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Calles del Callejón Knockturn


Cornelius Wind Haugthon
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Bruja equivocada —sentenció casi riéndose, a pesar de haber nacido en Bulgaria, ella era lo más distante que había a una fanática del deporte rey de los magos—, verás, el cómo superé mi examen de vuelo, es una incógnita que aún yo misma no resuelvo.

 

Dejó que su risa se extendiera unos segundos saboreando en su interior la calma de sentirse a gusto con alguien. A lo mejor si era la diferencia de edades, porque pues, aunque Martín era un hombre, era mucho mayor que ella, seguramente estaba en buenas manos. O bueno, lo suficiente segura para alguien que está en el Callejón Knocturn. Escuchó con atención eso de no haber vivido en Inglaterra, y una punzada le atravesó el pecho cuando pronunció el país en forma de bota.

 

Así que tampoco has sido el mejor residente de Inglaterra —comentó divertida—, supongo que Londres tiene su encanto, yo no le veo mucha gracia al Ministerio de Magia, aunque, por el bien de mi economía, he solicitado plaza en uno de los Departamentos, como empleada. Pero no en el de Transportes y Deportes Mágicos, eso es seguro —añadió divertida.

 

Se dio cuenta que él la observaba con detenimiento, y ella hizo lo mismo. Se preguntó dónde era que los magos se iban cuando huían del status mágico de Ottery, y qué aventuras había en medio de todas aquellas historias. De hecho, su mano, involuntariamente comenzaron a subir al verlo detenerse, como si quisieran acariciar unas casi inexistentes arrugas en el ceño del Black. Estaba por hacer contacto con la piel del mago cuando este la acorraló dejandola apenas a unos centímetros de distancia y disparando todas sus alertas.

 

¿Por qué se había acercado así?

 

Era visiblemente más alto que ella, y su mano, se quedó entre ambos, como algo inerte en medio de una tormenta que apenas nacía. Extraño, pero a pesar de sentir la sangre de su corazón bombear a mil por hora, logró escuchar lo que él preguntaba y aún más sorprendente, logró cavilar una respuesta.

 

No dije que me los pidieran en Hogwarts —respondió—, dije que los usaría en Hogwarts, que es distinto.

 

Quiso retroceder, pero su cuerpo había dejado de responder órdenes básicas, ni siquiera estaba segura de continuar respirando, sobre su rostro sólo sentía el gélido aliento del Black y sus ojos, casi queriendo descubrir un papiro oculto en sus azules ojos. ¿Nerviosa? No, ese estadío lo había pasado hacía mucho rato. Ahora mismo, habría dado la vida simplemente por poder retroceder un paso.

 

Me estás asustando —suplicó, sintiéndose más tonta que nunca, porque en su mente era consciente que él no la estaba sujetando, era su propio pánico el que no rompía la cercanía.

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Despues de entrar en el vestibulo de entrada me diriji al interior de la casa. Parece mentira pero es mucho mas grande de lo que su fachada da a entender.

 

- ¿El laboratorio 3 esta libre? ---pregunte.

 

- Si Señor ¿se lo preparo?

 

- No, gracias, ya me ocupo yo. No me acompañes, se el camino.

 

Atravese un largo pasillo cruce frente a un patio acristalado y entre en el laboratorio 3, iba a confeccionar mi pocion.

http://i.imgur.com/kNMDvWi.png


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  • 7 meses más tarde...

En el cielo se observaba el símbolo de la Marca Tenebrosa en su mayor resplandor, era extraño que ni un Auror se hiciera presente, pero para mí eso no era novedad, igual todos eran unos cobardes con cargos puesto a dedos y la lucha internas dividían al grupillo que los conformaba, ya ni los The Hunters, los supuestos cazadores daban caza alguien, simplemente se reunían a parlotear como gallinas, por lo que no sería suponer que la Orden del Fénix era más que un mito, este era nuestro reinado, donde la magia oscura estaba en su auge.

 

Era yo un descarado, dado que había enviado a @ el auror milenario y acabado que se presentara en ese mismo momento, dado que iba a revelar información sobre algo, inclusive al justo y honorable @Lestat Rambladi , pero sabía que ellos no se atreverían en venir, dado que como a los grupos donde se decía pertenecer no corría lejos la cobardía, eso me hizo pensar en @@Albus Severus Black , aquel indeseable y enigmático compañero de Hogwarts, quien ahora se la pasaba metido de lleno su departamento de Misterios, un nombre que le quedaba de encaje.

 

Allí me encontraba yo en la calle, caminando sin nada que hacer y con ganas de causar mucho mal, ya deseaba ver si mis compañeros y esposo @@Emmet Haughton Gaunt se aparecía, dado que deseaba darle la bienevenida a @ , pero no se me ocurrió mejor momento que este, a ver si era verdad que la hija de mi pareja tenía el valor en parecerse. Era mi apariencia algo sombría, pues mi rostro no observa por mi mascara de Mortífago y mi atuendo blanco, el cual ocultaba por medio de la capucha mi mascara.

 

A cada paso arrastraba un poco del sobrante, y en la mano derecha portaba mi varita.

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- Señor, en el cielo se ha aparecido la Marca Tenebrosa.

 

- ¿Y?

 

- Nada, Señor, solo queria que lo supiera.

 

- Me doy por enterado. Puede retirarse.

 

La Pocion me tenia enfrascado. La Marca Tenebrosa era algo irrelevante. Lo verdaderamente util era lo que tenia entre manos. esta Pocion no es nada facil de hacer. Y eso que yo soy un especialista en la materia.

 

La primera fase tenia un color rojo anaranjado que luego derivaria hacia el rojo blanco. Atice el fuego y pronto se formo un color azulado en la mezcla, el azulado dio paso a un verdoso sucio y despues sepuso lechosa, era el mometo de añadir 4 gotas de eleboro macho.

 

- Creo que ya esta, ahora hay que dejarla reposar 10 minutos.

 

Me asome a la ventana, la Marca Tenebrosa brillaba en el cielo nocturno. Pero para mi eso no tenia importancia.

http://i.imgur.com/kNMDvWi.png


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  • 8 meses más tarde...

Era un ramillete de nervios, pues no sabia si él llegará o si al contrario me dejaría plantado. El Black (@ ) me hacia completar de una forma ajena a mi ser, inclusive me coloque algún perfume para agradable un poco más y no se cuanto tiempo me mire en el espejo para la elección de la ropa, a pesar que se vierauy sencilla y modesta, mirada se encontraba baja, a penas si se me ocurrió dialogar con aquella persona y lo esperaba con ansias.

 

--Seguro no vendrá.-- Pensé en voz alta y caminaba lentamente, para cuando eleve la mirada me pareció verle en el cielo nocturno en las estrellas. En verdad este comportamiento me contradecía, surgía lentamente en mí una sensación amarga e impulsiva. --Y si viene ¿Qué le diré? -- Me detuve y estaba apuntó de irme , suspire profundamente y baje la mirada. --Y si no viene. -- Solté un grito y no me pareció verle. --Si vendrá.-- Finalizaba de hablar.

 

En mis pensamientos evocaba la forma que había llegado y era fácil, había aparecido y eso me cuestione si debería haber ido por él a su hogar, tener que hablar con sus padres y solicitar formalmente la invitación y a todos esto... ¿Acaso era una cita lo que teníamos? En ese sentido, era quizás prudente haberle traído algo ¿Pero que le gusta a él? En verdad me negaba a creer lo había invitado a una cita, para mí esto era simplemente una charla, algo sin formalismo y sobre todo nada que alberga compromisos, por tal motivo no era una cita.

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  • 2 semanas más tarde...

La media tarde le permitía pasar ligeramente desapercibida pero aun así algunas personas volteaban para verla. Llevaba una túnica oscura como las que solía emplear cuando impartía clases en Hogwarts y el semblante tan sombrío que asustaba por lo que no necesitaba pedir permiso o empujar para seguir en línea recta un camino que solo en su mente se encontraba despejado, aquellos que se cruzaban en su camino abrían paso, escudriñaban su rostro, bajaban la vista a la varita empuñada, y los más sabios apresuraban la marcha para marcar una distancia prudente de aquella bruja.

 

Todavía resonaba en su cráneo la frase de Jessie "Culpen a Jank" había pasado gran parte de su vida pisoteando a aquellos que pretendían culpar al mago de la mayoría de las cosas por no aceptar lo brillante de su actuar pero si unía esa breve frase al no saber dónde diablos estaba Pik y por qué Crazy había aparecido de la nada para llevárselo, pues, culparía a Jank entonces. Lo buscaría donde los hombres como él solían esconderse de ser perseguidos, porque aunque había pasado demasiada agua bajo el puente, muchos apuntaban a Dayne con el dedo luego de su confesión ante la comunidad mágica.

 

Aquello le llevaba a preguntarse por qué ya no lo hacían con ella, después de todo, en esa época seguía los pasos del rubio con los ojos cerrados, sin temor a caer o a morir si caía. —¿Dónde. diablos. estás?

 

Apretaba tanto la mandíbula que acabaría por aflojar su dentadura completa o morderse la lengua, pero estaba segura que daría con él en aquel breve y recudido callejón de mala muerte, era la última información que había podido conseguir respecto a quien buscaba y mientras golpeaba de forma espontánea las húmedas paredes, se debatía si lo mataría o zanjaría por la paz lo que la estaba destruyendo por dentro, aun no se decidía y ambas cosas, pensadas con calma, resultaban igual de atractivas.

 

Y cuando estuvo a punto de girar sobre sus talones y desaparecer, vio de reojo aquella melena dorada que centelleó presa de un débil rayo de sol perdido entre tantas sombras. Su anatomía cortó el aire en dos con elegancia hasta detenerse a cinco centímetros de Jank, quien le estaba dando la espalda en ese momento, ignorando si él la habría visto llegar o no y arrugando el cuello de su vestimenta con la zurda al punto tal de deshacer aquellos centímetros y pegar los labios a su oído.

 

—Da medio paso más y verás de lo que soy capaz— susurró —Recuerda que aprendí del mejor.

 

@@Jank Dayne

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  • 2 semanas más tarde...

Leonard Dayne

 

—¡Dame otra oportunidad! ¡Solo una más!

 

—¡Largo de aquí!

 

—Solo déjame quedarme esta noche, Joe. ¡Y te juro que.. !

 

Joe tomó a Dayne por el hombro y lo llevó hasta afuera. El joven intentó librarse para volver a entrar, pero se lo pensó dos veces en cuanto vio el rostro enrojecido del rechoncho señor. Las venas se le marcaron en la frente y el bigote salpicaba de sudor.

 

—¡No vuelvas, ruin mentiroso! ¡O llamaré a tu hermano para que te de tu merecido otra vez!— el hombre se devolvió hasta la puerta, secándose el sudor con la coleta que sobraba de su corbata. Se notaba a leguas lo alterado que estaba — no pienso ensuciarme las manos con tipos como tú. ¡Que ni Merlín te perdone!

 

Cerró la puerta tan fuerte que a Leonard le llegó el resto del polvo. Para su suerte habían sido pocos los presentes del escándalo, y la mayoría ya estaban acostumbrados a los arrebatos de Joe. Sabía que se le pasaría en una o dos semanas cuando mucho, pero mientras tanto tendría que arreglárselas para pasar desapercibido los meses que planeaba vivir en Londres. El viejo y gordo Joe siempre le ofrecía protección durante ese tipo de viajes hasta que Leo robaba alguna de las joyas de su difunta esposa para pagar sus deudas o cuando pasaba noches en la cama de alguna de sus cinco hijas. Por primera vez había hecho ambas cosas, por lo que el margen de enfriamiento de su viejo amigo sería mayor.

 

Mientras pensaba, decidió caminar. De vez en cuando sentía miradas inseguras, aunque no fueran porque lo reconocieran precisamente a él como tal. Ya no contaba con el antiguo soporte que solía brindarle su hermano cuando visitaba su nuevo hogar, y tampoco le agradaba demasiado la idea de solicitar la ayuda de Arianne ahora que su fidelidad se tornaba dudosa. Una vez tomó consciencia que, sin un solo galeón en el bolsillo, las opciones de dormir en una buena cama eran más bien escasas, cerró los ojos y se detuvo en medio de la calle, esperando que la respuesta cayera del cielo. Pero no cayó: la oyó.

 

Volteó, enderezándose, fingiendo el rostro más taciturno que podía disimular. A pesar de llevar el cabello suelto, llevaba puestas unas orejeras para sentirse más en casa, por lo que el truco podría funcionar. Levantó los brazos en señal de rendición.

 

—No necesito si quiera un paso para cambiar esta situación — <<patético, perfecto. Suena como él >> — Por eso sigo siendo el mejor.

 

Era hora de ser Jank.

 

@@Arya Macnair

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Hubo algo en su tono de voz que la alarmó.

 

No, no fue eso. Era la primera vez que Jank se oían tan superior ante ella, es decir, ¿dónde estaba la galantería y la dulzura arrastrada en sus palabras? sería posible que se hubiese hartado de la tirantes en aquella relación que jamás había visto la luz del sol. La tela se resbaló entre sus dedos cual susurro y sin poder prevenirlo pudo apreciar su rostro a no más de dos centímetros. Dos pasos hacia atrás, por inercia, marcaron la distancia que hubiese preferido para dominar la parte más primitiva de su naturaleza y frunciendo el ceño calló la voz de Jessie aun sonando estridente en su cabeza "...Hay que culpar a Jank"

 

Pero cómo, cómo hablaría con él sin delatarse o exponer a Pik ¿Cómo? normalmente el juicio se le nublaba cuando tenía que ver fijo aquel par de ojos esmeralda, y aunque se mantuviese firme por fuera, todo su esqueleto parecía víctima de un sismo.

 

—où est le ministre

 

Lo habían visto con él así que fue lo primero que se le vino a la mente, saber dónde estaba el Ministro ¿ahora por qué había recurrido a un idioma que no resultaba ser el natal propio? Pues, un vistazo breve a su alrededor le indicó que no eran los únicos en aquel callejón de mala muerte, quizás se había equivocado y los caza fortuna aun quería la bonita cabeza del mago en una pica. Además lo conocía, sonaba espeluznante pero ella sabía todo acerca de Dayne y uno de las lenguas que dominaba el hombre era esa misma, el Francés.

 

Aun así se sintió forzado, había abandonado el habla natal, aunque ésta no fuese la que acababa de pronunciar, por una cuestión personal, aunque aun guardaba entre frases aquella R marcada y dura del Finlandés.

 

—Se que te vieron con él y quiero saber a dónde fue. Vas a decírmelo por las buenas— argumentó deslizando ambas manos por los ropajes de Jank hasta la altura del pecho y allí mismo se detuvo volviendo a la amenaza física, atrayendo su fisonomía hacia si con brusquedad —O por las malas, tú decides.

 

Había cierto reproche en su accionar, ahora no solo se trataba de su padre, sino también del hecho en que lo que aun guardaba de ellos parecía no existir en los ojos del hombre que antes hubiesen brillado con su mera presencia y cercanía así como brillaba la absurda piedra en su dedo, sin ningún valor luego de que Aries decidiese echarse para atrás con su propuesta.

 

@@Jank Dayne

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  • 1 mes más tarde...

Leonard Dayne

 

Era cierto entonces. Jank prefería ser reservado en cuanto a sus asuntos personales, por lo que solo había podido extraer de él una breve descripción que por suerte no olvidaba todavía

 

- Es letal - dijo su hermano, mientras lanzaban piedras en el lago frente a las ruinas de Campoestrella - Tiene la habilidad para hacerte temblar cuando se acerca hacia ti, y por muchas razones. O quizás solo sirve conmigo.

 

<< No lo creo >> Leonard se relamió los dientes por fuera, examinando a la bruja de arriba a abajo, pero sin dejar de pretender que ya la había visto centenares de veces. Quiso sujetarla por la cintura, besarle el cuello, hacerla suya durante horas o días sobre una cama caliente. Pero el tesoro más codiciado siempre se presentaba de primeras, pues al destaparse desataba una trampa mortal. <<Letal>>. El acento francés de la bruja le recordó a Gyonona, la perra traicionera que seguía pagando deudas después de la traición a sus hermanos. Aunque a Arya, incluso siendo extranjera, le salía mucho mejor.

 

- No necesitas usar la fuerza, Arya. Al menos no de ese modo. Y menos aquí.

 

Bajó el brazo con el que sostenía la varita y miró hacia los lados. Después, pasó el brazo por encima de su hombro y la condujo por uno de los callejones más cerrados y largos. Al final de éste la calle se abría y, pese a seguir estando dentro del lado oscuro de Diagon, llegaron hasta un local de mesas al aire libre, lo suficientemente cubiertos por mantas gitanas para el bloqueo de los mirones. Las sombras de la gente que transitaba la calle se proyectaban gigantescas adentro de la cúpula de tela, en ocasiones dando la impresión de que los aplastarían en cualquier momento.

 

La mesonera trajo dos bebidas iguales antes de pedir la orden, y se fue sin hacerlo. Tuvo que contenerse para no echarle un ojo a su retaguardia; el bueno de Jank, seguramente, no tendría ojos para nadie más. Metió una pajilla en su vaso y animó a Arya a que hicieral o mismo. Era la especialidad del local: ellos escogían todo según el aura del cliente. El tarro de Leonard estaba hasta el tope de un líquido espeso y morado, cuyo olor se comparaba a una combinación de vino tinto con algo muerto, en el mejor de los casos. Después de sorber del pitillo y ojear a la bruja disimuladamente, habló.

 

- El Ministro es un maldito, Arya, y esconde algo - dijo, gesticulando con sus dedos sobre la mesa tal y como hacía Jank cuando se explciaba acerca de un tema que le resultaba indigno. Recordaba al pie de la letra el artículo de El Vociferador que hablaba de la incursión de su gemelo en el Atrio, por lo que tampoco debía fingir demasiado - ¿Cinco años sin aparecer y de repente aparece por un mortífago? ¡Mis bol... sillos! - tosió. Casi metía la pata -. No, no le seguí el rastro. Pero sé dónde está - sorbió otra vez, mirándola - Lo puedo buscar para ti.

 

@@Arya Macnair

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  • 3 semanas más tarde...

Nasha Montpellier

Su jornada había acabado por ese día. La ganancia, cuidadosamente guardada en una bolsita entre sus pechos había sido mayor a la del día anterior y solo eso ya la ponía contenta.

 

En tanto el Callejón Knockturn bullía de gente a esas horas, en que caía la tarde y el cielo comenzaba a oscurecerse. Desde su llegada a Londres, varios meses atrás, a Nasha le había parecido que en esas pocas cuadras cargadas de negocios discretos, fachadas mugrientas y adoquines rotos, se encontraba la gente más fascinante de Inglaterra. Esa cuya vida no transcurría a través de las páginas sociales de El Profeta, sino en transacciones turbias y operaciones que cuanto más clandestinas, mejor posibilidad de saldarse tenía.

 

Escurriéndose entre un par de semigigantes fornidos que a esas horas custodiaban el centro de apuestas de un gitano que había conseguido hacerse su "amigo", la morena comenzó a avanzar por medio de la calle. Sus sandalias que se anudaban con finas cintas no hacían el menor ruido, dándole a su paso un aire sigiloso. Por contraste el blanco prístino de su vestido de lino crudo y el turbante con que envolvía su cabellera (anudada a su vez en una trenza con algunas flores colocadas en ella), así como los abalorios y las pulseras en sus tobillos y muñecas hacían que varios voltearan instantáneamente la mirada.

 

"La francesa", "la bruja vudú", "la lectora de suertes estafadora". En poco tiempo ella podía preciarse de tener ya un nutrido conjunto de apodos, que le hacían sentirse orgullosa.

 

Al girar para ingresar por una callejuela que solía usar de atajo, de repente, la tranquila rutina de ese día se vio alterada al ver delante de ella a un joven cuya palidez de piel revelaba de inmediato su condición de vampiro. Pero eso no era lo que le preocupaba, no, sino que al parecer y sin quererlo había llegado justo en el momento en el que el tipo estaba por saciar sus apetitos con una afable jovencita de rojizos cabellos.

 

"Todavía puede ser...si solo doy media vuelta". Así lo hizo, pero una ráfaga de aire enseguida le alertó de que no la tendría fácil para salir bien librada de eso. Soltó una larga exhalación entonces, y girándose, se vio frente a él, cara a cara.

 

— Buenas noches - fue todo lo que pronunció entonces, con aquella cadencia suave y que delataba perfectamente su procedencia extranjera- ¿le puedo servir en algo?

 

@Sísifo

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