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El Hipogrifo Asustado (MM B: 105757)


Reena Vladimir
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Sunar entro a la guardería un tanto apurada, tal vez tenía muchas cosas por hacer y por eso solo venía de pasada. No dude en entregarle al pequeño en cuanto expuso su caso.

 

-Descuida, aquí estará bien- exclame viendo como se apuraba la castaña- nos hemos divertido mucho, no te preocupes, yo me hago cargo

 

 

Era verdad, las cosas en la guardería iban cada vez mejor y con eso era ventaja, el trabajo llegaba y el sol volvía a brillar, era increíble como todo parecía mejor de un momento a otro.

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El pequeño peliazul tomo su leche tan lento que la Potter Black pensó que no quería que se fuera. Pero ella debía volver a su trabajo.

 

Cariño, debo irme. Cuando termine vuelvo por tí - acarició su hermosos cabello liso y azul, - Sabes que te quiero - le dijo depositando un beso en su frente.

 

Pareció que se relajaba más y succionaba con más fuerza. Sunar le miraba muy feliz de verlo crecer cada día. Era un hermoso regalo que no permitiría que se lo arrebataran. Además escuchó también a su tía Jesse hablar.

 

- Lo sé Jesse. Solo no dejes que haga travesuras porque nunca sabré cuando empiece a mostrar sus habilidades. - sonrió a su tía.

 

Al terminar el pequeño Potter Black, la ojimarrón le dio nuevamente un beso y lo deposito en brazos de la castaña.

 

- Cuando termine vendré de inmediato. - comentó a Jesse.

 

Se despidió de ellos y salió al callejón.

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La Potter Blue sonreía al ver como madre e hijo interactuaban. Provocando ensoñaciones en la chica de ojos grises, esta parecía perdida en las nubes; cosas que últimamente sentía nublaban su mente y la hacían sentir feliz en cierto sentido, pero por otro lado tenía miedo de ello.

 

-Pero si el es un niño muy mono y muy tierno- exclamo la Potter Blue con una leve sonrisa al escuchar las palabras de Sunar- no hace gran cosa, más que balbucear y hacer caritas tiernas

 

De nuevo volvía a sentir como si algo le faltase. Se sentía un poco mareada, pero de seguro no era nada grave. Lo más probable es que fuera por el susto de hace solo un par de minutos, así que no le dio la mayor importancia.

 

-Claro Sunar, no te preocupes, aquí te estaremos esperando- repuso la ojigris con un seco asentimiento al recibir al pequeño peliazul entre sus brazos.

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Me alegré que Jesse también viera que era genial el tener más niños. Me puse a bailar un poco y después me puse las manos en la cabeza.

 

-- ¡Ostras, Jesse! He olvidado toda la ropa de las cunas en la Tintorería. Les obligué a hacer una desinfección general y quiero que la ropa se cambie cada día. Pero olvidé ir a buscarla.

 

Entré corriendo en mi despachito y cogí el abrigo. Mientras me lo ponía, le iba dictando cosas a mi hija.

 

-- Te dejo al mando, creo que confío más en ti que en Matt -- y le saqué la lengua. -- Procura que los elfos tengan la comida preparada a tiempo. Voy a por la ropa antes de que toque la siesta. No tardo nada.

 

Salí de la guardería corriendo y me desaparecí en la puerta, justo cuando me había parecido ver una sombre conocida en la puerta de entrada, parecida a Sunar. La gestión en la tintorería no me demoró mucho. Los elfos pusieron todo en una gran cesta de mimbre y uno de ellos se ofreció a acompañarme de regreso. Accedí, por supuesto. Nos aparecimos los dos delante de la puerta de la guardería. Comprobé que uno de los letreros luminosos, el de la "T" de Asustado, había dejado de brillar. Tendría que cambiarlo cuanto antes.

 

Entramos y grité:

 

-- Jesse...

 

Después recordé que era la hora de los cuentos mágicos, con lo que bajé la voz. Acompañé al elfo hacia la cocina y dejó allá la cesta. Le prometí que se la llevaría con la nueva ropa sucia. Cada día haríamos eso, aunque seguramente encargaría a un elfo esa tarea o sería muy incómodo abandonar todos los días la guardería.

 

-- ¡Qué bien huele! -- le dije a la elfina.

 

-- Estará todo en diez minutos, así que a lavarse las manos todos.

 

Asentí. Entré en la sala a informar a los chicos que debían lavarse las manos y pasar hacia el comedor, que comeríamos pronto.

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Matt, Jesse y Sagits platicaban despues de los recientes acontesimientos y la llegada de un nuevo chico a la guardería, cosa que ponía feliz a las Potter. Pero luego la amyor de las Potter mensiono que se había olvidado de hacer algo, le dictaba cosas y dejaba a Jess encrgada mientras esta regresaba.

 

-Claro mamá... no te preocupes-alcanzo a decir la pelicastaña antes de que su madre se desapareciera a las afueras de la guardeía tomando nota mental de lo dicho por su madre.

 

Poco despues llego Sunar, mientras la Potter Blue cuidaba del pequeño Argentus, charlaron un rato y despues esta se fue, dejando al pequeño al cuidado de Jesse. Se acercaba la hora de contar cuentos, cosa que de estar Itilion en el lugar ya estaría recordandole a su hermana cada cinco segundos.

 

Dejando al niño en su cuna, la Potter Blue se puso en pie y se desperezo un poco. Cubrio al pili azul con una mantita y coloco una pequeña almoadilla a un costado de él para dejarlo dormido del lado izquierdo para evitar que se ahogara en caso de que tuviera alguna clase de refujo.

 

Verificando una ultima vez la estancia donde se encontraba, salio de la misma cerrando la puerta con cuidado de no hacer ruido y camino hasta el cuarto de niños de tres años en adelante, donde se llevaría a cabo la lectura del cuento. Pero como no llevaba consigo ningun libro de cuentos tendria que inventarse una.

 

Cuando entro en el aula, los chicos ya etsban dispuestos en los distintos tapetes al rededor de una silla cerca de una especie de telon rojo. La chica con una sonrisa se acerco hasta esta y luego tomo asiento encarando a los chicos que la esperaban para e cuento.

 

-Amm bien... comencemos con el cuento del día-sonrio la chica de una forma un tanto forzada. Se aclaro un poco la garganta y rogando a Merlín por que todo saliera bien comenzo.

 

-Había una vez, hace mucho tiempo, en un pais muy lejano una bella niña que vivia en un hermoso castilo con su afectusos padres, los cuales cuidaban de ella y la protegían de cualquier cosa o persona que quisiera dañarla.-comenzo a contar la chica mientras se las ingeniaba por seguir con las historia.

 

-Pero un día las cosas no salieron como los padres de la niña pensaba- la ojigris sonrio sabiendo que había creado al parecer un aura de misterio con el nmbre de la niña.

 

Los pequeños se le quedaban viendo mientras esta hacia mimica con las manos para darle más emocion a la historia. La Potter Blue tenía que pensar un nombre para su "damicela en peligro" pero no se le ocurría ninguno lo suficientemente bueno para su historia.

 

-Una noche, mientras la pequeña dormia placidamente en su cama de dosel dorado fue raptada por un hombre que tenía una sicatriz horrbile en el lado derecho de su rostro- la castaña para darle más enfasis a sus palabras se tapo la mitad del rostro con su mano derecha mientras veía como los niños se juntaban los unos con los otros.

 

-La niña quería gritar, pero el hombre de la cicatríz le tapaba la boca con su mano izquierda. Salio de la habitación de la pequeña y luego por la puerta principal de la mansión hacia los jardines exteriores, donde atravesando los muros se perdio en las calles de la ciudad donde vivia la niña con sus padres.

 

Los niños se veían asustados, pero Jess ya sabía como termiar la historia, dandole iertos matizes para que los niños no se asustaran tanto una vez que terminara el cuento.

 

-A la mañana siguiente los padres de la niña se dieron cuenta de su desaparición. La buscaron por meses pero no dieron con ella, nunca se dieron por vencidos y aun con el pasar de los años, la madre de la niña seguía esperanzada de ver a su pequeña entrar por los grandes portones de la mansión.

 

La niñas tenían lagrimas en los ojos mientras los niños se hacían los valientes tratando de consolar a sus compañeritas.

 

-Mientras tanto, la niña crecia meramente alegre en una humilde casa a las afueras de la ciudad con sus nuevo padres. Ella era muy pequeña como para recordar de donde exactamente venía cuando fue separada de sus padre y con forme pasaba el tiempo los olvido por completo.

 

-Sus nuevo padres la bautizaron bajo el nombre de Odette, enterrando a su parecer el pasado de la pequeña para siempre. La niña crecio siendo feliz y sin preocupaciones, sin pensar siquiera que sus padres le ocultaban un secreto que marcaba su vida. No se preocupaba por nada, más que por jugar y ser feliz.

 

-Un día regreso a su casa y sus padres decidieron que era mejor contarle la verdad. Decirle que ella fue robada cuando muy pequeña de sus verdaderos padres, los cuales eran de una de las familias principales de la ciudad. La niña lloro al saber la verdad y huyo de casa. Corrió y corrió sin importarle su destino.

 

Poco a poco esa historia se tornaba en algo más que un simple cuento. Fue cuando escucho la voz de su madre que le hablaba y sonrio al saber que esta había regresado, era momento de terminar con la historia; así que se aclaro la garganta y continuo con esta.

 

-La niña vago varios dias sola por las calles de la gran ciudad hasta que una amable mujer le ofrecio asilo en su casa. Esta acepto y vivio con ella por un tiempo, poco a poco comenzo a investigar más sobre su verdadera familia y quedo sorprendida al darse cuenta que siempre estuvo viviendo con ellos.

 

Los ojos de la chica se nublaban por momentos, pero era solo un cuento y este si debería de tener un final feliz, con todo y el pricipe azul que llega a rescatar a la doncella.

 

-La niña al darse cuenta de esto se emociono y busco a su madre por la casa, hasta que dio con ella, la cual estaba con un pequeño y un niño aun mayor que ella. Corrio a abrazarlos como todo ese tiempo siempre quiso. Su madre lloro al enerarse de quien era y su hermano la estrecho entre sus brazo prometiendole cuidar simpre y que nadie nunca más les separaría.

 

-Pero el padre de los pequeños no estaba y nadie quería decirle nada de él a la niña. Ella quería conocerle pero sabía que por algo no debía pedir expicaciones. Un día movida por la angustia de no saber nada de el, decide hacer lo mismo que hizo para saber de su familia, investigar por su cuenta. Conoce a un chico que promete ayudarle, se haceeen amigos y ella termina sintiendo algo por él.

 

-Con el tiempo su mamá accede a contarle la verdad, su padre murio tratando de encontrarla. Abigail... ese era su verdadero nombre, y el chico que le estuvo ayudando a buscar a su padre deside quedarse a su lado para siempre. Abigail y su familia volvieron a estar juntos y vivieron felices para siempre. Fin

 

Los pequeños comenzaron a reír mientras Jess desviaba la mirada pensando que la verdadera historia no terminaba de esa forma y era en cierto punto un poco... diferente. Tomando aire para tranquilizarse y sujetando la gota azul regalo de su madre, la Potter Blue se puso en pie con una sonrisa timida.

 

-Bueno chicos...

 

En eso la puerta se abrio y por ella entro la madre de Jess, Sagitas. Anunciando que el almuerzo estaría listo en diez minutos y era hora de lavarse.

 

-Ya escucharon, a lavarse que es hora de comer- exclamo Jess desordenando el cabello de alguno de los chicos del lugar.

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El ambiente que se respiraba en aquella clase era... diferente... Los niños parecían haber vivido un cuento muy vívido y aún tenían la fantasía en los ojos. A Jesse, a su vez, le brillaban los ojos, emocionada por lo que había contado. Me hubiera gustado llegar cinco minutos antes para poder sentir el cuento. Le sonreí mientras veía a los niños salir corriendo a lavarse las manos.

 

-- ¿Qué cuento les has contado? -- le susurré, cuando pasó a mi lado. Su mirada era dulce, pero también algo triste. -- ¿Necesitas ayuda o voy a preparar la mesa?

 

Pero lo tenía todo controlado y en un instante los niños nos enseñaban sus manos chorreantes, goteando agua en el suelo. Me puse a reír, apartándome para que no me mojaran.

 

-- Mejor te dejo sola y me voy a poner los platos.

 

Salí de allá y me acerqué al comedor. La elfina ya había puesto mantelitos individuales en los que se movían frutas dibujadas.

 

-- ¿Crees que eso es aconsejable? Capaz de que por perseguir los plátanos y las manzanas tiren la sopa.

 

-- Pues los otros mantelitos tienen dibujados animales mágicos, esos creo que les distraerán más.

 

Asentí. Le ayudé a poner los cubiertos de plástico para evitar accidentes y puse las servilletas y los vasos al lado. Justo cuando terminamos de preparar todo apareció Jesse con los niños.

 

-- En silencioooo... A comer en silencio para no despertar a los bebes que duermen en la cuna.

 

Pero ni caso. Todos gritaban y rascaban las sillas contra el suelo intentando sentarse cerca de Jesse.

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Sagitas al entrar en el salón se sorprendió de ver a los chicos en ese estado. Pasando a su lado, la joven Potter Blue escucho como su madre le preguntaba sobre el cuento es cuestión y esta sonrió para no preocuparle.

 

-Uno de una princesa de un cuento lejano que es separada de sus padre y al final regresa con ellos- menciono la chica castaña en un leve susurro-descuida, todo bien

 

Los niños salieron corriendo y a los pocos minutos regresaban con las manos chorreando y manchando el piso por donde pasaban. De seguro a Harpo no le gustaría nada el desorden que se estaba haciendo.

 

-Claro mamá, ya te alcanzamos- sonrió la ojigris tomando una toalla del armario de blanco y comenzando a secar las manitos de los niños.

 

Salieron del salón de cuentos un rato más tarde, cuando la Potter Blue terminó de secar las manos de los niños y armando un verdadero jaleo fueron básicamente corriendo al comedor, donde Sagitas y una elfina ya los esperaban con la mesa puesta.

 

Sagitas les pedía que guardaran silencio, pero parecía que tendría más efectividad si se ponía a darle ordenes a las paredes del lugar a que los niños le prestaran atención.

 

-Peques por favor, coman tranquilos que los más chiquitos están durmiendo- pidió la ojigris poniendo el dedo indice derecho sobre sus labios carmesí-Les prometo que si guardan silencio les contare otro cuento

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-- Caray, tú sí que tienes mano, hija...

 

Y es que fue mencionar que contaría otro cuento y los niños se callaron todos y empezaron a comer en silencio. Me pregunté de nuevo qué tipo de cuentos explicaba Jesse. Y como su susurro me había dicho un cuento bonito, supuse que sería el tono, que les dejaría a todos embelesados con sus palabras. Sin embargo... Lo que había dicho de la chiquita que no sabía quien era su padre y eso... Sonaba demasiado a su vida real. ¿Debería preocuparme? ¿Debería decirle en algún momento la verdad sobre ella?

 

Negué con la cabeza.

 

Yo no era quién para explicarle la verdad. Eso era algo que Jack, el fantasma de la PB, debería dejar claro. Y si de momento sólo estaba presente delante de mí y hablaba a su hijo Matt... Bueno, le hablaría de eso la próxima vez que le viera. Jesse se lo merecía, pero yo no podía decir nada, todavía.

 

Le sonreí.

 

-- Venga, venga... Que después de comer, Jesse os contará un cuento. -- Me giré y le susurré: -- A ver si consigues que se duerman.

 

La elfina puso fruta encima de la mesa.

 

-- ¿Preferís fruta o un vaso de leche con galletas?

 

Empezaron a gritar unos y otros y levanté las manos.

 

-- Calma, calma... A ver, los que quieran leche que levante las manos.

 

Cuatro levantaron sus manitas.

 

-- Y ahora los que quieran fruta.

 

Tres levantaron la mano.

 

-- ¿Y tú qué quieres?

 

-- Yo tedo un chupachú.

 

-- Nada de dulces hasta la merienda, muchachote...

 

Y me giré hacia Jesse para comunicarle un cambio.

 

-- Oye, que la semana que viene traeremos a Akira, mi sobrino. Tiene una particularidad... Así que voy a poner hechizos antiaparición por toda la guardería.

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Sonriendo un tanto sonrojada, la Potter Blue bajo la mirada avergonzada, a su parecer ella no tenía muy buena mano con los niños, solo hacía lo que le hubiera gustado que hicieran con ella.

 

-No es nada mamá, solo que... me gusta verlos felices- murmuro la chica tomando un bocado de su comida.

 

La chica comía metida en sus pensamientos, en las cosas que haría una vez saliera del trabajo, aunque para ella, esto más que trabajo era algo que disfrutaba y muchísimo, al grado de reír y divertirse como nunca antes lo había hecho.

 

-Espero y si- murmuro la chica con una risilla traviesa.

 

Escuchando como su madre les decia que si querían leche con galletas o fruta, pero la Potter Blue sabía que si comían glucosa no se dormirían ni en mil años. Negó la cabeza divertida al ver las manitos levantadas.

 

-Pues espero y esa particularidad no sea como la de It o la mía- exclamo la chica poniéndose de pie y con un ágil movimiento de varita recogía los platos y vasos sucios-por cierto... ¿cuando traerás a Itilion? me hace falta un hermano al cual molestar y mimar

 

La chica sonrió mientras iba a la cocina a dejar los trastos sucios en el fregadero. Regreso sobre sus pasos y se sorprendió de ver a los niños ya esperándola junto a la puerta.

 

- Esta bien, vamos... un ultimo cuento y después a dormir, ¿de acuerdo?- exclamo la chica mientras abría la puerta y salía delante de los niños rumbo al cuarto de cuentos.

 

Al entrar agito la varita haciendo aparecer sacos de dormir para infantes, uno para cada niño de diversos colores. Cada niño corrió a uno y metiéndose en ellos acomodándose cómodamente, esperaban a que la castaña comenzara con la historia.

 

-Bien... comencemos- exclamo la chica sentándose en el suelo en medio de los chicos.

 

-Había una vez, hace muchos años un pequeño príncipe que vivía en un planeta lejano. Ese pequeño príncipe vino una vez a la tierra buscando de alguien que pudiera dibujarle un cordero que pudiera comerse sus robles, que son unos arboles enormes - la chica gesticulaba con las manos mientras los niños reían de las mímicas de esta.

 

-El príncipe encontró a un hombre que estaba perdido en el desierto y le dijo. Dibujeme una cordero por favor. El hombre, sorprendido, le dijo que no sabía dibujar. El principito le dijo que no importaba, que el solo quería un cordero - la chica cerro los ojos recordando la primera vez que leyó esa historia y lo mucho que le había gustado.

 

-El hombre dibujo el cordero, pero según el principito era una cabra, no un cordero ya que tenía cuernos. Entonces realizo otro dibujo, pero el niño dijo que ese estaba viejo y moriría pronto; dibujo otro y dijo que ese estaba muy delgado y parecía enfermo y también moriría. AL final le dibujo una caja con agujeros y le dijo que dentro estaba su cordero y la caja le serviría de casa a su mascota.

 

La chica reía recordando los dibujos del libro, los cuales aunque parecían dibujos hechos por un niño en realidad eran hecho por un hombre.

 

-El niño parecía encantado con su cordero pero tenía una duda ¿los corderos comen rosas?pregunto el principito preocupado claro que comen rosas, comen cualquier tipo de plantasel pequeño príncipe abrió los ojos asustado, ya que no quería que se comieran su rosa es que mi rosa es la única en todo el planeta

 

Los niños por momentos cerraban los ojitos, unos ya estaban dormidos y otros hacía intentos descomunales por seguir con los ojos abiertos.

 

-El principito le explico al hombre que su planeta era muy pequeño y su rosa era la única y ademas extraña. Los robles para él era como la maleza para nosotros, no creían mucho,por lo que el cordero se los comería fácilmente. El hombre estaba sorprendido y fascinado pro la historia del niño, se preguntaba de donde venía, ya que su mundo era muy pequeño que podía ver el amanecer trece veces con solo girar su silla.

 

Al fin, los chicos estaban dormidos, al parecer el sueño y un día de juegos los había dejado rendidos. La chica se puso lentamente de pie y con precaución salio de la habitación sin hacer el menor ruido. Ahora iria a ver a los chiquitos, los cuales ya casi era su hora de la comida.

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La pregunta de Jesse me descuadró un momento.

 

-- ¿Ithilion? ¡Ah! Sí.. En realidad está castigado en la Karwright, ya te contaré…

 

La verdad es que no le había traído porque él amaba el juego y estar con la familia y le había castigado 24 horas sin estar en contacto con nadie más que con los elfos, en castigo por haber provocado un fuego en la biblioteca. Deseaba estar con él y abrazarlo, pero también tenía que darse cuenta del peligro que hacía correr a los otros habitantes de la casa si seguía con esa actitud destructiva.

 

Pero no le daba tiempo de más explicaciones porque los niños ya saltaban del comedor hacia sus habitaciones. Sentí que ella le decía a los niños que les iba a contar un cuento.

 

-- Procura que se duerman pronto, que necesitaré ayuda con los pequeñuelos.

 

Y la dejé irse con ellos. La contemplé por la espalda y asentí. Sería una buena madre. Se le notaba. Y a mí también me encantaba el cuento de “El Principito”, era un de mis favoritos.

 

Di media vuelta y me dirigí hacia las cunas.

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