Animagia

[Suluk Akku]

Sus nuevos alumnos se presentaron y le generaron muchas dudas a la anciana - Los dos rubios y los dos Tonks - Pensó, no acostumbraba a tener a dos miembros de una misma familia pero sería su primera vez, solo que necesitaba conocer un poco más sobre la relación de los dos magos - ¿Hermanos? - Preguntó, sabía que alguno de los dos le respondería, no aparentaban ser muy diferentes y parecían tener la misma edad así que lo más probable es que fueran hermanos, lo cual podría ser válido siendo animagos los dos - ¿Cuántos miembros de su familia dominan la Animagia? - La Arcana estaba conectada con todos los magos que podían transformarse en animal, pero no recordaba sus familias.

 

- Eso es - Pensó, estaba vez su mente se había conectado nuevamente con la de Anna que estaba terminando las pruebas que le había dejado. Ahora sí había logrado superar adecuadamente los obstáculos, incluso había hecho algo muy curioso logrando sacarle una sonrisa a Suluk, aunque nunca se lo diría - Te espero al otro lado - Las enseñanzas habían terminado y el momento más importante había llegado, la anciana consideraba que ya podía presentar la prueba de la Animagia, pero la bruja tendría que tomar una decisión.

 

- Pasando a otros temas, me gustaría conocer más sobre ustedes - Los ojos de la anciana nuevamente estaban sobre los dos hombres que acababan de llegar, siempre le gustaba conocer un poco sobre sus aprendices - También quisiera saber cuál es su forma animal y si la han utilizado antes para realizar alguna actividad - Agregó, sabía que el dominio solo se lograba con la práctica y esperaba que hubiesen tenido alguna experiencia previamente o el aprendizaje sería mucho más lento. La arcana odiaba los estudiantes que realizaban las actividades muy lento o que no seguían sus instrucciones, así que si querían recibir el anillo tendrían que esforzarse mucho.

 

Al terminar de hablar apareció el cuerpo de Anna, la transformación la había dejado muy débil y no había logrado aterrizar bien - Algo raro para un ave - Susurró, sus acompañantes no entenderían sus palabras, pero los halcones se caracterizaban por su buen aterrizaje - Seguro ha sido el golpe - Siguió hablando sin pensar en que los magos no entendían, rápidamente se acercó a la mujer e hizo aparecer su vara de cristal, la cual comenzó a emitir destellos y rodeó el cuerpo de Anna - Mucho mejor - Sus poderes curativos eran muy efectivos y había logrado hacer que su aprendiz recuperara las energías, con un poco de ayuda de los dos magos la logró poner en pie para darle la buena noticia.

 

- Muy bien, has logrado completar tu aprendizaje - Hizo una leve pausa - Así, que quiero saber lo siguiente. ¿Deseas presentar la prueba de la Animagia? - La arcana esperaba que la respuesta fuera afirmativa, no le gustaba preguntar eso mucho, al menos no más de lo necesario y de lo indicado por el Ministro y todos los miembros de la Universidad.

[Anna T. Ryddleturn]

Había logrado superar los obstáculos, pero aún faltaba bastante para terminar mi formación, aquello solo era un preparativo para lo que me tocaba por hacer, la gran prueba para poder obtener aquella habilidad. Estaba ansiosa por comenzar la prueba, por poder dar por finalizada aquella etapa y ponerme unos nuevos retos, pero por supuesto quería superarla favorablemente. Mucho de mis compañeros se habían quedado por el camino, y me negaba a unirme a ellos.

 

Estaba completamente cansada cuando llegué al fin ante la arcana, y ella me lo notó por el penoso aterrizaje que realicé. Como esperaba sentía dolorido el brazo, por lo que lo moví un poco y comprobé que tenía una pequeña rojez. En mi forma humana ya no tenía problemas para identificar los daños y sabía que aquello no era nada de lo que preocuparse.

 

- Puede ser, notaba el ala un poco pesada y se me cansó antes.- respondí a Suluk. Me había dado un poco de vergüenza terminar de aquella forma tan ridícula, pero al menos había llegado. - Si, ahora mucho mejor, muchas gracias.- añadí cuando la anciana me curó y restableció mis energías, la verdad es que si no hubiera sido por aquella ayuda hubiera dormido durante varios días seguidos.

 

Sacudí un poco mis ropajes para quedar de una manera presentable y escuché la buena noticia y su pregunta. Sabía que tenía que hacerla, pero suponía que todos los estudiantes que hubieran llegado hasta ese punto responderían exactamente lo mismo que yo iba a responder.

 

- Por supuesto, me encantaría enfrentarme a ese último reto, se que va a ser aún más complicado y peligroso, pero me encantan los retos, y si he llegado hasta aquí..., no me voy a echar en el último momento atrás.- añadí con una leve sonrisa. - Estoy preparada.- y ansiosa, aunque esa última parte no la dijera, sabía que se notaba.

[That is not my name]

Solté una ligera risa cuando mencionó nuestro parecido la arcana Suluk, sobre todo porque en apariencia si, en efecto nos veíamos de la misma edad, pocos eran los que nos habían conocido en Inglaterra cuando aún tenía la consciencia de Adriano Wallace y no la actual, de Mirshka Dupont, aunque ninguno de los dos anteriores magos coincidía ya con quien era en realidad. ¿Sería capaz de contarle todo de forma rápida y sencilla? No lo creía.

 

Pasé un brazo por encima de mi querido Niko mientras lo veía de reojo y le contestaba a nuestra guía de la habilidad de animagia, había preferido ser más conciso.

 

- Es mi hijo, me ha ayudado mucho controlar la magia para verme más joven de lo que en realidad soy, pero eso lo saben muy bien todos ustedes, me refiero a los arcanos, ya conocí a Sajag y a Amara.

 

Al parecer en el ateneo era bastante común encontrarnos con poderosos magos con esta particularidad en su físico, y no insinuaba que yo era igual de poderoso en ello, pero la menos en la sociedad mágica inglesa si estaba dentro de los rangos más altos actualmente, desde hace ya unos cuantos años atrás.

 

Me alegré que siguiera con las preguntas, me resultaba más fácil concentrarme en el tema de aquel curso o enseñanza que en relatar mi vida privada, por lo que continué hablando.

 

- Me convierto en un cisne adulto, - le dije sin perder tiempo valioso - la verdad es que elegí dicho animal hace ya unos seis años atrás, cuando estaba entrenando para ello, porque mi patronus es igual. Antes era un mapache, pero cambió de un día para otro en este bello animal y, después de tomar consciencia del mismo, entendí las razones: es fuerte, agresivo, elegante y hermoso. No creo que tenga todas las características, pero es una fortuna que sea acuático, aéreo y terrestre al mismo tiempo.

 

Nunca hubiera imaginado que, en principio, mi patronus cambiara tan súbitamente cuando desapareció sin dejar rastro Jean... al menos no en ese momento, con el tiempo uno comprende que la misma magia está más relacionada con nosotros de lo que creemos.

 

- Lo he utilizado en general para estudiar ciertos seres en Francia, mi país natal, donde la figura de un animal es más amigable que la de un ser humando por mi trabajo en el departamento de Cooperación Mágica Internacional, hay ciertos tratados que... bueno, supongo que prefiero ser diplomático.

 

Me detuve un momento para dar paso a que Niko también respondiera ante las preguntas y no acaparar toda la atención, los dos estábamos en ese lugar para poder mejorar nuestra habilidad y ganarnos el honor de portar el anillo de animagia, sería de mala educación que le mermara su propio proceso. Lo único que me sacaba de contexto era la mirada de Suluk, parecía a momentos que no estaba con nosotros en consciencia, perdiéndose su mirada en un destello.

[Niko Uzumaki]

- Ya sabía que preguntaría eso - El Tonks esperaba la pregunta un poco, no podía esconderse algo tan evidente. Notó como su padre pasó su brazo por encima y lo observó atentamente, sabía que él se encargaría de darle una explicación a la arcana y de ser necesario, el Knight podría agregar algo a su respuesta - Así es, tengo el honor de decir que soy el hijo de alguien tan maravilloso - El cariño era mutuo y sin duda se podía notar que era una gran relación - Eso no lo sabía - Niko había pensado que Amara era muy joven o al menos eso era lo que parecía, pero su padre acababa de realizar una importante revelación que no podía creer - ¿Qué tan anciana será? - Suluk sí se veía como una persona mayor a diferencia de la Arcana de la Metamorfomagia.

 

- Supongo que sí, pero seguro mi padre sabe más del tema - El patriarca de la Tonks no había dado respuesta a la segunda pregunta de la Arcana, pero Niko no sabía mucho sobre los otros miembros de la familia y mucho menos si eran animagos o no. Aunque siendo Warlock, debía tener acceso a los antiguos registros de animagos - Como siempre - El Knight siempre había conocido el cisne de su padre pero llevaba mucho tiempo sin verlo en dicha forma, quizás ya había perdido la cuenta - Seguro pronto lo voy a ver de nuevo - Pensó, sería raro que en una clase para dominar su forma animaga, no la tuvieran que utilizar.

 

- Muy bien, mi turno - Se quedó pensando algunos segundos antes de seguir hablando - Yo puedo convertirme en un Puma, aunque debo decir que es todo un misterio para mi - Nunca había logrado entender muy bien por qué había adoptado dicho animal, pero seguro lo entendería muy pronto. Algo debían tener en común o seguro representaba algo muy importante en su vida y no lo había logrado determinar - Sí, lo he utilizado pero en muy pocas ocasiones - Nuevamente dejó de hablar por unos segundos - Creo que la última vez fue en una de las clases de los libros de hechizos, quizás el de la Fortaleza o alguno de esos que tienen magia Uzza - No podía negar que odiaba los conocimientos que llevaban dichos libros, pero deseaba seguir aumentando de nivel mágico y tomar los cursos era algo que debía realizar para ganar más experiencia.

 

- Pero qué forma de entrar más rara - Pensó al observa que una bruja había llegado al lugar, la arcana inmediatamente acudió para ayudarla y mostró sus poderes ante los Tonks - Impresionante - Estaba tan maravillado por lo que podía realizar la vara de la mujer que no notó que las palabras se habían escapado de su boca - Quiero una de esas - Pensó, sabía podría aprender a utilizarlas si continuaba con sus estudios pero aún faltaba mucho para poder lograrlo, Amara también le había mostrado la suya y se notaba que estaban llenas de poder.

[Edmund Browsler]

El temible leopardo andaba en la oscuridad y sus ojos azules se movían extrañamente de un lado a otro como si pudiera apreciar lo que se encontraba su alrededor. Cualquier persona que lo hubiese visto se habría percatado de que no se trataba de un felino normal, era un mucho más grande que un leopardo adulto y sus ojos eran sombríos y redondos, como los de un nundu. Claro que en Aokigahara no había nadie a aquellas horas de la noche, ni siquiera de día se divisaría algún transeúnte por allí, todos evitaban aquel lugar por alguna razón, desde los muggles más débiles hasta los magos más poderosos.

Aquel animal no se encontraba en su hábitat natural y eso debía incomodarlo pues se notaba en cada paso que daba. El leopardo se detuvo frente a un cartel que no le daba la bienvenida a nadie en aquel lugar, por el contrario, advertía claramente que toda persona debía alejarse de allí. Se sentó en el suelo frío del sendero y observó con atención el letrero escrito en japonés. Esa escena si que era extraña, un animal salvaje en uno de los sitios más peligrosos del mundo y leyendo un cartel. ¿Quién en su vida habría creído tal cosa posible? ¿Y que ese animal jamás entendería el japonés? Cualquiera habría pensado que alucinaba en ese momento pero el leopardo en realidad sí entendía lo que estaba escrito, y una vez que acabó de leerlo, se encaminó al interior del bosque de los suicidios.

Las patas del felino no se veían en la oscuridad pues corría muy rápido y su torso apenas se apreciaba como una sombra negra, se movía como el viento, rápido y silencioso. La escena a su alrededor habría aterrado o cualquiera, habían cadáveres en el suelo, hombres y mujeres colgados de las ramas de los árboles, cráneos y restos de animales. El lugar desprendía un hedor a sangre podrida según olfateaba el animal. Era tan extenso que el leopardo tendría que haber corrido unos tres días sin detenerse para poder recorrerlo completamente. Se detuvo en seco al percibir a alguien cerca. Salió del sendero y se dirigió cuesta abajo sin hacer ruido alguno pues se movía sigilosamente en la oscuridad. Sus ojos habían divisado a un objetivo que estaba sobre una de las ramas de un gran árbol sin hojas. Aquella mujer no había observado al leopardo. De haberlo hecho se habría alarmado.

No obstante, todo era al revés. Parecía que la fiera estaba acechando a su próxima presa. Pero él se había convertido en la presa. La mujer se giró y soltó un grito aterrador. Estaba toda vestida de blanco, y tenía una mancha de sangre a la altura del vientre. Era temible y parecía flotar en el aire. Su cuerpo raquítico y traslúcido llamaba la atención del recién llegado, quién ya no era un leopardo, sino un mago. Un mago que desde aquel día ya no iba a ser el mismo.

El sol estaba a punto de ocultarse por el oeste cuando las nubes del invierno formaron una pequeña bóveda en el cielo iluminando a grandes rasgos la nieve esparcida en el suelo. El horizonte se cerraba con un aire tenebroso, el cielo comenzaba a oscurecerse mientras que el suelo continuó iluminado unos momentos más. El sol se ocultó y todo cayó en tinieblas. No había ni una sola estrella en el cielo y la luna fue ocultada en el momento en el que las nubes se arremolinaron a su alrededor.

Un señor viajero quedó oculto en las tinieblas, antes de que el sol se ocultara se hubiera podido avistar que rondaba los cuarenta años, aunque en realidad era una década más joven. En todo el mundo no se podía haber visto un hombre con un aspecto más miserable. Tenía el cuerpo entero marcado de moretones, cortes y golpes que eran muy notorios, y la piel cubierta de una pequeña capa de mugre que no era visible en aquella noche oscura. El hombre desprendía un olor nauseabundo pues no se había bañado en muchos días y vestía una túnica negra que estaba raída y sucia; mostraba gran parte de su pecho y espalda, y su brazo estaba descubierto al caerse una de las mangas.

Este hombre se llamaba Edmund Browsler.

Edmund había viajado cinco jornadas a pie y desde hacía una no probaba bocado. Había descansado muy poco, por lo que estaba de mal humor, y se moría de frío a causa del invierno. Durante las primeras tres jornadas miraba cada diez pasos un objeto que le colgaba del cuello, este consistía en un medallón dorado que no hacía nada, lo cual debía significar un buen presagio pues el hombre suspiraba de alivio cada vez que lo observaba. Desconocía cuanto había avanzado desde que había aparecido en aquel lugar montañoso tras haber efectuado una mala desaparición gracias a su dañada varita. Esta se había terminado de partir en dos partes iguales tres jornadas atrás.

Hasta su propio padre lo hubiera negado en aquel estado. Edmund parecía estar loco, y en cierta forma lo estaba pues lo que había vivido lo había dejado fuera de quicio, tenía las ojeras bien marcadas, la piel más pálida que un fantasma y los ojos a punto de salirse de su rostro. Tres o cuatro meses atrás se había lanzado en una gran aventura que pudo haber terminado en una desgracia. Pero había vencido. Tras toda aquella facha miserable se escondía un espíritu orgulloso de su victoria tras haber sobrevivido con valentía. Aunque el hombre no tenía idea de que su época de gloria había concluido sin que él estuviera presente.

Al fin veía la luz al final del túnel. Había llegado a un pequeño pueblo que le resultaba vagamente familiar, como si en algún momento lo hubiera visitado, y por sus ornamentos sabía que estaba época de Navidad. Se escuchaban villancicos en la lejanía por lo que supuso que debía de haber una plaza por allí. Edmund ascendió por un sendero pequeño colina arriba, no tenía idea de adonde se dirigía pero el primero que conseguía en casi una semana de viaje. Comenzaba a sentirse como un muggle, tenía varita pero de nada le servía y por alguna extraña razón no podía hacer magia sin ella, a pesar de haber recuperado sus poderes. El sendero principal era mucho más grande y abría paso a mansiones y castillos que se divisaban a lo lejos. Dio cinco pasos más y se detuvo en seco. Una sonrisa se asomó en su rostro, que parecía más bien una mueca desesperada. Ya sabía en donde estaba.

A pesar de estar cansado, famélico, sediento y muerto de frío; Edmund corrió lo más rápido que pudo con desesperación, varios magos lo miraban intrigados y muchos otros lo señalaban mientras cuchicheaban entre sí, pero él no lo noto. Un hombre desesperado y con una pizca de esperanza en su interior no suele prestar atención a su alrededor. Y entonces vio lo que había buscado con tanto ahínco, un lugar oculto para muchos magos pero que para él era visible. Se sintió victorioso. Recordaba sus mejores momentos mientras observaba aquella estructura de madera con un sinfín de habitaciones yuxtapuestas a la estructura principal y que sólo se sostenía gracias a la magia.

— La madriguera te da la bienvenida a casa, Edmund.

Era libre al fin.

— ¿Aldair?

Sí, era él. Edmund reprimió las ganas que tenía de abrazar a su anciano consejero y lideró la marcha hacia el centro de reunión de la Orden del Fénix. Aldair no movió ni las pestañas.

— No es allí a donde debes ir, Edmund —dijo y extendió su mano.

La Universidad Mágica era un sitio que había visitado frecuentemente durante los últimos años. Edmund no entendía por qué Aldair lo había llevado hasta allí, ya había realizado todos los cursos sobre conocimientos que quería y aún no se encontraba preparado para avanzar en la magia de los Guerreros Uzza. Mientras caminaban por los terrenos, el mago se preguntaba por qué el anciano le había dicho que no iba a ser necesario llevar ningún objeto con él. Edmund se sentía desnudo sin todas las cosas que guardaba dentro de su monedero de pie de moke. ¿Adónde se dirigía?

— Hasta aquí te puedo acompañar —indicó Aldair al detenerse en seco—. Allá te esperará mi vieja amiga Suluk Akku.

Edmund asintió. No entendía nada lo que estaba sucediendo pero tampoco preguntó pues sabía que Aldair tampoco le respondería.Siempre le decía que él tenía que aprender a descubrir las cosas por sí mismo.

Aldair desapareció y Edmund suspiró. ¿Qué iba a encontrarse cuando se adentrara un poco más?

Antes de llegar a la Universidad Mágica habían pasado un momento por el Castillo Dumbledore. Edmund había aprovechado aquel momento para asearse. Estaba impecable bajo aquella túnica de color gris oscuro pero sus ojeras eran notables y también algunos aruños en su rostro y cuello. Había logrado ocultar las verdaderas heridas en su pecho, brazos y piernas, las cuales ya estaban sanando. Cuando por fin el mago tuvo el valor de avanzar se encontró con una cabaña muy humilde, esta tenía un jardín y se encontraba en los límites de los terrenos de la universidad, allá donde el río delimitaba aquella zona en una circunvalación.

El mago se acercó a la pequeña vivienda y tocó la puerta, esperando ser bien recibido.

[That is not my name]

¿Acaso era Anna quién llegaba a aparecerse frente a nosotros? Quise socorrerla en es emomento, pero la arcana tenía todo bajo control por lo que Niko y yo nos quedamos con las intenciones atoradas, justo después de que mi hijo respondiera ante las interrogantes que realizaba la bruja, indicándome justamente una cuestión que me había saltado de manera inconsciente... tal vez porque la respuesta no era algo que me agradaba mucho.

 

Nos esperamos a que pudieran terminar de interactuar mi querida Anna, la actual directora de San Mungo hasta donde tenía conocimiento, y Suluk, porque no queríamos vernos mal educados. Al parecer estaba a nada de realizar su prueba en los portales, dentro de la pirámide, así que le sonreí mientras le guiñaba un ojo, esperando que la superara satisfactoriamente.

 

- Sobre los animagos en la familia, - retomé la palabra en ese momento - el padre de mi padre se transformaba en un rinoceronte, todo porque quedó encantado de sus viajes a África. Mi padre nunca quiso desarrollar la habilidad, sgún lo que me contó, porque no tenía tiempo para esas cosas... auqnue mi hermana y yo siempre creímos que era porque nunca se le había dado tan fácil como la diplomacia, carog que desarrolló desde su juventud hasta que falleció.

 

Afortunadamente para mi, Emdundo había llegado hasta ese lugar llamando a la puerta, solo a un lado de nosotros y que, seguramente, no nos había visto por estar en los costados de la vivienda de la arcana de animagia, esperando a que lo recibiera la mujer pero sin mostrarme distante a mi compañero de la Orden.

 

- Me da gusto verte por acá, amigo, - dije en voz baja mientras estrechaba la mano del Dumbledore - aunque un poco tarde.

[Suluk Akku]

- Perfecto, debes esperar mis instrucciones. Tan pronto te lleguen podrás acudir a la zona en la que se encuentra la Gran Pirámide, recuerda que debes prepararte muy bien - La prueba no sería fácil y Anna tendría que esforzarse mucho más que en la clase. La mujer lo había logrado hasta ahora y sabía que seguirían siendo de esa forma - Nos vemos pronto - Suluk no tenía muy claro el momento en el que se volverían a ver, pero seguramente sería en muy poco tiempo, al menos lo suficiente para recuperar energías.

 

- Debo decir que me parece muy interesante las diferencias que hay entre los dos - La mirada de la anciana se centró en los dos Tonks - Aunque son familiares y se nota que hay una conexión muy fuerte entre los dos, sus formas animales reflejan que algunos aspectos de su personalidad son bastante diferentes - Su primera lección sería entender que todo estaba relacionado, por ende, el adaptar la forma de un Cisne o un Puma se debía a su propia personalidad, en especial, los rasgos más importantes de cada uno.

 

- Su primera tarea será entender la conexión que existe entre ustedes y su animal. Para ello deberán aprender muchos sobe ustedes mismos y por supuesto, sobre cada animal - La mujer tomó un poco de aire antes de continuar hablando - Así que nos vamos de paseo, soy una mujer de frío como podrán haberse dado cuenta, por lo tanto, nuestro destino será un país del norte: Canadá - Finalizó antes de abrir de un portal nuevamente, se le estaba volviendo una costumbre aunque esta vez irían a un lugar diferente. La mujer esperaba que tuviesen la ropa adecuada para su viaje o tendrían que hacer un gran esfuerzo para no morir congelados.

 

- Momento - La anciana no entendía por qué un hombre había llegado hasta su puerta y los había ignorado por completo - Joven, si viene a la clase es por acá. Ya nos vamos de viaje así que debe mover las piernas, mientras tanto me puede ir contando su nombre, el animal que puede adoptar y si lo ha utilizado previamente - Dijo, pero en ese momento el mayor de los Tonks lo saludo - Ahora todos se conocen - Murmuró con un poco de resignación, definitivamente no estaba acostumbrada a tener clases en donde ella era la desconocida, era mucho más interesante cuando todos eran desconocidos.

 

- Deben atravesar el portal conmigo - Dijo mientras lo hacía, al llegar al otro lado observó un paisaje demasiado bello e imponente - La temperatura es perfecta - El verano en el norte del planeta hacia que la zona no fuera tan fría como para necesitar mucha ropa, pero seguía siendo lo suficientemente fresco para la arcana - Estamos en el Lago Moraine y nos rodea el Valle de los Diez Picos - Con su mano señaló la cadena montañosa que tenían, era un lugar maravilloso - Como pueden darse cuenta es una zona fría y perfecta para sus transformaciones, bueno espero que sea así para todos - Aún no conocía la forma animal de su tercer estudiante pero tendría que hacer algo para adaptarse al clima si no era de dicho hábitat.

 

- Ustedes dos deben caminar por todo el lugar - Para Suluk el tiempo era el mejor aliado y solo con práctica, tiempo y mucha paciencia lograrían dominar la animagia - Quiero que sea un paseo en su forma animal, intenten vivir como si no fueran humanos, piensen como animales - La instrucción era muy clara, tendrían que olvidarse que eran humanos y hacer todo como un puma o como un cisne - Al final, quiero que me digan si han desarrollado o no una conexión con sus transformaciones y lo más importante si lograron identificar los rasgos de su personalidad que generan dicha conexión - Siendo humanos nunca lo entenderían, era necesario vivir como animal para entender muchas cosas.

 

- Tu tiempo se ha terminado - Dijo en la cabeza de su otro alumno, había fallado y el portal se había cerrado - Tendrás que hablar de nuevo con los directores si deseas continuar con tu aprendizaje - Finalizó, las reglas habían sido muy claras y le había realizado muchas advertencias para que continuara, pero el mago había decidido no continuar.

Editado 14 de Julio del 2016 por Suluk Akku

[That is not my name]

La arcana se despidió de Anna y yo simplemente alcé mi mano derecha mientras le sonreía, esperando que superara la prueba que le esperaba en la pirámide, mientras que Niko, Edmund y yo apenas comenzabamos con la guía de Suluk para dominar a la perfección la habilidad de animagia.

 

Noté la forma en que la animaga veía al Dumbledore para luego lanzarnos la misma mirada hacia nosotros, como si algo de repente se tornara de forma negativa. Era una de las desventajas de aquellos arcanos, que ninguno podía ocultar a la perfección su desagrado por estar en ese sitio, lejos del lugar original del Atenea o de sus hogares previos; después de experimentar los desplantes de Amara, no era ninguna sorpresa la actitud que ahora tomaba Suluk.

 

No hice ningún otro comentario cuando indicó que atravesáramos el portal, simplemente lo hice y agradecí el estar bien abrigado porque, aunque nos encontráramos en un ambiente menos frío, seguía siendo lo más cercano a los hielos perpetuos estando en un valle rodeado de montañas nevadas. Escuché con atención las indicaciones de nuestra guía y asentí, evitando pronunciar palabra alguna, lo que menos quería era continuar "irritando" a su persona.

 

Le di un abarzo a mi hijo Niko e intercambié miradas con Emdund, deseándole suerte a los dos con ese gesto a pesar de que a la bruja Akku le causaba sentimientos encontrados el que seamos respetuosos y educados con nuestros seres queridos.

 

En un segundo, comencé el proceso de transformación que ya varias veces había realizado, sintiendo aquel empuje desde adentro al cocnentrar la magia como cuando lo hacía con la metamorfomagia, sin embargo el resultado era diferente. Eran pequeños detalles los que modificaban el resultado ya que, ne vz de enviar una "señal" fuera del cuerpo, la corriente del poder mágico transformaba todo a su paso como una onda de energía. Sí, era bastante complicado de ponerlo en palabras, pero la sensación se podía compartir con el resto de animagos.

 

En un instante mi esencia como Ishaya se había esfumado, quedando enfrente de mis compañeros de curso un cisne balnco adulto (cygnus olor) de una longitud de un metro y medio, un tamaño considerable para ese tipo de especia, reduciendo solo un poco la estatura de un hombre promedio. Extendí las alas, auemtnando el doble el área frente a mi, para comenzar con un pequeño vuelo para alejarme de los presente sy encontrar una fuente de agua, un lago, en las cercanías y poder sentirme con total libertad... esperando alejarme lo más posible de los enemigos naturales que podían acechar en aquel lugar.

[Edmund Browsler]

Las expectativas aumentaban palatinamente a medida que esperaba afuera de la humilde morada. Edmund juntó las palmas de sus manos detrás de su espalda y aguardó pacientemente lo que le pareció una eternidad. Al parecer no había nadie adentro. Cuando se disponía a avanzar por los alrededores de la vivienda, una voz familiar llamó su atención. ¿De quién se trataba? En cuanto volteó encontró el propietario de aquella voz. Su compañero Ishaya se encontraba allí y no estaba sólo. También estaban Niko, otra bruja y una anciana que debía ser la vieja amiga de Aldair. El mago estrechó las manos de sus compañeros y los saludó amigablemente.

Suluk habló. ¿Clase? ¿Acaso había dicho que se iban de viaje? Él no creía estar preparado, pero entonces recordó las palabras que le había dicho el viejo consejero «No necesitarás ninguna de esas cosas…». Sólo tenía su varita, Ddraig Goch, una parte del mítico dragón rojo galés siempre le acompañaba. En aquella oportunidad era todo lo que necesitaba.

— Mi nombre es Edmund Browsler —se presentó el mago—. Hace unos días llegué de un viaje a Asia, allá me logré transformar en un leopardo. Debo decir que fue algo un tanto involuntario…—«Y supongo que estoy aquí para dominar la animagia, reciente habilidad que adquirí» pensó Edmund, pero no fue capaz de decirlo en voz alta—. Ya ha sucedido en un par de ocasiones, de igual manera sucede involuntariamente.

Edmund quería preguntarle a Ishaya o a Niko a donde se dirigían pero no tuvo la oportunidad puesto que en ese momento la arcana había abierto un portal que los llevaría hacia otro lugar. Browsler cruzó el portal hacia una zona más fría, justo después de Ishaya.

— Estamos en el Lago Moraine y nos rodea el Valle de los Diez Picos

Así que se encontraban en Canadá. El frío en aquel valle era moderado afortunadamente, tal vez era porque se encontraban a mitad del verano. Agradecía que estuviesen allí y no en la Antártida, por ejemplo, aunque si estuviesen en este último lugar tampoco habría problema pues recientemente Edmund había tomado conocido todo sobre meteorología y estaba preparado para lidiar con aquella clase de clima. Edmund se cruzó de brazos bajo su capa de color azul. Su vestimenta gris y su capa hacían un contraste interesante con el color lago y del valle.

— Como pueden darse cuenta es una zona fría y perfecta para sus transformaciones, bueno espero que sea así para todos.

Ciertamente para él no sería una experiencia nada agradable. Es decir, ¿un leopardo en aquel hábitat? Inconcebible. Edmund comenzaba a evaluar sus opciones cuando encontró otro problema a su situación en el momento en el que Ishaya se transformaba en un hermoso cisne. No le había costado nada, pero Niko aún no se transformaba. ¿Le costaría a él hacer lo mismo? No dominaba su habilidad natural… ¿acaso iba a quedar en ridículo frente a la arcana? ¿Qué iba a decir Aldair si él se podía transformar a voluntad propia después de todo?

Edmund avanzó y se ubicó al lado de Suluk y esperó a su lado, después de todo, ella no le había ninguna orden a él.

[That is not my name]

Me había alejado lo suficiente de mis compañeros de curso, sintiendo el aire correr por todo mi cuerpo y, si bien no podía alcanzar una altura considerable como otro tipo de aves, era suficiente para llegar hasta el lago de aquel lugar. Frené con las patas en el agua durante unos cuantos metros antes de posar mi cuerpo en la superficie del agua, encogiendo mis alas con el cuerpo apra nadar por aquel sitio.

 

Depsués de sumergir mi cabeza brevemente en el agua, me di cuenta que apun estaba razonando como persona y no dejbaa que el mismo animal pudiera tomar por completo mi esencia, así que, después de un apr de segundos, me liberé de cualquier preocupación humana que tuviera en esos momentos para disfrutar el medio ambiente y vivir la experiencia por completo. A pesar de llevar ya un tiempo considerable con la hbailidad, aunque no registrada como debería ni bajo un entrenamiento específico como el de aquella ocasión, nunca había estado en ese plano cien por ciento del reino animal por la forma en que la utilizaba: siempre con propósitos y fines mundanos.

 

[...]

 

El clima era perfecto, se adaptaba al hábitat natural del cisne blanco (norte de Europa) aunque estuviéramos del otro lado del globo, combinando a la perfección el lago que estaba debajo del cuerpo de aquella hermosa criatura. No había ninguno especímen en el sitio, a pesar de que habían sido traídos años atrás por los seres humanos, preparando al ave para comenzar con su ritual de apareamiento siendo uno de sus instintos básicos.

 

El boznido se alcanzaba a escuchar a varios kilómetros a la redonda, aprovechando el medio ambiente que rodeaba aquella enomre masa de agua, la que proveía de alimento suficiente para la fauna natural del sitio, sobre todo osos y una variedad de aves, incluyendo el ganso canadiense que se podía observar a una distancia prudente del cisne. Esto significaba un problema, ambas aves eran agresivas y muy territoriales cuando se trataba de las posibles amenazas.

 

Un simple movimiento de sus alas, la del cisne blanco, para que comenzara a despegarse de la superficie del agua a una altura no mayor de tres metros para sobrevolar el lago y acercarse hasta otro punto donde pudiera continuar llamando a los suyos, cubriendo de mejor manera aquel sitio.

 

[...]

 

<<Maravilloso>>, era el pensamiento que en mi inconsciente rondaba, en el fondo de mi mente, sin dejar que mi esencia humana pudiera apoderarse por completo en esos momentos de mi forma animal para poder cumplir con el entrenamiento puesto por la Arcana Suluk, algo que, sin duda, me servía más de lo que ahora podría entender. Era territorial, lo natural, pero también estaba en búsqueda de los míos con la intención de atacarlos gracias a la fuerza y el tamaño tan grande que poseía, logrando ser si no una amenaza de principio, si una figura a la que se debía de mantener cierta distancia.

 

El poder utilizar el medio acuático, aéreo y terrestre era otra de las grandes ventajas de un cisne blanco, o vulgar como también era conocido, ya que en sí no había algún medio que le impidiera moverse con facilidad; así mismo los combinaba para tener ciertas ventajas ante sus presas y depredadores.

 

No podía negar el hecho de que también su apariencia física era algo que importaba dentro de la elección del animal. Generalmente se representaba con la elegancia, por su aspecto suave, estético frente a los ojos de cualquier ser humano, sobre todo cuando encorvaba su cuello o extendía sus enormes alas. El vuelo del mimso también era llamativo, por el tamaño del ave, ya sea que despegara desde el agua o desde la tierra.