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.: Castillo Triviani :. (MM B: 78361)


Mentita
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No hacía mucho, minutos quizás, la figura de una terrible mujer había hecho presencia en la mansión de los Triviani; con sus dedos recorría el cabezal de roble de su cama, estaba nuevamente en casa. Al sentir las grietas en la madera supuso que aquello había sido consideración de los pequeños esperpentos que tenía como sirvientes, pues claramente recordaba haberles ordenado no tocar nada de su habitación y era evidente que lo habían cumplido a rajatabla.

 

- Huele bien -al parecer, no cambiaron nada, sólo limpiaron.

 

La bruja se deslizó, descalza como de costumbre, hacia los pasillos para confirmar que lo mismo habían hecho con los demás cuartos, la mansión entera permanecía casi intacta de no ser por lo limpia que se encontraba, nisiquiera parecía abandonada. Fijó la mirada en el cuadro familiar que descansaba en uno de los muros de la biblioteca y dejó escapar un sonoro suspiro, casi como un quejido. ¡No se parecía en nada a la mujer que aparecía en la imagen!

 

El aspecto no era el mismo, era obvio. La fotografía mostraba a una bruja bastante bien vestida y peinada, sobre todo bien peinada. Si bien ella conservaba la juventud adquirida muchos años atrás, sus movimientos cautelosos y su mirada denotaban cierta... ¿madurez? Sin embargo, el temperamento seguía siendo exactamente el mismo. Chuck sería testigo de ello.

 

- Ya está listo el te verde que pidió la señora -el orejudo elfo parecía bastante complacido por atender a su ama, tal vez porque había pasado mucho tiempo sin ver a ningún miembro de la familia; el hecho de que por fin uno de ellos pisara la mansión lo llenó de alivio, por más cascarrabias que ésta fuera.

 

- Muy tarde, pero gracias.

 

Atónito por la repentina educación, el elfo debía insistir.

 

- ¿Algo de comer, puede ser?[i/]

 

- No Chuck...

 

- ¿Está segura?

 

La mirada de la Triviani le hizo retroceder un paso, aún no estaba preparado para ser saco de boxeo. Pero, por alguna razón, se obligó a hablar.

 

- Pero am...

 

En cuestión de milisegundos, con una velocidad sobrehumana, Candela sostenía del cuello al ridículo elfo con una sola mano. El serpenteo de sus palabras hizo temblar a la criatura que rogó por su vida.

 

- No me provoques rata apestosa o serás la cena de los tuyos esta noche. -con un solo movimiento lo colgó en un espacio vacío cerca de la ventana, tendría que conseguir dardos aunque no recordaba tenerlos, o buscar algo que le sirviera como tal.

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~ Mosquito ~          Ianello 

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No hacía mucho, minutos quizás, la figura de una terrible mujer había hecho presencia en la mansión de los Triviani; con sus dedos recorría el cabezal de roble de su cama, estaba nuevamente en casa. Al sentir las grietas en la madera supuso que aquello había sido consideración de los pequeños esperpentos que tenía como sirvientes, pues claramente recordaba haberles ordenado no tocar nada de su habitación y era evidente que lo habían cumplido a rajatabla.

 

- Huele bien -al parecer, no cambiaron nada, sólo limpiaron.

 

La bruja se deslizó, descalza como de costumbre, hacia los pasillos para confirmar que lo mismo habían hecho con los demás cuartos, la mansión entera permanecía casi intacta de no ser por lo limpia que se encontraba, nisiquiera parecía abandonada. Fijó la mirada en el cuadro familiar que descansaba en uno de los muros de la biblioteca y dejó escapar un sonoro suspiro, casi como un quejido. ¡No se parecía en nada a la mujer que aparecía en la imagen!

 

El aspecto no era el mismo, era obvio. La fotografía mostraba a una bruja bastante bien vestida y peinada, sobre todo bien peinada. Si bien ella conservaba la juventud adquirida muchos años atrás, sus movimientos cautelosos y su mirada denotaban cierta... ¿madurez? Sin embargo, el temperamento seguía siendo exactamente el mismo. Chuck sería testigo de ello.

 

- Ya está listo el te verde que pidió la señora -el orejudo elfo parecía bastante complacido por atender a su ama, tal vez porque había pasado mucho tiempo sin ver a ningún miembro de la familia; el hecho de que por fin uno de ellos pisara la mansión lo llenó de alivio, por más cascarrabias que ésta fuera.

 

- Muy tarde, pero gracias.

 

Atónito por la repentina educación, el elfo debía insistir.

 

- ¿Algo de comer, puede ser?

 

- No Chuck...

 

- ¿Está segura?

 

La mirada de la Triviani le hizo retroceder un paso, aún no estaba preparado para ser saco de boxeo. Pero, por alguna razón, se obligó a hablar.

 

- Pero am...

 

En cuestión de milisegundos, con una velocidad sobrehumana, Candela sostenía del cuello al ridículo elfo con una sola mano. El serpenteo de sus palabras hizo temblar a la criatura que rogó por su vida.

 

- No me provoques rata apestosa o serás la cena de los tuyos esta noche. -con un solo movimiento lo colgó en un espacio vacío cerca de la ventana, tendría que conseguir dardos aunque no recordaba tenerlos, o buscar algo que le sirviera como tal.

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~ Mosquito ~          Ianello 

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  • 1 mes más tarde...

Acababa de terminar de darle los últimos retoques al reloj mágico familiar que había comprado hace unos días, lo había hecho colocar en la sala y allí me encargué de configurarlo con las imágenes correspondientes a los miembros de la familia asignados uno a cada aguja. Tan pocas… Suspiré con tristeza, tan escasos eran los integrantes que habían quedado de lo que alguna vez fue la “gran” familia Triviani, aquella que supo ser la más prospera de todo Ottery.

 

- Por dios Chuck, ya deja de lloriquear – le espeté a la criatura que no dejaba de sobarse la nariz con el sucio trapo que vestía.

 

El elfo al parecer era uno de los sirvientes personales de Aland, y al ver su fotografía en el reloj rompió en llanto balbuceando incoherencias sobre lo mucho que echaba de menos a su ama. Para ser honesta no podía concebir como es que podía extrañarle, mi gemela jamás había sido particularmente amable con sus elfos, pero vaya uno a saber.

 

- No va a volver así que asúmelo de una buena vez – rugí a medida que sentía crecer la molestia en mi pecho – Esta demasiado bien echada como un lagarto en alguna playa de las Bahamas.

 

El reloj en cuestión mostraba la mayoría de sus manecillas en un apartado que rezaba “En el Extranjero”, entre las cuales se encontraba la de Aland, Danyellus y Candela. Lo cierto es que odiaba que Chuck me recordara el tiempo que llevaba sin ver a mi gemela, la odiaba a ella por haberse ido y jamás regresado, pero más que nada le echaba de menos.

 

- Prepara los establos – le encomendé – Pronto vendrá el agente del Magic Mall a entregar mi compra y quiero que este todo en condiciones…

 

@@Ernest Macnair Wilfred

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El Macnair vestido con su tunica de empleado del Magic Mall recorria las calles de Ottery mientras tenia al Porlock temblando de pies a cabeza por estar contacto con un humano, habia quedado en llevarlo al Castillo Triviani, sin embargo iba a ser dificil controlar que el Porlock no se escondiera en el imponente castillo, asi que habia logrado que uno de los empleados del Mall ayudara a controlarlo.

 

-Espero llegue pronto, que ademas de que este lugar me da un poco de escalofrios, siento que el Porlock estara a punto de escapar- dijo el joven Macnair, mientras veia que el Porlock temblaba ante la mirada del chico.

 

Ernest espero al empleado mientras inspeccionaba rapidamente el castillo.

 

-Es el castillo mas....Porlock...espera¡¡- grito el hechicero, el especimen se solto rapidamente y empezo a cabalgar...esperaba que el otro empleado llegara a tiempo para poder agarrarlo....

 

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Brenson Smith

-Incárcerus.

 

El muchacho agitó su varita, dudoso. Casi al instante, un grupo de cuerdas surgió de éstas, atando al porlock justo a tiempo, antes de que siguiera a la carrera, aunque terminó cayendo al suelo como un saco. El empleado se apresuró a acercarse para curarle en caso se hubiera herido en alguna parte a la par que un lamento horrible se dejaba escuchar en la entrada del castillo. El sonido era simplemente horrible e inquietante. Se incorporó con el porlock, que por suerte no se había hecho daño, aprovechando que era pequeño aún y mirando alrededor buscando la fuente del sonido, aunque no había nada a la vista más que ellos.

 

-Por poco lo perdemos -señaló haciendo una venia hacia Macnair, el empleado del Mall que observaba la escena. Brenson miraba por encima del hombro el bosque adyacente al castillo. Su aspecto era lúgubre y no le gustaba para nada-, será mejor que vayamos hacia el castillo de una vez.

 

Dejó que Macnair abriera la marcha hacia la puerta principal. Sentía como si lo vigilaran y no de rato en rato volvía la vista para asegurarse de que los sonidos extraños no tenían una fuente concreta y sólo parecían ser el producto de su imaginación desbordada, ante un ambiente tan extraño. Finalmente, tocaron la puerta y esperaron.

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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Gracias a Merlin el ayudante habia llegado a tiempo para detener al Porlock antes de que se perdiera en los reconditos lugares del bosque...

 

-De milagro lo salvaste, gracias...- dijo el Macnair, sonriendo. De no ser por el joven que se habia ofrecido acompañarlo, no hubiese aceptado el ir a la Triviani, pues sabia los rumores que el pueblo tenia sobre esa familia, de que eran unos sadicos, o que la familia tenia una maldicion que los atormentaba, el joven sabia lo de las maldiciones en carne propia, pues el era uno que poseia un negocio que tenia una maldicion sobre el, algo que aunque todo mago hubiese intentado encontrar la solucion, nunca nadie habia podido hacer el contramaleficio sobre este...

 

-Tienes razon, mientras mas rapido entremos y dejemos esto, saldremos mas rapido- dijo mientras checaba que el porlock no estuviese muy dañado.

 

Teniendo cuidado con el lago que rodeaba la estancia de la Triviani, toco la puerta de la mansion...

 

-Solo nos han encargado un porlock para la Triviani verdad?- dijo el Macnair preguntandole al empleado mientras esperaba a que alguien los atendiera....

 

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Brenson Smith

-Que yo sepa, sí -replicó el muchacho, algo nervioso-. Aunque la verdad se me hace extraño que no haya salido nadie ya.

 

El lugar le ponía de los nervios pero tampoco quería que Macnair creyese que era un cobarde. Mantuvo el aplomo lo mejor que pudo, mientras el porlock se debatía. Luego, se lo pensó mejor y se dio cuenta de que atado no iba a ser la mejor presentación ante su dueña, así que se limitó a hacer desaparecer las cuerdas luego de sujetarlo.

 

La proximidad de nosotros parecía ponerlo más nervioso que las cuerdas pero un sonido de piafar pareció calmarlo por unos momentos. No estaba enterado de que la familia tuviese caballos -lo que, teniendo en cuenta la criatura que acababan de comprar tenía total sentido- o quizá sólo era otro de los tantos sonidos que parecían oírse en aquella casa pero Brenson lo agradeció.

 

-¿Deberíamos enjaularlo?

 

La verdad es que le daba pena y no quería que la futura dueña pensase que lo maltrataban o algo parecido, pues el ejemplar estaba en excelentes condiciones.

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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A veces parecia que el empleado y el pensaban justo lo mismo en el momento correcto, el castillo Triviani aun le ponia los pelos de punta con solo verlo por unos segundos, ademas le habia parecido oir un susurro callado de Ayuda por los alrededores del lugar.

 

Oyo lo que el joven decia y despues miro al Porlock, en si podia ser excesivo el tenerlo amarrado y podrian acarrearse problemas con las autoridades tanto del mall como con la siguiente dueña del animal

 

-Es una muy buena idea, prefiero evitarme lios con el ministerio despues de lo del atrio- dijo el Macnair mientras buscaba algo que pudiese convertir en una jaula y rapidamente encontro una roca que facilmente podria convertirse en una jaula para la criatura.

 

-Morphos- acto seguido, la piedra se convirito en la jaula idonea para el animal, Ernest sonrio satisfecho, sin embargo algo no le gustaba.

 

-El Numero de la boveda era verdadero verdad?- dijo el hechicero- O nos hicieron una broma para que perdamos nuestra vida, o la futura dueña del porlock esta profundamente dormida en un ataud, espero que no tarde mucho- dijo mientras tocaba de nuevo antes de ir por la jaula.

 

-Desata al porlock y metelo a la jaula, espero que llegue pronto la joven...- dijo el Macnair despues de depositar la jaula cerca del temeroso porlock atado, tocando nuevamente la puerta, era capaz de tirarla si no respondian esta vez...

 

 

@ @@Alyssa Black Triviani

 

 

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El Castillo Triviani se alzaba sobre una solitaria colina, se lo podía ver un tanto alejado del resto de las propiedades que conformaban Ottery St. Catchpole. En sus tiempos supo ser una familia prospera pero también bastante particular, ya en su momento la comunidad mágica los evitaba pues todos sabían de sus sádicas prácticas y retorcidas mentes. Sin embargo se decía que hace unos años atrás una maldición cayó sobre ellos, de un día para otro tan próspera familia comenzó a desaparecer hasta no ser más que un recuerdo, y de ella ya solo quedaban un par de sus miembros.

 

Pero aquello no había servido para disipar las presunciones, si algo lo único que había logrado era acentuar la desconfianza de sus vecinos para con dicho lugar. Pocos se atrevían a pasar por allí, mucho menos entrar a los terrenos de un castillo que se decía maldito… ¿Quién en su sano juicio querría acercarse a tan lúgubre edificio? Tan grande y tan vacío, rodeado por un silencio que estaba cargado de presencias extrañas ¿Quién querría tratar con una familia de locos mafiosos? Sobre todo con saber que de sus escasas visitas algunas ni siquiera salían de allí jamás.

 

Y sin embargo allí estaban, dos extraños paseándose por los jardines de la Triviani. Eran los empleados del Mall que habían llegado para cumplir con su mandado, tenían una entrega especial para la matriarca de la familia y sabían que debían cumplir con su cometido, pero hasta ellos mismos eran conscientes de que nada bueno podría salir de aquel lugar. Su andar parecía despertar… cosas, extrañas presencias que se movían entre el espeso follaje de los bosques que rodeaban el castillo.

 

Ya habían llegado a la puerta principal y golpearon en ella un par de veces esperando a ser atendidos, pero los minutos pasaban y nadie acudía. Sus inquietas miradas no paraban de registrar el lugar puesto que misteriosos sonidos llegaban a ellos desde lugares imperceptibles, el lugar parecía haber cobrado vida y a pesar de que parecía completamente desierto podía sentirse en el aire la inminente presencia de alguien que les observaba…, o algo. El piafar que habían sentido antes volvió a escucharse pero esta vez más cerca, más profundo y más gutural, para nada concordante con el de un caballo.

 

- Desata al porlock y metelo a la jaula, espero que llegue pronto la joven…- masculló uno de los empleados al tiempo en que volvía a golpear la puerta.

 

El sonido reverberó en el interior del vestíbulo, como un eco vacío; tras ello se hizo nuevamente el silencio, hasta la brisa parecía haberse callado, pero entonces lo escucharon… Un grave rugido, tan profundo que se te metía en los huesos y los hacía vibrar al son de sus notas, y entonces la enorme cabeza de un dragón rojo asomó por el costado del porche en el cual se encontraban.

 

@ @@Ernest Macnair Wilfred

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El Macnair se sentia algo tenso al pensar que no hubiese nadie en el castillo Triviani, acaso...¿Le podrian haber tendido una trampa? Hace poco la revelacion en el atrio de varios miembros fenixianos habia acarreado problemas a varias personas y entre esas personas de alguna forma estaba involucrado Ernest, pues al parecer habia revelado que era un mortifago, sin embargo, el no recordaba haber regresado al atrio despues de la breve discusion que habia tenido con uno de los funcionarios.

 

-Algo me huele mal aca...- dijo Ernest al empleado frunciendo el entrecejo, no le gustaba que lo engatusaran y si era asi, cuando viera a la Señorita Triviani hablaria serio con ella. - Agarra la jaula del animal y ten la varita preparada, siento que nos han estafado- dijo el hechicero al tiempo que oyo un rugido que estremecia hasta al mas valiente y calaba en los huesos, haciendo estremecer hasta al mago mas valiente que pudiese haber, a un costado de los chicos, salio la cabeza de un dragon rojo que tomo por sorpresa al Tempestad.

 

-Ten cuidado y no te muevas..- le advierto al empleado y empezo a pensar en lo que podria hacer para evitar ser comido, quemado o tragado por el dragon, le venian varios hechizos a la mente sin embargo no creia que ninguno fuera capaz de acabar de un solo golpe con el mismo.

 

-Si logro salir de esta matare a esa joven si la vuelvo a ver por el Mall...- dijo con un tono nervioso en su voz, el dragon logro notar ese nerviosismo pues con sus grandes ojos amarillos volteo a verlo, mientras que el Macnair volteaba a ver la puerta insistentemente.

 

-Pon atencion a lo que hare, distraere al dragon y luego explotare la puerta del castillo, tenemos que entrar a este y ponernos a cubierto...si el dragon destruye la mansion le diremos a los empleados del ministerio...- dijo mientras no le quitaba el ojo al dragon.

 

Sin aguantar mas tiempo la mirada y aun con la varita en alto grito...

 

-AVIS¡¡- dijo y rapidamente 12 cuervos salieron de la varita del tempestad con la intencion de molestar y distraer al dragon para poder pasar al lugar de la entrega el y el empleado...

 

Ernest se acerco disimuladamente a su compañero y viendo que el dragon intentaba sacarse a unos cuervos de encima apunto hacia la puerta.

 

-Si no quieres experimentar que es ser un fenix recomiendo que me sigas despues de esto- dijo y sin dudarlo musito. - Confringo- la puerta de la Triviani volo en mil pedazos chiquitos, lo que hizo que el dragon soltara una llamarada y quemara a algunos pajaros lo que hizo que los demas desaparecieran y posara la vista en ellos...

 

-Es el momento...CORRE- dijo mientras hacia lo propio y esperaba que su compañero hiciera lo mismo, mientras sentia la onda de calor que el dragon dejaba tras la nueva llamarada...

 

-¿Estas bien?- dijo al compañero esperando que contestara rapidamente o si no temeria lo peor....

 

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@ @@Alyssa Black Triviani

 

 

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