Castillo Ivashkov (MM B: 106154)

[Lisa Weasley Delacour]

El agua arreciaba con una dureza impresionante. La belleza de la naturaleza era visible para todos. Los relámpagos alumbraban mi camino. No necesitaba más aquella noche; me sentía bien y cómoda con quien era y lo que habia conseguido gracias a mi trabajo. Estaba empapada, no obstante, no me importaba en lo más mínimo. Me gustaba aquella sensación. La luz en el rostro indicaba al mundo a quien le debía lealtad y era una perfecta defensa para que nadie fuera de mi círculo cercano pudiese reconocer mis facciones.

Al dar la vuelta en una esquina, un patronus intercepto mi avance. El lobo huargo de la Macnair expreso el llamado que por h o por b sabía que llegaría. Asentí a la criatura y con paso rápido me encamine hacia el punto de encuentro, ya que no estaba lejos del mismo. Tras unos minutos caminando, las verjas que separaban Ottery de la caseta derruida o traslador de la familia Ivashkov aparecieron ante mí. Salude con un movimiento de cabeza a la Knight e ingrese con ella al verde césped, donde toque las maderas.

Sabía que el artilugio habia hecho su trabajo cuando mi estómago me empezó a pedir clemencia. Tras un instante de remolinos de colores, mis pies tocaron tierra, aquella que rodeaba el verdadero castillo de la familia Ivashkov. Rumania me dio la bienvenida. Estaba en casa. Parecía que el silencio era el rey del lugar. Veríamos cuanto nos duraba aquello. Con una señal Arya me indico que haríamos; inspeccionar el lugar. Estaría alerta por sus sus dueños despertaban. No iba a perder ante las fuerzas de la marca, Habia nacido para derrotarlos.

[Zack Ivashkov]

–Tener tus ojos debe ser ilegal, y más si cuando miras solo inspiras a pecar… –

Podría ser producto del alcohol en su organismo, o no. Lo cierto es que una melodía muggle comenzó a salir de su boca, con el mismo ritmo pegajoso y por supuesto, acompañada de la mirada pícara que sólo sacaba en momentos como aquél. Algunos lo llamarían incesto, otros, diversión, él por su parte lo llamaría distracción. No solo estaba sobre su pariente más cercano, sino que además, juntos evaporaban con el ardor de ambos cuerpos la poca agua que escurría de sus pieles tras salir de la piscina. Aquél sería el primer momento íntimo entre los dos Mortífagos, al menos el primero en el que Zack estuviera consciente y actuara por su propia cuenta.

La desnudez entre los Ivashkov no presentaba molestia alguna, al contrario, podía notarse que los dos se sentían tan cómodos que pudiesen hacer aquello por horas. Lo que inició con unas simples ganas de nadar terminó llegando mucho más lejos, a pesar de que por ahora solo estuvieran jugando. Entre miradas de complicidad, el vampiro extendió su brazo para alcanzar la botella más cercana y derramar el un poco del líquido transparente sobre el abdomen de la fémina. El fluido corrió directamente hasta su ombligo, desapareciendo un segundo más tarde luego de que Zack acercara su boca a dicha zona.

Sin mucha prisa, esta vez llevó a su mano un cuarto de limón con el cual se aproximó a Leah esperando que ella mordiera el otro extremo. La sonrisa traviesa de nuevo decoró el rostro del Ángel Caído cuando en su trayectoria la mujer alcanzó a quedar sobre él con un rápido movimiento. Ambos eran tan similares que podrían ser mil cosas las que los unieran y pocas las que les fueran llevado hasta esa posición. Dispuesto a seguir con el juego, el hombre se dejó llevar por los encantos de su rubia acompañante hasta que un fuerte estruendo seguido de una gran sacudida los alertó.

El mordisco de Leah a continuación lo hizo sobresaltarse aún más. Evidentemente tenían visitas, y no de las buenas. Gracias a los diferentes hechizos de protección, el castillo les avisaba de manera particular cuando los intrusos invadían sus terrenos. Rápidamente el Mortífago cubrió su desnudez con una bata de baño azul marino que cubría en gran parte su cuerpo. La suave tela lo protegió de las ráfagas de viento gélido que apenas si pudo sentir por la calentura de su prima.

– Finalizaremos esto luego – Soltó confirmando la continuidad de aquella entretenida escena al tiempo que aparecía una máscara de plata cubriendo su rostro. Empuñó ambas manos sosteniendo en una de ellas su varita y en la otra la ira por la inoportuna visita.

[Leah Snegovik]

~Leah Atkins Ivashkov

 

 

 

-Esa sonrisa peculiar, de jugar a tentar... letal. Y esos dotes que si sabes cómo usar -finalizó, acercándose más.

 

Los días en Transilvania solían ser más calurosos de lo que eran comúnmente en Londres, razón por la cual estar en una piscina a aquellas horas no era nada extraño. Sin embargo, no se podía decir lo mismo de la situación poco inusual que los Ivashkov estaban viviendo, a falta de Elaena en el castillo, con la excusa de que pasar el rato siempre podía ser interesante cuando se estaba en compañía. El agua cristalina chocaba contra la pálida piel de la mortífaga, deslizándose por su cuerpo con el mismo ritmo en que una mano, que no le pertenecía, tallaba su figura.

 

Pronto sus piernas desnudas, al igual que el resto de su anatomía, abandonaron el borde de la piscina para quedar sobre la fría superficie del suelo que, en contraste a su cuerpo hirviente, no hacía más que calmar el calor que empezaba a expulsar con rapidez. Estar bajo su primo era un privilegio mutuo, uno que debería sentir él mismo al estar atacando así su espacio personal. Había olvidado el motivo por el cual habían terminado de aquella manera, de hecho, aún no comprendía cómo es que el acuerdo había sido planteado en la conversación; lo único de lo que era verdaderamente consciente, era del roce de sus labios y el cosquilleo incesante de su cuello al saber que se trataba de un vampiro.

 

Extendió una sonrisa cuando lo miró lanzarle esa mirada, siguiendo el camino de su mirada hasta posarla en el objeto tan preciado como para distraerse de su ardua labor. Alcohol, lindo, su primo sabía dónde darle. Alzó una ceja, incitándolo a actuar y recostó su peso sobre los antebrazos, manteniendo la mirada fija en sus acciones y en la forma tan sutil que tenía para moverse sobre ella. El líquido transparente bajó por su abdomen con una lentitud que la hizo estremecer, aunque no más que la lengua del Ivashkov al momento de recoger el contenido. Entrecerró los ojos, decidiendo que era el momento de contraatacar y abrió la boca, esperando a que regresara con el limón. Solo que no lo compartió como éste esperaba.

 

Pero cuando había logrado pasar una pierna por la fornida cintura de Zack, usando su cuerpo para impulsar al Ángel Caído hacia atrás y posicionarse sobre él, un estallido separó por fin su atención de los instintos carnales que poseía desde lo más interno de su ser hasta lo más externo de su piel. ¿De verdad? No. Apretó la mandíbula tal vez demasiado, sin importar que sus dientes hubieran encontrado un camino hacia el labio inferior de su primo y que éste aún estuviera encerrado entre ellos. Fenixianos. En Rumania, ¡un domingo! El sentimiento de odio inundó su ser formando una oleada de calor que no hizo más que incrementar las ganas que tenía de dejar a su primo como un crío indefenso.

 

-No creas que vas a librarte de mí después… -murmuró en el oído del joven, soltando el aire que había contenido al momento de alzarse sobre sus piernas otra vez.

 

La bata de baño que estaba sobre una pequeña mesa cubrió su cuerpo, blanca como solía serlo su vestimenta de batalla, así que la desnudez pasó a la historia. Su mano estaba aún húmeda en cuanto tomó la varita, pero pronto tuvo la máscara en el rostro cubriendo su identidad.

[Arya Macnair]

Los sintió, supo que estaban allí, y no porque aquel sitio fuese el hogar seguramente de algún Mortífago, sino por la presencia oscura y la sensación tan particular de falta de oxígeno en su pecho, eso solo le ocurría cuando la batalla estaba por comenzar. Miró a Lisa y asintió para avisarle, aunque estaba segura de que la Templario también les habría percibido, tenía un poder Sacerdotal muy fuerte, cosa que Arya admiraba sobremanera. —Ésta vez invitarás tu las cervezas al finalizar— le dijo a su compañera empujándola suavemente con el hombro y apresurándose a alejarse de ella unos ocho o diez metros, así tendría una mejor visión y perspectiva del asunto.

 

Observó todo a su alrededor, algunas fuentes se desperdigaban por los enormes jardines Ivashkov a los que había accedido tras caminar cinco minutos por un sendero ascendente luego de ser transportada por aquella labrada verja en las calles de Ottery, las cuales resguardaban una casucha en mal estado, pero realmente eran un traslador bien oculto que la llevaría a Transilvania, Rumania, junto a sus compañeros de Bando para hacer una inesperada visita a los patriarcas del lugar, y a sus invitados también llegado al caso.

 

—Burn them all— Pensó y sus ojos se iluminaron, la sangre Targaryen clamaba a gritos, pero ella tenía perfil.

[Lestat Rambaldi]

El gallo aun no cantaba, la noche estaba en pleno apogeo y ahí sentado bajo la lámpara de aceite estaba el myrddin leyendo, acaso había perdido la cordura, se preguntaba mientras las horas pasaban y aun no podía conciliar el sueño, entonces una canción comenzó a sonar en su cabeza y lo hizo sonreir,en unas horas se las mandaría mágicamente a sus compañeros. AsI las ideas comenzaban a fluir dentro de su cabeza.

Inesperadamente a aquellas altas horas nocturnas, un patronus llegó por la ventana, aquel lobo que pertenecía a uno de sus mejores amigas dentro del cuartel de la orden del fénix.

Arya había informado, su patrulla a esas horas había sido efectiva, era momento de salir a cumplir su deber.

Sin esperar un segundo colocó aquella túnica azul como la noche, y una máscara de luz que creo con la magia de su varita, todo estaba listo y sin más salió al vuelo desapareciendo para llegar al lugar indicado.

A la familia ivashkov era el lugar donde iria aquel lugar donde las cosas pasarían, listo para ir a buscar a los mortios que aquellas horas intentaban hacer sus fechorías, quedarían aplastados como cucarachas por intentar hacer de las suyas. apareció en el lugar indicado y agarró la reja de otteri, aquel era el traslador que lo llevaria hacia el lugar y tocándola lo llevó a rumania transilvania en un rayo de luz apareció, en un camino empinado, subió caminando cosa que le costo unos minutos,pero despues de un momento estaba frente a las puertas de aquel edificio.

Ahora a buscar a sus compañeros. no tardó y en unos segundos las encontró, estaban en los jardines, lestat se coloco a unos cuatro metros de sus compañeras y a unos 8 metros de los mortifagos que ya llegaban.

— Valla, valla¿ con que intentando ganar puntitos? O a caso tienen algún plan preparado…olvídenlo no les funcionara ya llegamos nosotros— y

bajo la luz de su rostro sonó una carcajada.

Era algo que no podía evitar pero solo había unas palabras para todo esto...

 

Lealtad y sacrificio.

[Leah Snegovik]

~Leah Atkins Ivashkov

 

 

Apareció a ocho metros de las intrusas, aprovechando el poder de aparición que ambos tenían como patriarcas en el castillo. Había atado en el proceso la bata de baño y simplemente movió la cabeza hacia Zack, recordándole que tenían un pacto por siempre relativo a su ascenso, por lo que necesitaba una piel de dragón. Sonrió, cosa que era visible ya que su boca no era cubierta por la máscara, una vez que sintió el material afectar su vestimenta. Prosiguió simplemente a hacer lo que debía, atacando al par de mujeres que tenía delante. O al menos a una de ellas… ¿o a las dos? Indecisiones post calentura.

 

-Séneca –soltó, largando una floritura hacia la varita de Lestat.

 

El ataque verbal hizo efecto en la garganta de la mujer, siendo entonces el efecto más molesto que podría lanzarle en primera instancia.

 

-¡Séneca! –finalizó, apuntando ésta vez a la garganta de Arya y haciendo una leve reverencia con arrogancia hacia ella. A pesar de todo, siempre iba a reconocer a aquella mujer en donde fuera.

 

Ahora ambos estarían mudos por un tiempo relativamente largo.

[Lisa Weasley Delacour]

Habia tocado el traslador, allí en Ottery, tras recibir el llamado de Arya, el cual me llevo hasta Transilvaria, Rumania, lugar que consideraba mi casa, pues el legado de mi madre y los documentos encontrados hacía ya un año decretaban que mi persona era la reina del país. La túnica seguía empapada, no obstante, no me molestaba en cuanto a movimientos. La luz de mi rostro irradiaba la fuerza de mi esencia. Iba a ser una batalla interesante.

Mi meta no era ingresar a la casa, con estar en los jardines delanteros de esta me valía. Allí acabaría con la marca y sus súbditos sin coherencia.

A diez metros de cualquier rival, frente a estos, a cinco de todo objeto mutable y a tres de mis compañeros de bando, estaba lista para defender con ahínco los ideales de la orden del fénix, bando apocado al bien. No le tenía miedo a la muerte, aquella y gracias a las enseñanzas de mis mentores, habia pasado a ser una buena amiga. La noche con lluvia torrencial me hacía estar más cerca de mi diosa y aquello no hacia si no aumentar mis ganas de castigar al enemigo.

[Zack Ivashkov]

No había más tiempo que perder en el interior del castillo. Había estado muy entretenido el momento con Leah junto a la piscina, pero ya tendrían que hacerles frente a sus atacantes. Nadie conocía el castillo tanto como ellos, por lo que se encaminaron rápidamente entre pasillos alargados al hall principal. Ahí el vampiro se detuvo un instante, debía controlar su ira o la batalla acabaría pronto con resultados negativos. Centró más su atención y trató de ignorar los últimos minutos de su vida para poder pasar al asalto.

 

Sin seguir vacilando salió a los jardines de su hogar donde ya se encontraban unos iluminados esperando por ellos. Zack puso los ojos en blanco, las reconocía, eran las mismas que asistían a otras batallas. No podía saber sus identidades, aunque sus cuerpos sí eran bastante familiares. Marcó una distancia de diez metros entre él y los fenixianos justo antes de atacar.

 

Celerus Fuego Maldito Mortis Ahí estaban. Tres hipogrifos en llamas viajando hasta sus objetivos. El primero de ellos alcanzó a chocar violentamente con el cuerpo de Lisa quemando de gravedad su piel. El segundo cayó sobre Arya quemándola de pie a cabeza tras saltar, mientras que el tercero le dio un cálido (literal) abrazó a Lestat. El calor abrasador que estarían sintiendo seguramente era de muerte lenta.

 

Detritus Soltó con tranquilidad invocando una niebla mágica alrededor de su cuerpo y el de Leah. Ambos estaban cubiertos por dicha protección totalmente impenetrable. Todo rayo se desvanecería al contacto con dicho manto, al igual que las criaturas que se acercaran serían repelidas de manera instantánea sin siquiera lograr dañarlos. Por ahora sólo efectos podrían dañarlos o limitarlos de cierta forma.

 

Absorvere Agregó rompiendo abruptamente los huesos de los dedos en las manos con que Arya, Lisa y Lestat sostenían sus varitas mágicas. De inmediato dejó sus extremidades inutilizables requiriendo prontas curaciones. No podrían apuntar teniendo sus dedos en ese estado, no alcanzaban a sostener el arma mágica de manera correcta.

[Leah Snegovik]

~Leah Atkins Ivashkov

 

 

 

Necrohands.

 

Pensó, haciendo que su poder mágico se expandiera dentro de ella como un oleaje y que el agua llegara hasta la punta de sus dedos, cada extremo de su cuerpo sería testigo del poder que manejaba. Pero el momento cumbre sucedió cuando éste se hizo presente en el acto, haciendo que dos manos fantasmales emergieran del suelo como dos objetos azabache. Pero tan pronto como las dos aparecieron, se perdieron en tiempo y espacio puesto que se habían ofuscado. Solo la Atkins sabría su posición exacta y ella sola, por ende sería la única capaz de darle órdenes en el momento justo de necesitarlas.

 

-Morphos -dijo, apuntando a la cinta de su bata de baño, que colgaba tranquilamente a un lado.

 

La cinta se transformó de inmediato en una viuda negra, saltando para esconderse y esperar una orden cercana. Solo restaba tener un objetivo un poco más definidio y la mandaría a su ataque.

[Lisa Weasley Delacour]

Note arder mi lastimado cuerpo. El fuego era algo que reconocía, usaba, adoraba y burbujeaba en mi interior. No grite, no les daría ese gusto a aquellos seres. Asumí el riesgo de mi aventura. La lealtad era algo que todos los que portábamos el fénix en nuestros corazones sentíamos. Era, como poco, intolerante ver aquel ser de oscuridad atacar con algo que, por naturaleza, me pertenecía. Ser sacerdotisa era algo de vida, no de muerte, aunque cuando estaba en mi papel de comandante las tornas cambiaban.

 

Cambie la varita de mano y pensé en un rapido y preciso - Episkey - El efecto fue necesario para curar aquellas quemaduras que zack me habia regalado gracias a su fuego maldito mortis. No estaba del todo ilesa, pero aun podía mantenerme en pie. Nuevamente y usando la concentracion como mejor arma, volví a pensar en otro - Episkey - Mis heridas estaban curadas, totalmente, ya podia volver a luchar con la furia que me caracterizaba.