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El Hipogrifo Asustado (MM B: 105757)


Reena Vladimir
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Por el callejón, lejos de la guardería:

 

La sentía parlotear, pero toda mi atención estaba centrada en aquella prenda. La escuché reñirme pero me siguió sin mucha mas objeción. La dejé y me olvidé de ella al entrar, había tantos conjuntos en los maniquíes articulados que me gustaban que simplemente me dejé llevar por el mar de perchas.

 

Tanto me dejé llevar que volví al lado de mi tía con dos trajes serios, de raya diplomática, abrazados y listos para ser pagados mientras ella lucia la cara inocente que ponía cuando acababa de meter descaradamente el dedo en una tarta de chocolate y no querían que la pillaran. La miré con recelo ¿Que habría echo ya? ¿Romper algo y cargarlo a mi nombre?

 

-¿Que ocurre tía?

 

Una carraspera llamó mi atención y me volví hacia el mostrador para realizar la transacción, pero sin fiarme de mi tía me incliné sobre el mostrador para preguntarle al caballero que me había ayudado con la elección de colores para mi ropa. Bajé mi voz hasta un susurro y él me respondió de la misma manera.

 

-¿Ha estropeado algo? si debo pagarlo digamelo por favor...

 

-No se preocupe, solo cogió algo que la sonrojó.

 

Miré al hombre por su tono misterioso y algo divertido mientras intentaba no sonreír y me pregunté qué sería lo que mi tía había cogido para ponerla de esa forma. Miré por encima del hombro a ver si encontraba algo, pero nada me pareció demasiado sospechoso. Al final pagué el importe y haciendo levitar las cajas tras de mi, enlacé mi brazo con el de Sagitas y volvimos al callejón.

 

-¿Qué me habías dicho que querías comprar? ¿Agua, cunas y platos?

 

Yo no recordaba que las cunas estuvieran en mal estado, algunas tal vez pudieran tener las sábanas un poco raídas pero no me parecía tan grabe como para tener que comprar el mueble entero pudiendo hacer menos gasto comprando solo las sábanas. Eso tendríamos que discutirlo, primero debíamos comprar el agua y enviarlo a la guardería, luego ya veríamos el resto.

Sacerdotisa·Madre·Compañera


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Elevé la mirada hacia mi sobrina, quien había aparecido con la túnica y decía al vendedor que se llevaba dos trajes. Noté que aún estaba sonrojada así que forcé una sonrisa. No quería que me viera cerca de eso, por si pensaba que lo necesitaba. Sabía que muchos se preguntaba sobre mis noche con Jack y no quería que pensara nada sobre ese tema. Era problema mío y no quería que pensara que por toquetear...

 

Uhhh, no, vale, fuera de mis pensamientos...

 

-- No ocurre ejem... nada. Oye, ¿puedo comprar este... este... inciensario? Es tan bonito...

 

Y partí hacia dos estantes más lejos de aquel para poner territorio en medio, cuanto más mejor. Sentí que cuchicheé con el vendedor, pero seguro que era sobre algo de los trajes que había comprado.

 

-- Muy bonitos -- le dije, aunque ni los había mirado. Sólo quería que mi cara dejara de ser tan roja, me hacía sentir sucia.

 

Quería salir de allá y al ver que ya había pagado, me apresuré a dirigirme hacia la puerta.

 

-- Agua, sobrina, agua. Cunas no, sólo sábanas. Y fal... ¡digo platos! -- exclamé, casi gritando.

 

Y salí corriendo de la tienda.

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Me quedé extrañada con el comportamiento de mi tía ¿que tendría en la cabeza? Me parecía a mi que no solo la falta de agua en la guardería ocupaba sus pensamientos, la cosa ahora era ¿Cómo se lo saco? Arrugué el morro y seguí caminando, tal vez cuando estuviéramos mirando las sabanas pudiera colarle la pregunta en la conversación.

 

-Bueno tras este pequeño desvío ¿Donde se compra agua?

 

Yo era de las que si del grifo no sale, con hacer un "Aguamenti" quedaba todo solucionado, pero como Sagitas me había dicho el agua de los niños tiene que tener unas características especiales que se escapaban a mi inteligencia, para mi eran todas iguales y esas diferencias solo eran invenciones muggles.

 

Yo seguía por el callejón esperando que mi tía me redireccionase pero sin hacerlo llegamos a la calle de Londres en la que desembocaba diagón. Miré a la violeta con extrañeza y paré mi marcha para poder enfrentarla y averiguar a donde ibamos.

 

-¿Por qué hemos salido? ¿Y que demonios te preocupa?

 

Ladeé la cabeza con curiosidad sin poder evitarlo y la miré con una pose lo menos defensiva que pude pero al final terminé cruzando los brazos.

Sacerdotisa·Madre·Compañera


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La madre del niño había quedado al parecer satisfecha, asi que volvería pronto pr poder pasar la entrevista final con la directora, Sagitas.

 

De verdad, no entendí acomo los niños se ortaban ien, como estaba logrando...controlarles?

 

Pero aquella bata me apretaba, asi que me la había quitado. Era muy pequeñita, estrecha como para que pudiera moverme cómodo con ella puesta. Asi que ahora tenía un par de manchas por la camiseta, y la cara manchada de barro. Además de las manchas que tenía Fenrir, sobre todo salpicaduras, y el restregón de aquel niño por todo el lomo.

 

Xell llegó a la habitación y sonreí levemente. Había tenido una idea, pero no sabía si les parecería bien. Asiq eu me acrqué a ella mientras les miraban.

 

- Oye prima...tu sabes si os niños saben nadar? - le pregunté en voz baja. Sabía que Ithilion estaba aprendiendo, que más o menos sabía. pro desconocía que el resto spiese. Y empezaba el calor... - Es que había tenido una idea.

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Era agradable ver que Matt se hacía cargo de todo y podía con los niños, aunque sabía que su lobo tenía mucho que ver en que la clase estuviera tranquila.

 

- Bueno, y hasta aquí la visita, señorita - me despedí de la madre, esperando que tuviera una buena impresión de la Guardería. - Le daré la matrícula a la tía Sagitas en cuanto regrese de las compras y ya puede traer al niño cuando quiera.

 

Sentí la voz chillona de una elfina. ¡Era Taga! ¿Qué hacía Taga en la guardería? ¿Pasaría algo?

 

- ¿Qué dices...? ¡Ah, vale...! - traía algo para las clases. - Ahora voy.

 

Acompañé a la madre y al niño, feliz de haber sido una buena guía turística de la Guardería. Saludé con la mano a ambos, aún con la matrícula en la mano. Después fui a la Dirección y la dejé en la mesa, para cuando mi madre o mi tía volvieran de sus compras.

 

Volví a la clase y me reí de Matt. Tenía un par de manchas en la pechera. Él me preguntó sobre nadar. Me alerté con esa pregunta...

 

- Pues... No sé... Creo que la clase de los pequeños no, ninguno sabe. En la del medio, algunos sí, otros no; en la superior casi todos. Pero... ¿Quieres que montemos una piscina en el patio, para superar el calor que hace? Podríamos preguntárselo a los elfos.

 

Eso me recordó que tenía a Taga esperando por algún sitio.

 

- Voy a ver que es lo que quería Taga. Pero piénsatelo bien lo que haces. Si vas a poner una piscina en algún sitio... espero que pienses bien en lo que los niños se van a divertir y tú a agotar...

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La madre de aquel niño se iba de la guardería con su hijo, al parecer estaba como poco, contenta poruqe era un buen sitio. Y Xell parecía satisfecha porque la visita había ido bien. Incluso había conseguido que los niños me obedeciesen.

 

Fruncí el ceño y miré a Xell, que se reía de mis manchas. Pero que iba a hacer...con la bata no podía moverme y prefería esto, además, mancharme no me importaba.

 

Xell parecía preocupada con mi pregunta. No entendía por qué, seguro que para los niños era algo bueno aprender a nadar.

 

Dijo que la clase de los pequeños ninguno nadaba, en la del medio algunos, y en la de mayores casi todos. Asentí, pensativo.

 

Me dejó allí porque Taga quería hablar algo con ella, pensando. No me importaba, no podían ser más trabajosos que perseguir y matar demonios...

 

POdíamos intentarlo. Hacer una excursión al parque acuático, o poner una piscina si se podía allí...claro! era una buena idea.

 

Volví con los pequeños, no fuera que les pasara algo en mi ausencia.

 

Pero no. Estaban tirando pintura a Fenrir, que saltaba feliz.

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  • 2 semanas más tarde...

Dejé a Matt muy pensativo, seguro que no había pensado en el tema de la piscina. Mientras buscaba a Taga, la idea me gustaba más y más, hacía mucho calor y en casi verano sentaría bien tener una piscina pequeño donde remojarse. Pero... ¿Qué diría la tía Sagis y mi madre cuando vieran que le habíamos puesto una piscina en el patio de la guardería?

 

- ¿Taga? ¿Dónde estás?

 

No encontraba a la elfina de mi madre. Decía que había traído algo para la guardería pero ahora no la encontraba. Abrí con cuidado la habitación de las cunas por si estaba allá pero uno de los elfos me echó por interrumpir la siesta de los bebés. Así que busqué en el comedor, la cocina, los lavabos... ¿Dónde se había metido?

 

Me preocupé, aunque bien podía ser que la elfina estuviera en alguno de los altillos, el desván, o el sótano, guardando lo que fuera que había traído.

 

- ¿Has visto a Taga? - le pregunté a un elfo. Pero no, me dijo que no. - Vaya... si la ves, dile que estaré en el patio con los niños.

 

Decidí volver donde Matt y ayudarle con el tema de la piscina. Y creo que lo necesitábamos... Al abrir la puerta de la clase, los niños estaban jugando con la pintura ylanzándola por todas partes. Me puse a reír. Fenrir, el lobo, en vez de blanco parecía un arcoirís.

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Elfina Taga:

 

Para un momento en el que me permitía ir al baño, los elfos de la cocina habían desaparecido lo que había traido y la ama xell había dicho que estaría en el jardín si es que volvía. Solo me faltaba echar humo por las orejas.

 

-¡Dónde está lo que he traído? No lo habréis tirado ¿verdad?

 

Levanté la voz para reclamar atención dentro de las cocinas y lo único que logré fue que los elfos que allí trabajaban retrocedieran y se alejasen de mi, como si nunca hubieran vito una elfina furiosa o como si temieran que me transformase en una hidra, cosa que solo lograba enfadarme mas.

 

-Espero que aparezca lo que traje mientras voy a buscar a la niña Xell porque sino...

 

Fui hacia la puerta de la cocina que daba al pasillo de la guardería y salí para ver si daba con la rubia hija de mi ama y podría explicarle lo que habría traído para las clases. Ya que los materiales no eran eternos y supondrían una nueva actividad para los niños como me había dicho la ama Reena.

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En el exterior del Callejón Diagon aún seguía muy nerviosa y aceleré por la calle, alejándome de aquella tienda. Me había traumatizado mucho encontrarme con aquel... objeto sexual. ¿Por qué me había puesto nerviosa? No sé, sólo quería alejarme, como para dejar claro que no lo necesitaba.

 

-- ¿Agua...? Pues por aquí...

 

¿De qué hablaba? Ahora mismo mi cabeza estaba en babia, no entendía nada hasta que se hizo la luz. ¡Por Merlín! Habíamos venido a Diagon a comprar agua para la guardería. Debía calmarme, porque...

 

-- No... No me preocupa nada. Es que ...

 

Reena no era tonta, sabía que algo me había sacado de mis casillas, sólo que yo misma no podía saber qué era. Me dolía la cabeza.

 

-- Ven, en esa taberna encontraremos garrafas de 10 litros que nos llevarán a la guardería.

 

Prácticamente la arrastré a aquella tienda horrible, con gente malcarada, telarañas en los rincones... Pero su dueño me debía una y me daría lo que le pidiera.

 

Nos sentamos en un banco de madera y al apoyar los brazos se me pegaron de la grasa que había. Eso era impensable en La Taberna, pero aquel negocio no era mío, así que no dije nada. Pasé la varita y musité un par de fregotegos que limpió algo la zona.

 

-- No sé lo que me ha pasado, Reena. Es... bueno... Había un objeto que...

 

Vamos, mujer, era un objeto del que se podía hablar en voz alta sin sentir vergüenza. Entonces... ¿por qué...? Me volvió a doler la cabeza.

 

-- Es que al tocarlo, recordé algo. No sé qué era, sentimientos, dolor, vergüenza, miedo... Todo eso sentí de repente, ya sabes que tengo una parte de mí mente que no me deja aflorar ciertos recuerdos de... La Marca. Sé que he recordado algo relacionado con ... ese objeto... de cuando fui... torturada...

 

Cerré los ojos. No quería recordarlo pero le debía una explicación a mi sobrina por mi comportamiento errático. Pedí un whisky de fuego. En ese momento lo necesitaba.

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Xell se fue a buscar a Taga y yo volví con los niños. Los felicité porque habían temrinado sus figuras de barro, y uno por uno me las trajeron para dejarlas sobre una repisa a secar, apra que luego las enseñaran a Sagitas y Reena.

 

A partir de ahí no se que demonios pasó. Empezaron a gritar todo felices, a tirarse barro y colores, pintura y...

 

Fenrir trotaba, contento. Para el también era un juego, y en un momento pasó de ser blanco con manchas marrones, a ser de colorines.

 

Cuando Xell abrió la puerta la miré, manchado también y abrí la boca, intenté explicarme pero no podía.

 

- No se que ha pasado prima...de pronto han empezado asi... - intente disculparme. No entendía como habían pasado de angelitos a eso.

 

- Aun te hace la idea de enseñarles a nadar? les ayudaría a pasar mejor el verano...pero crees que en el patio entraría una piscina?

 

Fenrir echó a correr hasta Xell. Era la única limpia y eso no podía ser. Se tiró sobre ella, y la rodeó con las patas delanteras, como si la abraase, pringándola de pintura.

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