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Yaxley Manor (MM B: 109997)


Orión Yaxley
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Una vez que se aseguró que Orión estaba lo suficientemente fuera de aquél helado cubículo, gateó un par de metros más para luego apoyarse sobre el muro, que más parecía un témpano de hielo. Escuchó el chirrido de la puerta de ingreso, la misma que ella había cruzado unos minutos antes. Unos pasos se acercaban hacia allí, mientras Bridget hacía todo lo posible por cubrir sus desnudas piernas con su abrigo verde, tiritando descontroladamente. La silueta de un hombre alto se paró frente a ella y al cuerpo de Orión, que todavía no despertaba. Denotando la tan característica ausencia de amabilidad de la mayoría de los mortífagos, el extraño la cuestionó por el estado de Orión y la causa del frío en el ambiente.

 

Estiró el brazo izquierdo en dirección de la vieja puerta hacia los cuartos de servicio, que parecía forrarse de hielo con una rapidez apenas perceptible. Se puso en cuatro e implorando un esfuerzo más a su cuerpo, arañó la pared para ponerse de pie, tambaleándose. Todo seguía dando vueltas a su alrededor, y sintiendo que iba a venirse abajo en cualquier momento, tuvo que quedarse apoyada a la fría piedra.

 

—Al igual que tú…—soltó con voz ronca, pero lo suficientemente audible como para que el mago la escuche—. Acabo de llegar.

 

La ola de fría parecía incrementarse a medida que el reloj avanzaba, así que se vio obligada a alejarse un par de metros. Apuntó a la parte baja de su abrigo y haciendo una floritura con su varita, la gruesa tela se abrió en forma de vestido hasta cubrir sus pantorrillas por completo. Apuntó primero a una mano y haciendo un intercambio de su varita, luego la otra, haciendo aparecer un par de guantes de cuero, pues sentía los dedos agarrotados por el frío.

SemperFidelis

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Emiliano Black.

 

 

Emiliano Black, mago cuya sangre pura fue contaminada por la mordedura de una vampira que lo maldijo con la vida eterna. Alto, cabello oscuro, ojos verdes cuán gema de esmeralda y una barba cuidada que esculpía su rostro varonil, la misma era una particularidad de su condición puesto que al igual que el color de tez de su piel, no sostenía las características clásicas de un vampiro puro, demacrado o pálido.

Los bosques europeos escondían una infinidad de leyendas, entre ellas también a los licántropos quiénes disputaban la victoria de una guerra milenaria con los vampiros. No es que Emiliano formase parte de alguna agrupación de los adictos a la sangre, de hecho odiaba el ser un vampiro puesto que no había peor denigro para un mago de su alcurnia que perder la castidad de su nobleza, del "Sagrado 28".

Como siempre buscó la perfección de su casta, ahora no le quedaba más que encontrar el poder necesario para matar a todo quién le traicionó alguna vez, y había una antigua historia que contaba el amorío de dos licántropos de cuyo apareamiento en su condición animal nacería una camada de lobos tan inteligentes que si se bebía de su sangre en vida, cabría la invencibilidad absoluta, no sin antes asesinar a su madre en estado humano. Black buscaba esa clase de poder.

****

La luna llena se imponía por las copas de bosques frondosos y al no haber nube alguna en el cielo, el frío era tal de congelar el nacimiento de los riachuelos allí en lo alto de una rocosa montaña nevada. Los aullidos se hacían notar por todo el lugar y si el mago tenía suerte vería el nacimiento de la camada que tanto buscaba.

Llevaba una capa de viaje gruesa que blandía de vez en cuando con las ráfagas furiosas en tal altitud. Un brillo peculiar denotaba la ansiedad en su mirada y la sonrisa se asomó en los labios cuando su agudo oído escuchó parir al primer chachorro...

-¡Perfecto!- exclamó casi en un susurro de victoria y fue apareciendo y desapareciendo a la medida que alcanzaba su visión para no hacer tanto ruido.

Los kilómetros habían sido varios antes de dar con una tribu de personas desnudas que danzaban significativamente alrededor de una loba lo suficientemente grande como para partir a un humano en dos de un solo mordisco. Emiliano estaba a varios metros de distancia, escondido tras de troncos aledaños, analizando el asalto para robar uno de los cachorros y asesinar a la loba.

Cuándo aquel ritual daba por finalizado los tipos a su alrededor gritaban hasta terminar en un aullido, licántropos fieles a una manada en venia a los cachorros que habían nacido aquella noche.

>>Era el momento, ¡Esa era la oportunidad! justo antes de que todos protegieran a la loba madre que comenzaba a botar pelaje para convertirse en humana nuevamente<<


El vampiro se esfumó para reaparecer al lado de la mujer, piel pálida y hermosa cabellera rubia cómo el pelaje que había perdido, delicada, debilitada para aquél acto inhumano ¿pero qué era Emiliano sino un vampiro que había perdido todo rastro de humanidad?... Black tomó la cabellera y mentón de la mujer lobo y con un pie en su hombro la decapitó...

Dicen que la rapidez de un vampiro es casi imposible de alcanzar, más no al lado de una manada furiosa por lo que habían presenciado, la muerte de su líder, del alpha. Los gruñidos no se hicieron esperar y la varita del despiadado mago se materializó en su diestra mientras que con la otra agarraba a uno de los cachorros por el lomo. El silencio de la noche se quebró por el sonido de lso hechizos y bestias que se tiraban al ataque cegadas por al venganza... era hora de escapar, de salir quizás, ileso.

***


Emiliano no se percató de cuanto tiempo o cuanta distancia llevaba intentando evadir a los peludos, sólo sabía que había cumplido con la primera etapa del ritual. En eso sintió la embestida de dos patas por su costilla izquierda y conjunto a lobo y el cachorro cayeron rodando por la falda de una pequeña quebrada. Se lavantó quejumbroso, el pequeño animal chillaba y la bestia más grande lo miraba desafiante... El vampiro enseñó los colmillos... Otro lobo se escuchaba gruñir a su espalda, estaba acorralado...No sabía cómo ni dónde, pero con la pequeña bola de pelos no imaginó nada más y nada menos que un sencillo manor escondido en los bosques al norte de Ottery, lugar que había visto alguna vez en sus doscientos años de vida...

>>Desapareció, dejando un bucle de espacio tiempo como era común en esa acción de magos y brujas al momento que ambas criaturas se lanzaban en su contra<<


...Una de ellas había pasado con él, era solo una allí, entre unos árboles a orillas de una verja desconocida. Dejó al cachorro en el suelo y alistó su varita en un corte elegante al vacío para cuando el lobo se despegaba de la tierra; quizás fue eso o la nube del viejo Ottery que tapaba la luna llena ¿Suerte?, sí, mucha. Aquél licántropo perdía su condición y su fuerza a los pies del mago que ahora cubría una herida en el costado de su abdomen...

-Maldito...vam..pir...¡oh! ¡AH!...

¡¡Qué entusiasmo por proteger al pequeño animal!!... Se lanzó por última vez, humanizado, en contra de Emiliano tan sólo para alcanzar al cachorro y desnucarlo...

-¡No!, ¡noooo!...- gritó Emiliano levantándose con las últimas energías para conjurar la maldición asesina y terminar con la vida de aquél hombre. Observó al pequeño lobo, estaba muerto y quizás con una manada entera buscándolo. Volteó hacia la verja y pasándola con gran dificultad cayó en inconsciencia y ojos abiertos mirando el cielo sobre el hogar de los Yaxley mientras que la palma abierta de su diestra soltaba la varita que rodaba al húmedo césped... La mordida de un lobo era mortal, incluso para un vampiro como él.

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Bridget pudo haber sacado a Orión del depósito, pasar por la alacena y cruzar por la puerta que estaba por debajo de las escaleras. Pero él, no despertaba. El frío ya comenzaba a modificar el espacio donde habitaban. Reales estalactitas se formaban en el marco de la abertura por donde momentos atrás los dos magos, una con una voluntad de acero y el otro de casi 100 kilos de peso muerto, habían pasado.

 

Ella, su hija adoptiva, lo contemplaba con preocupación y cansancio de lo que significó ese traslado. Cillian, con una bronca justificada. Eran los primeros en darse cuenta la situación. Si es que él, Orión, hubiese estado consciente, se hubiese preguntado sobre cuánto tiempo se tardaría el resto de la Manor en darse cuenta que estaba siendo atacada en plena luz de día.

 

Pero entremos un poco en perspectiva.

 

La noche anterior no fue diferente a todas en ese largo y tendido verano. Aquellos miembros que pasaban sus noches en la Manor dormían plácidamente. Existía, pues, una barrera protectora que los protegía de una magia antigua y oscura; con bases en la naturaleza. Espinas y venenos. Sueños amargos. Memorias fragmentadas. Esta magia mantenía lazos estrechos con la de los elfos domésticos y es por este pequeño dato curioso que ninguno de estos sirvientes podía pisar la Manor.

 

El grave error fue entrar a habitar un espacio que no conocían a fondo. La Yaxley Manor podía parecer más amigable ahora. El tejado arreglado, los jardines un poco más cuidados, la cocina limpia y sin herrumbre, ventanas bien colocadas, humedad erradicada. Pero todavía era un terreno desconocido. Ni Gatiux ni Orión sabían por qué Fernando había visitado el lugar. La fuente todavía seguía sin funcionar. El Manor se perfilaba como una casa de familia, sin embargo se presentaba como una de vacaciones. Pero… ¿Vacaciones en Ottery?

 

Podemos indicar dos certezas:

 

La primera, una horda de dementores comenzaban a girar alrededor de la Manor.

 

Y la segunda, Orión no tenía alma.

 

 

 

****

 

 

OHHHHH

 

*aparece tras una explosión*

 

Vamos a comenzar un nuevo jueguito especial con ROL.

 

Todos los que postearon desde mi anterior post y los que entren ahora hasta el próximo mío participan de concurso. Es algo básico, sobrevivir el ataque de los dementores y descubrir qué rayos está pasando en la Manor.

 

Quiero mucha acción y nos vamos a dar el lujo de hacer posts no muy largos. Menos de una hoja A4 está bien. Prefiero diálogos, dramas, misterioooo pasión de gavilanes. El sistema es simple, ustedes realizarán acciones. Yo tiraré los dados gracias a google y un escribano que esté por Skype mientras comparto pantalla (y también lo grabo por el celular). De ahí, aquellos que sigan vivos tendrán pistas.

 

PERO pueden SUMAR puntos al dado

 

¿¡QUÉ!? ¿¡CÓMO!?

 

Te dejo la siguiente tabla >_>

 

+0,1 pto por cada diálogo en tu post. Acumulable en cada post.

+0,5 ptos por rolear descripciones físicas con tu personaje. Se suma una vez por post.

+0,5 ptos por contenido aportado. Se suma una vez por post.

+1 pto por lograr conexiones con otro personaje. Se suma una vez por post.

+2 ptos por ligar la trama general a la historia de tu personaje (conexiones – cómo ve tu personaje todo lo que ocurre). Se suma una vez por post.

 

 

El dado será de 12 caras c:

 

La/El o los ganadores tendrán un jugoso premio :perv:

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Maida se había despertado apenas unos minutos atrás, los ruidos en el primer piso eran difíciles de ignorar luego de seis horas de reparador sueño. Tanteó el espacio a su lado, una noche más, vacío. Comenzó a sentir frío y decidió ignorar lo que sea que sucedía abajo para cubrirse con más mantas hasta la nariz. Si, esa era una grandiosa idea para ese día.

 

Y la hubiera llevado a cabo sin problemas sino fuera por aquel ruido de su ventana escarchando. ¡Era verano! O al menos lo era a la hora que se fue a dormir. Se levantó a regañadientes y se acercó con cuidado a ver que sucedía. Aún con sueño, logró distinguir dos cosas que la espabilaron enseguida.

 

El frío incomprensible provenía de dementores, sin comprender el porqué de su presencia, se llevó una mano a la boca y tuvo que apoyar su peso en el marco de la ventana. Pero claro, ahí no acabarían las sorpresas, en el jardín un bulto de forma humana parecía ser la futura presa de las horribles criaturas que sobrevolaban la casa de los Yaxley.

 

¿Todo aquello tenía que estar conectado con el ruido del primer piso? ¿Por qué no había gente del Ministerio en la Manor? ¿Qué podía hacer? Podía dejar que las criaturas se llevaran al mago del jardín y bajar a averiguar algo, pero no. Esa no era ella. Aprovechó la ventaja de poderse desaparecer en el recinto, no se lo pensó dos veces y en cuestión de segundos estuvo en el jardín, al lado del desconocido.

 

Lo colocó de lado, y se arrepintió de no ponerse algo encima antes de salir, el frío la aturdía con esa ligera bata de algodón. Las sorpresas del día no paraban. En sus brazos, yacía nada más y nada menos que Emiliano Black, un viejo conocido de la ojiazul. El hombre, sostenía con una mano una herida, y quiso preguntarle más, pero estaba semi inconsciente. Cargó uno de sus pesados brazos, y volvió a hacer uso de la desaparición. Justo a tiempo, porque si seguía indagando cosas, los dementores seguramente la atacarían a ella también.

 

Ya en la seguridad de su habitación y en la comodidad de su cama para Emiliano, hizo cosas más coherentes. Primero, alzó la cabeza del Black y la apoyó en dos mullidas almohadas. Tomó su varita entre los dedos y apareció una bata más abrigadora sobre su cuerpo.

 

- Emiliano, ¿me oye? -susurró a un lado de su rostro-

 

¿Qué podía haberle herido? Los dementores no hacían esas cosas.

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Emiliano Black.

 

¿Los vampiros tenían alma?, sentían como cualquier otro- de hecho con mayor intensidad- no se sabía si respiraban pero al menos tenían la necesidad de alimentarse; sangre, sangre humana; y aunque eran helados cuán roca de la montaña bajo el manto de nieve, podían entregar el más grande de los placeres e incluso se ponía en duda si daban vida o irónicamente alargarla a tal punto de sentirla como una maldición. Así se sentía Emiliano Black, maldito.

 

La noche sobre la Manor de los Yaxley parecía serena, tranquila luego de todo el ajetreo que había vivido el vampiro hacía un rato atrás. Finas y larguiruchas nubes rasgaban la luz de la luna llena, imperiosa, elegante sobre los clásicos tejados de la estructura y los bosques frondosos que la rodeaban. Black yacía quejándose levemente con una mano apoyada en la mordedura, ¡parecía veneno!, ya que sino fuese por las prendas que le cubrían se podría apreciar las venas resaltar cuán tela de araña, de un color negro que se iba extendiendo por el cuerpo del francés.

 

>>¡Malditos perros! ... rabiosos y odiosos perros...<< sostenía Emiliano en su mente, ya que hablar o susurrar solo significaba un dolor tremendo.

 

En eso y por artes de la magia, una helada comenzaba a caer sobre el lugar. El frío parecía evitar que la herida se prolongara o es que los esmeraldinos ojos del mago enfocaban algo peor ¡Dementores!, una infinidad de ellos acercándose a la morada de los Yaxley. Black intentó tomar su varita con gran dificultad...

 

>>Pensamientos felices, pensamientos felices... ¡A la mi.er.da! ....<< ¿qué felicidad podría caber en una mente llena de venganza? Emiliano era todo un caso.

 

A duras penas consiguió aferrar los dedos a su varita y comenzó a arrastrarse sobre el césped cuán humano pidiendo clemencia por su vida. ¡Qué patético! pensaba, y con ello sólo aumentaba el odio por los lycans. Un dementor pasó cerca de él y aspiró parte de su ...¿vida?...¡¿qué vida?!... El mago soltó una carcajada quejumbrosa mientras otra de esas cosas pasaba nuevamente sobre él...

 

-¡Aquí no encontrarán nada más que ODIO!...- exclamó con fuerzas de quién sabe dónde.

 

>>¡Cririaturas imbéciles!<< alegó en su mente a la vez que sentía como se iba debilitando sin saber si era por la mordedura del licántropo o los dementores. Así fue como cayó preso de su falta de energía, boca abajo cuán mago derrotado.

 

****

 

Mil pesadillas podían pasar en la cabeza de un vampiro, Elaena, Juve, la prima de ésta última... El haber estado prisionero en una dimensión desconocida, el haber sido traicionado por su propia familia, el renacer desde la sangre de Aaron... Pareciera ser que sí habían afectado los dementores.

 

Abrió los ojos, viendo un tanto borroso al su alrededor notó cierta comodidad para su espalda, pestañeó un par de veces para intentar enfocar una silueta que se acercaba a su rostro.

 

>>Emiliano ¿me oye?<<

 

¡Qué clase!, exclamó en su cabeza. Llevaba tiempo sin tener una conversación de usted a usted como solía haberlas por allí en los años 1800.

 

-¿Dón...¿Dónde estoy?- preguntó agudizando la visión un poco más. Era... ¡Sí!... era Maida, una vieja conocida del callejón- T....tú....

 

Intentó llevar su diestra hasta el cuello de la bruja- el tipo no era muy mesurado- pero el brazo cayó preso del dolor que aún le aturdía por el veneno de lobo que corría todavía por su sangre. De hecho su mano, las venas de su mano y casi la totalidad de las de su cuello estaban negras...

 

-Me ha...mord... me ha mordido un li...cán...tropo-tosió un líquido negro al contrario de la bruja- no sé cómo...curar...ésta mi.er.da...

 

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Un momento después de intentar llamar su atención, le vio pestañear pesadamente. Intentaba formular algo e incluso podía parecer que la había reconocido, pero fue el movimiento de su mano lo que la alertó. Emiliano Black era mucho más educado que otros familiares que había conocido con anterioridad, sin embargo, seguía siendo un vampiro. Y no era que Maida lo hubiera descubierto con sus habilidades de espía, él no se molestaba en ocultarlo, es más, parecía disfrutar del temor que a la mayoría podía infundirle.

 

A ella no.

 

Y miren que la ojiazul era muy miedosa, pero había una verdad en ella, una irrefutable: Si estuviera en verdadero peligro, pocas cosas podrían enfrentar su verdadera naturaleza. Los infinitos bucles temporales de una pelea de dos fuerzas sobrenaturales, de cierta manera, la protegia.

 

- Shhh, cálmese. Está seguro ahora -no estaba segura de porque lo trataba de usted, la verdad es que aunque pasado ya mucho tiempo desde la última vez que se vieron, recordaba haberlo tuteado en esos tiempo. Le ofreció una sonrisa mientras aparecía un trapo y limpiaba un poco su mano llena de sangre- ¿licántropos?

 

Se apartó de la cama y buscó en un estante cercano, tenía poción de matalobos, pero casi estaba segura de que un vampiro no podía ser convertido a la licantropía. Además, eso le alertaría acerca de Nathaniel y es que solo hasta ese segundo, Maida notó en la encrucijada en la que se hallaba metida. Había metido a un vampiro a la habitación de un hombrelobo. Ubicó con sus dedos el frasco lleno de líquido verde brillante y vació un poco en una copa. Se acercó nuevamente al borde de la cama y se sentó al lado del Black.

 

- Poción Herbovitalizante -puntualizó- [/i] te hará bien, al menos en lo que me das una señal en cómo solucionar lo de la herida. ¿Fueron los dementores?[/i]

 

No podía demorarse demasiado en averiguar bien el lío con los que pululaban el cielo, pero bajar sola, dejando al herido Black, solo. No, esa tampoco era una gran idea.

 

- Y sin trucos, señor Black, no me importa cuántas sangre haya perdido, la mía no será su reemplazo -sentenció mientras le ayudaba a beber la poción.

 

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Emiliano Black.

 

El vampiro comenzó a notar un hedor extraño en la habitación, peculiar aroma en su agudo sentido del olfato, tan así que de no haber estado liado en una bronca con licántropos podría jurar que estaba en la habitación de uno. En sus prendas podía apreciarse algunos mechones del pelaje maldito de aquellas criaturas, que al igual que él, estaban en una condición sobrehumana pero condicionados a una irónica libertad de vida.

 

Se fijó que las sábanas blancas estaban salpicadas por el líquido negro que había tosido, como si la saliva hubiese cambiado el tinte a un azabache petróleo un tanto extraño. Y es que aquellas criaturas amantes de la luna llena eran el fuerte número uno contra los adictos a la sangre... sangre... era lo que buscaba ahora, cómo si su mente se cerrara en una sola cosa, algún punto desnudo en la piel de Maida, la misma bruja que ahora buscaba algo para ayudarle.

 

-Her...¿herbovitalizante?- preguntó intentando quitar la vista de la bruja, sino se lanzaba cuán animal fiero sobre su presa. Tomó el frasco y se mandó un buen sorbo; trago a duras penas aquella poción ¡Era un asco!- Sabe a.... ¡hierbas!- exclamó con una mueca de "puaj"- pero...-tosió nuevamente, ésta vez tapando los salpicones negros con el antebrazo-... pero tienes razón. Me mantendrá hasta que sepamos como parar el veneno,...

 

¿De verdad lo había planteado así, enseñando una debilidad congénita de su clase?. No mostraba desesperación más sí, cierta incomodidad por el dolor que poco a poco disminuía gracias al tónico que Maida le había dado. Sin embargo eso no lo curaría de encontrar una abrazadora y especial muerte.

 

- ¿Dementores?- se preguntó mientras una serie de recuerdos fotográficos vacilaban en su mente- ¡sí!, digo ¡no!...- era una fiebre la que comenzaba a actuar como un confundus. Recordaba que habían Dementores como también el secuestro del cachorro muerto- licántropos... fueron unos malditos licántropos

 

>>¡Perros de mi**...!<< pensó sin completar el insulto para cuándo un agudo silbido cruzó la sien de su cabeza.

 

Podía no sentir dolor gracias a lo que le había dado la demonio allí, sentada su lado. Podía sentirse un tanto más animado, pero la mordida de aquél lycan seguía allí, instándolo a caer en un delirio infernal sino se actuaba a tiempo...

 

- Deb...o- comenzó parafrasear en francés, tratando se sentarse en la cama para ponerse de pie por el lado contrario a la bruja- debo sa...lir de acá...- se apoyó en el velador de ese costado, cayendo de rodilla, pasando a llevar todo lo que estaba sobre la mesita con su antebrazo- ¡NO te acerques!...NO...te ...

 

Respiró, ¿respiraba?- meras costumbres que parecían no quitarse aunque le fuese inútil vivir o no por ello. Era un vampiro, estaba muerto desde que la mordedura de Elaena causó efecto en él- Se levantó e intentó encontrar una salida, tambaleando de lado a lado; necesitaba sangre, quería beber del tibio licor escarlata para su paladar; sus pupilas se dilataron y tan solo una fina línea verde las bordeaba, las venas por el contorno de sus ojos se hacían notar cuán furia animal y los colmillos blancos y perfilados celosos de la blanquecina nieve de la montaña buscaban atacar al primero que se le cruzare. Obviamente pudiendo evitar todo ésto si se encontraba alguna cura que evitara la propagación del veneno.

 

Podía pasar dos cosas: O se volvía un híbrido con lo cual solo aumentaría su odio, o se hallaba una solución para la situación, ya que por muy letal que fuese, la primera pócima que le había dado la bruja había evitado que la mordedura acabara con su vida... quizás y le agradecía si todo ello no terminaba en un difícil final.

 

¿Podría haber desaparecido del lugar?, quizás sí, quizás no, de hecho lo más probable es que no hubiera sido factible por algún encantamiento típico de las familias en que solo ellas podían hacerlo libremente. De todas formas la mente de Emiliano no pensaba en nada más que sangre, cómo si todo se hubiese vuelto de un color rojo ante él.

 

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Se apareció a las afueras de la Manor con una expresión agotada. En su puño aun tenía la carta de su hija, que se había tardado casi tanto como su posibilidad de retornar a casa. Su cabello estaba hecho un lio, su ropa sucia y le rodeaba un aura de cansancio extremo que combinaban a la perfección con sus ojos opacos y sus ojeras kilométricas.

 

El pasto crujía con cada uno de sus pasos puesto a que comenzaba a secarse debido al calor del verano, una brisa fría y poco común para la fecha le golpeó la cara, pero no reparó en ello hasta que levantó la vista hacia su hogar.

 

A medida que se fue acercando al lugar pudo ver dos cosas que llamaron su atención. La primera, no tan preocupante como la otra, trataba de la increíble quietud en el exterior del lugar. Por otro lado el segundo problema se hacia claro y se veía peor a medida que se acercaba. Dementores los rodeaban y todo parecía indicar que era peor de lo que ella pensaba.

 

Al entrar y dirigirse a toda prisa hacia arriba para verificar el estado de sus hijos se encontró con la primera, y un extraño arrastrándose en su cuarto:

 

-Maida, hija pero que carajos está pasando allá adentro, ¡¿y quien es este!?- se quedó mirando al hombre con preocupación mientras notaba que el interior gélido comenzaba a oscurecerse cada vez más, mostrando claramente que cada vez más dementores se colaban dentro de la casa.

 

-¿Orión sabe de esto?, ¿O Gatiux?- preguntó regresando la mirada hacia ella -Espero que esto no sea lo que planeaste para las chicas...-

Editado por Luisitha Black M.

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- Vas a tener que quedarte quieta, Gatiux.

 

Asintió y apretó los dientes. Estaba padeciendo un dolor infinito mientras se desangraba. Tenía una barra de acero atravesando el abdomen y toda su ropa estaba manchada de rojo oscuro. Las caras a su alrededor se volvían difusas mientras la agonía iba en aumento. Quería gritar y salir corriendo, pero nadie parecía preocupado porque pudiese hacer tal cosa. Lágrimas corrian por su rostro mientras se mordía el labio.

 

Despertó acongojada. Lágrimas reales recorrían su rostro mientras se llevaba una mano al vientre para comprobar que no existía la herida. No en ese momento, eso sucedió semanas atrás. El corazón le latía a mil por hora y se sentía como un animal enjaulado. Se metió en la ducha empapada de sudor, se quedó allí durante mucho rato y después bajó al vestidor para ponerse unos pantalones cortos oscuros y una camiseta gris. Allí, en el vestidor, todavía ida se sentó durante un rato junto a una botella de whiskey de la que bebió a morro. Hacía tiempo que no se acercaba a una y necesitaba algo fuerte que la calmara. Y Orión no estaba en la habitación cuando ella despertó.

 

Últimamente tenía sueños frecuentes con el accidente que había sufrido rumbo a Escocia. Su mente jugaba con el recuerdo de forma frecuente. Solía despertar sobresaltada y sintiendo que estaba muriéndose, con las imágenes reales frescas tras sus párpados. Dejó la botella entre los zapatos y se puso unas deportivas cómodas. Estuvo un rato remoloneando por el cuarto antes de bajar, cepillándose su larga melena violeta, enjuagándose la cara y lavándose los dientes, pero sentía que no podía retrasarlo mucho más, tenía la necesidad física de salir de entre aquellas paredes.

 

Si no hubiera sido por el cierto mareo que tenía encima mientras bajaba las escaleras, Gatiux se habría dado cuenta de que algo no andaba bien, del frío antinatural que se estaba apoderando de la mansión, o de los dementores que sobrevolaban el Manor si hubiese mirado por la ventana. En lugar de eso se centró en no volver a saltarse ningún escalón tras tropezarse una vez, poniendo las manos sobre la pared mirando aquellos escalones que no estaban del todo quietos.

 

Tal vez no debería haber bebido con el estómago vacío.

 

Unos cuantos Yaxley estaban tirados por el suelo. Gatiux rió para sí misma, pensando en que por lo visto no había sido la primera en beber, o tal vez venían de una fiesta de la noche anterior y aún no habían pisado la cama. Oh, hermosa juventud. Hacía tiempo que no llegaba a gatas a casa después de beber licor del malo en una taberna aún peor. Se dirigió a la cocina para buscar un poco de zumo de naranja, tal vez regando el estómago con otro tipo de líquido se le pasase el mareo.

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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Ok, la Poción Herbovitalizante no era la mejor de sus ideas, pero la había sacado de tantos apuros anteriormente que era la respuesta fácil a ese pequeño problema en particular. La tos de desagrado, y quizá también de dolor, la sorprendieron. Incluso toser sangre le habría parecido más normal, pero aquello era negro. Temió por Emiliano. Estaba segura que el frío que ahora recorría su cuerpo, nada tenía que ver con los dementores, aunque estos ya hubieran oscurecido la mitad de su habitación.

 

Tanto por resolver y una bruja con tan poco recursos en medio de esa situación. ¡Sus tíos eran la solución! Estaba por ir a llamarlos, cuando la terquedad del vampiro se hizo presente y caminó, de forma muy pobre, intentando alejarse de ella. Le habían mordido licántropos. ¿Por que un vampiro se habría acercado a una manada de lycans? ¿Quería suicidarse acaso? El sonido del cuerpo del vampiro cayendo al suelo y sus cosas cayéndose, la sacaron de sus tontas preguntas.

 

Corrió hacia él, aunque la distancia no fuera mucha, para encontrarlo ya de pie y hablando en una lengua que no entendía. ¿No podía hablar ruso al menos? Eso era más familiar. Resopló cansada. La poción le había dado fuerza para caminar, pero nada tenía que hacer contra el veneno de los hombrelobo. Y al parecer él, quería alejarse por una razón bastante más altruista de la que ella habría pensado en mil años. ¡No quería atacarla! Pero, ¿cuáles eran las opciones de salir realmente lastimada? A lo mejor muchas, en esa condición...pero si no era ella, si dejaba que su verdadero ser aflorase, quizá así podría controlar la fuerza del ataque de Emiliano. ¿Por qué estaba pensando seriamente en ofrecerse como carnada de un vampiro sediento?

 

Se puso frente a él y sostuvo sus brazos con ambas manos. Increíblemente logró detenerlo. Alzó su mirada azul hacia la suya y le sonrió como si estuvieran en medio de un prado verde, y en primavera. Una princesa de cuento de hadas.

 

Dame dos segundos, creo que tengo la solución, y si no eres capaz de controlar tu sed —y, tuvo que tragar saliva para continuar—, no temas en atacarme, Emiliano, pero de esto...salimos juntos vivos o muertos, tú y yo. ¡Accio Poción de Matalobos! ¡Accio...!

 

E increíblemente funcionaron. Pronto, los dedos de Maida cambiaron los firmes brazos del vampiro, por tres frascos. Uno, una poción conocida para calmar los efectos de la licantropía, no sabía que tan efectiva sería, pero...quizá si lo combinaba con los otros dos, tendría una oportunidad de llegar a dónde sus tíos y salvar la vida de Emiliano. La suya también. Tal vez, él estaba aún demasiado débil, porque tirarlo al piso, no le fue tan difícil. Le dio primero la Poción reabastecedora de sangre, luego la Poción de Matalobos, y finalmente, esencia de díctamo, un poco sobre sus labios, y otro poco sobre la herida que aún relucía en su cuerpo.

 

Y esperó.

 

— Vas a estar bien, lo prometo —le susurró, presionando la herida con ambas manos.

 

Su bata ya estaba sucia de sudor, el líquido negro, sangre y mezcla de distintas pociones. Una de sus almohadas voló hacia ellos y ella la acomodó con una mano bajo la cabeza del vampiro. Vio con gusto que la herida bajo su mano derecha comenzaba a cerrarse. ¿Lágrimas de fénix? A lo mejor eso terminaba de sellar el trato, necesitaba a Gatiux, seguramente ella tendría de eso.

 

Tenemos que bajar, pronto los demen...

 

La voz de su madre la sobresaltó, y giró a verla. La verdad, por fin un poco de alivio le recorrió el sistema. Vio a su alrededor, sopesando la situación, ¿y sobre qué exactamente tenían que saber sus tíos, los dementores o Emiliano? Resopló agotada, y levantó a Emiliano hasta que este se puso de pie, y quisiera él o no, puso su brazo inmenso, sobre sus enjutos hombros. Miró a su madre una vez más.

 

Yo estoy bien, él no tanto, le he dado pociones en apariencia inofensivas, pero necesito a Gatiux, y que me ayudes a bajarlo —negó con la cabeza—, nadie sabe que está aquí. Pensé que él había traído a los dementores, pero quizá, eso es un lío aparte. ¡Ayúdame!

 

@ @@Luisitha Black M.

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