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.:: Castillo Black ::. (MM B: 97834)


Matthew Black Triviani
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Dibujé media sonrisa, seca y pedante, bajo la indiferente mirada gris para finalmente asentir a duras penas la negación de una copa de bienvenida. No solamente ella estaba celebrando un nuevo cargo dentro del mundo mágico y aunque no expresara pensamiento alguno sobre el título que acababa de conseguir, parecía ser el inicio de una guerra fría que estallaría en cualquier momento. Me hice a un costado en cuanto oí la voz de la madre de mis hijos y extendí la mano para invitarle a tomar asiento junto a nosotros. Sagitas no estaba en la boca del lobo, estaba entre las fauces de una vil y venenosa serpiente.

 

-¿Elfo, qué elfo?...- cuestione una vez oído su asolapado reclamo. Observé a las criaturas presentes, a las brujas y magos sentados a la mesa y volví a fijarme en la ahora Ministra de Magia londinense- para qué querría yo, otra más de esas entrometidas criaturas, madame Potter Blue. Por lo demás y para su buen ejercicio en el cargo que hoy ostenta, ¿le preocupa la desaparición de un sirviente?...- cuestioné mientras paseaba tras algunos de los comensales, deslizando los dedos por encima de los respaldos- ... a no ser que esté escondiendo algo, ¿verdad que no?...

 

Finalmente me senté junto a Candela y volví a ceder espacio para que la dueña del circo mágico se uniese a nosotros, poniendo una copa de agua frente a ella.

 

-Al menos únase a nuestro salud...- le convidé- ... pues y como bien mencioné hoy en la mañana, estamos celebrando la constitución del partido mágico que pretende luchar por los derechos del conservadurismo que, al menos a mi familia, le precede...- comenté, incitándole a que mostrara la verdadera careta que esperaba encontrarme en el mundo político de la magia. La Orden del Fénix- ... aborrecemos abiertamente al bando rebelde de los fenixianos y a todos los miembros que apoyen tales prácticas en oficio a su gobierno. Espero luche por lo que es justo y no por una banda de hipócritas que a lo único que han hecho frente, es a sus pares del más alto prestigio. Ya me explico, ¿verdad?...-finalicé con una sonrisa en sorna y levanté la copa- ¡por mi hijo!; que ha hecho esta velada posible y porqué no, ¡por la magia!...y su verdadero significado.

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Intentaba mantener la ira y su impulso de tirarme encima de aquella odiosa figura junto al deseo de irme lo antes posible, antagónicos y potentes a la vez. La furia me pedía arrearle un puñetazo en la cara para intentar romper su prepotencia, dejando salir el genio gitano de la familia de mi padre, o tal vez fuera la familia sangre pura de mi madre, noble entre los linajes más antiguos de mortífagos. Como fuera, me retuve porque no estaba en un lugar seguro y porque, en el fondo, yo era una Dama.

 

Sí bueno, tal vez no una dama pero sé respetar la casa de otros cuando soy invitada (aunque me haya invitado yo solita) y cuando pueden atizarme entre tantos que no las vería venir. Tragué saliva y miré más allá del ex-ministro intentando fijar la vista en algo que me diera tiempo a preparar una respuesta. Fue entonces cuando me fijé en Ada y fruncí el ceño. ¿Qué hacía ella aquí? Su madre no se sentiría nada orgullosa de que frecuentara ciertas amistades. Aunque, bien pensado, algunos le dirían lo mismo por mí y por el tiempo que pasaba en mi casa. Incliné un poco la cabeza con los ojos fijos en ella, correspondiendo a su saludo y poniéndome un poco roja cuando me felicitó por ser Ministra

 

-- Hem... Gracias, Ada.

 

Apreté un poco la mandíbula al sentir aquellos ojos fríos observándome. Después, con un gesto cortés muy calculado, me ofreció un asiento en la mesa. Miré a los comensales y la alarma volvió a sonar. En vez de huir, me acerqué a una de las sillas libres y la ocupé, con cuidado de no rascar las patas al suelo porque eso en mi casa era normal, sin protocolos pero me temía que allá, con el silencio que se había instaurando al verme ocupar un lugar en aquella opulenta mesa, sonaría como un trueno.

 

-- Esto... Hola, señores, señoras... Señorita...

 

¿Se hacía así? Puff, odiaba el comportarse con seriedad y reglas. Aguanté su pregunta y su insinuación con una sonrisa en la boca. Al menos, eso lo tenía muy ejercitado, siendo una payasa siempre sonriente ante el público.

 

-- Sr. Aaron. Todos tenemos algo que esconder, aunque sea en la intimidad de nuestra mansión, porque de eso no se libra nadie. Pero, por el mismo motivo, defiendo mi privacidad y la de mi familia. Soy una defensora de la libertad de los elfos y de que su trabajo debe de estar remunerado. Y cuando mi elfo Harpo desapareció, no secuestraron a un sirviente. -- Mi ojos se pusieron algo estrechos y con un brillo airado bailando entre ellos, al recordar las veces que le debía la vida a mi elfo. -- Secuestraron a un amigo.

 

Las dos manos sobre mi regazo, por respetar las normas, por supuesto, pero también para tener la varita a mi alcance si no iba bien aquella conversación. Enarqué la ceja cuando mencionó a la Orden del Fénix y sonreí levemente. Me incliné hacia delante y pasé el dedo índice por el borde de la copa de agua que me había puesto a mi alcance. Por cierto, manicura hecha, nada de mordidas, que esa era otro tic juvenil que me había costado mucho eliminar de mis costumbre cuando me ponía nerviosa, como ahora lo estaba.

 

-- Sí, sí, ya le escuché cuando soltó toda aquella perorata en el estrado, Sr. Yaxley, pero verá... Toda esa ideología grindelwaldista está muy pasada, ¿sabe? Si no lo consiguió cuando era Ministro, con todo el poder en su mano, ¿por qué cree ahora que tendrá más éxito?

 

Respondí a su brindis levantando la copa como él, aunque no bebí nada y lo dejé en la mesa, tras decir en voz alta un "¡Por la Magia!"

 

-- Ya veo su energía con la defiende la Magia. Entonces... ¿Tiene pensado canalizarla en contra de la figura de El Inquisidor? Ese personaje tiene muy clara su ideología de destruir la Magia y a todo aquel que la posee. Sé de buena tinta que sus abominaciones medicinales parecen tener éxito y está destruyendo la magia en aquel que la prueba.

 

Sonreí lo mejor que pude. ¿Hasta qué punto estaba enterado que yo misma había sufrido una de aquellas dosis y que aún no había recuperado mis habilidades del todo?

 

-- Seré sincera, Sr. Aaron. Si hoy vine aquí fue para advertirle que voy a ir contra usted y contra todos los que han causado este declive en nuestra comunidad, en nuestro país, en todo el mundo mágico. Usted es el responsable. Y haré todo lo posible para que su altivez descanse en una mamorra de Azkabán. Ahora... -- Volví a reseguir el borde de la copa con aquel dedo índice, manicurado de forma exquisita de un color rosa palo. -- Me preguntaba si sería posible una... digamos... colaboración entre ambos por un enemigo común. Prometo que serviría para hacer más corta su pena.

 

Ahora sí que bebí el agua. Lo necesitaba, no era un gesto altivo sino más bien un refugio donde concentrarme para no ver todas las miradas fijadas en mí. Eso no acababa de gustarme.

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-¿Colaborar?- pregunté con falsa modestia- creí que usted, digo...- hice alarde irónico para teatralizar sus palabras- ... las prácticas Grindelwalistas las creía pasada de moda ¿verdad?. Sin embargo, no alcanza a beber la totalidad de su copa para decirme que requiere de mi apoyo y el de los supremacistas que prefieren mis políticas a las suyas; ¡Un chiste!, un buen chiste...- sostengo con el índice en su dirección sin soltar la copa de vino de mi mano. Bebo un sorbo y la dejo frente a mi plato- ... ya veo porqué le llaman, "la payasa", y no lo digo de soberbio ¡eh!.

 

>>Verá, madame. Tengo un séquito de gente a la que claramente le molesta la figura del Inquisidor, créame que a mí también me es molesto ese tipejo con aires de grandeza...- inferí con un gesto aborrecedor de mi mano vacía-... ¡pero me ha limpiado el camino!. No conozco gente, digo, de mi gente, a la que éste tipo le haya hecho algún daño irreparable, ¿sabe porqué?, porque nosotros no dudamos en utilizar la varita. En mi gobierno hubieron prácticamente tres guerras, señorita Potter Blue; la primera contra Bulgaria e Italia, la segunda contra el Inquisidor y la tercera, es la eterna guerra con el bando rebelde de la Orden del Fénix y su séquito de rezos sobre la lealtad y el sacrificio...- golpeé la mesa con el puño y enseñé la fina cicatriz bajo mi ojo como también la media luna que bordeaba el cuello- ... ¡ésto es sacrificio!...¡la vida!...¡no una charlatanería de palabras!...- dicho tal, entre dientes y una rabia evidente, enseñé al resto de comensales con una parsimonia y cambio de ánimo envidiable. Sí, tenía problemas de temperamento- y ellos, son evidencia clara de la lealtad. ¡Es lo que dije desde un principio!, brujas y magos son mi familia, entonces ¿porqué no defender sus derechos de sangre y libertad?, ¿acaso prefiere vivir escondida como una rata bajo los pies del muggle?... ¿ a qué le teme, madame Potter Blue?, porque si no es al muggle, entonces a qué o quién...- acomodé los utensilios y le sonreí- disculpe mi falta de conducta. ¡NIUS!...

 

Mi elfo apareció vestido de punta en blanco, como todas las criaturas allí presentes.

 

-Así se premia la amabilidad de un ...sirviente... No somos iguales, ni nosotros con ellos, ni nosotros con el muggle, ni usted ni yo...- sostuve con determinación- espero que tenga pruebas en mi contra, porque ya estoy cansado de las amenazas, Ministra. Mi posición en el mundo mágico ha sido intachable desde un principio y no permitiré que usted o el chico de ésta mañana en el atrio del viejo Ministerio, venga a ensuciarla. Mi respuesta a su propuesta la sabrá dentro de dos días, en la confederación a la que el canciller alemán nos ha invitado y no se preocupe por el frente político que pretende levantar, somos muchos para usted.

 

Dicho tal, los elfos chasquearon sus dedos y las bandejas fueron destapadas mostrando humeantes bocadillos, carnes y manjares.

 

-Por favor, Sagitas. Siéntase como en casa. Si quisiera asesinarla, no sería tan bajo como para envenenar su copa. Levantaría mi varita en público, no aquí, en mi hogar y con mi familia.

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Mantuve la mirada fija en él, o al menos en su boca, escuchando una y otra majadería que salían de ella. Mantuve el tipo, sí, pero supe desde su primera sílaba que él yo yo éramos enemigos y no habría contacto, comunicación... Piedad... Por ninguna de las dos partes. Los dos éramos igual de ¿rencorosos? Tal vez no fuera la palabra exacta pero sí estábamos muy apegados a nuestros ideales como para dejarnos convencer con la palabrería ajena, ni él con la mía ni yo con la de él. En cierta manera, sentí pena, por él, por mí... Ambos íbamos a enfrentarnos sin piedad en algún momento y ambos, creía vislumbrar, disfrutaríamos de ese momento.

 

-- Sr. Yaxley. No le temo a los muggles. No le temo al Inquisidor. No le temo a Usted. Temo que el pueblo sufra los inconvenientes de una política mal aplicada. Y eso me lleva a contradecirle en algo. No sé bien a qué se refiere con el chico del antiguo y actual Ministerio. -- Mentira, lo sabía perfectamente. Nathan, mi compañero de bandos, había sido algo imprudente tal vez al atacar así, abiertamente al ex-ministro, pero tenía la total confianza en sus palabras. -- Pero yo sí tengo pruebas contra usted. Muchas. Las he ido recogiendo como un gnomo de jardín limpia brizna a brizna el césped para quitar las malas hierban. Tengo mil testimonios de sus matanzas indiscriminadas de los propios difuntos que usted ha ido dejando en las cunetas de su camino en el poder. Son los propios muertos quienes las narran. Recuerde que soy una muy buena sacerdotisa. Están a buen recaudo y sólo saldrán a la luz cuando sea juzgado por lo sucedido durante su mandato.

 

Por supuesto, no le comenté que era nigromante y que esa habilidad me había ayudado mucho a recoger todas las historias que tenía guardadas en "El Libro de Los Sin Nombre".

 

-- Le doy esos dos días para que decida colaborar o ser arrestado para ir a Azkaban, acusado de lesa crueldad a la Humanidad muggle y mágica, genocidio, malversación de fondos, llevar al país a un estado de crisis y cometer el acto des-honroso de levantar el secreto siendo muy consciente de las consecuencias que ello iba a traer al pueblo mágico. Dos días, Sr. Aaron. Ahora, le dejo cenar tranquilo. Sólo tiene dos días para disfrutar de la tranquilidad de la familia. Si me disculpa, prefiero alejarme de su lado. No me cae bien.

 

Me levanté de la silla y esperé su reacción. ¿Me dejaría salir libremente o tendría que usar la varita para salir de aquella mansión?

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Está reunión se ponía cada vez más interesante, ciertamente la política no me importaba de nada pero aquí estaba presenciando una pelea verbal entre mi abuelo @ quien exponía su forma de pensar de una manera que gustaría realmente aprender, la contrincante no era tampoco era una persona fácil la conocía pues y le tenía aprecio...@@Sagitas Potter Blue me había ayudado en el pasado, quizá no lo recordara ya que yo misma había cambiado mucho luego de recuperar a mi familia real...Los Triviani...como debería mostrarme? Como la dama descarada que era recién, la que caminó del brazo del Black hace un momento o como me conoció ella? Recatada y dulce.

-Felicidades señora ministra veo que su sinceridad no cambia...tú crees "bis" que el poder corrompe a las personas?.-Solté aquella pregunta antes que pudiera antes que ella se pudiera marchar del todo.

Compartía con el dueño de casa el pensamiento en verdad, pero no me convenía que ella me tuviera en una lista mala, era mejor llevar la fiesta en paz por ahora...mis planes con Austria habían empezado a caminar y era mi razón para mantenerme al margen de líos pero ello no implicaba demostrar apoyo a alguna de las partes, el lado correcto daba buenos beneficios.

-Hermanita que bueno verte y en cuanto a beber siempre estoy lista. -Sentada al lado de @@Ada Camille Dumbledore con una sonrisa radiante, había que quitar la tensión de lo sucedido y que mejor que el alcohol para hacerlo. -Brindemos mejor por que el abuelo no tenga vacaciones en azkaban o deberemos cuidar su legado.- Levante una copa que encontré frente a mi en la mesa.

Con la mirada busqué la de mi novio @@Eterno Black Triviani no lo había visto y lo extrañaba, teníamos una charla pendiente con el abuelo los dos pero quizá esta no era la ocasión para tal cosa...ya con más calma vería que nueva situación acontecía en esta reunión que prometía a cada momento sorprendenos más y más.

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Editado por Lady Luxure Grindelwald

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Posó su mano sobre la extensa mesa y fijo sus azabaches en él, recordando que su padre tomaba exclusivamente bourbon... ¿por qué le había dado escoces a un Británico? esperaba que su expresión respondiera por si solo aquella pregunta, después de todo debía demostrarle que sus elecciones no siempre eran las mejores, y que los brebajes preparados por su mismo hemisferio eran mejores que aquellos quienes no sabían diferenciar su país con el resto de la América.


Su sobrina había llegado a la lúgubre estancia de los Black, sus aires de superioridad le daban dolores de cabeza y un revoltijo de estomago que no toleraba demasiado, ¿sera su nauseabundo olor? la miró simplemente por el rabillo del ojo, no quería demostrarle demasiada atención, con la que ella misma creaba, su expectativa, lo creyó suficiente.


El desbarajuste cambiaría el curso de aquella celebre y amena velada.


Sentía que las palabras se le acumulaban en la garganta y de un momento a otro se calló, guardó silencio permitiendo que la continuidad de la tormenta cayera sobre ellos y lavase las culpas, los daños y el propio olvido. Apretó su pierna con la mano izquierda que descansaba sobre ella luego de haber bebido de un trago largo el contenido de su vaso, Ginebra.


Carraspeo.


El para siempre estaba implícito. Matthew sabia que no podía retener las emociones que Candela desprendía, la gitana era una de las presentes que deseaba con gran afán cobrar la vida de la Potter Blue... A unos centímetros, su elfo temblando de frió pero siendo incapaz de sentir algo más que no fuese esa inmensa energía negativa que rodeaba el vestíbulo gesticulo para hablar por la nueva Ministra de Magia, el gitano simplemente hizo una mirada fulminante para que éste volviera a lugar y no emitiera sonido alguno, de ser posible, no respirase.


Contuvo la respiración.


En su mente rebotaba una única pregunta ¿Realmente aquello estaba sucediendo? ni siquiera era capaz de sonreír. Sus manos cada vez se apretaban más, hasta el punto de que el vaso donde bebía Triviani se rompiera, dejando pequeñas esquirlas clavadas en su muñeca, destilando unas pequeñas gotas de sangre, sonrió para quitarle el dramatismo a aquel percance, las palabras de Black estaban cargadas de seguridad, redicho, respondió ante todas las inquietudes de Ericen... Sabía poco de ella, pero su puesto en la Inteligencia Británica le ofrecían detalles que podían servirle para negociar.


Disculpen mi entrometimiento. comentó mirando a Aaron, a quien realmente le estaba hablando. Volteó su cabeza y le reprochó ¿Es valentía o estupidez? el venir a amenazar al señor Black frente a sus hijos, en su propio hogar, ¿qué le hace creer que será una presa fácil? respondió con ímpetu.


Era él, siempre tan Matthew.


El flemático temperamento se le escapó del inconsciente y no tuvo más remedio que respirar profundamente para sosegar sus sentimientos. Una ligera brusquedad, no había querido demostrar tan fervientemente su cariño por él, ahora todos sabían, quería a su padre.


Espero le quede claro, que no estará solo, sin importar que cargo usted ostente se reclino en su silla , es solo una advertencia. los demás se habían mantenido al margen de la discusión, la disputa entre ambas personalidades era entretenida, pero no permitiría aquello, no cuando el gitano estuviera presente. Y yo que solo quería hablar de negocios con usted, Ministra. resoplo, cuan toro enojado, sus intenciones se vieron frustradas, pero su idea permanecía vigente.

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Luxure intento regresar a la reunión, luego de un tiempo de ausencia. Sin embargo, el destino prolongaría un poco más ese encuentro con esos familiares, los Black y Triviani. Además, algo había cambiado, pues en todo momento mantuvo la mirada baja en dirección a donde se encontraban los demás, en el camino su mente le hacía recordar alguien, se ponía nervioso con sólo la idea de volveré a ver ¿pero que estaba sintiendo? Eso era algo que debería descubrir. Y fue cuando escucho una voz familiar, algo que no previó antes.

 

Aquella voz le pertenece a la ministra de Magia y Hechicería británica, Sagitas Potter Blue y se detuvo en seco antes de llegar con los demás. En ese instante dudo si debía continuar con la velada o no. Y no era solo por la presencia de esa dama, sino por algo más que allí ocurría a los ojos de todos, pero un secreto que guardo el egipcio.

 

"¿Que hace esa sangre sucia en este lugar? Ella no puede descubrir mi relación con los Black. Quizás sea mejor esperar que se vaya, además así me da mas chance de pensar que hacer con esa persona."

 

Penso y se dio vuelta rumbo nuevamente al baño, bueno en realidad se quedó observó aquel cuadro familiar que le había llamado antes la atención, sin embargo, a diferencia de la otra vez, solo contempló ese recuerdo, divagando un poco y con la mirada puesta en esa escena. En ello, uno de los retratos se dirigió al mismo.

 

-¿Quién eres?-

 

Pregunta una dama distinguía del siglo XVII, ella vestía elegantemente y tenía cierto aires de parecido con Fernando Black, uno de los antiguos patriarcas de aquel sitio. Y el egipcio ante ese comentario responde en seco.

 

-Solo soy un antiguo amigo de la familia. Aunque, por el momento prefiero estar alejado de...

 

La mujer con una sonrisa pícara y arqueado la ceja, le comenta.

 

-Comprendo...

 

El mago sonrojado y agachando la mirada le refuta.

 

-No es eso. Es por la mujer que ha llegado, nadie sabe que he retornado a este país. Y no me es conveniente que me relacionen con el nuevo patriarca, ello aurrinaria ciertos planes. Además, no te hagas ideas que no son.

 

La mujer suelta una risa, saca un abanico y se cubre el rostro, mientras que comenta.

 

-Joven no se engañe, bien le recuerdo del pasado, quizás sus motivos de que se esconde ni Usted conoce. Sin embargo, le animo a seguir, antes que pierda toda posibilidad. Aunque, nadie sabe si posee alguna posibilidad.

 

El egipcio clavo mirada, se encontraba sonrojado, pareciendo un tomate, su mirada tenía cierto brillo, por un momento se encontró en shock, y sintió como si todo le diera vuelta, sin embargo, logra responder.

 

-Deje de imaginar cosas.-

 

Y baja la mirada, cuando hace una pausa.

 

-Además, no se...

 

Camina lentamente hacia la pared, y allí se recuesta, este queda al lado del gran cuadro que miraba antes.

 

-Y... -

 

Se comienza agachar para sentarse en el suelo.

 

-No es el momento más adecuado.

 

Lanza un suspiro y se pone a meditar, esa conversación la había cerrado bajo una barrera de protección con el uso de su anillo Uzza, de igual forma de las miradas indiscreta, por lo que nadie podía escuchar ese diálogo. El mago oscuro se encontraba en una encrucijada. No obstante, cayó en una profunda oscuridad de confusión, donde sus sentimientos se encontraban en conflicto y esté no sabía que hacer.

Editado por Demian Luxure

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Por un momento dejó a los invitados quienes hablaban entretenidamente de política y otras cosas, quienes no notaron mucho su ausencia ya que no había dado opiniones de la misma; recordó un asunto sin resolver que ya meses atrás les había dejado inconclusas y por alguna sin razón instintivamente las fue a resolver.

 

Retirandose de la vista de todos ordenó al elfo le avise cualquier situación para hacerse presente como canta el gallo, un animal muggle del que había escuchado en alguna oportunidad, aunque entendía bien porque usaban esta frase, dejando a un lado la copa que llevaba en la mano la cual ya vacía, la suelta en la bandeja de uno de aquellos elfos quien hizo ciertos malabares para que no se rompiese el recipiente de vidrio, a paso veloz subió por las escaleras y viendo por el rabillo del ojo a su novia a quien no se había percatado que le estaba mirando y sonriendo, le hizo una seña para que ella le siguiera usando su dedo luego le guiño el ojo con una sonrisa , regresando por donde vino hasta el comienzo de las escalinatas, colocando una de sus manos en su cintura por su espalda sinbdejar de sonreirle para tomar el guante delicadamente de ella y dejarle un beso en el mismo @@Lady Luxure Grindelwald .

 

Señorita ... No me había percatado de su presencia, disculpe usted.

 

Mientras sus labios se retiraban sin dejar de mirar sus frívolos ojos de la dama. Le hizo avanzar hasta su lado llevando su brazo a que este se enganche al suyo wue le esperaba, para poder dirigirme a mi lugar respectivo.

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Me costó quedarme allá, de pie, observando a Aaron y esperando una reacción. En ese momento volví a notar que aquello era una cena familiar y que yo era la intrusa, la que estaba de más allá, la que había ido a provocar una respuesta y había interrumpido un momento íntimo en una casa ajena. También me dije que si eso me hubiera pasado a mí, no me hubiera contenido en palabras frías sino en una respuesta bien acalorada contra aquella persona que, en este caso era yo. Yo era la intrusa allá.

 

Estaba a punto de gritarle que me dijera algo cuando mi nieta Lady me hizo una pregunta que me hizo pensar. Tuve que forzarme para apartar la vista de Aaron Yaxley y mirarla a ella. Le sonreí.

 

-- Sí, por desgracia, el poder en las manos corrompe a todo el que lo toca, de alguna manera. Es una prueba muy difícil de pasar, tenerlo tan cerca. Por eso nuestro deber es usarlo bien, no abusar de él.

 

Esa era una lección que aún tenía que aprender en aquel puesto nuevo que ejercía pero que había aprendido en otras facetas de mi vida. La rabia con la que fui interpelada por otra persona me hizo apretar la mandíbula para no demostrarla que me daba cuenta de la inferioridad que presentaba en aquel momento.

 

-- Estupidez. Creo que ha sido un acto de estupidez, no creo que haya valentía en ésto sino inconsciencia. Pero no por ello lo he dejado de hacer. Vine aquí buscando comunicación y entendimiento. Soy una bruja estúp... -- tragué saliva, -- ... pida, pero consciente de lo importante que era tender una mano para un frente común. Pero su... padre... -- ahora que lo miraba, sí, tenían rasgos comunes. Yo a aquel muchacho le conocía, aunque ahora mismo no caía en qué lugar del Ministerio le había visto. -- Su padre no ha aceptado, así que nuestro diálogo parece que va a ser nulo. Sin embargo...

 

Situé una sonrisa en mis labios. ¡El Mall! ¿No le había visto alguna vez por allá?

 

-- Podemos hablar de negocios, aquí o en el Ministerio, donde usted guste porque le diré a mi Secretaria que le dejé un hueco en la agenda si decide comentarme sus propuestas.

 

Aquello se estaba alargando demasiado. Apreté una mano en la silla, para mantener firme allá de pie, delante de todos, como una presa visible para todos los cazadores. Con la otra, me sacudí un mechón rebelde que se empeñaba en caerse de mi peinado y moverse rebelde por mi mejilla, poniéndome nerviosa, más nerviosa aún. Aunque no le hubiera contestado, aquel muchacho Triviani me había amenazado de forma clara, aunque no puedo dudar que me lo merecía. ¿Qué me esperaba cuando avancé hacia allá, que pretendía encontrar, lograr, convencer...?

 

-- Creo que he interrumpido bastante una cena familiar con mi presencia, por lo que les ruego a todos una disculpa. Si me perdonan, he de volver a mi mansión. Si quieren pensar en lo que he dicho y aceptar mi oferta, o si quieren ofrecerme alguna nueva perspectiva en negocios -- y agaché un poco la cabeza en un gesto rápido hacia aquel hijo de Aaron que tan fervientemente le había defendido -- pueden encontrarme en el Ministerio. Que tengan una buena noche.

 

Salí de aquel comedor con paso lento, al menos hasta llegar a la puerta de salida. Después casi volé para perderme de aquellos caminos y de la vista de quien pudiera estar mirando por las ventanas.

Editado por Sagitas Potter Blue

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Chispas parecían salir de las personas, era como si cada uno pretendiera provocar un incendio, las palabras eran las perfectas armas para la tensa situación, @ había demostrado que era su casa y que invadir su terreno no había sido buena idea, mi bis @@Sagitas Potter Blue se tomo el tiempo de contestar con mucha verdad a mi pregunta...tenía la sabiduría para a ver visto muchas veces a lo que se refería, estaba segura que hablaba con sobrada experiencia y que podría dar una cátedra exponiendo lo que pensaba sobre el tema, la interrupción de @ y su defensa tan tajante hacia su padre me hizo valorar mucho más a la familia ciertamente...me puse de pie nuevamente con intención de buscar a @ pero quizá el no quería ser encontrado entre los pasillos de aquella casa o toparse con la ministra.

 

-Esta más que disculpado amable caballero.- Le respondí sintiendo una de sus manos en mi cintura y con la otra llevaba la mía para saludarme con delicadeza y respeto. -Sería un honor si me dieras un tour por la casa.- Le susurre cerca del oído para luego regalarle una sonrisa pícara a @@Eterno Black Triviani

 

Noté como Sagitas salía rápidamente de la casa, quizás era mejor por su propia seguridad y ahora que pasaría en esta reunión, hay que prestar atención pues con estas personas nunca se sabe...en un momento se aman y al otro se persiguen a punta de varita o están planeando la muerte de alguien más.

 

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Editado por Lady Luxure Grindelwald

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