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Heredad Ollivander (MM: B 110990)


Hessenordwood Crouch
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Había escuchado de aquel sitio…

 

Pero había retrasado mi visita, ante el absurdo anhelo de no tener aún aquellas genuinas grietas que delataban que algo en mí se había roto definitivamente, sin embargo actualmente disfrutaba más de la libertad de mis pasos y de mis propias decisiones que me parecían a momentos, sencillamente, caprichos dichos por un alma que hacía siglos permanecía en un claustrofóbico silencio.

 

El ruido que producía mi andar me reconfortaba mientras los suspiros se hacían presentes e imaginaba secretamente la razón del porque me sentía tan desorientada en aquel majestuoso bosque –podría declarar que eso es bastante inteligente o quizás zagas –le conteste al viento que mecía las copas de los árboles a mi alrededor al tiempo que abría la palma de mi mano derecha y dejaba caer sobre la tierra fértil mi anillo de compromiso y el de boda.

 

Había elegido justo ese sitio para dar por terminado esa historia que comenzara con una canción y terminara con la renuncia de mi propio juicio. Sonreí y sin mirar atrás continué mi marcha esperando que algún conocido, persona o criatura viniera a mi encuentro. Ya que en definitiva no tenía ni idea de cómo llegar al hogar de aquel emblemático matrimonio.

 

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La casona de la heredad pareciera ser un sitio caprichoso, con todos esos actos y habitaciones que se mueven por todas partes a su gusto y disgusto, era posible que por eso Grelliam no habría insistido en un hechizo anti-aparición en la casa o utilizar una red Flu, quien no fuera bienvenido, la casona se haría cargo de perderlo por los pasillos y, aparentemente, infinitos cuartos hasta dejarlos fuera de ella. Esto no era algo que tuviese que ver con los dueños de la casa, no, Ollivander jamás se atrevería a decir que él tiene algo que ver con esto, pero cierto era, que cuando vivió ahí con sus padres, nada de esto ocurría.

 

Hoy no es la excepción y al ver Garry entrar al estudio a Hannity sin problema, a pesar de lo complicado que es incluso para él dar con el cuarto algunas veces, se sorprende. La expresión de la muchacha, aunque él aun no es capaz de entender de qué se trata, no le daba buena espina, al parecer se convertiría en una “bonita” costumbre por parte del matrimonio Ollivander recibir a sus invitados del modo más inusual posible. Honestamente a Grelliam aquello le importa muy poco si es de aquel modo, recibir visitas en la Heredad siempre será algo bueno.

 

¡Hannity! como siempre es un gusto querida-, aquello sale sin la mayor preocupación, aunque claramente las tensas manos del muchacho sobre el grimorio demuestran lo contrario. ―Pasa cariño toma un sitio, solo ten cuidado con los fantasmas, oh no, no les prestes atención, ellos ya se van…-, pero Bel se ha hecho cargo ahora, recibiendo a la muchacha y diciéndole sabrá Merlín que, ahora él está de nuevo paginando las hojas de libro maldito mientras murmura palabras solo audibles para él mismo. De vez en vez su vista pasa de los espectros a Moody, quien se ha mantenido en demasiada calma, casi él puede decir que presintiera venir algo.

 

Pero con tantos pensamientos siendo importantes en su mente, él no es capaz de prevenir lo que está por acontecer, realmente no se lo imaginaba siquiera, y aunque no se lamenta, hubiera preferido haber actuado más pronto antes de que el fantasma de Odette atacara a Moody. Después del grito de Evans, que no ha hecho más que aplacar su enjambre de ideas que es su cabeza, el muchacho solo es capaz de compartir una mirada a Geraint, quien se ocupa de intervenir apenas entre el ataque de la fantasma y la hechicera, que de algún modo ha quedado inconsciente durante el ataque.

 

Garry maldice por lo bajo, de verdad que los encuentros entre él y Knockturn parecieran estar destinados a ser cada vez peores. Con rápidos pasos deja el escritorio atrás para llegar hasta donde Eileen descansa sobre una butaca, carga aun en su mano el grimorio y al verlo acercarse los fantasmas le repelen, Ollivander supone que es más por el viejo libro que por él. Y una vez que comprobara el pulso de la hechicera, Garry da un mal gesto al par de espectros, que parecen molestos y ofendidos.

 

―Yanna-, habla por lo bajo, aun revisando el cuerpo inconsciente de Moody. Por otro lado, después de que sus palabras han hecho un extraño eco en la habitación, los tablones debajo del suelo del escritorio hacen un extraño ruido hasta que consiguen desprenderse de su lugar, dejando un hueco donde debiera estar algún pasadizo oculto, y de este, la esbelta y cuidada figura de la hermanastra de Ollivander sale hasta incorporarse por completo en el salón, mostrándose absolutamente seria, lejos de ser la persona molesta de siempre. ―Bel, lleva a Moody a su habitación y revisa que se encuentre bien-, habla Garry distraídamente, por supuesto que espera que lleve a Hann también con ella, lejos de la habitación. ―Sácala de aquí-, ordenó a Smith.

 

Después de un bufido de aburrimiento la alta mujer sin muchas complicaciones cargó el cuerpo de la mujercita que Garry le encargaba. Es un poco más pesado de lo que habría calculado que fuera, aun asi, no le cuesta problemas cargar con ella por toda la habitación hasta llegar a la puerta junto a Bel y Hannity, no sin antes mostrar esa fea sonrisa astillosa a los fantasmas de Geraint y Odette al pasar entre ellos. Con un gesto le indica, de mal modo, a Evans que le abra la puerta y solo después de que ellas han cruzado fuera del salón, Smith deja también el cuarto dejando solo a Ollivander con el par de fantasmas en el estudio.

Por el crujir de la madera, Yanna, y seguramente Evans también, sabrán que el cuarto de estudio no está más ahí, si quisieran volver por la puerta tras de ellas, seguro se encontrarían con alguna otra habitación de la casa.

 

― ¿Y bien? -, habla con esa fea voz áspera que parece que doliera. ― ¿Dónde dejo “esto”? -, le sonrió largamente a Bel, mientras sacudía el cuerpo de Moody cuando se refería a ella.

 

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Extendiendo una taza de té hacia Hannity, me permití reflexionar, entre las paredes de mi dormitorio en la Heredad, por la serie de acontecimientos que se habían dado en el estudio minutos atrás: De Garry y el grimorio al que rehuían los fantasmas; de Yanna "emergiendo" del suelo, a través de un pasaje (que ahora comprendo que no debe ser el único que aquella edificación posee) para llevar a una Ellie inconsciente en sus brazos, sacudiéndola de mal modo y preguntando donde debía dejarla; de, finalmente, una última mirada hacia Garry, a solas con los entes en esa habitación que desapareció en cuanto hube cerrado la puerta.


Sí. En ese preciso momento había sentido, condensándose todos a la vez, los misterios que rodeaban a la figura de mi marido.


Acuéstala sobre mi cama- había murmurado a Smith, con la idea de que junto al cuarto de las telas, eran los dos únicos que nunca tenía problemas para que se materializaran ante mí, no siendo esta la excepción- yo la cuidaré hasta que recupere la conciencia, y también veré por Hannity.


No había dicho más a la mujer, salvo un "gracias" cuando finalmente, ya en la habitación de enormes ventanales y muebles color caoba, ella había dejado a Ellie. No estaba segura inclusive de la mejor manera de introducirla a Hann, así que limitándome a preparar el té, había dejado que fuera mi ahijada quien viera por conveniente dirigirse o no a la hermanastra de Garry.


Y así había llegado a ese momento, en que extendiéndole la taza de té a Hann, le indiqué con un gesto a Yanna que también había una para ella, en la bandeja de plata colocada sobre la cómoda de la habitación. La verdad era que me sentía inquieta con la presencia de aquella mujer, especialmente porque era la primera vez que lidiaba con ella en presencia de personas "importantes" para mí, y aunque intentaba mostrar el mayor aplomo posible, me preocupaba en demasía que cruzar muchas palabras con ella solo pudiese desencadenar las burlas usuales de su parte que no estaba muy dispuesta a tolerar en esas circunstancias.


(Aunque si algo tenía que decir a su favor, era que habían disminuido las últimas semanas).


Por eso, no deseando que aquel inusual panorama con que nuestra ahijada se había topado al nada más llegar empañara la visita, decidí hacerle una pregunta casual que rompiera el ambiente silencioso que se había instalado.


― Hann ¿crees que debería cambiar el color de las paredes de la habitación? A mi me encanta este verde pálido, me transmite cierta esperanza y frescura, pero tu padrino insiste...- solté un bufido recordando sus interminables discursos sobre teorías del color y sentido de la armonía- en que usarla solo realza mi carencia de equilibrio para integrar todos los elementos que posee la habitación.


"Y eso apenas es una de las tantas cosas por las que podemos comenzar una discusión".


El último pensamiento se reflejó apenas en una sonrisa, hasta que el sonido de la puerta abriéndose hizo que girara la cabeza automáticamente en esa dirección.


Nasha Montpellier


Mientras recorría, envuelta en su vestido de lino crudo, la maraña vegetal salvaje que rodeaba la Heredad Ollivander, Nasha intentaba recordar los nombres de aquellas especies raras que había leído en viejos tratados en Talamasca. Ese proceso de convertirse en una talamasquin la había sumergido en una búsqueda interminable que entretenía bastante sus días, y se sentía más completa que nunca, con los días volcados a los deberes de la organización y las noches captando incautos europeos a los cuales sacarles dinero por un puñado de predicciones, la mayoría de ellas puros inventos que no pocas veces ideaba de antemano, en medio de muchas risas y maledicencia, junto a Yanna Smith.



No le había sido difícil percibir poderosas fuerzas al interior de la edificación ese día. Incluso en esos momentos era capaz de percibir el empleo de alguna clase de magia oscura en su interior, pero no estaba en la naturaleza de la morena sentir curiosidad por los asuntos de los demás, excepto si ello podía traerle algún beneficio. No siendo este el caso, había continuado su recorrido, cuando de repente, una presencia había llamado su atención, lo que la obligó a rápidamente camuflarse entre los árboles.


Un vistazo rápido a la fémina y las ropas que llevaba le había dejado en claro que no se trataba de alguien acaudalado, por lo que sus primigenia idea de guiarla y sacarle dinero en el proceso quedó descartada. Al contrario, la mujer parecía ir tan desapegada del mundo que le rodeaba, que Nasha se cuestionó si tan siquiera sabía que camino tomar o si tenía realmente un objetivo más allá de estar vagabundeando en ese lugar.


Continuó entonces su discreto seguimiento, hasta el momento en que ella dejó caer un par de anillos sobre la tierra, los cuales la bruja recogió de inmediato para luego, clavándose un alfiler en el dedo, murmurar oraciones a sus divinidades al tiempo que gotas de sangre caían sobre ambos objetos. Hecho el ritual y el pago, no tardó en obtener su recompensa en la forma de una sucesión de imágenes, posiblemente recuerdos de aquella mujer, entremezclando alegría y dolor, que se remontaron hasta el momento mismo en que había recibido ambos anillos.


Con la seguridad de la información obtenida, guardó entonces las preciadas joyas, y rodeando los matorrales, finalmente le salió al paso a la muchacha.



― No debería tirar tan despreocupadamente objetos tan valiosos mademoiselle Leyla Kutsy - pronunció Nasha, dirigiéndole una profunda mirada a la joven, maravillada del dispar color de ojos que poseía- aunque ¿hago bien en reclamarlos como míos ahora, dado que usted se despojó voluntariamente de ellos?


Su inglés norteamericano y afrancesado a la vez revelaba por completo su procedencia extranjera, y Nasha se preguntó si aquello haría diferencia para esa mujer, que sabía tampoco procedía de Inglaterra, o inclusive...de ese mundo. Para ella, tan habituada a lidiar con el plano espiritual, la incapacidad de poder esclarecer la naturaleza del alma de quien tenía al frente le resultaba...fascinante.


Entonces bien valía la pena emplear el puñado de palabras corteses que había aprendido tempranamente para complacer a los adultos.



― Por cierto, está ud en los terrenos pertenecientes al matrimonio Ollivander ¿ha llegado por casualidad hasta aquí o anda buscando a alguno de los dos en particular?






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La imagen ante mis ojos en sí era un tanto extraña, un par de fantasmas haciendo una especie de lo que Hannity llamaba reclamos de muerte, ya que eran asuntos de sus vidas pasadas que después de su muerte no podrían resolver... O era que acaso tenían un plan de ataque en contra de quienes ahora nos encontrábamos en el lugar? no quería intervenir en esa reunión familiar más de lo que ya lo había hecho al entrar sin siquiera ser invitada, así que seguí pegada a la pared.


Escuché con claridad la voz de Bel Evans saludando, giré mi cabeza en dirección hacia ella, aunque de alguna forma seguía como petrificada por aquella visión tan extraña y un susurro casi inaudible que decía Bah, que vampiro tan miedosa seguido de una risita burlona, pero seguramente era producto de su imaginación, sí, esperaba que eso fuera...


En cuanto la Evans se acercó y abrazó a la rubia su cuerpo rígido se relajó, sabía que a lado de su madrina no le pasaría nada, tanto ella como Garry le daban la seguridad de una familia, momentos después escuchó la voz de Garry, ya más relajada sonreí con timidez ante sus palabras, pero quién diría que momentos después no solo los fantasmas se marcharian, al menos la rubia no lo esperaba...


Escuchó lo que decía acerca de los fantasmas y lo que Garry hacia, había mencionado la palabra ¿necesario? ¿Acaso era necesario tener fantasmas en la casa de dónde el simple camino era un poco aterrador?


Tomé las manos de Bel con fuerza, mis sentidos me decían que algo no andaba bien y que en cualquier momento pasaría algo interesante la Evans se disponía a realizar la presentación, pero como era lógico, el caos reino en el lugar tan solo en instantes después de que tuviera esa extraña sensación...


Todo paso rápido, en cuestión de segundos tenía el cuerpo de su madrina protegiéndola, pero de qué? En seguida miró a la fantasma y la forma en que atacaba a la chica que estaba sentada a lado de su padrino dejándola inconsciente, miró como Garry revisaba que estuviera bien, el habló haciendo un extraño eco en la habitación y si para la rubia había sido bastante extraño todo lo que había en aquella casa, aquel especie de pasadizo de donde salía una mujer a quien su padrino le daba órdenes y su madrina la sacaba de aquél lugar.


¿Pero, qué pasaría con Garry? Salieron del estudio, la mujer llamada Yanna llevaba cargando a Eillen como si fuera un costal, momentos después llegaban a la habitación del matrimonio y Bel le daba a Hannity una taza de té, cosa que no relajaría a la ojiverde hasta no ver volver a su padrino, por otro lado no sabía cómo dirigirse a la mujer Yanna o ¿Quién era? por lo que sólo murmuró un gracias.


Mientras tanto Bel le ofrecía una taza de té y le preguntaba si creía bueno cambiar el color de las paredes de su habitación... ¿De verdad era momento de eso? No lo compartió, pero sabía que su madrina lo preguntaba quizá por tener algo de que hablar y pasara el nerviosismo de lo que había pasado en el estudio, así que con lo que ella comentaba recordó que el Ollivander pensaba acerca de sus teorías llamadas Feng shui.


-Pues a mi el color me parece maravilloso, combina muy bien con el tono de los muebles y le da vida a la habitación.


Hizo parecer que su comentario fuera casual y despreocupado, pero en su mente seguía la imagen de lo que había pasado y el bufido burlón de Yanna no ayudaba de mucho a la rubia, su mirada giró en dirección a la puerta que se abría, esperaba que por ella se asomara Garry Ollivander.




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Bernadette

 

Las pequeñas patitas viajando a una velocidad alarmante recorrieron hábilmente los pasillos escurridizos de la casona de Ollivander hasta llegar al ático, ¿Por qué todo lo que rodeaba al amo tenía que ser tan elaborado? Alguien tendría que compadecerse de ella y la señora Evans por tener que soportar al inusual mago, ni siquiera podrá llegar a ser una elfina adulta con esta vida tan agitada y llena de estrés. La elfina descansó sobre sus rodillas una vez que alcanzara el último de los pisos de la casa respirando con dificultad y resignación, ella no podía culpar a nadie, ella había decidido quedarse.

 

― ¿Wolfgang?-, llamó entre la calma del sitio, que solo permanecía iluminado con las luz dorada del tragaluz y los vanos laterales de ventilación, aquel era un sitio muy tranquilo, a Bernadette le gustaba pasar ratos ahí para escaparse del desastre que era Ollivander, asi que se mueve experta por el lugar en busca del cárabo. ―Ven lindo, necesito un favor…-, de entre los perfiles más altos una gran ave se dejaba caer en picada, soltando algunas plumas en su camino. ―Venga, no tienes por qué ser tan dramático-, se quejó la elfina mientras se quitaba algunas de las plumas que habían caído sobre su vestido.

 

Rápidamente se acercó a la criatura que ahora posaba majestuosa sobre el marco de una de las ventanas, con aquel plumaje castaño claro como madera bien cuidada y brillantes y grandes ojos oscuros, del modo más petulante, el cárabo dejaba que la elfina le acariciara antes de entregarle la carta que tomó con el pico con mucha calma.

 

Garry dice que tu sabrás para quien es…-, Bernadette hizo un mal gesto, y dejó ir a la criatura con la carta cuya única información que tenía en el sobre era “Sir Sokal”.

 

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Yanna K. R. Smith

 

La mujer sigue los pasos de Evans con un gesto de disgusto, casi molesta a decir verdad, arruinando el bonito rostro que podría tener, y es que pareciera que Bel no sabe siquiera a donde las lleva, si es verdad que Yanna no tiene experiencia con una casa tan cambiante, al parecer la Smith es hasta ahora la única que se le dificulta menos el moverse por aquellos cuartos, pasillos y extensiones inquietas, al grado incluso de haber explorado ya un par de pasadizos ocultos.

 

De la boca de la morena se escucha algo parecido a un gruñido, que lejos de ser molesto se puede interpretar como una burla, al final la sanadora ha decidido llevarlas al cuarto de ella, Smith hubiera optado por escoger alguno de los salones fijos, esos que no se mueven…o que no lo hacen tanto, pero ver batallar a Evans es un pasatiempo bastante entretenido, sobre todo cuando hace ese gesto y su rostro se encoge en una mueca de estarse pensando demasiado las cosas.

 

Como si se tratara de algo que es de poca importancia, Yanna deja caer el cuerpo de Moody sobre la cama de Bel, no le preocupa, ha entrado al cuarto de ella cuando no está en la heredad, sabe que su cama soportará el peso de golpe, asi que se sacude las manos y estira sus brazos para evitar acalambrarse por el esfuerzo, y en pocos pasos no le cuesta llegar al otro lado de la cama haciéndole espacio a Evans para que comience la sanación.

 

Ella está ahí para lo que se le ofrezca, la verdad es que no recuerda bien la instrucción de Ollivander, por que sabe que la sanadora no pedirá nada de ella, en cambio, cuando todo está estable han comenzado una de esas típicas reuniones británicas. Ella no ha prestado mucha atención a la otra chica, y le sonríe largamente cuando lo hace, del modo más falso posible, antes de tomar una de las tazas de té y sentarse en el suelo al pie de la cama donde descansa Moody.

 

-"Tontos ingleses"-, piensa la morena cuando ve a Evans preparando el té y hablando de cosas tan simples.

 

La cabeza de Grell se asoma después de un rato por la puerta, y Yanna tiene que torcerse para poder distinguirle. Él se disculpa con las presentes por su tardanza, y es breve al preguntar y comprobar por la salud de Moody, es gracioso por que Yanna podría decir que está nervioso, aun asi no hace burla al respecto y los acompaña a salir de la habitación sin problema cuando él les invita.

 

Garry M. Ollivander

 

Salió del salón después de un largo rato, con dificultad había conseguido hacer que la puerta abriera, incluso tuvo que usar la vieja llave para que esta cediera. Se sostiene del marco de la puerta y los muros de cristal colorido sobre esta, parece agitado y su color de piel se ha palidecido un poco más de lo habitual, salvo en algunas partes que acentúan las cicatrices y los cardenales hechos tan solo unas noches antes. Está solo ahí, esperando a recuperar algo de ganas para poder continuar su camino, aun había cosas por hacer.

 

Justo de tras del mago, el engreído fantasma de Odette atravesó al muchacho provocándole un fuerte estremecimiento que lo hiso tambalearse. Garry, como pudo, se sostuvo del marco para no dejarse caer, el último familiar de esa rama de Ollivander es un hombre difícil de perturbar, pero las acciones de Odette y Geraint en las últimas horas ya han conseguido ponerlo de bastante mal humor por ahora, separarlos fue…si, conveniente.

 

Después de una larga exhalación el muchacho se recuperó y se comportaba frente a la fantasma con la misma y distintiva tranquilidad de siempre, como si todo lo sucedido en el salón no hubiera ocurrido nunca.

 

Lamento si no le parece justo, Odette, pero ya está hecho-, habló Garry, acomodándose las ropas que claramente fueron víctimas de una batalla. ―Geraint cuidara los bosques, si quiere usted verlo…-, levantó la vista hacia la fantasma quien parecía realmente ofendida. ―Puede usted usar la ventana-, el mago sonrió y con un par de erráticos pasos que hicieron tambalear al hombre dejó a la espectro merodeando los pasillos de la casa mientras lamentaba algo más inaudible para el aturdido Garry.

 

Bernadette llegaba justo detrás de él antes de poder llegar a su cuarto, recordándole que la visita de Eileen y Hannity se habían mudado al cuarto de su señora.

 

Solo iré por una pócima a mi habitación querida, ¿puedes ayudarme con esto? -, de entre los bolcillos de su pantalón sacó una carta pequeña, está intacta salvo por los bordes de esta que se han doblado, aun asi, el papel y la tinta exterior, algo borrosa, le hacen pensar a la criatura que hace mucho tiempo que fue escrita. ―El viejo me la ha dado antes de marcharse, por supuesto que ya la leí, el contenido es muy interesante-, sonrió divertido y no evita que se le escapen un par de risas por el gesto de la elfo. ―Ve.

 

Después de perder de vista a la elfina, Garry se dirige a su habitación, en busca de una poción herbovitalizante antes de pasar a buscar a Bel y las visitas, es extraño, pero, aunque poco le importa razones como la apariencia, no quiere tener a Bel y Hann interesadas por su bienestar. Con falsos movimientos después de haber usado tanta magia oscura, en un solo intento se las arregla para llegar hasta su cuarto, si bien se sabe que no es un muchacho fuerte, por alguna razón esta magia es menos compleja de soportar.

 

Un trago largo da al frasco y casi de inmediato se siente mejor, conforme a sus energías regresan, usa un último encantamiento para encerrar en el baúl de siete cerrojos, la varita de Odette, el grimorio y el libro de alquimia donde guardaba el espíritu de su abuelo por tantos años. Ahora no será el día, pero aun cree que hay algo que hacer con ello.

 

Hey-, habla en tono bajo, asomándose al fin por la puerta del cuarto de Bel, y buscando rápidamente el cuerpo de Moody. ―Lamento la tardanza, ¿ella está bien? -, preguntó por Eileen, finalmente adentro se mantiene al margen, el cuarto de Evans de pronto lo pone nervioso. ― ¿Por qué no dejamos a Moody descansar y pasamos a otro lugar para platicar? -, tiene las manos en los bolsillos quizá porque la pócima aún no termina de hacer efecto y sus manos tiritan, entumidas. ―Vamos Hannity, Bernadette está ansiosa por conocerte, ella no sabe que estás aquí, o eso creo, pero seguro y tiene algo para ti…-, con un ademán de su cabeza les indica a las mujeres que lo acompañen.

 

Una vez afuera, mientras caminan por los pasillos hasta la sala, Garry con discreción habla un par de instrucciones con Yanna, que más tarde por supuesto platicará con Bel. Cuando Yanna sale disparada dando "saltos y maromeas" en otra dirección, Garry no tarda en alcanzar a las mujeres que caminan solo un par de pasos más arriba. Es cuidadoso cuando entrelaza su mano con la de Evans y deja que ella lo encamine como un apoyo.

 

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Apartamento de Samantha Sokal

 

 

- Señorita Samantha, señorita Samantha -Wizard tenía sus ojos celestes mas saltones que nunca- mire, mire lo que ha traído una lechuza.

Samantha puso los ojos en blanco e hizo una mueca de aburrimiento. Otra vez una nota del ministerio en donde decía que se necesitaba urgente su presencia en ... ¿dónde seria esta vez? ¿Mozambique?¿ el Amazonas? esperaba que fuera en la Siberia rusa, al menos allí estaría sola.

 

- Dame Wi -dijo extendiendo la mano sin quitar la vista de la novela que estaba leyendo, y con la intención de dejar el sobre a un costado hasta, al menos, terminar el capítulo. Sin embargo, cuando sus dedos tocaron el papel notó algo extraño. Esta no era una carta de Antoni, no era papel del ministerio, ni siquiera era un papel común.

 

Dejó el libro en el suelo y miró el sobre, lo dio vuelta una y otra vez. Parecía una carta muy vieja, y no iba dirigida a ella. Decía: Sir Sokal.

 

Teniendo en cuenta que, al menos por lo que ella sabía, no existía ningún Sir Sokal, y las lechuzas no solían equivocarse, abrió el sobre con curiosidad. ¿Sería que la carta iba dirigida a su padre? ¿Quién la enviaría?

 

Con manos temblorosas sacó el papel que llevaba dentro. ¡Por los dioses! -pensó, frunciendo el ceño. Jamás se podría haber imaginado una cosa así. Había oído hablar de la familia Ollivander, es más, si mal no recordaba el marido de Bel era un Ollivander.

 

Se quedó unos minutos pensativa. Luego, se sacó el pijama y se vistió para salir.

- Wizard -gritó llamando al elfo- dale de comer a Lisbeth esta noche, no se a que hora voy a volver.

 

Tomó su chaqueta de cuero y fue en busca de la Harley. Debía hacer una visita.

 

 

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La puerta de la habitación de la Evans se abrió, la persona que esperaban ver entrar por allí Bel y Hannity había llegado, de cierta forma era un alivio para la rubia ver a Garry allí parado con las manos en los bolsillos en el marco de la puerta, algo en aquel aspecto no la convencía del todo, pero el solo ver que se encontraba bien y sin ningún daño aparente era suficiente para las dos.


El Ollivander preguntó por el estado en el que se encontraba la chica que Yanna había dejado en la cama, al escuchar que se encontraba bien sugirió dejarla en la habitación para que descansará y llamó a Hannity para ir a conocer a Bernadette, en ese momento la rubia lanzó una fugaz mirada a su madrina, la cual asintió, dejó su taza aún con té y se dirigió hacia el Ollivander, lo abrazó despacito, aquel matrimonio hacia que la rubia se sintiera en familia, de hecho, ellos hacían muy bien un doble papel, ya que parecían más ser sus padres que sus padrinos, por lo cual la rubia les tenía tanto cariño a Bel y Garry.


El joven les indica que salgan para ir a otro lugar a platicar, la rubia y su madrina salieron mientras Garry tardo un poco, no le dió mucha importancia ya que pronto las alcanzó.


-Quién es Bernadette padrino?- pregunta la rubia mientras camina delante de los Ollivander's



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Bernadette

Elfio doméstico

 

La criatura bajó del ático con mucha más calma con la que había conseguido subir, no era como si Ollivander le hubiera pedido enviarla con prontitud, aun asi la elfina se había tomado la tarea de cumplir la instrucción lo más pronto posible, quizá para bajar con tiempo e ir en busca del joven, porque sabe bien que no ha salido sano de ese cuarto, y Bernadette detesta cuando el licántropo no sabe reconocer sus límites. Cuando Bernadette baja el último peldaño de las escaleras, se pregunta entonces si algo tiene que ver el espectro que ahora merodea frente a ella.

 

No lo piensa mucho más, no sabe realmente si es porque se ha cansado de preguntar, o por que de verdad nada en ese sitio comienza a sorprenderle. Que gracioso resultaba ese pensamiento. Mientras se alisa su vestido y repara sus artículos, la criatura ha llegado hasta el cuarto de Garry, y ella agradece mentalmente que el muchacho no decidiera cambiarlo de lugar para escondérseles. Antes de entrar llama un par de veces, no obtiene una respuesta clara, solo el ruido del candado deslizándose dentro del pomo para saber que puede entrar.

 

El mensaje ha sido enviado, señor-, habla tratando de encontrar en la oscuridad el cuerpo del mago, y es solo hasta que lo encuentra sentado en la orilla de su desordenada cama que se anima a encender un par de luces más y caminar hasta él. ― ¡Wolfgang ha salido disparado! será cuestión de tiempo para que llegue hasta su destino-, Bernadette suelta aquello con aire orgulloso por el desempeño del cárabo.

 

Ella, en cambio, no tiene mucha respuesta del mago más allá de un “es importante” apenas audible, la mirada del mago esta algo ida, pero ella ya se ha acostumbrado al silencio del amo, y de algún modo u otro a la elfina le resulta de pronto algo reconfortante, solo estar ahí y escucharlo respirar.

 

Bernadette asiente animosamente, y sin pensárselo más busca del ropero un par de cambios que al mago pudieran animar. Y lo consigue fácilmente cuando le muestra la camisa de vestir blanca con botones de rosas en un tono azul verdoso que hará juego con el traje casual de tres piezas color gris claro y sus zapatos cafés, ese atuendo que lo hace verse un poco más pálido, pero bastante sano al mismo tiempo, a Bernny le gusta ver como la ropa que viste Ollivander tiene tanta influencia en su apariencia. Garry apenas ha alzado las cejas como respuesta, pero entre los pocos gestos de Ollivander, ella sabe que lo ha convencido.

 

Antes de dejar solo al mago nuevamente en su habitación, Garry le ha puesto al tanto, vagamente, como siempre lo hace, pero es lo suficiente para que ella entienda que, después de tanto, tienen al fin visitas en la casona de la heredad, a ella le contenta demasiado, quizá más que a los amos, quien sabe, pero entonces se da cuenta de que no sabe que hacer al respecto, asi que después de meditarlo un largo rato, corre hasta la cocina, si, Mss H. le ha enseñado una buena cocina y aunque ella no cocina para nadie más que para ella y de vez en cuando la señora Evans, cree que ha conseguido tener un buen sazón propio.

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Unas horas más tarde, debe volver a su habitación para verse mejor para las visitas, si, asi que no duda más en correr nuevamente escaleras arriba hasta el pequeño cuartito que ha escogido ella para vivir con su amo en este sitio, o como posiblemente todos, el cuarto que la casa ha escogido para ella. Bernadette bufa ante la caprichosa choza, ¿Por qué Ollivander insiste en decir que no es él quien la ha hechizado? Aquella arquitectura es igual de mañosa que el joven Garry.

 

Antes de llegar al primer descanso, es el ruido de un fuerte motor lo que sacude las grandes orejas de la elfo, con curiosidad, se asoma por el espacio entre el pasamanos de la escalera, y ha visto como un rayo, una luz brillante aterrizar en el patio trasero de la casa.

 

Buen día mi señora-, Bernadette hace una venía muy marcada de cortesía cuando llega hasta la recién llegada, ella no es tímida y sin embargo a la rubia frente a ella le ve con cierto asombro, quizá desconfianza. ― ¿Se ha usted perdido? -, no puede evitar pensar que es solo una viajera, asi es como la gente llega normalmente, pero, por los cuentos que Garry le ha dicho, los viajeros deben perderse en el bosque, como siempre, por lo que seguramente ella debe tener una indicación de cómo llegar hasta la heredad de Ollivander sin problemas. ― ¡Debe ser un familiar!-, de pronto los grandes ojos de Bernny se inundan de lágrimas que no se escapan de sus ojos, ni siquiera cuando la criatura da saltitos de felicidad hasta la mujer.

 

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Aunque con suma cortesía, Hann había respondido a mi pregunta, pequeños gestos delataban la ansiedad que todavía cargaba en el interior en torno a Garry y los sucesos que había notado en el estudio, y entendiendo que solo la presencia de su padrino en la habitación la tranquilizaría del todo, fue una verdadera alegría ver que era él quien asomaba por la puerta que acababa de abrirse.
― Ella se encuentra estable. Tras una curación simple, le administré un filtro de la paz- me apresuré a contestarle a Garry y asentí en silencio a su sugerencia de salir para que Ellie descanse.
Tenía el presentimiento que aquello de conocer a Bernadette era una pura invención del momento para salir del paso de tener que hablar sobre lo que sea que hubiese hecho con los fantasmas de Odette Saint Marin y Geirant Ollivander, o de su propio estado de salud (las señales de haber bebido poción herbovitalizante para estar de pie allí podía leerlas como si las llevara escritas en la frente) pero permanecí callada, agradecida de ver como la preocupación que Hann había estado experimentando hasta minutos atrás se disipaba en el momento que depositaba un cálido abrazo sobre él.
Ya fuera del cuarto, me giré un instante antes de caminar por el pasillo, alcanzando a ver la por demás "novedosa" forma como Yanna se apartaba a hacer alguna cosa que Garry le había encargado. Y mientras avanzaba con Hann delante mío, pensé en como la secreta complicidad de esos dos, distintos en muchas cosas pero al mismo tiempo parecidos en otras, había quedado manifiesta ese día, trayéndome ahora a la mente el recuerdo de un par de viejas fotografías del álbum familiar Ollivander (que finalmente había terminado en el cajón de la mesita de noche de mi dormitorio) donde los dos salían conversándose discreto al oído antes de finalmente mirar en dirección a la cámara.
Solo en el momento en que sentí sus dedos largos y trémulos entrelazándose a los míos, comprobé el enorme esfuerzo que hasta ese momento había hecho para lucir mejor de lo que realmente estaba. Despreocuparse de él mismo era algo que hacía con frecuencia, pero esta vez, sospechaba que por la presencia de Hann, estaba allí intentando ser el mejor anfitrión posible, en lugar del berrinchudo sujeto reclamando que si sobrevivía, no había problema alguno con exponerse.
Y pensarlo de esa manera, por alguna razón le daba un matiz diferente al momento que compartíamos en ese momento, él apoyándose de forma tenue en mí, y yo, estrechando con más fuerza su mano, con deseos de calentar aquellos dedos entumecidos, para lejos de cualquier clase de reproche, transmitirle con ese solo gesto que estaba para ayudarlo.
No era que hubiese olvidado la imagen de él con aquel grimorio desplegando magia oscura, ni los silencios o las docenas de secretos que todavía guardaba en esa compleja mente cargada de conocimientos. Se trataba simplemente, de que por primera vez estaba considerando que por sus propias vías (poco ortodoxas) él podía llevar las riendas de algo sin que yo estuviese allí.
― Al final, hiciste lo correcto por caminos torcidas ¿no? Pero descuida, ya volveremos sobre el tema cuando estemos a solas.
El mensaje apenas había sido un susurro audible para él que se perdió ante la pregunta en voz alta de Hann a la que respondí con cierto aire burlón.
Bernadette es quien, con paciencia de santa, no se ha rendido en la tarea de convertir a tu padrino en una persona "perfectamente integrada" a la sociedad mágica. ¡Con decirte que incluso lo asesora con su ropa! Te apuesto a que lo que lleva en estos momentos se lo dio ella ¿o no?
Esbocé una sonrisa, recordando la pregunta que le había hecho a Hann. Y es que el que "careciera de sentido del equilibrio en el uso de colores" era precisamente una razón más por la cual yo no me inmiscuía en los asuntos de su indumentaria, siendo la pequeña elfina la encargada.
Ya casi habíamos alcanzado la sala, cuando de repente, el estruendoso sonido de un motor llamó mi atención y a juzgar por la expresión de Hann y Garry también la de ellos ¿Sería que tendríamos otra visita más? ¿tendría algo que ver esa visita con las indicaciones que Garry había dado a Yanna?
¿Lo escucharon verdad? Una moto se ha estacionado aquí cerca- comenté intrigada para luego girarme a Garry- ¿tienes idea de quien pueda tratarse querido?

 

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Garry M. Ollivander

 

Los caminos torcidos no siempre son…necesariamente malos, Bel Evans-, habla en el mismo tono en el que lo ha hecho Bel, salvo por que su voz no se escucha como un susurro si no como una nota grave cómplice. Por otro lado, el resto de la oración de Evans no consigue perturbarlo, “el hablamos después” sabe que es posible que nunca llegue, no porque no quiera hacerlo, realmente está en sus planes, pero hay algo en el mago que lo ha hecho incierto cuando dé explicaciones se trata. ―Otro día será-, musita aquello último como si hablara solo consigo.

 

En lo que avanzan por el largo pasillo, el recuerdo de aquella última conversación con los fantasmas antes de terminar con el hechizo pasa por su mente y lo deja vagando por un breve segundo y la última de las expresiones de los espectros tras aquella frase unísona que lanzaban contra el mago le provoca un estremecimiento, uno que, en su momento, quizá por el esfuerzo, no había sentido hasta entonces. Inhala largamente con la misma calma de siempre y hace apenas un perceptible gesto simulado rápidamente con una media sonrisa, distraído en Hann que camina algunos pasos por delante de ellos.

 

De pronto aquel momento le sienta mucho mejor que la pócima herbovitalizante que ha ingerido casi ya una hora antes, aun siente alrededor de sus brazos, el gesto dulce que Hannity tiene siempre para él, y aunque el saber que Moody sigue aún inconsciente le preocupa, no hace mucho más esfuerzo, después de todo, Bel ha dicho que se repondrá, por lo que ahora solo se concentra en la conversación que ha surgido sobre su vestir tras la pregunta de Hannity. Por supuesto que no dice mucho tras la versión de Evans de quien es Bernny, después de todo, aunque no quiere admitirlo, algo llevan de razón sus palabras, sobre todo esa última parte de haber escogido la ropa del mago, aunque bien él también pudo haber acertado.

 

¿Paciencia de Santa? -, el comentario es divertido, Bernadette es para su corta edad, de entre todas sus “institutrices”, la única a la que Garry se lo piensa dos veces antes de protestar. Pensándolo bien, no sería mala idea mandar a Bernny a cuidar de Yanna y su amiga un tiempo.

 

El fuerte ruido proveniente del exterior ha conseguido distraerlos de su objetivo, por un segundo Garry se lamenta, realmente quiere llegar a acomodarse ya sobre uno de esos cómodos sofás de la sala principal, él pensaba encender unas brasas leves en la chimenea, no hace frio realmente, pero se le antoja estar más tibio y por supuesto, quiere escuchar la aventura de Hannity y cómo es que ha conseguido llegar hasta la casona, cruzando el bosque que rodea el círculo.

 

Ah…-, no hace mucho esfuerzo por disimular su interés, sinceramente él cree que no podría parecer impresionado, aunque lo quisiera, así que continúa su camino con pasos inciertos hasta la sala, quien fuera, de ser importante, no tardaría en presentarse frente a ellos. ―No tengo ni idea-, habla con ese tono de voz suave, pero que es seguro.

 

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