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Adrian Wild

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Todo lo publicado por Adrian Wild

  1. Melinda, elfina del Ars & Vita - ¡Reinaugudación del Ars & Vita! -gritaba por las calles del Callejón, todavía ebria. Veía algunos avioncitos de papel sobrevolar las calles y dividirse por diferentes establecimientos. Seguro que también eran carteles enviados por Adrian. Este muchacho iba a empapelar el Callejón. Al menos yo veía muchos locales con los carteles por todos lados. ¡Sería un gran evento! Aunque... ¿Habrían terminado ya las reformas? Confiaba en ello, porque yo no me encontraba en condiciones de salvarle el trasero a nadie y menos a los bobalicones que tenía por compañeros. Llegué a la puerta de un pequeño local muy acogedor, que tenía carteles de viajes en su escaparate, aunque todavía no tenía ninguno de los que llevaba bajo el brazo. - Poz adquí. Entré con dificultad, pues me tiré al menos dos minutos intentando abrir la puerta hasta que me di cuenta de que tenía que tirar y no empujar. - Vadya sisdtema de mieddd... Oooohhh. Estaba casi vacío y el interior olía a madera y a manzana. Me encantaba aquella combinación de olores. Me quedé embobada durante unos instantes, hasta que me acerqué a la mesa sin dejar de hacer eses y dejé el montón de carteles sobre ella. - Pod favod, podrrrrría ayudadme a repadtir eddss... No, repadtid no... Codocadlo en aldgún zitio vizible. Gacis. http://i67.tinypic.com/dxogtf.png (Pincha en la imagen para más información) Estaba que me caía, y así fue. Me tuve que sentar en el suelo, desapareciendo a ojos de la persona que estaba tras la mesa. Menuda cogorza había pillado en aquel localucho de pacotilla. Mejor dicho, menuda cogorza me habían hecho pillar. Todavía seguía sin recordar cómo había cedido a aquello, a no ser que hubiese sido a la fuerza. Una dama como yo, ultrajada.
  2. http://i63.tinypic.com/nwirs1.png Sobrevolaba Ottery con la tranquilidad de quién no tiene ninguna obligación, a pesar de que debía cumplir con algunos encargos. Aquel odioso humano me había saturado las patas de papelitos que debía entregar, según él, "en la mayor brevedad posible". Pues mi brevedad era aquella en la que no se corría, pero tampoco se hacían pausas. Aunque bueno, alguna que otra sí hacía, para beber de alguna fuente o pillar desprevenida alguna lombriz que surgía temerosa de la tierra. Vaya edificios tenía bajo mis alas. Algunos podría decirse que eran fortificaciones. Yo era muy feliz en cualquier cabañita pequeña de madera que tuviera un bebedero, un palo de semillas y un montoncito de hojas y ramas. Si había gusanos y otros manjares, ya era un lujo para mí. Y un gustazo para mi pico. Llegué a mi primer destino. Aquel castillo me había cobijado durante toda mi vida prácticamente, pues aunque mi dueño pasaba la mayor parte del tiempo en otra mansión, aquí era donde yo me sentía a gusto. En el otro lugar siempre había gente y un montón de animales que no me eran demasiado agradables ni amistosos. La tranquilidad del Chateau, era maravillosa. Antes de intentar cualquier otra intrusión, volé hacia el balcón de la habitación de mi humano, para comprobar si estaba abierta. Pero como bien suponía, no era así, por lo que torcí el rumbo hacia las cocinas, donde me apoyé en el alféizar de una ventana y comencé a picotearla, provocando un sonido nítido, aunque no muy fuerte. Cuando una elfina me dejó pasar, emprendí el vuelo hacia el vestíbulo, donde dejé caer un par de carteles, de esos enormes que me amargaban el viaje. http://i67.tinypic.com/dxogtf.png (Pincha en la imagen para más información) Un peso más que me quitaba de encima. Ahora, a dejar el resto. Esperaba tener mi merecida recompensa al volver con la patas vacías.
  3. No esperaba menos de la reacción de mi cuñada. Ella siempre apoyando a los demás y viendo las cosas de la forma más positiva posible. Atenta y servicial. Era estupenda, no me extrañaba en absoluto que Ishaya la tuviera por esposa. Hacían una pareja de lo más compenetrada. Ay Ishaya, ójala pasara por la mascarada también y pudiéramos charlar. Y Sagitas. Y tanta gente a la que tenía ganas de ver. Aquellos últimos días había estado enfrascado en la reforma y la preparación de la mascarada y no me había pasado por ningun castillo ni ninguna mansión tranquilamente para saludarles. - El diseño... -dije algo tímido, pues realmente había sido casi un logro-, es mío. Pero no sé si volvería a salir algo así o parecido. Creo que el azar a tenido mucho papel en su confección. Sin embargo, la reacción de Sherlyn sí que me sorprendió. De hecho no pude hacer más que atragantarme con el sorbo de hidromiel. ¿De verdad me iba a ayudar? ¿Ella que tanto me odiaba? Tomé una servilleta de la mesita pequeña de café y me limpié los restos de bebida derramada. - ¿De verdad, nos ayudarías? Aún no daba crédito, algo que demostraba con mi pregunta. Intenté autoconvencerme a mí mismo de que así sería y una gran sonrisa se formó en mis labios. - Muchísimas gracias, de verdad, a las dos -me giré hacia Dave, que se mantenía en silencio, y en mitad del ánimo le insistí-: ¿Qué, te unes a la patrulla de reparto? Ya casi se me había olvidado que seguía tratando con un director departamental que me había tirado los tejos apenas hacía media hora. @ @@Sherlyn Stark @
  4. F. G. Lorca, literato español, mensajero del Ars & Vita El paraíso. Jamás había visto una librería tan grande. En mi época todo lo que podías encontrar eran pequeños establecimiento de compre-venta de ejemplares donde debías pasar en persona si querías que tus obras fueran ofrecidas al público y recaudar los fondos de las ventas producidas. Aquello era un establecimiento enorme, y con un sistema muy avanzado. Pero cuál fue mi sorpresa al encontrarme con ejemplares de mis propias obras. En aquel extraño mundo... Me entretuve durante casi una hora en admirar todo el espacio, la gente absorta en los libros, repletos de magia. Y una magia que yo conocía bien, o al menos mi mente, aquella a la que muchas veces ni entendía. Mantuve silencio, por respeto, pero también porque no necesitaba decir nada. Dejé varios carteles repartidos por mesas y estantes, e incluso entre las páginas de algunos libros para que los visitantes se encontrasen con pequeñas sorpresas. Ni si quiera sabía si podía hacerlo, pero puse tanto cuidado en no dañar ninguna página que mis movimientos fueron casi imperceptibles. http://i67.tinypic.com/dxogtf.png (Pincha en la imagen para más información) No debía alterar a nadie de mi presencia, a pesar de que algunos me miraban con mucha curiosidad y muy fijamente. Intenté evitar aquellas miradas sin perder la compostura y una vez terminé de repartir los carteles, me marché.
  5. Melinda, elfina del Ars & Vita Mis piececitos empezaban a cansarse y aún así todavía quedaba mucho por repartir. Esperaba que el resto de personajes creados para el reparto estuvieran cumpliendo con su tarea, porque si tenía que repartir un solo cartel más de los que llevaba en el brazo, me daba algo. Apenas descansé unos minutos en un montón de cajas que parecían medianamente limpias antes de emprender de nuevo el camino hacia el nuevo local. - Vamos a agilizar esto -comenté al llegar a la puerta del mismo. Con un chasquido de mis dedos, un par de carteles se dirigieron hacia la puerta, esperando a que alguien entrase para colarse y pegarse en las paredes más visibles del negocio. http://i67.tinypic.com/dxogtf.png (Pincha en la imagen para más información) - Listo, Calisto.
  6. Trueno, escoba voladora mensajera de Ars & Vita ¿¡Pero es que la gente no veía que era una escoba y no podía avisarles de que iba a pasar!? Me metía entre la gente apartándola violéntamente. Tenía un encargo que hacer, y no iba a fallar. Quién sabe, quizá si lo cumplía a la perfección no me hacían picadillo al volver y podía pertenecer a algún actor o actriz del local. Arriba, abajo, derecha, derecha... ¡Cuidado! Ay madre, ¿y qué hago ahora con el niño que llevo colgando en mi palo? Ah, es de esa señora, lo está buscando. ¡Allá va, cójalo, mujer! Menos mal que estaba ese fornido mago al lado. Subo de nuevo, tejados y más tejados. Así nunca la voy a encontrar. Estaba muy emocionada de que mi lugar de encargo fuera una tienda dedicada al Quidditch. Seguro que estaba repleta de escobas como yo. Bueno, como yo no, yo era única, pero... Bueno, ya me entendéis. Y allí estaba, tras varias calles a las que había sobrevivido, las puertas metálicas me recibían. ¡Pero qué duras estaban! Tuve que esperar a que un mago entrase para poder colarme en la estancia, donde únicamente había... Una escoba. ¿Aquello era una broma no? ¡Ah, que era un bicho de esos que te llevaban a otro lado! O sea que... ¡¿Quién había mancillado a aquella pobre Saeta de Fuego?! Se iba a enterar. Los carteles, los carteles. Toqué a mi compañera y enseguida aparecí en un espacio muy amplio. Allí. Era el momento. Giré sobre mí misma soltando las cuerdas que agarraban los carteles a mi palo y todos ellos volaron de aquí para allá, cayendo sobre todas las personas que allí estaban. Algunos se colaron en las estancias colindantes, otros se pegaron en las paredes, y otros simplemente cayeron sobre el suelo o los objetos que encontraron por medio. http://i67.tinypic.com/dxogtf.png (Pincha en la imagen para más información) Listo. Hora de ser recompensada.
  7. Melinda, elfina del Ars & Vita - Uy, que torre más curiosa... Era una torrecita no excesivamente grande, pues se situaba en un rinconcito del callejón casi inperceptible, pero su altura destacaba entre los edificios de alrededor. Leí el nombre del lugar, pero no pude identificar de qué se trataba exactamente, pues desconocía que era aquello de "Ramen". ¿Sería algo extranjero? - Veamos. Todavía me quedaban muchos carteles por entregar, así que no podía negarme a entrar en algún sitio. Empezaba a impacientarme por saber cómo iban las cosas en el Ars & Vita y si Bolinda no estaba ya desquiciada con tanto elfo trabajando con libre albedrío. Adoraba a Bolinda, era muy mayor, pero tenía la paciencia que a mí muchas veces me faltaba y juntas conseguíamos controlar a los varones. Wilmo era fácil, siempre y cuando no estuviera cumpliendo una órden directa de su amo, a quién casi idolatraba. A veces pienso que es demasiado servicial y bobo, porque me consta que Adrian no le tiene por un siervo, sino por un amigo, y él no lo aprovecha. - Buenos días -saludé a una recepcionista. Por el atuendo y la decoración supuse que era algo asiático, quizá un restaurante-. ¿Podría dejar estos carteles aquí? ¿Sí? Gracias. http://i67.tinypic.com/dxogtf.png (Pincha en la imagen para más información) Dejé un montoncito de los carteles sobre el mostrador y tras echarle un último vistazo a la curiosa decoración, me marché. - Definitivamente, no me gusta el color rojo combinado con el negro.
  8. Melinda, elfina del Ars & Vita - Ay, pero qué preciosidad de... ¡Niño ni se te ocurra echarme esos mocos en la cara! Puaj, qué asquerosidad. ¿Por qué siempre me pasaba lo mismo? Los niños se piensan que soy un peluche al que pueden babosear y moquear como si nada. Una elfina tan bella e importante, con tanta labia, manoseada y babeada. Mi percepción sobre los niños pequeños podía cambiar en un instante precisamente por aquellos detalles. Eran adorables cuando se portaban bien, pero no podía aguantar tanto acoso. - Ya está, terminaré mi cometido y me iré. Si ya sabía yo que no debía entretenerme en visitas ni juegos. Coloqué algunos carteles por todo el recinto y luego dejé otro montón en la recepción del lugar, agradeciéndole el tiempo dedicado a la muchacha que me había atendido. http://i67.tinypic.com/dxogtf.png (Pincha en la imagen para más información)
  9. Mancuerna, funambulista mensajera del Ars & Vita Allí estaba, la gran Mancuerna subida a las cuerdas de la carpa principal que bajaban hasta el suelo y conectaban con las otras carpas. Un pie, el otro, un pie, el otro... Uuuuuy, casi caía directa al precipicio donde varias roulottes le habrían destrozado la rabadilla y algo más. Pero se mantenía firme, recta y habilidosa. Algunas personas se habían parado para verla. Algunos enanos se habían parado para regañarla. Pero ella mantenía el equilibrio y aquello era lo único que invadía su mente. Entonces, sin que nadie se diese cuenta, una cama elástica apareció bajo ella y se precipitó hacia abajo para impresión, sorpresa y desmayos de algunos de los espectadores. Una imagen impactante que terminó por emocionar cuando, como si de un cohete se tratara, ascendió de nuevo al cielo como una bala tras rebotar en la cama elástica. Y allí, en las alturas, logró desplegar un par de carteles enormes y gigantes. Misión cumplida. http://i67.tinypic.com/dxogtf.png (Pincha en la imagen para más información) Cuando el impulso en la cama elástica descendió, pudo parar y bajar a tierra, para gusto de todos los que había congregado y que se apresuraban a acercarse a ella. Pero entonces se escabulló entre la gente y se metió en una de las roulottes. Allí sólo había... - ¡Un fantasma, quita bicho! Salió disparada hacia fuera, pero la gente seguía esperándola, y no tuvo más remedio que volver a meterse dentro, con aquel ser... Inmundo. Sí, la gran Mancuerna tenía miedo a un fantasma. Pero tenía que salir de allí, ella ya había cumplido con su cometido. Entonces, intentando ignorar al fantasma, chasqueó los dedos y fuera, junto a los carteles que había dejado flotando en medio del circo, trompetas y clarines sonaron, atrayendo de nuevo a las masas, esperanzadas de que Mancuerna hiciese una nueva aparición estelar. - Estelar va a ser, pero mi huida. Y tú, ni una palabra, fantasmico. Y así fue como la gran funambulista efímera, huyó para desaparecer.
  10. Elvis Presley, mensajero del Ars & Vita - ¡Ahhhh! ¿Qué demonios? ¿Acaso era aquello un espejo? Jamás pensé que aquel encargo resultaríaencontrándome a alguien idéntico a mí delante de mis narices. Simplemente me habían dicho de repartir algunos carteles y luego quizá desaparecería. Pero la sorpresa que me llevé al chocar contra aquel alto y negro tupé y que el choque lo podujera el mío propio, no estaba dentro de mis planes. - ¿Quién eres tú? - Eso mismo querría saber yo. - Pero... ¿Tú eres...? - Elvis Presley, el mismo -dijo el hombre con una sonrisa sobrenatural. - Espera, espera... Pero si tú estás... - Muerto, lo sé. - Entonces, si tu eres un fantasma y yo soy una creación temporal... Ahhhh, por eso hemos podido chocar. ¡Mola! La cara del otro Elvis, o sea, el verdadero Elvis... El fantasma del verdadero Elvis, no tuvo parangón. Ni si quiera podría decir si sabía dónde se encontraba o si estaba allí en contra de su voluntad. Por si las moscas, yo terminaría con mi encargo y me largaría a otra parte. - Mira, yo dejo esto por aquí y si quieres avisas a alguien para que los reparta -comenté dejando los carteles sobre una mesita y pegando un par en la pared. http://i67.tinypic.com/dxogtf.png (Pincha en la imagen para más información) Insistió en que me quedara a charlar con él, que no sabía cuánto tiempo iba a estar allí, pero le expliqué que tenía que terminar de repartir antes de desaparecer yo también y me fui por patas, dejándole con las palabras en la boca. - Ou yeah, esto sí que mola.
  11. Melinda, elfina del Ars & Vita Al final me había tocado ir a repartir carteles. Yo que quería estar en las reformas del local y ayudar en la nueva decoración. ¡Seguro que alguno de aquellos ineptos colocaba mal los preciosos destellos que iluminarían todo el hall del teatro! Como encontrase algún desperfecto a la vuelta, a ese tontaina de Wilmo se le caerían las orejas. Sin embargo, sabía que era la más indicada para repartir. El piropo de Saburns me halagó enormemente y su alusión a mi destreza para vender casi cualquier cosa aumentó mi ego de forma considerable. Así que allí estaba, de buen humor yendo de local en local, mientras me cruzaba con algunos extravagantes personajes que había creado Wilmo para repartir también, pero sobre todo para llamar la atención por las calles del Callejón Diagón. Yo no necesitaba de tantas artimañas; mis encantos eran mi mejor arma. Me paré frente a un hotel con un nombre bastante desagradable a mi parecer, y entré por las puertas de cristal con mucha confianza, analizando rápidamente el espacio. En verdad la decoración era de mi agrado, algo que consiguió suavizar un poco la impresión externa. Me dirigí hacia el mostrador de recepción y puse un montón de carteles sobre él, carraspeando con la garganta para reclamar la atención del recepcionista. - Le dejo esto aquí, para que lo haga llegar a cada huesped. Me haría un gran favor -dije poniéndole ojitos- si también me dejase colgar algunos o que floten por aquí -señalé el espacio. Con un chasquido de mis dedos hcie que un par de los carteles salieran volando y se posicionaran casi en el centro del vestíbulo, a la vista de todos. http://i67.tinypic.com/dxogtf.png (Pincha en la imagen para más información) No sabía si mis encantos habían surtido efecto, pero al menos la gente que pasara en aquel momento, lo vería, aunque después lo quitasen. No esperé la respuesta del recepcionista, sin más, me di la vuelta con un sencillo "gracias" y me marché. - Siguiente.
  12. @@Mr Zurin , no, lo siento, eso es que soy tonto, lancé el tópic con prisas porque salía de casa, y copié la url incorrecta. Era una imagen de lo que me salía al lanzar el mensaje editado. @ , vale, lo he conseguido editar. Entiendo que "apagar" el editor visual es darle al interruptor de arriba a la izquierda (es lo que he hecho) y modificar en modo BBCode, ¿no? Estoy desde otro ordenador y haciendo eso lo he conseguido. Igualmente, algo que no sabía: ¿no se pueden editar los mensajes con menciones? Gracias a ambos, lo he logrado a pesar de haber dejado mal la url.
  13. Buenos días. Últimamente me ha pasado algo que nunca me había pasado, y no sé de qué es problema, porque, además, sólo me ha pasado en determinados tópics y momentos. Este último ha sido en el último mensaje del Ars & Vita, mi propio negocio. El caso es que cuando voy a editar un mensaje, hago los cambios y en el editor de textos todo perfecto, pero cuando lo envío, ocurre lo siguiente: http://oi65.tinypic.com/2lw4uo3.jpg No sé si tiene solución o cuál es la explicación. Intenté dejar tiempo entre el post y la edición (más de ocho horas), y nada... Sigue sin dejarme. Me gustaría saber por qué pasa y si se puede, cómo solventarlo. Creo que la duda está bien expuesta en este tópic, al ser algo general del foro. Si no, perdónenme. Además me urge la edición porque está mal la fecha de inicio de la fiesta que indico en el mismo en modo ON ROL y no quiero que haya líos jajajaja Gracias
  14. http://i67.tinypic.com/dxogtf.png (Pincha en la imagen para más información) Payaso "Risitas", mensajero. ¡Folletos, folletos, folletos por todos lados! Iba lanzando los papeles por todo el Callejón. Algunos se quedaban pegados a los cristales de los negocios, otros chocaban contra los rostros de la gente. Aquello provocaba que mis risas, que acompañaban a cada paso que daba, fueran aún más desternillantes. - ¡Vaya cara se te ha quedaaaaaado! JAJAJAJAJAJA Incluso logré hacer una bonita flor con uno de aquellos grandes carteles para regalársela a una niña. - ¡Mascarada de Reinauguración en el Ars & Vita! Preparen sus mejores galas, traigan sus más atrevidas máscaras... ¡O pónganse un palo bajo la barbilla, que será lo mismo! JAJAJAJAJAJAJA Pero entonces, llegué ante aquel local de color lúgubre, soso y aburrido. Tal era así que hasta la sonrisa se me apagó y en tono muy grave murmuré: - Se ha colado un muerto en el Callejón. ¡Y encima no tenía cartel ni nada! Había una aldaba, pero no iba a arriesgarme. Pegué el cartel en la puerta y salí corriendo de allí. Prefería seguir por sitios más alegres.
  15. Las obras habían empezado. Todo estaba en marcha. ¿Que cómo lo sabía? Un gran martillazo resonó por todos lados y un fuerte golpe hizo que los cimientos del local temblaran. Miré a mis dos invitados y sonreí. - Tranquilos, está todo bajo control -centré la vista en mi cuñada, a pesar de que había alguna fuerza que me obligaba a mirar a Dave-. De esto quería hablarte Cye: el Ars & Vita se está reformando y la reinauguración será el viernes, día 19 -mostré mi más amplia sonrisa, satisfecho con el anuncio, mientras tomaba mi hidromiel que llegaba justo en aquel instante junto a las otras dos copas que Mark entregó a Cye y a Dave-. Por supuesto, estáis ambos invitados y... Wilmo apareció a mi lado haciendo que pegase un brinco con el que casi tiro toda la copa. Me informó que una joven estaba en la puerta del recinto y que no sabía si hacerla pasar o cerrar la puerta para todos debido a las obras inminentes. Añadió que ya había enviado una tropa de payasos y numerosos personajes circenses y teatrales a repartir los folletos ya modificados. - Wil, te adoro. Gracias. En cuanto a la muchacha, iré a ver quién es... Quizá ella también pueda ayudar -dije levantándome y lanzandoles una misteriosa mirada a los atónitos presentes-. Ahora mismo vuelvo, dejo que se conozcan y hablen del trabajo compartido. Emprendí mi camino con el dato de que Cye había trabajado en el Departamento de Transportes en la cabeza. Era algo que ignoraba hasta la fecha, pero me había venido de perlas descubrirlo para saber que al menos tendrían algo de qué hablar. De pronto se me cruzó en la mente la imagen del coqueteo de Dave de hacía apenas unos minutos, y algo volvió a removerse en mi interior. - Adrian, basta. Ahora no es momento. Llegué enseguida al hall y miré hacia la puerta. La figura que vi me hizo pararme en seco. - Wil, ahora sí que me estoy replanteando que la dejes fuera... Era Sherlyn. ¿Pero es que aquella chica no tenía otra cosa que hacer más que seguirme a todos lados? Siempre me la encontraba en mi camino, fuera donde fuese. Ni si quiera en las clases me había librado. Menos mal que tenía la seguridad de que ella había aprobado y no me la encontraría de nuevo en la repetición de la clase. Sin embargo, me fijé en que entre sus manos tenía uno de los carteles que anunciaban la mascarada. Quizá había venido para informarse sobre aquello. Era una invitada del Ars & Vita, no podía dejarla fuera. Y quizá lo de la ayuda... - Hola, Sherlyn. Pasa, estamos de reformas, pero creo que serás la última que entre hasta la reinauguración. Le indiqué que entrase y antes de que pudiera articular ninguna palabra, le pedí que me siguiera. Ante su clara tirantez dulcifiqué mi actitud. - No temas, vamos a la azotea. Están allí Cye y el director del Departamento de Transportes, les he dejado esperando para recibirte. Sólo quiero que te unas a nosotros. Emprendí el camino de vuelta y una vez en la azotea le indiqué que se sentara en el sofá junto a Cye. Yo me senté en un sillón al lado de Dave y tomé de nuevo mi copa. - ¿Te pido otra? Es hidromiel -le pregunté a la nueva invitada suavizando al máximo mi tono. Llamé a Wil, que rondaba todavía por allí y le pedí que me subiera uno de los carteles para enseñárselos a los presentes y terminar la frase que había dejado a medias cuando mi elfo apareció para informarme de la presencia de Sherlyn. En escasos segundos, y tras mi primer sorbo a la copa de hidromiel, apareció con un rollo entre las manos. Lo cogí dándole las gracias y lo extendí ante la mirada de Cye, Dave y Sherlyn (la cual ya tenía el suyo). http://i67.tinypic.com/dxogtf.png (Pincha en la imagen para más información) - Como ya sabéis, en unos días el Ars & Vita reabrirá completamente renovado. Ya hay un equipo de... -pensé en todos los personajes que me había dicho Wilmo- seres repartiendo estos carteles por Ottery y el Callejón, pero toda ayuda es poca, así que... -aquí venía lo indecoroso-: os agradecería que ayudarais en el reparto si vuestro tiempo os lo permite. Silencio. Un sorbo de hidromiel. Otro. Otro. - Ejem... Sin compromiso ni presión, ¿eh? Estábamos a nada de la reinauguración y ya tenía la sensación de que íbamos retrasados. OFF @ @ @@Sherlyn Stark Obviamente es una majaradería que se me ha ocurrido por si tuvieseis un hueco para ayudarme a pasar por todos los tópics posibles del Callejón y de Ottery. Querría empezar el lunes la fiesta y todavía no hay nada entregado (soy un desastre, lo siento). Lo dicho, sin compromiso, sólo si podéis y queréis. Si es así, avisadme para repartir trabajo y no postear dos en el mismo sitio Si no podéis, nada, de verdad, sin problema :3 Demasiado berenjenal jajajaja
  16. Adrian Wild

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    Nick: Adrian Wild ID: 83911 Libro de Hechizos: Libro de la Fortaleza Justificante de compra del Libro (Link a la bóveda trastero): Link Rango Social: Unicornios de Oro Nivel de Magia: VI Fecha aproximada de aprobación EXTASIS o de salida de la Academia (versión anterior): Marzo 2010 Link a la Bóveda: Bóveda No. 78776 Link a la Ficha: Ficha No. 78654
  17. EDITO PORQUE SE ME ENVIÓ EL MENSAJE APENAS EMPEZARLO POR EL MALDITO ORDENADOR... LO SIENTO. (Lo pongo aquí porque llevaba una palabra escrita cuando se envió) - ¿Pero qué...? Hacía un segundo estaba a punto de atrapar al condenado huevo tornasolado que no parecía conducir hacia ninguna parte. Le había perseguido durante casi un cuarto de hora a lomos del hipogrifo, sin darme cuenta de que mis compañeros habían ido desapareciendo uno a uno. Caí sobre arena muy fina y blanca, al lado del tronco de una palmera carcomido. El sonido del mar inundaba casi toda la localización y la sal penetraba en mis fosas nasales. Me levanté apresurado, ansioso de saber lo que había pasado y de identificar el lugar en el que me encontraba. Debía estar todavía en la isla de Pascua, porque a mis espaldas una fila de moáis me miraba. Entonces vi a Athena y a todos mis compañeros rodeándola. Claro, el huevo era un traslador. Ahora que mi cabeza había organizado toda la información, me acerqué al círculo sintiendo la arena colarse entre mis dedos y vi cómo Fugio, que había viajado conmigo y había caído unos metros más allá, iba a tumbarse a las zonas verdes. - No te alejes demasiado -murmuré en voz baja pero lo suficientemente audible para el animal. Realmente no necesitaba aquella indicación, pues sabía que cuando lo necesitara acudiría en mi ayuda. Algo, que ocurriría pronto. Debíamos batirnos en duelo, y me había tocado como pareja Juv Malfoy. Tras el encuentro con ella en las rocas donde habíamos tomado los huevos no se me había quedado un sabor de boca muy agradable. La mujer no parecía andarse con chiquitas. Dejó el mar de espaldas y sacó su varita para comenzar con la batalla. Sin presentaciones ni reverencias. - ¡Pues menuda descarada! -comenté en voz alta para picarla y aumentar la emoción. Casi inmediatamente tuve que gritar: - ¡Protego! Conseguí frenar el rayo que me había lanzado en un primer intento desesperado. ¿En serio tantas ganas tenía de luchar? Para mí los duelos podían llegar a ser hasta placenteros. Me divertía; me gustaba divertirme con ellos. Si no eran algo soso y aburrido. Pero sin embargo, algunos confundían la diversión con cosas demasiado sádicas. Casi hundí por completo mis pies en la arena, dejándome espacio para movilizarme fácilmente cuando lo necesitara. Sin embargo, lo hice para sentir las energías que aquel mágico lugar me aportaba. Apunté hacia los tobillos de la mujer con mi varita y pensé un claro "Zancadilla". Unas fuertes cuerdas unieron las piernas de la Malfoy provocando su caída. - Ahora sí que empezamos bien: ha sido una reverencia memorable -le dije con una sonrisa divertida.
  18. Ah, claro, aquella maldita Ventanilla Ministerial. En realidad era mucho mejor que el sistema de antes donde tenías que recorrerte medio Ministerio hasta llegar a las oficinas correspondientes para hacer cualquier solicitud o papeleo. Sin embargo, tampoco había sido mucho el ahorro de tiempo, porque todo aquel recorrido en el que al menos conocías distintos Departamentos, ahora era suplantado por una larga espera en una larguísima cola en mitad del Atrio. Fruncí los labios mostrando mi desacuerdo y mi pereza, y luego suspiré rendido. Habría que hacerlo, todo por un nuevo y próspero Ars & Vita. - No tranquilo, seguro que tienes mucho trabajo, continuemos con el recorrido... Eh, no mi camerino no está muy presentable, está siempre todo manga por hombro y... El muchacho insistió y no pude hacer caso omiso al halago que me había lanzado en referencia a mi vocación actoril, así que me resigné y le dije: - Bueno, pero un vistazo rápido. Abrí la puerta y, efectivamente, estaba todo revuelto y justo al abrirla unos bóxers aparecieron en el suelo. Lo metí todo a presión de nuevo dentro y cerré la puerta. Vaya bochorno. - Hale, ya está. También se suele decir que las grandes estrellas son las más desordenadas, ¿no? No sabía cómo salvar la situación, así que me atusé el pelo y le indiqué que me siguiera hacia arriba, al escenario. Subimos por unas escaleras muy estrechas que conducían a los bastidores y allí, salimos por el telón de fondo para llegar hasta el escenario, negro por completo y con un gran patio de butacas frente a él. Los focos estaban apagados y la luz de sala encendida. Él comenzó a preguntarme si tenía socios y entonces, la atmósfera se condensó y sentí una presión enorme en el cuerpo. No sabría describir si era algo agradable o no, pero era una sensación que no recordaba haber tenido antes. ¿Aquel hombre, el director del Departamento de Transportes Mágicos, me acababa de tirar los tejos? Me giré y me encontré con sus ojos. Los miré con mirada atenta y los ojosbien abiertos y balbuceé algo ininteligible. Algo ocurrió en mi interior. Algo que jamás me había planteado. Habían sido muchos los viajes, y pocos los romances. Tan pocos, que casi ni me había parado en aquella última temporada en conocer a chicas hasta ese punto, hasta la intimidad. Y aquí venía el quid de la cuestión. Siempre me había fijado en chicas, aunque conectaba con un montón de personas diferentes, fueran hombres o mujeres. Pero aquel coqueteo, aquella frase bonita y aquel sonrojo de Dave, encendió algo en mi interior que no sabría definir, que en aquel momento no pude identificar. - N...no -tragué saliva intentando centrar mis palabras-, no tengo socios. Como si no lo supiera, me sorprendí al encontrarme todavía mirándole fijamente a los ojos, y aquella toma de conciencia me hizo darme la vuelta repentinamente y comenzar a andar. Mi cabeza se aturulló. Había visto muchas relaciones, no era algo que me horrorizase; había aprendido muchas cosas de aquí y de allá, pero nunca había sentido algo así. Nunca me había desvanecido ante la mirada de un hombre. Subí por las escaleras que llevaban a la primera planta, asegurándome de que el director ministerial me seguía y comencé a relatar casi como un autómata: - En esta planta están las salas de ensayo y creación. Quizá se renueve. Los colores de las puertas corresponden a las áreas de trabajo: azul con baile, verde con canto, naranja es la sala de música y la roja con la interpretación. Subí el resto de escaleras hasta la última planta y volví a relatar: - Esta planta esta habilitada para la academia, todavía sin funcionar. Las puertas y salas son idénticas aunque se incluyen salas dde estudios teóricos, el despacho y la sala de profesores. Fui hacia las escaleras que conducían a la azotea y las subí, intentando controlar mis pulsaciones que se aceleraban por segundos. - Y esto, es la azotea -miré la copa de vino que todavía tenía Dave en la mano-, ¿quieres algo más para tomar? -y casi sin dejar que me respondiera dije acelerado-: Yo voy a pillar algo, estoy seco. Entonces, al darme la vuelta de golpe, me topé con Cye que parecía que acababa de llegar también. No me había percatado antes de su presencia, pues no había apartado la vista del suelo y los sentidos del director que me seguía. - ¡¡Cye!! -me acerqué a abrazarla y en medio del abrazo le dije-: Cuántas ganas tenía de verte, no sabes cuántas. La solté y fue entonces cuando me fijé en su barriga. - Pero, ¿cómo? ¡No me fijé en las clases! -mis ojos se iluminaron y mi cuerpo casi reventó por el cúmulo de sentimientos-. ¡Cye cariño, enhorabuena! Entonces reparé en que Dave seguía detrás de nosotros y me giré hacia el, sosegando mi entusiasmo. - Dave, director del Departamento de Transportes -aclaré mi garganta para intentar neutralizar mi tono-, esta es Cye, mi cuñada. Vaya situación. Al menos tenía tiempo para pensar en lo que había pasado mientras Cye estaba ahí, y salía un poco del apuro de no saber qué responder ante el lanzamiento de Dave. De hecho, quizá fuera una buena forma de conocernos todos, sentados en los sofás y tomando unas copitas. - ¡Mark, tres copas de hidromiel a la mesa tres VIP! -grité hacia la barra, donde atendía el elfo; entonces reparé de nuevo en el embarazo de mi cuñada-, ¡una sin alcohol, ya sabes! Wilmo, que estaba junto a él, me preguntó con una seña si le necesitaba por allí y le indiqué con otro gesto que no, que fuera a prepararlo todo para las reformas. Con un asentimiento de cabeza que casi fue una reverencia (y menos mal que "casi", porque si la hubiera hecho lo mataba), desapareció. - Vamos a sentarnos -indiqué yendo hacia los sofás rodeados de finas cortinas de gasa blanca. @ @
  19. Wilmo, elfo personal de Adrian Wild A correr. La chica se alejaba lentamente, pero mis cortas piernas no cubrían tan rápido aquel paso. Cuando llegué a su lado, tiré de la blusa quee llevaba y le entregué la carta que quedó a la altura de su pecho. Ella, sorprendida, tomó el pergamino y su rostro se fue tranformando paulatinamente hasta mostrar una amplia sonrisa. Y entonces me pidió que la acompañase a la azotea. - Claro que sí, señorita Cye. Será un placer. La tomé de la mano y dirigimos nuestros pasos hacia la entrada del local de nuevo. Había sido una suerte haberla encontrado todavía en los límites del recinto. - Adrian estará encantado de verla, está muy emocionado con las reformas y la reapertura. Me tapé la boca con ambas manos, pues no sabía si en el contenido del mensaje iba ya la noticia o si Adrian había preferido esperar a estar cara a cara para contárselo a su antigua socia. Intenté evitar el tema y casi empujé despacito a la mujer hacia los ascensores. No le iba a hacer subir casi cuatro plantas. Una vez dentro del armatoste, pulsé el botón que nos conducía hacia la azotea. - ¿Qué va a querer tomar, señorita Cye? Yo se lo digo a Mark. Siéntese en uno de los sillones de la zona VIP. -le indiqué, mientras esperaba su comando para ir a atenderlo a la barra. Adrian Wild, con Dave en los cameerinos Saburns apareció justo después de la explicación de Dave, que me ofrecía dos tipos de servicio. El elfo le entregó una copa de vino al hombre y antes de que desapareciera le paré apoyando mi mano sobre su hombro, lo que provocó que se girara hacia mí. - Por favor, Saburns, dile a Wilmo que la reinauguración deberá llevarse a cabo la semana que viene, y que la fiesta comenzará el día quince por la tarde-noche. Luego cambio los carteles. Me quedé durante unos minutos callado, frente al director de transportes y tras meditar la respuesta conseguí decirle: - Está bien, solicitaré el servicio de Antiaparición, pero no necesito por el momento una Red Flú. ¿Debo acercarme al Departamento o podríamos tramitarlo desde aquí? Si quiere continuamos con el recorrido y en la azotea tramitamos todo acompañados de algo más que la copa de vino. Entonces miré el espacio donde nos encontrábamos, justo en la sala entre los camerino generales y los privados. Definitivamente aquello había que cambiarlo, pues los camerinos privados debían tener su espacio más personal. - Esto va a cambiar mucho... Y tiene que hacerlo en una semana -murmuré en voz baja, perdido en mis pensamientos a la espera de la respuesta de Dave. Qué ganas tenía de ver a Cye y hablarle de todo aquello, y pedirle consejo. @ @
  20. ¡Buenas! Gracias a Cami que me excusó de mi ausencia en estos días. He estado fuera y hasta ahora no he tenido acceso al ordenador, así que intentaré contestar lo más rápido posible. Pero antes de eso, ya vengo con dudas. Ahora sí que va a haber dudas porque el tema duelos siempre me lía con las reglas de cada hechizo. 1º - Pones que en el tercer turno podremos hacer uso ya de nuestro hipogrifo, las dudas son: - ¿Podemos hacer uso de él ya hasta el final o es sólo ese turno? - ¿Debemos "reforzar" el hechizo del Orbis bestiarum para ello o será algo automático? 2º - El hechizo Espejo de Niebla pone que es "Equipable", ¿eso qué significaba exactamente? ¿Que lo puedo invocar junto a otro hechizo, no? Es decir, ¿yo puedo usar Espejo de Niebla y después un hechizo X del rango y todo ello sería UNA ACCIÓN? Necesito explicación de eso. Y también saber cuánto dura ese estado. Muchas gracias Athena :3 EDITO, para añadir dos dudas: 3º - Los hechizos Neutrales, incluyen los de graduados ¿no? 4º - En los hechizos de la Marca, el hechizo ANULAR, ¿impide durante todo el duelo cualquier hechizo verbal o también los no verbales? ¿A qué se refiere con "en concreto"? Voy a ser muy preguntón...
  21. El mero hecho de escuchar mi nombre de aquella forma casi autoritaria me sobresaltó. Athena me había escuchado. No, si al final me acabarían tachando como el desperdigado y desinteresado del grupo. Además, sentí que nuestra guía no me quitó el ojo cuando me presenté de nuevo a la muchacha que estaba al otro lado de Cye. Menos mal que justo después continuó con la clase cuando Cye le advirtió que ya nos encontrábamos todos. - ¿Pero y ese hipogrifo? Va solo... -murmuré casi para mis adentros, aunque esperaba que mi cuñada me hubiera oído y me diera una respuesta. Acaricié el lomo de Fugio mientras Athena indicaba cuál era el siguiente paso. O mejor dicho, cual era la siguiente temeridad. Tirarnos del acantilado. Genial. No era algo que me atemorizase, pero no iba preparado para mojarme, así de sencillo. Sin embargo, la demostración que hizo en un directo impresionante nuestra supervisora fue extraordinario y me picó el gusanillo. Quería probar yo también. Pero la Malfoy se me adelantó y se tiró casi sin pensarlo detrás de Athena. Me asomé un poco a ver si había caído bien y cuando la vi resugir del agua y ponerse a nadar con su hipogrifo de apoyo, entonces sí que no me pude contener más. Me quité la túnica quedándome sólo con los pantalones y la camiseta. La tiré al suelo y la hice desaparecer, confiando en que Wil la recogiese en el Castillo Dumbledore. No me gustaría nada que le pasase algo o se extraviase; en qué momento había decidido ponerme una túnica tan bonita para una clase en la que no sabía a lo que me iba a enfrentar. Ante mi inesperado "comienzo de streptease", sentí que varias miradas me reprochaban aquel gesto. Entonces centré mi atención en Sherlyn y dije: - ¿Qué? No pienso mojarme la túnica y que encima me añada peso... Aunque en realidad era una explicación para todos los que me estaban mirando, pareció que se lo decía expresamente a ella. Igualmente, no tenía que darles explicaciones. Era mi forma de trabajar, y punto. Así que sin más dilación, corrí hacia el borde y me lancé despidiéndome con un enérgico zarandeo de mano de mis compañeros. Caer al vacío... Ya había tenido antes aquella sensación, pero en aquel momento, todo pareció paralizarse durante unos segundos. Sí, segundos, pero que para mí pudieron ser minutos. Ni saboreando la energía de la tierra con los pies descalzos había logrado percibir lo que sí percibí en aquel instante. Magia. ¿Qué extraña sensación siendo un mago, verdad? Pero era una magia diferente, una energía muy fuerte que recorría todos los orificios de mi cuerpo, cada célula, cada mililitro de agua. Ya no sabría decir si en aquel momento el Amuleto Volador estaba ralentizando la caída o era aquella energía que emanaba de la roca, del mar, del aire, de todos los rincones de la isla. Pero no me quería mojar. Vi bajo mis pies que el mar se acercaba, cada vez más deprisa, y más, y mas... Sentí el calor del Amuleto Volador que me permitió deslizarme unos metros. Rocé con mis pies el agua y de pronto, me encontré sentado sobre el lomo de Fugio. ¡Cómo demonios había aparecido si ni si quiera había pensado en...! - Vaya. Así que ese era el misterio del Anillo de Amistad con las Bestias: no las controlabas sólo con órdenes, sino con tus propios deseos y sensaciones. Yo no quería mojarme, y ahí estaba mi hipogrifo, salvándome de aquel destino. - Gracias, Fugio -abracé su ancho cuello sujetándome con las piernas a sus costados. Maldición. Le estaba cogiendo cariño y casi ni habíamos pasado tiempo juntos. Intenté centrarme en la tarea. Un huevo. Debíamos hacernos con un huevo que nos llevaría al siguiente destino. En pocos minutos llegamos a las rocas donde nos esperaban los huevos. Vi a Juv tomar uno de tres huevos que había sobre un gran nido. Espera, ¿tres huevos? ¿Para cuántos? ¿Había más no? Estaría en el resto de rocas, o escondidos entre ellas. - ¡¡Auch!! -exclamé al rozar violentamente mi pierna contra una de las rocas. Algo había agitado a Fugio, quizá algún insecto o animal non grato. Miré a nuestro alrededor pero no vi nada. Aquel fuerte contoneo tuvo como consecuencia una herida no muy profunda en mi pierna derecha. - Ten más cuidado, Fugio... ¿Y ahora qué hacía? Tenía que haber algo en el libro... Libro que me había dejado en la túnica. ¡idi***! - Adrian, haz memoria, seguro que hay algún hechizo que... ¡Claro! Pensé un rápido "curación" con las manos sobre mi pierna y enseguida la herida desapareció, no sin cierto escozor. Menos mal quee estaba acostumbrado a ese tipo de presiones de la época en la que trabajé en San Mungo. - Vamos a por ese huevo -le dije entonces al hipogrifo que giró sobre sí mismo y puso rumbo a la roca donde se encontraban Juv y su animal. Bajé de Fugio mirando a la mujer y me acerqué a por uno de los huevos. Ella abrazaba al suyo y tras coger yo otro, sólo quedaba uno en aquel nido. - Supongo que habrá más, ¿no? -le comenté en un intento de simpatía, a pesar de que lo que me transmitía aquella mujer era algo bastante alejado de ello-. Si no, los demás lo tienen crudo. Monté de nuevo sobre Fugio, con el huevo entre mis brazos, y ambos emprendimos el viaje hacia nuestro nuevo destino. Espera. ¿Cuál era? Supuestamente el huevo contenía la respuesta. Pero, ¿debíamos abrirlo o...? De pronto, algo vibró en el interior de aquel ovalado "ser". ¿Acaso debíamos presenciar la salida del huevo del ave y que un polluelo nos condujese hasta nuestro destino? Tuve la respuesta más rápido de lo que esperaba. El huevo se escapó de entre mis brazos, pero en vez de descender hacia las profundidades del mar, subió hacia arriba a una velocidad de vértigo, y luego volvió a bajar, quedándose frente a mí y a Fugio. Entonces, volvió a moverse con rapidez hacia delante. - ¡Sigue a ese huevo, Fugio!
  22. Dejé que el director del Departamento de Transportes terminara de hablar, prestando mucha atención a sus palabras. Más burocracia, qué pereza. Aunque quizá sería una buena forma de comenzar la renovación del Ars & Vita. Es verdad que en su momento no quise abrir ninguna Red Flú ni nada parecido, pero ahora puede que me interesara lo que Dave me quería ofrecer. Me resultó realmente agradable y la sensación que su curiosidad despertó en mí fue de lo más placentera: quería ver el resto del local. - Si le parece -empecé a hablar con tono sugerente contemplando su anhelante mirada; quién sabe, quizá tenía delante de mí a un gurú de las artes escénicas camuflado- le puedo ir enseñando el lugar mientras me explica exactamente cuáles son esos servicios que puedo contratar. En su momento no me paré a mirar las posibilidades, pero ahora que vamos a iniciar un pequeño período de reformas, quizá me pueda interesar alguno de esos servicios. Si era un apasionado de aquel mundo, entonces el lugar que más le cautivaría sería el la gran sala cuya puerta quedaba a pocos pasos de donde nos encontrábamos. No sabía todavía cuánto podía atreverme con aquel hombre, pues su semblante no dejaba percibir más de lo que sus palabras indicaban, pero me gustaba investigar hasta inmiscuirme en lo más profundo de las personas. Era un juego que me divertía mucho, aunque siempre empezaba con cautela. Nunca sabías con quién te podías cruzar. - Sígueme, Dave. Iba a emprender el camino hacia la sala, cuando un papelito chocó contra mi cara nada más me hube dado la vuelta. Lo agarré antes de que cayese al suelo y miré al director departamental a modo de disculpa. - ¡Wil, espero que esto no sea ninguna bromita vuestra! En verdad me extrañaba, pues mi elfo no era para nada bromista. Pero no me fiaba tanto de Mark. Y menos si se había juntado con Bolinda. Leí el contenido del papel y mi ánimo volvió a florecer de nuevo, o más, porque ya estaba suficientemente emocionado con la idea de reinaugurar el negocio. Cye estaba cerca, o lo había estado. Tenía muchas ganas de hablarle del nuevo proyecto y deseaba que se uniera, aunque ya no fuera copropietaria del Ars & Vita. Me guardé el papelito en el bolsillo del pantalón y me percaté de que el hombre todavía esperaba. - Por favor, discúlpame, pero debo enviar un mensaje -le comuniqué a Dave-. No tardo nada, ¿quieres tomar algo? Te pueden bajar lo que quieras de la azotea -miré a la recepción-. ¡Saburns! Manda que le traigan lo que quiera tomar el caballero y condúcele a la sala A. Ahora mismo voy. El elfo se puso en marcha enseguida y tomó la mano del director departamental para conducirle a la sala indicada. - Vamos señor, sígame. ¿Sabe que tenemos unos camerinos enormes y que los actores y actrices pueden tener el suyo privado? No creo que le pueda enseñar el del señorito Wild. - ¡Ni se te ocurra! -contesté desde el mostrador de recepción, viendo cómo entraban ya en la sala. Me había hecho ya con un pergamino, una pluma y tinta y redactaba con toda la rapidez que podía el siguiente mensaje: - ¡Wilmo! El pequeñín apareció de inmediato, esperando la órden. - Mira a ver si Cye está por ahí fuera y dale esto. Si no, llama a Nix y que se lo entregue. No dijo nada. Simplemente tomó el pequeño pergamino, lo enrrolló y en un chasquido de dedos desapareció. Le adoraba. Era tan diligente que a veces me daba hasta apuro pedirle las cosas. Ay, Cye... Qué ganas tenía de verla y poder hablar con ella. Me había enterado no hacía mucho de su marcha de la copropiedad. Lo entendía perfectamente aunque me encantaba compartirlo con ella, pero demasiado que me había apoyado a pesar de tener mil negocios por su cuenta. - Ostras, el director. En pocos segundos estaba de vuelta con Dave, dispuesto a escucharle y ver su reacción al contemplar aquel mágico espacio. @ @
  23. http://i65.tinypic.com/wkqr8z.png (Pinchar en la imagen para más información) - ¡Wilmo! ¡¡WILMO!! Estaba muy emocionado. Por fin haría algo por renovar todo aquello. No sabía cuán al tanto de la situación de mi negocio estaba el Ministerio y por miedo a que me lo pudieran cerrar, había tomado la decisión de reestructurarlo entero, y cambiar la imagen corporativa del mismo. Y el primero en enterarse, debía ser mi elfo personal. - Mira lo que tengo -dije enseñándole el gran cartel que traía entre mis manos. Saqué mi varita, dejé que lo contemplara durante unos instantes, y apoyé la punta de Dror sobre el papel, que inmediatamente cambió de forma, dejando a la vista la invitación a la mascarada de reingauguración. - Hay que hacer una reunión con todo el equipo. Avísales. Y luego os tenéis que encargar de repartirlos por todos lados. Quiero carteles del evento en todo el Callejón, en todo Ottery, y si me apuras, en todo el Ministerio. Lo dije casi sin respirar, casi sin pensar. Estaba demasiado emocionado para ello. Quizá había sido un poco exagerado, pero me daba igual. El Ars & Vita se renovaría, y las obras deberían comenzar enseguida para tenerlo todo listo para el 8 de agosto. Ya no había marcha atrás. No sabía si funcionaría o si tendría éxito, pero al menos le daría la oportunidad a aquel lugar con el que siempre había soñado. Bueno, no siempre, pero sí desde que en un viaje a España había descubierto un maravilloso establecimiento de artes escénicas a orillas del mar cantábrico. - Ah, y te tendrás que encargar de las reformas. Yo intentaré ir al Ministerio para rellenar todo el papeleo. -respiré y sonreí a mi elfo, algo aturdido-. Vamos Wil, ¿cuánto tiempo hacía que estábamos esperando a hacer esto? Entonces, Saburns apareció en el despacho solicitando mi presencia en el vestíbulo, donde había pasado las veinticuatro últimas horas maquinando todo aquello y las últimas seis enfrascado en la elaboración del cartel. Al parecer un hombre del Ministerio quería algo sobre servicios del Departamento de Transportes. - Voy para allá, dame dos segundos. Me acerqué al espejo y con un toque de varita me adecenté, pues estaba en camiseta de tirantes y pantalones cortos de chándal, descalzo y despeinado. Casi no había salido de allí e incluso había descansado durante unas horas en el sofá que, aunque no era incómodo, tampoco dejaba buen cuerpo. Una túnica larga azulona con ribeteados en cuero negro cubrió mi cuerpo y mis cabellos recobraron su alisada forma, aunque gozaran de entera libertad de movimiento. En pocos minutos me encontraba en el hall, donde el hombre mencionado esperaba pacientemente sentado en uno de los sillones. - Buenas tardes -le saludé tendiéndole la mano para estrechársela con una alegre sonrisa-. Adrian Wild, dueño del Ars & Vita. ¿A qué se debe la visita ministerial, señor... -observé la placa que portaba sobre él donde venían su nombre completo y cargo; vaya, era el director del departamento- Black? @
  24. El hipogrifo parecía divertirse con las doxys que nos siguieron durante unos minutos. Les lanzaba picotazos y batía sus alas desplazándolas unos cuántos metros más allá. Ellas se revelaban y volvían a la carga con su rápido aleteo. Sonreí al ver que el animal disfrutaba a pesar del anillo dorado que rodeaba su cuello. Me agradaba sentir que aquel encantamiento no implicaba una plena subordinación dañina, sino que se podía encaminar por un lado amistoso en el que reforzar la relación entre la bestia y tu propio ser. Caminé unos pocos metros hacia la ladera del cráter. Mis pies exploraban el terreno y todos sus entresijos. Cada piedrecita, cada brisa, cada movimiento subterráneo provocado por pequeñas criaturitas, cada caricia de la hierba o cada suave lamido de la humedad que extrañamente brotaba de algunos puntos verdes; todo podía sentirlo a través de mis pies descalzos, con los que, además, absorvía la energía de aquel mágico lugar. ¿Cuánto más podría sentir y absorver si fuera sacerdote como mi cuñada? Aquello rondó por mi cabeza durante un buen rato. El camino comenzó a complicarse, pues había que ascender hasta la cima de nuevo y encontrar el acantilado donde nos debíamos reunir. Miré a mi hipogrifo y simplemente con desear que se acercara para montarle, obedeció, dejando atrás a un par de doxys que seguían empeñadas en su molesta tarea. - Me gustaría ponerte un nombre, pero no quiero encariñarme porque te tendré que dejar atrás tarde o temprano... -acaricié el lomo del animal-. Fugio. Me gusta. Subí sobre el hipogrifo y enseguida alzamos el vuelo. Tenía un vuelo limpio y fluído. Tenía experiencia, lo que me indicaba que no era joven. Sencillamente, me relajé sobre su lomo y disfruté de las espléndidas vistas, ocupando mi mente con el único objetivo de encontrar el acantilado. Y allá a lo lejos lo vi, con algunas personas ya en él, espectantes. El trayecto se alargó al cruzarse ante nosotros otro hipogrifo que portaba a dos personas. - ¡Ey, cuidado! -atiné a gritarles. No se si me escucharon, pero consiguieron sosegar al animal y proseguir su camino. No llegué mucho después que ellos al acantilado, donde Fugio descendió con gran cuidado y justo escuché a la chica que compartía el hipogrifo con otro muchacho contestar bastante secante a la Malfoy. Últimamente había aprendido a controlar mi curiosidad, aunque en pocas ocasiones lo conseguía del todo. Pero al menos, era capaz de dejarla insatisfecha durante unos instantes. Y así decidí hacer en aquella ocasión. Por el momento. Simplemente me coloqué al lado de Cye sin dejar de sentir la presencia de mi hipogrifo y acerqué mis labios a su oído: - ¿Ha dado alguna otra indicación Athena? -susurré en un gesto muy disimulado, atento a los movimiento del resto de personas. Presté atención al rostro de la afectada, la Malfoy. A mí tampoco me causaba mucho agrado su persona, pero tampoco la temía ni menospreciaba. Sencillamente, me era bastante indiferente. Aunque debía reconocer que no me gustaría que las lecciones se vieran afectadas por cualquier mal comportamiento. Todavía no me metería donde no me habían llamado y donde no había motivo aparente para comentar con lengua afilada. Entonces me percaté de la otra chica que estaba al otro lado de mi cuñada (Bel) y a la que no había saludado. - Perdona, soy Adrian Wild, ¿no nos conocemos verdad? Repetí mi nombre a pesar de haberlo dicho ya en la presentación inicial, pero era perfectamente comprensible que no se acordase o cualquier cosa y así hacía la presentación de forma más personal. Total, parecía que debíamos esperar a que todos consiguieran llegar al acantilado, así que había que llenar el tiempo de espera de alguna forma.
  25. Espera un momento. ¿¡También necesitamos todos los anillos del primer libro!? Ay, por Merlín. ¿Y ahora qué hacía yo? Ni por casualidad mi elfo me habría metido en los bolsillos de la túnica los anillos, ni si quiera en los bolsillos de los pantalones, no recordaba haberlos cogido en ningún mom... - ¡Seré idi***! Los tenía colgados al cuello, junto al amuleto volador. Había juntado ambos anillos de forma provisional en la misma cadena del amuleto para tenerlos siempre conmigo de una forma más cómoda que en los dedos de las manos. Y menos mal, porque si no, acabaría con todos los dedos metalizados. Los tanteé a ambos, el anillo de las plagas y el de amistad con las bestias. Menos mal. Ya me estaba viendo lidiar con todos los hipogrifos hasta conseguir la incondicional disposición de alguno de ellos. Aunque realmente, eso era lo que menos me preocupaba; las plagas no eran lo mío y poder contar con un anillo que las repeliese, era maravilloso. Me fascinaba el trabajo que realizaban en la Oficina contra Plagas del Departamento de Criaturas Mágicas. Prefería mil veces las catástrofes y accidentes provocados por cualquier fechoría mágica siempre y cuando no hubiese ninguna plaga implicada. Y no por nada había tomado hacía tiempo la decisión de trabajar junto a los accidentosos en lugar de en el departamento de las criaturitas. Aunque con todas las mascotas de la tercera planta ya había tenido cubierto el cupo de seres vivos extraordinarios. No sé si fue casualidad o una obsesiva posición acosadora, pero en aquel preciso momento vi que llegaba una antigua conocida. ¿Acaso me perseguía? Sherlyn pasaba de ser una inocente y dulce chica a ser una acosadora tremendamente maquiavélica para mí. Le dediqué una sonrisa que no sabría muy bien cómo describir, pero dejémoslo en que intenté transmitir un sentimiento de paz. No una transmisión de paz interna, sino de una petición, de esas de bandera blanca. Por el resto estaba bastante cómodo y me sentí fuerte para comenzar la tarea de hacernos con un compañero de aventura. Jugué un rato con aquella increíble sensación de la hierba cosquilleándome las plantas de los pies desnudos y colándose entre mis dedos y entonces, lanzándole una mirada retadora a mis compañeros, concedí a mi impulso de correr hacia el valle del cráter en busca de mi hipogrifo que saliera y se moviera con el aire fresco. La velocidad vampírica me ayudó, aunque hubo algo que hizo que me detuviese. Bueno, más que detenerme, me hizo estamparme contra el suelo. Normalmente solía sortear los obstáculos como piedras o troncos de forma rápida y eficaz, pero aquella piedra se movió, entorpeciéndome la maniobra. Era un pogrebin. - Desmaius -conjuré en un rápido movimiento de varita, viendo cómo el rayo impactaba en el asombrado ser y éste caía rendido sobre la tierra húmeda, revelando su entera fisionomía. Tierra húmeda... Qué extraño que fuera así, en aquel lugar volcánico. Supuse que habría sido a causa de una lluvia reciente. Continué mi camino, algo ya más despacio. Me aproximaba a la zona de los hipogrifos. Fui observando sus reacciones. Algunos se alteraron al ver emprender el vuelo a uno de los suyos con una bruja sobre su lomo. Juv ya había conseguido el suyo. - ¡Auch! Maldición. Algo me había picado. Casi ni me había percatado de que el anillo de plagas brillaba y vibraba, avisándome de alguna plaga cercana. Al principio no conseguí adivinar qué ser me había podido atacar, hasta que mis pies dejaron el suelo atrás y comencé a flotar levemente por el aire, sin subir mucho. - Maldito billywig. Con mi varita todavía en la mano, pensé un claro "Orbis bestiarum" con el que obtuve el control sobre el insecto y le ordené parar. Una vez pude apuntarle con Dror, murmuré: - Petrificus Totalus. El insecto quedó petrificado y yo deshice el conjuro que le mantenía cutivo. Al menos así no me volvería a picar, y sus compañeros habían obtenido una muy buena advertencia, lo que provocó que se alejaran, dejando atrás al billywig petrificado. Tardé unos minutos en retornar al suelo de nuevo, pero en cuanto lo hube hecho, me acerqué rápidamente hacia los hipogrifos. En cuanto me hube acercado a una distancia prudente de uno completamente blanco a excepción de unas motas negras en la cabeza, dejé que detectara primero mi presencia. Me aproximé dos pasos y realicé una reverencia amplia. Alcé la cabeza para ver cómo reaccionaba, pero se mantuvo altivo y no parecía querer corresponder a mi reverenca. - No tengo tiempo, lo siento. Orbis bestiarum. El dorado anillo le apresó sin apretarle, pero ésto hizo que se revelara durante unos segundos, hasta que le indiqué que se mantuviera quieto. Me acerqué a él y, a pesar de su cautividad, intenté transmitirle con una caricia que no quería hacerle nada malo y que sólo lo necesitaba un tiempo. Terminó por serenarse y entonces, emprendí el camino hacia el punto de encuentro. - Si ves algún bicho extraño, atácalo. Y sígueme. Algo que me gustaba de aquello es que no tenía que tenerlo atado a una cuerda o cadena para que me siguiera. En cierta parte, le dejé libertad para que se moviera libremente por el espacio.

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