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~Mansión de la Familia Gryffindor~ (MM: B 104490)


Mael Blackfyre
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- Bien, espero encontrar algo interesante…-

 

Murmuró la Granger mientras caminaba en las cercanías de la mansión de sus primos, como en muy contadas ocasiones lo había hecho, era un movimiento guiado más por la inercia y porque quizás solo encontraba buscar retrasar el momento antes de llegar a la realidad de la mansión Granger y encontrarla casi destruida. Era una pésima matriarca y estaba consciente de eso, había sido bastante descarado irse y dejar como siempre, a su prima con todo a cargo. Confiaba en ella, pero no estaba segura cuál sería su límite y temía averiguarlo. Era por esa y otras razones por la cual había regresado a Londres haciendo paradas en diversos lugares antes de llegar a su verdadero destino.

 

No recordaba la última vez que había llegado allí, si su memoria no fallaba, no habían encontrado a nadie, incluso se había aventurado a entrar con su prima como si se tratara de su hogar, buscando alguna señal de sus primos, sin obtener alguna respuesta. Sin embargo, cada que iba para allá, no podía evitar sentir algo de nostalgia y nervios, ocasionados por los recuerdos, tanto buenos como malos, lo cual con el transcurrir de los años había aprendido a tolerarlos sin caer en depresión o terminar llorando por los rincones, contándole a todos su desgracia.

 

Tenía un año de haberse ido de Londres y ahora estaba de vuelta, todo estaba tan cambiado, al punto de ya no reconocer ningún rostro amigo, lo cual le preocupaba porque el no saber sobre su familia y amigos era algo que de cierta manera le provocaba ese sentimiento que la mayor parte de los magos con condición vampírica podían comprender a la perfección: el paso del tiempo, el cual no perdonaba el ir y venir de los mortales, mientras ellos solo continuaban su paso por la inmortalidad sin que nada ni nadie aparentemente pudiera detenerlo.

 

La joven de cabello negro cruzó los brazos, como en un intento distraído de abrazarse a sí misma mientras se paraba en la entrada de la mansión Gryffindor. Llevaba el cabello suelto, mientras que el aire jugaba con él, intentando alborotarlo con suavidad; un vestido con blanco con un detalle sutil de flores estampadas, a juego con unas zapatillas blancas, lo suficientemente altas como para correr un riesgo de fracturarse el pie si se le doblaba mientras avanzaba.  Andaba bastante primaveral en comparación de otras ocasiones.

 

Al llegar a la puerta principal, tuvo que reprimir el impulso de agarrarla a patadas, como era habitual en ella, pero había algo, una sensación de que en esa ocasión no sería prudente hacerlo. Era como un presentimiento de algo, no estaba segura de qué, pero no era una sensación agradable para la joven ojivioleta. “A mal paso…” pensó la joven, sin terminar la frase y tocando la puerta fuertemente, casi golpeándola incesantemente, como si con eso pudiera conseguir que abrieran más rápido. Arqueó una ceja, con algo de disgusto al ver a un elfo abrir la puerta:

 

- ¿Qué tal? ¿Se encuentra algún miembro de la familia Gryffindor? Dile que está Valeskya Granger a tratar un asunto de manera personal… gracias – Finalizó de manera cortante.

*-*-*

Off: una disculpa, ando retomando esto del rol y me falta un poquis de práctica :3

@ a Todes (?)

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Lo único que logré hacer ante la postura de Annick fue asentir. Sus palabras me habían quedado tan claras como el agua. No entendía muy bien por qué razón, ya que no solía funcionar así mi mente. Porque ni siquiera me había encargado de encontrar algún hueco en su mensaje, ni siquiera de ver qué podía sacar provecho. Y estaba seguro que la bruja se había expresado por inercia porque no me conocía como para acertar en sus palabras: solamente averiguaríamos lo que había sucedido con Elvis

¿Y si…? No” pensé. Era una idea extraña, no. Tal vez en otro momento. Ni siquiera me había animado a imaginármelo. Sería un proceso complicado de entender.

Volví a asentir con la cabeza con la intención de Annick Poulain. No me interesaba a escuchar a Luna, no entendía por qué su estado de sumisión. Tampoco tenía padres como para saber cómo hubiera reaccionado pero lo poco que había vivido en la Gryffindor, me había alcanzado como para tomar la bandera de la familia y alzar el estandarte de guerra, básicamente. Era lo último que había conseguido e iba a mostrar dientes y garras a cualquiera que quisiera amenazar con quitármelo.

Si… —pensé en voz alta. Mi cabeza se puso a rebuscar en toda la información que tenía—. Jamás fui al Ministerio de Magia, Annick —volví a pensar. Si Elvis Gryffindor trabajaba allí, el único lugar que se nos ocurría era ideal. ¿Sino a quién? Miré a Sophie y Luna. A ver si a alguna de las dos se les ocurría algo en vez de querer contradecir todo. Negué con la cabeza. Aunque luego me di cuenta que ése gesto no debería haberlo hecho delante de todos. Me fijé en aquellos ojos verde esmeralda—. Pero puedo entrar allí. Llegar al punto más central del Ministerio. Y puedo ayudarte a entrar sin levantar sospechas, o por lo menos que cuando menos se lo esperen estés ahi. El resto creo que va a depender de ti.

La miré. Sabía que no iba a hacer marcha para atrás. Rebusqué entre mis ropas e hice un chasquido con la boca. Allí no estaba. Miré hacia la mesa, y tampoco estaba. Ni siquiera había un ejemplar en los sillones. ¿Acaso ésa gente no leía las noticias? Saqué mi varita materializando el diario mágico que nos mantenía a toda la comunidad informado. Pude ver como un elfo iba corriendo a la puerta de entrada.

“- ¿Qué tal? ¿Se encuentra algún miembro de la familia Gryffindor? Dile que está Valeskya Granger a tratar un asunto de manera personal… gracias –”

Adelante, señorita Granger. Si, si. Están reunidos en la sala —la voz del elfo, que no sabía el nombre, invitó a aquella persona a pasar. “Otra Granger…

 

Toma. Mira el Edicto que sacó nuestra primera ministra —le tendí el ejemplar del Profeta que se había aparecido en mi mano, dejando atrás una voluta de humo rojiza—. Lamento decirte que aunque no te interese, es la única persona que puede llegar a saber algo. O a dar una respuesta —cuando la pelirroja tomó el diario, guardé la varita. Iba planeando en el momento que le contaba las cosas. ¿Tendría algún problema? Esperaba que no—. Puedo ir a postularme para ése trabajo. Una vez aceptado en ésa dirección ¿Quién va a molestarme? Tendremos un poco más de libertad de movimiento, quizás…

Esperé a ver que me decía. Era la única opción que tenía

Tendremos una comunicación directa con la ministra. O con la nueva jefa de seguridad mágica, Darla. He escuchado que ahora se encarga de ello —no iba a contar más detalles. Ése era el puesto de Elvis. Lo sabía, por los recuerdos de las muchachas.

Era algo muy irónico que ahora, quien no hizo nada, esté en su puesto. Me mordí los labios para no meter más leña al fuego.

Una muchacha de cabello negro fue guiada hacia nosotros por el elfo que la había atendido.

 

@ Mica Gryffindor  @ Sophia Elvira Mackenzie  @ Arabella Gryffindor  @ natasha evans malfoy  @ Annick McKinnon  @ Dana Gryffindor  @ Luna Gryffindor Delacour  @ Valeskya Granger

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La pelirroja tomó el periódico que Mael le tendió. Se trataba de un ejemplar del Profeta en cuya primera página estaba la noticia a la que el joven hacía referencia. La bruja leyó rápidamente el contenido del edicto, y con cada línea que leía su entrecejo se fruncía. Aquello le parecía hasta cierto punto repugnante, y le recordaba a lo que había sucedido durante el segundo levantamiento del Señor Tenebroso antes de que Harry Potter lo derrotara.

―¿En verdad estarías dispuesto a postularte para ese puesto? ―una vez más Annick fijó la mirada en los ojos de Mael.

¿Quién era ese chico y por qué quería ayudar de esa manera a la familia? Comenzaba a sentirse intrigada por él, no en un sentido negativo, sino que en verdad deseaba conocerlo más a fondo.

―¿Nueva jefa de seguridad mágica? ―repitió la ojiverde casi sin aliento―. ¿Tan rápido han reemplazado a Elvis?

Era lógico que un puesto tan importante tuviera que ser ocupado de manera urgente, pero una parte de ella no entendía por qué el resto de la comunidad mágica no continuaba consternada y paralizada por la muerte del gran Auror. Desvió la mirada y respiró profundamente para evitar que el dolor volviera a tomar el control y se manifestara a través del llanto.

Escucha, Mael… Aún no te conozco bien… de hecho, ambos somos unos completos extraños ―dijo mientras le devolvía el ejemplar del Profeta―; pero si estás dispuesto a obtener ese puesto para entrar al Ministerio y acercarte a la Ministra, entonces te ganarás mi confianza y mi gratitud. No sé si eso valga algo, pero podrás contar conmigo para lo que sea... Sólo dime si hay algo que daba hacer.

No pudo evitar desviar la mirada hacia Sophia, porque tenía muy presente que su prima parecía desconfiar de él. Por Luna no se preocupaba debido a su tendencia a aceptar a todos de corazón. Sólo esperaba que su primera Granger comprendiera que necesitaba hacer algo para esclarecer lo que le había ocurrido a Elvis, y Mael le estaba abriendo el camino para lograrlo.

En ese momento alguien ingresó a la sala, y Annick entreabrió ligeramente los labios al percatarse de quién se trataba.

Valeskya… ―susurró a manera de saludo.

A Annick le hubiese gustado recibir a su prima con una gran sonrisa y un gran abrazo mientras bromeaba sobre el tiempo transcurrido desde la última vez que se habían visto, pero la pérdida de Elvis parecía haber anulado su capacidad de sonreír.  

Nuevamente miró a su prima Sophia como intentado averiguar si ella le había avisado a Valeskya sobre la muerte de Elvis, o si era una noticia que aún desconocía.

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Después de salir del pensadero caí desplomada sobre el sillón. Sentía que mi cuerpo pesaba más de lo acostumbrado. Todo en mi cabeza daba vueltas. Escuchaba hablar a la familia, escuche palabras aisladas algo sobre mi padre, un testamento, unión familiar, venganza. Nada tenía sentido para mí, era como si mi otra personalidad quisiera tomar el control de mi cuerpo aprovechando mi confusión pero una voz dentro de mí me trajo a la realidad.

-¡Madre, vuelve en sí! ¡Ella no debe volver mami!- decía la dulce voz de mi pequeña.

-Tienes razón. hija mía- contesté en un susurro moviendo rápidamente mi cabeza como si estuviese despejándome.

Volví a dominar totalmente mi cuerpo justo cuando Annick, después de leer lo que parecía un diario que tenía en su mano, preguntó cómo lo habían podido reemplazar tan rápido a mi padre en su puesto de jefe de seguridad mágica. 

-Madre, es lógico que hayan cubierto su puesto rápidamente- dije suavemente para que no tomara a mal mis palabras-. Como dijo Mael, las cosas no están bien como para que ese puesto esté vacante.

No sabía si mi madre me había escuchado o no, pero observé que había desviado su mirada dando una nueva bocanada de aire y se volvió a dirigir al joven. 

Aunque ya tenía el dominio de mi cuerpo, no podía moverme así que hice silencio y miré la situación. Sabía que ese era mi hogar, que nunca me tendría que haber ido pero en ese momento me sentía una total extraña. Me di cuenta que no sabía nada de los últimos años de mi padre, de su trabajo, de su vida, entendí cuál fue el puesto que ocupaba en el ministerio cuando vi reflejada la indignación de Annick en su rostro. Me odiaba a mí misma por alejarme de esa manera por tanto tiempo, en realidad la odiaba a ella, ese ser oscuro que se había separado de mi hace ya mucho tiempo y que había tomado el control de mi cuerpo por un largo periodo. Lo único bueno de ese tiempo era la niña que llevaba en mi vientre, aunque no conocía quién era el padre no me importaba, la protegería de todo como mi madre lo estaba haciendo en este momento.

-Te amo mami- escuché la dulce voz de mi niña en el interior de mi mente- Todas las preguntas que tienes sobre mi procedencia te serán contestadas a su debido tiempo...

No llegué a reaccionar a sus palabras cuando mis pensamientos se vieron interrumpidos con la llegada de una mujer, la cual parecía que mi madre conocía muy bien. Acaricié mi vientre y seguí observando la situación. 

 

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Venganza, esa palabra le gustaba y la acción aun mas, pero en su estado no estaba segura si era Sophia o Zahil o ambas las que deseaban esto y tampoco estaba segura si podría tener control suficiente para no actuar de manera violenta si tenia a Caelum enfrente. De hecho ni siquiera estaba segura de tener control con nadie en general. Mientras Mael y Annick conversaban la vampiro comenzó a mirar por la ventana como si su vida dependiera de ello. Quería salir de ahi, se sentía tan encerrada y tan deseosa de matar a algo o aun mejor...a alguien. Miro también a su sobrina Luna, no entendía esos cambios entre querer vengarse o no, para ella no era tan difícil, o quieres o no quieres, la venganza es un acto personal y solo funcionaba si era un deseo real de tu corazón. 

 

- yo...tengo que salir de aquí, en este estado no le sirvo a nadie prima, tengo todo listo para irme a Estados Unidos, me ire esta noche, yo volvere en el momento que tengamos que pelear, pero ahora yo.... - dijo acercándose a su prima y tocándole el brazo para avisarle que se iba cuando una voz tan familiar como querida se escucho en la entrada y un elfo hacia pasar a su prima. La bruja se quedo paralizada por el dolor y el temor de tener que dar una  noticia que no quería dar. Su prima la miro como preguntando si ella le había dicho algo a Valeskya pero con lo rápido que había pasado todo no había podido hacerlo.

 

Nego con la cabeza mientras abrazaba su cuerpo que ahora temblaba por completo mientras retrasaba el momento de voltear hacia donde su prima Val  estaba pues no sabía si tendría el valor de darle las malas noticias.  De nuevo sus ojos se arrasaron de lagrimas y se cubrió los labios para silenciar un sollozo. Como iban a decirle a Valeskya, ella no se atrevía, no podía.

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Contrario a lo que Valeskya esperaba, el elfo la hizo pasar al interior de la mansión, lo que indicaba que habían personas allí, lo cual le alegraba. Los Gryffindor eran una familia numerosa, lo que ocasionaba que la edificación pocas veces se encontrara vacía, cosa que ocurrió la última vez que ella había estado allí. A medida que se acercaba a la sala escuchó unas voces y la forma en la que se expresaban, le provocó un escalofrío, un presentimiento de que algo no estaba del todo bien y que quizás no sería el momento más adecuado para llegar. “A lo mejor se trata de una reunión familiar y yo acá importunando”, pensó al tiempo que se detuvo brevemente e hizo un ademán de regresarse.

 

Pero el elfo la había hecho pasar, lo que indicaba que quienes estuvieran allí ya sabían que ella había llegado. Cruzó los brazos y continuó avanzando hasta llegar a la entrada de la sala, al tiempo que confirmaba lo que su oído había alcanzado a percibir: había varias personas reunidas allí, lo cual tampoco era cuestión de sorpresa para la joven de ojos color violeta; había estado tan intermitente durante los últimos años, que la sorpresa realmente era encontrarse a gente que todavía conocía. Sonrió por un brevísimo instante, a manera de saludo, pero inmediatamente se percató de que algo no estaba bien.

 

- Ehmm.. ¿cuánto tiempo verdad? – Dijo algo titubeante a manera de saludo, al tiempo que su mirada recorría a los presentes: Annick, Sophie y un par de personas que no conocía. Hizo un movimiento con la cabeza y exclamó. – Valeskya Granger, un gusto. –

 

Tal vez en una ocasión distinta, hubiera saludado despreocupadamente a todos, aunque no los conociera, pero por la sensación y al ver los rostros de todos los presentes, sin duda era algo serio. Lo que realmente la descompuso era ver a su prima Sophia tan vulnerable; con todos los años que tenía de conocerla, sabía que pocas cosas lograban ponerla en esa situación y eso no era nada bueno. Continuaba de pie en la entrada de la sala sin saber qué hacer: sin duda esa no era la situación que ella esperaba para su visita.

 

- Obviando la cara que la mayoría tiene, creo que es mi deber preguntar qué es lo que está sucediendo acá ¿Sophia? ¿Annick? –

 

En el rostro de la joven pelinegra se dejaba ver claramente la interrogante, lo cual trataba de mantener así, tratando de contener la compostura al no acercarse a zarandear a cualquiera de los presentes (?). Valeskya no era muy expresiva en lo que a mostrar afecto se refería y era todo lo contrario cuando consistía en tratar de mantener el temple. No estaba segura de tomar asiento, sin embargo, se quedó de pie cerca del mueble más cercano, al tiempo que su mirada recorría al lugar.

 

- Y también debo decir que no tengo demasiada paciencia, así que, la persona que tenga que hablar, que lo haga pronto. Estas incertidumbres no me gustan, casi pocas veces traen buenas noticias.-  Soltó la última frase de repente con la esperanza de que alguien se riera y le dijera que era una exagerada o algo similar, aunque la realidad era que ya no sabía qué más decir para aligerar la angustia que poco a poco iba creciendo dentro de ella.

 

@ Annick McKinnon  @ Mael Blackfyre  @ natasha evans malfoy  @ Sophia Elvira Mackenzie

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Las dos preguntas a las que Annick me había dirigido le había dicho que si, asintiendo con la cabeza. La primera era algo que le acababa de decir que iba a hacer. ¿O ella creía que era solamente para quedar bien? Había encontrado un lindo hueco y esperaba que eso funcionara porque si de algo me caracterizaba era de improvisar, ya que era muy malo haciendo planes. Respiré ante su segunda pregunta ¿Annick no tomaba noción que el Ministerio estaba haciendo desastre de hacía meses atrás?

 

Mañana al mediodía, en el Atrio. Te espero ahí —de alguna manera estaba terminando la conversación con Annick, porque de todos los miembros de la mansión, la única que se había propuesto aunque sea a buscar respuestas, era ella. Nadie más parecía ni siquiera intentarlo o prestar su varita. De hecho, estábamos presenciando a alguien que se iba a ir. La Gran Sophie, golpeadora de las mejores. Me limité a decir algo, no estaban los ánimos para ello—. Solo debes ser fuerte. Tal vez no encuentres las respuestas que esperas. O quizás sepas cosas de más.

 

Levanté una ceja. Había información que no sabía. Había escuchado rumores y ahora sabía que el líder de la marca tenebrosa había sido el asesino de Elvis Gryffindor. Y pertenecía a sus filas. Pero no podía ser yo quien le dijera eso. Solamente tenía que servir de apoyo, especialmente porque se lo había prometido a Elvis. Y era algo que mi madre necesitaba. Miré a mi madre. No estaba en la sala.

 

La voz de Valeskya se mostró algo autoritaria. Por segunda vez.me callé. No hice ningún comentario sobre lo que la familia realmente necesitaba. Sophia se negó a contarle. Annick seguramente estaba procesando lo que le acababa de decir del Ministerio de Magia. ¿Nadie iba a decir nada? Saqué todo el aire de mis pulmones. Tenía que hacer el trabajo sucio de los demás.

 

Claro que no son buenas noticias, Valeskya. Elvis ha muerto. Lo han asesinado en la Confederación Magica Internacional y su asesino tuvo la delicadeza de traer el cuerpo a la familia —avancé dos pasos. Como siempre, otra ausente en la familia que se enteraba tarde—. Lo hemos velado y su cuerpo se encuentra en el panteón, fuera en el patio —mordí mi labio interior—. Tras las pocas explicaciones que hemos recibido y la nula ayuda que Elvis ha recibido de nadie, mañana iremos al Ministerio a buscar explicaciones. Estábamos hablando eso

 

Miré a Luna. La fulminé con la mirada, como a natasha. “Hijas del gran Auror ¡Já! Solo quedan delirantes, locas y depresivas…” tal vez ahora entendía las palabras del pergamino que habíamos encontrado del ex patriarca. Tal vez los tiempos oscuros habían llegado a la familia y era imposible detenerlo. La otra bruja se iba. La melliza, según los rumores, se había ido a la familia Rune (rumores que yo mismo había confirmado y esperaba que el mensaje que le había dejado le fuera claro)

 

Me golpeé la sien con los dedos índice y medio como queriendo callar mis pensamientos. Tal vez no era buena idea hacerlo delante de toda ésa gente. Me volví hacia atrás. Era mejor que no volviera a meterme con más familiares, porque terminaría echándolos a todos. Todos y cada uno de allí.

 

@ Sophia Elvira Mackenzie  @ Arabella Gryffindor  @ natasha evans malfoy  @ Annick McKinnon  @ Dana Gryffindor  @ Luna Gryffindor Delacour  @ Valeskya Granger

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Justo cuando estaba por ponerme de pie para contestarle a la joven que había ingresado, Mael se acercó y le contestó con prepotencia. 

 -¡Mael!- le llamé la atención con dureza en la voz cuando su mirada se dirigió con reproche en dirección al sillón donde estaba.

-Madre, calmate no creo que lo haya hecho con mala intención- me decía dulcemente mi pequeña hija mientras me ponía de pie.

-Mael- volví a decirle luego de tomar una bocanada de aire y relajarme-, no es forma de dar una noticia tan fuerte de esa manera. Creo que aún estamos un poco shokeados por la rapidez de los hechos.  

Me acerqué a Mael y le coloqué mi mano en su hombro. Una rara sensación pasó por mi cuerpo, incluso Neftalí se movió bruscamente en mi vientre.

-Discúlpame por nombrarte duramente recién- le dije dulcemente-, aún sigo procesando todo- dije quitando mi mano y me dirigí a la visitante-. Bienvenida. Disculpanos por recibirte de esta manera y darte una noticia tan fuerte de esta forma. Pero es así como él acaba de decir: mi padre ha muerto. No sabemos exactamente el por qué de los hechos pero iremos hasta las últimas consecuencias para descubrirlo- dije con firmeza dejándole en claro a Mael que no dejaría que la muerte de Elvis sea olvidada-. 

Realmente no sé de dónde había sacado tal fuerza y decisión en mis palabras, creo que la mirada penetrante y dura del joven habían hecho que mi sangre recorriera mi cuerpo llena de ese dulce gusto de la ira, de la venganza, del daño, de la oscuridad... Pero gracias a la suave y dulce voz angelical que escuchaba en mi cabeza proveniente de mi vientre, Natasha no tomó el control (lo cual hubiese traído muchos más problemas). 

-Discúlpame si no te recuerdo- dije ya respirando con más calma-, estuve mucho tiempo fuera de este castillo y de este... -(no podía decir que mi otra personalidad había tomado el control y ni yo sabía dónde había estado)-, y de la familia.     

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De pronto Annick se sintió confundida. Tuvo la sensación de que todo a su alrededor se había vuelto lento y a la vez borroso y lejano. En su cabeza sólo retumbaban las palabras de Sophia diciendo que se iría a Estados Unidos esa misma noche, la voz de Mael acordando que la vería al día siguiente en el Atrio del Ministerio, y la pregunta de Valeskya sobre qué era lo que ocurría (poniendo en evidencia que no estaba enterada de la muerte de Elvis).

Pero fue Mael quien se adelantó a dar explicaciones. Tal vez el tono no había sido el más adecuado, pero Annick agradeció no tener que darle la noticia ella misma, porque estaba segura de que aún era incapaz de contener las lágrimas. La reacción de Natasha fue lo que sacó a la pelirroja de las profundidades de sus pensamientos (a donde parecía más propensa a huir desde la noche anterior).

Lamento que te enteres hasta ahora y de esta manera ―murmuró en dirección a Valeskya sin poder contener un par de gruesas lágrimas que intentó secar de inmediato―, ayer fue el entierro… Todo fue tan repentino y confuso que a nadie le pasó por la cabeza la idea de avisar al resto de la familia.

El labio inferior le tembló ligeramente, y por un momento fue incapaz de decir algo más. De cualquier manera estaba casi segura de que eso no importaba, porque probablemente Valeskya estaba procesando la información. Un momento después, cuando Annick logró controlar la voz y las lágrimas, miró a Mael:

Mañana al medio día… ―dijo con voz débil pero dejando entrever cierta nota de firmeza en sus palabras.

Estaba acordando el encuentro únicamente con Mael, porque no le pediría a nadie que se les uniera (aunque tampoco se los impediría, pero era algo que cada quien debía decidir).

Sophi, comprendo que quieras irte ―la propia Annick se había planteado la misma idea horas después de que incineraran el cuerpo de su esposo―, aunque me harás mucha falta ―entonces miró a Valeskya y dedujo que seguramente seguiría a Sophia―. Todas las Granger me harán falta. Sólo... sólo quiero agradecerte por estar con Elvis hasta el final…

Sollozó sin poder contenerse y abrazó a su prima no sólo para agradecerle sino también para despedirse de ella. Luego se acercó a Valeskya y también le dio un abrazo en medio de la confusión que probablemente estaba experimentando la ojivioleta.

Les agradezco a todos haber venido el día de hoy ―dijo mirando brevemente a cada uno de los presentes―. Las cenizas de Elvis serán enterradas en una zona apropiada dentro de los terrenos de la mansión ―hizo una breve pausa―. No importa si somos viejos o nuevos conocidos o si estuvimos ausentes un largo tiempo ―dijo en alusión a quienes habían regresado recientemente y a quien acababa de incorporarse a la familia―, de alguna u otra manera todos formamos parte del legado de Elvis, y está en nuestras manos preservarlo.

Con un movimiento de varita recuperó el testamento de su esposo y volvió a meterlo dentro del sobre. Más adelante se daría el tiempo necesario para volver a echarle un vistazo.

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Shelle Katerina Gryffindor

Dos crucios atentaron contra mí persona, ninguno funcionó.

Una parte de mi se sintió decepcionada, merecía almenos una de esas maldiciones (o quizás las dos). Sin embargo me mantuve implacable y cuando en el pensadero mis recuerdos flotaban con una verdad alterada, con la maldición imperius protagonizado el mayor acto de traición que había cometido en mi vida, en ese instante sentí que nada en lo absoluto había valido la pena. El hombre que amaba se había transformado en la única persona a la cual deseaba ver completamente destrozada.

Logré ser matriarca de la honorable familia Gryffindor, me convertí en Lugarteniente de La Marca Tenebrosa. Pero al tenerlo todo, entendí que el fin no justificó el medio y que había partido en dos una familia, mi familia.

Cuando terminaron de leer el testamento de mi padre hice una leve mueca para retener los deseos de llorar, apreté con fuerza los puños y miré a Annik.

-Lo vamos a vengar- dije mirándola a los ojos -de todos.

Y si, yo entraba en esa última palabra.

Más integrantes de la familia habían llegado a escuchar. Miré el reloj de pared y vi que faltaban minutos para las doce.

-Debo ir a la editorial- dije con la voz cansada y tras un paso hacia atrás desaparecí rumbo a la fortaleza.

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