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.:: Castillo Black ::. (MM B: 97834)


Matthew Black Triviani
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Miró a su primogénita perpleja, a fin de cuentas sí ocuparía la varita para reparar las cosas, no solo el plato, la bendita mesa. Siendo una de las cabezas de la familia podía darse el lujo de hacerse la desentendida pero tenía que mostrar un poco de responsabilidad, ya habría tiempo para repararla.

 

Había cosas de su hija que ni ella sabía. Le carcomía el saber un poco más de ella pero Gabrielle no era de las que husmeaban en donde no les hablara, sabía que de apoco tenía que ganar la confianza de su hija y esperaba que el abrirse a ella le diera paso a su hija a hacer lo mismo con ella. Era su hija y era más que natural querer saber de ella, tener ese vínculo no solo de sangre...

 

Le observó nerviosa al notar que comenzaba a pronunciar palabras, no quería apresurarse a hablar por hablar y sonrió ante la pregunta.

 

¿Feliz?

 

Se llevó una de sus manos a la frente y despeinó el fleco que caía sobre su costado derecho nerviosa, apenada... sonrojada. Al fin después de tantos años de, locura estaba estable y feliz. No solo era correspondida si no que se lo demostraban y no tenía que rogar por un poco de cariño como en el pasado.

 

– Mucho... No solo por 5 minutos.- bajó la mirada, tomó aire y sonrió con aire de dolor.– ¿Sabes? Solía rogar por un poco de atención y cariño... Pero con ella, nunca fue así. Creo que el amor debe ser así, y no... mendigar por una muestra posiblemente forzada.

 

Recordó su pasado, tantas veces detrás de él para sacar aunque sea un "te amo" fugaz, para buscar una muestra de cariño por ¿1 hora? ¿2? Y después nada, días, semanas de ausencias, nunca le culpó, le amo de manera incondicional y aquello terminó por quebrarla. Pero Ella... Ella siempre estaba ahí.

 

– Y tu hermana, bueno.- se encogió de hombros sonriendo.– Tenía una manera más sutil de decírtelo pero se ha adelantado.

 

Rió cortando un poco el nerviosismo, tal vez era lo que ocupaba, sintió el cuerpo un poco más descansado y recargó su peso sobre la pared. Quería entrar por la puerta pero primero tenía que dejar las cosas despejadas. Observó a Paula, al parecer no sabría qué estaba pasando hasta que la Black se dignara a hablar pero primero tenía que comprobar con Akiza.

 

– Entonces... ¿Estamos bien?

 

 

 

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Me sentí feliz al saber que de nuevo vi a mama, me sentí mas cómoda y feliz y no podía dejar de sonreír sonroje un poco cuando toco mi mejilla y acaricio mi pelo, se sintió adorable ya hacia un buen tiempo que no sentía cariño, mama nombre a papa pero... ese amor paternal no lo sentí mucho, era extraño sentir tantas emociones juntas al ver a mi madre soy la menor así que me sentí algo abrumada pero no importo mis nervios pararon mi felicidad ya dominada todo mi cuerpo.Pero eso no era todo mama no me quiso explicar por que " discutían", pero me hizo sentir un poco mal ya que solo mi hermana mayor podía opinar, me sentí algo boba ya que no me fije de barias cosas, esa noche quería llorar por como me expreso su respuesta. suspire para calmarme, un poco al parecer a mi madre y a mi hermana se les hizo raro que mis ojos fueran verdes.... creo que aquel momento me sentí como una extraña no baje un poco mi sonrisa al escuchar esas palabras de mama y al ver como me las decías, pero respire un poco me tope la cara un segundo para no pensar y esperar hasta que ella estuviera lista de contarme. lo mas lindo de todo fue llegar.

 

- Mama por que me excluyes, se que estuve mucho tiempo afuera , no es justo. - hice una pequeña rabieta de niña pequeña pero pensé que si me pongo así mi mama me regañara y no quiero tener problemas el primer día con mi mama, ni con mi hermana al parecer ya tenían el suyo. - mama sea lo que pase espero saberlo pronto sabes que soy una persona muy curiosa.

 

Escuche a mi hermana hablándome, estaba sentada me volee para verla a los ojos y saludarla, sonreí al verla pero me puse algo nerviosa ya que no sabia quien era ... ammmm puse mis manos atrás de mi espalda agache un poco la cabeza , pensé que me iba a saludar diferente pensé sera que mi llegada, interrumpió algo o llegue en mal momento o sera que no le caeré bien, mientras hablaba me pregunto mi nombre, levante mi rostro y volví a mirar a mi hermana y no deje llenarme de dudas mi cabeza, era tan obvio que alguien supiera que yo existía aparte de mama, voltee mis ojos un poco, ammmm sera que mi hermana me dejara abrazarla.

 

-Hola, si lose es una sopesa que sea tu hermana :3 me llamo Paula Black mucho gusto hermanito - Sonreí de felicitad por que tenia un muy linda hermana, se me quedo viendo a los ojos era algo incomodo pero sera por que es raro que una black tuviera ojos así ya que mi visa abuelo los tenia seguro era por eso o también puede ser por parte de mi padre. Eres linda Akiza te pedo decir hermnita no te molesta verdad .

 

- hermanita una pregunta...... amm esto emm ..... espero no incomodarte ¿ pero te puedo abrazar? . :3

 

 

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Di un leve suspiro, al notar la felicidad de mi madre, con...Mahia era difícil de creerlo, sin embargo en la sonrisa que tenía y el nerviosismo que me transmitía, no era el hecho de ella sino de mi reacción. Me di cuenta que tenía una gran madre, y sobretodo en el momento que decidió era porque era la felicidad que ella quería...pero ¿era correspondido? observé las reacciones de mi madre, ella estaba enamorada, sin embargo ¿Mahia?. Nuevamente la ira comenzó a crecer en mi interior, tenía que ir hacia ella y preguntarle ciertas cosas y que me prometa que no le hará daño a mamá o sino...

 

-Hermana querida, me puedes llamar como tu quieras...si quería saberlo de otra manera pero creo que era mejor saberlo así...así que es un honor tenerte en mi vida y en la familia...espero conocernos mucho más-comenté con alegría fingida tratando que mi ira se mitige y no se de cuenta ella por lo que estaba pensando...además, ¿es adecuado que ella se entere?, no sabía cómo lo iba a tomar. Suspiré un momento.- Mamá voy a buscar a Mahia...quédate con mi hermana porque a la final quiero hablar a solas con ella, y depende de como se porte quizás vaya haber una posibilidad de que acepte todo lo que me has contado...y hermanita por favor quédate aquí y no me sigas se obediente con tu hermana mayor por favor.- dije muy seriamente, sabía que de cierta manera no lo iba a tomar de buena forma...sin embargo así la mayoría del tiempo actuaba así.

 

Así que me dirigí hacia la parte de afuera, donde todavía mi tía "madre" se encontraba en esos momentos. Me imaginé que estaba esperando a ver cual era mi respuesta. Sonreí, por el camino iba calmando mis impulsos de querer actuar como una "ninja" de mi otro mundo, pero sabía que mi madre se pondría cómo loca si le pasara algo, "Ah ver Akiza para tu sed de sangre...no estamos para herir..." pensé un poco divertida, era algo que llevaba en mi interior, que no podía controlar en muchas ocasiones, sin embargo gracias que en este mundo no se manifiesta, puedo tener una vida tranquila y sin problemas, al menos mi tía "madre" estará a salvo al menos por ahora, a no ser que mi varita quiera manifestarse.

 

Me di cuenta que estaba ahí, sentía mucha ansiedad en ella, muy nerviosa, quizás por lo que tenga que ver conmigo y la conversación que tuve con mi madre. Cerré la puerta exterior para que nadie nos interrumpa ni siquiera mamá, al menos hasta preguntarle ciertas cosas que tenía en mi mente. Me puse un poco alejada de ella con los brazos cruzados, mirándola atentamente cada movimiento.-Tía...-dije un poco seca, tenía que mostrar seriedad y sequedad para conseguir sus respuestas.- Mi madre me acaba de contar algo muy interesante, sin embargo por el momento no lo puedo creer, al menos hasta que escuche tu versión de las cosas...así que..¿Cómo llegaron a tener algo serio?...¿Porqué a ella?- pregunté con un tono muy alto de voz.- Es tu hermana...¿sabes?- pregunté entrecortadamente....suspiré una vez más.

 

-Cuando oiga tu respuesta...te voy a decir algo y quiero que me escuches con atención...si no quieres que use mi varita.- comenté con un poco de ira en mi voz, sabía que estaba actuando más dramática que con mi madre, ya que a ella la quería mucho y no quería que se de cuenta lo que sentía, pero con ella era diferente, no la conocía lo suficiente, así que esperé todas las palabras y para decirle lo que sentía en esos momentos.

Editado por Akiza Ravenclaw H.

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La pequeña black se sentía muy feliz y emocionada de ver que todo iba estar bien y no iba ser tan malo estar con la familia después de todo era la menor así que como tal tenia que comportarse, su hermana le confirmo su pregunta que tan deseosa esperaba supongo que su mirada aun era de una tierna como la de una niña, aperas de su edad aun conservaba esa niña interior, la cual le daba ese toque especial.

 

-Esta bien hermanita - sonríe y se ruborizan un poco sus mejillas-

 

Por un momento se dio cuenta de la expresión de su hermana al parecer estaba algo molesta y quería ocultarlo, la pequeña Black se sintió algo incomoda cuando se fije en aquel detalle que la llevaba a pensar mas y dudar mas sobre el tema que estaban debiendo solo esperaba que nada se fuera de control, no como en aquellos años cuando era una niña y su padre se fue y su madre la tuvo con ella durante tiempo hasta que fue enviada a la escuela de magia y hechizara, lo cual la destruyo y la hizo algo solitaria en aquel entonces, pero poco tiempo después le llegarían cartas de su madre las cuales les daba algo de consuelo, ahora que ya esta de nuevo en casa creo que la pequeña Black ya no se siente así, pero de alguna forma ella misma sentía que no la apreciaban mucho como ella esperaba supuso que era por aquel tema el cual no tenia conocimiento de ella.

 

Su hermana le dijo que esperara, he hiciera lo caso o miso a la ella ya que era mayor la pequeña Black no le vio ningún problema, pero por unos momento vio que su hermana se marchaba, fue detrás de ella con una cara de confusión y emoción al parecer su emoción y felicidad no se la quitaba nadie. Pero su hermana le pidió que no la siguiera he hiciera caso ya que era la menor tenia que obedecer, se quedo con su madre muy tranquilamente mira a su madre se que allí parada con las manos cruzadas bajo un poco la cabeza y respondió a su hermana muy tranquilamente.

 

-Esta bien hermanita te quiero, Cambien ... me da felicidad que hayas parte de mi vida desde ahora - la pequeña black al decir esas palabras se ruboriza un poco y echa una de sus manos para atrás con su otra mano toca sus mejillas. - Te quiero hermanita - re pitio la pequeña black a su hermana.

 

Miro a su madre muy tierna mente y la abraza, con tanto amor que la pequeña black le dieron unas ganas inmensas de llorar por muchos motivos sus emocionenes eran algo inexplicables hasta para ella misma. Sonrió y le dijo a su mama unas palabras de anima.

 

-Mami se que todo saldrá bien no te preocupes, no conozco el motivo del por que?, pero se que todo mejorar y estaremos mejor. - la pequeña black hablo como un sentimiento de temor y algo aniñada a su madre.

 

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Tragó saliva y sus ojos miel se clavaron en Akiza. Ni siquiera tuvo tiempo de objetar cuando su hija ya había salido de la escena y sujetó su rostro entre sus manos ¿Quién dijo nervios?

 

Respiró profundo, conocía a ambas; tanto su hija como su hermana tenían un carácter... bueno, tenían carácter. Estaba preocupada pero al menos estando tan cerca de la puerta podría meterse corriendo ante cualquier inconveniente. Acercó un poco más su cuerpo a la orilla de la puerta, curiosa, esperando que las palabras que había adentro salieran por la pequeña rendija.

 

Pero su curiosidad fue interrumpida por su hija menor. Un abrazo y sus palabras, sumado a los nervios anteriores le dejaron con la defensa baja; meneó la cabeza tratando de mantener la mente despejada y le sonrió, apenas si recordaba el que ella estuviera en la reunión, tanto drama le habían secado el cerebro.

 

Le observó aún nerviosa; la menor de sus hijas no tenía idea del meollo del asunto y merecía una explicación, ahora que Akiza había salido de la escena estaba preparada para contarle a la pelirroja el cómo fluían las cosas en la familia.

 

Disculpa por haberte mantenido sin explicaciones.- dijo haciendo una leve pausa para tratar de escuchar lo que pasaba dentro de la cocina, cosa que fue más que en vano.– Akiza es hija de Frenger y yo, por lo que a ella la noticia podía darle un fuerte golpe y ocupaba todo mi tiempo en que ella lo asimilara, pero estoy dispuesta a hablarte del asunto.

 

Acarició su mejilla, aún era demasiado pequeña para comprender en su totalidad el cómo funcionaba la familia, vaya ¡Ni siquiera habían tenido la plática de las reglas! Pero primero...

 

– Tengo una relación nueva y no sabía cómo se lo tomaría tu hermana... Tenía que decírselo y que ella fuera la primera en saberlo.

 

Recargó su cabeza en la pared, no, seguía siendo inútil el tratar de escuchar lo que pasaba ahí adentro pero las esperanzas morían a lo último. Quería entrar y abrazar a su hermana, quería volver a tener su mano entre la suya... Pero tenía que respetar la decisión de su hija, tal vez así tuviera tiempo para asimilar las cosas.

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Era una fresca tarde de finales de mes; Jessie tenía semanas de no tener ninguna noticia de Otto y eso comenzaba a preocuparle. Tan metida en sus pensamientos iba que no se dio cuenta que ya había llegado a la mansión donde su novio era el patriarca.

 

Sonrió al ver las altas rejas y sin pensarlo dos veces mando llamar al elfo personal de su amado. Volteo hacía abajo eliminando las arrugas inexistentes de su vestido negro azulado, con un simple movimiento de varita quito un par de motas de polvo de sus zapatillas de taco alto color perla y acomodo en su hombro izquierdo su larga trenza esperando a que llegara el elfo o bien su novio.

 

-Ya era hora, maldita criatura. Dile a tu señor que su novia a llegado y que no me gusta esperar.

 

A Jessie no le gustaba tratar así a los elfos domesticos, no por nada tenía una excelente relación con su lefina personal, pero era muy distinto con los elfos de sus compañeros, pues no sabía si estos estaban acostumbrados a un trato más humano como los que ella le daba a los elfos en su casa.

 

-Vamos, ¿qué esperas?.

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Soltó a su madre y la miro con ojos de tristeza pues la Black pensaba que todo iba ser distinto pero a causa de problemas, de el cual no tenia conocimiento hasta que su madre le responder algo asustada de que tenia una nueva relación, los ojos verdes de la peli roja reaccionan y se abren demacrado y baja su cabeza y toma asiento para poder pensar lo que su madre en ese instante le había dicho, por un momento sus ojos se vieron con lagrimas.

 

Se levanta de la silla agita su cabeza acomoda su cabello, toca suavemente a su madre por detrás de la espalda para decirle una palabras que quería sacar la Black quería salir de allí he irse a su habitación pues al parecer lo único que podía hacer era esperar que su familia le contara todo, pero sus ojos aun sieguen demasiado abiertos al escuchar esas palabras de su madre.

 

-Ma.. madre, no te preocupes por mi .... t.. te quiero madre. - Rápidamente abraza de nuevo a su madre la suelta la mira por un segundo y vuelve a pararse, agacha la cabeza y se marcha rápido sin ver a los lados decidió no meterse mas hasta que todo se calmara.

 

 

@@Gabrielle Delacour

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Cuanto tiempo había pasado perdido en aquel limbo humano. Sus pensamientos habían cambiado, lo que le oprimía había desaparecido, las cadenas lo habían dejado ynsolo podía proclamar algo, era libre, como el viento, como en mucho tiempo no se había sentido.

 

Avanzo a paso firme por los terrenos del castillo, sus ropajes habian cambiado, era una tunica larga que ejercia de sobre todo, tal vez de un color crema, con ropajes sencillos debajo. Una capucha abierta con un A muy particular en la frente, un tomahawk y una hojas ocultas en sus muñẽcas.

 

El sr. de los Black entro al castillo directo a la cocina, tomando un vaso de agua para refrescarse, esperaba encontrarse con algun miembro del castillo para ver con quien podia socializar. Hace tiempo que no interactuaba con sus familiares.

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Si bien había podido abstraer sus pensamientos unos minutos mientras preparaba la comida, el efecto no había durado mucho. Levantó la vista hacia el reloj que había conjurado para controlar el tiempo de cocción y frunció el labio en señal de disgusto: ya había pasado un tiempo considerable desde que madre e hijas se pusiesen a hablar, y no quería regresar por miedo a interrumpir lo que fuese que estuviese sucediendo.

 

Arrojó el cuchillo que había usado para cortar la carne y lo dejó clavado sobre la tabla de madera, conteniendo el impulso de salir hacia el salón. En cambio volvió a tomar la campera que había dejado colgada en una silla y se preparó para salir al jardín por la puerta trasera. Dio unas cuántas órdenes a los elfos para que terminaran lo que había empezado y se marchó.

 

Suspiró y guardó las manos en los bolsillos de su chaqueta, levantando la cara hacia el cielo al tiempo que veía su aliento blanco por el frío desaparecer lentamente. Sabía que el tema que se iba a tratar era delicado, y confiaba en el criterio de Gabrielle para poder transmitir todos sus deseos y sentimientos en el relato, pero no conocía su sobrina más de lo poco que habían podido hablar y la reacción de esta última le estaba empezando a preocupar. Quizás fuese el hecho del parentesco o el que fuesen dos mujeres. O quizá las dos cosas juntas. O tal vez, y sólo tal vez, estaba dejando llevar sus pensamientos demasiado al límite y ellas sólo se encontraban compartiendo momentos que no habían podido vivir en años anteriores.

 

Negó con la cabeza una o dos veces, tratando de romper la cadena de ideas que nublaba su juicio y pasó el dorso de la mano por sus labios, retirando un fino hilo de sangre que se había escapado de su mordida al apretar con más fuerza que de costumbre.

 

Decidió que ya era hora de regresar, pero antes que pudiese hacerlo escuchó la voz de Akiza y se giró sorprendida, esperando verla con su hermana. Su rostro desconcertado debió ser evidente, pero no se molestó en cambiarlo. La muchacha se encontraba un poco alejada de ella, y en sus facciones no se veía el más mínimo atisbo de felicidad.

 

Mahia acortó la distancia unos pasos, ladeando la cabeza mientras sentía el frío en su espalda.

 

- Sobrina… ¿Estás bien? ¿Y tu ma…?

 

- Mi madre me acaba de contar algo muy interesante, sin embargo por el momento no lo puedo creer, al menos hasta que escuche tu versión de las cosas...así que… ¿Cómo llegaron a tener algo serio?...¿Porqué a ella? Es tu hermana… ¿sabes? –

 

La rubia abrió los ojos como platos durante un segundo, limitándose a asimilar la información que estaba recibiendo. Escuchó sin interrumpir a Akiza y clavó la mirada en los orbes azules que la miraban con nervios, confusión y un poco de incredulidad. La entendía, no era algo fácil lo que acaba de escuchar, y menos viniendo de su madre.

 

Suspiró cuando la pequeña terminó de hablar y evitó sonreír ante sus últimas palabras. Usar su varita, ¿eh? La chica tenía orgullo y agallas. Enfrentar de esa manera a un Ex Ángel Caído y no importarle que fuesen de la misma familia... Decidió que le gustaba. Quizá sólo no sabía quién era ella, su pasado y sus habilidades, o era demasiado nueva en la familia para entender lo que significaba ese reto, pero su seguridad y la forma de decirlo generó en Mahia un plus en el afecto que ya le tenía por ser hija de su mujer.

 

- Tranquila… no quiero que nadie salga herida – Dijo suavemente, levantando las dos manos como si la otra muchacha le estuviese apuntando realmente con el arma mágica, esbozando rendición y calma. –Te voy a responder tantas dudas como quieras, pero vamos adentro, me congelo. –

 

Se llevó una de las manos a la nuca frotando mientras se acercaba lentamente a la otra Black y la invitó con la otra a ingresar a la cocina nuevamente. Hizo el ademán de apoyarla en la espalda de la otra rubia para acompañarla hasta la puerta, pero se arrepintió al ver su desconfianza. Se encogió de hombros e ingresando al lugar se dirigió hasta uno de los asientos que estaban frente al desayunador, esperando que ella le siguiera.

 

- ¿Algo para tomar? ¿No? … Supongo que tu madre me mata si te doy alcohol… Vamos al grano. A ver… ¿cómo empiezo? – La pregunta fue más dirigida a ella que a su sobrina, pero no despegó su vista de la última mientras hablaba. Lo cierto era que no estaba acostumbrada a ese tipo de charlas y confesiones familiares. – Vas a tener que disculparme si doy demasiadas vueltas. Me siento como si te estuviese dando la charla del pajarito y la cuevita… vos sabés… -

 

Movió las manos por unos segundos como si quisiera tocar la superficie de una esfera por varios ángulos, no llegando a un acuerdo en cómo explicar gestualmente aquel momento en que un padre debía enseñar a su hija el modo en que se crean los bebés. Frustrada, dejó aquel movimiento y levantó la vista, poniendo seriedad en sus facciones de una vez por todas. Notaba el rostro exasperado de la Mortifaga frente a ella, y el vaivén de sus ojos hacia cada uno de los movimientos que hacía.

 

- En fin, perdón por eso. – Suspiró por segunda vez y entrecerró los ojos, pensado con cuidado lo que diría – Con respecto a tu pregunta… la última. Sí… Sé que somos hermanas. Y te la respondo por más que sea una pregunta retórica para que entiendas que lo que hacemos lo hacemos sabiendo todas las contras y consecuencias, porque el amor que nos tenemos es demasiado fuerte para ignorarlo.

 

 

Su forma de actuar y de moverse había cambiado, y el brillo que usualmente tenía en sus ojos prácticamente había desaparecido, embriagando de negro el azul de su mirada.

 

- En cuanto a por qué ella… No es algo que se pueda explicar. Es algo que se siente. Tu madre y yo siempre estuvimos juntas desde que nos conocemos. Yo nací en este castillo… ella vino después. Pero inmediatamente cruzó la puerta sentimos esa conexión que sólo sentís con la persona indicada… la especial… la diferente. – Se enderezó en la silla y colocó las dos manos detrás de su cabeza, apoyándola sobre ellas unos minutos mientras hacía la pausa necesaria para que Akiza pudiese pensar en lo que ella estaba diciendo. – Ella es más pequeña que yo en edad, pero siempre me sentí protegida, y siempre sentí la necesidad de protegerla.

 

Desvió la vista hacia el techo para no incomodar a la muchacha y prosiguió.

 

- Ya luego, más crecidas, siendo adolescentes y después mujeres, la atracción sexual se combinó con el amor… pero no era nuestro momento. Nos amábamos como nadie, pero no estábamos listas. Y ahora que ella volvió… que yo volví… que tenemos la libertad de amarnos como nuestras mentes, corazones y cuerpos lo desean… Ahora ya no estamos en condiciones de dejarlo pasar. – Su voz era firme y segura, y a pesar de su tono grave los matices femeninos y dulces seguían estando allí.

 

- Y somos felices… Yo lo soy. Y te juro que me voy a encargar de que tu madre lo sea por el resto de su vida… Y, por supuesto, eso te incluye. La felicidad de Gabrielle está ligada a la tuya. Es una madre excelente y cariñosa. Así que, siempre que tengas dudas… o si algo te molesta. Me podés preguntar. – Se incorporó muy despacio, cambiando la posición de sus brazos para acomodar la silla más cerca del desayunador antes de caminar hacia su sobrina. - Ahora… ¿Qué era eso que querías decirme luego de mi palabrería? -

Editado por Mahia Black

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  • 2 semanas más tarde...

El que su hija fuera un poco ¿Consiente? No, prudente, con respecto a la situación le hizo sonreír. Las cosas eran demasiado prontas para poder empezar con otra diarrea verbal al dar una explicación a su hija menor; a fin de cuentas la menor no tenía padre, Gabrielle ni siquiera estaba en condiciones de hablar del tema pero sí en explicar el presente.

 

Sujetó su mano antes de que la pelirroja saliera, la pequeña de las dos... Y le vio alejarse sin poder si quiera detenerla ¿Había hecho mal?

 

Mordió su labio inferior y los nervios volvieron a activar su ansiedad, la tan odiada ansiedad. Giró su mirada hacia la puerta y recargó su oreja en la pared, la puerta sería demasiado obvia.

 

No escuchaba nada pero su curiosidad iba más se su bendito sentido común ¿Cuánta vergüenza más ocupaba pasar para darse cuenta que ocupaba un poco de magia para eso? Justo cuando su varita estaba en el tocador de su cuarto. Frunció el ceño y se separó frustrada de la pared, se cruzó de brazos, ya no era justo. Los segundos habían sido eternos.

 

Un paso (o tal vez dos) fueron los necesarios para quedar justo frente a la puerta, su mano sujetaba fuerte el picaporte y se mordió el labio inferior, estaba dispuesta a recibir una mirada furiosa de su hija por interrumpir, o tal vez... tal vez era el momento adecuado y su hija no le importaría el que le interrumpieran.

 

Soltó el picaporte ¿Debía en verdad esperar? Apretó fuerte en puño su mano y sintió sus uñas encajarse en su piel, estaba desesperada. El saber que su pareja se encontraba detrás de esa puerta de madera, posiblemente con su hija enojada, le hacía perder la paciencia. Pero no más.

 

De nuevo su mano sujetó decidida el picaporte y le abrió empujando fuerte la puerta. De inmediato sus ojos miel recorrieron el lugar encontrando los cabellos rubios de su hermana, sonrió. Caminó hasta ella sin importarle el entorno y se detuvo detrás de ella bajando su torso, rodeó su cuello con sus brazos y sus labios depositaron un beso en su oreja.

 

– ¿Todo bien? - dijo separando sus labios de la Black y dirigió su mirada a su hija. – ¿Obtuviste lo que buscabas?

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