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Familia Granger (MM B: 86794)


Sophie Elizabeth Granger
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Nuevamente Elros trató de concentrarse y visualizar en su mente aquella habitación a la que había logrado llegar junto a Rosália durante la ardua meditación a orillas del Lago. Con el pasar de los segundos y sosteniendo su mirada esmeralda fija en los ojos de Sofía, se fue sumergiendo en sus pensamientos, teniendo ahora una leve interferencia de los de Arabella y Valeskya que también permanecían sentadas a muy escasa distancia en dicha biblioteca de la mansión Granger. Su respirar se volvió tranquilo, sus sentidos se centralizaron en dar con el único objetivo que tenía en mente… discernir en el subconsciente más recóndito de la francesa con tal de averiguar acerca de su pasado; tal vez allí podría hallar las respuestas que tanto le atormentaban a diario luego de inculparla de la muerte futura de sus padres. Le costó un resto empezar a concebir todo el escenario que se conformó en instantes, pues en un comienzo todo parecía ser bastante ambiguo, escueto y limitado; como si la inmortal se hubiese percatado de las dobles intenciones del pelirrojo.

 

Imágenes de una noche de sueños húmedos e involuntarios en donde la Granger anhelaba el amor de Julián, mientras éste se lamentaba por no haber podido concretar una vida junto a ella y sus hijos al tener que marcharse a su reino. Escenas de una despedida apasionada y llena de lujuria, ambos compenetrados al máximo… a tal punto que parecían no tener un límite; todo era locura, frenesí y pasión carnal. Y finalmente logró vislumbrar una puerta tridimensional que el tipo intentó utilizar para permitir el paso de congéneres a este mundo; mismo portal que fue cerrado por Sofía en compañía de su actual directora de Misterios Juv y su padre Elvis Gryffindor, dejando encerrado a Julián en una especie de limbo prodigioso que lo mantendría en sus demarcaciones témporo-espaciales por un buen lapso de tiempo.

 

-¡Vaya! Ehhh… ¿Al infierno dices? ¿Murió?- alcanzó a pronunciar el ojiverde, pues sus mejillas se sonrojaron en el acto cuando se dio cuenta que la cremallera de su bermuda de jeans se había abultado considerablemente producto del recuerdo lascivo de la Granger; lo que le instó a poner su taza de té de inmediato en aquella zona para pasar desapercibido por el grupo de tres brujas que le miraban fisgonas. -¿Té? Ehhh… no, Sofía. Muchas gracias. Preferiría un vaso de zumo de naranja bien helado… con harto hielo por favor- dijo luego el mago inefable, sonriendo nervioso por la revolución hormonal que le afectó silenciosamente al vislumbrar todo como si fuese un actor principal en la película de la rubia.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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La rubia miro al Gryffindor extrañada por su repentino comportamiento, si no supiera que aquello era imposible pensaría que el joven había leído sus últimos pensamientos, pero aquello no era posible, al menos que estuviese versado en la legilimancia. Si eso era cierto, esperaba haberlo avergonzado con sus pensamientos pecaminosos. Hizo una seña a la elfina para que se acercara y le ordeno traer el zumo helado para Thomas.

 

- Thomas, ¿todo bien? - pregunto inocentemente mientras dejaba su taza de te en la mesa y volvia a dirigir su vista hacia donde se encontraba el lago - no, no esta muerto, es un demonio, de grado alto en su clan, normalmente no puede salir del infierno, pero cuando sale, me provoca jaqueca, así que por ahora dejemoslo donde esta

 

- Ven, acompáñame al lago, quiero mostrarte el lugar y ya veras porque y como quiero acomodar los cerezos - le dijo levantándose y caminando hacia la puerta que quedaba a un costado de donde estaban, las Granger habían planeado la biblioteca para poder no solo ver los jardines desde la ventana si no incluso salir a caminar en compañía de un buen libro - primas, en cuanto se pongan al día pueden acompañarnos si lo desean

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-¡Claro que sí! Está todo bien… Solamente me quedé pensando en la remota posibilidad de que el padre de tus hijos, efectivamente, hubiese estado muerto. ¿Qué clase de padre deja a sus retoños al cuidado de su madre sin brindarle apoyo, amor y protección? ¡Es obvio! Se tenía que tratar de un demonio del infierno… ¿Qué apego va a tener con Oscurus y Mith? ¡Ninguno! Por más bien que tú hagas tu papel de madre… siempre va a estar carente el otro lado de la moneda… la figura paterna- comentó el Gryffindor, al mismo tiempo que tomaba con agrado el zumo de naranjas bien helado que la elfina de la mansión Granger le trajo con amabilidad tras escuchar la orden de la francesa; refresco que le serviría para calmar el foco de pasión que se había encendido en su cremallera de la bermuda luego de leer la mente de la vampiresa libidinosa y ardiendo de lujuria. -¡Mejor que se quede donde está! Coincido al respecto. Cuando tu pareja se transforma en una jaqueca irreversible… es mejor que aquella relación insana se mantenga distanciada. La vida es una sola… y hay que vivirla… eso te incluye a ti también, Sofía… no por ser inmortal no vas a disfrutar los días de primavera de la estación más agradable del año… a no ser por las malnacidas alergias- agregó antes de beber un buen sorbo del exquisito y fresco jugo cítrico dulce que tanto le gustaba ingerir a la hora del desayuno por las mañanas antes de laborar.

 

-¿Al lago? ¡Bueno! Me encantaría… eso sí… ¿No te parece descortés dejar a Valeskya y Arabella solas en la biblioteca? Desde que llegué se han quedado mudas como estatuas de mármol; lo único que han hecho todo este rato es desviar los ojos de un lado para otro, sin saber qué decir en relación a nuestra plática… ¿O no señoritas?- preguntó caballerosamente el pelirrojo, sonriendo luego de manifestar su opinión delante de ambas brujas. -Pero ya, no puedo rechazar la invitación de la traviesa matriarca del hogar. ¡Con su permiso!- añadió sin perder sus modales de cortesía antes de encaminar sus pasos detrás de los de la rubia, la cual se dirigió hasta una puerta cercana a la sala de libros. -Será excelente saber en qué área piensas acomodar los cerezos que vimos en Japón. Sé de un hechizo… que aprendí en mi clase de herbología… para hacer crecer un árbol más allá de su límite; es decir, potenciar sus cualidades fisiológicas con solamente un vaivén de mi varita- finalizó alegremente el mago inefable de brillantes orbes esmeraldas, esperando que la travesía fuese magistral.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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La rubia sonrió ante la preocupación del Gryffindor por la figura paterna por lo que decidió tranquilizarlo. Sus hijos tenían ciertos poderes que les permitían convivir con su padre aunque no de la manera tradicional, incluso para gente tan especial como lo era el mundo mágico.

 

- oh no, a ellos si los ve, una larga historia, luego te la contare con calma - dijo mientras el pelirrojo terminaba el zumo de naranja y se levantaba para acompañarla. Miro a las chicas tras el comentario de Thomas y le hizo un gesto restando importancia al asunto. - no lo creo, las chicas tienen mucho que platicar y esta es la casa de ambas pueden ir y venir por todo el lugar cuando consideren oportuno.

 

- Venga, vayamos al lago, este no es natural, lo construimos en los inicios de la familia, esta casa la conseguimos en oportunidad y la remodelamos por completo, ya casi estaba terminada cuando decidí hacer un enorme hoyo en el jardín, llenarlo de agua y esto fue lo que resulto del ataque de locura - dijo cuando estuvieron frente a el.

 

En una de las orillas se encontraba una palapa con sillas y mesas, también se podía ver un muelle y un par de lanchas para recorrer el lago y al fondo, justo donde el lago terminaba se podían ver algunos arboles frondosos. Un par de jacarandas cuyo color purpura le daba un toque mágico al lugar y sus compañeros, tres arces, cuyas hojas en tonos rojizos contrastaban de manera hermosa con el morado.

 

- vez esos arboles de alla, los purpura y rojo? Justo, a ambos lados del camino pienso poner los cerezos y algunos ejemplares de roble amarillo, y mas arces y jacarandas - dijo la rubia emocionada con su nuevo proyecto. Cuando el brujo le dijo que conocía algo de herbología y que podía ayudarla con los cerezos brinco como niña pequeña en jugueteria.

 

- ¿de verdad puedes hacer eso? herbología nunca fue mi fuerte, pero si en realidad eso se puede hacer, me encantaría que me ayudaras con esto, me vendría bien una mano fuerte y ágil con la varita - le pidió al mago mientras con su andar habían llegado a los arboles que le había mencionado. Cerca de donde estaban comenzaban los limites con el bosque prohibido, del cual solo los separaba una cerca colocada ahi tras el nacimiento de los gemelos, para imponerles un limite en sus correrías. Tomo un leve impulso y se sento sobre la cerca mientras dejaba que el aire fresco del bosque despeinara un poco su melena rubia. - Asi que, ¿que dices, Thomas?

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  • 2 semanas más tarde...

-¡Vaya que la has remodelado, Sofía! Tu mansión es maravillosa. Tiene toques de elegancia que, hoy en día, ya no se ven por las moradas de Ottery… muy sofisticada. Esperable de un linaje tan famoso como el tuyo, Granger- comentó Thomas con simpatía, al mismo tiempo que sus orbes esmeraldas se asombraban con el esplendoroso lago artificial que la rubia y su familia habían creado a las afueras de la residencia. -¿Un ataque de locura? Una locura muy artística… sería una buena definición. Te ha quedado muy acogedor todo… es una de las mejores vistas que he contemplado; sin considerar mi balcón en la Gryffindor- añadió con una sonrisa radiante dibujada en su pulido rostro mortal; observando con sumo cuidado cada uno de los detalles de la ornamentación que se podían vislumbrar desde la puerta que comunicaba el patio con la biblioteca en donde habían estado reunidos anteriormente junto a Arabella y Valeskya. -¡Claro que los veo perfectamente bien! Son unos ejemplares dignos de explorar en vivo y en directo. Me imagino que has tenido bastante trabajo con ellos… o bueno… el jardinero o los elfos que estén encargados de su mantención. Los árboles son, al igual que nosotros, seres que requieren de cuidados… especialmente al comienzo- dijo con un toque de seriedad en su hablar mientras divisaba un lote de lanchas varadas en el muelle para recorrer el estanque con tranquilidad y armonía.

 

-¡Claro! Me agradó mucho aprender de Herbología. No será una labor fácil, pero con todo el tiempo y la dedicación que puedo brindarles… el proyecto de tu “bosque colorido” podrá terminarse en cuestión de meses. Hay árboles milenarios… como las araucarias, que tienen un crecimiento muy lento; pero nosotros… con “magia” podemos adelantar eso ¡JaJaJa! Sin interferir, obviamente, en su período de maduración- expresó el mago inefable, una vez que ambos estuvieron bajo el frondoso lugar que albergaría a los sakuras japoneses que la rubia deseaba plantar cuando tuviese la oportunidad de hacerlo. -¿Qué digo de qué? ¿Quieres que yo sea tu jardinero? O… ¿Ésta es una invitación formal para habitar tu mansión por el lapso temporal que considere necesario con tal de implementar bien el tema? Tú sabes que yo no voy a dejar la casa de mis pa… o sea, la mansión de mis tíos. ¿Deseas que me quede aquí por unos días?- preguntó el extrovertido veinteañero, al mismo tiempo que se sentaba junto a Sofía sobre la verja que separaba los límites de los Granger.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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Era como mínimo la cuarta vez que lo oía trastabillar al mencionar la casa de los Gryffindor, la rubia no perdía detalle nunca de lo que pasaba a su alrededor. Si bien, algunas cosas las dejaba pasar, que era diferente, por ahora dejaría pasar el detalle pues tenia una propuesta que hacerle.

 

-como sabes, las Familias Granger y Gryffindor han sido mansiones hermanas por muchos años, puesto que somos primos hermanos, esta situación no tiene nada de particular, pero con la desaparición de Robin, la itinerancia de Valeskya y el matrimonio de Annick con Elvis, el matriarcado de esta casa esta algo débil. Lo que te estoy ofreciendo es algo que conviene a ambas familias, te ofrezco un puesto a la cabeza de los Granger - le dijo haciendo un pausa para que el pelirrojo asimilara la información.

 

Thomas desde luego intento interrumpir a la bruja pero esta lo detuvo con un movimiento de su mano para indicarle que aun no terminaba. La rubia pretendía que el lazo entre las dos lineas familiares se hiciese aun mas fuerte.

 

- Con Annick metida en el patriarcado Gryffindor tenemos una Granger siendo parte del liderato de la familia de mis primos, así que te estoy ofreciendo que seas el lazo en el patriarcado para los Gryffindor en la Granger. No tendrías que mudarte si no lo quieres, solo pasar de vez en cuando y hacerte cargo de algunas cosas, como ayudarme en el jardín, y tendrías desde luego una habitación para ti en esta casa - termino de informarle de la propuesta a Thomas y se bajo de la cerca donde aun estaba sentada, lo miro por un segundo y despues se dio la vuelta para regresar a la casa - Piénsalo Thomas.

 

Comenzó a caminar de regreso a la casa dejando al joven pensando en aquella propuesta tan sorpresiva. Seguramente el chico iba a dudar un poco, después de todo un patriarcado era una gran responsabilidad pero estaba segura que el podía con aquello.

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Sabia que debía ir a la casa donde vivia Sophia ya que ella había aceptado en adoptarla y debia presentarse con ella.

 

Aunque ya la conocia esto seria diferente, porque ahora no seria solo una compañera mas, ahora era su familia, ahora era su madre, adoptiva pero su madre a fin de cuentas.

 

Lo único que no le gustaba de aquello es que al fin sabría que parentesco tenia con Tomás, alguien que le desagradaba por completo, aunque trabajaban juntos no podían llevarse bien. Siempre terminaban discutiendo.

 

Pero hoy eso no importaba, iba a ver a su madre, a Sophia y debía poner su mejor sonrisa con ella aunque no le agradaran todos sus familiares.

 

Llego al castillo y entro sin inmutarse en esperar a que la atendieran. Solo quería ver a Sophia, platicar con ella y conocerla un poco mejor.

 

-Hola... busco a Sophia, di le qúe si hija a llegado- exclamo al llegar al interior de la mansión y ver a un elfo que se acercaba.

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-¿Un puesto en el patriarcado de los Granger? ¡Por las barbas del mago Merlín, Sofía! Me tomas por sorpresa… Es una invitación un tanto… “inusual”… es más… jamás he sido la cabeza de ninguna familia ni lugar en el Ministerio… De lo único que soy jefe es del taller mecánico que inauguré hace poco y que bien tú conoces- respondió el pelirrojo meciéndose sobre la verja que lo separaba del Bosque Prohibido. -También entiendo que el matriarcado esté débil con las ausencias que bien me expones, Sofía… pero de ahí a querer ofrecerme a tu familia a mí… a mí que soy un “completo desconocido”… ¿Tanta confianza me tienes a mí como para desear dejarme al mando de tu bien más preciado?- le preguntó, no pudiendo oír respuesta alguna; ya que la francesa lo hizo callar con un ademán de su mano. -¿Es una devuelta de manos al hecho de que mi ma… o sea, mi tía se haya casado con Elvis? Si ésa es la única razón de querer unir a ambas familias y hacer más fuerte el lazo de los Granger con los Gryffindor… no tengo mucho de qué negarme, Sofía… sería decirte mil excusas sin un fundamento propio con tal de negarme a tu petición- agregó mirándola fijamente, antes de que ésta se enfilase tranquilamente, una vez más, hacia las inmediaciones de la morada de los caídos de Ottery.

 

-¡LO PENSARÉ!- le gritó cuando la silueta de la rubia se perdía en el horizonte, dejando al ojiverde en solitario en medio del bosque de árboles que la vampiresa había cultivado con esmero para la ornamentación ambiental externa de su hogar. <<Le ganaré en llegar>> fue lo que caviló el inefable, instantes previos a sumergirse en aquella desagradable sensación de succión que en un santiamén lo materializó frente a la entrada principal de la mansión de los Granger, sitio en donde se topó de frente con una figura femenina a quien ya conocía de un tiempo atrás. -¿Su hija? ¿Esto es una broma no? Y de ésas de mal gusto… ¿Qué es lo que tú haces aquí Stabolito?- reprochó el alquimista mientras enfilaba sus pies desde la zona de la fachada hasta el umbral de ingreso, quedando frente a frente con la inefable de orbes grisáceos poco expresivos. -No te preocupes… Sofía está por llegar- le dijo al elfo que había atendido el llamado de la Black Lestrange, el cual se dio la media vuelta y se marchó rumbo a la cocina para seguir con sus labores domésticas. -¿Y? ¿Qué me dices? ¿Qué es lo que haces acá?- volvió a preguntar seriamente a su compañera ministerial.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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Sabia que había logrado tentar al joven mago, desde luego que confiaba en el, si era un Gryffindor, era confiable para ella. Escucho que decía que se lo pensaría, pero estaba casi segura que su respuesta seria afirmativa. Mientras fingía ser humana y caminaba a la velocidad de una pudo ver que Thomas había usado la desaparición y estaba a lado de una bruja con la que parecía algo incomodo. Observo bien a quien interrogaba su futuro patriarca Granger cuando reconoció a la chica. Al parecer Jessie finalmente se había decidido por llegar a su casa. Hacia poco que habían hablado y Sofia la había aceptado como su hija adoptiva. Apresuro el paso para recibirla.

 

- Jessie, querida, que bien tenerte por fin en casa, hija. Veo que ya se han presentado, Thomas, Jessie sera parte de la familia, de tu familia si decides aceptar mi ofrecimiento. - dijo a ambos a modo de introducir a los dos miembros mas nuevos de la Granger o al menos eso esperaba tratándose del pelirrojo.

 

- ¡Polo!, prepara la recamara a lado de la de los gemelos - ordeno a su elfo que tras una exagerada reverencia se retiro para obedecer las ordenes de la bruja. De pronto una bestia peluda y blanca apareció y planto sus patas sobre la recién llegada, su perra Lisa, una bella samoyedo color blanco como la nieve que siempre andaba por la casa buscando amor, y casi siempre lograba su cometido, la Granger no dudaba que aquella ocasión no seria diferente, mas aun porque Lisa había sido un regalo de Jessie, así que seguramente la perra reconocía a su antigua ama y sabia de que pie cojeaba.

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  • 2 semanas más tarde...

Sus ojos no podían creer lo que veían, de todas las personas en el mundo mágico, ¿porqué demonios tenía que toparse con aquel que tanto le había fastidiado su vida en el ministerio? La verdad se esperaba cualquier cosa menos a aquel ser tan despreciable en la que ahora sería su casa, comenzaba a arrepentirse de esta situación.

 

-Ninguna broma Gryffindor. Si tanto te molesta vete, que no se para comenzar que es lo que haces aquí y lo que yo haga no es de tu incumbencia- exclamó de forma altiva y altanera encarando a su compañero inefable.

 

Thomas despidió al elfo con amabilidad, cosa que le pareció absurda a decir verdad, pero no era algo que a ella le importara mucho en realidad. Cruzo sus brazos sobre su pecho mientras descansaba su peso en la pierna izquierda, fulminando a su interlocutor con la mirada.

 

-Exactamente lo que le dije al elfo, vengo a buscar a Sophia, mi madre...

 

Por suerte, Sophia llegaba en ese momento, salvandola de tener que dar más explicaciones de las estrictamente necesarias, presentando a Thomas con la chica de orbes grisaseos, la cual no podía estar más molesta, solo que debía reservarse sus comentarios frente a su madre, a fin de cuentas estaba bien educada.

 

-¿Él es parte de la familia?- preguntó Jessie sorprendida - oh vamos, esto debe ser una mala broma, no puedo ser familiar de este... este... arg simplemente no nos soportamos.

 

Traspuso el umbral de entrada con paso firme y seguro, sabiendo a donde ir y como desenvolverse en aquel lugar. La verdad no llevaba ni cinco minutos en aquel lugar y ya lo sentía su hogar de años.

 

-Madre, no puedes decir eso en serio... yo, familia de este... simplemente no es sano- mascullo dejándose caer en una pared, recargándose con desenvoltura -​ terminaremos destruyendo la casa, eso es seguro

 

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