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~Mansión de la Familia Gryffindor~ (MM: B 104490)


Mael Blackfyre
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La aseveración de Elros, no le causó la menor gracia a la Ángel Caído, considerándolo un comentario sin importancia. Su atención se desvió hacia Mael, parecía que la familia del desaparecido Elvis, no dejaba de brotar como lo hace la mala hierba o las criaturas que habitan en las cuevas se creen deshabitadas. Ella solamente se limitó a asentir sin sentirse visiblemente incomoda ante la interrupción— Si no hay más remedio—siseó como lo haría una serpiente que siente que han invadido su territorio. Estaba ahí para darle una mano e irse con las manos vacías no estaba entre sus planes.

— Tenemos asuntos que tratar, sobre todo uno en especial. Tiene que ver con cierta celebración que se acerca, pero me conoces. No soy adepta al romanticismo o cosas como esas, prefiero todo lo opuesto—recordó lo complicado que era para el Blackfyre demostrar lo que pensaba o sentía abiertamente. Desviando sus ojos hacia el par de estatuas, les dejaría por la endemoniada paz. Aunque no podía sacarse de la cabeza el recuerdo fresco de la vez que las hiciera volar en mil pedazos, acto que le sacará una sonora carcajada de los labios.

— Yo optaré por tomar bourbon solo, no me gusta mezclarlo con nada—sonrío tras relamer sus labios con parsimonia. Adetrandose en la mansión aquel aire de antiguo le envolvió como lo hace la tela de una araña con su presa. Reviviendo en parte charlas que sostuvo con el viejo Elvis, pero ninguna de ellas tuvo lugar dentro de la morada del Auror  caído. Le hubiera encantado ver como la luz escapaba de sus ojos, pero aquel privilegio le fue negado por la falta de tiempo y la ubicación exacta donde el mismo fue masacrado. 

El conocer al nieto de ese hombre tan especial y al mismo tiempo peculiar, le generaba un mundo de especulaciones— Así que estaba preso y cuéntenos, ¿Cómo es que pretende que su nombre quede limpio?. O planea decir que no es quien solía ser y ahora usará una pantalla de rectitud y buena estampa—el interés en su voz era más que evidente. No era que la vida del hombre le importará, pero ya que había arruinado su reunión con su compañero no dudaría en devolverle el— No hay nada que disculpar, tu y yo, trataremos todos nuestros asuntos más tarde—respondió esperando la intervención de Elros en la charla.

@ Mael Blackfyre @ Thomas E. Gryffindor

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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-Es un gusto conocerte, Mael. Lamento mucho que hayas tenido que llegar al funeral de mi padre... ser bienvenido con una muerte no es muy buen augurio, pero vamos... cuándo las profecías se han cumplido ¿O no?- dijo con una pizca de incredulidad, debido a que desconocía si el muchacho era partidario de esas teorías y de todo lo que envolvía una predicción basada en un vidente. -No sabía que mi padre quedó tan solo... Mi ausencia no fue porque yo quise. Yo fui detenido en la Vulcanización donde trabajaba en mis tiempos libres, llevado a un juicio y encarcelado en Azkabán por suplantación de identidad. Supe de la muerte de Elvis por una carta que llegó hasta allá... y que un auror tuvo la amabilidad de leerla antes de que sus superiores la retuvieran... No sabes lo difícil que fue para mí no haber estado acá... en mi hogar- agregó con bastante pesar, sintiendo que su respiración se entrecortaba al igual que las palabras que afloraban desde su boca. -Estos tres años fueron una tortura. Todos los días de mi vida en el encierro pensaba en buscar la manera de escapar de ahí, de venir a casa... abrazar a mi madre. Pero el tiempo fue cambiando mi parecer. Nadie me buscó... a nadie le importó saber si estaba bien. Sé que debieron enterarse de mi juicio por El Profeta... y aún así, nadie... absolutamente nadie me hizo saber que estaba ahí... conmigo- culminó el Gryffindor, dejando entrever cierto recelo que había nacido en él; sentimiento que opacaba toda la nobleza que antes emanaba espontáneamente su espíritu bien cultivado desde su infancia por los paladines.

La bruja parecía algo molesta con la interrupción; a ciencia cierta estaba tratando temas muy importantes con el hijo de Shelle, pero aún así guardó su compostura y conservó una apariencia estoica frente a los improperios que el rubio le lanzó con afán de hacerle caer en su juego, lo que obviamente no resultó. -No me interesa demostrarle nada a nadie... ni menos seguir poniendo pantallas a mi vida, señorita. Ya tuve suficiente con todo lo que me hicieron pasar en Azkabán. Tampoco pretendo limpiar mi nombre frente a todos... sólo quiero vivir mi vida- contestó Elros, luego de hacer un gesto a Mael en señal de que en vez de un bourbon, pidiera dos. -Si me pregunta hoy en día, señorita... ni saber de mi familia me es tan interesante como sí lo es un buen trago- agregó sonriendo mientras su mirada recorría gran parte del mobiliario al interior del salón a donde habían ingresado desde los jardines de la mansión; percibiendo una energía absolutamente distinta a la que estaba acostumbrado con sus padres. -Parece que aquí han cambiado mucho las cosas, Mael. ¿Dónde están los elfos? ¿Tanis? ¿Rhaenya?- clamó los últimos dos nombres sin tener respuesta alguna; desviando su mirada a Blackfyre con cierta duda sembrada en relación al paradero de quienes habían sido parte importante en la vida del patriarca escocés, y porqué no decirlo, en la suya propia desde que era un bebé en los brazos de Annick.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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Llevaba tiempo sin visitar la que había sido su ¿casa? ¿prisión? No estaba segura de si se había tratado de una u otra cosa. Solo que la última vez que había estado allí había sido en fechas muy difíciles para la familia. No se había atrevido a buscar a nadie para siquiera aclarar lo que había ocurrido, simplemente había dejado aquel gran tapiz con el árbol familiar, a la espera de ser aceptada allí nuevamente... sin embargo, el enterarse en aquel momento del fallecimiento de Elvis había alterado sus planes por completo ¿qué podría hacer ella allí sin el patriarca? ¿Cómo explicar su presencia a tantos desconocidos? No. Había sido mejor marcharse... y le había tomado demasiado tiempo el decidir regresar. 

¿Por qué ahora? No lo sabía. Tal vez simplemente porque su propia soledad la estaba terminando de volver loca. Bueno, aunque un poco loca ya estaba, esa era una de sus pocas certezas. De lo contrario, no habría motivo alguno para continuar en el mundo de los mortales, para intentar llevar una vida en medio de todos aquellos que antes la habían rechazado. Podría, tranquilamente, haberse alejado de cualquier sitio en común con Mica, pero no. Seguía intentando, como si esta vez pudiese resultar de algún modo diferente. 

Avanzó decidida, no era una persona que diese muchas vueltas antes de emprender sus acciones. Solo por cortesía, golpeó las grandes puertas que conducían a la Mansión. Esperaría a ser recibida, no iba a aventarse dentro sin saber quién se hallaba al otro lado. 

"Desconocidos, seguro" pensó. Eran pocas las alternativas de que algún Gryffindor de antaño se encontrase aún en el lugar, pues la oscuridad era perceptible en el aire. Le agradaba, eso sí. Sentía el lugar mucho más apto para su presencia. ¿Sería posible que la nueva generación no supiese quién era y le hiciese un sitio entre ellos? 

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  • 4 semanas más tarde...

Asentí ante la petición de Juv. Aquella bruja había demostrado mucha más paciencia de lo que realmente creían. Aún no terminaba de entender sus motivos para permanecer pero si de algo estaba seguro, es que siempre intentaba mantenerme sin ningún favor a debe ni tampoco de despreciar toda clase de contacto. Mucho menos cuando ése alguien me hacía sentir bien. Elros también quería tomar algo como Juv, así que moví la varita. Se había creado un ambiente realmente sociable entre los tres, lo que jamás se me hubiera ocurrido hacer.

Moví la varita y tres copas grandes de bourbon aparecieron entre nosotros para que pudieran servirse.

Levanté la vista sorprendido ante el comentario de Elros. Yo nunca me había enterado de su existencia, porque el chico entraba en la categoría de “hijos” cuando habían comentado que “muchos hijos no se encontraban junto a Elvis” pero no sabía el estado particular de ninguno. Sin embargo, su madre Annick si lo había nombrado a Elros. Muchas veces. De hecho siempre había sido su siguiente opción ante no poder contar con Elvis. Pero ¿Acaso Elros no sabía de dónde se encontraba Annick cuando todo había ocurrido? No podía decírselo, no era quien para contárselo ni tampoco el momento, aquello era problema del chico Gryffindor.

Jamás los volví a ver. No estoy seguro dónde, Elros. Lamento decírtelo —era cierto. Los elfos jamás me habían gustado, no me gustaba tenerlos como sirvientes y las primeras semanas habían estado merodeando con los familiares. A pesar de haber servido al ex patriarca, también lo eran para con la familia. Pero a medida que fueron desapareciendo todos, ellos los siguieron tal vez. Ya no estaba merodeando Annick, ni Luna o Shelle, ni Arabella, ni Mica. Ni hablar de Elvis ¿Quién había quedado para servirles? —. Supongo que alguien podrá darte explicaciones en algún momento.

Exclamé en respuesta al chico mientras las puertas de la mansión Gryffindor se abrían para dar paso a una joven que al principio no pude reconocer. Las estatuas nunca se habían encendido por lo que podíamos descartar la idea de enemigos. Mientras que tomaba mi copa entre mis manos. Luego de unos segundos, pude recordarla desde el funeral de Elvis Gryffindor. Solamente la chica había aparecido en él y luego se había vuelto. ¿Quién era y qué quería?

@ Kahlan Macnair  @ Mica Burke  @ Thomas E. Gryffindor

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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banner-agathaLas puertas se abrieron por sí solas frente a ella, como dándole la bienvenida al que supo ser su cárcel aunque, el el fondo, se sentía como algo cercano a un hogar. Avanzó, sabía que merecía poder dar esos pasos hacia el interior y recuperar lo que le había pertenecido. ¿Quién iba a impedírselo? ¿Mica? Sabía que ella no la confrontaría, de lo contrario ya lo habría hecho mucho tiempo atrás.

Alzó la mirada en el vestíbulo. Allí seguía el árbol genealógico que había regalado a la familia "en busca de sanar viejos rencores". Aunque, el hecho de saber respecto al fallecimiento de Elvis, había revertido su modo de ver las cosas. Si tenía un motivo de regresar y "hacer las cosas bien" era la posibilidad de hacer las paces con el antiguo Patriarca Gryffindor. Poco le importaba, ciertamente, acercarse a aquella muchacha con la que había compartido cuerpo durante muchos años. A fin de cuentas, ella se había ocupado de deshacerse de ella sin importar lo que podría sucederle. 

La rubia avanzó hacia donde escuchó voces, aparentemente estaba llegando en medio de una reunión o algo similar.  Paseó sus ambarinos ojos analizando uno a uno a los presentes, reconociendo a la dama que entre ellos se encontraba. "Mortífaga... mortífagos" pensó, comprendiendo que las cosas habían cambiado aún más de lo que pensaba allí dentro. 

-Lamento llegar sin aviso, mi nombre es Agatha -dijo, acercándose al grupo- ¿Y mi copa? -agregó, notando que todos estaban bebiendo. 

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  • 1 mes más tarde...

Aquella improvisada reunión, al fin, había acabado. Me había generado una especie de sentimientos encontrados, porque se sentía raro que no hubiera nadie dentro de la mansión y tal vez muy en el fondo, tenía la intención de que ese sitio fuera un hogar para muchos más. Pero ya al estar en contacto con algunas personas de más, quería que todos se fueran. Aquel sitio era como mi escondite y me sentía un poco usurpado. Claramente que no me sucedía con todas las personas, pero había una que me generaba un poco de dudas y tal vez hasta interés.

Agatha. Aquella bruja había llegado a la mansión con toda la normalidad del mundo. Muchos nombres se habían barajado entre los Gryffindor respecto a los miembros que la componen (y que ahora estaban desaparecidos, prácticamente) pero ante la bruja mucho no había hablado, a pesar de su tranquilidad. Incluso se había quedado en una de las habitaciones como suyas. ¿Qué quería? ¿Por qué había regresado ahora? De alguna manera, tenía que descubrir sus intenciones. Lo había intentado pero aquellos ojos no me habían dejado pasar mas allá de ellos, y me pronosticaban mucho conocimiento y misterio. Parecía que escondían más de lo que decía.

Tomé mi varita, moviéndola de un lado para el otro, materialice un pedazo de pergamino con unas simples, cortas y concisas palabras. Cuando se enrolló y desapareció, dejó el rastro de una voluta de humo, que desapareció al instante:

»Te espero en la sala. Mael«

No sabía cuánto tiempo podía llegar desde que leyera la carta hasta que se decidiera a ir a la sala, pero mientras tanto, estaba seguro que no me haría mal merodear un poco por la mansión, era una de las primeras veces en que me sentía bien entre aquellas paredes. ¿Tal vez era porque sabía que ella estaba por llegar y quedarse? Habíamos sacado el tema y le había ofrecido que la mansión Gryffindor era su hogar y que debería quedarse allí, sobre todo por lo que nos habíamos propuesto hacer. Salí de la habitación, bajé todas las escaleras y me encaminé directamente a la sala.

@ Mica Burke

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La reunión había acabado sin la ocasión de conversar con el nuevo patriarca. ¿Se habría sorprendido por su presencia? ¿Sabría de quién se trataba? Daba lo mismo. Tras el encuentro, se encaminó hacia su habitación. Estaba allí para reclamar lo que le correspondía. Tal vez, recuperaría algunas de sus cosas y dejaría atrás ese sitio… pero algo le decía que eso no sucedería. De todos modos, poco notarían su presencia en una casa tan grande y vacía. Poco se parecía a la mansión Gryffindor de antaño, con sus corredores y sitios comunes llenos de vida. Sintió nostalgia, tal vez esperando encontrarse con esos recuerdos.

Notó la lágrima que rodaba lentamente por su mejilla, tras recordar un instante a Elvis Gryffindor. Sin dudas, había sido muy mala su relación con él, no había forma de que fuese de algún otro modo, pero su ausencia en el lugar dolía. Suponía que era porque, en el fondo, tenía la esperanza de algún día tener la posibilidad de reconciliarse con él, ya habiendo dejado atrás la vida de Mica para tener la propia. Daba igual, ya no estaría allí.

Una nota se presentó delante de sus ojos. Supuso saber su origen. Tal vez era una invitación para apaciguar su incertidumbre. Se incorporó, dispuesta a dejar su refugio y acudir al encuentro, aunque no sin antes examinarse en el espejo. Lucía perfecta, como siempre. Su lacio y rubio cabello suelto y un negro vestido ceñido a su grácil figura. Sonrió a su imagen antes de dejar la habitación, rumbo a la sala.

-Aquí estoy -anunció mientras bajaba la escalera, velozmente pero con gracia, y se aproximaba hacia Mael. -Creo que ya no necesito presentarme… pero ¿quién eres tú? -agregó, con una sonrisa tranquila.  

@ Mael Blackfyre

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El ruido que provenía desde las cocinas, era algo característico en la mansión, a pesar de que ya no estaba tan poblada como decían. Aquellos elfos casi ni salían desde las cocinas, ya que sus amos y amas de la Gryffindor casi ni se hacían presentes. Y tenía que admitir que no me gustaba para nada. Jamás había visto un elfo en persona hasta llegar allí y no entendía cómo los magos y brujas hacían que éstos seres hicieran absolutamente todo por ellos. Aunque al principio me molestaban, especialmente cuando entraban a mi habitación sin invitación, ahora me había acostumbrado un poco a ellos. había entendido más tarde su naturaleza y porqué se comportaban como se comportaban. Entre mis pensamientos, una voz interrumpió justo a mis espaldas. Me giré y vi a Agatha. Asentí con la cabeza a modo de saludo, observando directamente sus ojos.

Soy Mael, patriarca de la familia. Creí que ya sabías quién era –levanté una ceja ante su presentación. Relamí mis labios y continué con mis palabras–. Creí haberte visto en el funeral del Viejo Auror. Y luego he escuchado un par de veces tu nombre por aquí. Ahora llegas como si fuera tu casa y ni siquiera sabes mi nombre. Creí necesario que tuviéramos una pequeña charla para saber qué quieres –empecé a caminar un par de pasos mientras la conversación empezaba a fluir en la sala de la mansión. No había nadie más cerca–. ¿Y cómo has llegado a la familia? Oh, si Tanis.

En ése momento apareció aquel viejo elfo. Creo que habíamos hablado unas dos veces, aunque hablar era una manera de decir, ya que lo había echado de mi habitación luego de hacerlo levitar del talón y decirle que no fuera más a molestarme. Se mantuvo a unos tres metros de distancia con la cabeza hacia abajo, como sus orejas. Lo miré, luego a Agatha.

Traenos algo para tomar. Y luego puedes irte

@ Mica Burke

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Sostuvo la mirada del ojinegro mientras se acercaba. No parecía estar sorprendido por su presencia, si bien la había invitado ella podría haber optado por no ir. De algún modo, él sabía que ella allí estaría. Pareció molestarse ante su desconocimiento, pero ella poco sabía de los “Gryffindor actuales”, llevando varios años alejadas del entorno familiar.

-¿Por qué debería saber tu nombre si eres nuevo por aquí? -respondió con insolencia, mientras lo observaba acercándose también. -Digamos que… he estado bastante distanciada de la familia y solo me he atrevido a acercarme al saber que muchos de los que no me querrían aquí ya no estarían. -sonrió, había algo de malicia en sus expresiones, oscuridad que nunca se alejaba por completo, de seguro sería perceptible, pero ¿qué más daba? También percibía oscuridad en aquel sujeto.

Un elfo interrumpió, justo al tiempo en que él intentaba saber cómo se había unido a la familia. Supuso que debería contarle, puesto que lo sabría tarde o temprano, pero ¿sería seguro? Esperaba que sí, poco tenía que ver de seguro aquel hombrecillo con Mica Gryffindor.

-Un gin-tonic, por favor -dijo sin que nadie le pregunte, ante el pedido de Mael hacia el elfo que no tardó en regresar con bebidas para ambos.

La rubia tomó su copa y se dirigió hacia un sillón de dos cuerpos, sentándose allí sin invitación, sin siquiera esperar a saber si era hacia donde quería dirigirse el patriarca.   

-Debo admitir que mi llegada a la familia no fue del todo… ¿grata? ¿deseada? -bebió un poco de la gran copa y antes de continuar, intentando analizar las reacciones frente a cada palabra -Digamos que me vi obligada a formar parte por haberme apoderado de la vida de uno de sus miembros, de los más queridos aparentemente -hizo un gesto de asco al mencionar aquello último. No era una persona que supiese valorar ese tipo de vínculos, no los entendía.

@ Mael Blackfyre

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Miré a Agatha detenidamente, admitiendo que tenía un poco de razón, quizás. Aunque eran simples modales, que debería tener cualquier persona que estuviera viviendo debajo del techo de alguna casa respecto a los patriarcas de la familia. Pero eso podía pasar desapercibido en el momento que dijo sobre su estado. Pude ver como el elfo reaparecía ante nosotros con unas copas levitando cerca de su cabeza. Caminé algunos pasos hacia los sillones.

Ya imagino quienes pueden haber sido –la rubia se aferró a su bebida mientras se dirigía directamente hacia los sillones. Escuchaba su relato atentamente porque no sabía nada de aquella información, y no sabía si era porque no se trataba de algo importante o lo era, y no querían que se supiera. Imité su acción y me senté enfrentada a ella con una copa grande de whisky de fuego. Afuera el cielo estaba completamente descubierto y eran los primeros días que brindaba un calor constante en el lugar–. Aunque hay mucho misterio para mi gusto. Mucho “digamos” y no estoy muy tranquilo sabiendo que tu presencia puede alterar la mansión. Es cierto que está bastante tranquila pero ¿Alguna vez los has visto en grupo?

Recordaba mis primeros pasos en la mansión Gryffindor, y de alguna manera me sentía identificado con Agatha. Tal vez ésa razón hizo que me detenga en mi impulso de quitarle la información que me estaba escondiendo. Su discurso fue lo necesario para darme cuenta, que era alguien más que necesitaba un refugio y yo mismo había estado en su posición siendo la Gryffindor lo que buscaba. Le di unos cuantos sorbos a la copa antes de hablarle.

Pero entiendo tu posición y creo que podemos acomodarnos para que permanezcas en la mansión, sin que nadie te moleste –es cierta parte, algunos pensamientos fueron surgiendo de todo ello y si en algo tenía razón, es que no necesitaba más enemigos de los que ya tenía, sino aliados. ¿Y por qué no aquella bruja?
@ Mica Burke

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