien por experiencia que si hablaba seria mucho peor así que cayó.

 

Mientras escuchaba los gritos y reprimendas guardaba sigilosamente la varita mientras levantaba a su hermano quien se encontraba de ropa casi toda húmeda.

 

De reojo con la vista fijada en el suelo, se notaba el enojo enfurecido de su madre no tanto en sus dulce palabras dirigidas hacia nuestras personas sino mas en forma de su actos.

 

- Pero Madre, yo solamente... -

 

Inquirió en voz algo suave y apagada para escuchar luego:

 

- ¡Afuera los dos! -

 

Cortó las intenciones vagas de intentar defenderse y solo ver como se retiraba de la habitación dejándolos a ambos encerrados en el cuarto de baño.

 

Levanto la cabeza para mirar a su hermano que aun no despertaba de su letargo.

 

- Qué te paso a ti ? Porqué querías espiar a Madre ?, - hizo una breve pausa mirándole fijamente a su cuerpo que se reincorporaba- y ahora peor por tu culpa ya me has metido en tus líos, tantos gritos y yo preocupando por ustedes pensando que había problemas en casa al ver correr a esa alimaña del elfo. Maldito Chuck!, ya se escapo y este bien gracias. -

 

Con el entrecejo fruncido volteó para mirar la puerta y buscar alguna forma de salir pues no tenia intenciones de quedarse con este en el cuarto baño.

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  • 3 meses más tarde...

La joven por fin había llegado al castillo Triviani el cual tenía mucho tiempo sin ir a visitarlo, con una imprevista maleta pequeña la joven entro a los terrenos de dicho castillo y fue hasta la parte de adelante del lugar para poder entrar al castillo e ir a su habitación.

 

Al entrar la joven se dio cuenta que ese era su segundo hogar, así que tomo sus cosas y las tiro en el suelo para salir corriendo y gritando por todo el sitio.

 

--Hola... llegó Aysha!!! donde esta todo el mundo ¿Alguien que respire por aquí?--

 

Gritando a todo pulmón la demonio miro hasta su habitación y se tiro en su cama para descubrir que Alma estaba allí observándola desde el techo.

 

--Alma!! por que estas tan lejos? mi vida... ven y abraza a tu tataranieta...--

 

Aysha abrazó el frió aire de Alma y sonrió.

 

--De nuevo en casa--

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  • 2 meses más tarde...

Había olvidado cuánto tiempo había pasado desde la última vez que había pisado ese lugar, como si todo aquello que recordaba fuera tan solo producto de un sueño, lejano y tan poco tangible. A veces eso le parecía, el remanente de una noche entera de imágenes producidas por su subconsciente para llenar los innumerables vacíos que había dejado en su vida la búsqueda de lo único que le habían enseñado: poder.

 

Sacudió un poco la cabeza para alejar todo pensamiento o, incluso, remordimiento y avanzó con paso firme hasta la puerta principal. No necesitaba llamar a la puerta, no había necesidad alguna de que la trataran como a una visita más, se suponía era una miembro más de la familia, pero al mirarse a sí misma desde los pies envueltos en altas botas de piel de dragón, pasando por su larga túnica gris perla y rematando con su largo cabello castaño, no se sentía parte de aquel lugar, algo la repelía.

 

- Suficiente - se dijo a si misma con renovada determinación. Había regresado a Ottery no para seguir sintiendo autocompasión por todo lo que no había pasado, sino para recuperar su vida y pese a todo aquel lugar era parte de su vida. Inhaló varias veces para tomar la determinación que parecía haberse evaporado en un segundo -Y bien, parece que nada ha cambiado aquí - dijo en voz alta, una vez que abrió la puerta de un empujón y dio un paso hacia adentro.

 

Su celeste mirada recorrió el lugar para darse cuenta con asombro que todo estaba exactamente como lo recordaba, sin mota alguna de polvo y cada mueble en su lugar como si el tiempo en aquel lugar se hubiera detenido. De pronto toda duda o cualquier pensamiento que la detuvo se había evaporado, el respirar aquel aire le había devuelto parte de su esencia.

 

- ¡Chuck! - elevó la voz escuchando el eco que hizo el llamado al elfo en las paredes de la sala, al tiempo que avanzaba más y más adentrándose al castillo - ¿Cómo es posible siquiera que los patriarcas puedan permitir semejante descaro de los sirvientes? - se quejó sin importarle que alguien pudiera escucharle, sabiendo perfectamente que el castillo estaba vacío.

 

El desolado ambiente le daba la oportunidad perfecta para hacer lo que tenía que hacer: recuperar parte de sí misma, si es que quería encontrar la forma de ayudar a su hija a encontrarse. "Lo que una hace por la familia" pensó al tiempo que hacía una elaborada floritura para que todo se tornara nebuloso e imágenes inconexas comenzaran a aparecer al igual que figuras recortadas gracias a la luz de los grandes ventanales, sin llegar a ser completamente claras.

 

Entonces en medio de lo que parecían recuerdos borrosos, se vio a sí misma, con mucho menos años pero, por extraño que pareciera, con muy pocos cambios en su apariencia física. Gyvraine se acercó a su yo mucho más joven y pudo ver como es que reía a carcajadas mientras su familia adoptiva se envolvía en una guerra intrafamiliar.

 

Los zafiros de su yo más joven brillaban, pero al mismo tiempo no dejaba de lado ciertos gestos orgullos y altivos que llamaron la atención de la mortífaga. Algo había pasado en esos años que le había llenado la mente remordimientos y temores, pues bien ni a la Malfoy del pasado como la del presente sentía reparo alguno en eliminar la vida de alguien, los motivos habían cambiado, la satisfacción de hacerlo ni siquiera era comparable.

 

- ¿Qué pasó? - se dijo mirando su propia imagen, mientras un saco de, lo que sabía era, excremento le atravesaba como si el fantasma fuera ella y no aquel recuerdo - Tal vez más que verlo necesito, vivirlo de nuevo... - y antes de siquiera poder tener la opción de seguir viendo aquella batalla todo se desvaneció pues una pequeña criatura había interferido con el hechizo al hacerse presente.

 

- Ama, Gyvraine es un gust... - el elfo no pudo terminar su saludo, pues con una mirada fulminante y extendiendo la mano en la que sostenía la varita hizo que el Chuck se callara de pronto, como si en tan solo un segundo comenzara a sofocarse.

 

- Cállate, llegas tarde, ¿has visto a Danyellus o alguno de mis primos? - preguntó, sin saber exactamente a quién había ido a buscar al castillo Triviani. Ni siquiera sabía explicar por qué necesitaba un pretexto por el cual estar ahí - Y más te vale no volver a interrumpir así - añadió deteniendo el hechizo que casi había dejado sin vida al elfo.

We're always one...

.::Familia Malfoy::. ||Vacaciones Administrativas (?)||.:Familia Triviani:.

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  • 1 mes más tarde...

Al llegar a aquel lugar Morrighan no pudo más que fruncir el ceño. Había algo en aquel lugar que no le gustaba, muchos mitos sobre el Castillo Triviani corrían por Ottery. Leyendas urbanas que contaban acerca de ritos antiguos y magia oscura. La bruja no podía creer que incluso en una comunidad de magos se creyeran esas babosadas, pero tampoco podía negar que aquel lugar hacía que se le erizara la piel. No sabía qué era lo que tenía, ya que no era más que un castillo común y corriente, uno de los tantos que abundaban en aquel lugar, pero había algo diferente. En aquel momento, bajo el pleno sol del mediodía no se escuchaban ruidos provenientes de la casa como se rumoreaba. Ningún grito desgarrados para espantarla, pero igualmente quería irse lo más pronto posible.

 

Lo que más llamó su atención, fuera de ser el bosquecillo en el patio, o la inmensa fuente, fue la cantidad de elfos domésticos. Nunca había visto tantos juntos. Había algunos podando las plantas, otros cortando el pasto, limpiando la casa, y algunos incluso correteaban por ahí con cara de preocupación, sumergidos en sus propios asuntos. Sólo algunos de ellos levantaron la vista cuando ella llegó hasta la puerta, y la volvieron a bajar rápidamente. Nunca había visto tanto miedo en un rostro. Morrighan se encolerizó, pero en realidad no había nada que pudiera hacer por ellos, las leyes mágicas aún dictaban que sus propietarios eran dueños de ellos por completo. Era indignante que los trataran como esclavos. Sin embargo, no había nada que hacer, ni dónde acudir; y a eso había que sumarle que no estaba ni cerca de saber si realmente los maltrataban, aquellas criaturas eran asustadizas por naturaleza.

 

Se acercó a uno de ellos, le preguntó su nombre, y le dijo - Chuck ¿Serías tan amable de entregarle esta invitación al patriarca o a la matriarca de la familia? - pensó un segundo y completó la oración - O a quien sea que quiera recibirla. - Se dio cuenta de que si alguien quería aquella invitación del elfo antes de que pudiera dársela a los patriarcas quizás fuera Chuck quien tuviera que pagar las consecuencias de su obediencia, de manera que esperaba que así no le trajera más problemas a la pobre criatura. Sin decir palabra el elfo tomó el sobre con la invitación al Campamento del Lago Neagh y desapareció. Morrighan, esperando que ningún despiadado Triviani se apareciera para inscribirse por Moon River, desapareció de aquel lugar al igual que el ahora portador de la carta.

 

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