Bel Evans Ollivander
Hay una magia secreta en la heredad, que nadie debe tomarse a la ligera. Es en esto en que me encuentro pensando mientras contemplo la superficie del lago, con el recuerdo de la fiesta que tuvo lugar la noche anterior. Una fiesta extraña, inesperada en muchos de sus acontecimientos, pero en otros, absolutamente predecible. Terminar despertando en la cama con Garry, contaba entre lo primero; escuchar a Hessenordwood decir que lo mejor era que me fuera de allí antes que él despertara, entraba en lo segundo.
Con poco apetito, por causa del festín del día anterior, bajé a la cocina a tomar un poco de té y soletas. Había creído que era un engaño del reloj de pulsera que me marcara la una de la tarde, pero el reloj de pared marcaba las mismas horas. Debía ser entonces que el tiempo estaba corriendo más a prisa de lo que mi cabeza podía procesar. La casa estaba particularmente silenciosa, lo que me hacía pensar que la ruidosa Yanna debía estar ausente, o quizá también dormida como su hermano, lo que no era nada sorprendente pues ¿No habían bebido ella y Montpellier un barril entero entre las dos? Había muchas cosas que en verdad, recordaba poco y mal, pero quizá si buscaba a Hannity podía aclararme un poco más.
El problema fue ver que ella no estaba en su habitación, ni en la sala. Y estando a punto de entrar al estudio de Crouch, es que recordé de repente, que por el asunto del campeonato de quidditch, iba tener mucho trabajo encima, así que era probable que hubiera partido ya, más pronto de lo esperado. Y sin ella en la casa ¿con quién es que podía mantener una conversación? No con Garry definitivamente.
Porque incluso con lo feliz que había podido ser durante la fiesta, con el atisbo de esperanza que había aparecido mientras escuchaba su escueto discurso sobre mí, las cosas con él seguían en ese mismo punto muerto en que habían caído desde mi regreso a Ottery. Horas atrás, lo había llevado conmigo a las orillas del lago, aprovechando que Hessen dejaba a Rory a salvo del bosque, pero estar a solas, para lo único que había servido era para que se clavara en mi mente el recuerdo de su figura como la de un cuervo, viviendo a su solitario aire, y una conversación que se había reducido a respuestas vacilantes, miradas erráticas y prolongados momentos de silencio.
Y en donde aquel gesto tan dulce de sujetar mi mano, se había vuelto un acto mecánico que había concluido casi con la misma rapidez con que lo había hecho. Y yo había pasado de la rabia a la tristeza, y luego, como si ya no hubiera más sentimientos disponibles en mi interior, un dolor de naturaleza diferente había aparecido, un pequeño desgarro que no había hecho más que ensancharse, devorando mis buenos y mis malos pensamientos, hasta dejarme vacía y cansada, con la sola idea de por qué exactamente, es que permanecía allí, si parecía que el ya no quería, o no sabía, de qué manera amarme.
¿Aunque alguna vez lo había aprendido? ¿Lo había aprendido yo para empezar?
Retornar a la fiesta había sido lo más sensato entonces, ponerme a beber, y hacer tontas competencias con Richard sobre ingerir hongos alucinógenos mezclados con polvo de protuberancias de murtlap y cantar todas esas canciones, llenas de esas palabras que no encontraba la manera de hacer llegar hasta él.
Y luego silencio, y una nada en mi conciencia, que se parecía a la tersa y oscura superficie del lago.
Definitivamente lo mejor que podía hacer era irme, como Hess había dicho. Dejé escapar un suspiro entonces, sonreí quedamente al fantasma de Geirant que por alguna razón desde mi retorno, casi siempre terminaba apareciéndose entre mis paseos por los terrenos, y me puse a caminar para encontrar una salida, pero un grito hizo que me detuviera de repente, intentando determinar si lo que acababa de escuchar había sido solo mi imaginación o realidad.
— ¿Quién anda por ahí? - pregunté entonces, en voz alta, mientras el fantasma de Geirant se colocaba tras de un árbol a observar a prudente distancia de los acontecimientos- ¡está en la propiedad de la Familia Ollivander!
No hubo respuesta, pero esta vez distinguí el sonido de las pisadas con toda claridad, así que apuré el paso, todavía con aquel mortal dolor de cabeza y los sentidos aletargados, pero convencida de que quien sea que había dado ese grito, necesitaba ayuda. La sorpresa fue encontrarme con una muchacha bastante joven, y visiblemente asustada, pero que no recordaba haber visto nunca antes en mi vida. Una extraviada visitante que sin embargo, por sus costosas ropas, se notaba que debía provenir de alguna familia de alcurnia de Ottery.
— Si continúas nerviosa no conseguirás llegar a la residencia, si esa es tu intención, claro está- expresé a la joven mientras la ayudaba a evitar unas raíces nudosas que buscaban hacerla tropezar- ¿necesitas ayuda o...?
¿Qué clase de pregunta era esa? ¡Se notaba que la necesitaba! Pero no estaba yo con los mejores ánimos de regresar ahí, y aun así...
— Por cierto mi nombre es Bel, Bel Evans...Ollivander- terminé por decir, y eché una mirada atrás para ver si Geirant seguía espiando- ¿tú eres...?
@ Hessenordwood Crouch @ Ashley Emily Black Lestrange M.