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Ranas Lunares (MM B: 105591)


Lyra Katara Selwyn
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@@Alba Ryddleturn

 

-Si, le paso eso al lobezno. Afortunadamente acababa de llegar al negocio cuando uno de los elfos me explicó la situación. Gracias al anillo de amistad con las bestias y el conocimiento de cuidado de criaturas mágicas, pude tranquilizarlo.-Le comenté a Alba mientras le enseñaba el anillo que llevaba como dije en ese momento, igual que otros.-Acompañame a la oficina, por favor. No es prudente traer animales en el área de comida.

 

Subimos al último piso y le enseñe la puerta que estaba al final del pasillo del lado derecho. Era el área de las oficinas y de descanso de los empleados, ninguna persona podía entrar sin autorización.

 

En el centro de ese enorme cuarto se veia una pequeña sala de espera. Del lado izquierdo estaba mi oficina y en el lado derecho mi sala de descanso. La tercer puerta no nos interesaba en ese momento.

 

La lleve a mi sala de descanso y mi elfina Winky ya estaba ahi.

 

-Winky, ve por favor a Chrookshanks y dile a Cindy que nos mande todo lo que le encargo Alba.- Le pedi, mientas invitaba a Alba a sentarse en uno de los sillones.-En seguida traen tus cosas. ¿Necesitas ayuda para llevarte todo?

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Alba escuchaba y miraba el anillo que tenía su abuela. Le daba realmente nostalgia pensar como había quedado aquel lobezno ese día. Sabía que había tenido una conexión especial aquel día con el animal, como también lo había tenido con su lobo, si él era el que lo había escogido o ¿es que el pequeño lobo había escogido a su nueva familia? Muchas interrogante le venían a la mente a Alba, pero se había percatado que se había quedado unos pasos atrás de su abuela, por lo que comenzó a seguirla.

 

La siguió ansiosa por saber de aquel lobezno, tenía muchas ganas ya de verlo y llevarlo a casa, sería una gran sorpresa para Colmillo. No recordaba bien si ya había estado en aquel lugar donde Katara la llevaba, pero al parecer si, que fue hace unos años cuando había ido a instalar red flu o el hechizo antiaparación que realizaba en ese entonces en su trabajo. No le dio mucha importancia a aquellos pensamientos vagos que le aparecían en su cabeza.

 

En la habitación había sillones, al parecer era una sala donde se podía ir a relajar, descansar. Había una elfina, la Ryddleturn la reconoció enseguida porque ya la había visto en varias ocasiones. Cuando la elfina había desaparecido, Alba se quedó pensativa hasta el punto que apenas escucho lo que decía su abuela.

 

- ¿Qué? Ah sí, sí quiero ayuda, sin duda que lo necesitaré – pensó en su elfo, pero recordó que andaba de paseo con Colmillo y no le gustaba que su lobo anduviera solo por lugares que no conocía, por lo que necesitaría a alguien – ahí tú sabrás a quien me designas – le brindó una sonrisa rápida, tenía demasiadas ansias. – Por mientras podríamos arreglar lo de los galeones, dime cuanto es lo que te debo, para que dejemos todo saldado – y sacó un pequeño saquito con galeones.

Te quise tanto que me equivoqué... aprenderé a cerrar el libro de una vez


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-Guarda tus galeones, nieta linda. Me temo que la única que te puede decir el costo sería Cindy si regresas algún día a Chookshanks- Contesté.-¿Te imaginas que me aprendiera el costo de lo que vendo en los dos negocios?

 

Podía parecer broma, pero no lo era. En realidad tenía flojera en ese momento de hacer cuentas y era mejor evitar hacerlas., no quería estar haciendo el conteo de tolo lo que le iban a traer. Winky no tardo en regresar con mis otros cinco personales: Kohaku, Byakuya, Earthy, Shield y Sword, llenos de cosas para los lobos, incluyendo comida.

 

El lobezno se escapo de las manos de Winky, contento por el paeo, reconociendo a Alba de inmediato, por lo que le brinco en las piernas para languetearla. Era un lobezno agradable. Después se bajo, comenzando a aullar al no encontrar lo que buscaba.

 

-Creo que busca a su amigo.- Comenté.-Revisa que todo este completo y mis elfos te lo llevaran a donde quieras. Es más importante ver si Cindy te envió todo, más que los galeones, ¿no crees?

 

Después habría que ver como quería el envió del pedido de la comida de sus lobeznos, a lo mejor no era suficiente mandárselos cada mes sino cada quincena, algunos animales a veces comían más de lo normal, pero porque asi lo necesitaban.

 

@@Alba Ryddieturn

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  • 4 semanas más tarde...

Rio un poco al escuchar lo que le decía su abuela. – Esta bien, iré en estos días a saldar la cuenta con Cindy – guardó la bolsita, dejando guardado en su mente que tenía que ir pronto a saldar su deuda. – Es cierto, sería un lio aprenderse todo de tus negocios, solo pensé que podías tener la cuenta – sonrió – es mejor tener gente de confianza para que tenga todo bien controlado.

 

Pasaron apenas unos minutos, cuando apareció la elfo con unos cuantos empleados más con todas las cosas que había pedido. Alba casi no pudo percatarse de que venía el lobezno, porque salto de los brazos de la elfo para correr hacia ella. La Ryddleturn no esperó segundos para acariciarlo y darle cariño, pero eso no fue suficiente porque el pequeño comenzó a aullar. – Sí, creo que quiere a Colmillo – le dijo a Lyra – ¿Quieres a tu nuevo amigo, no? – terminó por hablarle al mamífero rascándole las orejas.

 

Dejó un momento al lobezno para ponerse a revisar las cosas, se veía todo en orden. – Creo que está todo perfecto de cómo lo dejé la última vez – alzó su dedo pulgar en forma de aprobación. El pequeño lobo estaba un tanto inquieto por lo que lo mejor era partir ya.

 

– Este pequeño está ansioso, creo que será mejor que nos vayamos, espero no te moleste mi descortesía, pero volveré por tu otro local para saldar todo además de ver lo de la comida, creo que necesitaré más de lo que llevamos aquí – apunto a uno de los empleados que llevaba los sacos – este pequeño tiene mucho por crecer aún, y quiero que sea fuerte, ya después podrá comer lo que quiera, pero de momento tiene que alimentarse bien. Gracias por todo abue, espero que nos veamos pronto – se acercó a Lyra para abrazarla y besar su mejilla.

 

Tomó en brazos al lobezno y se encaminó para salir del local. – Creo que debo escoger pronto un nombre para ti – le dijo acariciando la nariz del lobo. Y así estando fuera del local, se desapareció.

 

 

 

off: un dia no muy lejano ire a pagar la cuenta!! palabra de scout! jeje :)

Te quise tanto que me equivoqué... aprenderé a cerrar el libro de una vez


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  • 2 semanas más tarde...

-Afortunadamente, para eso se tienen los diferentes libros donde llevamos la cuenta y el catálogo, entre otras cosas. Mis empleados saben que suelo pasarme casi diario a revisar todo.- Comenté, mientras sonreia.

 

El lobezno en verdad parecía desesperado por querer irse a su nuevo hogar, por la forma en que aullaba y llamaba la atención de Alba. Sonrei, al menos ya tenía un buen hogar.Le devolví el abrazo y el beso en la mejilla a mi nieta para despedirme de ella. Me quede en la oficina mientras ella hacia el recorrido bajando las escaleras hasta la puerta principal del negocio y vi desde la ventana como desaparecía sin problemas.

 

Me senté en uno de los sillos de la sala de descanso, era una ventaja tenerla y saque uno de los libros de estudios, mientras pensaba que sería lo próximo que estudiaria. Definitivamente me inclinaba a seguir con os libros, pero sería más despacio el ritmo que cuando había empezado. De todas formas, al conseguir lo que quería había llegado el momento en que necesitaba frenarme.

 

Off: Te espero cuando gustes, nieta linda, no hay problema.

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— ¿Seguro que es acá? —indagó al elfo.

 

—Si señor —respondió la servil criatura mirando un trozo de papel que entregó de nuevo al mago—, este es el nombre del local. Ranas Lunares, Callejón Diagón.

 

La fría brisa del norte golpeaba con fuerza a cada lado del callejón, moviendo de un lado a otro las copas de los arboles que demarcan el callejón comercial más importante de la Londres que permanece oculta al ojo muggle. Coordinados como una granja de hormigas y resguardados pesados abrigos, los cansados trabajadores del ministerio empiezan su viaje a casa luego de una ardua jornada. La tarde caía ya, ocultando tras la colina de GreenWood los últimos rayos sol que daba paso a la siempre misteriosa noche.

 

—No es un lugar muy de él —apuntó León guardando el papel en el bolsillo del gabán sin siquiera mirarlo—. Tal vez sea solo la fachada.

 

El holandés ingresó en el local dejando su pesado abrigo oscuro en el colgaropa al costado izquierdo del vestíbulo, justo después de la puerta principal. Recorrió el lugar con la mirada, sintiéndose como nada de lo que veía parecía hacer juego con él mismo. Tenía el aspecto de un enorme salón de té pero con decoración actual. Si eso era otra broma de su hermano, seguro lo colgaría de sus licántropas orejas de la enorme lampara del comedor principal del castillo Crowley.

 

Revisó con cautela todo el primer piso para comprobar que no era el sitio adecuado para sostener una conversación que seguramente terminaría en una acalorada discusión. Tras deleitarse con los aromas que emanaba la cocina a los pies de la escalera, subió al segundo nivel buscando a Andrés o buscando una barra al menos. Dudaba ya que clase de licor podría encontrar en un lugar así, pero intentarlo era lo mínimo que podía hacer. Avanzó hasta la barra no sin antes observar de arriba a abajo la morena de cabello rizado que llevaba una bandeja con dos bebidas a una mesa cercana.

 

¡Joven! —llamó la atención del barman —, sea tan gentil de darme un vaso de cualquier licor que tenga.

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Le había prometido a su madre que iría a conocer el negocio pronto, y ese "pronto" la verdad ya se había dilatado por casi seis semanas. Así que. habiendo terminado los E.X.T.A.S.I.S. con cierto de nivel de satisfacción, ya no tenía excusa alguna para no presentarse en "Ranas Lunares". Examinó su reflejo en la vidriera de un negocio cercano, verificando que todo estuviera en su lugar, ella normalmente no le prestaba atención a esas cosas, pero un par de cenas con su madrina y su hermana, le habían hecho sentir un poco fuera de tono con lo acostumbrado en esos lados. Se ajustó un poco la capa de viaje negra, pues al girarse, la brisa había erizado los pelillos de la parte baja de su cabeza, descubiertos por la cola en la que sujetaba sus cabellos.

 

Aquel era un lugar bastante cotidiano, y Maida se lo agradeció en silencio a su madre, hace unos días, su prima Susan le había hecho ir a un casino repleto de bulla dónde tuvo que cambiar su vino por refresco mediante magia, más de una vez. En el primer piso no había un alma pululando por el negocio, vio de reojo los juegos infantiles pensando en si aquellos columpios eran capaces de soportar su peso adulto. Caminó hasta las escaleras y dio un último vistazo para asegurarse que ninguno de los elfos del negocio andaba por ahí.

 

El segundo piso era menos su ambiente y apenas puso un pie ahí, se tentó de retomar sus pasos y quedarse en los juegos infantiles, pero claro, al intentar hacer eso, pisó el borde de la túnica y para poder evitar una aparatosa caída no le quedó más remedio que avanzar y quedar completamente en el segundo nivel de "Ranas Lunares". Ante semejante escena, una mesera y un mago que estaba en la barra giraron a verla, logrando que extrañamente, la ojiazul sintiera como sus mejillas comenzaban a encenderse.

 

De haber sabido que de todas maneras haría un show, se habría dejado caer.

 

Si había algo peor para la Ivashkov que llamar la atención, era hacerlo de esa manera tan vergonzosa. Enderezó la columna y se dispuso a alisar unas arrugas inexistentes para poder tener el rostro hacia abajo y permitirle a su rostro retomar la temperatura y color habituales en ella. Dos minutos más tarde, y sin mucha más gente alrededor, se acercó a la barra dónde ahora, sólo quedaba el mago.

 

No se sentó en las butacas, sino que sitúo en medio de ellas. El barman estaba apoyando sus codos en la barra a pocos centímetros de ella, y, nerviosa como ella sola, decidió darles a conocer su voz o, caso contrario, sus mejillas volverían a colorarse sin razón aparente haciéndola sentir aún más torpe.

 

Eh... ¿la señora Lyra Selwyn está por algún lado? —preguntó moviendo las manos frente a su rostro como si eso le ayudara a ordenar las palabras— Soy su hija, vine por casualidad y me gustaría verla.

 

El barman no le respondió, directamente desapareció y la muchacha se quedó con la mano derecha en el aire, sin un jugo de naranja o de lima que pasar por su garganta. Resopló agotada y decidió tomar asiento en una de las butacas, de reojo, pudo distinguir al mago. No estaba seguro de conocerlo, aunque su rostro se le hiciera familiar, y bastante esfuerzo ya había supuesto hablarle al barman luego de semejante entrada, así que decidió fruncir los labios e impedir que se abrieran a decir cualquier cosa.

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<<Dos años perdido y me cita en un salón de té para abuelitas>> —pensó para si mismo mientras el despistado barman pasaba de un lado a otro buscando algo de Licor.

 

Tendría sentido que un "barman" careciera de práctica en un lugar destinado más a reuniones calmadas o familiares y que olvidara como hace un simple Screwdriver de necesitarlo. ¿Podría haber sido premeditado? ¿Citar a su hermano en un lugar sin alcohol para evitar una tragedia? Bien sabía que Andrés podría ser perverso pero hacerle eso, luego de años sin aparecer, sería, más allá de cruel, peligroso. León apretó con fuerza el puño pensando que cada minuto que pasaba allí era uno menos que podría estar en otro lugar, averiguando sobre el legado de Azazel.

 

Se disponía a levantarse cuando el eco de unos torpes zapatos entrando en el salón cortaron el silencio. Un par de ojos celestes montados en unas mejillas sonrojadas se acercaron sin prisa alguna hasta la barra que apenas si permitía al barman verla si no fuera un tipo de considerable altura. La delgada joven bien podría pasar desapercibida en un lugar concurrido, pero dada la soledad del lugar, se llevó la atención de las únicas dos personas presentes en parte, por el sutil aroma a azufre y astromelias que la delataban como una joven súcubo. León prestó atención a la chica temiendo que distrajera al elevado hombre. Más atención se llevaron las palabras de la recién llegada al pronunciar un nombre que le era muy familiar.

 

—¿Así que esto es de Lyra? —preguntó más para si mismo mientras daba una mirada un poco más inquisidora al lugar.

 

Meditándolo un poco, tenía mucho sentido que el lugar le perteneciera; un serio sentido de la decoración, sin llegar a suntuosas extravagancias que rayan a la vista, ni el típico bar de mala muerte del callejón. Pensándolo bien, la neutralidad general de quien fuera compañera suya en la división de bestias algunos años atrás, se imprimía en cada detalle del lugar. Nada con demasiado color blanco ni demasiado color negro. Ni mucho rojo ni mucho verde. Neutral. Esbozó una sonrisa en los labios y volvió la mirada a la barra solo para ver como desaparecía el fracaso de barman que había conseguido Lyra.

 

— ¿A donde fue ahora? ¿Lleva treinta minutos tratando de encontrar una botella de licor y ahora se va? —preguntó disgustado colocándose de pie—. Supongo que tendré que atenderme solo.

 

Apoyó la mano derecha en la barra y de un solo impulso saltó al interior de la barra que a juzgar por la limpieza del suelo, llevaba mucho tiempo sin ser usada. Habiendo trabajado tanto tiempo en la barra de su propio bar, sabía que el piso al interior de la misma, siempre estaba manchado de uno u otro trago. Miró entre los cajones de la despensa en busca de una botella de cualquier cosa que no fuera jugo de calabaza o arándano, té de hierba, sobres de stevia. ¿Acaso pertenecían a una secta religiosa enemiga del alcohol? Al correr una de las puertas, un leve brillo entre una de las divisiones reveló al holandés su preciado tesoro.

 

— ¡Aja! —exclamó eufórico levantando por lo alto la botella de Vodka Nordico oculto con un hechizo de expansión indetectable, como si fuera el logro personal más importante de la semana. Bajó lentamente el rostro con la sonrisa de satisfacción aún dibujada en los labios y se encontró de frente con una confusa expresión de la joven. Había olvidado por completo que no estaba solo—. Disculpa el desorden. Si esperaba otro minuto a que ese barman sirviera algo, habría destrozado el lugar —puso la botella sobre la barra—. Ya que estoy acá, ¿Puedo servirte algo? Una cerveza de mantequilla, quizá. No creo que tu madre ponga problema alguno —gritó desde algún lugar bajo la barra mientras se movía entre jarras, vasos y platos. Finalmente emergió con dos vasos y una jarra que dejó frente a la castaña para estirar la mano en un cordial saludo—. Soy León Crowley, por cierto. ¿Cómo te llamas?

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Aunque estaba segura que aquella primera pregunta no fue dirigida a ella, una seguidilla de hormigas bajaron desde su cuello por toda el camino que marcaba su columna vertebral. La voz gruesa del mago la puso en alerta y deseó que el barman no se hubiera marchado tan pronto y mucho menos sin decirle nada. Miró de reojo a un lado pero ya no estaba, y casi se cae de su asiento cuando le vio saltando por encima de la mueblería de su madre hacia el interior del bar. Se veía mayor que ella, por lo que no entendía para nada el comportamiento tan infantil, como de chaval de secundaria muggle que cree que se come el mundo en porciones grandes, mucho menos entendía porque no podía dejar de estar asustada, sus nudillos estaban blancos, pues sin darse cuenta se había aferrado con demasiada fuerza a la barra.

 

La Ivashkov tenía los ojos abiertos como platos, miraba lo poco que sobresalía del mago mientras él rebuscaba y rebuscaba, sólo él sabía que cosa, a lo mejor creía que Lyra estaba escondida por alguno de esos huecos. Estaba juntando el coraje para preguntarle qué demonios hacía allá abajo, de hecho se había inclinado un poco hacia adentro cuando un "¡Ajá!", casi la tumba nuevamente. Maida necesitaba con urgencia alguien que la ayudara con esos extraños temblores que le venían cada que algún ser humano estaba cerca, eso no era normal.

 

¿Qué? —respondió muy a su pesar cuándo el señor le preguntó, y se contestó solo, sobre si quería un vaso de cerveza de mantequilla— Yo no...—pero no, claro, frente a ella ya habían dos vasos y una jarra que casi se rebalsa por el tosco contacto con la barra, y justo cuando estaba por decirle que no, y que estaba un poco desquiciado, estiró la mano y se presentó.

 

Salir corriendo siempre era una opción, aunque siendo el negocio de su madre, le daba miedo dejarlo solo y que los desmanes fuera aún mayores, sin embargo. Pasaron unos segundos en el que más po no parecer tonta que por querer aceptar, le contestó el saludo mirándole a los ojos e intentando —fracasando en eso—, sonreírle de manera convincente y jovial, todo lo contrario, sacó su varita y conjuro una mano idéntica a la de ella, sólo que hecha de vapor, que estrechó la de León Crowley.

 

Como si aquello no fuera extraño.

 

Maida Ivashkov —respondió aún con duda mientras la mano de vapor dejaba de existir entre ambos y su mano real, tomaba uno de los vasos—, tomaré un poco mientras esperamos al empleado de mamá. ¿No cree que debería estar de este lado?

 

Se bajó por fin de la butaca, porque si seguía con tanto sobresalto terminaría estampada contra el suelo, y caminó por el borde de la barra unos segundos, perdiendo sus ojos en el material del que estaban hechos. Y entonces, reparó en las cosas que había mencionado el mago unos minutos atrás. Se detuvo.

 

¿Lleva aquí mucho rato? —preguntó al fin—, es decir, ¿más que yo? ¿Conoces a mi mamá de algún lado? —y entonces se calló, para ser una chica que no gustaba mucho de socializar estaba atacándolo a preguntas y eso, para colmo de males, comenzaba a ruborizarla—, perdón, aún no descubro como comportarme en sociedad —añadió burlándose de sí misma.

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  • 4 semanas más tarde...

@

@León Crowley

 

Por fin habia logrado terminar de revisar las cuentas del negocio, por lo que me dirigi al bar a revisar que no faltara nada, aunque en realidad la revisión estaba de mas.Sabia que no debía preocuparme porque se acabaran las bebidas en esa área.

 

Me sorprendi al ver a dos personas conocidas, una de ellas mi hija y la otra si no me equivocaba era León Crowley. Ambos se estaban preparando bebidas como si fueran los barman del lugar, lo que me extraño. ¿A dónde se había ido Franklyn?

 

Resisti a tentación de ponerme a jugar con los anilo que estaban en mi cuello como si fueran dijes, colgados en las cadenas de los amuletos ganados hasta ahora. No me importaba si eran muchos y parecía exagerada, nunca salia sin ellos. En la mano derecha llevaba como siempre mi varita, preocupada. ¿Los habría dejados solos Franklyn de forma voluntaria? ¿O ellos le habían hecho algo al barman?

 

-Maida, León, bienvenidos.- Salude, dandole un abrazo a mi hija mientras me limitaba a sonreirle a León. Nunca había sido de saludar con un beso en a mejilla.-¿Les importa que me una a su reunión? Aunque... ¿Saben que paso con Franklyn? Debería estar a cargo, aunque no dudo que León prepare bebidas deliciosas.

 

Me puse a buscar en el lugar por si lo veia. Ya lo regañaría después, cuando volviera.

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