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Edicto #2 sobre la Educación en las Escuelas Mágicas


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¡Cómo duele que tu propio hijo te trate como una extraña, hablándote de usted, como si una desconocida estuviera delante de él! Sí, tal vez me había convertido en eso, en una desconocida ante sus ojos. Me lo había buscado yo misma. Eso es lo que había conseguido con mis cambios sin consultar, con mis edictos inconcebibles para él y para el resto de la familia, para mis actuaciones sin explicaciones...

Sin embargo, de ésto no me arrepentía. No podía ni quería cambiar ni una coma de lo escrito y no podía  cambiar lo que sucedería, así que sólo podía cambiar mi actitud ante mi hijo e intentar traerlo a mi terreno, algo que iba a resultar muy difícil si seguía sin mirarme a los ojos y tratándome de usted. Lamentaba que lo sucedido hubiera ocurrido ante los ojos de dos extraños. A @ Mael Blackfyre  seguro que no le importaba mucho, esos problemas familiares parecían no afectar su aura, pero... ¿Y la señorita Gryffindor? Casi ni les vi salir, intentando luchar por mantener el rostro impasible ante el dolor que subía y subía y se quedaba como un nudo en la garganta. Ni adiós les dije. Tal vez es así como se comporta una Ministra, sin saludar ni decir más palabras de las necesarias, sin mostrar en público lo mal que se siente ante el final inesperado de una reunión. @ Matt Blackner  se había ido también sin decirle adiós. ¿Estaría condenada a no mantener la palabra nunca más con mi hijo?

No sé cuánto tiempo estuve con un pergamino en la mano, sin leerlo, con la mente bloqueada en un gris perla ante todos, con los pensamientos en visiones de muerte y ceniza que sobrevolaban Ottery, repitiéndolos una y otra vez como si así pudiera encontrar una solución. Una voz me hizo parpadear tan rápidamente, obligándome a volver a la realidad, que la luz del despacho me hizo daño en los ojos.

-- ¡Demonios desdentados! ¿Qué suc...?

No acabé la frase, la mujer hablaba tan seguido y pronunció un nombre que me dejó paralizada en mi sillón.

-- ¿La viuda de Elvis Gryff... ffindor? -- Su nombre se me había atragantado en la garganta y el dolor que sentía cambió. Mi primo siempre había sido fiel y leal, grande, un gran amigo confiable... Su muerte había sido un golpe duro para mí, pero... ¿Conocía a su esposa? ¿Cómo es que le quisiera tanto y conociera tan poco de la familia de mi primo? La tenía vista, sí, pero... ¿La conocía? @ Annick McKinnon , su fisonomía me sonaba... Para mi sorpresa, mi querida cuñada Cye estaba con ellos ( @ Ela Karoline )

Habían entrado sin visita y en presencia del recién nombrado Director del Departamento de Educación Mágica, Mael Blackfyre. ¿Él también era Gryffindor? Creo que no había estado muy pendiente de la conversación, si me lo había dicho. Me levanté intentando mostrar dolor, sí, pero no tanto del que realmente sentía. Mis sentimientos eran encontrados en aquel momento. Estaba muy feliz por ver a Cye. Supongo que el hecho que ella acompañara a los dos, hizo que no llamara a Seguridad por allanamiento o algo así. Debía de ser importante si los tres venían juntos.

-- Es una pena conocernos en estos momentos, Sra. Gryffindor. Mi primo... Su marido siempre insistía en que fuera a la mansión a conocer a usted y sus hijas, pero... Ya sabe, un día por otro... Pero siéntense, por favor... No debe de estar de pie en estas circunstancias.

Les señalé un sofacito cómodo y amplio en el lateral del despacho, donde podrían sentarse los tres, y me senté enfrente de ellos, sin la barrera incómoda del escritorio. Escuché toda su queja y acallé un gemido. Me froté la rodilla (de forma disimulada) que estaba encima de la otra, pues había puesto las rodillas en una postura cruzada, tal como me habían enseñado los de protocolo para atender en las reuniones o salir en fotos, pero aquella postura era ridícula y falsa y no mostraba la sensación de rabia que sentía por dentro.

-- Sra. Gryffindor, ante todo, mis disculpas por no haber podido impedir la muerte de Elvis. Era mi primo, uno de los pocos en los que confiaba últimamente. -- Apreté los dientes para frenar más cosas que salían a flote y que no era el momento ni la compañía para soltarlos. -- También por no haber presentado mis respetos con anterioridad, por no haber acudido a su mansión a... despedirle.

No podía, no había podido. En realidad, me negaba a eso, a dejarle marchar. Reprimía continuamente las ganas de volverlo a la vida, ya fuera con mis conocimientos como Nigromante como con los hechizos ocultos y oscuros que conocía cada vez mejor para traerlo del Más Allá. Sin embargo, no lo hacía. Sería violar su memoria.

-- No puedo decirle mucho, excepto que estamos investigando lo sucedido. Elvis murió en un ataque mortífago. Hemos conseguido saber el nombre del autor material, o al menos, el que usa dentro de ese bando..., de esa organización, mejor dicho. Pero es difícil dar con él. Fue un asesinato y, tenga por seguro, que no pararé ni escatimaré esfuerzos en acabar con ese... hombre.

¿Cómo es que obedecía a Aaron Black en el bando, como líder, pero deseaba su muerte y mi venganza por varias cosas, entre ellas, la muerte de Elvis? Es curioso como se puede pertenecer a un bando y, sin embargo, querer hacer desaparecer a quien lo dirige. Esto hubiera sido impensable de la Sagitas de hacía seis meses...

-- Annick, ¿puedo llamarla así? Estoy terriblemente conmocionada con la muerte de mi primo, pero las noticias son algo ambiguas. Un enfrentamiento de esos bandos que asolan el pueblo, él era Auror a mi cargo, me defendía y ponía en orden todo lo que a mi protección se refería. Haré todo lo que pueda, como Ministra y como hechicera, de forma oficial y de forma oficiosa. Así que si tiene noticias o necesita algo, aquí estoy. Fue mi primo y quisiera conservar ese víncul0 con la familia Gryffindor, si usted me lo permite.

Me eché hacia atrás, para recostarme ligeramente en el silloncito y relajar un poco mi postura estirada. Fue cuando fijé la mirada en Cye y le saludé. Creo que ahora no sería tan de mala educación, después de haber dicho todo eso a la viuda de mi primo.

-- ¡Ay, Cye! Es un placer que hayas vuelto, aunque sea para este caso tan funesto. ¿Has podido acudir al funeral del primo Elvis? A mí me gustaría ir, pero me he prometido no acudir a su presencia hasta poderle decir que me he vengado de su asesino.

Intenté no llorar, la pena de Elvis y la alegría de Cye se mezclaban y esos dos sentimientos juntos me alteraban por dentro, como si pelearan entre ellos por sobresalir uno sobre otro. Era una alteración de sensaciones que me hacía endeble. Y no quería llorar delante de nadie. Tal vez de Cye y a solas, si se permitía quedarse conmigo a solas en algún momento.

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Departamento de Accidentes. Despacho de dirección.

 

Había logrado sentarme en mi sillón, acomodándome como buenamente podía, sujetando el codo roto contra el cuerpo para evitar moverlo todo lo posible. Con un gruñido, acabé recostándome en el sillón, subiendo los pies sobre mi escritorio. Permanecí unos minutos con los ojos cerrados, en penumbra. A quién le iba a importar mi falta de protocolo?

 

Al fin y al cabo, era el director de un departamento fantasma. No tenía empleados, nadie quería estar en accidentes y tampoco tenía trabajo que ofrecer...tal vez eso era lo mejor. 

 

Pero ni a solas, a oscuras, podía dejar de pensar en todo lo que había pasado. La forma que Sagitas había elegido para atacar y aterrorizar tanto a muggles como a magos era....brutal. No estaba bien dejarlo asi, sin protección, pero Sagitas había dado una orden clara, en más de una ocasión, y estaba seguro de que estaría pendiente de mi, al menos hasta que el revuelo del ataque pasara para asegurarse de que no reparaba la estación, y que no mandaba a nadie a hacerlo (a quién? al fin y al cabo, no tenía accidentosos que mandar)

 

Maldita sea! por qué se empeñaba en aquellos edictos? estaba conduciéndonos a problemas importantes, y se estaba poniendo constantemente en peligro. Hasta cuando la mantendrían a salvo esos aurores? No confiaba en ellos, pero Sagitas me rechazaba constantemente.

 

En esos momentos echaba de menos a la familia. Últimamente lo único que podía hacer era sentarme en mi silla a recordar tiempos mejores, en los que Sagitas me regañaba por poner los pies sobre la mesa y mi falta de orden con el papeleo, con Hayame y Amya corriendo aquí y allá ordenando y desordenando con sus locuras, arrastrando a la pobre Xell, incapaz de negarse a lo que pedían, y con Helike rondando aquí y allá, escondiéndonos como críos para que mi madre no nos pillara....

 

Pensar en eso me hizo abrir los ojos y dirigir la mirada hacia la puerta. Al otro lado solo había un departamento a oscuras, totalmente silencioso.            

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Bien, creo que era hora de hacer intermediario en la familia. Para nada era acertado tener a la familia dividida y mas en esta situacion. O sea, yo apenas formaba ya parte de esta despues de los sucesos con Perenela, cuando mas una visita a ver a SJ bajo supervision de la ballesta de Sagitas. Y claro, aun seguia en el Ministerio porque por ahora le hacia falta a Sagitas. Asi que previendo que algo mas alla sucediese y pensando en la pelivioleta lo mejor era preparar a @ Matt Blackner . Como buen hombre que era parecia ver las cosas en blanco y negro y no disfrutar de los matices. Supongo que ahi Helike no hizo su parte. Asi sali de mi oficina..mientras por mi lado pasaba algunas personas que no era eran habituales. Me rasque la cabeza y segui..para tomar el elevador e ir a Accidentes.

No demore mucho pero al llegar vi a Matt en la puerta. Me rasque la cabeza mientras me ponia frente a el. Supongo que era un clasico gesto de inseguridad y cierta incomodidad, pero la charla habia que tenerla.

-Podemos hablar Matt.

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Al escuchar pasos por le departamento me enderecé de golpe en mi silla, alerta. En los últimos tiempos, allí no había nunca nadie, asi que no podían escucharse pasos. El problema fue que, al tratar de erguirme el codo dio un latigazo, lo que me cortó la respiración mientras apoyaba el puño cerrado contra la mesa, soportando el dolor. La maldita poción podría comenzar a hacer efecto....aunque igualmente sería un proceso doloroso, podría terminar pronto.

 

Lo que me sorprendió fue que @ Sean -Ojo Loco- Linmer  abriera la puerta. Que haría por aquí? Últimamente no se separaba del despacho de la Ministra, ya qeu era quien manejaba los hilos como su mano derecha. Alcé la ceja, mirándolo un momento. Lo sentía incómodo, y en su cara se reflejaba cierta preocupación. Tal vez fuera aquello lo que le había empujado a hablar conmigo.

 

Eso, o que mi madre le mandaba a despedirme.

 

Le ofrecí una silla vacía para que se sentara, al otro lado de la mesa. Prefería no levantarme para intentar mantener el brazo inmóvil, asi que volví a recostarme en el asiento del sillón, girándome para quedar frente a él.

- Que se le ofrece al secretario de la Ministra? Si quieres que repare King Cross, ya he recibido órdenes explícitas para no hacer nada.

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Cye guardo silencio, mientras escuchaba las palabras de @ Annick McKinnon ,  sus requerimientos apenas justos eran expuestos de forma clara y aparentemente serena, la Lockhart admiro el aplomo y la dignidad de su postura, se solidarizo con la pérdida de su esposo,  un sentimiento que conocía bien en carne propia, y se sentó junto al la bruja dejando a Mael al otro lado de la viuda, como si ambos estuvieran allí para servir de apoyo aunque ella no hubiera venido con ellos.

Miro a la bruja al frente de ellos, @ Sagitas Potter Blue ,  si,  pero esa ropa, esos modales, las piernas elegante y formalmente cruzadas, frunció el ceño,  esta no le gustaba, no era a la cuñada y amiga que esperaba abrazar, con la que tenia ganas de charlar y tomar té, pero quizás fuera la causa de la llamada de Harpo, así que se propuso mantener la mente abierta y no juzgar, al menos a este respecto.

La ministra decía estar haciendo las pesquisas necesarias  pero Cye solo pensaba ¿El tío Elvis muerto? no podía dar crédito al semejante noticia, era imposible ¿Cuándo?  ¿Cómo? ¿Porqué? era como sentir que un agujero negro se la iba tragando,  arrastrándola con fuerza, y solo una fuerza igual de poderosa pudo detener y cerrar el agujero,  la necesidad de conocer al culpable,  el odio aun no enfocado aunque poco noble, según la naturaleza de la rubia.

Sus orbes casi se volvieron blanquecinas, debido a las emociones que la gobernaban en ese instante y su garganta formuló la pregunta en forma audible -¿Quién lo hizo?- quería un nombre, unos ojos a los que mirar,  un cuerpo al que torturar… no, lo último no encajaba con la Cye que todos conocían, pero había perdido tanto en los últimos años, que quizás no estaba dispuesta a perder más.

-Hola Sagitas,  yo venia a hablar contigo- dijo la rubia quedamente -Yo no sabía nada de la muerte del tío Elvis... así que no, no he asistido al funeral- se volvió hacia Annick y poso su mano en la muñeca de la bruja susurrando un sincero y doloroso -Lo siento-.

 

Editado por Ela Karoline
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(Flash back: A escondidas, me reuní con la Ministra de Francia)

Mientras esperaba en aquel lugar de música estrepitosa que destrozaban mis oídos, me pregunté el motivo por el cual @ Ada Camille Dumbledore  me había citado allá en vez de seguir los cauces diplomáticos. Sabía que la representante francesa era la embajadora @ Helene Eloise Bellerose , así que supuse que aquel sería un encuentro informal que, en un momento dado, podríamos disfrazar de mera reunión familiar entre tía y sobrina en un asueto bien merecido tras días duros en ambos ministerios.

El "Dumbledore’s Nigth" era un lugar muy atractivo, pero los nervios me podían. Creo que hubiera destrozado la barra con las uñas si la voz suave de Ada no me hubiera detenido. Me giré con la sonrisa en la boca, la que había aprendido a usar en mi posición social, pero enseguida la cambié por una de asombro al verla con aquel vestido tan elegante.

-- ¡Diosa Madre, querida Ada! Tú siempre tan elegante. Me tendrás que dar el nombre de tu modisto para que me haga algún modelito exclusivo. ¡Estás divina! -- No era un halago diplomático sino verdadera alegría por ver que ella siempre aparecía elegante con cosas que a mí me harían parecer un adefesio. -- Claro, yo te sigo.

Vi que pedía bebida y nos dirigíamos a un privée del negocio. Aunque la música estaba muy fuerte y la luz era mareante, me dio algo de pena. Era un lugar hermoso y concurrido que tendría que visitar otro día en la que realmente quisiera divertirme un poco, para salir de la rutina.

Cuando cerró la puerta, lancé un suspiro de alivio. Había tomado sus precauciones para hablar conmigo, con hechizos adicionales. Me senté y pasé de composturas elegantes, poniéndome en el borde la silla, los tobillos cruzados y los zapatos sacados por debajo de la mesa para que pudiera ponérmelos al instante si los necesitaba. Puse los codos encima de la mesa y acabé estirando los brazos para agarrar el borde opuesto, mientras bajaba la frente hasta la madera. Sí, era un gesto más derrotista que no debiera nunca mostrar en público.

-- Estoy agotada, Ada. Nadie me dijo que gobernar un país cansara tanto, física y psíquicamente. ¿Cómo tú lo aguantas con ese temple tan elegante siempre?

Miré la bebida. No entendía ni papa de vinos elegantes ni de champagnes espumosos ni de nada de alcohol. Sólo sabía que, ahora mismo, necesitaba una copa.

 

 

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Me quedé un poco sorprendida ante la actitud de @ Ela Karoline . Era ella, sin dudarlo, pero me tenía recelo. Sí, lo sentía, con ese sentido que tenemos desarrollado las sacerdotisas, aunque ahora estuviéramos tan alejadas en un punto de inflexión que casi me costaba reconocerla. Además, aquello que nos había mantenido siempre al tanto la una de la otra, sentirnos, hasta casi hablarnos con la mirada, parecía haber desaparecido. ¿Era ella o era yo? Yo, por supuesto, mi cambio había sido demasiado grande durante su ausencia que me costaba recordar aquella chispa en la que nos encontrábamos y nos reconocíamos como grandes amigas. ¿Iba a ser así siempre? Me agarré como pude a ese pequeño resquicio de autorreconocimiento mutuo para no perderme ni perderla. Cye era muy importante para mí y no quería que eso quedara en el olvido del presente nada agradable que nos reunía.

Su pregunta era difícil de contestar. Con Annick, la viuda de mi primo, había sido más fácil mostrarme algo ambigua, sin inmiscuir a nadie. Sin embargo, Cye, con sus ojos penetrantes y llorosos fijos en mí, me sacó más información de la que hubiera estado dispuesta a confesar en ningún momento. 

-- Se esconde bajo el nombre de Caelum y milita en la organización criminal de La Marca -- le dije, antes de darme cuenta que no sabía si ninguno de los presentes podría ser o no miembro del mismo bando que yo; tal vez le sonara a traición. No me importó. Mi voz se hizo más dura y cínica al proseguir: -- No conozco quién está bajo esa máscara, cuñadita, pero te juro que será un placer dar con él y acabar con su vida al igual que él acabó con la del primo Elvis.

Sí, era una amenaza clara que no me importaba decir en voz alta. Al fin y al cabo, se la había dicho al mismo Aaron días atrás cuando él se había jactado de haber sido el asesino de Elvis Gryffindor por el mero hecho de ser un fenixiano. No se lo perdonaría nunca, no olvido, soy una gran rencorosa y odiaba ya de antes a Aaron Black Yaxley desde que era el Primer Ministro, puesto que le había quitado yo a elección popular. El tono casi inaudible de Cye al hacerme la pregunta me demostró que ella pensaba como yo. Entonces, ¿qué nos diferenciaba, en realidad? Éramos las misma, dispuesta a tomar acción en contra de los que mataban sin fundamento, a quienes tocaban a nuestra familia.

Le sonreí de nuevo. Me hubiera gustado darle la mano, pero mantuve aquella postura formal e hierática en la silla, que me impedía mostrarme con la naturalidad que hubiera pretendido.

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-Venga Matt...dejas esas normas protocolares. eso es para desconocidos. Somos o fuimos familia...pero ante todo fuimos accidentosos. Así que al diablo el protocolo. -dije acercándome a la silla que me ofrecía y ante esas palabras que parecía decir una maquina y no un ser de carne y hueso. Que decir ya me había acostumbrado a que frente a mi se desataran emociones...o me adoraban o me querían clavar una estaca...y eso que no era vampiro o lanzar algo por la cabeza.

Instantes después si tome asiento y vi a un desmadejado Matt, era raro verlo así, como cachorro apaleado en una esquina de un cuarto oscuro. Vez...eso era algo que había que cambiar. Tal vez invitarlo a una noche de farras para desahogarnos....o mejor. Si, el departamento ya no era como el departamento de antaño....de hecho estábamos mas solos que la una...así que porque no armar una hoy.

-Si..si..King Kroos ahora no importa mucho. -sin mas saque la varita...la gire y apareció una buena botella de bebida...y unas copas que se llenaron al instante.-Pero me preocupas tu. Puede que no te gusten como Sagitas este manejando las cosas...y lo entiendo. Pero nunca he visto a esa vieja bruja dar puntada sin hilo, así que sus razones tendrá. O sea eso de crear caos por amar el simple caos es mas mi estilo...y te juro que aun no le he lanzado un imperius. -bebí un sorbo de la bebida y le sonreí ante la ¨broma del caos¨ pero continué- A lo mejor estas enterado de que Perenela y yo....bueno ya no somos un nosotros. Por lo que y teniendo en cuenta el factor rencor de tu madre...es probable que en algún momento me despida. Y Sagitas es bruja familiar....y ahí te necesitara a ti....aunque sea para hacer el trabajo sucio. Tu eres un pilar fuerte para ella y creo que verte así a cada rato....pues no creo que le baje el estrés y la ansiedad. Lo que creo la vuelve mas caótica. 

Termine la primera copa y seguí. 

-Si quieres puedo darte mas detalles del cuadro general de como están las cosas...puede que así veas que no son tan descabelladas las acciones de tu madre desde mi punto de vista. Y solo te pido que uses el poder de ser su hijo, para que el ayudes a conducir esta nave a puerto seguro. Y que la familia siga unida.

Bueno...básicamente esto era lo que tenia en mente para iniciar las cosas. Estaba siendo totalmente franco....jugando a este juego de la politica que cambiaba a cada segundo, pues ni yo lo sabia. Lo cierto es que sola....sin dudas Sagitas podría ser peor.

@ Matt Blackner

Editado por Sean -Ojo Loco- Linmer

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Observé como @ Sean -Ojo Loco- Linmer  tomaba asiento frente a mi, apelando a nuestros lazos familiares y accidentosos. De nuevo, ahí estaban, los viejos y buenos tiempos. "Una vez Accidentoso, siempre Accidentoso" era lo que siempre habíamos dicho en el departamento. Lo miré en silencio, confirmando qeu realmente parecía preocupado. A lo mejor el estrés comenzaba a ganarle la batalla, o tal vez, sus desventuras con mi hermana (y seguro, mi madre) también tenían algo que ver en el cambio que percibía en él.

 

No tuve qeu mirar para identificar que, lo qeu acababa de aparecer sobre el escritorio eran una botella y dos vasos llenos. El olor resultaba inconfundible, y eso me llevó a una pequeña sensación de vacío qeu ya conocía y trataba de evitar. Fue un simple "me preocupas tu" que no esperaba oir, lo qeu me hizo mirarle a los ojos, siendo yo ahora el sorprendido. Intentaba justificar las acciones de Sagitas apelando a su razón, soltando una pequeña broma qeu me hizo sonreir ligeramente. 

- Si, algo he oido en casa. - de rebote, había escuchado como Sagitas hablaba con Perenela en la Potter Black. Más o menos había deducido lo qeu pasaba, porque realmente no lo sabía a ciencia cierta. Supongo qeu ninguno de los dos tenía el mejor de los matrimonios.

 

Sean temía el despido de Sagitas en cualquier momento por su ruptura con Perenela. Para él, en ese momento Sagitas iba a necesitarme, para el trabajo sucio, o para apoyarla. Bajé la mirada, fijándome en el líquido que bailaba en el interior del vaso que yo no había tocado. Su teoría era que nuestros constantes choques y verme asi no ayudaba a Sagitas, ni a bajar su estrés ni a calmar su ansiedad. 

 

Me ofrecía la información qeu tenía para que pudiera ayudar a Sagitas a mantenerse firme, a seguir gobernando el país y a mantener a la familia unida. Eran muchas cosas que, ahora, no veía como podía hacer. 

- Como puedo ayudarla si hace meses qeu decidió apartarme de su lado? - pregunté, mirándole otra vez. En ese momento, volví a notar el dolor en el brazo, seguido del chasquido de los huesos del codo. Menos mal...la poción comenzaba a hacer efecto. - Dime lo que sabes. - pedí. Tal vez seguiría estampándome contra un muro, pero al menos, sabría que pasaba. 

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Para Annick fue un alivio que la Ministra no llamara a los de seguridad para hacerlos salir de su oficina después de tan irrespetuosa irrupción, y aunque había ido con esperanzas de encontrar algún tipo de apoyo (o al menos una mínima muestra de que a alguien le interesaba esclarecer la muerte de su esposo), le sorprendió el trato recibido; y pronto comprendió que Elvis había sido querido por muchas más personas de las que ella tenía conocimiento.

No tiene que disculparse por no haber podido impedir la muerte de Elvis, señora Ministra. Comprendo el sentimiento, porque yo misma lo he experimentado ―no pudo pasar por alto el hecho de escuchar que Sagitas se refería a Elvis como su primo, y se preguntó por qué nunca antes había fraternizado con la Potter Blue―. Agradezco sus palabras y su interés por indagar acerca de lo sucedido. Eso es lo que me trajo aquí a irrumpir en su oficina de esta manera tan descortés. Me disculpo por eso. Pero quiero... necesito respuestas. Y justicia...

La noche anterior, en su mente había preparado todo un discurso ante la posibilidad de encontrarse con un recibimiento y una respuesta negativa por parte del Ministerio; pero saber que la mismísima Ministra de Magia estaba preocupada por averiguar quién había asesinado a su esposo, la dejó momentáneamente sin saber qué decir, así que agradeció el breve momento en el que Sagitas y Cye intercambiaban algunas palabras.

Gracias, Cye ―dijo de corazón al recibir el pésame de la rubia. A la pelirroja le habría gustado agradecer con una sonrisa, pero aún le costaba trabajo hacerlo; sin embargo estaba segura de que Cye la comprendería, porque Annick aún recordaba que hacía años la Lockhart había padecido una pérdida similar―. Su muerte fue tan repentina y dolorosa que no tuvimos cabeza para enviar avisos sobre su funeral, así que me disculpo con ambas por la omisión. Pero sus cenizas reposan en el pequeño cementerio de la mansión Gryffindor. Pueden ir a despedirse o a visitarlo cuando quieran.

“Ir a visitarlo”. Aquella expresión sonaba tan extraña. Pero el día anterior ella misma había acudido al lugar donde la familia había acordado colocar las cenizas de Elvis, y había sentido que la esencia del mago aún estaba ahí. Quizá sólo era lo que su corazón deseaba porque lo extrañaba. No lo sabía.

Cuando Sagitas comenzó a responder la pregunta de Cye, el corazón de Annick dio un vuelco y se aceleró. Caelum. ¿Había escuchado ese seudónimo en los recuerdos de Luna y Sophia? No estaba segura, porque había olvidado varios detalles al obsesionarse con el nombre que había escuchado sin descanso durante y después del funeral de Elvis.

Yo sé quién es… ―murmuró la pelirroja luego de que Sagitas juró que sería un placer dar con el culpable―. Quiero decir, los Gryffindor sabemos quién se oculta bajo la máscara ―su voz tembló ligeramente.

¿El temblor era por miedo o por rabia? No estaba segura. Como tampoco sabía si lo que diría a continuación pondría en riesgo a algún Gryffindor o a ella misma, porque esa información podría llegar a oídos de los mortífagos.

Y no era que dudara de Sagitas ni de Cye ni de Mael, pero ¿y si ellos lo comentaban con alguien y la información se dispersaba hasta llegar a malos oídos? Después de todo, es imposible conocer la vida secreta de otras personas. Annick, que antaño había sido miembro de la Orden del Fénix, lo sabía muy bien. Sin embargo  la duda pronto se disipó. Quería justicia, y estaba dispuesta a arriesgarlo todo.

Quien se oculta bajo el seudónimo de Caelum es el señor Aaron Black...

El aire abandonó sus pulmones durante un momento al recordar la vívida imagen que había visto en el pensadero: el momento en el que el mortífago se quitaba la máscara para mostrar su rostro justo antes de lanzar la maldición asesina que le arrancaría la vida al gran Auror.

Miró fugazmente a Mael, quien también había entrado en el pensadero junto con el resto de la familia. Luego miró a Cye, quien había sido la primera en preguntar sobre el asesino; y finalmente miró a la Ministra. Era consciente de que Black tenía un cierto prestigio entre la comunidad mágica; además la fama de su apellido lo cobijaba. Eso sin contar que pertenecía al temido grupo de la Marca Tenebrosa. La duda era si el Ministerio estaría dispuesto a hacer algo contra él.

 

 @ Sagitas Potter Blue  @ Ela Karoline  @ Mael Blackfyre

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Menuda cara debi tener yo, para que Matt pensase que debia preocuparse por mi. Cuando era todo lo contrario. O sea su reaccion fue inconfundible. Supongo que ahi mismo atraje su atencion en lo que podria ser una discusion provechosa. Asi que mejor prepararme porque pronto entrariamos en materia. Bendita la magia que relleno de nuevo mi copa...tendria que ir suave o terminaria alcoholizado. Asi que me calente la garganta con un sorbo y fui directo al meollo y el desanimo de mi colega accidentoso.

-A ver Matt...Sagitas es muy sobreprotectora y sin duda sabe que se esta generando para si muy mala prensa. Asi que su instinto materno estaria en protegerte...a ti y a toda la familia. -me detuve y lo mire.- manteniendolos al margen. Aunque eso le cause ese astio y desencanto que se refleja en el rostro.

Si, no era muy amable en cuanto a mis formas de lanzar la verdad en la cara. Ahora a problemas mas apremiantes de la actualidad y cubrir con ellos los edictos que habia proclamado Sagitas.

-Bien ahora a ponerte al dia. Empecemos por los sucesos que creo mas relavantes. -mire a Matt- el Dia de la Ira. Donde fuimos atacados por efectivos muggles, y no en objetivos militares en si...sino donde mas nos duele..Hogwarts y San Mungo. Eso podria ser definido como un acto de guerra...sin embargo no ha sido tal. Tal parece que un dragon el Ministerio en su momento causo mas panico al punto de entrar en guerra con Bulgaria...y ahora...pues solo hay Edictos. Evidentemente Sagitas tenia que hacer algo, de hecho en la Confederacion Internacional de Magos se le critico que no hiciese nada..al punto de que Aaron intento tomar el poder e intentar secuestrar a Sagitas...y la Reina de Escocia estimo que con Inglaterra debil podria independizarse, y claro Egipto hizo su intento de conquistar territorio britanico. Gracias al elvis esto ultimo no se llevo a cabo...pero ibamos tan mal como suena....y mas cuando Elvis se nos fue.

Vaya eso habia sido largo tome un respiro y moje mis labios en el licos para seguir.

-Por suerte tenemos un enemigo definido, el Inquisidor. Lo malo es que ni idea de quien es...como es...ni que quiere exactamente el Inquisidor. Ahora mismo podria ser cualquiera. Lo cierto es que necesitamos aliados, asi que varios gobiernos se estan uniendo contra el inquisidor en una orden nueva. Y claro....como el Inquisidor USA a los muggles....mejor tener controlados a estos y sus relaciones con nosotros. Y claro..necesitamos que nuestros chicos sean consecuente con su deber magico....y sepan defender su legado. Y claro...controlar los movimientos de todo lo que entre y salga de Inglaterra, no queremos mas sorpresas, ni muggles ni magicas. Si te fijas..por ahi han ido estos tres edictos. Son bonitos...no....son necesarios...creo que en estos momentos si. Ahora bien, considero...que con un poco de asesoria...Sagitas puede mejorar las cosas..y ella confia en tu criterio....pero ver siempre el lado malo y no el contexto....pues no ayuda..y ya sabes...tu madre se pone cabezota.

@ Matt Blackner

 

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