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.:: Castillo Black ::. (MM B: 97834)


Matthew Black Triviani
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Su rostro, antes de un blanco perlado ahora era de un rojo que fácilmente podría clamuflarse con su rojo cabello.

 

Las palabras que Gabrielle le dedicará a Otto no hacían más que sonrojar. Podía notar la molestia en las palabras de su madre, aquello no era una buena señal y aunque Otto fuera el patriarca, probablemente estuviera en problemas.

 

-¿Qué les parece si entramos y hablamos de esto en la privacidad de uno de los salones del castillo? Seguimos en plena vía pública y no deseo que nadie conozca mi vida privada, por favor

 

Pero tal parecía que su madre no hacía caso. La Delacour se abrazaba a Mahia disfrutando, al parecer, de la vergüenza de su hija. Aquello no podía ser peor, pensaba Jessie, pero no podía estar más equivocada.

 

- Madre por favor, qué va a pensar Sussan de su padre

 

Y al parecer las cosas no terminaban ahí. Jessie quería salir corriendo pero su sangre Black Lestrange y el orgullo Black no la dejaban moverse de donde estaba por más avergonzada que se sintiera.

 

La Black Lestrange observó como Gabrielle abrazaba a su hija dejándola totalmente sorprendida. Volteo a ver a Otto cuestionandole con la mirada si así siempre era su madre o solo estaba gastandole una broma.

 

La Black Lestrange estaba a punto de respirar con tranquilidad cuando escucho las palabras que salían de boca de Gabrielle provocando que los colores de nuevo subieron a su rostro y luego bajar a un blanco ceniciento.

 

-¿En serio es necesario todo esto?

 

Volteo a ver a Sussan. Tomó su mano con fuerza y la atrajo a su brazo protegiendola sin saber de qué. Fulmino a su madre con sus grises ojos, ahora gelidos por las palabras de su madre y volteo a ver a Mahia mientras tomaba fuerzas para lo que estaba por hacer.

 

-Lo que haga o deje de hacer con Otto no es de su incumbencia, Sussan es mi hija, mía y de Otto. Y si madre creció dentro de mi y salió de ahí. Si quieres más información te puedo dar unas clases de anatomía. Estoy perfectamente calificada para eso

 

¿Había sido un poco dura? Sí y ella lo sabía pero su madre estaba revisando la línea y ella ya no seguiría sufriendo por las burlas de su madre.

 

-Pero supongo que tú y Mahia no necesitan que les expliqué eso ¿O si?

 

Señaló los brazos de Gabrielle y el como abrazaba está a la Black. Una sonrisa cruel y retorcida apareció en sus labios color carmín mientras alzaba las cejas de forma pícara.

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– No era necesaria la escena pero fue agradable hacerlo.- dijo encogiéndose de hombros y sonriendo divertida.– No digo que no estés calificada Jessie Black, pero siempre es difícil ver que una hija ya está en otra etapa de la vida.

 

Le miró con recelo; sabía a la perfección lo que seguía después de cada reproche de Jessie, no, no era adivina era sólo conocer el temperamento Black que sabía que llevaba, el mantener el orgullo por fuera y el alegar así se tenga o no la razón, al igual que ella misma, al igual que su padre y que sus hermanos.

 

Todo indicaba que sus dos hijas eran de temperamento; Akiza había reaccionado bruscamente a la relación de su madre y no le culpaba, la Delacour sabía que a la chica apenas le había tocado escuchar nombrar a su padre y con Jess, la historia no se repetía pero sabía que las cosas no iban a ser sencillas. El que Gabrielle fuera un poco (o bastante) fuera de lo normal como madre a menudo le traía problemas.

 

Puso los ojos en blanco y no le quedó de otra más que sonreír con complicidad a Jessie ¿Enseñarles? ¿A ellas? Si algo sobraban eran explicaciones eso era más que seguro a lo que mordió su labio inferior tratando de ser un poco más dócil en sus palabras.

 

– ¿Explicación? - alzó la ceja y le miró con picardía, su voz apenas parecía un susurro.– No, lo que ocupamos más bien es paredes contra sonido.

 

Desvió la mirada hacia Otto, tanto tiempo platicando con él y no había sido capaz de soltar el pequeño gran detalle que se encontraba en una relación con la hija de sus dos compañeras matriarcas. Movió la cabeza en negación y sonrió al chico. Pero prefirió callar sus palabras, sí, había sido demasiado falso drama por hoy y sabía de antemano que tarde o temprano se encontraría con el Baclk, ya habría tiempo de montárselo también a él.

 

Despegó un poco su cuerpo de su novia y buscó su mano tratando de mantenerla cerca, el contacto con su piel siempre le traía tranquilidad y suspiró al entrelazar sus dedos con los de ella... ella.

– Pero bueno, nosotras tenemos hambre...- sus ojos miel se clavaron en el azul de Mahia y le sonrió con complicidad, se levantó en puntas para robarle un beso y prosiguió.– Perdón por haber sacado tanto drama... incluso si el drama fuera falso.

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Por arte de magia una mujer areció delante de nosotros, alguien importante tenía que ser ya que la tensión se sintió más que antes. Jessie iba a decir algo ahasta que apreció otra bruja a las espaldas de la primera, esta vez mi madre no pudo ocultar tal nerviosismo, fruncí el ceño y miré a papá en busca de respuesta pero el rostro de Otto no me significaba de gran ayuda. Con dificultad mi madre nos presentó y ahí entendí por qué tanto alboroto.

 

Negué con la cabeza, aquello parecía algo retrogrado ¿Cuantos años tenían mamá y papá? ¿Por qué necesitaban permiso si ambos se amaban? La noticia les cayó terrible a las dos brujas, tanto, que me pareció adsurdo dada la posición de todos. Miraba aquella escena con vergüenza hasta que un abrazo me tomo desprevenida, estática apenas pensaba en qué hacer. Las palabras que me dijo cuando se separó también me tomaron por sopresa ¿De verdad era tan difícil de creer que una mujer hermosa como mi madre ya no era casta? Al parecer eso lastimó a mamá, tanto que le replicó a la que ahora es su madre.

 

Mientras escuchaba sus gritos miré nuevamente a papá pensando que en realidad todo esto era por su falta de honestidad con su familia. Al escuchar las replicas de ambas brujas decidí decir algo en mi defensa, ya qaue yo era producto de su ''error''.

 

– Señoras –Llamé su atención– No creo que sea algo de mucho pensar, primero estaba en él –Señalé a papá para luego señalar a mamá– Y luego en ella, y depués no pude estar en ningúno de los dos. Eso pasó por que se amaban. Pasó hace 20 años y estoy segura que yo no fui su primer intento. –Bufé– Soy su nieta y no hay mucho que puedan hacer contra la naturaleza, lo menos que quiero escuchar es sobre las cochinadas que hacen mis padres y abuelas.

 

Me parecía increíble tener más abuelas con las que pueda hacer fechorías pero esto ya era demasiado, demasiado drama para tan pocas horas.

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Señora… me dijo señora

 

Había dejado de escuchar la palabrería de su nieta en cuanto la pequeña le había llamado de aquella manera. Entreabrió los labios y frunció el ceño con fingida indignación, meneando la cabeza de lado a lado. Su mano derecha ejercía presión en el pecho y se arqueó casi imperceptiblemente hacia delante, fingiendo un ataque al corazón. Siempre había sido una persona seria, pero había empezado a ser aburrido al verlo reflejado en los demás, por lo que ante tanta falta de humor por parte de su descendencia, era ella la que debía poner el drama.

 

Mi nieta me dijo señora – Dijo muy bajito, mirando a Susan con fingido dolor. La muchachita seguía firme en su postura, y la indignación y vergüenza se veían reflejadas en sus facciones.

 

Mahia se enderezó y dejó pasar las siguientes palabras que salieron de la boca de Susan. No tenía sentido ir en contra de la pequeña, estaba defendiendo a sus padres, pero de todas maneras le había dejado mal sabor de boca sus palabras.

 

Podía entender que las bromas de su mujer fuesen algo fuertes. Pero su hija y nieta lo había tomado demasiado mal. Los Black habían sido por generaciones una casta orgullosa y fría de Mortífagos que ostentaban poder y riqueza por doquier, pero en la antigüedad ese orgullo demostraba, defendía y alardeaba de cosas importantes, dejando las pequeñeces de lado; solían tener un muy buen humor negro, cosa que se había perdido con el tiempo.

 

Las nuevas generaciones se toman todo muy a pecho. A ustedes les habría hecho falta conocer otro tipo de gente… Alguno de nuestros ancestros quizá. – Besó los labios de su amor y le guiñó un ojo antes de separarse de ella para acercarse a Jessie.

 

Pero si tu mamá te ofendió, te pido disculpas. Sólo tene en cuenta que bromea. No hay ningún problema con tu marido e hijas. Son Black, son familia. -

 

Puso su mano en el hombro de su primogénita y le sonrió, clavando los ojos azules en los de ella. Su semblante suavizado por la risa y el drama se endureció y la sonrisa desapareció de sus labios.

Te amo hija. No soy de decir estas cosas, pero quizá nunca te lo recordé lo suficiente, y vas a ser siempre bienvenida en el castillo Black. Pero así como vos no vas a tolerar faltas de respeto nunca de tu hija hacia vos, yo no voy a tolerar las tuyas. –

 

Bajó el rostro hasta colocar la boca pegada al oído de la Mortífaga y para cuando volvió a hablar su tono de voz había bajado varias octavas. Procuraría que los demás no escucharan lo que iba a decir. Sus labios casi tocaban la piel de la muchacha, y el agarre de su mano se suavizó antes de soltar su hombro.

 

–– La próxima vez que te dirijas a Gabrielle lo vas a hacer con cuidado. Por más que ella se equivoque, sigue siendo tu madre. La próxima vez, por más que te adore… te mato. No vas a ser la primera, ni la última. –

 

La amenaza no era broma, pero esperaba que ella no reaccionara mal. Se alejó nuevamente y le sonrió, suavizando la mirada otra vez para devolver el brillo a sus orbes. Nada podía explicar el cariño que tenía para con sus hija, y quizás la menor estuviese dolida después de sus palabras, pero por mucho que su novia fuese dura o por mal que cayera su broma, el trato de una hija a su madre siempre debía de ser respetuoso.

 

Te pido disculpas nuevamente y bien espero sepas aceptarlas. Ahora, los invito a sentarse a la mesa con nosotras, así podemos disfrutar de una buena comida y olvidamos el percance. ¿les parece? – Volvió hacia su hermana y le sonrió, tomándola de la mano nuevamente; entrelazando sus dedos.

Editado por Mahia Black

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La Delacour sujetó con fuerza la mano de Mahia al sentirla alejarse un poco de ella pero era demasiado tarde. Le miró nerviosa, mordió su labio inferior y apresuró sus pasos hacia ella y le abrazó desde la espalda; intentó en vano llegar hasta su oído y pasó su mano por el brazo de su hermana hasta llegar a su mano.

 

– Mahia...- entrelazó sus dedos con los de ella y tiró de ella para tratar de alejarse de la situación.– Bueno... yo...

 

Pero se encontraba nerviosa; nunca había compartido custodia de una hija, mucho menos llevar una crianza en conjunto, no tenía idea de cómo comportarse como madre ¡Vaya! La chica ni siquiera había tenido una, solo lograba recordar a su hermano y su extraña manera de criarla... Y su padre Fernando, ausente como siempre.

 

Sujetó con fuerza la mano de la Black y suspiró, lo que menos deseaba era seguir con mas drama y se veía venir ¿En qué momento había decido que todo aquello era buena idea?

 

¿Comeremos en el comedor... juntos?- la voz era un susurro y se alzó en puntas para poder alcanzar el oído de su novia.– Creo que el comedor no es tan buena idea...

 

Las mejores disputas familiares habían sido en el comedor. Un escalofrío recorrió el cuerpo de la Mago Oscuro y mordió su labio inferior tratando de remediar un poco la situación, pensó un poco más rápido ¿Se podía con tanta tensión? Giró el rostro y observó a su hija, pero no había muchas palabras que quedaran por decir, el comienzo había sido brusco y no había mucho por hacer.

 

No, nada. Por su mente no había nada que pudiera cambiar la opinión y sobretodo que pudiera cambiar la situación, quería sacarle la vuelta al comedor, suspiró y el aroma de su hermana le tranquilizó la mente.

 

Creo que fue demasiado inoportuno todo eso y....- sus ojos miel se clavaron en Mahia, sonrió y su mirada delató el amor que sentía hacia ella.– A mi punto de vista creo que será mejor que ambas comamos en el cuarto, tenemos cosas que hablar.

 

¿Salvada? Estaba por verse pero aquello era más que cierto. Gabrielle estaba más que impaciente por buscar un lugar para ellas, por compartir algo más que solo un lazo con la mujer que tanto había amado, con ella.

 

Los ojos de la Black volvieron a Otto, no había pronunciado palabra alguna en todo el rato en el que las Black habían empezado la disputa, sonrió y el tono de sus palabras era suave y un toque de orgullo se podía notar en sus palabras.

 

Tienes buen gusto, Baclk.- y, girando la mirada a su hija prosiguió.– Bueno, Mahia y yo tenemos temas que tocar... Creo que ya fue demasiado por hoy.

 

Tragó saliva y un frío recorrió su espalda. Al fin su cabeza había empezado a pensar como se debía y Gabrielle temió por su estabilidad: mudarse. Nunca antes había hecho eso, vivir con alguien; la Rexdemort siempre había sido su segundo hogar y contadas veces había pasado las noches ahí, para sentirse sola prefería su vieja habitación en el castillo.

 

Unos instantes de tensión y después nada, caminó unos cuantos pasos sujetando fuerte la mano de su novia y se detuvo justo en la puerta del comedor. La castaña era centímetros más chica que su hermana, sin contar que mucho menos fuerte que ella, pero aquello no le importó, giró su cuerpo y sus manos sujetaron la cintura de la rubia hasta empujarla a la puerta dejando a la Base aprisionada entre la puerta y su cuerpo.

 

– Je t'aime Mahia. Je ne suis plus ta sœur, je suis ta petite amie.- se levantó en puntas, acercó sus labios para juguetear con los de ella, mordió su labio inferior y le sonrió al separarse lentamente de ella.– on doit manger, ma petite...

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Pensándolo bien, amenazar a su hija de esa manera no había sido la mejor de las reacciones. No estaba muy segura de si lo que había primado en su actuar había sido el instinto mortífago, o el deseo de darle una lección de lo que el verdadero carácter Black debía ser, tranquilo, frío y elegante, y no la imitación de arrogancia que ahora osaban desmotar. De cualquier manera, había estado mal. La niña ni siquiera había dicho una palabra en los minutos restantes y Mahia comenzaba a creer que se había pasado de la raya.

 

No obstante, decidió no disculparse y agradeció de corazón las palabras de su novia, siguiéndola para retirarse del lugar. Su mano izquierda agarraba fuertemente la derecha de la Delacour y suspiró, tranquilizándose. Ella siempre lograba sacar su lado tierno. Le hacía pensar y sentir cada una de sus acciones. Ya no recordaba cómo ser sin ella. Eran una sola.

 

Creo que eso no salió muy bien. ¿Creés que la niña me vaya a odiar luego? – Preguntó sin levantar demasiado la voz, no muy segura de que Gabrielle le haya escuchado, pues la respuesta no llegó inmediatamente.

 

En vez de eso se encontró de repente entre la pared del comedor y su hermana. Se dejó llevar por ella y la abrazó, poniendo los brazos sobre sus hombros mientras la acercaba un poco más. Le beso lento, repitiendo las frases que había dicho en su mente, mientras que sus labios se concentraban en una tarea diferente.

 

Je suis à toi, mon amour. Ta petite amie. Vous pouvez le faire avec moi ce que vous voulez. –Se separó de ella sin ganas y gruñendo al tiempo que la miraba a los ojos con deseo, casi pudiendo ver reflejado el celeste claro que ahora tenían sus ojos en los de la otra mujer. – Desearía comerte a vos. Pero me quedaría sin novia… Vamos, preparemos algo de comer y subamos para poder hablar. –

 

Le agarró la mano derecha nuevamente y la hizo seguirla hasta la mesada. Había algo importante que quería charlar con ella, más allá de lo que ya habían debatido en la taberna. Algo que le “molestaba”, si aquella era la palabra, desde hacía un tiempo, y que al entrelazar sus dedos recordó.

 

Miró sus manos e hizo una mueca al ver su anillo, luego la soltó y se giró para buscar los ingredientes necesarios para prepararle la cena, incluyendo unos bollitos de pan francés que a ella tanto le gustaban. La sentía cerca, y evitaba mirarla para no sonrojarse.

 

Creo que esto va a llevar tiempo… pero me gustaría saber… - comenzó a decir, aún de espaldas a la otra Black - El anillo… Aún lo tenés en la derecha. Quizá no deba preguntar pero… – Cerró los ojos al hablar, fingiendo cortar. Aquello la tenía algo insegura. ¿Se estaba apurando? Quizá debía darle más tiempo, pero su deseo de ser todo en la vida de Gabrielle le llevaban más allá de lo que podía admitir. – Quiero decir… Ya sabés, tu unión… -

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Había quedado embelesada desde que escuchó a la otra Black hablar en francés, le miró enamorada y sonrió siguiendo sus pasos ciegamente, esperó a que terminara sus palabras y alzó la ceja.

 

<<¿Vous? Soy su hermana y me trata de... ¿Vous?>> Pero mordió su labio y calló su posible contestación, sabía perfectamente el trabajo que le había costado a su novia el hacer ese gesto como para que le tomara a juego sus palabras. Quería molestarla, a fin de cuentas era su hermana mayor y pareja sentimental.

 

Apresuró sus pasos y se sentó sobre la mesa como era su costumbre, adoraba el hecho de tener colgadas las piernas y comenzar a juguetear en el aire, sentirse pequeña de nuevo. Escuchó atenta a Mahia y sintió un sudor frío recorrer su espalda, mismo que había sentido cuando ella misma se había acorralado en esa situación, Gabrielle y su hermosa manera de autosabotearse.

 

– Yo...– sujetó fuerte la orilla de la mesa, nerviosa y desvió la mirada hacia la ventana.– Mi unión...

 

¿Qué respondía frente a eso? Su pie derecho comenzó a subir en un tic nervioso de arriba a abajo y sujetó con un poco más de fuerza la mesa; los nervios comenzaba a comerle el interior ¿Nervios o sentimientos? Tenía años pensando que su divorcio se había realizado y justo después de su regreso, él. Aquel encuentro, el cruce de palabras ( y golpes) dejando el tema incompleto. Ni ellos sabían el estado de la situación, las cosas habían quedado en el aire... Al igual que el comentario de su hermana.

 

– ¿Qué unión? ¿La de nuestros cuartos o a qué te refieres?

 

<<Juega a la muerta y aléjate despacio>> Sonaba en su mente pero los nervios le mantenían las manos aferradas a la mesa. Abrió los labios, sabía a lo que su novia se refería pero atrasar la plática, desviarla era todo lo que ocupaba. Pero ella no lo merecía... ella.

 

Bajó la mirada y se dedicó a ver el movimiento de sus piernas, sintió el rubor en sus mejillas y abrió la boca para hacer frente al problema pero de nuevo las palabras se quedaron dentro. Los nervios le dominaban; soltó un bufido y cerró los ojos, dejaría que el tema continuara solo, sabía que la rubia no era tonta, que tarde o temprano terminaría haciéndola confesar y era justo el tiempo que ocupaba para poder acomodar un poco sus ideas.

 

– ¿Podrías ser mas... Específica?

Editado por Gabrielle Delacour

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Estaba un poco perdida, después de la reunión con mi madre y mi nueva madre, me desorienté bastante, pensé que estaba dentro de un sueño. Suspiré un poco no sabía a que momento del pequeño drama, desaparecí de la escena, para volver a aparecer en los jardines del castillo, a que rato me perdí, ¿Me despedí de las dos? no podía recordarlo. ¿Qué me pasaba? No lo sabía, solo sentía como mis piernas se movían y miraba un punto fijo.

 

Seguí avanzando hasta literalmente derrumbarme cerca de una fuente de la parte trasera del castillo, sentí mi cuerpo temblar, se quería relajar pero, no había cómo. Respiraba entrecortadamente, una sensación tan conocida, ¿y si eran...? Negué mi cabeza convenciéndome que no estaban en este sitio, sin embargo ese tipo de manipulación era muy conocido para mi y mi cuerpo, cosa que se quedaba todo aturdido, y sin fuerza.

 

De pronto, me encontré en mi mano un pergamino antiguo..."Que...es esto" me pregunté un poco asombrada de lo que podía encontrar escrito en ese pergamino. Con mis manos temblorosas abrí aquél objeto para ver que era lo que decía.

 

"Muy pronto mi niña...te volveremos a ver muy pronto...espéranos"

 

Mi corazón quería detenerse, sentía como lágrimas salían de mi rostro, boté muy lejos esa nota, para hacerme una bolita mientras escondía mi cabeza dentro de mis piernas para tener protección, ellos ya saben donde estoy, ¿Debería huir?, o simplemente esperar a que vengan por mi, no quería irme. En su mente, sabía que tenía que decir a sus madres, pero no tenía el valor, si luego querían estar atrás de ellas...No era justo cuando ellas están muy felices.

 

"Que hago" comencé a pensar desesperadamente, mientras sentía cómo las lágrimas corrían y corrían por mi rostro, sin más y sin moverme del sitio que me encontraba...

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Terminó de cortar la carne sin emitir una palabra, pensando en lo que debía responder. El tema no era fácil de hablar. O por lo menos lo difícil era encontrar las palabras adecuadas para que el planteo no sonara autoritario o posesivo. Aunque pensándolo bien, Mahia quería serlo, aunque en los grados normales, pero ella era su mujer y quería que fuese sólo de ella, en todos los sentidos posibles.

 

– Nop… sabés a lo que me refiero

 

Desvió la mirada hacia la Delacour y le sonrió al verla, esperando que con eso pudiese relajarse un poco más. Ella no era una mujer que dejase ver siempre sus pensamientos como si fuese un libro abierto, pero la Black la conocía demasiado.

 

Colocó una olla en el fuego y la hizo hervir con la varita, no tenía ganas de esperar. Mahia siempre había sido una mujer ansiosa, de esas para las que siempre las cosas debían ser “ya”. Si tenía una idea, la ejecutaba. Y era lo mismo para la cocina. Colocó un caldo y la carne. Luego, agitando una vez más la varita, puso a pelar unas patatas para que luego fuesen incorporadas junto con las especies necesarias a lo que sería un estofado. Quizás podría agregarle algo de picante.

 

¿Sabes? Cuando supe que estabas casada… casi me rindo. Él es… o era… mi cuñado, el padre de tus hijas, y… pensaba que tu dueño también. – Se dedicó a limpiarse las manos con un repasador y dejó la vista en el mismo mientras lo hacía. No hizo falta mencionar su nombre; ya las dos sabían de quien hablaba – Pero no podía dejarlo así, te amaba… te amo… demasiado. Y quise y quiero que fueras mía –

 

Se acercó a ella y puso la mano sobre su rodilla, deteniendo el movimiento de la pierna inquieta de Gabrielle. Apretó el agarre y subió despacito hacia la cara interna de su muslo, mirando el avanzar de su mano, sólo para luego volver a la rodilla.

 

Lo sos. Y yo te pertenezco en cuerpo y alma. – Levantó sus orbes hacia los de la castaña y retuvo el aliento. Nunca, por más tiempo que pasara, recordaba respirar en el momento que sus ojos hacían contacto. Podía fundirse en la miel de los suyos y sentir que nada más importaba.

 

Yo quiero una vida a tu lado… Tenemos una hija hermosa, nietas, y nos amamos. Y a veces pienso demasiado. No te lo digo para no preocuparte, pero nunca me hablaste del tema y me pone realmente ansiosa. Me… -

 

Dejó de hablar y llevó la mano libre hacia la derecha de su novia, posando la yema de los dedos sobre el anillo que ella le había regalado. Al hacerlo no había pensado en el matrimonio de Gabrielle, o quizá no le había importado. Si ella aún no había roto el vínculo, o si él se negaba a hacerlo… no. Esos pensamientos no habían cruzado por su mente. Simplemente quería que ella tuviera algo suyo, y que supera que un día desearía pasar a otro nivel… tal vez ya en ese momento lo deseaba.

 

De cualquier manera, más allá de todo, Mahia sabía que ella la amaba. Lo sentía, lo veía, Gabrielle se lo demostraba… y también estaba plenamente consciente de que se pertenecían la una a la otra. Nunca lo había dudado. No obstante, comenzaba a sentirse egoísta y no podía dejar que aunque fuese por papeles, ella se vinculara a alguien más.

 

Yo… No quiero que… Dios… ¿Aún seguís casada con él?... – Cerró los ojos y abrió la boca para decir algo más. Las palabras no salían y sólo un suspiro pudo escapar de sus labios. –

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Sudor frío; no sabía a ciencia cierta si el que su hermana estuviera cocinando o el tema había hecho que el calor en la cocina se intensificara. Desvió la mirada hacia la ventana que daba al patio trasero y de inmediato a la puerta que conducía al mismo ¿Alcanzaría a correr? Las posibilidades de escapar de una vampiro eran nulas pero no perdía nada en intentarlo. Mordió su labio inferior y olvidó esa posibilidad, estaba débil.

 

<<Aún queda el fingir estar muerta>> Meneó la cabeza alejando la pequeña voz que le incitaba a salir de la situación. El hablar de él le incomodaba, no por que le odiara, si no porque aún le revolvía el alma y el pensamiento, de igual manera la indiferencia del hombre siempre terminaba rompiendo en pequeños pedazos sus sentimientos. Y ahí estaba, la mujer que más había amado frente a ella, hablando de... él.

 

El roce de su mano le hizo calmar la ansiedad; sus ojos miel se clavaron en el azul de su hermana y su corazón palpitó a mil ¿Cómo lo lograba? La tranquilidad volvió a su cuerpo, a pesar del tema tan incómodo el tenerla a su lado le calmaba lo que fuera que estuviera dando vueltas en su interior; le escuchó hablar hasta que la bomba fue soltada.

 

–...Aún seguís casada con él?

 

– No sé.

 

Las palabras salieron solas, sin pensarlas y desvió la mirada; sabía lo difícil que era para Mahia hablar de aquel tema y un golpe de realizad llegó a su vida sin avisar: No lo sabía. Desvió la mirada hacia la ventana, había dejado de pensar y de sentir por escasos segundos ¿Seguía casada?

 

El día que me despedí de ti, fue el día que él me envió el divorcio; destrocé el cuarto, los papeles, a la maldita lechuza... Ahora que regresé lo volví a ver, tocamos el tema... – le dolía, aquello era demasiado; soltó un suspiro y su voz resaltaba lo distante que su mente se encontraba.– Y como siempre me dejó sin respuesta. He tratado de localizarlo, ni siquiera sabe que tenemos una hija, supongo que el trabajo lo mantiene ocupado.

 

Gabrielle se encontraba distante, su mirada perdida en la ventana lo decía todo y solo deseaba tratar de encontrarle salida al asunto. Él siempre sería parte de su vida y ahora se encontraba en medio de las dos personas que mas había amado. Deseaba a Mahia en su vida, sabía que todo el cariño y atención que ella había buscado se encontraba en ella... Ella.

 

– No sé si sigo casada, sé que me dio por muerta... Pero ¿A caso importa?– regresó la mirada a ella, subió su mano hasta su mejilla y acercó su pecho al de ella; acarició su rostro y le miró casi suplicante.– ¿Le ves por aquí acaso? ¿Se ha dignado a buscarme en casi el año que tengo aquí?

 

No se dejaría llevar por la rabia que sentía, sus ojos se clavaron en los de la otra Black y sintió su interior derretirse, de nuevo ella.

 

Quiero una vida contigo, tengo una vida contigo... Vamos por etapas, nunca había compartido cuarto, despertar con alguien a mi lado. Déjame disfrutarte y prometo que...

 

Calló sus palabras, ni siquiera ella misma sabía su estado civil pero arriesgaría lo que fuera por la felicidad de su hermana. Tenía demasiados planes a futuro y no los echaría a perder solo por callarle la boca a la Base. Acercó sus labios a los de ella y dio una leve mordida a su labio inferior, sus manos bajaron hasta su cintura y separó de nuevo su cuerpo.

 

La amaba con locura.

 

– ¿Te parece buscar una habitación para las dos o prefieres que una de las dos se mude al cuarto de la otra?

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