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~Mansión de la Familia Gryffindor~ (MM: B 104490)


Mael Blackfyre
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Me había quedado sola en el salón, en la sala de estar, la misma en donde con papá tomábamos café la ultima vez que lo vi, ¿por qué no lo detuve? ¿qué me estaba pasando? ya no podía seguir siendo la misma Luna de siempre, la de las sonrisas y las palabras amables, me había vuelto paranoica y melancólica por demás, a nadie le contaba que cuando caminaba por la calle lanzaba hechizos para saber si alguien me seguía, tampoco comenté con nadie que nunca más volví a usar el Departamento Auror para nada, ese lugar estaba prohibido para mí, así que agradecía que Darla no me hiciera ir allí porque tendría que buscar alguna excusa absurda para no hacerlo y no tenía ganas de mentirle, al menos a ella no, en lo que respectaba a como me sentía en esos momentos.

 

Se me estaba yendo todo de las manos, ¿realmente podría hacer esto? internamente tenía una voz que me decía que sí, claro que si lo haría, peores cosas ya me habían pasado antes y nunca me había rendido pero todo esto era nuevo para mí, tenía que encontrar algo que me guiara, en realidad el pensamiento de algo, era más bien alguien, sin Elvis allí estaba tan perdida que ni si quiera parecía mi hogar, me pregunté si podría llevarme bien con todos en algún momento y si no estaría presionándome demasiado, ¿realmente tenía que hacerlo perfecto a la primera? de los errores se aprendía así que no tendría que castigarme tanto a mi misma, tan solo intentar entender porque de repente de nuevo estaba sola y sobrellevar su perdida como mejor pudiera, nadie te preparaba para algo así, no había manuales o libros que te dijeran que hacer, así que suspirando me prometí dar todo de mí y no sentirme mal si las cosas no salían como quería, al fin y al cabo, solo era cuestión de que supiera como llevar a la familia a un puerto seguro de nuevo y construir ese puerto seguro con los recursos que tenía a la mano para todos ellos.  

 

Recordaba cuando me había interpelado Mael, pero ciertamente no estaba para pensar en que hacer con él y dicho sea de paso no quería hacerlo, era familia y lo apreciaba mucho, pero aún así sería cautelosa con él, algo de lo que había dicho mi amigo Rory no me cerraba del todo, pero aún no entendía el que de todo eso, sería cuidadosa con mi sobrino, aunque amable y justa, todos eran inocentes hasta que se demostrara lo contrario ¿no?, además quien realmente me preocupaba mucho más que las rencillas con él mago en cuestión, era mi mamá, tenía miedo por ella, Annick era la única persona que ahora me mantenía anclada al mundo real, la única a quien debía cuidar y proteger, no solo porque se lo había prometido a papá, si no porque sabia que necesitaba mi ayuda y yo la de ella, mucho más de lo que me gustaría admitirle, la pelirroja siempre había sido la única que con solo una mirada me trasmitía paz y tranquilidad, con ella podías reír y llorar y hasta contarle muchos secretos, en ella tenía a una querida amiga y madre también, así que mi miedo era lógico, sabía que le dolía mucho más que a todos nosotros, así que me prometí estar para mamá, para ayudarla, apoyarla en todo y ser su ancla, de la misma forma que muchas veces ella lo había sido para mí.    

 

Lleve mis manos a mi cara ocultándola tan solo porque realmente ya no estaba para pensar en nada más, mi cabeza se había quedado en blanco y lentamente y sin decirle a nadie, deje de taparme la cara y decidida a hacer algo, me levanté del sillón y me dirigí rauda y veloz hacía la oficina de papá, su estudio, aquel lugar milenario en el que me había pasado noches tratando casos de los Aurores y en el cual varias veces había escrito y desecho algunas cosas, el único lugar que aún sin querer seguía teniendo casi todos mis recuerdos de él, suspire antes de entrar y apenas lo hice los ojos se me llenaron de lagrimas, lagrimas de sangre que jamás querría que alguien viera, ¿qué demonios hacía allí? ¿acaso era masoquista? negué con la cabeza, intentando no pensar en papá sonriéndome desde esa silla o ayudándome con algún caso de algún maleante que molestara por las calles. Me restregué las lagrimas y camine rápido para sentarme en su silla, levante la manta que antes me había llevado y me hice un ovillo allí tapándome con ella, preguntándome si así podría esconderme un ratito del mundo nada más y dejar de pensar en que Elvis había muerto, tan solo por una hora o un simple instante sacarlo de mi mente a como diera lugar. 

 

- ¿Se puede saber que hiciste? ¿como quieres que haga esto? ya no respondas, es todo retorico, pero de verdad, papá, ¿a quien se le ocurre ir por Aaron? Sabias que es malo, bueno en realidad, solo es un sangre pura con ideas horribles de supremacía y no se que cosas más, el caso es que es malvado, bueno por dios te mato ¿no? así que no le quiere en absoluto, en fin.. decía que no es justo que no pasáramos más tiempo juntos, mamá te necesita, yo también, todos aquí lo hacemos, hasta Natasha también, ibas a hacer abuelo, Por las barbas de Merlín, ¿quieres que alguien que pierde las llaves, se olvida de apagar la luz y es despistada por demás haga esto?  de acuerdo, lo haré, pero solo porque sé que tu me ayudaras, bueno tu espíritu al menos, diablos ya sueno como loca, quiero decir que nunca te olvidaré y eso ¿entiendes? y pues ahora estaré aquí y luego veré que hago ¿te parece bien? ¿por que le hablo a un cuadro? en fin.. ojala estés orgulloso de mí, estés donde estés - Dije consciente de que hablarle al cuadro que recientemente teníamos de Elvis no era del todo algo lógico - 

 

Suspiré porque se me habían acabado las palabras pero no las lagrimas, decir todo eso medio llorando y medio hablando, había sido lo más difícil que había hecho en la vida, no estaba loca o algo así, tan solo quería sentir que papá no nos había dejado del todo, que su legado seguiría con todos nosotros y que llevaríamos a la Mansión Gryffindor por buen camino, además tenía que diagramar como hacíamos todo con mi hermana Natasha y yo había escrito algunos puntos que me parecían importantes antes de verla, como quien se encargaría de permitir las entradas o salidas en la mansión, quien se seguiría encargando de la comida, la limpieza, la distribución de cuartos a los nuevos y por supuesto quien llevaría las cuentas de la familia, aunque algo me decía que eso recaería en Mael o en mí de alguna forma o de otra, pero tampoco lo habíamos hablado así que ese era otro ítem para tocar en alguna reunión que tuviéramos todos juntos, suspire preguntándome como hacía papá para hacerlo tan fácil todo y si yo podría hacerlo la mitad de bien de lo que Elvis lo había hecho por tantos años.  

 

Releí el papel escrito con letra temblorosa y para nada linda, no era mi letra habitual, era la letra de alguien demasiado triste intentando enfocarse en algo que la mantuviera andando, suspiré intentando serenarme, pero solo deje de pensar en como solucionar todo y volví a acurrucarme en la silla, tapándome mejor con la manta y preguntandome si el Dios de Rory podría ayudarme a encontrar algún camino de luz y de paz en algún momento, un camino que se me antojaba del todo sinuoso y para nada fácil de transitar, le rece sin saber ni como hacerlo, mientras me preguntaba porque había tardado tanto en pedirle ayuda y me sentía mucho más tranquila al instante, al menos tendría su ayuda espiritual y eso me tranquilizo como si me hubiera tomado mi te de tilo Twinnings para los nervios que siempre tomaba en momentos como estos de nervios y tristeza infinita. 

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Una fresca brisa meció las ramas de los árboles y Annick cerró los ojos para sentir la caricia del viento. De pronto notó que alguien se recostaba a su lado y posaba la cabeza en su regazo. Abrió los ojos y vio que se trataba de Natasha.

La pelirroja acarició el cabello de la bruja. Por momentos, sumida en el vacío que había dejado la muerte de Elvis, olvidaba que había otras personas a quienes también les había dolido la muerte del gran Auror.

--Todo estará bien --ella misma intentaba convencerse de eso, pero le parecía más sencillo transmitirlo a otros que experimentarlo en carne propia, porque ante ella sólo existía oscuridad y soledad--. Tienes un buen motivo para seguir adelante --dijo en alusión a su embarazo--. Estoy segura de que tu padre estaría muy feliz por ello.

Era cierto. Elvis siempre solía alegrarse por la dicha de otros, y el nacimiento de un bebé no era la excepción. 

--Ama Annick --una aguda voz llamó la atención de la ojiverde. Se trataba de Eneas, su elfo doméstico--. Los amos Poulain quieren hablar con usted a través de la Red Flu. 

--Son mis padres adoptivos --explicó Annick a Natasha--. Viven en Francia y no han podido venir al entierro de Elvis porque son mayores y su salud es frágil.

En otras circunstancias Annick hubiera invitado a Natasha a saludar a los Poulain, pero intuyó que no sería un momento fácil. Podía aparentar fortaleza frente al resto de la familia, pero estaba segura de que se quebraría frente a sus padres...

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Habían pasado algunas horas desde que me había encontrado con el resto de los Gryffindor. La noche era completamente oscura y silenciosa. Hacía un buen rato había un poco de movimiento en el panteón pero a ésas horas ya todos se habían ido a dormir. Al igual que el resto de los Gryffindor en la mansión. Era una casa gigante para los pocos miembros que teníamos en la familia. Según el árbol genealógico éramos muchísimos más pero al parecer ya nadie se encontraba entre sus paredes. Si de algo estaba seguro, era que tenía que convertir la mansión en hogar de muchas otras personas.

Me fui  a dormir. Otro día había transcurrido y ya no había más nada para hacer.

______________________________________________________________________________

 

Un mes más tarde...

Las llamas se tiñeron de verde esmeralda cuando estallaron en la chimenea de la sala de los Gryffindor y me permitió salir de ella. Había tanto polvo, que la nube que se formó, explotó en todas direcciones y se dispersó por toda la habitación, volviendo todo más oscuro. Ahora que trabajaba para el Ministerio de Magia, tenía algunos accesos de más que otras personas carecían y como era de esperarse, me aprovechaba de ello. Caminé un par de pasos, sacudiéndome el pecho con las cenizas negras que me habían manchado la ropa. Mis huellas de la suela del zapato quedaron marcados en la alfombra.

Miré a ambos lados. No había nadie en la sala. La noche había llegado nuevamente a Ottery y creía que estarían todos cenando en la mansión. Pero al parecer aquella familia hacía cada uno lo que quería. Algunos ruidos, de todas maneras, provenían de la cocina ya que los elfos jamás dejaban de trabajar. De hecho, eran demasiado densos, hacía algunas semanas atrás, había tenido un altercado con dos de ellos. Ni recordaba sus nombres. Como era de esperarse, ellos tenían el labor de brindarles el desayuno a sus amos, pero no me gustaba para nada. Había puesto un encantamiento para que no se aparezcan aunque su magia pasaba desapercibida y lograban colarse igual.

Tuve que colgar de los tobillos al más hiperactivo y amenazarlo cara a cara para que dejara de aparecer. Me había costado unas tres semanas que dejaran de entrar a mi habitación. A veces encontraba algún plato de comida en el suelo del pasillo. No estaba acostumbrado a la servidumbre, de hecho, me parecía innecesario y cruel. ¿Como patriarca podría liberar a todos los elfos de la mansión? Con aquellas últimas imágenes, me encaminé a mi habitación. Atravesé la sala, subí las escaleras que estaban al fondo y subí hasta el ultimo piso, última habitación. Cuando entré a mi cuarto, cerré la puerta (mágicamente). No quedaba mucho tiempo para irme a dormir.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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  • 2 semanas más tarde...

En los últimos días Annick tenía la sensación de que la mansión Gryffindor estaba más silenciosa de lo normal. ¿O acaso siempre había sido así y ella jamás lo había notado? ¿O la muerte de Elvis había afectado tanto a la familia que cada uno se había encerrado en su propio mundo y evitaban a toda costa estar en el sitio que tanto les recordaba al Auror? ¿O tal vez ya nada los unía?

En aquellos momentos de soledad, la pelirroja era más consciente de que lo único que la mantenía ahí era Elros, porque en aquel lugar él podría estar más en contacto con el legado de Elvis. Además, ¿a dónde más podrían ir? No había sitio donde tuvieran más familia o amigos. La única opción era ir a Francia, con los ancianos Poulain, pero eso implicaba alejar demasiado a Elros de los Gryffindor. Además, aunque Annick se reprendía cada vez que lo pensaba, la edad había alcanzado a sus padres adoptivos y tarde o temprano Elros y ella volverían a quedarse solos en un país extraño.

La bruja tapó sus ojos con las palmas de las manos y colocó los codos sobre la mesita frente a la cual estaba sentada. Se mantuvo así durante un rato. Tantos pensamientos comenzaban a producirle un ligero dolor de cabeza… Cuando abrió los ojos, lo primero que observó fue un recorte de El Profeta. En él se apreciaba la fotografía de un hombre alto, con porte elegante y bien vestido, de cabello oscuro perfectamente peinado. A través de la imagen, sus ojos inexpresivos le devolvían una altiva mirada a Annick. Se trataba de Aaron Black.

Debajo de ese recorte había otras notas periodísticas que mencionaban al mago. En las últimas semanas, la pelirroja se había dedicado a reunir información sobre el asesino de su esposo. A veces no sabía con qué finalidad hacía aquello, pero en otras ocasiones se imaginaba orquestando un plan para verse cara a cara con él. ¿Qué ganaría con ello? Quizá paz. Quizá la muerte. O quizá nada. No podría saberlo hasta que ocurriera.

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Luego de ordenar los papeles para apresar definitivamente a Aaron, me dirigía hacía mi hogar, la Mansión Gryffindor, tenía mis cabellos pelirrojos más despeinados de la cuenta y mis ojos azules claros parecían más tristes de lo que nunca antes los había visto, me faltaba el brillo y la luz que solía tener siempre, aun así sonreí al entrar en mi casa, no tarde mucho en pasar por la sala de estar y dirigirme hacía la cocina, no llame a nadie porque no estaba segura de a quien quería ver en esos momentos, sentía que había crecido y envejecido mil años, aunque en apariencia estaba igual de siempre, aún recordaba cuanto había luchado por estar libre y lo poco que nos había costado con Darla el reunir pruebas para llevarlo a juicio y ponerlo tras las rejas al fin, pero tenía miedo, uno que no le diría a nadie, ¿realmente estaría en la cárcel? ¿se lo habían llevado allí o las pruebas en su contra no eran suficientes? mi cabeza era un revoltijo de información que iba y venía, además de que necesitaba un Wizengamont que se encargará de todo o un juez supremo en algún lado, ¿existía la justicia en el mundo mágico? ¿papá al fin podría descansar en paz de una buena vez? Esas eran preguntas que lamentablemente aún no tenían una respuesta certera de mi parte, parecía que cada minuto que pasaba me alejaba más de mi objetivo y sentía que la obsesión que antes tenía Elvis me la había transferido de algún modo, ¿eso era posible? ¿cuanto más lucharía por esto? suspire sentándome al fin en la silla de la cocina, mirando fijo a la nada y preguntándome si no habré llegado mil años tardes la mentada justicia que necesitábamos todos, sobretodo para poder re-construirnos de una vez y para siempre. 

 

Recordé cuando era papá el que se encargaba de todo, cuando sus consejos eran moneda corriente y temí estar haciéndolo todo mal, ¿había alguna forma de hacer justicia sin implicarme del todo? ¿podría ser objetiva o mi deseo de verlo preso me nublaba el juicio? suspiré cansada de que mi vida se convirtiera en una mera caricatura de lo que era en su tiempo, pero pensándolo bien, ¿qué no les hubiera hecho a los asesinos de Jasper y Alice? de haberlos encontrado ellos nunca hubieran salido de la cárcel, gruñí por lo bajo, porque mis ideas eran clara, el asesino de papá merecía estar preso al menos y privado de su libertad cuanto antes mejor, no tenía muy claro como lo lograría al fin, porque una parte mía, no confiaba en que ese juicio fuera legitimo y aún necesitaba presentar sus pruebas en su contra, Darla tenía que ayudarme a re-construirlo todo y también debía explicar porque no defendí a papá,  lo cierto era que me había quedado en blanco y no recordaba que hechizos utilizar, suspiré cansada de darle la vuelta al asunto, estaba en casa y debía de dejar de pensar en eso, solo que no podía hacerlo y una parte mía se sentía inútil, no sabia como ayudar a mamá y tampoco sabia como seguir adelante, ¿alguna vez podría hacerlo si quiera? por más que Aaron estuviera preso o algo así, nunca podría olvidarme de lo que hizo él y de lo que no hice yo, fui una completa cobarde y no me salieron los hechizos, así que dejé que él lo matara, ¿acaso estaba consciente de lo que sucedió? dejé a su suerte a papá y eso era algo que nunca podría perdonarme mientras viviera, de nuevo cuenta mis miedos me jugaron una mala pasada y dejé que me ganaran, algo que no podía volverme a pasar, así que tendría que buscar la manera de que Yaxley se pudriera en la cárcel, solo esperaba no haber llegado demasiado tarde cuando realmente eso sucediera al fin.     

 

Intente tomar coraje para contarles a todos que estábamos ahí de que Aaron Yaxley fuera preso, pero aún no podía hacerlo, no sabía como explicarlo o si quiera como decirles lo que estaba por hacer, era esperar que Darla, mi jefa y amiga, mandara los papeles y ese señor estaría privado de su libertad por un largo tiempo, suspiré porque por dentro estaba muerta de miedo, tenía miedo que tomarán represarías contra nosotros y hasta había pensado en reforzar la seguridad de la mansión, pero eso lo haría luego de comer algo, ciertamente hacía siglos que no comíamos todos juntos y lamente tener a la familia tan dividida, las cenas familiares era lo mejor del mundo cuando Elvis aún vivió por allí y si bien no necesitaba comer, puesto que era vampiro, siempre me había gustado formar parte de eso, no le comenté a nadie que extrañaba la unidad que teníamos y tampoco les dije que haría algo para unirnos del todo, por lo pronto, busque un pedazo de torta de chocolate y me dispuse a comer, mientras me preguntaba cuanto tiempo pasaría antes de que la mansión Gryffindor se llenara de voces de nuevo, no estaba de humor para sonreír como antes y me había vuelto más taciturna de la cuenta, mis ojos azules claros no brillaban y me faltaba la sonrisa que solía portar siempre, había cambiado demasiado y las perdidas en mi vida, me habían vuelto menos risueña y alegre que antes, como si una parte mía se hubiera ido el día que papá se fue y si seguía prefiriendo decir se fue a se murió, porque esa era una forma de decir que nunca se iría de aquí y que siempre permanecería entre todos nosotros, eramos su legado y ayudaríamos a que su muerte no fuera en vano, de alguna u otra forma, papá tendría la justicia que tanto se le había negado años atrás.   

 

Corté un pedazo de la torta, mientras comía silenciosamente, mi cabeza era un torbellino de pensar y pensar como lograr mi objetivo final, porque ahora sola y sin nadie que me diga que: "todo saldrá bien Luna, él se pudrirá en la cárcel ya lo veras" podría enfocarme en lo que realmente quería conseguir, repasé en mi mente los cargos por los que lo acusábamos e intenté no sentirme enojada, pero no pude evitarlo, gruñí más alto de lo habitual, y golpee la mesa con tanta fuerza que se abrió en un costado, parpadee asombrada y me dispuse a arreglarlo antes de que alguien lo pudiera ver, a veces olvidaba que al ser vampiresa tenía más fuerzas de lo habitual y que tenía que tener cuidado con la misma cada vez que manipulaba o hacía algo.   

 

- Reparo - Dije viendo como la mesa dejaba de estar abollada al instante --

 

Me reí por primera vez en meses, mi repique de campana se escucho fuerte y claro en la vacía cocina, pero me apresuré a calmarme al instante, ¿que hacía riéndome? negué con la cabeza asombrada, aún estaba triste pero haber visto la fuerza que tenía me había hecho reír como antes, como cuando todos eramos una familia, suspiré porque ahora eso recaería en mí, no podría ser muy difícil, sabía que todos estábamos rotos por su muerte, pero haría lo que fuera por volvernos a unir como antaño, me propuse que haría algo para que todos fuéramos felices de nuevo, no sabía bien el que pero intentaría hacerlo a como diera lugar, ya que sabía que papá nos hubiera querido ver alegres de nuevo, esa sería la mejor forma de honrar su memoria, pero no sabía ni como empezar a procesarlo todo, aún dolía su muerte, aunque intentaba aparentar que no, su ausencia se sentía en cada parte de la casa y me pregunté si algún día podría dejar de dolerme tanto o si se haría al menos más soportable, solo eso necesitaba que fuera más fácil de soportar. 

 

Sus consejos pasaban por mi mente una y otra vez, él me había pedido que mantuviera a todos juntos, aún recordaba haberlo visto por ultima vez, sentado en esos sillones del living y sus palabras se reproducían una y otra vez, gruñí enfadada conmigo misma, ¿por qué no lo detuve? ¿por qué confié en que lo vería de nuevo? el dijo que arreglaría algunas cosas y volvería ¿o no había dicho eso? por momentos, sentía que mi cerebro me jugaba malas pasadas y no podía recordar bien sus palabras, ¿me había olvidado incluso de su voz? ¿eso era posible? me lleve las manos a la frente intentando pensar bien, no podía acordarme de su risa si quiera, ¿eso podía pasar? ¿acaso me había vuelto loca? jamás pensé estar en esa situación, pero si era cierto que apenas recordaba su voz, ¿como podría enjuiciar a su asesino? ¿podría si quiera conseguirlo al fin o no? mi miedo palpable y lógico se apodero de mí, uno que nunca antes había tenido, el miedo de que papá jamás tuviera la justicia que él se merecía.     

 

- Papá por dios, ¿qué quieres que haga? ¿Crees que Aaron estará preso al fin? espero lograrlo pronto, ¿sabes una cosa? intentaré mantenernos a todos unidos, ahora cada uno esta por su lado y ya no se siente como una familia, pero volveremos a hacerlo, te lo prometo, tan solo déjame que piense como lograrlo ¿si? quizás una cena familiar funcione, pero bueno ahora es tarde, quizás mañana podremos desayunar todos juntos ¿qué dices? por Merlín Santo, te hablo como si tu fueras a responder, veamos quizás pueda lograrlo ¿no lo crees? - Dije al aire a sabiendas que él nunca más me respondería a tantas preguntas que iba haciéndole -

 

¿Quien era Luna Gryffindor sin Elvis Gryffindor? ¿podría haber llegado a donde llegué sin él? la respuesta a la primer pregunta era nadie sinceramente sin él era prácticamente la nada misma, y la respuesta a lo segundo era claramente que no,  sin el y sin Annick Poulan nunca en mi vida hubiera podido llegar a donde estaba hoy en día, no hablaba de la mansión, si no de la jefatura de Aurores, era la  nueva Jefa y no lo había comentado con nadie, porque no sabía como se lo tomarían, era una noticia linda, Darla me había dado la sorpresa y Sean me había nombrado improvisadamente, yo había llevado esta vez el pedido directamente y esperaba que se hiciera efectivo, prontamente seria la nueva jefa de Aurores y eso se lo debía a papá, era la mejor noticia del mundo, tenía que estar feliz, pero me sentía triste sin poderlo compartir con él, me pregunté cuanto tiempo pasaría hasta que me acostumbrara y me dije que nunca, nunca podría acostumbrarme a no contarle nada de nuevo, ¿como se le ocurrió inmolarse así con Aaron? a veces no sabía ni como pedirle perdón a mamá, no había hecho nada por ayudarlo y eso era una culpa que me perseguiría por el resto de mi vida, porque quizás si no me hubiera asustado, hubiera podido ayudarlo ¿no? pero ahora no había hubieras que nos salvaran y tendría que empezar a pensar como seguir sin él, cosa que no sabía si quería hacer en esos momentos.  

 

Seguí allí en la cocina, comiendo lo que quedaba de la torta de chocolate y recordando tiempos mejores y más felices, pensando en el día que vine a contarle que había entrado en Aurores y que me habían dado el permiso de examen para volar, sonreí porque él lo había firmado, esos papeles que estaban en el ministerio tenían su firma, lo mismo pasaba con el de vuelo, pero claro yo no tenía esos papeles en mi haber y lamenté no haberles sacado una fotocopia si quiera, era pura burocracia para el mundo entero, pero para mi en esos momentos era importante, porque tenían la firma de Elvis, algo que nunca más vería en ningún lado para desgracia mía, él se había ido dejándome un vacío difícil de llenarse con algo, sabía que el dolor de su perdida me perseguiría por siempre y que no habría cosa que pudiera llenarla por nada del mundo.

Editado por Luna Gryffindor Delacour

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Shelle Gryffindor con @ Arya Macnair

 

Solo había dos lugares seguros: la editorial y la Gryffindor.  Pues para ser sincera la Gryffindor soportaría mejor un ataque que las frágiles paredes del Magisk y actualmente no estaba en posición de afrontar los gastos de reconstrucción en caso de que un maldito cuerno de erupement vuele todo al demonio. Entonces aparecimos directo en mi habitación, el primer sitio que se me ocurrió. Había agarrado su mano para desaparecer, quizás tan fuerte que no note el dolor que le podría estar causando a la reo, aunque francamente poco me importaba en esos momentos dado que estaba yendo en contra de una orden del mismo Black Yaxley. Sabia bien que decirle en caso de un enfrentamiento, me lo debía, me debía al menos una y me la estaba cobrando.

Solté la mano de la Macnair al tiempo que nos encontrábamos en la calidez de mi cuarto. La cama de dos plazas bien tendida repleta de almohadones color gris oscuro haciendo juego con el acolchado que era apenas un tono más claro de gris. Solo había tres muebles: un escritorio con dos pilas de pergaminos, cuatro tinteros y dos plumas; una pequeña mesita con un elegante jarrón de vidrio con tapa y whisky en su contenido y cuatros vasos también de vidrio con borde dorado haciendo juego con el líquido; por ultimo un placar napolitano con un gran espejo en una de sus puertas. Dos sillones de terciopelo gris rodeaban la mesa de tragos y sin preguntarle a la mujer si bebía serví dos vasos con whisky y me senté en el sillón a contemplar a la mujer.

Black me debía una y me la estaba cobrando salvando a esta mujer que apenas conocía. Diablos, la muerte de mi padre me había afectado más se lo que pensé.

-Todavia no cantes victoria- dije intentando relajar mi mente tras un trágico largo de bebida- aún puedo devolverte a la celda mugrosa de la que te saqué.

Empecé a chasquear los dedos y Wicky apareció de golpe.

-Prepara la habitación continua para la dama- dije a la elfina quien tras asentir dio un chasquido con sus dedos y la pared que había entre la cama y el placard se separó al tiempo que una puerta de roble aparecía y por donde Wicky desapareció.

Regresé la mirada a la bruja.

-¿Qué es lo que buscas, Macnair?

 

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Harmony Gryffindor Dumbledore 

 

 

No recordaba cómo era que había llegado a la vida de su madre, era muy pequeña como para saberlo, solo tenía imágenes en su mente muy borrosas, pero Shelle se había encargado de ella desde que la encontró y desde ese momento Harmony la veía como su madre y desde entonces la pelirroja era una Gryffindor. 

A pesar de no conocer a nadie de aquella familia ella sabía como eran cada uno de los miembros, conocía sus nombres y todo aquello que había escuchado decir de su madre. 
Al enterarse de la muerte de su abuelo Harmony pidió un permiso especial en Durmstrang para ir al funeral, solo le dieron unas horas y debía regresar. Ahora que recién había terminado su educación mágica y regresaba a Inglaterra quería reencontrarse con Shelle.

Al llegar a la mansión, el lugar era muy diferente a como lo recordaba de la última y la única vez que había visitado la mansión de los Gryffindor, fue aquella vez que llevaron el cuerpo de su abuelo para darle sepultura, Harmony quería presentar sus respetos a aquel hombre que no tuvo oportunidad de conocer en vida, pero que era muy afamado por su servicio de auror y según ella recordaba haber escuchado, una especie de cazador de magos tenebrosos, una verdadera lastima su muerte y aún más no haber tratado con él.

Las estatuas del lobo y el león estaban en, lo que ella suponía, su posición original, aquella noche todo había sido destrozado y hoy, varios meses después parecía estar en calma.

Llegó a los escalones de la entrada, no sabía qué iba a encontrar o a quién ¿Acaso vería a su madre, o Mael, su hermano, también se encontraría allí?
Tocó la puerta delicadamente con los nudillos y espero a ser recibida por algún elfo doméstico o algún  otro miembro de la familia.


@ Dana Gryffindor

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SHELLE DUMBLEDORE

Días antes del rescate de Arya, con @ Hannity Ollivander Evans

 

La mortífaga se encontraba bebiendo un café frente a su editorial en el callejón Diagon, de vista tenía la magnate esquina del gran banco de magos: Gringotts, y podía ver como duendes y magos entraban y salían de allí. Aquél espectáculo fructífero tranquilizó a la pelirroja pues significaba que la economía se mantenía en movimiento, al menos después de que Nate Weasley desapareciera por completo de escena. 

Con una lapicera entre sus largas uñas pintadas de rojo, la Lugarteniente hizo un par de anotaciones en su agenda dejando huella de aquella escena de banco. Sin embargo su marca empezó a arder y comprendió que debía presentarse cuanto antes al cuartel, pero su ropa... llevaba una falda tubo de rayas azules, una camisa turqueza bien ajustada al cuerpo y una chaqueta del mismo color que la falda. Estaba vestida para trabajar, no para presentarse en el cuartel. Por lo que sacó un galeon y cuatro Sickles del bolsillo y los puso sobre la mesa, acto seguido desapareció dejando una estela de humo en la silla. 

Apareció en su cuarto al tiempo que vio a Wicky, su elfina doméstica, acomodando y limpiando los muebles de la habitación. La elfina saludó con una sonrisa a su ama y desapareció tras escuchar la llegada de una o más visitas a la Gryffindor. Mientras, la pelirroja se quitó la ropa y se metió a duchar.

Wicky apareció frente a la puerta principal y la abrió de par en par para encontrarse con nada más y nada menos que la hija menor de su ama. 

-Bienvenida señorita Harmony- dijo con elocuente sonrisa y extendió la mano en un ademán para que la muchacha ingrese -Avisaré a la señora Gryffindor que usted ha llegado, mientras tome asiento -otro elfo justo cruzaba la sala y Wicky le hizo señas para que se acerque -Sirve a la señorita Gryffindor lo que desee, por favor. 

El otro elfo asintió y Wicky caminó hacia la habitación de su ama quien se encontraba en la ducha. 

Shelle escuchó que Wicky estaba nuevamente en el cuarto y entendió que las visitas eran para ella. Rápidamente terminó de bañarse y se colocó los pantalones negros y llenos de bolsillos, sus borcegos de cuero y su camiseta ajustada del mismo color que el pantalón. Cruzó una capa al rededor de sus hombros y con un gesto de varita secó su larga y rojiza cabellera la cual peinó en una cola de caballo que llegaba hasta la mitad de su espalda en lo que parecía un espiral de rulos color borgoña.

-Su hija Harmony Gryffindor Dumbledore- anunció la elfina y Shelle transformó su serio semblante en una sonrisa por lo que se apresuró a salir de la habitación, bajar las escaleras y al llegar a la sala se encontró con su hija a quien había visto por última vez el día de la tragedia.

-¡Harmony!- dijo al tiempo que rodeaba con sus brazos a la joven pelirroja y acercaba su rostro al de su hija para contemplar esos ojos azules similares a los de su madre -¡Preparen un buen almuerzo para nosotras!

La Marca podría esperar, hacía tiempo que no veía a su hija y Shelle estaba muy entusiasmada. 

-Vamos, hija, vamos a la cocina y mientras nos preparan algo de comer me cuentas cómo te ha ido en Durmstran- dijo apoyando delicada mente la mano en la espalda de la muchacha y acompañándola a la cocina -¿piensas quedarte?

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Harmony Gryffindor Dumbledore 

 

Fue la elfina de su madre la que la había recibido en la mansión,  inmediatamente la hizo pasar, ordenándole a otro elfo que le atendiera mientras ella iba a buscar a su madre.  -Es un gusto volver a verte Wicky, respondió a la bienvenida que esta le daba. Harmony no era muy afectuosa con aquellas criaturas, no le gustaban, pero con la elfina de su madre era diferente, ella se había ganado el afecto y respeto de la muchachita. 

-Me encuentro bien, gracias, si necesito algo te llamaré- le hizo seña de que podía retirarse, en ese momento dio un breve recorrido por  el vestíbulo, viendo cada cosa en él y deteniéndose un par de minutos cada que algo llamaba su atención. Suponía que su madre estaba ocupada,  pero ese no era el problema, ahora que había terminado los estudios y decidía vivir en Londres, podía esperar por Shelle el tiempo que fuera necesario. 

No dejaba de sentir una mirada clavada en su espalda ¿Qué creía la criatura? ¿ Qué tomaría algo de la casa? Sin hacer caso de aquellas miradas se dirigió a la sala, no tardó mucho estando sola, volteó hacia las escaleras en el preciso momento en que su madre bajaba por ellas, como siempre, su madre tenía buen gusto para vestir de la forma que fuere.

Oh mamá, pero que bella te ves!- al tiempo que la abrazaba, miró su reflejo en sus ojos, sonrió al verla más repuesta que la última vez.

Caminaron hacia la cocina al tiempo en que Shelle ordenaba que les prepararan el almuerzo, mientras tanto ella pondría a su madre al tanto de los planes con los que había llegado a Inglaterra.

-Sí,  he decidido quedarme, así podré pasar más tiempo contigo y con Mael.- sabía que con respecto a su hermano  sería difícil, pero podría intentar hacer algo con él.

Llegaron a la cocina, el lugar resplandecía debido a la limpieza del lugar y los elfos comenzaban a preparar comida deliciosa, las mujeres tomaron asiento a la mesa, Harmony no se había dado cuenta del apetito que tenía hasta ese momento.

-Tengo un trabajo, soy asistente de la directora de cooperación mágica francés en la embajada de Inglaterra,  así  que estaré contigo más  tiempo que cuando estudiaba…

La comida estaba lista y tenía un delicioso aroma,  tomó la mano de su madre, le encantaba ver sus largas uñas de color rojo.

-Dime una cosa… ¿Cómo te has sentido tú tras estos meses,- no quería  mencionar para nada los sucesos con los que se había encontrado en su primer visita a esa casa -como matriarca de esta familia? 

La miró a los ojos tratando de saber si es que se sentía a gusto con ese peso sobre sus hombros.

 

@ Dana Gryffindor
 

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—Un mes atrás—

La violencia con la que te empujaba las apariciones, hizo caerme de rodillas ante el suelo en mi habitación en la mansión Gryffindor. Era una gran ventaja que los patriarcas y matriarcas de la familia tuvieran ésa libertad de moverse como quisiéramos. Aunque solamente había tenido un pensamiento coherente en aquel momento tan crítico: ir al lugar más seguro. Mi varita quedó tirada a un lado mientras de rodillas, apoyaba ambas manos en el suelo y lo escupía. Mi respiración aún no había logrado disminuir.

¿Qué había hecho? Me había dejado llevar. Me había cegado.

Estuve unos cinco minutos en ésa posición para lograr bajar mi respiración y mis palpitaciones. La noche me ayudaba a que dentro de la mansión no hubiera movimiento, ni mucho menos dentro de mi habitación. Me levanté con el cuerpo entumecido y logré ponerme derecho. Desde los cristales de la ventana, podía ver la copa de los árboles en un vaivén, que la brisa nocturna movía como una caricia. Las estrellas estaban todas tapadas por unas nubes densas. Necesitaba recobrar la compostura.

Me agaché para tomar mi varita y encendí una pequeña luz tenue. Pude ver en mi pecho sangre. No era mia ésa sangre. Aquella manga estaba totalmente cortada por los maleficios de Kenzo Ito. Pero el japonés no había hecho demasiado. Intentaba recordar pero me dolía la cabeza. Necesitaba descanso y tiempo. Con un movimiento de mi varita cerré mágicamente la puerta. Con un segundo movimiento, mis ropas se desvanecieron, quedando casi desnudo. Me metí a la cama, necesitaba dormir y pensar un poco más.

¿Qué haría?

 

_________________________________________________

Actualidad.

Aún nadie se había enterado de aquel ataque a Kenzo Ito. Había logrado esconder las huellas de magia lo mejor que pude. Aunque en el equipo de Quidditch al que habíamos jugado había sufrido por mi culpa. Lo habíamos podido resolver rápidamente pero las sospechas se mantenían fuerte a flote y para el siguiente evento al que íbamos a participar de todas maneras, esperaba que eso no trajera problemas.

Lo importante era que Kenzo Ito aún estaba vivo y no recordaba nada.

Aquella mañana me había levantado temprano. El ministerio así lo requería y había hecho unos cuantos papeles. Tenía mucho trabajo por delante, después de visitar todas y cada una de las mansiones para ver en qué estado se encontraba con sus familias. Y luego teníamos que definir con la ministra dónde llevaríamos a cabo los centros especiales. Había un poco más de movimiento. Aunque era una suerte que no haya más reuniones familiares. Algunos temas habían quedado sin terminar y temía que los retomáramos.

Caminé unos pasos a la ventana y observé los jardines de los Gryffindor. Aquel sitio era muy tranquilo. Hacía añares que nadie iba a molestar, eso comentaban los cuadros de la mansión. Entrecerré los ojos al ver aquel árbol violeta enorme que se encontraba pegado al panteón. ¿Sería buena idea? Necesitaba orientación. ¿Quién más sino? Mis opciones se acababan y sentía que el suelo temblaba todo el tiempo, a punto de caer.

Editado por Mael Blackfyre

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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