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Yaxley Manor (MM B: 109997)


Orión Yaxley
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La cocina era encantadora y cuando le ofreció una taza de té, la aceptó con gusto. Sonrió dándole un trago a este y escucho como hablaba sobre el ininquisidor y como algunos querían atribuirle que el fuera aquel personaje que ella detestaba tanto.

 

—No creo que fuese algo malo que dejará que cayera el velo, sin duda fue una cosa muy audaz. Siento que temerle a los muggles hace que nuestros ideales sean pequeños, aparte ya era hora de que ellos nos reconocieran como sus superiores— comentó antes de que una figura apareciera con ellos en la cocina, no pude descifrar quien era hasta que Aaron la nombró. Gatiux, nunca la conoció en persona en el pasado, sólo había oído hablar de ella, apenas estaba acomodando sus ideas cuando alguien más llegó envuelto en polvo, Orión.

 

Después de la confusión que causó sus entradas, Aaron la presento como una amiga, así que ella entendió bien que no debía hablar del bando frente a ellos, por lo que sonrió.

 

—Mucho gusto, es un verdadero placer conocerlos en persona y gracias por la cálida bienvenida—dicho esto, Orión se puso a cocinar el desayuno para ellos y se sintió como si se estuviera entrometiendo entre Aaron y el reencuentro con sus padrinos.

 

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@Gatiux

@Orión Yaxley

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El viejo Yaxley y mi madrina no parecían estar al tanto de lo que había ocurrido los últimos años en el mundo mágico; suponía que si no se los había tragado alguna clase de vórtice astral, habían pasado ebrios la mayor parte del tiempo. Cuestión que a su vez desconocía; jamás les había visto beber. Con la caída del velo mágico, las brujas y los magos habían sido más que una atracción de circo para los muggles, ¡el mundo entero dio de qué hablar cuando eso pasó!, con enfrentamientos mágicos a la vista pública, desapariciones inesperadas, un levantamiento de la supremacía mágica y la política puesta en la mesa.

 

- ¿En qué mundo viven?...- cuestioné un tanto molesto- estamos bajo amenaza de los no mágicos desde hace meses, hay un tipo que se hace llamar el Inquisidor. Tiene un ejército de fieles y corre el rumor de que un grupo de muggles han descubierto la forma de neutralizar nuestra magia. El estatuto del secreto ya no existe...- asentí a mi padrino cuando éste me pidió ayudarle con la mesa. No bastó más que una ligera floritura para que las tazas, platos y algunos cubiertos, comenzaran a sobrevolar la estancia desde sus estantes-... y no, no herví el té. Qué me crees oso viejo, ¿un yankee? ...

 

Había algo que reconocía abiertamente, y era que Orión tenía una buena mano para la cocina. A Maida siempre le quedaba una tela a medio cocer sobre el huevo frito y eso no lo hacía muy apetecible, sin contar que en más de alguna oportunidad se le quemaron las tostadas por andar preocupada de sus pociones amorosas. Sin conocer que un elfo estaba ojo al piojo con la Manor, extrañaba a los elfos de los Black, ellos hacían todo y así no perdíamos el tiempo. En fin, quizás mi padrino me había enseñado algo, después de todo ¿quién desayunaba en familia estos días?.

 

- Con tres hijos me basta y me sobra respecto de relaciones amorosas, tío. Aparte han fortalecido las alianzas con los Triviani; los contactos de la Zíngara son de temer... -comentaba mientras levitaba algunas rebanadas de pan para cambiarle la cara, buscando una crujiente mordida-... aparte, sabes que las relaciones no son lo mío. ¿Quién aguantaría a un mago como yo? ¿verdad?...- insté a Macnair quien parecía haberse quedado muda. Lo cierto era que sí escondía un amor, pero con la contingencia que me rodeaba, solo la pondría en peligro- y tú, Idylla, ¿estás comprometida o algo?...

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Aunque hubieran transcurrido muchos años, aún se ponía nerviosa cuando Orión la tocaba aunque fuera fugazmente. El corazón martilleó en su pecho cuando sintió la mano grande de él apoyada sobre su cintura. Por supuesto aún quedaba la duda de qué habría pasado en aquel tiempo a ciegas que habían estado separados. ¿Habría compartido sábanas con alguien más?. La pregunta corrosiva seguía latiendo en la cabeza de la banshee. Sin embargo que hubiera aparecido al día siguiente a su llegada tenía que ser una señal, ¿no?

Escuchó la mentira de Orión sin inmutarse. Según lo que contaba el patriarca, había estado en en el punto opuesto del mundo donde decía haber estado ella misma, estudiando unos animales muy curiosos. Se habría reído si no significara delatar su propio embuste. Quería creer que lo que estaba diciendo Orión era para cubrir su versión de la historia, pero su castigada psique le susurraba cosas más venenosas. La banshee anotó mentalmente que debía preguntarle qué había estado haciendo en realidad. Otra cosa más a la lista.

La Malfoy se puso en tensión cuando él se acercó y suspiró flojito ante el ligero beso, que fue como el roce de una caricia. En su reclusión había soñado en tantas ocasiones con besar y tocar al mortífago que aquel momento le parecía completamente irreal. Y le supo a poco. Observaba cómo se movía el Yaxley por la cocina con la gracilidad de alguien que conoce el lugar.

Gatiux también se quedaba mirando fijamente las tazas, la tetera o la sartén, como si quisiera grabar a fuego aquella estampa, aún sin creerse realmente donde se encontraba. Miró una de sus manos y apretó el puño. Compuso una sonrisa, reprochándose que no quería parecer uno de esos adultos colocados que se han pasado dándole a las pociones estimulantes.

Luego miró a Ariadna. La Macnair parecía un poco incómoda, y Gatiux supuso que sería por encontrarse de pronto como invitada a un desayuno improvisado y familiar en vez de su cita íntima con Aaron. Se había quedado callada sin interactuar demasiado con los demás, mirando como Orión y Aaron hablaban. Las personalidades combinadas de ambos podían ser abrumadoras. La Malfoy se acercó a la otra mujer.

-Ariadna, ¿trabajas en el Ministerio? -preguntó educadamente Gatiux- No me vendría mal saber qué departamentos tienen más trabajo actualmente.

Agradeció mentalmente que Aaron pusiera la mesa con un movimiento de varita. La suya estaba arriba aún y no quería estar haciendo esfuerzos por toda la cocina. Todavía no estaba en condiciones, por lo que se sentó en una silla, esperando que los demás no notaran su debilidad física.

- Muy amable. Huele de maravilla. -dijo cuando Orión le puso plato de Haggis por delante- Felicite al chef, seguro que está exquisito.

Aaron parecía un tanto molesto por el hecho de que ellos dos hubieran vivido ajenos a la realidad del mundo mágico. Gatiux pensó que tal vez sería un poco de envidia. Como cuando ves el bronceado de la gente que ha estado de vacaciones un par de meses mientras tú no has dejado de trabajar incansablemente.

- ¿Neutralizar la magia? Para eso deberían tener ayuda de los magos, ¿quién sería el loco de querer algo así? -preguntó Gatiux alarmada- El mundo se ha vuelto un lugar peor en este tiempo...

Gatiux se preocupó por que quisieran quitarles la magia a los demás. No por ella, ella en aquel momento se sentía bastante muggle. Los dos años anteriores la única magia que había podido utilizar era la de transformarse en cualquier otra persona, todo lo demás le había sido restringido, por lo que sabía de primera mano lo mal que se pasaba sin ella, cuando te arrebataban parte de quien eras realmente.

- ¿El Estatuto del Secreto también ha caído? ¿Y qué más? Yo lo consideraba importante para que las hormigas no se metieran hasta la cocina. ¿No hay nada que se pueda hacer ya para revertir esto?

No importaba que las hormigas vivieran en el jardín, ajenas a todo lo bueno que se escondía en la casa. Pero era molesto cuando de vez en cuando conseguían llegar y descubrían el azúcar. Entonces descubrías que tenías una plaga en tu propio hogar. Las hormigas eran los muggles, por supuesto.

Aaron habló de alguien a quien no conocía, una tal Zíngara. Los contactos con los Triviani... la única vez que había pisado aquella Mansión Italiana le habían intentado lanzar caca al final de la velada, algo que los habitantes del lugar consideraban muy gracioso, a Gatiux le resultó repulsivo hasta el extremo y nunca más se había querido relacionar con aquella familia. Cuando se cruzaba con alguno de ellos recordaba el mal gusto que tenían. Y su nefasta visión humorística. Luego habló sobre si mismo, pero en una visión negativa.

- La visión que tienes sobre ti es completamente errónea, Aaron. Estoy segura de que muchas brujas querrían aguantar a un mago como tu. De fuertes convicciones, que sabe lo que quiere y lucha por ello. Además un tipo elegante. -Gatiux se metió el tenedor en la boca, y tras tragar continuó- Quizás eres tú mismo el que se está cerrando puertas al pensar así.

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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  • 4 semanas más tarde...

Maida estiró el cuello una vez sintió el cuerpo materializarse frente a la casa, su piel se había erizado. Aunque habían pasado pocos segundos, era claro que en la casa se podían oír voces, ¿era posible? ¡Sus tíos! Eso, no estaba previsto en los planes de la bruja, es decir, una cosa era presentarle Albus a Aaron, pero a ¿Orión? ¿Qué tal que se ponía a leerle las runas ahí mismo y les daba una mala profecía? Sí, él era capaz de eso y mucho más.

 

Albus, querido, me temo que hay más personas de las que yo esperaba —dijo conteniendo una risita nerviosa—, me parece que mis tíos han decidido volver a casa.

 

Caminó tomándolo de la mano, como si de ese roce consiguiera toda su fuerza, porque pues, tampoco iba a retroceder. No era nada malo lo que había decidido hace poco, ni tampoco les iba a presentar a un fenixiano como novio, así que más valía relajarse y bueno, unirse a la fiesta familiar que se oía cada vez más cerca. Por lo menos era un alivio escuchar la voz de Gatiux, era la más sensata de todos, aunque las leyendas y mitos que se contaban de ella en los cuentos mortífagos, mostraban otra cara, una que Maida no recordaba ni de chiste. Aunque claro, siendo benévolos, ella se la pasó todo ese tiempo en el internado.

 

Resopló confiada y empujó la puerta con ánimo.

 

¡Buenas! ¿Alguien en casa? —preguntó, aun cuando supiera la respuesta.

 

Fue hasta dónde provenían las voces, y en la cocina se topó con todos.

 

Si me enviaban una lechuza para avisar de la reunión, no me hubiera ofendido, se los prometo —colocó sin darse mucha cuenta a Albus detrás de ella y entonces, lo soltó—, quiero que conozcan a Albus Renaldi Macnair. Hay que aprovechar el tiempo, porque con nosotros, jamás se sabe.

 

@Albus Renaldi Macnair

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Definitivamente odiaba las apariciones. Siempre había preferido viajar largas distancias de modo que pudiera ver sus páramos y lugarcitos ocultos y las apariciones eran sólo pff y pff. Cuándo tomé aire nuevamente me encontraba parado en quién sabe dónde, de la mano de Maida. La solté un momento y me acomodé las ropas y los cabellos después de lo que había sentido cómo si fuera un torbellino que me succionaba y después me escupía en otro lado del mundo.

 

¿Más personas? Ok, todo bajo control. Eres un vampiro, ¿Que puede salir mal? Aunque bueno, ellos eran brujas y magos que podían acabar con mi vida en segundos. No había tiempo para pensar nada, o al menos Maida me lo había quitado y ya me llevaba caminando hasta la cocina, literalmente, dónde se encontraban algunas personas.

 

Me puso detrás de ella y no supe si era un gesto de protección o de querer esconderme ¿Que tan bien visto era salir con un vampiro en el mundo mágico? Pronunció mi nombre y me presentó ante todos, sin dirigirse a nadie en particular.

 

-Un gusto, Albus Renaldi Macnair, cómo indica la jovencita.- Mis manos casi temblaban y busqué la mano de Maida. Quería apoyarme en el marco de la puerta pero sentía que sería de mal gusto.

 

La tensión casi se podía cortar con un cuchillo y esperaba por lo menos alguna palabra de alguien.

 

@@Maida Black Yaxley

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Gatiux intentó aparentar una normalidad que no sentía, era mucha la información nueva que tenía que procesar, y ni siquiera se sentía fuerte físicamente después de su reclusión. La mano derecha acariciaba la muñeca izquierda, aún sentía sobre ella unas esposas fantasmales, podía escuchar una risa macabra, la de la mujer de ojos negros, que le atormentaba en sueños y más allá de éstos. Y tal vez sólo era un experimento y todavía estaba allí, en un limbo onírico, con ellos, dejando que probara unas gotas de felicidad para luego arrebatársela al despertar.

Parpadeó. Su pulso se había acelerado al pensar en esa gente. No podía dejar que la vieran en ese estado. Recomponer su psique no iba a ser tarea fácil, pero era labor suya y de nadie más. Se levantó y fue a buscar un vaso de agua en el armario, sirviéndosela del grifo y luego remoloneando mientras limpiaba el vaso. Concentrarse en tareas cotidianas le ayudaba a alejarse del lugar oscuro.

Secó sus manos con un trapo. Y mientras lo hacía, captó el sonido de la puerta abriéndose y dos personas entrando a la Yaxley. ¿Albus? Frunció el ceño. Gatiux pensó en que conocía a ningún Albus. Y eso que había sido un nombre popular durante muchos años. Cerró sus ojos amarillos durante un instante, mientras se imbuía de nuevo en la personalidad que se suponía que debía tener Gatiux Malfoy. Tenía media sonrisa en el rostro cuando se giró.

- ¡Maida! ¡Qué alegría verte tesoro! ¡Cuanto tiempo!

La alegría por verla era completamente real. Parecía estar muy bien. Gatiux se acercó a Maida y la abrazó, apoyando la barbilla en su hombro mientras cerraba los ojos. Al separarse la miró y le sonrió mientras le acariciaba la cara y le acomodaba un mechón. Su corazón se alegró al ver a su sobrina en buenas condiciones y al parecer, bien acompañada.

- Estás muy guapa. Venid.

Se apartó un poco de Maida para que todos pudieran ver quienes habían llegado, Maida y su acompañante que había presentado como Albus un segundo atrás. Los ojos amarillos de la Malfoy se dirigieron al recién llegado y lo estudió con ojo crítico, como haría una madre, luego le ofreció la mano a modo de presentación.

- Encantada de conocerte, Albus. Yo soy Gatiux Malfoy. -dijo- Espero que estés tratando bien a mi sobrina. Pasa sin pena alguna.

Y bajo el tono de amabilidad había una amenaza escondida. Probablemente iría a buscarlo al fin del mundo si se enteraba de que le hacía daño a Maida o si alguna vez hacía que se sintiera pequeña. El tema del daño en el corazón ya era otra cosa, no pensaba matar a todos los novios que tuviera su sobrina hasta encontrara el definitivo. Además, podía sentir la tensión de los otros dos Yaxley, del patriarca y de Aaron, ya había suficiente gente a la defensiva, por lo que le tocaba hacer el papel de poli bueno.

- Sentaos, Orión ha preparado haggis y hay suficiente para todos.

Fue a sacar un par de platos más para los que se acababan de unir y los puso en la mesa.

- Me alegra que traigas a tu novio, Maida. -dijo Gatiux- ¿Hace mucho que salís juntos?

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- Siempre preocupado por la política sobrino. Pero está bien, alguien de la marca debería encargarse de eso. Después de todo, el poder viene de varios lados.

 

No quiso inmiscuirse más. Gatiux había hecho muy buenas preguntas. Algo estaba oliendo mal en el Mundo mágico. Si un grupo de muggles encontraron un inhibidor de la magia, eso quería decir que venían trabajando con cierta parte de la comunidad mágica tiempo atrás. Y no tenía las ganas, ni las energías, de ponerse a proyectar conspiraciones y cazar gente subversiva a la causa. Ahora estaba él, cocinando para la familia con panceta, huevo y preparaciones típicas escocesas, de donde viene la familia.

 

Seguía en la cocina, entre las hornallas y los platos. Sintió a Gatiux pasar detrás de él al fregadero por agua. Suspiró, sabía que el proceso para enmendar el tiempo pasado sería largo, pero no por ello una tarea tediosa. Ella valía lo valía todo. Eso no impedía qué, al igual que ella, no se enfrascara en sus propios pensamientos negativos. Hasta que la entrada de Maida lo sacó de ese eje.

 

- Pero querida, siempre estás invitada, sólo hace falta que pases más por casa. Es más, ¿sigue siendo su hogar verdad?

 

Sí bueno, Aaron y Maida podían tener otras residencias dónde pasar el tiempo, eso es obvio. Pero Orión se inflaba el pecho de orgullo con lo logrado en la Manor gracias a sus residentes. Y como la vieja casa tenía un aura de magia antigua, las tareas domésticas como limpiar la chimenea, regar las plantas o barrer las tenía que hacer con sus propias manos. Es más, entre Gatiux y él bromeaban que una trabajaba trayendo la pasta a la casa y el otro se encargaba de mantener todo el orden.

 

- Mucho gusto, Albus. Bonito nombre –dijo un poco severo y en broma. Sólo quería hacerlo incomodar, verdaderamente no tenía malas intenciones-. Lo bueno es que la Manor ya cobró un poco de vida, ¿no?

 

Se acercó a Gatiux para darle un beso en la cabeza y pasó sus manos por el cuerpo de ella para abrazarla desde atrás.

 

- ¿Quieres que te prepare unos hotcakes con miel, arándanos y chocolate? –le susurró. Cualquier comida caliente le vendría muy bien.

 

Luego levantó su vista azul, mientras retraía las manos y pasaba a ubicarlas en los hombros de ella.

 

- Con Zíngara te refieres a Candela, ¿verdad? Está más loca que una cabra esa mujer. Y eso te lo digo yo, que he visto el futuro en el cereal –sí bueno, él tenía sus cosas también-. ¿Sabes que va descalza a todos lados?

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Leonid Sila

 

 

La Yaxley Manor tenía un encanto especial que ningún otro edificio en el Reino Unido le generaba, lo hacía sentir en casa. La cabaña se alzaba en medio de un frondoso bosque, al igual que su hogar en la Siberia, la simpleza, lo rústico y lo acogedor se mezclaban a la perfección en aquel lugar y el mago apreciaba cada momento en que podía visitarlo. Pero por sobre la edificación lo que más le gustaba al pelirrojo de aquel lugar, era su gente, su familia que desde hacía un buen tiempo no visitaba.

 

El ojiazul pasó junto a la fuente del venado rampante en el centro del jardín principal, aquel animal era el símbolo de los Yaxley, muy reconocido entre la comunidad mágica de Gran Bretaña. El sol de la mañana comenzaba a levantarse por sobre el horizonte iluminando el bosque y los terrenos de la familia y al parecer el inicio del nuevo día se estaba dando también dentro de la cabaña, mientras más se acercaba más clara le eran las voces que provenían de la misma.

 

Al parecer era una mañana concurrida, varias voces se alzaban desde el interior ¿Sería un día festivo? ¿El cumpleaños de alguien? Esperaba que no lo fuera, llegar de improvisto y olvidando una fecha importante no era de las mejores entradas.

 

Las voces se hicieron más claras al llegar a la puerta, junto con el aroma de un prometedor desayuno. Llegaba justo a tiempo. El mago golpeó con los nudillos la puerta de madera anunciando su arribo antes de que con cuidado abriera la misma - Espero no haber llegado tarde al desayuno -








 

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Las palabras de Albus, acompañadas del recibimiento de Gatiux le agruparon la sangre en la mejilla, pudo sentir como la temperatura le colmaba el rostro sin que ella pudiera impedirlo. Ella también se alegraba de verla, de verlos, total, a veces creían que no iban a volver a verlos y tenerlos ahí, al alcance de algo tan sencillo como un abrazo era motivo para fiesta. Pero nunca se iba a acostumbrar a los halagos, menos en compañía de tanta gente, aunque fuera su familia. Como siempre, había algo en la simpatía de su tía que calmaba el ambiente, que sólo lo tensaba ella con la ligera situación de traer al novio a casa. Decidió esquivar, por si las dudas, las miradas de su tío y primo y concentrarse en la calidez de su tía, era lo más saludable y recomendable.

 

— Claro que sigue siendo nuestro hogar, ¿quién crees que mantuvo medianamente verde los jardines? —respondió un poco envalentonada a Orión, luego de aceptar la invitación a comer esos bocadillos escoceses— Bueno, tampoco fui yo, pero tengo un elfo muy eficiente.

 

Recordó la pregunta de su tía y retrocedió un poco el disco de la conversación, no podía dejarla con la curiosidad, aunque con tanto ojo masculino, ya se las arreglaría luego la bruja para secretearse con ella como era merecido luego de tanto tiempo de ausencia. Además, sin Evedhiel en casa, las mujeres de la familia tenían el deber de cerrar con más fuerza el círculo. Los miró, y en la interna reconoció que los había extrañado, y mucho —aunque también temía que la cercanía de Orión significar algún desastre nuevo, siendo francos—. Se aclaró la garganta y cruzando una mirada cómplice con Albus, con sonrisa de medio lado, se atrevió a responder.

 

En realidad no tenemos mucho tiempo saliendo, pero se ha sentido tan bien, que parecemos pareja de años, Albus es todo un caballero —dijo, sin presentir el dejo de orgullo que había soltado con cada palabra.

 

Iba a prolongar algo más la descripción, cuando otra presencia apareció en la casa. ¿Leonid? Si, algo le había medio explicado su tío, pero claramente siempre que explicaba algo, ella terminaba más confundida. Lo bueno fue que con ese corte, el color del rostro de Maida volvió a su palidez habitual y logró darle una sonrisa de bienvenida.

 

Comenzaré a creer que tienes una obsesión insana con la puntualidad, Leonid —bromeó—, pero no, no llegas tarde.

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Sonrió al sentir un beso sobre su cabeza. Sus manos acariciaron las de Orión cuando éste la abrazó. Algo se removió internamente en el pecho de Gatiux, una sensación de confort y protección que no había sentido en mucho tiempo, era como si el mundo recobrase su sentido. Y todas las piezas encajaran a la perfección. Tanto tiempo separados y ahora estaban allí como si hubiera sido la continuación del día anterior, con aquellas pequeñas muestras de afecto tan normales entre ambos.

- ¿Quieres que te prepare unos hotcakes con miel, arándanos y chocolate?

La ilusión en el rostro de Gatiux se podía comparar con la de un niño en la mañana de Navidad, cuando encuentra de repente un montón de regalos bajo el árbol. Se le hizo la boca agua. Aquellos hotcakes eran la mejor idea del mundo. Se volvió para mirar directamente a los ojos azules de Orión sonriendo ante la idea.

- Suena maravilloso. La mejor idea que he escuchado nunca.

Al mismo tiempo, Maida hablaba de Albus, mientras lo miraba de vez en cuando para tranquilizarlo (o comprobar que no se había volatilizado). Gatiux nunca había tenido que presentar a ningún novio en casa, pero podía entender la presión social que significaba querer que éste cayera bien dentro de la familia. O al menos que no intentaran matarlo en cuanto ella se diera la vuelta.

- Me alegro, tesoro. Quedan pocos caballeros en el mundo. -dijo Gatiux a Maida- Y lo importante no es tanto el tiempo si no lo que se hace con él.

Gatiux le guiñó un ojo a Maida. Entendía que no quisiera dar muchos detalles allí delante de todos. Alguna noche en que Maida estuviera por allí llevaría un cuenco con palomitas al cuarto de su sobrina, se tumbarían en pijama en la misma cama y cotillearían durante horas sobre los detalles la historia, cómo surgió, cuando descubrió los típicos nervios en el estómago, la declaración de sentimientos. A la banshee le encantaban las historias de amor, ojalá todos en la familia pudieran encontrar a alguien con quien formar un vínculo tan maravilloso. Pensar que en su juventud había renegado del tema le hacía sonreír mientras negaba con la cabeza.

La banshee de cabellos violetas recogía ahora los platos y vasos que había utilizado ella misma, dejándolos en el fregadero y lavándolos una vez estuvieron apilados. Se secó las manos en un paño de cocina que dejó doblado sobre la encimera.

- Con Zíngara te refieres a Candela, ¿verdad? Está más loca que una cabra esa mujer. -decía Orión- Y eso te lo digo yo, que he visto el futuro en el cereal. ¿Sabes que va descalza a todos lados?

- Ajá, la misma. Nunca estuvo del todo bien de la azotea. -respondió Gatiux- Y supongo que los años sólo acentúan las excentricidades. Ir descalza a todas partes es una buena forma de arriesgarte a una pulmonía.

La puerta de la Manor se abrió una vez más. Gatiux no había esperado un día tan ajetreado, creía que la Manor estaba vacía cuando llegó, pero se encontraba llena de vida, como bien había dicho Orión, algo que le hacía sentir un poquito orgullosa. Contenta de poder ver juntos a sus seres queridos, y por que los invitados pudieran sentirse cómodos en aquel lugar. Leonid hacía su entrada.

- Hola Leonid, pasa. Parece que decidimos dejarnos caer todos al mismo tiempo por aquí. -decía la Malfoy- ¿Qué tal el viaje?

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