~ House of Books ~ (MM B: 103943)

[Dark Dragona]

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Sin duda alguna su primera parecía teniendo aquella perspicacia de hacía tiempo, lo que era curioso con lo despistada que ella era. Tomó su sorbo de aquel café que el elfo pronto le había traído, estaba muy rico aunque eso no quitaba su pésimo estado de ánimo, no quería preocupar a Dragona pero necesitaba hablarlo con alguien y ella era la única persona que le quedaba en aquel lugar, prácticamente ya no tenía nada por lo que vivir.

 

- No se que hacer -dijo al fin apoyando la taza de nuevo en la mesa- Ya no me queda ninguna razón por la cual estar aquí, lo mejor sería que me fuera- soltó todo lo que tenía dentro- después de todo nadie notará mi ausencia.

 

Realmente eso era cierto, todo el mundo parecía haberlo olvidado y no tenía ya nada que lo atara a aquel lugar. Podía conseguir un trabajo, una casa nuevos amigos... pero eso no era su estilo. Había pasado toda su vida luchando y sentía que no podía hacer nada más aparte de eso, tal vez fuera un completo desastre en todo y prefería irse ahora a intentarlo, fracasar, y que lo echen y recuerden de una forma tan desastrosa.

 

Bien era cierto que podía servir a los mortífagos en aquella guerra, pero seguía sin ser lo mismo. No los cuestionaba pero si se quedaba aquí tenía también que conseguir un lugar donde vivir y todo de nuevo, no le compensaba en ninguno de los sentidos. Por un momento había pensado en morirse pero eso no arreglaría nada. Eso le recordó la otra razón por la que había ido a visitar a Dragona.

 

- Pero antes de irme necesito que me hagas un favor- le pidió esperando que lo aceptara pero sabía que lo iba a hacer, ella era incapaz de negarle algo a nadie- Necesito... ese cristal -le dijo directamente sabiendo que la bruja sabía a lo que se referiría pues no podía ser otra cosa- El problema que no se donde encontrarlo en aquel lugar- tantas tiendas y le parecía curioso que ninguna tuviera algo que se asemejara a lo que él buscaba. Había mirado en todas las partes posibles pero no encontró respuesta, a excepción de un puesto en el que no se atrevió entrar porque estaba aquel... no sabía ni como llamarlo, profesor que había conocido cuando les acompañaron, de todas formas dudaba que ese pudiera vender algo bueno.

[Seba Granger]

Sus palabras eran mi medicina, desde que ella estaba a mi lado todo había cambiado, me daba la fuerza que necesitaba cuando me había sentido abatido, era la energía para resurgir de las cenizas como el fénix que portaba con orgullo en mi corazón, ya nada me lastimaría mientras ella estuviera a mi lado, mi corazón había sido curado por su amor, su amistad y lealtad.

Sonreí como un bobo mientras me perdía en sus ojos al oír sus palabras, ella sabía hacerme sentir como un niño de nuevo, como un adolescente que recién comenzaba a conquistar a su pareja, que buscaba de todos los modos de agradar a la chica que creía inalcanzable.

-Ese corazoncito es mío- dije a la mujer que en esos momentos estaba sobre mi, rose mi dedo indice en su piel donde latía ese hermoso musculo, que pese a ser una vampira juraría que lo sentía cada que ella estaba cerca mío.

-El mío es tuyo, hace mucho que te apoderaste de mi ser, eres todo para mi, quiero permanecer en tu vida siempre- pronuncie mirando sus ojos, sabía que tal vez mi vida sería mucho mas corta que la de ella, era un simple mortal, pero me entregaría por entero durante cada año que pasara junto a ella.

Mordí su labio con pasión y picardia mientras mis manos volvían a las caricias, además mi cuerpo se movía mas para ella acoplándonos aun mas, entregándonos el uno al otro como la noche anterior.

[Sherlyn Stark]

Siempre le había agradado pasear por el callejón Diagón, y más para realizar una buena acción. Lo esencial ese día era repartir invitaciones para que los habitantes de la sociedad mágica se divirtieran en un campamento que realizarían en “Moon River”. A pesar que se acercaban fechas que podían considerar “escalofriantes”, estaba segura que sería un evento encantador y simpático, como las distintas fiestas que presenció, cuyos organizadores eran miembros de la Orden del Fénix.

Admiró un precioso local, el cual estaba a cargo de Darla Potter Black y su compañero, Seba. Jamás había podido pasar a estudiar el lugar más de cerca, porque no había tenido tiempo o, simplemente, se concentró mirando otros negocios, también, bonitos. “House of Books” vendía libros, o algo así se rumoreaba según la Ruak. Tenía pensado repartir el cartel para que los demás pudieran informarse sobre el tema, pero quién le impedía pasar un bonito tiempo en ese lugar.

Se aproximó en una de las vidrieras que estaba en frente de ella, y pegó el bello cartel que, al parecer, lo había creado una persona con mucha creatividad y buen gusto. No podía resistirse a tanta belleza, haciendo referencia al local y los libros que eran parte de éste. Tal vez sólo compraría un par y seguiría repartiendo. También, debía averiguar si, en un lugar tan pacifico como aquel, existía algún centro de lectura.

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Editado 12 de Octubre del 2014 por Kirara Ruak

[Darla G Dumbledore]

Leto - elfo de Darla viendo a @

 

El elfo se movía entre una y otra estantería, acomodando por nonagésima vez los libros. Le encantaban, no podía hacer como Lualú que los leía a escondidas en el depósito durante el día, a él le había tocado estar más a la vista y hasta que no se iban las visitas en la noche no podía darse ese gusto. No era que su ama se lo impidiera, al contrario, pero como Tommy decía, no todos eran tan flexibles y dispuestos a aceptar que un elfo se comportara como un igual.

 

Mientras estaba cerca de las vidrieras una figura femenina apareció y colocó en una de ellas un cartel, Leto observó con curiosidad y se acercó para leer. Se trataba de un campamento que llevarían a cabo en un local cercano, vaya, que raro, no sabía que hubiera locales para acampar en el callejón. Seguro que a sus amos les interesaría saberlo.

 

--Buenos días --dijo hacia la señorita que ahora veía interesada la vitrina con los libros --¿le gustaría pasar a mirar más de cerca? Hay muchos libros interesantes y tenemos una bonita sección para acampantes --dijo señalando el cartel que la joven acababa de pegar --o una buena lectura para hacer a la luz de la fogata antes de ir a descansar.

[Diana Delacour]

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[Seba Granger]

Eros, elfo de Seba

 

Ya hacía algunas semanas o mas bien meses que los elfos del Granger se habían trasladado a la actual casa que este tenía en su local que había abierto con su novia, aun así habían algunos que no se adaptaban del todo a estar en un sitio mas pequeño, cuando Eros lo que haya pequeño era el jardín trasero, no era como el que estaba acostumbrado en la mansión Haugran o incluso en la Gryffindor la última morada de su amo.

 

-¿Que esperan que Eros haga con este diminuto espacio?, Eros es capaz de hacer crecer cualquier cosa pero en un mínimo de espacio- insistía el huraño elfo mientras trabajaba con un rastrillo el terreno que su amo le había dado por ahora.

 

-Auch!!!- empezó a gritar este y comenzó a saltar por todas partes al darle a tus dedos con el rastrillo en vez de a la tierra, arrojó lejos la herramienta que estaba usando, y desparramo la tierra suelta que tenía ya para plantar algunos arbustos pequeños que el mago le había conseguido.

 

-Debería plantarlos el mismo- decía entre dientes el elfo en contra de su dueño. -Así se daría cuenta que Eros no reclama en vano- continuaba pronunciando a penas saliendo atisbos de palabras de sus labios elficos.

[Dark Dragona]

Dark Dragona hablando con Nathan

 

Sus ojos se tornaron de tristeza cuando su primo le dijo aquellas palabras, aquel cristal... ¿había entristecido tanto que de verdad lo necesitaba? Sabía, gracias a la "inocente" excursión que había tenido en la academia donde él se coló solo para estar con Iro que su mayor miedo era volverse loco, la verdad es que no lo imaginaba de tal modo, seguramente ese ya no sería Nathan y no quería que su primo muriera así que antes que eso prefería que se olvidara de Iro, aunque para ello tuviera que marcharse...

 

Movió su silla a su lado para rodearlo con sus brazos en un confortante abrazo, siempre era poco tiempo el que estaban juntos, la primera y última vez que se habían visto solo había durado unos días, y ahora volvía a pasar lo mismo, notaban una conexión a pesar del poco tiempo que pasaban mucho ya que eran muy parecidos aunque claro está cada uno tenía sus diferencias.

 

- Creo que se donde conseguirla- le afirmó al tiempo que recordaba aquel local que su amigo Cilian poseía. Dijo que el local cambiaba a gusto de uno y que podía llegar a tener aquello que la persona buscaba así que con seguridad tendría aquel cristal. No le extrañaba que su primero no se hubiera atrevido a entrar ya que la primera impresión que tuvo de aquel hombre no fue muy buena que digamos y sin duda, como cualquier otro, no querría ser cortejado de nuevo por aquel chico.

 

A Dragona en el fondo le hacía gracia, pero seguiría muriéndose por más graciosa que sea la cara de los demás. Le sonrió a Nathan para que viera que todo fuera bien preguntándose donde iría ahora, pero sentía que ni él lo sabía, así que prefirió disfrutar los últimos momentos con él antes de su partida ya que posiblemente no lo volvería a ver de nuevo en mucho tiempo.

 

Al final no le pudo contar lo que pasó aquel día... igual era lo mejor, si se lo contaba a alguien, a quien fuera, aunque sea a sí misma delante de un espejo, sentía que rompería a llorar, y no quería hacer un escándalo en aquel lugar, no le gustaba dar la nota y que todo el mundo la mirara, por eso agradeció que no estuviera tan metido en sus problemas que no se acordara de los de ella.

 

Dragona había aprendido con el paso de los tiempos que estaba destinada a ser infeliz por una parte y a darlo todo por sus amigos a pesar de aquel peso, podría desahogarse con ellos, lo sabía, pero eso no quitaba el hecho de lo que pasó y de la tristeza que emanaba de su corazón y que nadie podría curar, no creía volver a conocer a nadie que pudiera sustituirlo. Podría ayudar un poco a que el dolor fuera un poco menor, pero sin duda aquel veneno seguiría ahí consumiéndole todos los días el corazón. Aun encima hacía muchos días que no lo veía... era como si se hubiera olvidado de ella... eso hacía que no quería hacer nada, pero Dark nunca se olvidaría de él y de todo el amor que vivió... nunca.

[Darla G Dumbledore]

Las palabras de Seba le habían arrancado aún más suspiros que cada uno de los vaivenes y caricias que en medio de la piscina se entregaban mutuamente. Sonrió sintiéndose en las nubes, era como si no estuvieran en el agua, sino más bien en el paraíso. Un gemido tierno escapó de sus labios cuando la caricia de su hombre, sobre su corazón, hizo arder toda su piel en un loco frenesí.

 

Su mirada castaña se perdió en la azul mirada de él mientras acariciaba al ritmo del momento la piel de su amado, dibujando corazones sobre su pecho y evitando clavar las uñas en su espalda. Gruñó con ternura cuando él la mordisqueo suavemente.

 

--Somos el uno para el otro, estaba escrito --susurró en los labios de él y abrazó sus caderas con sus piernas mientras volvía a susurrar --regálame la eternidad, no podría vivir sin tí mi amor.

 

Una vez más ese inentendible y desconocido ardor surgió en ella, no solo en el centro de su ser, de su femineidad, no, era más que eso, sentía que estaría sonrojada si pudiera. Acababa de confesarle que si algo le pasaba ella se buscaría morir y le había pedido un sacrificio enorme, que compartiera con ella la eternidad. ¿Serían capaces? Se pegó más a la piel de él, con suaves y salvajes movimientos de su cuerpo rozando el instante previo a la explosión del amor, saboreando aquellos labios que saciaban su sed de amor.

[Seba Granger]

Reí al sentir que me gruñía cuando la mordía en los labios, pero lo siguiente que salía de sus labios hacía que mi corazón latiera aun mas fuerte de lo que ya lo hacía, sin dudas tampoco sería capaz de vivir sin ella, ella ya era completamente parte de mi vida, era como el aire, no me podía faltar, no me imaginaba ni un solo día sin ella.

-Yo sería capaz de regalarte todo, soy completamente tuyo, mi alma y mi ser son tuyos, No te imaginas cuanto Te amo, lo importante que eres- me sonroje un poco cuando las palabras salían apresuradas de mis labios.

-Se parte de mi vida por siempre, se mi amiga, mi amante y mi todo para toda la vida- aceleré el rose de nuestros cuerpos, pegandome a ella con cada nuevo vaivén, siguiendo el ritmo de su cuerpo sobre el mio, arrancando mas gemidos de mis labios, sintiendo que ambos ardíamos de pasión.

No podía evitar morderla una vez mas, mientras que mis manos bajaban por la piel de su espalda una y otra vez, recorriendo su columna vertebral con delicadeza, dejando las caricias de mis manos por cada centímetro de su piel, -Se mi dueña, manda a este corazón que te adora, deja que te conquiste día a día- besé esos labios que me encantaban mientras jadeaba con cada nuevo movimiento.

-Sigue enamorandome cada día como lo has hecho hasta hoy- me apoderé de sus labios en un beso mas apasionado y lleno del amor que sentía por ella.

[Darla G Dumbledore]

Las palabras de su hombre arrancaron suspiros y ronroneos de los labios de la vampiresa, él no sabía, él no entendía que ella no podía poseerlo desde el momento que ella era totalmente suya. O era como un ying yang en que ambos eran dueños del otro y a su vez se pertenecían, complementaban, eran como ella había dicho, el uno para el otro, el uno del otro. Las suaves y apasionadas mordidas se intercambiaban junto con su ser.

 

Un estremecimiento recorrió su cuerpo y ahogó un gemido en los labios de su amado cuando se entregaron mutuamente, sus ojos se clavaron en los de Seba y el beso fue más profundo aún que sus propios cuerpos entrelazados. Una sucesión de tiernos te amo escaparon de los labios de Darla con cada nuevo estremecimiento de todo su ser. Cuando al fin se relajó ronroneo en los labios de Seba una vez más, aún agitada y enamorada.

 

--No te mandaré, no puedo mandar a mi dueño --susurró viéndolo a los ojos cuando al fin recuperó el aliento, sorprendida de haberlo perdido por él.

 

Se abrazó con fuerzas a su novio sintiendo que todo lo que a ellos respectaba era como si ella no tuviera ningún poder extra más allá del ser una simple mujer enamorada. Y cuánto que le amaba.

 

--Yo lo seguiré enamorando mi bien, como tú me enamoras a mí día a día, como me vuelves loca y me haces tu mujer --acaricio con ternura el rostro de su amado, mientras se acercaban suavemente a la orilla de la piscina.