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Hessenordwood Crouch

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Todo lo publicado por Hessenordwood Crouch

  1. Pacientemente escuchó cada una de las opciones que la niña había arrojado con más entusiasmo de lo que él hubiera conseguido, solo para ver si podría ahorrarse el tema de la clase coincidiendo con ella, aun cuando pintaba como algo demasiado bueno que la profesora Gaunt haya ofertado aconsejar para después sobre como disponer, de manera más productiva, del conocimiento del que venía a aprender. Al menos eso era un mejor aprovechamiento de su tiempo y esto no solo quedaría como una nota más en su expediente académico si realmente lo intentaba y ponía de su parte. Así que tampoco puede negar que pone de mejor humor pensar que; el que pueda estar en sintonía de ideas con la bruja Gaunt sobre sus propios intereses con los conocimientos mágicos le era simplemente algo más alentador. Lo que involuntariamente hace que Hessenord se esfuerce un poco más por mejorar su siguiente respuesta (quizá había sido esa la técnica de la bruja desde un principio), después de todo, si la clase iba a ser así de breve (y quien sabe cuando volvería a encontrarse con Gaunt) lo mejor era escoger un evento considerablemente importante o, por lo menos, algo más útil que solo saciar su curiosidad. Aunque por supuesto no descartó de buenas a primeras las ideas de Leslie, la verdad era que, ni siquiera de nombre, le parecen algo atractivas, mucho menos decir que sabe de qué habla, aún de esos acontecimientos que involucran algunas costumbres más o igualmente relacionadas con los nomaj. Sin embargo, entiende también que la clase está compartida con estudios muggles, por lo tanto no es como que Hessenordwood fuera a entorpecer la clase por algo como esto, aun cuando, y siendo sinceros, no hubiera viajado hasta acá para aprender de las cosas que ya sabe (o que cree que lo hace). —En realidad, estaba más interesado en saber en un hecho algo más popular-, tararea luego de su respuesta, pensando en que quizá popular no era la palabra adecuada, pero se acerca mucho a donde intenta llegar. —Quizá algo con relación al antiguo consejo de magos y su disolución-, tentó su suerte con un hecho histórico que supone él lo ponía más al corriente con los eventos más relevantes (y actuales) que ocurrían ahora sobre la Gran Bretaña mágica y no mágica y el Estatuto Internacional del Secreto Mágico. —Aunque, si hemos de compartir la experiencia; Lá Buidhe Bealtainese escucha terriblemente bien desde luego-, completa con más encanto del que de verdad le gustaría.
  2. Dado Ahora parecía algo todo un poco más claro. Era algo vergonzoso decir que estaba acostumbrado a equivocarse, a estas alturas debía haberse habituado a remendar tantas o demasiadas cosas de sí mismo (mágicas o no) aun bajo la tutela de Guillam (el tránsito de una era a otra lo exigía), pero lejos de frustrar parecían de algún modo entusiasmar más al brujo en la tarea que intentara realizar. Quizá era solo por eso que había conseguido llevarse tan bien con alguien del carácter como el de Benjamín Whisper. Se apañó de su varita en su siguiente intento, solo luego de que la arena sigue en el aire terminando las demás explicaciones del guerrero que, si no iban necesariamente sobre las acciones del brujo, eran igual de importantes, después de todo, la rueda del tiempo no es la única que espera dominar para conseguir el vínculo hacia con el libro del Caos. No puede pasar por alto tampoco lo mucho que le hubiera gustado recurrir a alguna otra de las invocaciones disponibles, la invocación de los señores del caos era una prueba que está dispuesto a intentar una y otra vez hasta dominar de su magia y, la de la fortuna, en manos de Despard por el momento, le parecía ahora de lo más interesante luego de lo que Khufu ha explicado. Cuando las exposiciones de cada rueda por parte del guerrero terminan, el Uzza los prueba nuevamente conjurando un potente veneno en contra de cada uno de ellos. —Invoco las fuerzas del Caos para disponer del tiempo-, masculló el muchacho, esta vez cansado de escucharse así mismo, por lo que ha recurrido a imitar una voz parecida a la de un viejo compañero del Ilvermorny. Esta vez los dados ponen a prueba su capacidad de comprensión y le arrojan la única opción que, hasta ahora, no había considerado mala, aunque sí igualmente desafortunada. -tks-, se queja, antes de levantar su varita nuevamente, era inútil, ya podía sentir los efectos del veneno causando estragos en sus vías respiratorias. —Anapneo-, piensa después intentando mantener la calma, recurriendo a que, en definitiva, pudo haber sido peor si el resultado del dado fuera positivo; manos, hechizos y turnos le harían falta para curarse por completo de un cinaede tan poderoso como el que Khufu les lanzaba. Por fortuna, necesita ahora solo un par de curaciones más, así que piensa en una curación para aliviar un poco más el dolor y el ardor de las heridas al respirar el veneno. En un duelo, invocar de las fuerzas del Caos era definitivamente algo más duro de planificar.
  3. Realmente lo había estado intentando, ¿no?, si lo hizo, se había acercado a una distancia considerable aún cuando se dijo no hacerlo, había agudizado su oído para escuchar cualquier suspiro de ella a pesar de no querer involucrarse en esto, incluso rebuscó entre la superficie del escritorio algo que pudiera ayudarla a ella sabiendo que no será recompensado de ninguna manera (ni siquiera con una tonta buena nota para idiomas), pero no funcionó, y sin siquiera poder articular un quejido de socorro, la mujer se desplomó en el suelo quedando inconsciente. O quizá realmente Hessen nunca lo había estado intentando. —Oh vamos, no hagas esto-, es todo lo que puede decir mientras rodea el cuerpo de Maida Yaxley para poder observar mejor, intentando negociar con la inconsciencia de ella. Él tarareó de nuevo sus posibilidades; quizá, ahora que estaba completamente inconsciente, podía salir en busca de ayuda, no era como si el cuerpo de ella se fuera a desintegrar o mutar de cualquier forma, ¿o si? El demonio se lo replanteó. También podría dejarla solo ahí, mandar algún mensaje anónimo a la dirección del colegio con un título engañoso como: "limpieza en el salón de pociones", y salir de Castelobruxo sin más contratiempos para su compromiso de esta noche. Pero antes de que pueda tomar cualquier decisión; las esferas como cascabeles que habían estado ahí desde un principio sin importancia (para él) entonces comienzan a golpear la espalda del mago antes de que sus manos se acerquen al cuerpo de ella para palpar su pulso. Y golpean y rebotan duramente antes de insistir en el movimiento, lo que consigue la atención del brujo ya bastante malhumorado. —¿Pero qué es?-, dice y busca con la mirada a los cascabeles con la mayor calma del mundo a pesar de lo irritante que son las pelotas con ese ruido sofocado. —Cuando apliqué a idiomas no imaginé que tendría que aprender a comunicarme con...bueno, esto-, él sabe sobre idiomas lo suficiente para realizar sin ralentizar trámites de poca o mayor importancia, duendigonza para Gringotts o en MACUSA, e incluso presumiría (en otra ocasión) sobre traducir algo de pársel, si no lo habla al menos podría decir que lo entiende bastante mejor que el sirenio o el monstrués, sin embargo, no parece ser que algo de todo eso ahora le sea útil. La intangibilidad de un salvaguarda mágica lo cuida de seguir siendo picoteado por los cascabeles, y lo animó a finalmente alejarse de Yaxley para intentar alcanzar una de estas fastidiosas pelotas. Hubiera sido más fácil si su visión no se redujera a lo monocromático y, desde luego, sin el repentino cambio físico que estaba sufriendo el aula a su alrededor. Algo como si Maida hubiera contagiado parte de sus síntomas a ese espacio. El demonio maldijo cuando finalmente uno de los cascabeles casi golpea su rostro, pero en lugar de eso, algo apareció asomándose desde el interior de ella. —¿Enrique VIII?-, leyó. — Por Satán ¿quién es Enrique VIII?-. masculló la pregunta entre dientes, pero cuando levanta la mirada de vuelta la snitch se lanza con todo hacia él. Si se hubiera visto lento tendría ahora una marca fea en la nariz. —Tal parece es solo un infortunado maldecido-, ciertamente, en casi ningún aspecto (mágico o no mágico) Hess habría sido un alumno ejemplar, y si a las finales había conseguido salir con algo (incluso buenas notas) siempre había sido por haber amañado un método diferente al de memorizar cosas que no considera que le harán falta después. Evidentemente, este truco también le estaba fallando ahora. —Vamos Hess, concéntrate-, los pálidos ojos del brujo leyeron de nuevo la pregunta antes de volver a buscar en el aula el cuerpo de Maida. —Enrique VIII fue...un rey o algo así, claro, pero de ¿de España? Eso tal vez, es que tiene nombre de español-, rendido buscó el teléfono móvil en el bolsillo de su pantalón, y tipeó sobre el teclado esperando que, con algo de suerte, esta vez el aparato no le fallara con tanta magia interfiriendo a su alrededor. —No te importa si yo uso esto, ¿verdad?-, pregunta a una Maida aun inconsciente. —¿No? Eso pensé. Bien entonces es...ah, por supuesto, rey de Inglaterra, ¿cómo no se me ocurrió? -, ironizó. —Y aún así te dignas a mantener el acento. La corona y la familia lloran tu incompetencia, Crouch. Ya, supongo que esto es tema de otra clase-, arrugó el entrecejo dejando de lado la tarea del buscador, recordando que solían combinar clases de conocimientos en Castelobruxo, a él le había tocado hacer algo así una vez. Pero él no está interesado en aprender sobre maldiciones ahora. —A no ser que estéis maldecida también, bruja Yaxley-, el demonio se cruzó de brazos tranquilamente y echó un vistazo más a su alrededor, esta vez, en busca de algo más de contexto (además del condenado Enrique VIII) que le revelara algo extra sobre la condición de Maida. Justo ahora, el salón, parece cualquier cosa menos un aula de clases; los muros a su alrededor se deforman y ya no hay más rastro de en qué dirección había quedado el acceso. Salir de ahí (con o sin Maida) tampoco iba a ser sencillo. Y en su mucha o poca (según quien lo evaluara) experiencia con maldiciones, Hess no recuerda haber visto algo como esto antes. Bueno, algo malo tenía que ocurrir cuando evitabas hacer la tarea en casa. —Pues tendrás que darme algo más, Maida Yaxley-, comenta con neutralidad en dirección a donde los cascabeles siguen volando a su alrededor. —O vas a morir aquí-, -que mala suerte-, piensa, ¿tendría que repetir por tercera vez su inscripción a idiomas mágicos si Maida moría?
  4. Eitʃ Altos muros de concreto pulido los rodeaban, los mantenían encerrados, aprisionados, casi empalmados unos con otros como si estuvieran en una jaula, porque quizá eso era, tal vez cree que así deben ser tratados, como animales para que aprendan su lección. La habitación está solo iluminada con spots de luz tenue en cada esquina, era tan oscuro ahí dentro que los cuerpos y los rostros son apenas reconocibles entre ellos, aun así, sobresale un gran escritorio de mármol blanco con selecta ornamentación en un extremo de la habitación donde, al filo de la superficie, se posa la figura de una alta mujer, de buena forma, de gestos con clase a pesar de su silencio, elegante por donde se le viera. Y a diferencia de los rufianes que están de pie frente a ella, su largo vestido negro brilla pulcramente y se desparrama con encanto casi por todo el espacio libre que queda entre ellos. El silencio era espeso, casi insoportable, si no fuera por que ninguno de los tres (o cuatro si se le contaba a ella) se animaba a decir nada todavía. Finalmente, después de unos segundos mas, las largas uñas decoradas de la mujer trastabillaron con impaciencia sobre la superficie blancuzca de la mesa debajo de ella. —Es injustificable-, su voz es suave pero inusualmente firme, tiene un acento galés casi imperceptible, aunque bien pudo haberlo aprendido en algún viaje prolongado. —No hay nada que yo pueda hacer por ustedes ahora señores, ¿lo entienden?-, asintió y ellos imitaron el gesto inmediatamente, solo se detuvieron cuando el entrecejo de ella se forzó con verdadera molestia, parecía que su rostro tan puro de imperfecciones fuera incapaz de hacer muecas de enfado como aquella. —Snegovik, cariño, hazte cargo. Un hombre tan blanco como la nieve salió de entre los muros, tal parecía que se había camuflado con las paredes y que había estado ahí todo este tiempo. Snegovik le sonrió con gentileza burda a la mujer antes de llevarse con él a un par de ellos haciéndolos atravesar, de un solo golpe, un portal que apareció a sus espaldas. —Yo también me haré cargo-, dice el último de los hombres que queda ahí, es mucho más esbelto, casi escuálido, altísimo y de rostro demacrado, como si de alguna forma intentara ocultar años pero que el método que usa, fuera cual fuera, no puede hacer más por él. —Deja que Salomón lo haga, —Ese era Sebastián, —Lo que sea. Mira, lo echaste a perder, todo el trabajo de meses. —Yo sé, es que... —¿Cómo es que se ha perdido el embarque? —Los oíste decir que aún esperan a que llegue. —¿Y tú quieres que espere siete días más?, Ese embarque está perdido, estaremos fuera del juego para cuando eso que dices suceda, dime que lo sabes-, exhaló dejando escapar la frustración que le provoca un socio tan necio como lo era el francés. Ella ya no parece tanto la mujer refinada de antes, aunque es más bien algo que parece haber heredado, por lo que no puede abandonarla del todo tampoco. —Los quiero muertos. —¡¿Enserio?! —No, no, claro que no, solo...no sé, quiero que algo horrible les pase por ser unos imbéciles. Ah y, por el mismo Satán, no olvides borrar el... —Ya está hecho, no hace falta que me lo digas-, la interrumpió con una larga sonrisa. —Quisiera ser menos flexible contigo también, me estás dejando sin gente y sin opciones rápidamente, si no consigues a esas sirenas perderemos la mayor inversión que hemos jugado hasta ahora-, se escuchó realmente preocupada. —Estaremos fuera de la frontera con México en cuestión de horas, todo por que no pudiste hacerte cargo-, tks- te cambiaria por un puñado de esos híbridos ahora mismo si pudiese. Ninguno de los dos habló por un largo rato. —¿Sabes si Orfeo Diallo se mueve por el estrecho de Gibraltar?-, preguntó ella suavemente. —¿Orfeo Diallo? —Tu manejabas el contacto con él, ¿cierto? —¿No?-, la mujer lo acribilló con la mirada. —De acuerdo si, puede ser que hubiéramos intercambiado algunas especies con él pero...-, por el gesto de ella se imaginó que era mejor no terminar el resto de la oración. —Prepara un transporte, quiero irme esta misma noche. -- -- -- El Helicóptero aterrizó en algún punto alto de la isla, sobre alguno de los edificios más altos que pueden verse por los alrededores. Desde ahí, podía decirse que se ve casi cada extremo de la isla, pero sería una exageración, aunque igualmente era algo apantallante. Eitʃ, por supuesto no puede verlo, pues no ha asomado la mirada por la ventanilla del helicóptero desde que inició el viaje, y al bajar, lo hace casi a tientas, con la clara mirada azul puesta sobre el pequeño artefacto electrónico que sostiene en sus manos, ignorando totalmente el paisaje. —Estamos llegando , Eitʃ ¿podrías por favor dejar el celular? Debes concentrarte en lo que nos trajo aquí. —Es tu culpa que haya tenido que posponer o hasta cancelar todos los compromisos que tengo agendados por delante, sabes, a diferencia de ti, yo si puedo generar ingresos en el negocio-, luego de un par de tipeos, la pantalla se bloquea. —Algo deberías aprender de eso y dejar de empujar de tu buena suerte si no quieres que tu cabeza termine en un frasco barato de aceitunas-, el hombre se ahorró el coraje y trató de volver a intentarlo con ella. —Bueno si, pero hay algo que debes saber sobre el último negocio que manejamos con Orfeo Diallo, —¿Qué es lo que está ocurriendo allá?-, la voz de la mujer apenas se puede escuchar por el ruido del helicóptero tras ellos. Finalmente había guardado el teléfono móvil en el bolso y se dedicaba a apreciar el contexto. —¿Hay muchas personas reunidas en esta isla?-, ella intenta remover los lentes de sol de su rostro para poder ver mejor, pero el intento es en vano y termina encandilada por la luz del sol, Italia tenía un clima mucho más cálido y soleado que lo que había en Londres. —Si, eso parece, puede ser. Alguna atracción turística, quizá-, respondió con impaciencia. —¿Lo es?-, se inquietó, algo más bien como un presentimiento, de esos de los malos, la atacó.
  5. Quintel Guillam Condenao Finalmente habían comenzado, trato de no sentirse tan abrumado por todas las explicaciones que el guerrero daba en relación a la magia de este libro, porque ciertamente a Quintel le había costado un poco más entender como es que funcionaba cada una de las invocaciones que la magia del caos proporcionaba, cada vez que creía comprender el funcionamiento de pronto un texto nuevo aparecía y parecía confundirlo, y es que le resultaba difícil, en un principio, entender como es que la magia, más allá del nivel mágico (como era habitual en los otros vínculos), la suerte del azar influye mucho más sobre las invocaciones, realmente no importaba lo mucho que te esforzaras por hacer una estrategia, esto simplemente era...cuestión de suerte. Y parece creérselo esta vez, cuando Khufu explica lo mismo que dicen los textos del libro. Los demás en la clase parecen mucho mas concentrados y motivados que él, pues antes de que pueda darse cuenta, han comenzado a hacer sus respectivas invocaciones, cada uno escogiendo uno de los poderes que el Caos ofrecía. Aun así, no tiene duda de su elección, por suerte (siendo redundante con el tema) nadie había escogido hasta ahora aquel poder que mas era de su interés. Porque jugar con las cuestiones del tiempo era algo que él ya había hecho, sin embargo, la mala experiencia no restaba a su enseñanza entusiasmo y por el contrario parecía cada vez mas interesado en aprender de lo que podría llegar a hacer con la magia y el tiempo. Se mordió la lengua antes de decir cualquier barbaridad de las invocaciones de los demás, y respiró tratando de tranquilizarse, solo así se da cuenta de que se ha tensado desde que la varita del guerrero invocó la esfera frente a él. Bueno, si se iba a equivocar, ¿qué mejor que hacerlo ahora, frente al guerrero? alguien que pueda, si no controlarlo, al menos explicarle como es que ha hecho un desastre con su invocación. Así que finalmente empuña su varita, la ha desenfundado lentamente del arnés que lleva atado al tobillo y le apaña con fuerza, con tanta emoción corriendo por sus venas como si fuera la primera vez que usa una varita para explotar su poder, y concentra toda su atención en su objetivo. —Invoco la rueda del tiempo-, masculla apuntando su varita hacia la esfera, aunque no sabe si hace falta hacerlo, así como también desconoce si es que la invocación de cualquiera de las ruedas, o de los señores del Caos, pudiera ser de tipo no verbal. Eso sería extraordinariamente bueno para él que, a estas alturas, ya se siente bastante cansado de forzar tanto la voz. —El tiempo es difícil de entender-, comienza su explicación, el muchachito aún parece absorto después de arrojar la invocación. —Tiene sus propias reglas, inflexibles ante cualquiera que quiera hacerle frente. Por supuesto que es aún más complicado de dominar, puede acabar con todo a su paso, no tiene límites, ni hacia atrás, ni hacia adelante, es inmenso y extenso como tal vez más allá de lo que puede ser el universo, y es atroz si no está de tu lado-, parece necesitar la pausa, porque su fea voz tiembla de emoción ante el cambio que presenta la esfera, ¿qué es lo que hará? no se convertirá en una bestia o criatura delante de él, de eso está seguro, pero algo ocurrirá. —La rueda del tiempo es mi elección, maestro, porque quiero entenderlo, aún si el azar no está de mi lado, quiero saberlo, si es que se puede, y como es, que puedo ganarme al tiempo, como hacerle frente o como es que puedo vencerle cuando no está a mi favor-, concluyó con ambición, sin apartar la mirada de la esfera frente a él. Debe ser porque es el único que no ha invocado, pero le dedica una última mirada esta vez al pelirrojo, deseándole buena suerte en cada uno de sus gestos, como si el hombre Despard necesitara algo más de la suerte de todos ellos para invocar a la fortuna misma.
  6. De todas formas Hessenorwood no podría decir que se lleva del todo bien con el mayor de sus hermanos, ni con él ni con alguno otro de ellos, por lo que está seguro de que, si algo le pasaba a él durante esta expedición (tal como decía Rory), preocuparse o sentir culpa es lo último que espera por parte de ellos, y el que no fuera del todo una verdad (la razón que lo tiene ahí) hacía que pensar en eso fuera aún más inverosímil. —Él debe sentirse con la suela del zapato en el pescuezo. No piensa bien lo que dice o hace-, aun con todo eso, había asentido comprensivo a Rory y añadió, en un tono más bajo, algo para justificar la súplica que había inventado y que terminó por convencerlo de ir al bosque de Morgana esta misma noche. Pero por supuesto que no cualquier recompensa valía el ensuciarse los zapatos en el bosque de Morgana, y está seguro también de que, de ser verdad todo lo que ha dicho hasta ahora, su nada querido hermano no hubiera tenido tampoco con que pagarle dicho favor. No, esto valía algo más que él y su ridículo empleo en MACUSA. Volviendo a lo realmente importante, ¿qué había dicho entonces Rory de su gente? Que eran un grupo, si, que había confianza, claro, y ¿qué estaban del lado correcto en esta guerra mágica? La guerra mágica...¿qué demonios quería decir con eso? Quizá Hess no ha sido (nuevamente) lo suficiente observador hacia con Despard y algo se le ha escapado de él todo este tiempo. Pero no curiosea esta vez solo porque no quiere empeorar las cosas ahora que parece haber un mejor entendimiento (aunque sea por asuntos laborales) entre ellos, y tampoco porque finalmente está ahí frente al grupo que buscaban. Y Rory saluda a todos con la particularidad de, bueno, de ser Rory que tanto le gusta hasta ahora, y que lo hace sonreír y saludar de buena gana al grupo, aun cuando no tiene una mejor impresión de ellos luego de que finalmente los ve, mucho menos ahora que Despard le ha metido a la cabeza otras ideas de quienes podrían ser todos ellos, lo menos que quiere ahora es a otro grupo de delincuentes en su lista de contactos. De igual manera el pelirrojo lo presenta, tan demasiado amablemente que no le deja la opción de ser desdeñoso con ellos ahora que los conoce, como si estuviera inexplicablemente comprometido por cumplir la palabra de Rory delante de todos ellos, porque (él imagina) que esta debe ser la parte de Rory que en verdad confía, no en él desde luego, pero si en estas personas. Eso era lo que había dicho. Así que lo va a hacer. No es problema claro, ha podido antes ser agradable (fingido o no) con gente de todo tipo. Pero cuando Amaya (que no es Amaya) aparece también y se une al grupo todo se vuelve como algo verdaderamente no bueno, que puede salir mal en cualquier momento. Y esta casi sorprendido de sí mismo cuando, a pesar de todo, consigue formar una sonrisa dentada para saludarla, considerando lo desafortunado que encuentra el tenerse que ver con ella nuevamente sin haber arreglado nada de la última vez, no es tampoco como si tuviera un deber con ella por eso, pero no dejaba de ser de algún modo preocupante. Esto, sumado al otro mago que no le ha quitado la mirada de encima casi desde que llegaron, no estaba más que sumando puntos al contador de Despard sobre alguna doble personalidad que pudiera estar ocultando también. No podría sorprenderle saber después que Rory era el líder de todos ellos. —Ssspectum-, sisea. Prefiere salir por la tangente, -ya sabes-, el camino donde no tiene que lidiar por ahora con esas miradas suspicaces y silenciosas sospechas, y se concentra mejor en la mujer con características de vampiro, que lo cuestiona con algo más ajeno a lo que los ha reunido. Ella parecía hasta ahora lo más interesante que había reunido la comitiva de Rory. —Debe ser otro Crouch, me imagino que por eso pregunta-, tarareó pensativo. —Me temo que no lo conozco, señora-, parece hacer un esfuerzo por recordarlo, pero la verdad es que no lo está intentando siquiera. —No en persona por lo menos. No quedan muchos de ellos por aquí, ¿verdad?-, no se preocupa en disimular que el tema sobre la familia, lejos de molestarle, tampoco parecía el más interesante. —El gusto va a ser todo mío entonces...ah...¿Era Sophía? me parece que sí-, los saludos habían sido tan generales que apenas pudo identificar los nombres de cada uno de ellos. Supone que tendrá el resto de la noche para aprenderlos, sobre todo ahora que han comenzado a organizarse entre ellos. Posiblemente no debería, pero le alivia de inusual manera que no parecen tan preparados para esta incursión tanto como lo habría imaginado desde que Despard mencionó al grupo. —Habría que ver, -, habló, luego de que Amaya opinara algo diferente a Despard, Melrose y la vampiro. No es que esté particularmente de acuerdo con Eileen, pero el demonio no era, por mucho, una mejor versión de supervivencia durante las horas del día, era una cuestión de, quién sabe, ¿seguridad? Y era por eso que por las mañanas se gana la vida contando los números de las adineradas bóvedas de las familias en Ottery. —Realmente ya es demasiado noche, aun si la persona que esperan llegase justo ahora, no estarían faltando muchas horas para el amanecer-, añadió observando el reloj de su muñeca. —Creo que es conveniente esperar por ella y aprovechar lo que resta de la noche para movernos a otro punto, fuera de aquí, donde parece que ya llevamos mucho tiempo-, no descartó por supuesto la idea del descanso, pero tampoco era como si hubieran hecho un gran esfuerzo hasta ahora ¿o si?. —Y descansar con la luz del día haciendo guardia extra contra la gran sombra-, exhaló, pensando en que, si hubiera estado él solo, seguramente ya habría dado con algo bueno. La verdad es que poco sabe él de este lugar o lo que están buscando, por lo que tomar cualquier decisión podría estar equivocada, así que no le queda más que cooperar con estas personas si quiere avanzar de algún modo en esta tarea. —Pero, por si deciden que mejor no, la verdad es que el mío fue un viaje bastante tranquilo hasta aquí, no estaré muy cansado ahora-, podría usar algo de esto para salirse después. —Así que podría quedarme con Sophía a cuidar del campamento si deciden quedarse a descansar por esta noche-, casi lo lamenta luego de sentir la pérdida de calor al alejarse de la fogata, pero finalmente se movió del lugar que había mantenido desde que llegó junto a Rory para acercarse a la bruja vampiro.
  7. Finalmente levanta la mirada del asiento que ha estado considerando ocupar para tomar la clase, esos sitios son tan estrechos, con muebles tan incómodamente duros apretando por todas partes, que Hess siente que queda demasiado apiñado, atrapado, en esas aulas, pero es lo que hay y no va a cambiarlo de todas formas porque, bueno, podría considerarse algo de mal gusto. Sin embargo. no se sienta tampoco, esperando que a Anne no le moleste realmente si se queda de pie merodeando entre las pilastras. Para cuando se encuentra de nuevo con el rostro de Gaunt, el demonio parece inusualmente preocupado por algo. Pero entonces, ella pregunta acerca de un nombre más corto o fácil de manejar, y automáticamente ablanda el gesto del muchacho con una larga sonrisa. No es que le divierta como las personas se complican pronunciando el nombre tan elaborado, tampoco le molesta que no puedan pronunciarlo bien ni una sola de las veces, pero, más bien, le gusta que, personas como Anne, pregunten si pueden hacer algo al respecto antes de solo terminar llamándolo simplemente “señor Crouch”. —Usted puede llamarme como más prefiera, señora, igualmente le obedeceré-, sonrió galante, como en la costumbre de querer encantar a clientes que puedan pagar casas costosas, pero ¿qué había dicho Renzo de no coquetear con los docentes del Castelobruxo? Su siguiente gesto es mucho menos sugerente, para restarle importancia. —Lo siento-, masculla en un tono más bajo antes de aclararse la voz y continuar. —Puede ser solo Hess, funciona igualmente cualquier otra abreviatura, pero es más fresco así ¿verdad?-, volvió a sonreírle antes de distraerse con un nuevo busto de particular vello facial. Parecía aliviado de no empeorar las cosas. Para fortuna de él, Gaunt continúa con la clase. Y se lo había estado imaginando, desde que llegó el mensaje con las instrucciones para seguir la clase, que tarde que temprano preguntarían por los motivos por los que están ahí ahora. Pero aunque Anne le explica que su respuesta solo influirá para tomar el rumbo más acertado para la clase, lo cierto es que sigue algo preocupado por eso, porque hace meses atrás no habría planeado inmiscuirse en nada occidentalmente mágico que lo arruinara todo. —Es historia de la magia porque, ciertamente, necesito el conocimiento para poder aspirar a un puesto de trabajo-, tarareó un poco antes de cortar ahí la respuesta. —Eso habría sido todo hace un par de meses atrás, al menos-, comenzó a moverse nuevamente alrededor de los bustos, esta vez buscando un lugar más cerca de Gaunt, imaginando que, quizás, sí solo sean ellos durante el resto del curso, no necesita estar tan lejos de ella. —Pero, verá usted, he estado mucho tiempo fuera de allá, de Europa, y puedo asegurarle que nunca me sentí tan fuera de lugar en ningún lado hasta que regresé-, no especifica que no ha estado en contacto con sus raíces mágicas desde casi toda su vida, pero quizá Anne pueda intuir algo de eso, era historia de la magia después de todo. —Para el negocio eso no resulta ser precisamente bueno, y aunque sigo viendo como aprovechar el conocimiento para asuntos laborales, sospecho que puede serme bastante útil para otras cosas-, como emplearlo junto con la magia guerrera uzza. Habría pensado eso último, aunque la verdad es que volver en el tiempo no resulta atractivo, la mente de Hess prefería más bien enfocarse hacia adelante. Sin embargo, algunas veces, para entender del futuro, o incluso del mismo presente, se tendría que echar un vistazo al pasado de vez en cuando. —Leslie Ann…- el gesto de Hess se arruga un poco cuando la profesora lo menciona. —¿Leslie A. Linmer? Creo que le conozco, de vista por lo menos. Da clases por aquí ¿no? Uh, de Leyes e idiomas, me parece-, y recuerda que gracias a la niña tiene que estar repitiendo los cursos ahora. —¿Estará tomando esta clase también, dice usted?-, pero antes de que pueda obtener una respuesta la bruja mencionada atraviesa la puerta y se sitúa a al menos un par de asientos de distancia. -Tan demasiado joven-, vuelve a pensar sobre ella antes de dedicarle un saludo.
  8. Entre las ventajas que hay en ser participe en diferentes cursos de Castelobruxo había un puñado de cosas que considerar; en primer lugar, no tendría que estar yendo y viniendo desde Europa hasta América mes tras mes para liquidar todos aquellos conocimientos que cree que pueden embellecer solo un poco mas ese expediente que preparan (junto con Renzo) para que la compañía en la que trabaja aspire a un puesto en tan ambicioso ministerio de magia francés, aun cuando el puesto no es tan deseado para él. Desde luego Hessenordwood hubiera preferido, ante todo, mantenerse en el negocio de bienes raíces, evidentemente su colega había acertado a que, de conseguir un cliente tan importante como ese, les ahorraría a ambos muchos problemas si pretendían extender el negocio en Europa, o por lo menos en la Londres mágica. Lo segundo más beneficioso es que puede volver a América el tiempo suficiente también para cerrar ventas en California y arreglar asuntos legales y de contaduría en NY, viejos negocios eran viejos negocios y aunque la nueva empresa parece que (con algo mas que solo empeño) puede prosperar, lo cierto era que siempre era bueno tener un plan B, solo por si Troya ardía. Y suponiendo que Troya era el Ottery St. Catchpole, era posible que eso ya estaba sucediendo. En tercer lugar, bueno, no hay mas que dos buenas razones para haberse ocupado hasta el tope con deberes de colegios, porque simplemente apenas tiene tiempo para esto. Se apuró entonces recorriendo con pasos firmes los pasillos del Castelobruxo tan bien como si lo conociera desde siempre, aunque es esta la segunda vez que pisaba las instalaciones, pero Hess presume de un excelente sentido de la orientación y ha bastado una sola instrucción para poder llegar a la sala de pociones donde se llevará acabo la clase de…¿idiomas? (bien, bien, eso era algo raro) vergonzosamente por segundo intento (es un alivio que sus padres hacia años dejaban de meterse en sus logros académicos y/o profesionales). El malestar de estar repitiendo la clase del conocimiento por segunda vez es solo amortiguado por la idea de que, de haber acreditado el primer intento, no hubiera sido mejor que ahora solo por una simple y sencilla (y quizá demasiado obstinada) razón; Leslie Linmer. —Buen día ¿Llego demasiado pronto?-, instintivamente revisó la hora en el reloj de muñeca, la charla que tuvo que soportar de la persona que le dio las instrucciones para llegar al aula le ha costado solo un poco de impuntualidad. Hess no cree, pero ¿y si el grupo se había movido de sitio? La vez anterior la clase de idiomas había sido en un espacio exterior después de todo, tal vez habían mandado un mensaje tardío con indicaciones sobre algo de que han suspendido las clases o quizá era que… El aula vacía de personas está demasiado en calma para que cualquier ruido se pueda escuchar sin problema, por lo que fingir que no a escuchado ese quejido sería muy descarado de su parte. —Creo que, tal vez, pude haberme equivocado de lugar-, comienza dubitativo, pero adentrándose, de todas formas, no cree estar interrumpiendo nada. —Este no parece un salón de pociones-, atinó a decir con cierta resignación cuando finalmente se topó con su nombre escrito al final de uno de los muros. Esa tenía que ser el aula correcta. Así que se aventura a pasearse por el salón, ha visto demasiadas películas de terror y alienígenas nomaj como para saber que en un lugar como este la peor idea era avanzar en dirección hasta donde se encuentran los gemidos de dolor y agonía, pero también ha estado suficiente tiempo ya en Londres como para saber que (aún si uno le da la espalda a algo como eso) posiblemente terminaría muerto de cualquier forma. —Igg-, casi se le escapa una mueca fea cuando finalmente encuentra a alguien (o a algo) detrás del escritorio principal, pero es demasiado bueno controlándose a sí mismo como para que se le resbale el gesto. —Hey, hola, debe ser usted Maida Yaxley, ¿sí? No, esta bien, quiero decir ¿estás bien? Pareces un poco...ahm... algo…-, el demonio aún mantiene una considerable distancia con ella cuando le habla, no parece verdaderamente dispuesto a acercarse para ayudar. Hess es de habituales modales encantadores (sobre todo si hay algo bueno para él si se esfuerza), pero justo ahora no podría asegurar si lo que padece la bruja es solo un catarro común o alguna enfermedad mágica grave, pero por el desabrido aspecto que mantiene la mujer, el muchacho prefiere no ponerse a ahondar, esta vez no quisiera contagiar lo que sea que pueda estarse cargando a Yaxley. No en este momento, no con todo el papeleo que hay pendiente esperándolo fuera de aquí. Además, no habría nadie que fuera a pagar por hacer el trabajo de averiguar qué era lo que le pasaba a ella y liquidar con ello. Y ciertamente de medallas de heroísmo no se sobrevive mucho por aquí. —Tu…em ¿quieres que hable a enfermería? Claro primero tendría que salir buscar donde está, o alguien allá afuera, pero tendría que dejarte aquí sola y…-, ¿Por qué tuvo que ser el primero en llegar? Ahora si alguien mas lo encontraba con esta mujer medio muerta en el salón él sería el primer sospechoso de cualquier cosa que no pudiera comprobar. Sus ojos se pasearon por el aula ágilmente, ¿era un salón de pociones, no? seguro que algo había por alguno de los cajones que pudiera ayudarla, al menos a que pareciera más consiente. El par de ojos azules se detuvo por un momento en el otro par de nombres que aparecen escritos cerca del suyo, alguien alguna vez le advirtió sobre los Triviani ¿no? Siempre podría decir que ellos tuvieron algo que ver con lo que sea que le hubiera pasado a esta mujer, si es que no aparecían a tiempo, desde luego. —¿Dime qué necesitas?-, se apuró a decir antes de convencerse de su última mala idea. —Lo conseguiré para ti…-, por supuesto que siempre y cuando no tenga que acercarse demasiado.
  9. Está ocupado, está (posiblemente como nunca antes) demasiado ocupado, o al menos lo suficiente atareado como para no recordar haberse inscrito en un curso de historia de la magia en Castelobruxo. ¿En qué momento le había parecido una buena idea liquidar esos gastos justo ahora? Le sabe mal cuando recuerda que hace un par de meses había necesitado con urgencia añadir ese conocimiento a su historial académico para aspirar a una vacante dentro del gabinete de asistencia en el Ministerio de magia Francés, la oportunidad se le había escapado simplemente por trámites que no se completaron a tiempo. Pero de eso ya había pasado demasiado tiempo, un mes o dos atrás y ahora Hessenorwood se encontraba ahogado en papeleo burocrático y briefings de trabajo para llevar hasta su próxima vida. No había tiempo para esto ahora. Pero le ha costado galeones que no está dispuesto a perder solo porque sí, además de que ha sido la excusa perfecta para poder volver a América, vender un par de residencias en el catalogo que sobrepasan algo más del millón de dólares, cobrar al despacho su considerable comisión y no tener que llegar al almuerzo de la tarde a casa de sus padres. —Las cosas cambian-, se escuchó decirse así mismo entre dientes mientras cruzaba un pasillo lleno de estudiantes tanto o más apurados como él. —Sobre todo las cosas han cambiado mucho por aquí-, masculla esta vez observando el reloj de su muñeca que marca casi la hora para la clase e intentando recuperar un ritmo más animado (pero correctamente estético) hacia el salón. Cree que necesita alguna idea, algo de que aferrarse, algo que le inspire para concentrarse lo suficiente para acreditar decentemente el curso de historia de la magia. —Siendo justos he estado un largo tiempo fuera de casa-, sonríe nerviosamente ante su excusa patética. Lo cierto y simplemente era que Hessenordwood Crouch había crecido con una educación mestiza a pesar del origen de sus padres, en parte por la gran afición que nacía de su madre hacia el estilo de vida de los nomaj (tan aristócrata que podría llegar a ser esa mujer y, algunas otras veces, con ideas tan controversiales para su pobre esposo). A las finales Hess había terminado por adaptarse más a los hábitos, conocimientos y costumbres nomaj que de las raíces mágicas que sus padres mudaron desde Europa hasta una tranquila California. —Buen día-, llama al pie de la puerta aún. —Hessenorwood Crouch, vengo a Historia de la Magia con … ah… ¿Ann Gaunt? ¿Es usted? Que gusto, pensé que me llevaría más tiempo llegar al salón correcto. Si me lo permite, señora, voy a entrar ahora-, finalmente está ahí, no sin antes echarle un curioso y preciso vistazo al aula. No puede evitarlo tampoco; evaluar de los espacios, sus capacidades de aprovechamiento y sus estilos tanto arquitectónicos como de diseño de interiores era también parte de alguno de los servicios que ofrece la compañía que maneja él junto a Renzo. —¿No llego demasiado pronto, verdad?-, aún está de pie frente a uno de los cuadros que no deja de dedicarle miradas peligrosas a la mujer que se encuentra hasta enfrente. —Sé que es de mala educación en algunos lugares no llegar justo a la hora, nada de retardos, pero tampoco nada de anticipos-, dice y comienza a buscar un mejor lugar donde pueda continuar con la clase.
  10. Quintel Guillam No era por pretensión, pero a alguien como Ehécatl aprender de la magia antigua y ancestral se le daba bastante bien, si no era nata por lo menos resultaba más natural que el resto de la magia que ha tenido que aprender tanto en Ilvermorny como en Hogwarts, como si fuera lo suyo, como si él estuviera hecho de esto aun cuando conoce perfectamente su propio origen. Seguir el camino de la magia guerrera Uzza no había sido más fácil desde luego, eso le había quedado más que claro después de liquidar cara a cara cada uno de los primeros volúmenes de magia guerrera. Los vínculos no eran fáciles de conseguir, pero aun así, había creído que estaba preparado para continuar y como siempre tendría que recurrir a toda esa experiencia y sabiduría que ha heredado de sus ancestros y Dioses a través del enlace que ha mantenido con Scared todo este tiempo. La roca apareció frente a él con una destellante luz azul mientras aun riega los Alhelí amarillos que el demonio ha pedido que plante al rededor del estanque en la heredad de los Ollivander como regalo para la llegada de la señora Evans, e inmediatamente sabe de que se trata. No puede asegurar como, pero lo sabe. Y aunque se ha mentalizado para este momento luego de dejar la última de las inscripciones en Uagadoud, lo cierto es que de pronto no está seguro de si realmente va a conseguir vincularse esta vez con la magia del caos. El libro del caos es un ejemplar complicado, lo ha estado leyendo durante las noches los últimos días y él no es capaz de entender del todo como funciona esta magia, tan particularmente diferente a lo que ha estado aprendiendo antes de los guerreros Uzza. —Debo irme-, su afirmación aunque se escucha convencida y segura no consiguió que el hombre más alto despegase la mirada azul de la pantalla del celular. —Imposible, estás a medio turno-, respondió tan rápido como sus dedos tipeaban sobre el teclado. Seguramente atendiendo otra venta en NY a larga distancia. —Si, pero es importante. Veras Hess yo…-, —Esto también es importante. Me hubieras avisado con tiempo, ¿ahora quién tendrá listo el jardín para la bienvenida de Evans?-, finalmente Hessen levantó la mirada, pero en lugar de dirigirse a él observó con ojos entrecerrados el jardín a medio diseñar. —Podrías intentarlo, he visto que te llevas bien con las plantas-, sonrió divertido y el gesto en blanco que recibe por parte del demonio delata que lo ha atrapado esta vez. —Y pareces gustarle a ellas también. —Largo de mi vista, Guillam-, responde secamente, volviendo su vista al monitor del celular. —Pero no voy a pagarte por estas horas de ausencia. Ha estado cargando las cosas necesarias para esto en su mochila desde que la espera comenzó, después de todo siempre era así como los uzzas se movían ¿no? nunca estaba de más ser precavido, así que debía ser cuidadoso y no comportarse como el chaval que parecía ser, con apenas diecinueve años encima (físicamente). Una vez fuera de los terrenos de la familia se detiene dubitativo, aun sosteniendo con firmeza la roca en sus manos piensa en si es que debería volver a casa antes para avisar de su ausencia. Él no ha dicho nada a Benjamín sobre su preparación de magia Uzza, no es que se lo guardase como un secreto, tampoco podría decir que tramaba algo malo, ni mucho menos sospechaba que Benjamín se oponga a su crecimiento, pero entonces, ¿por qué lo mantenía en secreto? Un sentimiento de culpa lo inunda luego de recordar la última vez que ha visto al rubio, pero había ya hecho un esfuerzo grande de su parte para formarse por cuenta propia en la magia guerrera uzza que no dejaría pasar esta oportunidad ahora. No dejará que esto le afecte para hacerse de estos nuevos poderes. Además, las intenciones de Quintel para con Benjamín siempre eran buenas, él nunca podría... —¿A donde hay que ir esta vez?-, pregunta para sí mismo antes de inspeccionar nuevamente la roca en sus manos. —¿Apep?-, habla con su fea voz, con esa pronunciación que no parece tener solo un acento, si no la mezcla de algo que involucra no sólo culturas diferentes, sino también épocas distintas. Y cierra los ojos con la misma fuerza con la que aprieta de la roca en su mano y sobre su pecho. Al instante que sigue el intenso calor es lo único que puede sentir envolviendolo rápida y agradablemente, al menos eso consigue aminorar mas pronto las náuseas que provoca utilizar un traslador, y al abrir los ojos lo primero que encuentra es el rostro rígido de a quien no le cuesta reconocer como un guerrero Uzza, pues sus vestimentas eran bastante evidentes; en su simpleza y escasez parecían estar mucho mejor preparados que cualquiera que intentase presentar una prueba ante ellos. —Hola, soy Quintel Guillam, maestro-, saluda con ánimo jovial al guerrero y también con una de esas reverencias pomposas que Whisper le ha enseñado a hacer. Y luego retrocede un poco, solo un par de pasos, cuando se da cuenta de que no está solo con el guerrero. —Hola, ¿no estoy interrumpiendo nadas aún, cierto?-, pareció de pronto nervioso al observar a los demás ahí, cargando sus amuletos y aparentemente mucho más preparados que él para esto, pero tampoco se deja intimidar. —Nunca he estado en una preparación como esta en compañía de tantas personas-, admite casi en un susurro cerca de alguno de ellos, como si esperara a que el guerrero realmente no lo escuchara. —Espero que no sea por algo malo.
  11. —Oh no, pero es que si eres esa persona que estoy buscando-, responde alzando la mano que le queda libre para mostrarle que está desarmado, por lo menos esta vez es lo suficientemente consciente como para ser capaz de controlar sus propios gestos. —¿Eillen Moody, cierto? Eres mucho menos fantasmal de lo que recuerdo-, apenas le sonríe, cree que al menos es capaz de reconocer cuando no es bien recibido. —Me alegra saber que aun te acuerdas de mí también-, tararea, es en parte una mentira lo que dice, por que ciertamente no es para nada bueno el recuerdo de ellos dos de todas formas. —...De alguna manera, claro. Al menos quizá eso me ahorra explicaciones. ¿Por qué es que se preocupaba tanto por estar ahí y arreglar las cosas con alguien como ella? El hombre de la tienda de enfrente ya lo había dicho y las personas que él había enviado no habían confirmado que la dueña del Trastero era una bruja demasiado discreta, casi lo suficiente como para que averiguar su nombre y algo más de su origen le hubiera costado tanto tiempo (y dinero). Era casi obvio entonces que ella no quería llamar la atención de nadie, y no la culpaba, luego de un par de meses en Londres cree que podrían compartir eso en común. En ese caso, no tendría que preocuparse, ha estado el tiempo suficiente en Ottery y el resto de Londres mágico como para saber que nadie ahí era de confianza, pero quizá esto parecía (con alguien como Eileen de por medio ) que era algo que podría simplemente dejarlo por la paz y nada realmente malo sucedería. ¿Verdad? En el intento de tranquilizar un poco más a la mujer se quita las gafas oscuras y las guarda cuidadosamente en uno de los bolsillos del saco antes de devolverle la mirada, ahí adentro es mucho más oscuro por lo que es más sencillo para él distinguir la pequeña figura que es ella, Amaya. No, ella no era Amaya. No había forma de que lo fuera. Pero quiere (con sus propios ojos y mejor conciencia) ver de qué se trata esa bruja que tanto parecido tiene a su Amaya. —La verdad es que he estado pensando mucho en ti estos últimos días-, al fin desvía la mirada hasta los estantes ocupados por algo que parecen vasijas. No va a fingir que no le preocupa que ella lo arroje de su negocio con un movimiento ágil de su varita, y siendo justos, Hess cree que también lo merecería. —No puedo recordar muy bien qué fue lo que pasó esa noche, pero lo poco es que…-, la pausa duró mucho más de lo que había planeado. —...Me avergüenza mi comportamiento-, suelta finalmente, parte como si tratara de ser completamente sincero y otra como si le costara decir aquello con tanta frescura. —Quiero decir, hiciste un extraordinario trabajo, no me ha quedado ni una sola cicatriz-, añade con un poco más de ánimo. A pesar de que pone de su parte no está muy convencido de como es que va a reaccionar ella ahora. —Hubiera preferido que fuese diferente-, comienza a acercarse al mostrador curioseando un poco más sobre los objetos regados por todas partes. —Aunque como lo has dicho, estaba...confundido-, tentó su suerte. —Verás, habitualmente solo soy un contador, pero también me dedico a diferentes servicios administrativos públicos y/o privados-, comienza una explicación que evidentemente ella no pidió, tampoco está seguro de que ella quiera escucharlo. —No tiene mucho tiempo que llegué a Londres, y ciertamente me ha costado un poco acostumbrarme a las dinámicas con las que se mueven las personas por aquí, sobre todo por las noches, de donde vengo la gente es mucho más tranquila ¿sabes? supongo que me confié de más, ¿tendrías el resto de cubiertos de esa vajilla?-, señaló sobre una vitrina donde hay un peculiar juego de tazas antiguas. —Pero venga, no quiero aburrirte con explicaciones, ¿cerrabas pronto hoy, no? Si bueno, esa noche perdí algo importante mientras estaba...tratando de salirme de esa-, ha organizado muy bien lo que debe decir en este momento. —Extravíe un manuscrito y unos oficios importantes que guardaba en un maletín de cuero de cerdo e hilos de cáñamo, evidentemente embrujado para que nadie pueda acceder a su contenido fácilmente. No he tenido problemas en recuperar los oficios, pero el manuscrito…-, sus ojos ahora son capaces de imitar el azul que hay en los de ella cuando se los encuentra nuevamente. —Bueno, es importante. —Luego del atraco dejaron de seguirme y me dejaron por aquí, eso fue antes de que pudiera salir de Knockturn, así que pensaba que era posible que podría encontrarlo de vuelta, siendo rematado en alguno de estos lugares, más no he tenido suerte hasta ahora. Supongo que ¿no has tenido algo cómo eso por aquí o si? alguien que quiera venderlo tal vez o...quizá entre los demás vendedores-, Hessen volvió la vista atrás, tratando de visualizar al hombre al que había comprado antes, no había rastro de él, pero el demonio tiene la sensación de estar siendo vigilado por él desde algún rincón de su oscura tienda. Y se relaja un poco, por que al menos cree que ha sido lo suficientemente convincente con sus explicaciones y motivos como para verdaderamente dejar este asunto de lado más pronto de lo estimado. @@Ellie Moody 0;
  12. —Solo es por respeto, madam, pero agradezco la advertencia, por si algún día tengo el gusto de conocer a la señ...a Ariane Dumbledore quiero decir-, Hess encuentra agradable cada gesto de la mujer, es tan llevadero mantener una conversación con ella seguramente, pero están aquí por negocios y debe mantenerse lo más profesional posible, y no dejarse llevar por el juego de provocaciones. Por muy tentador que pueda parecer. A medida que la noche avanza un nuevo negocio podría surgir de entre todo esto, de eso está seguro, aunque no ciertamente convencido. Y es que en Inglaterra, tanto la mágica como la no mágica, se encuentra sumergida en un pozo que podría hundirse fácilmente en lava producto de su propia autodestrucción. Bueno, quizá estaba dramatizando todo un poco, pero sin duda, la antigua comunidad mágica que él recuerda como algo borroso de su infancia había quedado muy atrás, hoy en día no salía de un conflicto sin haberse garantizado otro antes. Involucrarse en ese territorio era sin duda una píldora suicida. Hessenordwood no es tonto y lo sabe y (como su hermano mayor diría) por eso es solo lo suficientemente cobarde como para mantenerse al margen que lo conserva aun con vida y con un negocio prospero a flote. Pero era cuestión de tiempo para que el negocio finalmente flotara tan bien (o lo suficientemente bien) como para alcanzar un contacto verdaderamente importante como lo era Ada Dumbledore. Sin duda, hacer negocios con ella era un paso largo, el más grande hasta ahora desde que la compañía comenzó hace al menos un año, sin embargo, era peligroso. Aun así, es casi irresistible negarle una petición a esa mujer y, sonriéndole largamente luego de escuchar su solicitud, Hessenordwood se pregunta si habría alguna poción vertida en su bebida desde un comienzo para que eso sucediera. La idea se descarta finalmente cuando ella termina de hablar con la misma dulzura con la que se ha dirigido a él todo este tiempo. —Veo que usted no le da vueltas a las cosas-, la sonrisa en su rostro juega con un tono divertido y otro algo más reservado. —Creo que nos vamos a llevar muy bien usted y yo-, prefiere encargarse de servir las bebidas por su cuenta, el lugar ya está totalmente preparado para ellos dos, lo menos que puede es dar algo de cortesía. —Primero que nada, agradezco la confianza para considerar a la compañía para figurar en su gabinete de asistencia. Es evidente que usted conoce tanto de nuestro servicio cómo nosotros conocemos de su trabajo como ministra de Francia. Le entregó uno de los vasos con una bebida parecida a hidromiel. Pero Hessen solo espera que lo que han servido tenga un sabor mejor que la hidromiel. —Mas me parece, Ada, que antes de cerrar algún trato, sería bueno recordarle los servicios que ofrece la compañía, ya sabe, solo por protocolo-, dice, pero parece quererse convencerse así mismo de esto. —La empresa ocupará un lugar a su izquierda como asesor personal (uso exclusivo de usted) público/privado ofreciéndole asistencia pública ante medios y solo legal cuando los casos sean particularmente privados, es decir, con trámites burocráticos y servicios extraoficiales. Le garantizo que seremos toda una caja fuerte para usted-, le guiñó. Explicó todo eso tranquilamente, es muy importante para Hessen que no queden cabos sueltos, por eso era el mejor (entre los dos que conforman la empresa) para las negociaciones. —Al menos ese es el servicio que mi colega me informó que fue solicitado por usted, si esta de acuerdo con ello entonces podemos continuar-, sonrió intuitivamente sobre la orilla del vaso. —En cuanto a los términos de Representación pública-legal, bueno, ese servicio tiene un costo extra que eleva las cifras un poco más del doble-, la sonrisa se mantuvo, pero su mirada fue casi de disculpa. Está seguro de que Ada tenía que entenderlo, negocios son negocios, y si ella no estaba dispuesta a pagar por sus servicios pues… —¿Sabe? Siempre considere a la patria Francesa como un hogar-, se apura a decir antes de beber. —Por lo tanto, para nosotros será un verdadero honor y eterno placer servirle a usted por ella, mi señora-, se ahorró el decir, en cambio alzó su copa para chocar con la de ella y así sellar sus nuevos negocios. @@Ada Camille Dumbledore
  13. Creo que solo he hecho esto una vez; ID: 118247 Puntos: Los disponibles al momento del cambio, y gracias,
  14. Vengo por que no aprendo la lección(?) Nick: Hessenordwood Crouch ID: 118247 Conocimiento(s): Historia de la magia Idiomas Link a la Bóveda: Aquí Link a la Ficha: Aquí Gracia,
  15. Para libros de Hechizos; ID: 118247 Libro de Hechizos: Libro del Caos Justificante de compra del Libro (Link al post del Concilio de la bóveda trastero): Aquí Link a la Bóveda: Bóveda Link a la Ficha: Ficha Gracia,
  16. Hubiera rodado los ojos con fastidio una vez más tras escuchar el nombre de un nuevo santo en boca de Despard, pero Hess estaba convencido de que, de seguir así, sus ojos terminarían saliendose de órbita y eso podría dejarlo bizco a largo plazo, por lo que se limitó a resoplar una risa desganada. Después de todo, el comentario ni siquiera iba dirigido a él. El estridente ruido que los rodea es la primera señal de que el partido finalmente está por comenzar, el estadio entero se llena de vitoreos y los altavoces van anunciando uno a uno a los jugadores de cada equipo, y Rory y Melrose enloquecen cuando anuncian a sus preferidos. En cambio él está más interesado en la organización del juego que se arma en tierra firme todavía, antes de que las (sus favoritas hasta ahora) bludger sean liberadas por el árbitro. En cuestión de casi nada, la primera anotación termina reflejada en el marcador de Venus Victory mucho más rápido de lo esperado y la afición estalla en aplausos, gritos y festejos de emoción, como si se tratara del punto final y no del primero. Aún con toda esa vestimenta tan adecuada para el evento Hess siente que está algo sobrado en ese lugar, tan callado y algo más serio de lo habitual (pero al mismo tiempo sin apartar la mirada del juego, no quiere perderse tampoco de ningún detalle del partido), pero a pesar de que los golpeadores han arremetido duramente contra sus contrincantes, Hessen tampoco estima que algo más emocionante (además de que el Venus Victory consiga la victoria) vaya a suceder. Entonces, como si algo quisiera callarle la boca, Rory termina tumbado en sus piernas con el menor de los descuidos que puede esperar de él. Por supuesto que a Hessen (que ha estado atento ahí abajo donde los capitanes de los equipos discuten sobre si fue o no una anotación válida) lo toma desprevenido, y es casi por inercia que aferra el cuerpo del hombre más pequeño al de él para evitar que se vaya de paso y termine regado en el suelo de las gradas. Bueno, no era cómo una pelea en las trincheras, pero los fuegos artificiales antes de iniciar el partido tampoco habían sido espectaculares, por lo que se puede afirmar que esto es lo más interesante que ha pasado hasta ahora. —¿A qué santo te has encomendado esta vez, Despard?-, pregunta divertido luego de que se ha recuperado (demasiado rápido) de la sorpresa de encontrarse al predicador removiéndose sobre sus piernas. Por supuesto, no le sorprende que Rory quiera escaparse de él lo más rápido que se le permite. Tampoco es que importe. El grito de Melrose lo regresa al juego (posiblemente a él y a cualquiera a metros de circunferencia considerable), ese grito suyo es algo de admirar, pero no tiene tiempo de felicitar o algo parecido por que entonces uno de los buscadores vuela tan demasiado rápido cerca de las gradas que hace que algunos de los espectadores pierdan algunos de sus banderines y sombreros. —Asombroso-, masculla distraídamente, mirando al jugador que se pierde en algún punto en el cielo. Es cuando devuelve la mirada al campo que se encuentra en camino con el algodón de azúcar flotante de Melrose. ¡Cierto! Rory los había sacado tan apresuradamente del restaurante que no le había dado tiempo de conseguirle también un postre luego del almuerzo. —Oye, hey ¿Melrose?-, deja su suerte a la buena memoria que tiene recordando nombres. —Melrose ¿dónde has conseguido uno de esos?-, su pregunta casi parece más bien una queja (de por que ella tiene uno y él no). —Despard, no te muevas de aquí, ¿de acuerdo? iré por uno de esos dulces, dulces algodones de azúcar (y algo que pueda deliciosamente beber)-, se pone de pie, aunque no está seguro de que el predicador le haga caso luego de que el golpeador de los Jupiter Justice se pavonea por la cancha con su reluciente escoba, presumiendo (y quien no si lo hiciera como él) de sus habilidades de vuelo. —Puedo traerte algo también, si quieres, solo dime qué-, dice a la muchachita que, aunque tan o más emocionada que Rory, parece tener más autocontrol. —¿Sabes que? No importa, te traeré algo, solo... te lo encargo, ¿si?-, señaló con un guiño a Rory. No es que verdaderamente le importe si algo más le pasa al pelirrojo, no sería una sorpresa tampoco, pero, si consigue avergonzar solo un poco más a Despard delante de Melrose antes de irse, eso ya sería un crédito para él. —Bien, bien, ya vuelvo-, se despide con un ademán. Claro que, alguien de su porte, no tiene problema para abrirse camino por el graderío de vuelta al puesto de snacks. —Flechas de Oro—
  17. Negó abiertamente, como si estuviera avergonzado por el visual y ruidoso cartel de Rory, ¿cómo es que no se dio cuenta de eso antes? podría haber hecho perdediso el maletín en el restaurante, o al menos desaparecerlo durante el tiempo suficiente hasta que termine el partido. No obstante, CASI, el rostro lleno de emoción aficionada de Rory (según Hess; tan inusual en el pelirrojo cuando está cerca de él) CASI (muy CASI poco) hace que valga la pena soportarlo. Debería considerar guardar esa información para después. Quizá no. —¿Es que conoces a todos por aquí, Despard?-, pregunta, aunque no espera que Rory le responda, no por ahora, y sin decir nada más se cuela en un lugar que, tan cerca de esa tal Melrose y Rory, le parece algo estrecho para él. Pero ¿cómo era posible que alguien como Rory Despard tuviera tantos conocidos (aparentemente felices por verlo) por todas partes a las que iban? De pronto se siente uno más del montón y eso no lo hace (caprichosamente) feliz. Además, ¿no se supone que su empresa se trata de las relaciones sociales? Definitivamente algo estaba saliendo mal. Por otro lado, si considera el tipo de personas que rodean al religioso hombre (sin contarse a sí mismo por supuesto) no está seguro de querer tener los nombres de ellos entre el otro grupo de gente pretenciosa que ocupa su agenda de contactos. Como si no tuviera más razones (u ocupaciones) se acomoda libremente, acaparando el lugar junto a Rory (lo más lejos de Melrose posible). Está por lamentarse tener que pasar el resto del día (o la semana, ¡o el mes!) perdiendo su tiempo viendo un partido de quidditch, pero entonces, reconsidera cambiar de lugar, al lado de ella, cuando Melrose finalmente responde tajante a Rory. Tal vez puede usar algo de lo que salga de todo esto también para comenzar algún cotilleo urgente después. —¡Ah! mira nada mas, Despard, la muchachita sabe de lo que habla-, responde de buen modo finalmente, aunque aún no le dedica ni un vistazo a la bruja, se imagina que, de intentarlo, podría reconocerla de algún lado, pero no está seguro de querer eso ahora. —¿Dónde ha quedado toda esa humildad cristiana suya, hermano mío?-, se burla de Despard con el rostro más desinteresado que es capaz de hacer. —De saber que era usted tan competitivo le hubiera invitado a una carrera de estas hace mucho tiempo-, la sonrisa que finalmente se le escapa no alcanza a justificar su verdadera intención. Soltando un suspiro satisfactorio se acomodó en el asiento, cruza una pierna sobre otra y pasa el largo del brazo por detrás del asiento del pelirrojo, supone que pasara un buen de horas ahí, por lo que mejor era ponerse cómodo. Podría incluso provocar un poco más, quizá una pelea entre los aficionados del graderío haría de esto algo más interesante de ver. —Flechas de Oro—
  18. —Entonces, ¿ves realmente el juego o tu...solo...lo ves a él?-, suelta casi despectivamente, el gesto de Hess es una mezcla de confusión genuina y desagrado (posiblemente algo de amargura por lo que ha dicho Despard antes), no entiende como es que Rory puede causar que tantos sentidos incongruentes los unos con los otros (al menos para él) se le revuelvan en la cabeza. —No lo entiendo, es algo aburrido si me lo preguntas a mi-, dice antes de que el pelirrojo pueda explicarle nuevamente porque es que cree que el Júpiter Justice es el mejor equipo jugando en la cancha. Él no es un gran aficionado al quidditch, no es que no le guste, pero en su crianza mestiza Hess encontró que algunos juegos nomaj son algo mucho más interesantes. Sin embargo, si dice que es aburrido es sólo para fastidiarle (con malicia casi infantil) un poco los ánimos al buen hombrecillo que se encarga, a tropezones por delante de él, de abrirles camino en la tribuna en busca de un sitio para ellos dos. A las finales, no deja de ser emocionante un partido entre dos de los equipos que, en las más buenas nuevas, han encabezado la listas de los mejores. Y quién sabe, quizá, algo de eso, de toda esa actividad deportiva, despierte su apetito para el final del día. —Espera Despard, vuelve aquí, hay un lugar justo a un lado de eso-, señala, casi junto a ellos, a la persona con cabeza de algodón de azúcar (desde su alta perspectiva, el algodón flotante reemplaza la cabeza de ella). Él no tiene porque ser "encantador" todo el tiempo, no había a nadie a quien (o quiera) impresionar aquí de todas formas. Además, no se puede hacer mucho con aquel sombrero tan folclórico con los colores del equipo, los pendientes brillantes con las iniciales del Venus Victory colgando en sus orejas y las mejillas pintadas con una y una franja de los colores del equipo. —Flechas de Oro—
  19. Tal como lo esperaba el apretón de manos volvió a arder en su piel, lo suficiente como para imaginar que al soltarse Rory habrá dejado sus dedos pintados de carmín por debajo de su piel blanca. Pero, a diferencia, esta vez Rory parece más tranquilo al respecto, no se escapa de él y, por el contrario, siente el apretón mucho más firme, por lo que Hess conjetura que quizá es solo algo que él puede estar padeciendo. Hessen se las arregla para no protestar al respecto, no es difícil la verdad, mas que nada por que antes de que puedan soltarse Rory habla ahora sobre por qué prefiere el trato formal ante todo. Y eso, extrañamente, casi hiere mucho más que el ardor que deja su toque. —Claro, si, es verdad-, se aclara la garganta, parece levemente desconcertado de sí mismo, como si Hess no hubiera sido del todo consciente cuando le propuso a Rory solo llamarlo por su nombre de pila. Quizá había sido así, una respuesta automática de su parte, como cuando coquetea con las recepcionistas de alguna institución que se está tardando más de lo necesario en aprobar su documentación. Igualmente era desalentador no tener la respuesta deseada, incluso viniendo de alguien como Rory Despard. —Solo negocios entonces, de acuerdo, señor Despard-, recupera la gracia y encantado acepta estar conforme con él. No es que le importe mucho lo otro tampoco. Ni eso, ni tener algo más cercano con el hombre religioso ahora o en un futuro próximo. El sonido quejumbroso que les arroja la maleza que los rodea es lo único que los salva de pronto (esta vez a ambos) de involucrarse en un silencio incómodo. Rory responde, sin embargo, con algo que a Hessen divierte, porque debe ser una especie de orgullo demoníaco el provocar miedo a las criaturas inferiores. Así que de mejor gana, a pesar de los rezos que comienza el hombre al andar (que a Hessen le provocan una inusual e injustificada preocupación), lo sigue hacia el interior del bosque. La falta de luz en el Edén es cómoda finalmente para sus ojos, ahora puede ver mejor, distinguir mas suavemente el lugar donde está, y también las formas en las que se mueve el cuerpo de Rory aunque camina un par de pasos detrás de él dejando que lo guíe mientras le da algunas explicaciones de por que Evans los ha enviado a ese lugar. Y aunque está por protestar algo en cuanto escucha sobre la teoría de la mujer deja que Rory termine con todo eso. Entre todo lo que puede decir Hess solo escucha pacientemente, dejando escapar algunos gestos de tanto en tanto, algunos apreciativos, otros inconformes. —La señora Evans tiene una teoría propia-, dice Rory. ¿Una teoría? ¿Cómo es que tiene una? ¿Qué era con certeza lo que había visto Evans ahí abajo? ¿Habría ella encontrado algo que el mismo demonio no hubiera podido atrapar antes? Ciertamente no sería la primera vez que le pasa, mucho menos extraño. Para él; los humanos tenían sin duda sentidos y percepciones diferentes a los suyos, los humanos mágicos tenían aún extraordinarias diferencias entre los no mágicos, algunas veces ellos era más o menos agudos, físicos o espirituales, algunos en su cotidianidad ni siquiera sabían cuán brillantes eran, y de algún modo el demonio siempre los encontró fascinantes por ello; mágicos o no mágicos siempre se las arreglaban para meterse en asuntos fuera de su propio entendimiento y con la misma naturaleza humana (no todos claro) encontraban el modo para colocarse por encima de lo sobrehumano. Y por eso mismo (también) el demonio los odiaba tanto. Hess hizo un ruido extraño con la garganta, tarareaba para Rory otra respuesta que podría haber sido interpretada como el hombre mejor quisiera. En lo que en verdad piensa es en la serie de coincidencias que hay creciendo en relación a este ente, en Grelliam Ollivander y Bel Evans y su alrededor. ¿Qué es lo que saben ellos que él no? ¿por que parecen ir siempre un paso por delante de él mismo? Hessen apenas puede creer que tan rápido Bel Evans consiguiera armar una teoría respecto a este ser en particular y que, con tanta libertad a pesar de lo que conlleva hundirse en el tema, encomendara a alguien como Rory Despard para encargarse de ello. Quizá Hessenordwood los estaba subestimando a todos ellos, y comienza a preguntarse por qué están casi tan interesados como él en dar con el origen de esta cosa. —No, creo que no podría reconocer las especies cultivadas en ese lugar, no por nombre al menos, yo...-, pareció pensárselo mejor. —Solo no podía ver muy bien ahí abajo-, lo que quiere decir (y que está seguro que no podrá explicar mejor) es que en realidad él no podía ver lo mismo que Evans, porque el demonio lo había cegado con ese otro plano que le mostraba más bien lo que el espectro había construido en ese lugar, porque esa había sido la instrucción de Bel, ¿cierto? ¿solo eso? —Pero no puede ser difícil encontrarlo tampoco, bueno...casi-, no está del todo de acuerdo con las conjeturas de Bel, sin embargo, la de ella es una idea mejor que esperar a que de la nada pueda despertar ese instinto caótico que lo obliga a arrastrar almas al infierno. —Esta cosa ha dejado un rastro luego de escapar de su receptor-, se removió incómodo una vez más, no parece acostumbrarse a la compañía de alguien mas (o de solo ser él mismo) cuando busca almas. —Aunque no es perceptible a simple vista, es... una especie de hedor espectral o...-, sus palabras salen cada vez con dificultad, como si no encontrara el término más adecuado para referirse a ello. Suspiró rindiéndose. —Lo que sea tiene que tener una relación con su último receptor, no hay forma de que eso se mueva sin saber a donde ir, sin saber dónde ha estado antes-, masculla cada vez más bajo, como si él mismo se estuviera dando cuenta de algo. Hess pareció demasiado pensativo por un instante hasta que encontró su mirada de nuevo en el rostro de Despard. Recuperaba la sonrisa apreciando el gesto del otro hombre y delante del más bajo sus ojos se aclararon con la penumbra de la noche, no es algo que él pueda controlar después de todo. Finalmente su rostro brilló con ingenio. Se acercó a él lo más que pudo, dejando entre ellos apenas el medio metro de distancia y expresó a Despard su respuesta más sincera hasta ahora; —Me temo que no habría otra forma de que usted y yo trabajáramos juntos, señor-, algo era diferente en él, ha adoptado una seriedad dura a pesar de su gesto casi amable aún sobre su rostro. —Creo que estaremos de acuerdo en eso-, continuó con un tono de voz que parecía dedicado solo para ellos dos. —Tampoco me es conveniente en absoluto que me vean merodeando con usted por las calles de Londres-, no profundizó, pero es evidente también, que Hess ha hecho su tarea y tiene más contenido ahora sobre quien verdaderamente podría ser Rory Despard. —Silencio a cambio de silencio me parece justo, esa es mi ética laboral, señor mío, es parte de mi doctrina-, esta vez no hay un guiño y la sonrisa en su rostro es más oscura, no hay tanto encanto en él como si tal vez algo de amenaza. No podía, después de todo, tener un negocio tan próspero donde plantase el pie si se pudiera jugar con él de esa manera. Estiró nuevamente el brazo con su palma abierta hacia él para estrechar los nuevos términos de su unión. —Tengamos entonces un trato, señor mío-, tentó. "Y muéstrame, de una buena vez, esos poderes tuyos"-, pensaba para sí mismo. @@Rory Despard
  20. Se removió incómodo a los pies de la puerta del cuarto de Ollivander, detrás de él se escuchó el portazo y el clic del candado que hace al cerrarse, él apenas se estremeció al golpe. Garry había estado particularmente irritable el día de hoy; silencioso como siempre se había limitado a responder solo lo necesario, solo que esta vez no hubo pistas, indicios de un algo o siquiera algún amuleto o artefacto construido por él (o no) que pudiera serle de ayuda. Quizá no había sido culpa de Hessen insistir a pesar del mal humor del licántropo, pero esta vez le ha costado información que podría ser importante, como por ejemplo; por qué Bel Evans habría sugerido a Despard con tanta puntualidad el próximo destino de su reunión. Aún no es tarde para intentar continuar esta misión por cuenta propia (cree él), sin embargo, el que el muchacho Ollivander se viera de pronto tan involucrado con este ser que ha estado buscando durante tanto tiempo, bueno, era de alguna forma una guía. Es como si Hessenorwood usara del muchacho como si se tratase de una especie de brújula descompuesta (o más bien algo caprichosa), además, casi adoraba de alguna forma el modo tan discreto que el brujo Ollivander tiene para desplazar información. Un buen herramienta elemento. Pero las cosas entre ellos solo han cambiado un poco luego de que Evans (re) apareció. Luego de eso (de la visita de Bel y Hessen en el Natural Poison) Ollivander comenzó a adoptar un comportamiento un poco más reacio hacia las eventuales consultas de Hess que iban más allá de la contaduría de la familia y los negocios. El demonio ha notado también como es que las citas entre ellos se daban solo si había alguien mas en casa, lo que estaba reduciendo alarmantemente a muy pocas reuniones entre solo ellos dos. —Ella contrató a un colaborador-, había soltado tentativamente, y el silencio de Garry se profundizó. ¿Cómo podrías decir tanto sin decir nada realmente? Hessenorwood no cuestionó al hombre por ello en cambio, ni por eso ni por el tema de que Bel Evans acudiera a alguien más para esto, pero no olvido el atisbo de ¿miedo? ¿culpa? (tenía que ser otra cosa, estaba casi seguro de ello) que se coló en sus desabridos ojos la tarde mientras revisaba la correspondencia y esa conversación no continuó. Hess desapareció dentro de la casa, otra de las libertades tan irresponsables (diría Smith) que se le ha otorgado al Crouch dentro de la heredad de los Ollivander, y apareció en un callejón casi abandonado en algún punto de todo Londres, sólo dobló un par de calles para verse envuelto en la muchedumbre del día a día recorriendo las callejuelas de Diagon. Es casi ridículo como es que puede seguir viéndose con tanta clase en ropas informales, sin los trajes elegantes de sastre sin etiqueta y los zapatos lustrosos, pero las botas de algún tipo de goma, parecidas a esas que usan los muggles para andar en la lluvia, no habrían podido verse tan elegantes en nadie más, o si lo hacían, bueno, Hessen tenía que tener uno de esos boletos dorados. El resto de su atuendo no podría ser más ordinario aun, con un par de suéteres extra bajo el acogedor abrigo. Las demás cosas que necesita deben estar ordenadas (más meticulosamente de lo que le gustaría aceptar) dentro de la mariconera de cuero café que cuelga sobre su hombro. No fue difícil encontrarse con Despard una vez que atraviesa los primeros filtros del acceso al Edén Salvaje, después de todo las personas que lo atendieron ahí casi le resolvieron todo el trabajo de dar con el hombrecillo. Y lo rodea silenciosamente antes de que pueda darse cuenta de que esta ahí con él, como si asechara, aunque lo cierto es que hay algo en Despard que es tan emocionante cuando se ven cara a cara. El de que se trata es incierto. No importa ahora. —Que lugar tan particular-, no parece que habla de la magia con que fue construido ese Edén, su expresión es casi más bien algo desdeñosa, como si dijera en realidad: “pero es que ¿qué tipo de personas vienen a este sitio?” sin embargo, su rostro blanco al mismo tiempo es tan neutro que su comentario (al igual que todo él) queda como una idea ambigua. Algunas veces a Hessen le gusta que quien lo escucha (o mira) tomé de él lo que quiera y lo interprete como más le plazca. —Rory Despard, esto ha sido más pronto de lo estimado ¿verdad? Uhm, ¿esta bien si solo lo llamo Rory? es un nombre encantador el de usted, señor mío-, sonrió extendiendo la mano al hombre. —Entonces, ¿qué estamos haciendo aquí? Sabe (de alguna manera) que es lo que hacen ahí, o al menos tiene una idea de por que es que terminó en colaboración con el brujo Despard, sin embargo, de lo que no está tan convencido es de la verdadera comprensión de los humanos (al menos de Bel y Rory) sobre lo que verdaderamente está haciendo Hessenordwood con esa cosa maldita. —Quiero decir, ¿por qué aquí?-, sus ojos son de un claro agradable ahora, blandos, contemplando con ternura (o quizá preocupación) el paisaje salvaje delante de ellos. En ninguna de sus vidas (por supuesto no hay forma de estar seguro de esto) él pudo haber sido un fanático de las malditas plantas. @@Rory Despard
  21. —¿A la mala?-, parece verdaderamente confundido por lo que Bel le dice, ¿qué era “salir por las malas” para ella? ¿Incendiar con fuego maldito todo el sótano del Natural Poison? no era una mala idea, pero Hessen tampoco lo encuentra una opción válida. En ese instante pudo sentir entonces como lo que sea que lo ha atrapado de la pierna comienza a tirar de él de nuevo con más fuerza hacia abajo. El demonio cree que debe partirse en tres para poder entender mejor lo que pasa; por un lado está ese brazo jalándolo hasta el fondo, por otro, Bel Evans y su extraño comportamiento luego de regresar del aparente trance o encuentro, y en un último, está esa cosa oscura saliendo de aquello que hasta ahora Hessen describiría cómo una especie de cripta. Aún con todo eso encima, Hessenordwood rescata que, dejando de lado que él no utilizaría el término criatura para referirse a lo que sea eso que los está atacando ahora, el razonamiento de Bel sobre el comportamiento de aquel ente era demasiado acertado, como si hubiera experimentado algo como esto antes. Y ni siquiera el mismo Garry, que lo había sufrido en carne propia, lo había terminado de razonar del todo aún. Hessen asintió a lo que ella decía con cierta impaciencia, su rostro es una mezcla de entendimiento y frustración por toda aquella actuación heroica que ella adopta de pronto, porque está agradecido con ella de que entienda que es peligroso que continúen ahí abajo, pero él no necesita de su ayuda para salir de ahí, necesita que Bel se salve por cuenta propia mientras él (que es entre ellos el de las habilidades mágicas vigentes) procure hacer que eso no los mate a ambos mientras escapan. Ella cambia de pronto de forma entonces y todo lo que se mueve frenéticamente en la mente de Crouch se paraliza. Maldito Ollivander, no ha mencionado nada de animagia de intermedio, por supuesto que él pudo haberlo imaginado, a pesar de la advertencia de la falta de magia en Evans (lo que es inusualmente fascinante) el demonio no ha perdido del todo la esencia de magia en el alma de ella. Quizá era eso lo que le daba tanta desconfianza de la mujer. Hess había pensado en un principio que se debía a la marca maldita de ella (por supuesto que se ha dado cuenta) o quizá a algún talismán mágico que cargara consigo, pero esto —Uff— definitivamente era diferente y por alguna razón él casi se siente emocionado por ello. Aunque eso no tiene que ver con nada de lo que está pasando aquí ahora. Así que cuando siente los dientes del animal en su tobillo, evidentemente, protesta al respecto. Se queja, apenas lo hace ciertamente, pero lo hace, no entiende por que la figura animal de Bel se le ha lanzado de aquel modo en lugar de escabullirse y escapar, él mientras tanto se enfoca en encontrar su propia varita entre sus cosas, pues la que ha perdido allá abajo no es más que la resanada de Grelliam. —¿Qué haces? Suéltame…no podemos dejarlo así-, insiste, la animagia es algo que ha visto tan pocas veces en su vida (al menos presenciar el cambio) que casi parece haber olvidado que es Bel Evans el zorro que tira de la manga de sus pantalones. —Escucha ¿Evans?-, parece confundido, la verdad se siente algo ridículo hablando con un animal, pero entiende que aunque es muy real sigue siendo Bel. —La varita de Garry ha caído por aquel lado, cogela y corre, nada o patalea a la entrada, yo iré tras de ti, pero necesitamos bloquear el...-, el animal entonces gruñe y con un último mordisco (que consigue pellizcarlo) arranca de su pierna el lazo del diablo que se ha estado enredando en él todo este tiempo. —Ah, con que eso era. Bueno...gracias… ahora ve-, apura. Ya con su propia varita en mano debe darse prisa para encararse con ese ente, debe ser rápido y considerar las conclusiones a las que Bel ha llegado por más de una razón, entre ellas, bueno, esta el hecho de que él también es una especie de ser sobrenatural posiblemente creado de alguna materia mucho más oscura de lo que esa cosa frente a él está conformada, y aunque está casi seguro de que no puede ser consumido por ella, ¡por el mismo Satán!, lo mejor era no averiguar qué es lo que podría resultar si eso no era una verdad absoluta. Sin mencionar que ya hay más de una cosa demoniaca profanando su cuerpo humano. —Vamos Barbatos, sácame de aquí-, masculló apretando fuertemente los dientes, sus ojos han palidecido tanto que parece que no hay nada más que blanco en ellos y su rostro, que a pesar de todo no pierde el peculiar encanto, parece figurar una mueca de dolida angustia. —Porque quien quiere entrar no pertenece a este mundo, te pido que lo detengas-, conjura al fin en un latín perfectamente pronunciado, casi como si fuera tan natal para él como lo era el inglés británico a pesar de sus tantos años vividos en américa. —Obsistens-, añadió finalmente, intentando una combinación de magia que en cualquier momento pudiera resultar mal. De la punta de la varita estalló una onda verdosa cómo el destello del flash de una cámara fotográfica, la luz que de apoco se convierte en un color mucho mas oscuro, como la mezcla de algún negro brillante, creció a lo largo y ancho del muro y avanzó hacia adelante empujando a aquel ente de vuelta a la cripta. Contempló el logro, pero Hessen también sabía que para sellar habría tenido que usar aquella runa de sangre que ha visto al final de los escritos tallados en el muro. El llanto de aquello le advierte entonces que solo se ha enfurecido más y de un apurado salto Hessen se dispone a correr hasta la salida. —Corre-, indica a la figura del caberu que cree ver, a pesar de la advertencia del mago, esperándolo al pie de las escaleras. La carrera así arriba casi parece de película de terror muggle, corre lo más rápido que puede pero el camino se ha distorsionado en una inusual unión de realidades que los escalones irregulares hacen que se tropiece de tanto en tanto, sin embargo, se las arregla para casi seguirle el paso al animalillo de cuatro patas que corre por delante de él. Cuando consiguen llegar a la trampilla es casi gracias a un último salto, apenas puede respirar, aturdido más por el repentino exceso de luz en esta nueva habitación que lo encandila inmediatamente que por la carrera que han hecho. Con la ayuda de su varita se apura a cerrar nuevamente la trampilla del suelo e invocando en su izquierda una daga del sacrificio Hessen se arrastra de regreso a la puerta y sobre ella recarga todo el peso de su cuerpo. Y corta profundamente. La herida en su mano es una larga línea que cruza la mitad de la palma y en la pálida piel la sangre que brota a chorros es de un bonito rojo brillante, casi sobrenatural. Él se apura entonces, con las manos temblorosas a trazar un pentagrama con la daga acompañado de clásicas runas de protección y sellado y les da fuerza activándolas con su propia sangre, es un escudo bastante simple, pero aun en el apuro no quiere quedar como un usuario frecuente de magia de la sangre delante de Evans. El silencio entre ellos se prolonga, esperando a que suceda algo mas, algo que les indique que las protecciones que han puesto servirán por mientras. El golpe que recibe de la nada la puerta del sótano empuja a Hessen con la fuerza suficiente para hacerlo retroceder y caer sentado sobre el suelo sucio del local, pero aun así la puerta no cede. Una, dos, tres veces mas lo hace y todo es nuevamente silencio entre ellos. —Entonces, un caberu ¿eh?…-, su voz es débil, quizá por la falta de aliento, quizá por el susto, o el abuso de magia oscura (él duda que sea por esto último). —Quizá es muy pronto para decirlo, pero creo que eso no le va muy bien…-, arruga el puente de su nariz con una sonrisa y, finalmente como si no quisiera de verdad tener que hacerlo, baja la mirada a la herida ahora sangrante llena de lodo y astillas en su mano, Hessenorwood palidece tan rápido que pareciera que cualquier momento fuera a desmayarse, o a vomitar. Él no tiene estómago para estas cosas tan sucias. —Me temo que hay nuevas cosas que tenemos que hablar ahora, ¿verdad? Si, desde luego, ¿le gustaría un poco de té, señora Evans?-, hace el esfuerzo por mantener el encanto, pero sus manos tiemblan tanto que apenas puede sostener a Barbatos para conjurar alguna curación. @@Rory Despard
  22. Arrugó el puente de la nariz con una sonrisa mientras le daba una silenciosa respuesta negativa a Rory por sus deducciones sobre Renzo y él y el posible final de ellos esa noche. —Sep, otra vez yo, Despard-, pareció dolido con el pelirrojo. —Uno de mis hermanos trabaja en MACUSA-, comienza lo que parece será su justificación. —No, él tiene un puesto poco importante ahí. En la oficina de correos lo llamarían “el saca-copias”-, se burló. Finalmente se detuvo a la par de Rory y contempló por cuenta propia la oscuridad del bosque. Al menos ahora era más agradable su vista monocromática sin la molesta luz del día. —Se enteró, o recordó más bien, de que estaba residiendo en Londres, así que me pidió que viniera a echar un vistazo, solo para saber como están las cosas por aquí-, encogió los hombros y buscó de nuevo el pecoso rostro del otro. —Supongo que lo que sea que pueda garantizarle un ascenso a “el repartidor de café” le servirá-, casi le sonrió. En perspectiva (cree él) no tiene mucho que perder si le confiesa toda la verdad de por qué o como es que llegó a meterse verdaderamente en esa situación, pero lo que sea que el demonio pueda decirle ahora no haría que el otro hombre abandone el lugar y lo deje solo seguir su camino, sin sospecha alguna de que Hessenorwood solo es el contador buscador de almas que ocupa el ático del palacio. Maldición, ese título comenzaba a empeorar cada vez que se veían las caras. Por otro lado Rory Despard cuenta con una comitiva, cosa con la que Hess no, porque en el apuro de dejar todo al corriente (lo suficientemente necesario para que la compañía notara apenas su ausencia de tres días) tampoco se detuvo a medir mejor los riesgos de la aventura. Sin embargo, en su equipaje hay tantos remedios (mágicos y no mágicos) para curarse las heridas más que otra cosa que pudiera necesitar, habría entonces pensado en recurrir extraoficialmente a esas fuerzas sobrehumanas que extienden sus habilidades un poco más que lo que puede hacer solo como un hechicero, pero ahora con otras personas cerca la idea dejaba de ser una opción. No busca llamar alarmantemente la atención de nadie, al menos no de esa manera. La recompensa no valía lo suficiente. Descubrir demasiado tarde que no estaría solo merodeando esa misma noche el bosque de Morgana no le dejó tampoco como opción buscarse a un grupo de gamberros que hicieran el trabajo por él. Y, sinceramente, no lo confía tan fácil. —Así que solo vengo a hacer algo de reconocimiento en el lugar, ¿entonces no te importa si voy contigo? La naturaleza y yo no nos llevamos muy bien que digamos-, pregunta a pesar de lo que ha dicho el religioso hombre antes, pero igualmente ya lleva unos cuantos pasos por delante de él. Lo que pueda decir Rory después de eso (a favor o en contra) es escuchado por Hess, más no le ofrece ninguna respuesta mas por ahora. El resto del camino es así; uno avanzando al lado del otro. Mientras Rory intercala una conversación con él y algunos rezos (después de varios metros internados en el bosque Hess por fin ha dejado de asustarse cada vez que el hombre comienza con uno nuevo) él por otro lado no habla mucho, de vez en cuando sugiere a Rory alguna técnica de supervivencia que ha leído en alguna revista (por que por supuesto él no es un hombre de campo), y entre tanto también intenta que Rory le comparta algo más de información sobre “la gran sombra” que ha mencionado antes o lo que sea que él pudiera no haber conseguido de información, porque estaba siendo obvio que Rory (y seguramente toda esa gente que se reunió hoy) estaban más preparados que él para esto. —Estas personas que te esperan… ¿forman contigo parte de alguna secta, grupo social o algo así?-, preguntó cuando divisan a la distancia el punto de reunión iluminado con un gran fuego. Apenas puede distinguir entre ellos a un número demasiado pequeño de personas ahí, y ciertamente no acaba de definir si eso es; A)Algo bueno porque no necesitan a más de ellos para esta tarea, o B)Algo malo porque la comitiva de Rory no es más que solo un grupo de gente aficionada tan maniática como el mismo Despard. Tras Rory saludó con una venia al grupo no demasiado cortésmente, pero tampoco sin nada de gracia, esperando antes alguna respuesta del grupo por la llegada de Rory. Quizá tendrían que esperar un poco más antes de que algo verdaderamente interesante pasara.
  23. Quintel tarareó con emoción antes de recibir el vaso por parte de Bel con un gesto de agradecimiento y beber casi la mitad del contenido de una sola vez, parecía que no había bebido ni tan siquiera una gota de agua desde que comenzaron los preparativos para esta noche. —Estoy tentado a responder que no lo soy, señora Evans, pero podría recibir un fuerte castigo por eso-, agregó, esta vez curiosamente el alcohol ayudó para que el sonido de su voz fuera menos desgastado, tonos bajos, pero bastante entendible. Escapa rápidamente con el vaso en mano luego de soltar todo eso, tratando de huir del gesto sarcástico de Hess; “que divertido”-, solo gesticula el demonio por su broma de hacerse pasar por un elfo doméstico. Hessen para nada trabajaría con esas criaturas cerca, Quintel lo sabe, aunque no el porqué. También corre para evitar que Smith alcance el control remoto del aparato de música, sobre todo ahora que Garry ha despertado al fin con la selección de Hannity. La música que Hannity escogió es agradable, aunque no lo que esperaba, sin embargo Hessenordwood cree que ha comenzado a entender que, en cuanto a costumbres, gustos, preferencias (y en general todo lo que gira alrededor de los Ollivander) simplemente no había que entender. Por el bien propio, claro. Hasta ahora eso le ha funcionado bien a Crouch con Grelliam, no obstante, eso no le quitaba la complejidad de complacer a su cliente, sobre todo teniendo en cuenta lo particular del resto de su familia. Garry se levantó finalmente, para sorpresa de Hess y de Guillam lo ha hecho sin protestar y solo permanece esa pereza habitual con la que casi siempre se arrastra luego de convencerlo. Los ojos de Hess parecen aclararse mientras lo ven cuidadosamente moverse hasta donde Hannity los lleva para que bailen juntos. Y se mantiene atento ahí, como si esperara que algo sucediera de pronto. El licántropo baila con ella lentamente y, aunque ella también lo hace, su tipo de lento es diferente, a Hess le provoca una sonrisa plana pero sincera. También ve al maestro abrir la boca un par de veces, apenas, pero no parece animarse a decir nada finalmente, o si lo hizo, al menos él no ha alcanzado a escuchar algo. —¿Qué edad tienes ahora, Hann?-, pregunta Garry cuidadosamente mientras hace un gesto de tratar de recordarlo por cuenta propia. Algunas cosas ya no funcionan tan bien cómo antes lo hacían, y sin duda hay un montón de cosas que se tienen que recuperar nuevamente. —Tenías apenas los veinte cuando nos conocimos, ¿no?-, le devolvió la mirada, el rostro de ella contrasta de calidad con el de él, pero al mismo tiempo juegan colores armónicos cuando están tan juntos, y los pálidos ojos de Garry toman color por primera vez en mucho tiempo cuando el rostro de Hannity se refleja en ellos. —Mírate ahora querida, tan diferente y, sin embargo, aun mas hermosa-, no hay una sonrisa en su rostro, pero quizá sí en sus palabras, seguro Hannity puede saberlo. —Al menos no has heredado eso de mi-, se burló. Por un momento Hessenorwood creyó verdaderamente que el señor Grelliam se recuperaría más pronto de lo estimado. —Todos queremos un turno-, masculla Hess difícilmente masticando una frutilla que acaba de echar a su boca, suelta aquello inconscientemente detrás de Bel. Exteriormente parece que sigue ahí con ellos, con la mirada densa esta vez puesta sobre la pareja que baila una emotiva canción y el vaso que tuvo que aceptar de Evans, aun cuando él hubiera preferido, por esta noche, seguir bebiendo el agua mineral. Pero lo cierto es que está algo ausente, sigue absorto en el baile de Hannity y su padre, pensando en lo que pudieran estar (o no) hablando mientras lo hacen y, convenientemente, ha capturado como Grelliam Ollivander responde a la dulce voz de la niña. Todo eso en paralelo también con el asunto del embargo de la casa de Fisher Stan, de California, que lo ha tenido bastante ocupado estos días. —¿Con Hannity?-, pregunta con malicia Quintel desde donde está peleando el control remoto con Yanna. Hessen casi escupe de vuelta al vaso el último trago. Entre ellos, Quintel también se cuestiona a menudo como es que Hessenordwood trabaja para alguien como el señor Grelliam, lo más acertado para él hasta ahora es que Hessenorwood Crouch tiene una especie de interés nonecesariamenteprofecional por el patriarca de Ollivander, y si no, era igual de divertido encontrar las pocas cosas (hasta ahora) que al Crouch ponen nervioso. —Si claro, por supuesto, con la festejada-, se ha recuperado demasiado rápido, con suerte pasa desapercibido su tropiezo. Y ya más divertido finalmente guiñó a Garry. Todo puede estar bien, no necesita preocuparse tanto por los Ollivander ocupando todo su piso ahora, él no tiene que hacer más que quedarse sentado en ese sillón a esperar a que las conversaciones se agoten, a que alguno de ellos se emborrache lo suficiente o sea la hora recomendada para que Garry vuelva a casa a descansar. Por supuesto, no va a dejar que se pierdan semanas de recuperación en una sola noche, a Hessen (y bueno a Guillam también) les ha costado bastante hacerlo tomar el tratamiento completo. Solo no tiene que hacer (o decir) algo que lo incrimine en lo que sea que le hubiera pasado (o le vaya a pasar) a Grelliam. La noche continuó con la misma calma… al menos hasta que Yanna finalmente consiguió el control remoto del televisor y el alcohol consiguió subir hasta la cabeza de Bel y Quintel. @@Rory Despard @@Hannity Ollivander Evans

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