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Edicto #2 sobre la Educación en las Escuelas Mágicas


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Dolió, dolió mucho que ( @ Matt Blackner ) mi hijo me llamara "Ministra" con ese tonto tan neutro como recriminador. Así que volví la atención al hombre, con el ceño muy fruncido.

-- Sí, tendremos. Por supuesto, me gusta su actitud y le doy el puesto a nivel de prueba. Empezaremos a buscar la localización centralizada de la nueva escuela. Tengo problemas con Escocia y no nos quieren abrir Hogwarts, como si pudieran obligarme con eso a modificar el Edicto número dos.

Su oficina, buen punto...

-- Pues... Mi secretario Sean... O mi secretaria Perenela... -- (Ahora mismo no sabía bien quién había quedado en el puesto tras el conflicto familiar) -- Bueno, tú mismo, elige un despacho en la Planta y avisas en cuál te has instalado. Las reuniones las tendremos improvisadas en la Sala de Juntas o aquí, ya veremos, según la importancia del tema a tratar. ¿Tienes alguna pregunta antes de que firme tu alta como Director de Educación Mágica?

Noté que miraba el reloj de reojo, como si tuviera una cita. Recordé que yo también tenía una, clandestina, con la Ministra de Francia (que ya empezó, jajajaja), así que le hice un gesto con la mano señalándole la puerta.

-- Esta bien, puede retirarse, Sr. @ Mael Blackfyre , recuerde dejar su datos de Gringotts al secret... En Secretaría. Para recibir el sueldo de su puesto, ya sabe.

Después miré a @ Mica Gryffindor , quien aún no me había dicho para qué había venido, y a mi hijo Matt. Sentí que pensaba en King Cross (hay cosas que no se me escapan como Legeremante y como mami acostumbrada a leer sus pensamientos después de tanto roce familiar) y murmuré un...

-- Te lo prohíbo.

Él y yo sabíamos a qué me refería.

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Despacho de Sagitas (Antes de su reunión con la ministra francesa)

 

Desvié la mirada hacia Sagitas un momento. Me sentí mal por llamarla ministra de aquella manera, pero no pude evitarlo. No podía llevar a Babila a registro...dios, era tan bonachón que ni siquiera imaginaría el motivo, pero yo me sentía mal, como si fuera a registrar una mascota. Y no era capaz de hacerle eso al buenazo del secretario. Como es qeu no era quien ocupaba el puesto, en lugar de Perenela y Sean?

 

Para mi preocupación, el temor se cumplió. Sagitas ya parecía haber decidido, casi al empezar, darle el puesto a @Mael Blackfyre. Debía concederle al ahora Director de Educación Mágica qeu había sido eficaz. Su objetivo al entrar había sido conseguir el puesto y ahora, lo tenía. Preferí tragarme la preocupación por mi madre y el equipo del que se estaba rodeando poco a poco. La única que aun no había hablado era @Mica Gryffindor, no sabía si por vergüenza o confusión, pero si había intentado optar al puesto, su actitud no había sido la más adecuada.

 

Noté un pinchazo en el codo, que provocó que a mi mente regresara King Cross. Me iba a costar no aparecer alli para reparar y coordinar los trabajos, pero....No, no podía ir. Podía?

 

Ésta vez si que miré directamente a Sagitas. Entendí perfectamente su prohibición, ante lo cual, me cerré. Lo que me faltaba, pero además usara la legeremancia  conmigo...de forma tan descarada hacia mi. Con un gruñido y el brazo izquierdo aun pegado contra el cuerpo, me levanté. Claro que había entendido su prohibición...quien no había sabido interpretar lo que veía era ella.

- No se preocupe. - contesté, mirándola a los ojos. - Ya sabe donde encontrarme.

 

Fue lo último que dije, antes de abandonar el despacho, en silencio. Iría a mi despacho, en el último rincón del ministerio, a sentarme entre el silencio del "departamento fantasma" que era accidentes.

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DESPACHO de la MINISTRA

Ninguna duda, señorita Ministra. Gracias por la oportunidad. Luego nos reencontraremos —exclamé, estirándome hacia el pedazo de pergamino que rezaba la firma de Sagitas como ministra aceptándome en aquel puesto. Aferré ése pedazo de papel entre mis dedos, retrocediendo al punto anterior. El ambiente estaba tan tenso que podía moverlo como si fuera algodón, asi que no tenía mucho más que hacer allí.

Al parecer la pequeña entrevista había resultado fructífera y le había agradado a Sagitas, porque había conseguido el puesto. Tenía que organizar mi despacho, el cuál aquello sería meramente un sitio para descansar, seguramente. Y luego pensar en ésa localización centralizada para los mestizos. Pero eso podría hacerlo luego, tenía que hacer algo mucho mucho más importante.

Gracias —le dirigí una leve reverencia con la cabeza a la nueva jefa y con un guiño del ojo saludé al tenso Matt—. Gracias —seguramente luego lo volvería a cruzar. Avancé con paso decidido hasta la puerta y la abrí. Salí del despacho de la Ministra y al segundo que cerré la puerta, de un impulso, salí corriendo por aquellos largos pasillos. Con mi varita en una mano y el papel en la otra.

Era la primera vez que había logrado algo por cuenta propia (sin contar la maldición en el recepcionista). Y todo el plan iba en marcha según lo que habíamos organizado.

Casi llegando al pasillo, recurrí a lo más rápido, faltaban 3 minutos para que se hiciera la hora y no podía alejarme del plan. De un latigazo corté el aire en dos y un portal se abrió cerca de la puerta de entrada al piso de la Ministro. En ésa misma velocidad, atravesé el umbral que se cerró justo cuando pasé y me escupió en el Atrio del Ministerio. Miré para un lado y miré para el otro. En ambos sitios había chimeneas. Casi todas las miradas estaban puestas en los controles que tenían que realizar ante los visitantes.

Me acomodé un poco el cabello y el cuello de la túnica. Al ver a la pelirroja que estaba ya esperando, recostada sobre la pared. Fui directamente hacia ella, con el pedazo de papel tendido, para que lo viera. Desbordaba de felicidad en mi interior pero no podía demostrarlo, para nada, jamás demostraba mis emociones. Con el rostro lo más inexpresivo y serio, le tendí el papel:

Te dije que lo conseguiría. El puesto es mío —en el papel solamente vería el alta del puesto de la Dirección de Educación Mágica y el sello del Ministerio. Alrededor la gente pasaba de las chimeneas al puesto de control. Necesitaria las credenciales necesarias para que éstos no me molestaran cada vez que pasara. Aunque si íbamos al caso, también podría conectar la chimenea a mi mansión y eso sería bastante alivio—. ¿Quieres ir caminando o te llevo directamente a mi despacho? Debemos ajustar algunos detalles.

Estaba listo para volver a invocar el portal o también apartar a todas las personas para ir directamente al ascensor y al lugar donde sería mi despacho.

 

@Sagitas Potter Blue @Matt Blackner @Annick McKinnon 

Editado por Mael Blackfyre

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Al principio la pelirroja temió que la espera fuera larga y desesperante, pero con el transcurso de los minutos sus pensamientos la hicieron perder la noción del tiempo. Ni siquiera fue consciente de si alguien reparaba en su presencia. Fue hasta la llegada de Mael que salió de su ensimismamiento.

Vaya… pues, te felicito por el puesto ―dijo mirando el documento que Blackfyre tenía en la mano, el cual lo acreditaba como empleado ministerial. El muchacho no mostraba mucho entusiasmo, y Annick se preguntó el motivo de su inexpresividad―. ¿Podemos ir directamente a tu despacho? ―inquirió confundida.

No imaginaba de qué manera podían ir a la oficina sin caminar; pero entonces miró a su alrededor y observó las medidas de seguridad que antaño no existían  y, aunque pareciera contradictorio, eso la hizo sentir insegura.

Si podemos ir directamente a tu despacho, vamos. La verdad es que preferiría evitar miradas indiscretas… ―aunque no estaban haciendo nada fuera de ley (al menos por el momento), Annick no sabía en quién confiar. Tal vez el sentimiento de abandono ante la pérdida de su esposo la hacía sentir sola y recelosa de todos a su alrededor.

Aunque dudaba que alguien la conociera o que alguien intuyera el motivo de su presencia en el Ministerio, la pelirroja pensó que entre menos personas supieran a qué iba, sería mejor. Lo que planeaban hacer no sería sencillo. Aunque Mael había logrado bastante con obtener aquel puesto, Annick desconocía qué tan influyente era la persona que ocupaba sus pensamientos desde que había visto los recuerdos de su hija y de su prima: Aaron Black.

@ Mael Blackfyre

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¿Qué rayos estaba pasando? era la pregunta que se estaba haciendo la Lockhart,  pero no la pelirroja,  sino la rubia,  la matriarca original.  Hasta sus oídos había llegado lo de aquel segundo edicto,  tanto por correspondencia habitual como por un llamado especial hecho por su prima Ela Karoline, de parte de Harpo, y el elfo siempre ha estado en gran estima ante los ojos de Cye,  por eso había regresado,  al menos para hacerle una visita a la ministra, a sus familiares y amigos,  y también por la Orden del Fénix, que seguramente tendría mucho trabajo con aquellos edictos.

El traslado hasta el Ministerio de Magia nunca le había parecido tan largo y lento como aquel día, pero por fin estaba en el atrio,  camino despacio, observando todo,  re-acostumbrándose después de su larga ausencia, las heridas habían cerrado, si, pero el vacío seguía allí, enorme y abasallante, no quería ni imaginar como se sentía Darla… ella era más valiente sin duda alguna.

La fuente seguía en su sitio, seguramente con más aventuras a cuesta,  saco una moneda del bolsillo de piel de moke y la dejo caer al agua, era una costumbre un tanto tranquilizadora, en contraste con los agitados pensamientos que circulaban en su cabeza.

Estaba indecisa de como proceder,  ¿debería pedir una cita con la ministra?, o simplemente ¿debía colarse hasta su despacho y abrazarla como su cuñada? No le gustaba la idea de que alguien le dijera que no podía verla,  eso le hizo fruncir el ceño,  pero tampoco crea que cualquiera llegará hasta ella sin más, de pronto se dio cuenta que las personas que conocía también podían haber cambiado como ella, sino en lo físico si en lo interno, en cuanto a sentimientos, incluso en cuanto a ideales.

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Ryvak Dracony

El muchacho sonrió ampliamente...siendo fantasma no había escoltas o guardias que le detuvieran en el Atrio, en las chimeneas, ascensores o despachos, hizo ademán de frotarse las manos ¿A dónde debería ir? podía darse lujo de visitar cualquier sitio en el Ministerio Mágico... entones recordó aquella vez que acudió al Despacho de la Ministra y aguardo y aguardo, sin que nunca le dieran anuencia, eso le molesto de inmediato...si...debía de acudir a ese lugar primero para inspeccionar que se fraguaba en este presente, tal vez algo le fue de utilidad...uno nunca puede estar seguro de lo que depara el destino...

Sin mostrar su presencia transparente, fue buscando la oficina y vio a varios magos y brujas realizando sus labores, hay personal en cada piso, por ahora Ryvak no está interesado en mostrarse, será mejor estar de incognito para ver y escuchar que ocurre... entones tendrá información para decidir que hará.

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Asentí a modo de agradecimiento sin decirle nada a Annick. Guardé aquel papel entre mi vestimenta para resguardar bien aquella información, que seguramente me lo pedirían en todos lados, tanto bóvedas personales como el mismísimo Ministerio. A nuestro alrededor todos iban y venían. Muchas personas estaban más alteradas que lo normal. Por eso que ante la afirmación de Annick de irnos de allí en cuanto antes, la cumplí.

— Si, vamos ahora mismo. 

Mi varita hizo otro corte en el aire de arriba hacia abajo, casi del tamaño de una persona. El aire se arremolinó en aquella línea imaginaria y el portal que nos había enseñado los guerrero Uzza se abrió ante nosotros mientras con una mano tomaba la de Annick para llevarla a través de él. El calor de su mano me hizo mal, jamás había sentido algo así pero ignoré todo pensamiento que se me cruzara por la cabeza.

Los ululares, los gritos de los pequeños, el agua de la fuente, las manijas de los relojes y las semi explosiones de las chimeneas, dejaron de sonarse por detrás. Avanzamos directamente y el portal se cerró detrás de nosotros. ¿Había llegado bien? Esperaba, porque sino habí ido a cualquier lado. Moví la varita y dos pequeñas lámparas se prendieron.

Estábamos en un despacho mediano. Donde había un escritorio justo frente a al puerta de entrada, en la pared opuesta. Había una media docena de ficheros. Alguna biblioteca con libros, cuadros vacíos y dos ventanas con un exterior falso, claramente. Había unos cuantos lugares vacíos y otros objetos que quitaría de allí. En la puerta del lado exterior rezaría: “Dirección de Educación Mágica”. Había unos dos sillones también.

 No sé cuánto tiempo tengamos a la ministra aquí dentro —miré a Annick. Le señalé que se podía sentar en algunos de los sillones, si quería. Movi mi varita y el polvo que había por allí se esfumó. El despacho necesitaba un poco de renovación. Me paré a leer el lomo de aquellos libros, todos inútiles. Me giré y me apoyé sobre la biblioteca—. Estuve pensando, que mi único trabajo aquí es abrirte camino a la primera ministra —miré a Annick. No la veía nerviosa—. Aunque no creo que se resista a hablar. He escuchado algunas cosas y no creo que haya resistencia a ello –le estaba mintiendo sobre que había escuchado, porque lo sabía. Pero al menos la pelirroja ya estaba con el primer pie dentro—. ¿Quieres que te acompañe dentro o te espero en al puerta?

En mi opinión habría ido ahora, en ése momento que sabía que Sagitas estaba en su despacho. No había tantas vueltas sobre el asunto y solamente necesitábamos buscar información. ¿Se lo dije a Annick? Si, le estaba proponiendo eso en ése momento. Ella podía aceptar y llevarme con ella sin esperar. Era un Gryffindor, no podía darle la espalda.

 

@ Annick McKinnon

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La pelirroja entreabrió ligeramente la boca cuando vio que Mael había creado un portal con un movimiento de varita. Tal muestra de poder mágico se agregó a la lista de cosas que la intrigaban acerca del joven mago; pero apenas tuvo tiempo de reaccionar al sentir que el muchacho la tomaba de la mano para llevarla a través del portal.

El despacho era mediano y era evidente que Mael acababa de tomar el puesto y que debía acondicionar el lugar acorde a su gusto y necesidades. Aunque le ofreció asiento, la ojiverde se mantuvo en pie mientras reflexionaba en lo que el chico le decía. Era cierto que no podían dejar pasar la oportunidad.

Tienes razón. Debemos aprovechar el momento. Será mejor que vayamos ahora mismo... Y me gustaría que entraras conmigo ―dijo Annick con determinación; después de todo el muchacho era el único apoyo que tenía en aquel momento.

Mientras Mael se adelantaba para salir de la oficina y guiarla, la pelirroja pensó en lo que el chico le decía acerca de que había escuchado algunas cosas, y eso le dio más confianza, pero antes de abandonar el despacho lo detuvo un momento sujetándolo por el hombro.

Escucha, aunque dices que tu único trabajo aquí es abrirme camino hacia la Ministra, no me gustaría que perdieras el empleo. Además podría ser de utilidad en el futuro...

Luego de eso, Mael le indicó el camino. El joven caminaba con tanta seguridad que la pelirroja se sintió más tranquila de lo que había imaginado. Al llegar frente a una elegante puerta, Annick no supo si Blackfyre les hizo alguna señal a los Aurores que la custodiaban, pero se limitaron a observarlos sin impedirles el paso. Fue tan fácil y rápido que la pelirroja ni siquiera tuvo tiempo de percatarse de que habían pasado a lado de Cye Lockhart, quien seguramente también iba a buscar a Sagitas.

Además de que la pelirroja estaba concentrada en no perderle el paso a Mael, era muy distraída como para recordar rostros a detalle, y habían pasado tantos años desde la última vez que había visto a Cye que probablemente no la recordaba bien. Incluso la misma Annick se veía un poco diferente, con el cabello atado, el rostro pálido y las marcadas ojeras que llevaba desde el funeral de su amado esposo.

En cuanto Mael y ella ingresaron al despacho, Annick se aclaró la garganta antes de dirigirse a la Ministra, quien por fortuna se encontraba a solas.

Buenas tardes, señora Ministra ―saludó sin más. Temía perder tiempo con presentaciones y explicaciones irrelevantes, así que decidió abordar el tema antes de que alguien irrumpiera en el despacho y le quitara la oportunidad de oro que Mael le estaba brindando―. Soy Annick, viuda de Gryffindor. He venido en busca de respuestas acerca de la muerte de mi esposo: Elvis Gryffindor.

En otro tiempo, Annick se hubiese disculpado por irrumpir sin haber solicitado una cita previa. Incluso bajo las mismas circunstancias le hubiese preguntado a Sagitas si tenía tiempo para atenderla en ese momento. Pero el dolor provocado por la muerte de su esposo la hacía actuar de manera un tanto más impulsiva que de costumbre.

Según entiendo, mi esposo se encontraba haciendo trabajo ministerial cuando fue capturado y posteriormente asesinado ―continuó. Aunque de pronto temió que la señora Ministra los mandaría sacar a ambos de su oficina, Annick mantuvo la voz firme―. También sé que estaba acompañado de Aurores, sin embargo fue la única baja reportada y, si no me equivoco, ningún Auror fue herido, lo cual resulta extraño…  Por eso la familia y yo deseamos saber qué está haciendo el Ministerio para dar con el responsable, y qué piensa la señora Ministra acerca del deceso de uno de sus empleados.

«El responsable». No había utilizado el plural, porque gracias a los recuerdos de una de sus hijas y de su prima, ella conocía la identidad del asesino, pero ¿sería prudente hacer una acusación directa ante la Ministra? Annick ignoraba qué tan influyente era Black dentro del Ministerio, y no conocía a Sagitas de manera personal como para saber si la muerte de Elvis la había perturbado tanto como para usar su estatus para hacer justicia.

De la Orden del Fénix no esperaba nada, ni siquiera ayuda. Habían dejado solo a Elvis y su muerte no parecía haberles afectado en lo más mínimo, así que ella estaba dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias en busca de justicia para su amado esposo. Su primera opción era buscar información y apoyo en el Ministerio; pero si no lo lograba, tenía un segundo plan en mente, aunque mucho más arriesgado...

 

@ Mael Blackfyre  @ Sagitas Potter Blue  @ Ela Karoline  ¡y quien quiera unirse!

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Asentí ante las palabras de la joven viuda Annick. Era muy agradable tener a alguien cerca que se preocupara por el bienestar mío. Eran contadas con los dedos de una mano la cantidad de personas que habían hecho algo igual. Una de ellas era Shelle, que ya hacía algunas semanas que había desaparecido. Y las otras se encontraban muertas, en otro continente. Asentí al hablar sobre mi puesto y la decisión de hacer ahora lo que habíamos venido a hacer.

— Vamos

Le dije mientras le abría la puerta y ella me seguía. Tenía que admitir que su paso seguro me daba mucha más confianza que ninguna otra persona. La entrada a mi despacho estaba en una de las más alejadas a la de Sagitas, aún asi, el sitio era tranquilo. Al parecer la noticia de que era director de Educación Mágica se había esparcido, pues los Aurores e Inquisidores que se encontraban por allí, ni nos detuvieron. En un costado estaba Marck, aquel recepcionista que para su suerte, había recibido una maldición de mi parte, pero ahora estaba ensimismado en sus pergaminos.

Aquel Auror asintió con su cabeza, llamó a la puerta de la Ministra y nos dejó pasar. ¿Tal vez creía que había alguna reunión? Matt ya no se encontraba y ambos nos quedamos parados al lado del umbral de la entrada, mientras ésta se cerraba.

Las palabras de Annick fueron rápidas y certeras, con toda la calma que podía llegar a contener. Yo me limité a cruzarme de brazos por detrás de mi espalda y asentir con la cabeza a Sagitas a modo de saludo. Esperaba que toda ésa escena no fuera un regaño o en el peor de los casos, un despido. Pero aunque formara parte de la Gryffindor hacía muy poco, era la familia, tenía que dar cualquier cosa por ello.

Pero no pude acotar ni decir nada. Por lo menos, no por ése momento.

 

@ Sagitas Potter Blue  @ Annick McKinnon  

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Seguía apostada en el atrio,  junto al la fuente,  observando,  cavilando, pero no podía quedarse allí por siempre, así que avanzó buscado la manera de llegar al despacho de la ministra. Algo sintió,  era una sensación familiar, como si una energía ya conocida la rozará, por supuesto, no pudo distinguir que se trataba de un fantasmal  @ Anthony Ryvak Dracony

Suspirando consiguió avanzar hasta los medios habituales para llegar a la planta donde estaba el despacho de la ministra,  una especie de milagro, pensó la rubia, sin darse cuenta que había contenido el aliento hasta ese momento.

Por supuesto esperaba la presencia de aurores, o cualquier tipo de seguridad o artificio mágico, sonriendo sacudió la cabeza,  ¿desde cuando era tan precavida y miedosa?  definitivamente tenia que volver a las andadas y ponerse a tono con la nueva realidad del mundo mágico.

Fue en ese momento que un par de personas pasaron junto al ella, otra sensación familiar, aunque sintió ganas de llorar,  se quedó mirando al la mujer, esa, esa era @ Annick McKinnon   Annick la esposa de el tío Elvis, extrañamente su corazón no dio un vuelco de alegría,  como siempre sucedía cuando pensaba en el Gryffindor.  

Se apresuró al seguirlos y se les pego al los talones, tanto que los de seguridad pensaron que iban todos juntos. desde detrás de los demás Annick y Mael al segundos de que le dieron con la puerta  a la rubia en la cara,  ésta empujó un poco para poder cerrar la puerta, aunque todavía no podía ver a @ Sagitas Potter Blue ,  pero se quedo petrificada al escuchar las palabras de la viuda.  ¿Elvis estaba muerto? ¿cuando? ¿como? y por que nadie le había dicho nada.  Enmudeció al tiempo que su corazón empezaba al llorar.

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