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.:: Castillo Black ::. (MM B: 97834)


Matthew Black Triviani
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Toda marchaba bien, no se sentía incomoda y le alegraba poder tener un momento a solas con su madre. Solo esperaba que los demás invitados llegaran, quería compartir un momento agradable con sus otros familiares.

 

- Estaba bromeando con llevarme tus prendas, pero si no te importa..lo haré- Le dijo a su madre mientras reía y acomodaba su cabello.- Igualmente te queda bien ese vestido, estas muy guapa.- Le dijo mirándola de pies a cabeza. No sabia que contarle a su madre, que cosa le podía contar para matar el tiempo?.

 

- Es la primera vez que asisto a otro castillo que no sea el de la familia, no soy muy sociable que digamos. La verdad es que no tengo muchos amigos..pero eso no significa que me sienta sola.- Quería tener mucha más confianza con su madre y contarle todo lo que pasaba en su vida, pero no habían tenido tiempo para ese tipo de charlas de madre e hija. Tenia que admitir que el hecho de estar con su madre la hacia sentir bastante bien, era tierno poder compartir con ella. No solía demostrar sus sentimientos, pero se trataba de su madre así que sin pensarlo más de dos veces se levanto y le dio un abrazo.

 

 

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Escuchaba con suma atención cada una de las palabras que brotaban de la morena que tenía al frente, no la hallaba similar a ella. Charlot era más desinhibida y mucho menos tímida de lo que era Maida o lo de lo que había sido al llegar al Londres. De hecho, se pasaba esos días encerrada en Hogwarts con la única compañía de su elfo doméstico a quién tenía de lechuza con la correspondencia que se traía con su madre. Su verdadero quiebre había sido postularse como futura mortífaga, pero bueno, seguramente su hija no necesitaba esas cosas para plantear bien su status social.

 

Estaba por contestarle algo cuando se vio sorprendida por un tierno abrazo. Fue cuestión de un segundo o dos que le tomó darse cuenta del gesto, y procedió a estrecharla contra sí misma. Acarició sus cabellos negros al tiempo que asimilaba el dulce aroma de su perfume.

 

No tendrías porqué sentirte sola, mi familia es bastante numerosa ahora, y aunque nunca termines de conocerlos, yo estoy al alcance de una pluma, siempre —le dijo casi sobre el cabello, su pelambrera era espesa y divertida al mismo tiempo, no como el cabello lacio que ostentaba la Yaxley—. También pertenezco a los Black, no es que me haya colado en el castillo para esta cena.

 

Cuando por fin se separaron, quiso contarle un poco de ella siempre con una sonrisa en los labios.

 

Verás, de hecho, soy hija de una Ivashkov, sólo que de momento está ausente del pueblo y encontré cobijo en Luisitha Black —si, las relaciones familiares de Maida eran un tanto complicadas, pero seguramente luego se entendería—. Pronto, mi tío Orión, a quien muero porque conozcas ¡Ya mismo!, tuvo algunos devenires en la vida y tuvo que tomar la Manor Yaxley como refugio, instalé mi residencia principal allá, pero bueno...supongo que soy bien recibida en los tres lugares. Esta cena la hice aquí, porque quería tenerlos un poquito para mí solita, ya habrá lugar y espacio para el resto de la familia.

 

La tomó de la mano y la encaminó hacia el armario, mostrándole justamente lo que había mencionado antes, su poca diversidad de prendas. Se encogió de hombros y rebuscó entre sus cosas hasta hallara una peineta de madera forrada en cuero negro, para adornar el pelo, no solía usarla pero le encantaba. Se le entregó.

 

Va a hacer que resaltes aún más en Hogwarts, ¿cómo van esas clases? —preguntó entonces.

 

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Estando allá veremos quién se muda con quién”… Esa era una sutil manera de aceptar su propuesta. Si bien su hermana no había dicho que sí de manera literal, su frase le daba entender a Mahia que su idea había sido vista con buenos ojos. Y eso le hacía más que feliz. Repetía las palabras en su mente una y otra vez mientras se concentraba por aparecerse en su cuarto, con la castaña entre sus brazos, dando pequeños besos en su cuello, erizándole los bellos de la nuca.

 

Llegamos, bella durmiente – Murmuró en el oído de Gabrielle una vez en su habitación. Depositó un beso en él y alejó el rostro para mirarla a los ojos. Le sonrió, suspiró y suavemente la recostó en su lecho.

 

Conociendo a su novia, estaba segura de que pasar frío era lo último que deseaba en ese momento, pero era inevitable debido a la pérdida de sangre.

 

Quitó sus zapatos y removió su vestido y capa con un movimiento de varita. Rebuscó en su armario y volvió con una remera de las suyas y su sweater azul preferido, colocándoselo mientras se sentaba a su lado. Las prendas le quedaban algo grandes, puesto que la Black era más alta, y los puños del abrigo llegaban a cubrir hasta sus manos. Quizás había sido demasiado el atrevimiento de modificar un poco su vestimenta, pero tanto sus ropas como las de ella estaban impregnadas de olor a humo y alcohol.

 

Lo siento amor, no tengo nada rosa. A decir verdad dudo tener algo que no sea blanco, negro, azul o verde. – Bajó la mirada y entornó las cejas con evidente consternación en sus ojos, ladeando la cabeza hacia su hombro derecho mientras pensaba. – Me vas a tener que acompañar a elegir guardarropa, un poco de elegancia no me haría nada mal.

 

Una vez cómoda, arropó sus piernas desnudas con el edredón que se encontraba bien doblado a los pies de la cama.

 

Podes cambiarte luego, ahora descansá

 

Acomodó un mechón rebelde detrás de su oreja. No hacían falta palabras, puesto que sólo con mirarse entendían todo. Era parte de la conexión que había surgido hacía muchos años ya, y que no hacía otra cosa que aumentar. La invitó a cerrar los ojos nuevamente y bajó la mano hacia su mejilla con un toque delicado antes de pararse.

 

Voy a bajar a prepararte algo de comer. ¿Vas a estar bien sola? Una vez que hayas descansado lo suficiente bajá y de paso hablamos de lo que te propuse antes. –

 

Mientras esperaba su respuesta volvió a su ropero y separó una muda de ropa: una camisa entallada esmeralda y una falda de jean. Se quitó la chaqueta y la remera lentamente, subiendo los brazos, mostrando en el movimiento los músculos en su espalda. Se cambió, haciendo lo propio con sus pantalones y la falda.

 

No le gustaba la idea de dejarla sola. Frunció la boca y volvió a su lado, acuclillándose y tomando su mano mientras se acercaba a darle un beso en los labios. Jadeó al sentirla y la acarició sutilmente con la lengua, humedeciendo sus labios y aplicando un poco más de presión luego, separándose antes de que todo se volviera borroso nuevamente. Algo agitado se incorporó sin soltarla, deseándola.

 

Siento que no puedo estar ni un minuto lejos de vos. Te espero abajo amor. -

 

Le sonrió una última vez y cerró la puerta tras de ella, asegurándose de que su amada se hubiese recostado. Descendió las escaleras bajando los peldaños de dos en dos mientras se arremangaba los puños de la camisa hasta por encima del codo y saltó los últimos 3 escalones a la vez, comenzando a dirigirse hacia la cocina. Dejó salir una pequeña carcajada de felicidad al recordar a la ojimiel en su cama y miró hacia atrás, tentada en volver para acostarse con ella.

 

Necesita comer, animal, casi la dejas anémica” pensó, reprimiéndose a sí misma. Siguió su camino, moviendo la cabeza para despejar la idea, sabiendo que ya tendrían tiempo para volver a estar juntas.

 

Ya casi llegaba hasta su destino cuando escuchó las voces de Otto y dos mujeres más. Normalmente no le habría dado mucha importancia. El patriarca Black era un buen tipo, lo quería, pero nunca habían sido demasiado cercanos y prácticamente no compartían intereses afines, por lo que sus charlas se daban por dos motivos: por casualidad, o por reuniones familiares.

 

No obstante, en aquel momento Mahia había reconocido la voz de una de las mujeres. Alzó las cejas sorprendida y dio dos pasos hacia atrás, mirando a través de la puerta que daba al living: Jessie, su hija adoptiva, se encontraba abrazada a Otto y ambos sonreían junto a otra muchachita. Extrañamente, su primogénita no le había avisado que haría visita, y estaba más que segura de que a Gabrielle tampoco.

 

 

– ¡Jessie! ¿Cómo estás mi niña? Veo que el motivo e tu visita no son tus madres - Alzó la voz un poco mientras se desviaba de su objetivo y los llamaba, divirtiéndose un poco. La apuntó con un dedo y con fingida indignación le recriminó – Podrías haber avisado mujercita. De todas maneras acá todo queda en familia. –

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*je t'aime


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Sirius llegaba a través de la red flu utilizando la chimenea del castillo, en cuanto pudo contempló con asombro el comedor y la deliciosa cena que había preparado su madre Maida Yaxley en compañía de su hermana y se sintió muy relajado bajo las lamparas de luz verde esmeralda que brillaban incesantemente en el techo de todo el salón y que guiaban hasta el comedor de la familia. Le recordaba claramente a la sala común de Slytherin donde había pasado la última noche y se sentía muy comodo, empezó a andar lentamente hacia el comedor observando todo detenidamente, en el alfeizar de la ventana que daba al jardín, pudo observar como estaba decorado todo con diamantes color esmeralda, piedras preciosas color blanco, y pequeñas esculturas de serpientes, algunas plateadas y otras verdes, la mayoría de ellas adornadas con hiedra que a su vez, subía por las paredes hasta el techo, haciendo sentir el ambiente cálido con un aroma humedo a agua y vegetación. en su camino al comedor, a mitad del salón observó una fuente que en su punto medio tenía dos esculturas de serpiente y en la base de la fuente, grabadas con letras plateadas los apellidos "Riddle, Black, Yaxley, Lestrange, Malfoy, Gaunt"

Sirius aún llevaba su uniforme de Hogwarts, siempre se sentía comodo con él, al acercarse al comedor pudo ver a su madre Maida que estaba elegantemente sentada a la mesa con su cabello siempre hermoso y reluciente.

 

-Hola mamá he venido, gracias por la invitación y por esperarme! espero no haber llegado tarde, estoy ansioso por ver a mis hermanas, cómo estás? -

 

Tomó asiento al lado de Maida, su madre y tomó una manzana verde, las cuales eran sus favoritas, el clima afuera era humedo, lluvioso y a la vez frío, pero eso le gustaba mucho a Sirius, lo hacía sentir seguro y tranquilo, a través de las ventanas del comedor podía verse un gran lago, apenas iluminado por el cuarto creciente de la luna, y a lo lejos los arboles de un hermoso y amplio bosque se movían ligeramente con cada ventisca de viento. Todo para Sirius, se veía hermoso.

Slytherin - Sirius Black

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Le emociono demasiado el detalle de su madre, no se lo esperaba y eso la sorprendió mucho. Era un hermoso obsequio que guardaría para siempre. Su cabello no estaba en las mejores condiciones para utilizar la peineta así que decidió tomarla y guardarla en su bolsillo con mucho cuidado. Las palabras de su madre le daban mucho animo, ella parecía tener todo bajo control.

 

- Gracias madre, es realmente hermosa- Le dijo mientras la miraba de una manera muy dulce.- Hablando del tema de la clases...mmm..ya me queda poco tiempo para graduarme así que muy pronto estaré libre sin tener que preocuparme por trabajos y toda esa cuestión.- No era la mejor estudiante pero tampoco la peor, últimamente había mejorado en sus notas y todo gracias a el esfuerzo y compromiso.

 

Uno de sus hermanos había llegado al encuentro, eso la emociono demasiado ya que tendrían mucho más de que hablar. Dejo de habar con su madre para dirigirse hacia su hermano y saludarlo.

 

- Hola hermano, como estas? me alegra mucho verte- Le dijo mientras se acercaba para darle un abrazo.

 

 

@ @Sirius_Black19

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Aleksandra estaba disfrutando de una de sus obras literarias favoritas cuando la invitación de su madre Maida llego. Al parecer había organizado una pequeña cena familiar, no presto mucha atención al horario de la nota por lo cual se tomo su tiempo para arreglarse.

Tomo un largo baño de burbujas, después escogió su ropa seco su cabello y lo arreglo dejándolo suelto con rizos en las puntas se vistió con un suéter beige una falda en color bordo, medias largas finas negras y botas por debajo de la rodillas con muy poco tacón negras. Luego de maquillarse, tomo su pequeño bolso en rosa viejo, guardo su varita y volvió a verificar la invitación.

Iba llegar tarde, la puntualidad nunca había sido su fuerte, y por encima de todo el lugar al que debía ir estaba muy lejos, definitivamente debía hacer el examen de aparición. Con un suspiro resignado chasqueo sus dedos llamando a uno de sus elfos.

-Ama Aleksandra -la elfina hizo una reverencia -¿Qué puede hacer Mystic por la ama?

-Necesito que me lleves hasta la mansión Black.


-Si, ama –la criatura asintió feliz

 

Tomo la mano de la elfina y cerró los ojos sintiendo el conocido tirón de la aparición; cuando volvió a abrirlos se encontraba frente a un imponente castillo.

-Gracias Mystic, puedes retirarte -oyó el sonido indicando que la elfina había desaparecido.

Se acerco unos pasos hasta la puerta, toco y espero hasta que alguien la recibiera.

Editado por Aleksandra

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Aaron Augustine Black Ryddleturn.

 

El cuello prusiano de una túnica azabache que cortaba en la cadera para blandir hasta la rodilla esculpía mi esbelta estatura. Como siempre, aquella noche me encontraba analizando la simplicidad de la vida apoyado en la baranda del balcón en el castillo Black; la brisa acariciaba mi rostro y mecía ligero los mechones castaño de mi cabello mientras la gélida mirada gris, cuán nube de invierno, enfocaba a una chica acercarse a los límites del terreno.

 

-¿Nius?...

 

Ni siquiera bastaría su nombre, todo era mera formalidad de un mago de alcurnia, ya que la criatura siempre estaba pendiente de mí.

 

-¿el amo Black ha llamado?- preguntó el elfo quién se apareció a mi espalda, caminando temeroso y vista gacha hasta mi presencia.

 

-¿Conoces a la bruja que esta allí?- cuestioné observando una cabellera rubia en medio de un entorno sombreado y acaecido por la noche inglesa. No miraba al elfo, pocas veces lo hacía dependiendo de mi estado de ánimo.

 

-Nius... Nius cree haberla visto junto a la señorita Maida...

 

-Maida...

 

El susurro se lo llevaba el viento y yo solo me aseguraba que el color de su cabello no indicara a la familia Malfoy inspeccionando la vida elegante de los Black. La chica abrió la verja y se encaminó hasta la puerta, escapando de los horrores de una dolorsa muerte que podría haberle provocado la protección de mi hogar con tan solo unas palabras mudas que modularon mis labios antes de esfumarme del balcón para reaparecer tras de ella frente a la ostentosa entrada.

 

-Adelante no mordemos...

 

Le sorprendí con una floritura de mi varita para abrirle paso al interior del castillo. La noche era tan amena que quizás sería divertido cruzar algunas palabras.

 

OFF: Me tomo la libertad tan solo por pisar el terreno de los Black B) @ saludos!

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Gabrielle trataba de estar despierta mientras su novia hablaba; sabía que en parte se trataba de la sangre que había perdido pero el estar en su habitación terminaba de adormecerle los sentidos.

 

La Delacour le observaba llena de ternura, el brillo en sus ojos delataba el amor que sentía hacia ella y ahora podía demostrarlo, ese amor que por tantos años había guardado. Sonrió asintiendo a cada una de sus palabras, la verdad la chica no tenía ni idea a lo que ella respondía puesto que el cansancio en su cuerpo y la voz de su hermana le tenían al borde del sueño.

 

Lo que digas cielo...

 

Se abrazó de la almohada y observó con deseo el cuerpo de la Base mientras se desvestía, el intentar llegar hasta ella era más que en vano y prefirió ceder a su cansancio.

 

Había pasado poco tiempo cuando Gabrielle despertó sobresaltada. La cabeza le daba vueltas y aún se encontraba somnolienta pero era más su agitación que sus ganas de seguir durmiendo; alzó la espalda y cubrió su cuerpo por costumbre con el edredón observando la habitación, en definitiva no era la suya; sintió una ola de ansiedad en su cuerpo y su mano derecha acomodó sus cabellos castaños sobre su costado derecho.

 

Merde...

 

Un leve murmullo y sonrió al aspirar el aroma de su hermana, su habitación. Todo tenía sentido; llevó el edredón a su nariz y se mantuvo oliendo su aroma, sus ojos miel se desviaron a su cuerpo y mordió de nuevo su labio inferior... ella.

 

De a poco se levantó de la cama y caminó casi de puntas hasta la puerta; sabía que la otra matriarca se encontraba fuera de la habitación pero el sentirse aún fuera de lugar le hacía comportarse un poco extraña. El pasillo parecía inmenso ahora que se encontraba con poca ropa y lejos de su habitación, se abrazó de la ropa que le cubría el cuerpo y caminó hasta llegar a su cuarto.

 

– ¿Psicosis?

 

Dijo al empujar la puerta, su conejo alado acicalándose en la cama de la Black; la mortífaga entró, sabía que no podía bajar con las ropas de su hermana ¿O sí? Detuvo sus pasos a escasos centímetros de su vestidor y llevó las mangas a su rostro cerrando los ojos e inundando sus sentidos con ella.

Tomó una pequeña falda solo para complementar el atuendo y se sentó un momento en la cama.

 

Nos vamos a mudar....- su mano acariciaba el lomo de su pequeña mascota.– O ella se va a mudar con nosotros ¿D'accord? Raro, nunca me había mudado, ni siquiera con...

 

Bajó la mirada, su vista se había nublado a causa del pasado y agitó la cabeza como si alejara las ideas. Agarró con ambas manos su conejo y le puso frente a su rostro; la locura era parte de ella y su pequeño mamífero lo sabía a lo que solo entrecerró los ojos, extendió las alas para acomodarse entre las manos de la Black cediendo a lo que fuera que su dueña estuviera dispuesta a hacerle.

 

Lo deseo, así que compórtate...

 

Sonrió y besó su frente soltándole para que el pequeño pudiera volar a su antojo. Estaba más que contenta(y un poco asustada) por los cambios que se venían pero ¿A caso los mejores cambios no empiezan con miedo e incertidumbre? El salir de la zona de confort no era lo de ella, pero a su lado... todo cambiaba.

 

El estómago había apresurado a recordarle bajar, a lo que saltó de la cama y corrió a la puerta, ya habría tiempo para conversar con un animal que posiblemente no le escuchaba (como el resto). Caminó apresurada hacia las escaleras y se dedicó a escuchar atenta para tratar de localizar a su pareja.

 

¿Jessie? - Se detuvo detrás de Mahia y dejó su mano en la espalda de su novia mientras veía a su hija. Hacía poco habían decidido adoptarla, la primer hija entre las dos y aquello le llenaba de orgullo, formar una familia era todo lo que quería. – Me alegra verte al fin en el castillo.

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Seguía entrelazada a los brazos de su novio y de su hija, sonreía como boba. Pocas veces estaba con su familia y aquella vez lo disfrutaría.

 

Le había reclamado a Otto el no invitarlas a pasar al castillo pero al mismo tiempo temía encontrarse con aquellas mujeres que eran sus madres.

 

Podría intimidar a Otto con eso pero no sabía cómo estás se tomarían su relación con el patriarca de la mansión.

 

Y como si las hubiera invocado con el pensamiento escucho la voz de Mahia hablandole con ¿ternura?

 

Sin proponerselo trago saliva de forma abrupta . Se separó de Otto y Sussan para enfocar sus grises ojos en Mahia para darse cuenta que detrás de ella venía Gabrielle.

 

- Hola madres, me alegra mucho verlas... Esto, bueno... Creo que ya conocen a Otto, él es mi novio y ella es Sussan... Nuestra única hija. Hija... Ellas son tus abuelas, Gabrielle Delacour y Mahia Black

 

Había dicho todo aquello demasiado rápido, casi de forma abrupta por lo nerviosa que se sentía pero al mismo tiempo quería ver la reacción de esas cuatro personas que tanto quería.

Editado por Jessie Black Lestrange

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No dejó que la Base abriera la boca para decir palabra, Gabrielle adelantó sus lasos y arqueó la ceja fijando primero la mirada en Otto y luego en su hija. Sorpresa no era la palabra ¿Enfado? Tal vez eran una serie de sentimientos juntos al saber que las cosas pasaban frente a su cara y ella nunca se había dado cuenta.

– ¡Otto! ¿Te estás metiendo con nuestra hija? ¿Te das cuenta de la gravedad de las cosas?

 

El tono en su voz no era rabia, era coraje puro... y de pronto sintió culpa, mordió su labio inferior y sintió el rubor en sus mejillas ¿Quién era ella para prohibir relaciones familiares? Su propia hermana de sangre era la mujer que amaba y su actual pareja, hablar de prohibir relaciones no estaba en su repertorio ahora. Puso los ojos en blanco y volvió la mirada a su hija.

 

Mientras que solo se esté metiendo con mi hija y no metiendo en... – de inmediato desvió la mirada a la chica que les acompañaba y sonrió.– ¡Mucho gusto! Yo soy Gabrielle, Gabbs y lo de abuela déjalo de lado que en esta familia se tarda más presentándose como familiar que como pareja.

 

La mirada fugaz de la Delacour recayó en su hermana; en definitiva la pureza se quedaría en la familia y era algo de lo que se sentía orgullosa. De igual manera Jess era hija adoptada a lo que la relación entre ella y el otro patriarca no era tan de su incumbencia. De nuevo observó a la chica y se acercó para abrazarla tomándole por seguro desprevenida.

 

A veces, los modales de la Mago Oscuro eran muy fuera de los estándares Black; el que la chica fuera espontánea y de vez en cuando cariñosa le hacían resaltar entre el matiz frío y seco de la familia, lo tenía en cuenta, pero aquello le agradaba.

 

– Dime por favor que no saliste de mi hija, que eres adoptada.– sus palabras se dirigían hacia la chica que acababa de conocer, un cierto tono de súplica se distinguía en la voz dulce de la Black y trató de disimularlo.– ... dime por favor que Otto no ha desflorado a mi pequeña hija.

 

Llevó su mano derecha a su frente y cerró los ojos; caminó de nuevo hacia su hermana y le abrazó posando sus manos en su espalda, recargó su oído en su pecho y suspiró, tenerla cerca era todo lo que ocupaba para su falso dramatismo y soltó una risa al sentirse cobijada por la Base. Suspiró y sus ojos miel buscaron el azul que tanto amaba, sus labios dibujaron una sonrisa y meneando la cabeza acomodó sus cabellos castaños detrás de sus hombros.

 

Esperaba que su novia fuera la que empezara con el sermón de madre, Gabrielle se lo sabía de memoria, Akiza estaba más que entrenada para esas pláticas y bueno, ahora le cedía el turno de ser madre a su hermana. Se despegó un poco de su cuerpo y le miró tratando de contener el amor y admiración que tenía por ella; sujetó su mano por escasos segundos y antes de soltarle dio un ligero apretón.

 

Le miró enamorada, la plática era ya algo que estaba en segundo plano para la Delacour; Mahia era todo para ella y el haber formado una familia a su lado era algo que le llenaba el corazón; tener una familia, no solo pertenecer a una y a lado de la mujer que siempre había deseado... ella.

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