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El Día de la Amnistía


Nate Weasley
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Tampoco tenían muchas opciones. Y, aunque desconocieran el contenido de las balas –esas que quitaban el poder mágico-, sabían de por sí que los pasos en falso estaban fuera de discusión. A cada persona de la primera fila se le evidenciaba el miedo todo tatuado en su rostro. Un tanto parecido para Gatiux y Orión, más tirando al desconcierto. Era como si ninguna de las partes quisiera estar verdaderamente ahí, pero había una obligación. Es más, tras la demanda de Gatiux, el tipo del megáfono ni siquiera se animaba a acercarse.

 

Tampoco es que iban a ceder así como así.

 

- ESTE ALLANAMIENTO AUTORIZADO POR EL GOBIERNO DE INGLATERRA ESTÁ FIRMADO POR MÁS DE 20 PAÍSES. SEÑORA, LE PIDO QUE PONGA SUS MANOS ATRÁS DE LA CABEZA Y NOS DEJE HACER NUESTRO TRABAJO.

 

Orión se llevó la mano a la boca, ¿la habían llamado señora? Luego su atención fue a parar a la autorización del gobierno. Los países firmantes lo hacían pensar un poco. No era una operación cualquiera y, por alguna razón, estaban en la Yaxley específicamente. Recordó la función de la Manor en la Segunda Guerra y toda la peripecia de Near y Apolo. Ahí fue cuando su cabeza dio un click ¡tenían que estar conectados!

 

- ¿Nos dan dos minutitos? –sonrió lo más amable que pudo y dio medio giro dándole la espalda a la operación. Activó el anillito contra oídos indiscretos porque magia y le susurró a Gatiux-. Podemos desaparecer perfectamente que no nos pasará nada. Pero… algo me dice que no nos buscan específicamente. Te puede parecer una locura pero, -se separó de ella para guiñarle el ojo- confía en mí.

 

Acto seguido levantó las manos y se las llevó a la nuca. Con cada paso que dieron, operativos reaccionaron con nerviosismo. Había estado en varias batallas y, obviamente, a punto de ser acribillado y sabía por experiencia que las armas y los nervios nunca se llevaban bien. Llegando hasta la primera fila fingió toda la preocupación que pudo.

 

- Disculpe oficial, mi nombre es Oscar Thomson y con mi pareja llegamos hoy para refaccionar esta casa que compramos hace un mes, ¿pasó algo? ¿Rusia declaró la tercera guerra mundial? ¿Trump envió las bombas? Perdone es que no tenemos radio en la casa y no llegan las redes ¿en qué podemos ayudar? ¿Quieren una taza de té? Si pongo cuatro teteras creo que alcanzará para… -empezó a contar medio volado la cantidad de cascos- Disculpa, ¿te gusta con leche? ¿Azúcar? –le preguntó a una que le estaba apuntando en la cabeza.

 

- No hace falta, ¿no ha visto las noticias? La magia existe y estamos en guerra. Tenemos órdenes de buscar artefactos terroristas en esta vieja mansión, ¿dicen que la compraron?

 

Se mordió la lengua casi hasta sacarse sangre. No podía creer lo que estaba escuchando.

 

- Sí oficial, en una casa de subastas en Bristol. Fueron los ahorros de toda la vida. La remataba una señora con un nombre extraño, ¿cómo era cariño? Santina… Sagotas… ¡ah! Sagitas, Sagitas Potter –si ella seguía llevando Accidentes Mágicos, de seguro estaba vinculada con el tema- pero, espere, ¿magia? ¿Qué tiene que ver con nosotros?

 

El tipo del megáfono se giró hacia uno de los oficiales y sacó una cajita chiquita negra con una antena.

 

- Oficial Gutierrez, tenemos dos civiles en escena, procedemos a transportarles a la estación.

 

El asistente del tipo les abrió la puerta de la camioneta que estaba detrás. Les ofreció unas mantitas y café caliente. Orión se giró a Gatiux mientras subía a la camioneta ¿realmente estaba sucediendo esto? No entendía bien si eran prisioneros o… ¿refugiados?

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Los ojos amarillosde Gatiux recorrieron las gotas de sudor que caían por las sienes del hombre con la semiautomática más próximo a ella, en cómo se movía su nuez al tragar saliva. El imperceptible movimiento de los labios. Los signos más visibles del nerviosismo. Estaba segura de que si pudiera haberlo escuchado con claridad, habría encontrado un corazón acelerado. La clave se la dio el tipo del megáfono cuando dudó unos segundos.

(«¿El Gobierno de Inglaterra? ¿Más de 20 países? ¿Dónde estaba el Ministerio de Magia en todo esto? ¿QUE HA PASADO EN ESTE TIEMPO?»)

Fue como si le tiraran un jarro de agua fría a la cara. Inesperado. Y comienza a hacer frío cuando el agua comienza a bajar. No habían pensado en que en los últimos tiempos que estuvieron fuera, aislados del mundo, este se vería envuelto en una especie de III Guerra Mundial, ni en sus peores sueños habría podido imaginar al ejército muggle en la puerta de su casa. ¿Qué otras cosas se habrían perdido?

Se había quedado helada en el sitio, por suerte Orión reaccionó antes. Se volvió hacia ella girando el anillo que tenía en su mano y le pidió que confiara en ella. Gatiux asintió, se hubiera tirado de la torre más alta si Orión le hubiera dicho que aunque parecía hierba, en realidad cuando llegaran abajo traspasarían un portal mágico. Así de ciega era su confianza.

- Ten mucho cuidado con lo que dices. -siseó Gatiux- Hay algo muy gordo que se nos escapa, hemos estado desaparecidos demasiado tiempo.

Imitó a Orión cuando éste puso las manos en la nuca. Por otra parte, tenía razón. No es que les estuvieran buscando a ellos específicamente. Si alguien la hubiera buscado directamente a ella, no habría tenido mucho problema en dar con una bruja de pelo morado, ojos amarillos y piel morena. Resaltaba entre la multitud como un faro iluminado en una noche despejada. Para algunos aquel aspecto era exótico, para otros una excentricidad, lo que si era seguro era que gritaba "magia" por todas partes.

- La magia existe y estamos en guerra.

(«¿Y el Estatuto del Secreto? Han volado demasiadas cosas.»)

Gatiux decidió hacerse aún más la tonta, parpadeando lentamente como si las dos neuronas que tenía no le acabaran de conectar del todo.

- La magia, ¿qué magia? ¿Como los unicornios y las hadas?

Dos soldados se miraron entre sí. Otro se removió inquieto. Gatiux miró a Orión mientras éste le decía que le habían comprado la casa en una subasta a Sagitas, asintió y cuando volvió para hablar ella, no se molestó en bajar el tono de voz, quería que la escuchara su extraña audiencia.

- Ya te dije que vendían demasiado barato el terreno. Debíamos haber sospechado que era la casa de un narcotraficante y se la querían quitar de encima. -decía Gatiux- Ahora dicen estos señores que aquí ocultaban cosas... Si hubiera estado Arthur con nosotros nos habría avisado con toda Seguridad.

Bendita la hora que se le ocurrió ponerle a su elfo un nombre común y corriente en Inglaterra. Nada que gritase a nombre de magos o a animal. Y más bendición era que la criatura siempre estaba escuchando pero no se hacía visible para el resto de los humanos, ni siquiera para los familiares. El mensaje en clave estaba más que claro, debía acudir al Ministerio de Magia y comunicar al departamento de Seguridad Mágica que un grupo de soldados muggles había llegado hasta aquella puerta armado hasta los dientes.

- Apártese, señora.

Alguien movió el arma a un lado para indicarles que dejaran de obstruir el camino. No tenían otra salida que dejarles pasar. Y cruzar los dedos por que no destrozaran mucho su propio hogar. Una pareja de soldados le acompañó fuera. A Gatiux le pareció subrealista que le ofrecieran café una vez fuera aquellos tipos armados. Uno de ellos se había quedado mirando sus ojos más tiempo de la cuenta, y la banshee sabía cuando la gente se empezaba a hacer preguntas sobre su aspecto.

- ¿Te gustan mis lentillas? Las compré en Carnaby Street.

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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Le indicaron subirse a la camioneta y él un poco torpe accedió. Se giró para darle un último vistazo a la Manor y suspiró. Por un lado, ya sentía el dolor de cabeza de dejarle el hogar que construyeron juntxs a un grupo de Muggles. Por el otro, había una seguridad que la Manor sabía defenderse de todo ente intrusivo, después de todo la maquinaria rúnica estaba funcionando debajo de la fuente. Aun así, la sola posibilidad de sus cosas revisadas por manos ajenas lo sacaba de su eje. Quince años atrás hubiese desenfundado la varita y explotado cada una de las camionetas sin medir las consecuencias.

 

Pero ahora, un poco más viejo, había algo que no cuadraba. Vio de reojo a Gatiux y luego el espejo retrovisor. La oficial se escondía en su uniforme, gafas de sol y un conjunto de cables de acá para allá al que él intuyó que era un dispositivo de comunicación. La camioneta era espaciosa y estaba por demás cómodos. Los vasos descartables seguían humeando con los palitos para remover. Parecía que todo estaba específicamente diseñado para que no pasaran ningún tipo de incomodidad.

 

- ¿Sabes a qué hora llegaremos?

 

- Pronto –respondió seca la conductora. No tenía autorización para hablar.

 

Orión volvió a activar el anillo de oídos indiscretos.

 

- Gracias por confiar –buscó la mano de Gatiux para entrelazar sus dedos-. Claramente hay algo que no cuadra, ¿sabes? No sé si nos creyeron demasiado rápido o simplemente están jugando con nosotros. Mira, estamos llegando.

Señaló a su ventana. La camioneta giró y entró por un camino de tierra. El predio no era tan ámplio y parecía una operación más improvisada que otra cosa. Había exactamente tres carpas dispuestas un tanto al azar. Operativos iban de un lado al otro con documentos o café con comida. Otrxs simplemente cambiaban de guardia. La camioneta se detuvo y le abrieron la puerta pidiéndole que se bajen. Le indicaron que siga a uno de los oficiales a la carpa principal. La cantidad de objetos muggles lo chocó un poco. Computadoras, instrumentos de medición y separaciones con pantallas den nylon para salas de reuniones. El caos no se dejaba escapar. Esta situación había tomado por sorpresa al todo el ejército. Pudo reconocer en un mapa el valle donde se encontraban la mayoría de las casas mágicas. Soltó un alivio cuando notó la ausencia tanto de la Black, como de la Malfoy.

 

Capaz estaban haciendo un rastrillaje del terreno. Pero, ¿quién les dio la información que allí podían encontrar hogares mágicos?

 

- Soy la oficial Dana Gutierrez, espero que se encuentren bien. Disculpen las molestias, ¿podrían pasar por aquí y seguimos hablando? ¿Quieren algo para beber?

 

- Oscar Thomson, un gusto –le ofreció la mano a la que la oficial ignoró-. Muy amable, ya nos ofrecieron en el viaje. ¿Cuándo podremos volver a nuestra casa? Tenemos que empezar todas las refacciones para navidad, ya sabes, ¡vienen nuestros sobrinos de visita!

 

- Lo lamento Sr. Thomson, pero la propiedad ahora pertenece al estado inglés, pero no se preocupe, me encargaré personalmente que reciba el resarcimiento que merecen. Mientras, cuéntenme, ¿vieron o sintieron algo extraño en la propiedad? ¿Qué me pueden decir de la persona que les vendió la propiedad? ¿Alguna persona extraña portando una varilla de madera?

Sacó un par de fotos de lo que parecían ser varitas mágicas. Tragó saliva.

 

Capaz estaban buscando información. O podían estar haciendo tiempo para buscar refuerzos y apresarlos. O simplemente eran demasiado est****os como para darse cuenta de lo que tenían en frente. Los ojos de Orión se desviaron a lo que parecía ser un oficial de civil hablando por celular, cruzaron miradas y el tipo rápidamente buscó salir de la carpa.

 

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Tiendas de Campaña cercano al Bosque- Terrenos de los Yaxley

 

-...¿Qué dijo qué?...- cuestionó una voz en tono autoritario. Un comandante de escuadrón que deslizaba unas cuantas fotografías de algunas brujas y unos cuantos magos que distinguían dentro del mundo mágico, hasta dar con la imagen de una mujer con cabellos color lila.

 

- ...Que compró el terreno a una tal Sagitas Potter Blue, señor...

 

-...¡Son magos!...

 

El pitido después del corte de comunicaciones por radio pareció extenderse más de lo normal. Unas cuantas señas en off decretaron la avanzada de un escuadrón que acababa de llegar en otra camioneta, la última que había salido desde la manor de los Yaxley; las alarmas no fueron más que indicaciones mudas para rodear la carpa donde Orión y Gatiux se encontraban. Al menos una treintena de soldados armados, con trajes aparatosos y armas alteradas, modificadas para disparar el suero antimagia, apuntaron hacia el grueso género beige.

 

-¡Brown!...¡Brown!- chistó uno de los oficiales, en el más mínimo silencio mientras presionaba un botoncito en la corona del comunicador- ¡Sal de ahí, esos dos no son de los nuestros!...

 

El tipo, que se encontraba dentro de la carpa a cargo de la capitanía de Gutierrez, cruzó miradas con el supuesto señor Thomson y deslizó rápidamente el género hacia un lado para salir de la estancia.

 

>>¡¡Están bajo supervisión y detención en nombre de la Organización de las naciones unidas. Se les advierte no utilizar magia, de lo contrario se abrirá fuego a discreción!!<<

 

Por el megáfono, el apercibimiento había sido más que claro. Seguramente la señorita Dana Gutierrez no se esperaría tal cosa, tampoco fuese algo de gusto, pero a modo de consuelo ella sabía que el sacrificio le rescataría algunos honores que solamente su familia oiría; era el protocolo y no había nada que pudiese hacer. Se oyeron el desbloqueo de los seguros, o al menos los jóvenes e impacientes soldados lo oyeron entre nervios de no saber si estaban haciendo realmente lo correcto, sin embargo, la venganza de los daños que algunos miembros de la comunidad mágica habían ocasionado hacia los suyos, los nomaj, los muggles, les devolvía el ímpetu de arremeter contra quien poseía una varita.

 

>>¡¡Deben dejar sus varas de madera en el suelo y salir con la manos sobre la nuca!!...A la cuenta de diez... nueve... ocho...<<

**********************

Nueva York- Broadway, Manhattan.

Una seguidilla de camionetas negras, ostentosas, relucientes y llamativas, atravesaban libremente uno que otro puesto de avanzada con el que los muggles habían buscado el control de la ciudad. Luego del atentado en el coffe bar de la ONU, la situación se había salido de control y el despliegue de las fuerzas armadas como también las de orden y seguridad, había apostado por un plan de emergencia que mantenían hace al menos una semana.

 

Por su parte y unos cuántos días antes, los funerales de Amanda y Roman se habían llevado a cabo con total discreción, con uno que otro miembro diplomático, algunos políticos y sus familiares más cercanos. En el caso del viejo Jones, solo habían asistido sus dos hijos (gemelos) con sus respectivas tenidas tanto de la armada como la fuerza militar estadounidense; la ceremonia había cautivado la emoción de los presentes, con un protocolo digno de su estirpe, bandera sobre el ataúd y unos cuántos sorbetes de nariz cuando comenzaba el descenso de los seres queridos.

 

Un alto en pleno Brodway detuvo al vehículo que encabezaba la misión.

 

-Tenemos ordenes...- dijo el tipo que bajaba el vidrio del blindado mientas extendía un documento firmado por altas autoridades muggles.

 

-¿Hacia dónde se dirigen?- cuestionó el recluta, mientras intercambiaba miradas con otro de su clase quien le asentía a lo lejos.

 

-Al 223 Edificio Woolworth...

 

El resto no se oyó bien, pues unos cuatro helicópteros de guerra sobrevolaron la zona en la misma dirección a la que se dirigían el grupo de vehículos blindados.

 

-Adelante, pueden seguir.

 

-Gracias hijo...- comentó el tipo, mientras tomaba su hoja de vuelta con un timbre de agua y daba dos golpes a la puerta con el brazo que sacaba por la ventana.

 

No pasarían ni cinco minutos para cuando las fuerzas especiales allanarían uno de los lugares más emblemáticos del mundo mágico, El Magicongreso Único de la Sociedad Americana. Las fuerzas eran hostiles y no iban con la intención de negociar. Arremeterían por los tejados, por tierra, ¡de sorpresa y sin previo aviso!. Sin obviar que las armas que manejaban, contenían el suero antimagia.

 

El golpe para la sociedad de brujas y magos sería a escala mundial, coordinado y sin infiltrados... ¿Cómo escaparían de ello?

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Mientras se ponía de pié observó que las astillas de la mesa que había hecho trizas se dirigían hacia él, este nuevamente se dejó caer al suelo intentando esquivar las astillas y rodó hacia la bruja que se acercó a los cadáveres de aquellos muggles.

 

Se puso finalmente de pié con algo de dificultad pisando uno de los cristales en el trayecto y observando que la bruja se había percatado de aquél sonido.

 

-Gracias por habilitar nuestra salida, desmaius- murmuró apuntándole con la varita. Observó que había roto su falda e intentó desviar la mirada hacia los cadáveres, la dama era tan hermosa como letal. Lo mejor sería llevar los cadáveres a la tumba de los Riddle y ver si su jefa aún seguía allí. También llevaría a la rubia, debía saber quién demonios era y a quién o quienes respondía.

 

Se acercó a la bruja para tomarla de la muñeca y desaparecer rápidamente de allí.

 

 

--- Shelle ---

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Si el mundo se derrumbaba, ella estaba lista para dar pelea hasta el último minuto, apenas podía entender las pacíficas intenciones de su padre cuando el mundo muggle respondía con fuego ante la existencia de la magia.

 

Claire, su experimento, su obscurial, sería el arma que la Gryffindor usaría en esa guerra y solo se lo había revelado a la lugarteniente de La Marca Tenebrosa @@Sybilla Macnair, mas no podía confiarle ese secreto a su padre, bien sabía cómo pensaba el viejo auror y una obscurial creada por su propia hija sería un golpe directo a su blando corazón.

 

-El inquisidor también me preocupa pero presiento que ha influido en la decisión del OTAN, dudo que esta persona sea muggle y supongo que tu también lo presientes- se puso de pié dejando su vaso ya vacío sobre la mesa -iré a la Confederación Internacional de Magia en Suiza, veré cómo responden los representantes mágicos y con suerte se pondrán de acuerdo para encontrar una solución, solo espero que busquen una unidad y no terminen debilitando fuerzas con luchas internas. Será en dos días, quizás deberías ir por si las cosas se salen de control, en especial con Potter Blue como representante inglesa, se sabe que su mandato no es bien aceptado por importantes mandatarios como Escocia, Francia, Alemania que a su vez aún apoyan a Yaxley.

 

Al igual que yo, pensó.

 

Un destello de luz empuñó sobre su ojo izquierdo, la bruja pestañeó y extendió su mano para cubrir aquel pequeño y molesto rayo de sol. Logró ver por el vidrio una lechuza que cruzaba el jardín y desaparecía en el marco de la ventana.

-Será mejor que me marche padre, tengo mucho que hacer en la editorial antes de ir a Suiza ¿hay algo que necesites antes de que me vaya?

Lo contempló un momento, su mirada cansada, aquellos blanquecinos mechones que decoraban su cabello, y esa maldita herida en el pecho que provocaba que su padre aún gimiera de dolor.[justify]

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con Eros Triviani en Nantucket, Massachusetts


No pudo evitar sentirse est****a esa breve fracción de segundos que pasaron desde que escuchó el sonido de los cristales rotos hasta que el rayo la impactó. Siempre había sido una impulsiva y la Black se lo había recriminado más de una vez. Asegura tu objetivo Brower, no dejes cabos sueltos que puedan hacer que te eliminen. En cierta forma, al ser una de las más jóvenes del grupo había dejado que su adolescencia la dominara, su confianza en sí misma, sus capacidades como bruja y luego de ser transformada un tiempo fue su fuerza como neófita. Pero de ello hacía ya varios años, si no un siglo y ahora pagaba las consecuencias de su confianza en sí misma.

 

Antes de que Tessa cayera desmayada, había intentado detener el rayo pero había optado por hacer un corpus patronus que apenas había podido murmurar, de su varita se habían desprendido algunos hilos plateados y el jilguero que finalmente formaron salió volando antes de que el mago pudiera hacer algo para impedirlo. Solo que no llevaba mensaje, sus compañeras solo sabrían que algo había ocurrido con ella y no que en ese momento el danés la había tomado del brazo desapareciendo con ella y los cuerpos de los muggles dejando semi destruído el refugio en Nantucket rumbo a un lugar desconocido para el clan Akane.

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Editado por Scarlet Akane
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Gatiux comenzó a respirar más deprisa. El espacio del camión en el que iban montados le estaba pareciendo enano, aunque era bastante espacioso. Comenzó a sudar por puro nerviosismo, aunque si le preguntaban lo achacaría a la mala ventilación del vehículo. Tenía recuerdos que no le había contado a nadie demasiado recientes. No podía acabar entre rejas otra vez. Se estaba ahogando, ¿por qué nadie la socorría? Que Orión estuviera a su lado la tranquilizaba, pero no mucho, sentía las pulsaciones en el oído.

Mentalmente pulsó algunas teclas, recordándose que ya había estado en aprietos anteriormente y que si tenía magia todo iría bien. Sólo tenía que acordarse de alguno de los hechizos que llevaba años sin utilizar, o uno de esos que venían en los libros caros que compró en el Magic Mall. Mataría a alguien del camión, parecería que le estaba dando un ataque al corazón al conductor o al copiloto, la confusión creada les proporcionaría el tiempo necesario para escapara ellos dos.

¿Cómo era aquel hechizo? Cerilla... Cicuta... Empezaba por C. Cisne, Cienaga. No, no, ay, ¿como era?»)

Como se encontraba mirando hacia abajo intentando hacer memoria, percibió que Orión giraba el oido que protegía la conversación. Al alzar la cabeza se encontró con sus ojos azules. Al mismo tiempo que le apretaba la mano le agradecía la confianza. Ella asintió a sus palabras. Habían ganado tiempo al no oponer resistencia cuando les pusieron la Manor en bandeja, ahora dependía de ellos crear la distracción para escapar de allí donde les llevaran.

- Me gustaría salir de aquí por las buenas -dijo la Malfoy llevándose la mano a los labios- pero si la cosa se tuerce...

Montar un espectáculo masacrando a cientos de civiles no era su plan ideal de un martes por la manaña, pero a ella no le importaba lo más mínimo aquel puñado de desconocidos. Sólo salvar su propio pellejo y el del hombre que la acompañaba. Podría materializar la varita con un movimiento y llevarse por delante a todos aquellos que decidieron que sería una buena idea transportar a una bruja no muy equilibrada, por muchas armas que portaran aquellos muggles.

Una vez bajaron del camión la banshee pudo respirar con normalidad. Condujeron a Orión y a Gatiux a una carpa grande de la que no dejaba de entrar y salir gente. Una mujer se presentó como Oficial Gutierrez, parecía estar al mando del operativo que les había llevado hasta allí. Le ofrecieron nuevamente bebidas, y por ese motivo Gatiux también comenzó a sospechar. ¿Y si se habían hecho con Veritaserum? ¿Les interrogarían tras ofrecerles "inocentes" vasos de agua o zumo?

- No gracias, no tengo sed.

La Oficial informó alegremente que les habían expropiado la casa, como si Inglaterra fuera algún país tercermundista en el que la gente no tiene nada que decir respecto a lo que les pertenece. Según ella, la Yaxley ahora pertenecía al Estado Inglés. («Y un cuerno»). Ahora era Gatiux quien le repetía a la oficial la historia de que habían comprado la Yaxley a Sagitas, en una subasta que se celebró semanas atrás. Ella asintió y sacó unas fotos de varitas que extendió sobre una mesa.

-¿Qué se suponen que hacen con estas maderas, señora? -dijo Gatiux mirando por encima las fotos sin mucho interés- Parecen pinceles de maquillaje, sólo le falta el pelo sintético de la punta.

De repente una voz como de «sonorus», proviniendo de fuera de la carpa.

«¡¡Están bajo supervisión y detención en nombre de la Organización de las naciones unidas. Se les advierte no utilizar magia, de lo contrario se abrirá fuego a discreción!! ¡¡Deben dejar sus varas de madera en el suelo y salir con la manos sobre la nuca!!...A la cuenta de diez... nueve... ocho...»

- ¿Qué dice de varas de madera? -preguntó Gatiux alzando la voz para hacerse oir por encima del griterío- Señora Gutierrez, nos han cacheado tres veces antes de venir aquí, no tenemos nada. No sabemos nada de esas varas de madera que buscan.

Llevar tantos años mintiendo tenía una ventaja: las mentiras salían solas. Los gestos adoptados por la mujer de cabellos violetas eran perfectos: los ojos desencajados y el mohín de la boca. Un mago no dejaría aquella cuenta atrás, pensaba la soldado, habrían reaccionado al oir los números. Siete. Aquellos dos no se estaban moviendo del sitio. Seis. La Oficial Gutierrez tragó saliva, mirando a Gatiux primero, y luego por encima de sus hombros, hacia la tela blanca de la carpa. Cinco. ¿Y si moría por nada? Cuatro. Si eran magos ya se debían de haber movido. La soldado pensó en sus hijos, que se quedarían huérfanos, y entonces primó su propio instinto de supervivencia. Tres.

- Alto. Alto. ¿Estais locos? ¿Quien ha dado la órden de abrir fuego? ¡¡Yo soy la que está al mando de este operativo!! -la Oficial Gutierrez salió a la entrada de la carpa- Este no es el procedimiento para unos sujetos civiles que no han opuesto resistencia. Ni han mostrado que puedan hacer magia.

Por un momento la cuenta atrás se detuvo. Los soldados que estaban más cerca de ella sudaban. Serían ellos los que tendrían que disparar a alguien con quien compartieron momentos de lealtad y camaradería. A la madre de un par de hijos pequeños. Alguno se estaba poniendo verde por la situación y vomitaría allí mismo.

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MINISTERIO DE MAGIA
Despacho de Dirección de Seguridad Mágica.

"Dudo que esta persona sea muggle y supongo que tu también lo presientes"

 

Había estado acomodando algunos pergaminos sobre mi escritorio mientras Shelle respondía a mi pregunta. Tenía algunos cuántos informes que terminar pero tenía que admitir que el Ministerio de Magia había flexibilizado completamente la parte burocrática. No tenía demasiado noción de porqué estaba ocurriendo eso. Tal vez Sagitas no lo necesitaba. O tal vez no tenía empleados a cargo que hicieran aquel trabajo. Sin embargo, en tiempos pasados estaba seguro que antes usaban como excusa los informes para que indeseables encontraran pistas. Mortífagos infiltrados que creían que iban a lograrlo.

 

No lo presiento. Lo sé —comenté a modo de cerrar con aquel tema, dejando aquellos papeles, deteniéndome por algunos instantes observando completamente sus deducciones.

 

Me gustaba la idea de escucharla, porque claramente que tenía otra visión y otro punto de vista. Era un poco más política que yo, le gustaba la idea de hablar de las diferencias entre paises, claramente. Pero tal vez mmi análisis iba al movimiento interno que se estaba generando. Cerré la boca y por algunos segundos no respiré. No respiré porque no quería acotar nada específicamente sobre el Inquisidor. ¿Tenía que ignorar aquella intención de contarle a mi propia hijas mis conclusiones? El Inqusidor estaba más cerca de lo que todos creían. Y si no se estaba dando cuenta de aquellos momentos, me estaba confirmando dos cosas: Dónde estaba trabajando el Inquisidor y dónde estaría.

 

Su aviso de retiro me servia para ponerme a trabajar de inmediato. Quité todo rastro de alguna señal en mi rostro, quitándole importancia de que necesitaba algo.

 

Claro que no, hija. Ya has hecho demasiado. El Ministerio necesita que entregue unos informes, tengo una reunión con el Winzengamot, debo revisar una alerta en la frontera norte y necesito hacer una cosa en la mansión. Asi que estoy seguro que podemos vernos luego de ésa reunión. ¿Te parece? Tú avisame igual si necesitas algo

 

Claramente que le dirigí una leve reverencia con la cabeza. Me acerqué a ella y le dediqué un cálido beso en su frente. Continuaba siendo mi pequeña hija. Era una de las personas que más contaba y confiaba en aquel momento. Su relación para conmigo me había motivado más de la cuenta y eso me alegraba. Esperé a que se fuera de la oficina, para cerrar mágicamente la puerta y desaparecer de allí.

 

Tenia algunas cosas que hacer antes de caer de sorpresa en Suiza, junto con algunos cuántos Aurores. Estaba todo casi listo.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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DEPARTAMENTO DEL WIZENGAMOT

 

—¿Qué diablos tiene que ver El Santo con todo esto?

 

Obvié las alusiones a la pérdida de Juliette, pero estaba segura de que él, a quien no se le escapaba ni el más mínimo de los detalles, había visto como la garganta se me hinchaba al pasar el mal trago. La extrañaba, era mi hermana, siempre lo sería, y ya no estaba. Pensar en ella me destrozaba el corazón y no teníamos tiempo para cosa semejante. Aaron parecía haberse tomado a su favor el hecho de que trabajase para Sagitas ahora, puesto que pareció saltarse ese detalle yendo directamente al grano, uno que para mi no tenía el más mínimo sentido pues todo se acercaba a tener una conexión y a su vez distaba de ella.

 

Hasta que la silueta de aquel hombre me miró por sobre su hombro, me sonrió de forma macabra y me dio la espalda.

 

Abrí los ojos como platos, metí la mano en el bolsillo de mi abrigo y saqué un pequeño papel arrugado, con las puntas destrozadas y una que otra pelusa enganchada. Se lo tendí a Black, no dejé de mirarlo un solo segundo, más blanca de lo normal, anonadada por el vuelco que acababa de presenciar, como si éste tuviese lugar en mi estómago y me diese ganas de vomitar. La nota albergaba un breve mensaje:

"El Inquisidor atacará todo Londres.

Sabes que aun no se recuperan de la última batalla.

Ha conseguido la llave para apagar su magia"

Había sido un loco, alguien con los ojos desorbitados a quien no presté demasiada atención. Esa mañana llegando a la sede de la ONU me abordó, chocó contra mi haciéndome trastrabillar, casi tiro el café que llevaba en la zurda. Me había tomado por el hombro gritando a viva voz que yo era Lugarteniente de La Marca Tenebrosa, me aparté de él, recordaba haberle dado tal empujón que sí terminó en el suelo, por un instante me sentí mal ,pero a diferencia de algunos compañeros, aun no estaba preparada para darme a conocer y no por esconder mis ideales, sino por proteger a la familia —una familia ligada al Señor Tenebroso desde mucho antes que Pik existiera— así que intenté ayudarlo a pararse.

 

—Un hombre me lo dio esta mañana, Aaron, no te puedo decir que es exactamente el sujeto que me acabas de enseñar, pero se parecía demasiado... ¿El Santo tiene más de un hermano?

 

Titubeé, a su lado no temía, sola tampoco debería, me había convertido en una bruja poderosa, más todos los conocimientos del mundo habían sido obsoletos ante los sorpresivos ataques anteriores.

 

—¿Crees que este sujeto haya trabajado para el Wizengamot? podría buscar algún archivo de su deceso u ocupación en vida como Directora de El Profeta, si quieres, pero ya vámonos de aquí, este sitio es tétrico.

 

Me acerqué, puse una mano en su pecho. De pronto el cabello de la nuca se me erizó como si en las entrañas presintiera algo malo. Y en un sitio apartado de donde estábamos entonces, en la sede de La ONU, donde ambos estuvimos minutos atrás, una bomba provocó la muerte de funcionarios y políticos así como de transeúntes. Mi bipper sonó ¡Emergencia! me llevé la misma mano con que toqué al hombre al cuello, las urgencias imprevistas me asfixiaban hasta que las neuronas reaccionaban.

 

—Aaron... han hecho volar La ONU. Susurré

 

El mundo se había puesto de cabeza.

 

@ @ @@Nate Weasley

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Y sí, un evento como el destape del estatuto secreto iba a causar ese tipo de discrepancias hasta en las organizaciones más altas como lo eran los ejércitos nacionales. Era la oficial intentando calmar una nueva formación de tipos y tipas armadas hasta los dientes, esperando la orden para abrir fuego. De pronto la oficial salió a parar cualquier intento de acribillar a los dos mortífagos de la carpa.

 

La nieve comenzó a caer, como si le importara un bledo todo lo que estuviera sucediendo en la explanada.

 

Orión aprovechó la pequeña pausa y dio un vistazo rápido a la carpa. Los instrumentos de medición seguían titilando con cierta cadencia. Impresoras escupían papeles de vez en cuando, algunos terminaban en el suelo. Habían quedado sin custodia. Nuevamente, se hizo de la situación: se llevó el índice a los labios para guardar silencio y de a poco se levantó para recuperar esos documentos. Levantó las cejas y le acercó el papeleo a Gatiux.

 

- Mira, aparentemente lograron quitarle la magia a la gente

 

Tenía activado el anillo, obviamente, no era tan est****o. Y ese tema obligaba a romper el pacto silencioso entre la pareja. El papel contenía los nombres de un montón de gente desconocida y códigos de protocolos. Sin embargo, el título llamaba bastante la atención Desarrollo del antígeno mágico por Genetics Corpration Ltd. El abstract del paper aclaraba cualquier duda. Claramente el documento iba para la oficial.

 

- ¿Qué crees que deberíamos hacer? Si escapamos ahora sospecharán y no recuperaremos la Manor… Enviarían más tropas a buscarnos. Pero cada minuto que nos quedamos nos arriesgamos a un paso en falso.

 

Sabía que Gatiux recién volvía de viaje. Al igual que él, ansiaba un poco de paz: salir de compras por Diagón y compartir una taza de café, dormir la siesta como gata y oso frente la chimenea, robar un collar de una casa de joyas internacional… Ya saben, salidas bellas de pareja. También era consciente que este tipo de decisiones tenían alto riesgo… pero altos beneficios. Intentó levantarle el ánimo. Se trasladó de un lado de la mesa, donde le estaba indicando la información más importante del documento, a detrás de la silla de la Malfoy. Sus manos se posaron en sus hombros y lentamente se fueron deslizando por su torso hasta que Orión apoyó su mentón en los trapecios de Gatiux.

 

- Piénsalo como una aventura. En caso que ya no quieras… con un chasqueo volveríamos a la Fortaleza. La Manor no es importante –lo último que susurró le partió un poco el corazón, pero es que había una verdad absoluta-. Donde quieras que estés, ése será mi hogar. Guarda el documento, capaz nos sirva más adelante.

 

Escuchó voces provenientes de la puerta de la carpa. Al parecer la Oficial Gutierrez había llegado a un acuerdo con el capitán de la comitiva un tanto asesina. El mortífago se incorporó como si todo lo que hubieran hecho recién fuera lo más normal del mundo. Bueno, lo eran, los estaban acusando de algo… que sí, verdad y todo, pero con sus consecuencias.

 

- Mil… mil disculpas por lo ocasionado. Les hemos arreglado un hospedaje en Londres para que pasen unas semanas hasta que el gobierno les dé una solución a su problema… habitacional. Seguramente necesitaremos de su asistencia, de todas maneras, ¿conocen Scotland Yard?

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