.: Castillo Triviani :. (MM B: 78361)

[Jessie Black Lestrange]

No sabía que era lo que esperaba encontrar ahí pero definitivamente no a su compañera de trabajo. Intento desviar la mirada pero ya no era la misma chica tímida de antaño. Sonrió con amabilidad aceptando la oferta de Alyssa de entrar en el castillo y aunque en un principio no había pensando un motivo lo suficientemente fuerte como para ir a aquel castillo ahora le venía uno a la mente.

 

-Veras Alyssa, tengo un pequeño problema... o gran problema a como veamos la situación - murmuro Jessie siguiendo a Alyssa por el interior del castillo - Hace unos días salía de la mansión de mi madre rumbo al ministerio cuando un chico con motocicleta me arrebato la mochila que siempre llevo conmigo, creí que ya me la había robado un asqueroso muggle, pero cual fue mi sorpresa al ver que la deja caer al suelo un par de metros por delante de mi. Fui a recogerla y revisar que no faltase nada pero encontré una nota que dice que debo elaborar un par de pociones y entregárselas a no se quien si quiero recuperar con vida a mi hermano Divied o de lo contrario irán en contra de toda mi familia y me enviaran a mi hermano pero en trocitos.

 

No sabía porque le contaba aquello, era verdad que era su compañera en el departamento, pero ¿hubiera sido más factible contarle a Otto? Algo en Alyssa le había dado la suficiente confianza para contarle aquello que estaba aconteciendo y de lo cual nadie tenía conocimiento.

 

-Las pociones ya están listas, las tengo almacenadas en mi local en el diagón, dudo que alguien sospeche que guardo pociones en una pastelería, pero el caso es... ¿me ayudarías a investigar que hay detrás de todo esto? Porque las pociones que me pidieron son bastante simples... una poción para dormir y un veritaserum ¿para que querrían en especifico esas pociones si no son letales ni poderosas?

 

@@Alyssa Black Triviani

[Thanatos L. Lestrange]

-... el significado no está en la carta, si no en el mensaje...- El desdén trascendía el sueño. Todo lo que recordaba era la espalda de su padre, apenas curvada a la izquierda, volviéndose hacia un pequeño Thanatos, que observaba un libro de astronomía que había hallado en la biblioteca del Número 2 de Spinner's End.

 

Aún habiendo pasado sus buenos minutos concentrado en ello, seguía con la mirada fija perdida tratando de descifrar las palabras que se leían sobre un pequeño círculo con marcas a su alrededor. Sus ojos recorrieron el dormitorio mientras trazaban una copia imaginaria del dibujo que sostenía la portada del libro, cuando dio un salto hacia atrás.

 

- ¡Chuck, rata inmunda, ¿acaso pensabas quedarte ahí toda la noche?! - Su mirada había encontrado al elfo quieto en el marco de la puerta sin moverse y, envuelto en su mundo, el Snape tuvo que contenerse para no gritar ante su repentina aparición.

 

- L...Lo S...Si...siento am...mo. Es que s...su madre l...lo busca. - La patética criatura había retrocedido ante el repentino ataque de rabia de su amo, y no parecía nada animada a volver a acercarse. Una vez captó que el mago comprendió el mensaje, aceleró su paso escaleras abajo, tropezó y cayó de bruces hasta el descanso del segundo piso, donde quedó tirado como un montículo de trapos sucios.

 

- ¿Mamá? - Se preguntó atónito - ¿La misma que enterramos hace años? Esto no tiene sentido. - Enfundó su varita en el cinturón de sus vaqueros y se lanzó escaleras abajo, pateando al elfo en el camino, sin obtener respuesta. Se preguntaba dónde estaría en ese momento, y se recriminó haber olvidado preguntárselo a Chuck, justo cuando un murmullo de voces le llegó desde el vestíbulo.

 

Cuando finalmente asomó la cabeza con el fin de espiar a los interlocutores, tuvo que aferrarse con fuerza a una lámpara de aceite para no caer al vacío. Años de viajes en búsqueda de respuestas, pensando, añorando, y ¡Ahí estaba ella!, como si el tiempo no hubiese pasado... ni la muerte. Se quedó aferrado a la lámpara mientras se recomponía de la sorpresa y observó a la acompañante de su madre, aunque no logró reconocerla.

 

- ¿Cómo se supone que me presente ante mi madre renacida? ¿Bastará con un saludo o con una br-aaaaah - La lámpara había soportado su peso durante demasiado tiempo y había cedido finalmente, haciendo que el licántropo cayera rodando escaleras abajo, cubriendo su cabeza en la caída. Finalmente se detuvo en el último descaso entre la primera planta y el vestíbulo. Intentó sentarse mientras el mundo giraba a su alrededor. Tomó aire y suspiró, cansado - Supongo que ya no hará falta.

[Alyssa Black Triviani]

La Black aún no terminaba de comprender por qué es que su compañera acudía a ella con esos asuntos, si bien como inquisidora era entendible pero de todos modos no entendía porque es que no había llevado el problema a la oficina para que pudieran trabajarlo entre todos. Aun así había algo en su relato que le llamaba la atención, había algo en el modus operandi de los secuestradores que se le antojaba extrañamente familiar y si acaso lo de las pociones no hacía más que confirmárselo…

 

- ¿Tienes más información acerca de los secuestradores? ¿Alguna descripción física o acaso puedo ver el mensaje que te dejaron? – Cuestionó la Triviani formándose una idea en la cabeza – Tengo una leve intuición acerca de quiénes pueden ser, y si estoy en lo correcto podré ayudarte más de lo que piensas.

 

Si sus sospechas eran correctas podría tratarse de la Mafia Rusa, pues a pesar de que la información con la que contaba era demasiado escasa había algo en el proceder que le hacía pensar en ellos. Además sin ir más lejos hacia tan solo un par de semanas atrás Gustav vino a ella para pedirle esas exactas pociones, alegando que las necesitaba para un interrogatorio urgente y que le pagaría a la Triviani en cuanto pudiera cerrar el negocio; Alyssa obviamente lo rechazó pues bien sabían todos que sin dinero no había trato.

 

Justo en ese momento mientras que aguardaba a por la respuesta de Jessie un fuerte estrépito resonó a sus espaldas, la Black se volteó alarmada con su varita ya lista solo para encontrarse con un manojo de brazos y piernas. Le tomó un largo minuto reconocerlo pues los años habían pasado y ya no guardaba la misma apariencia que en aquel entonces, pero sus hijos jamás pasarían desapercibidos ante los ojos de la Triviani.

 

- ¿Thanatos? – masculló Alyssa acercándose a él - ¿Qué se supone que estas haciendo?

 

@@Thanatos L. Lestrange @

[Thanatos L. Lestrange]

Aún todo orbitaba en flashes a su alrededor cuando la estridente voz de su madre le resonó en la cabeza como si saliese del final de un pasillo largo y oscuro. Se sacudió y levantó la vista ante la bruja, que lo instaba a responder con mirada penetrante. Allí estaba, con sus ojos

 

- Es que ahora acostumbro bajar las escaleras así.- Mientras se sacudía el polvo, intentando ponerse en pie con la mayor dignidad posible, alzó la vista y puso su mejor cara de lástima- ¿Así me das la bienvenida, madre? - sonrió socarronamente - Definitivamente te sienta mejor ese look sin cajón. Resalta tus ojos.

 

Había pasado tanto tiempo en zonas remotas, que el reflejo de una cara conocida, sumado a la pizca de intriga que le generaba el pequeño detalle del hecho de ver a alguien a quien había enterrado hacía años atrás, le generó un escalofrío que le recorrió la espalda.

 

- Así que es cierto que estás de nuevo paseando en tus pies, - La voz, cargada de ironía, y con una media sonrisa en los labios, se silenció y dio paso a un suspiro prolongado.- ¿Acaso piensas contarle a tu hijo que clase de magia estuvieron probando? ¿O eso también lo mantendrás en secreto? - Clavó sus ojos en los de su madre, aún aguardando una respuesta que satisfaciera su insaciable curiosidad.

[Melrose Moody]

Brenson Smith

 

Se sintió más tranquilo cuando las luces se encendieron, a pesar de la risa que volvía a replicarse como un eco y que Macnair seguía sin pronunciar palabra. Avanzó repleto de curiosidad nuevamente, sintiéndose de pronto bastante voluble debido a los cambios constantes de humor que estaba sintiendo, como una montaña rusa. El sentimiento, en aquella oportunidad también le duró poco.

 

Un poltergeist. Un maldito poltergeist. Había sido una suerte que hubiera cubierto con una manta al porlock o la criatura habría enloquecido. Smith estaba más que harto, olía a rayos y aún sabiendo que la criatura, debido a su naturaleza, no haría más que burlarse de él, volvió a trepar escaleras arriba, luego de gritar.

 

-Arriba, Macnair ¡maldita sea!

 

El volver a subirlas todas le tomó el triple del tiempo, no sólo porque tenían encima a aquella criatura pinchándolos, chillándoles y tirándolos de un lado y al otro si no al propio ascenso. Estaba tan harto que estaba dispuesto a armar un escándalo monumental, además de a informar la adquisición ilegal de la familia (aunque lo más probable era que se le olvidara más tarde) pero lo que realmente no pudo controlar fue su ánimo al llegar a la cima.

 

Su varita estaba encendida una vez más y examinaba la pared con insistencia. De hecho, no le tomó demasiado certificar que era sólo una pared normal, a pesar de que había estado seguro de que tendría problemas.

 

-¡Bombarda! ¡Confringo!

 

Había que decir que los muros Triviani eran resistentes. Smith salió expulsado hacia atrás aunque no llegó a caer escaleras abajo y sólo un trozo de pared voló por fin, dejando sus despojos repartidos por el pasillo. Mientras tanto, Smith, más que dispuesto a encarar a un dragón en lugar de volver a ese maldito lugar, se coló por el agujero, sin tener ni idea de cuánto tiempo había pasado.

 

Hasta que el vio el fuego en lo alto de la escalera ¿cómo se las habían arreglado para prender la alfombra? Esa familia estaba... loca. Se quedó estático, intentando no verse demasiado ridículo o humillado, cubierto de la cabeza a los pies con el moco de troll que el poltergeist le había lanzado.

Editado 12 de Agosto del 2016 por Catherine Stark

[Jessie Black Lestrange]

Contarle lo que le pasaba a alguien no era precisamente lo que tenía en mente. Si llegaban a enterarse de seguro terminarían matando a su hermano y no quería eso. Pero debía tomar cartas en el asunto, no podía dejar que la chantajeasen así como así y aunque su primera opción había sido convocar a sus compañeros sabía que debía tratar esto paso a paso.

 

-No pude verlo claramente ya que iba en motocicleta, iba saliendo del castillo cuando me abordo, no tuve tiempo de nada - se disculpo Jessie soltando un hondo suspiro decepcionada - y sobre la carta... si, aquí esta.

 

 

Estimada Señorita Stabolito:

Espero que le guste jugar, por lo que le tengo preparado un emotivo juego. Para comenzar deberá proporcionar unas cuantas pociones de sueño y suerte líquida. Si no el que no tendrá suerte sera su hermano Deivid y encontrara en su casa, algunas partes del cuerpo de su hermano. Y si desea no cooperar seguiremos con el resto de su familia.

 

Estaba tan concentrada en lo que estaba platicando con Alissa que pego tremendo grito y tal salto que sacó la varita como acto reflejo apuntando a aquel ser que había caído rodando por las escaleras mientras intentaba controlar la aceleración de su corazón. Bajó la varita lentamente cuando escucho a Alissa hablarle como si lo conociera de toda la vida y tal vez fuera así.

 

Esperaba que el ¿hijo? de Alissa estuviera bien. Sus instintos la orillaban a acercarse y verificar que el chico estuviera bien pero era recelosa con las personas que no conocía, ademas de que era muy reservada y no le gustaba meterse en conversaciones que no le inmiscuían.

 

-Amm... disculpa ¿Te sientes bien después de semejante caía?- preguntó con un tanto de timidez tratando de llamar la atención del chico - yo... se algo de sanación, si quieres, puedo hacerte un chequeo rápido y... Alissa si quieres seguimos platicando en el departamento o en mi local, ahí es donde estoy llevando todo lo que te conté.

 

Ofreció Jessie con un leve encogimiento de hombros mientras sonreía de lado. Debía de ser amable, ya que el asunto de su hermano no era lo único que la había llevado hasta aquel castillo.

 

@@Thanatos L. Lestrange @@Alyssa Black Triviani

[Alyssa Black Triviani]

Las palabras de Thanatos desconcertaron a la Triviani, por un momento pensó que la caída le había afectado la cabeza pues en un principio no supo de qué estaba hablando. Pero al cabo de unos segundos entendió, y de pronto agrios recuerdos invadieron la mente de la mortífaga. No tardó en comprender que la última vez que vio a su hijo fue en aquella oscura época donde cometió… suicidio; no se sentía orgullosa de ello en lo absoluto, fueron tiempos muy turbios para la Triviani. Por suerte la unión que compartía con su gemela Aland le permitió volver, revertir sus est****os actos, y desde entonces las almas de las matriarcas quedaron entrelazadas por siempre.

 

- A mí también me alegra verte, Thanatos – replicó Alyssa con tono irónico – Es una historia… larga y complicada, ahora no es momento, ya tendremos ocasión de ponernos al día mutuamente cuando tengamos un momento más privado.

 

Esperaba que el Snape pudiera comprender, eran demasiadas cosas para asimilar y la Black estaba siendo bombardeada por todos los flancos. Ahora debía concentrarse en Jessie pues como buena anfitriona no podía dejarla allí esperando, especialmente sabiendo que había acudido allí para solicitar su ayuda en un tema tan delicado como era el secuestro de su hermano.

 

- Jessie, siento la interrupción – se disculpó girándose para encarar a su compañera – Ahora con lo que me has mostrado estoy casi segura de saber quiénes son los que están detrás de todo esto… Imagino que tú… ¿estás familiarizada con los “negocios” que hacemos los Triviani, verdad? Pues tengo la leve impresión de que los autores de esta carta son nuestra competencia, los rusos. De ser así creo que puedo serte de gran ayuda, aunque si me das hasta mañana para poder confirmarlo te lo agradecería, luego podría pasarme por la oficina para comentarte lo que he averiguado ¿te parece bien?

 

Mientras aguardaba la respuesta de la Stabolito un fuerte temblor sacudió una de las paredes laterales del vestíbulo, la Black sobresaltada enarboló su varita y se giró lista para enfrentar a quien fuera que estuviera causando tantos estragos. ¿Y ahora qué? Parecía ser que en aquel castillo se reusaban a darle un respiro, no terminaba de solucionar una cosa cuando ya tenía otro problema en puertas. La explosión que hizo retumbar la pared consiguió dejar un agujero en ella, la matriarca tuvo que taparse la nariz para no aspirar la nube de polvo que se había generado junto a los escombros que se esparcieron por todas partes. Aunque lo más extraño de todo fue ver salir por allí a un joven mago cubierto de una viscosa sustancia, polvo y cargando una enorme jaula; tras él apareció otro más y a éste sí que lo reconoció, pues se trataba de su compañero de bando Ernest quien le había atendido en el mall una vez.

 

- ¿Quién eres y qué haces destruyendo mi propiedad? – espetó la mortífaga blandiendo su varita contra el mago, la rabia plasmada en sus finas facciones.

 

 

@@Thanatos L. Lestrange @ @

[Jessie Black Lestrange]

Las sospechas de Jessie se confirmaban, entre Alyssa y el chico que no conocía pasaba algo, no estaba del todo seguro que era pero prefería no estar ahí y averiguarlo. Suspiro aliviada cuando su compañera volvió a llamar su atención, escuchando atentamente sus palabras sobre quien podría ser el responsable de todo aquello.

 

-Un poco Alyssa, por eso es que vine, si lo que he escuchado es cierto, tu eres la que mejor podría ayudarme en este asunto- repuso Jessie sin mentir a su compañera, ya que de momento lo que menos quería era perder el tiempo - eso sería estupendo, es muy poco tiempo comparado con el que creí que tardarías... no sabes el peso de encima que me quitas.

 

Ya una vez había perdido a su hermano y no quería volver a hacerlo, ahora su prioridad era terminar las pociones para poder tener lo que le habían solicitado en primera instancia en caso de que se pusieran en contacto con ella.

 

-Gracias Alyssa, te veo en el cuartel- se despidió Jessie al momento de escuchar un tremendo ruido que la hizo saltar en su lugar.

 

Enarbolo su varita como acto reflejo, ya más de una vez la habían atacado por la espalda, volteo a ver a su compañera y sonrió satisfecha al ver como esta encaraba al responsable de aquel alboroto.

 

-Te dejo con tus invitados - cabeceo en dirección del alborotador con una sonrisa sardónica - nos vemos en la oficina.

 

Camino de regreso a la salida del Castillo Triviani y una vez que estuvo lo suficientemente lejos de los terrenos del castillo desaparición sin dejar rastro de si.

[Aysha Potter Black T.]

La joven Aysha por fin había regresado de su largo y agotable viaje por el mundo para así librarse de sus demonios internos los cuales ni se fueron ni se pudo librar, así que solo tomó un pequeño bolso, lo lleno de pocas pertenencias y se dispuso a regresar a su antiguo hogar el Castillo Triviani que tenía mucho tiempo sin ir ni a visitar.

 

Acompañada por su fantasma Alma, la joven apareció en el lugar con el permiso de ser familiar de dicha familia, y con cara de pocos amigos camino hasta entrar al recinto y darse cuenta que estaba parcialmente solo.

 

Con un suspiro la demonio miró su entorno y tiró su bolsa al suelo sonriendo con maledicencia.

 

--¿Ahí alguien de la familia Triviani presente en este enorme solitario y casi abandonado castillo? Sin contar claro con el elfo doméstico desquiciado que tenemos aquí...--

 

Alma (La fantasma de Aysha) negó ligeramente la cabeza y se fue flotando hasta quedar muy cerca de su amada nieta Aysha, para así controlarla un poco y evitar que se le cruzaran los cables a su familiar para así cuidar un poco al elfo doméstico de una larga tortura o hasta cosas peores.

 

<<Nieta vamos a tu habitación, ¿tocarías una pieza de Santé para mi? Tienes muchos años que no tocas el piano. Si algún familiar te escucha puede ser que vaya a la recamara y hablé contigo>>

 

Negando sutilmente la demonio dejó su bolsa en el suelo y subió corriendo a su habitación a disponer e interpretar una pieza de cualquiera menos lo que había pedido su tatarabuela.

 

--Soy rebelde ¿lo entiendes?--

[Mentita]

Había decidido esperar, no estaba mentalmente preparada para un encuentro con su hermana y apresurarse a encararla no era una buena idea considerando su estado mental. Candela supuso que ya encontraría otro momento más propicio para tener una charla con ella, aunque en el fondo estaba llena de temores, pero eso por supuesto se descontaba entre sus razones para evitarla. No lo admitiría, menos aún cuando había existido entre ellas una implícita rivalidad desde tiempos inmemoriables, a pesar de no recordar el por qué.

 

Tal vez se debía a la relación que ambas habían establecido con su madre, Candela era competitiva por naturaleza y así lo suponía de Gyvraine. O quizás sólo se trataba de la mala relación que la gitana establecía con todo el mundo; sonrió al encontrar una foto vieja de la matriarca de los Ryddleturn, quien en algún momento se había convertido en su protectora, y recordó el rechazo nato que sentía por todos sus hijos. Pero con su hermana era distinto, era su mejor amiga y a ella sí la quería.

 

Al cabo de un rato, y luego de haber huído del fatídico encuentro y haber regresado a su habitación sintiéndose culpable, buscó entre sus baúles unos pergaminos que había obtenido de aquel Ministro ruso al que había mantenido cautivo tiempo atrás. Su familia había sido partícipe de ello, pero jamás imaginaron el destino del rehén. Ya estaba muerto, por supuesto, y la noticia pasó desapercibida. Sólo hizo falta un reemplazo y algo de magia, de ese modo nadie haría preguntas que nadie tendría que responder.

 

Sin embargo, los objetos que tanto le urgía encontrar no estaban.

 

¡Chuck!

 

Unas orejas se asomaron por la ventana y pronto el elfo mostró las arrugas de su cara a su ama.

 

¿Llamó usted? Chuck le temía a la chica, por eso decidió ser cauto y esperar en el marco sólo por si tenía que escapar.

 

Candela, que estaba de rodillas, se incorporó de un salto y arrastró al elfo hasta ponerlo frente al baúl; muy a pesar de las súplicas de él, que eran en vano.

 

¡Chuck no tocó nada!¡Nada!

 

¡Silencio! vociferó la Triviani.

 

Un estruendo sacudió las ventanas e incluso el piso pareció temblar bajo sus pies, algo ocurría en la planta de abajo. Chuck, que cubría su rostro con el suelo, sollozaba silenciosamente y de vez en cuando secaba su nariz con una mano.

 

Sss su ti tía

 

Ya lo sé lo interrumpió ella, pues antes de que abriese la puerta de su dormitorio un elfo la abordó para darle el mensaje de Alyssa ordenando una audiencia con los recién llegados. Al parecer, también su hijo había decidido hacer acto de presencia en el castillo. Necesito saber quién entró aquí, faltan cosas. y no dijo más, Chuck no necesitaba saberlo de todos modos.

 

El elfo levantó la vista hacia la Triviani y empezó su historia. Muchas cosas habían cambiado de lugar cuando ella se fue, uno de los Chuck estaba de turno en la limpieza pero por alguna razón resultó una locura, parecía como si el castillo entero hubiese entrado en guerra con las criaturas. Afortunadamente nadie se dio cuenta pues ello trataron de regresar todo a su forma y lugar original, pero evidentemente no pudieron hacerlo un cien por ciento. Estaba seguro que nada había salido del castillo, pero desconocían el paradero. Se habían extraviado baúles, espejos, mesas, pociones y pergaminos de la biblioteca, etc.

 

La mayor parte se recuperó, otra puesel titubeo exasperó a la bruja ¡Seguimos buscando! ¡Seguimos buscando!

 

Candela no tuvo más remedio que dejarlo ir, no servía de nada torturarlo un poco más, no es que fuera a aparecer lo que necesitaba sólo con eso. Amenazó al elfo antes de que éste desapareciese, le dijo que le cortaría un dedo cada hora que no se presentase ante ella con algún objeto nuevo encontrado. Chuck asintió de inmediato y se esfumó.

 

En el vestíbulo era todo caos. Encontró a su tía blandiendo su varita hacia dos hombres a los que en su vida había visto. Alyssa no había cambiado en nada, y eso le molestó, sobre todo porque le recordaba a su madre. No muy lejos avistó a un joven, supuso que se trataba del hijo de su tía, no lo reconoció. Tal vez porque no se habían encontrado antes; lo cierto es que había muchas cosas de su vida que estaban omitidas, y por eso necesitaba sus pergaminos.

 

La Triviani se cruzó de brazos, a la espera de una oportunidad para interrogar a Alyssa. Si el objeto de su interés había cambiado de lugar, quizás ella tuviese una idea de a dónde pudo haber ido a parar. Después de todo, su vuelta al castillo tenía fines que distaban mucho de ser el anhelo de una reunión familiar y la matriarca la encaminaría mejor hacia el éxito de su misión.