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El Hipogrifo Asustado (MM B: 105757)


Reena Vladimir
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Me había dolido que Taga me tratara como una niña pequeña. Al fin y al cabo, lo que íbamos a hacer no era malo, los niños se divertirían. No estábamos en una cárcel ni un internado de reglas estrictas. Eran niños pequeños, hacía calor y era mejor jugar y aprender que no sentarse como si estuvieran en un reformatorio.

 

Pero no la desobedecí. Siempre había sido una niña obediente y aunque alguna vez tenía ramalazos de rebeldía, ahora no me atreví. Fui a la cocina con la cabeza baja.

 

Entré allá y los elfos se escandalizaron al ver que me lavaba la cara en la pica de los platos, pero no me importó. Necesitaba limpiarme las lágrimas y era eso o un Aguamenti que dejara el suelo mojado. Y estaba segura que ahí Taga me encerraría en un escobero.

 

Me sequé la cara cuando sentí la puerta de la entrada.

 

- ¡Voy! - grité, para que no se adelantara nadie. Así saldría de mi castigo.

 

Era una chica que parecía triste. La saludé cortérmente. Me sonaba su cara, ¿de qué?

 

- Buenos días. ¿Es la madre de alguno de nuestros chicos o viene a contratar nuestros servicios?

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Sus ojos se clavaron en una fallada multicolor que resaltaba en medio de todo el callejón Diagón. La gente iba y venía, empujaba a la figura encapuchada de un lado a otro sin prestar atención en lo que esta realmente era: un mortifago. El verde de sus orbes esmeralda refulgían a través de las dos pequeñas hendiduras de la mascara que cubría su rostro y bajo está se relamía los labios abrazados por una sonrisa escalofriante.

 

Sin esperar demasiado, llevó la punta de su negra varita hasta su antebrazo izquierdo, donde al sentir aquel contacto la marca tenebrosa comenzó a arder.

 

- Vamos vamos - se dijo a sí misma. Dio varios pasos e ingresó al establecimiento hasta llegar a un amplio vestíbulo. Miró hacia un lado y a otro y avanzó hasta que sus ojos divisaron a la persona a la que perseguía: Xell Vladimir. La ángel caído sonrió y observó al otro mortifago que la acompañaba y poco después a otros dos que se unieron a ellos con la misma intención.

 

- Espero que no te suponga mucho problema acompañarnos, señorita - dijo en voz alta y autoritaria, aunque el tono era relajado y armonioso. Podía parecer incluso melosa en cierta forma, si no fuera por que ya había alzado el arma hacia la mujer, de forma amenazadora-. Estoy segura de que alguien más puede encargarse de lo que sea que estés haciendo ¿A que si?

 

Como si le importara. Pusiera o no resistencia, se la llevarían. O al menos eso era lo que pretendían.

 

 

 

 

Off: Captura a Xell Vladimir.

 

Participantes de la marca: Mónica Malfoy Haughton, Patrick Colt, Agatha M. Gyffindor y Zack Black Rowle.

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– Genial – el ardor en su tatuaje se incorporó como la brisa fría en una ladera bajo el azote del invierno. El calambre le producía placer, además que también le subía desde su antebrazo izquierdo, alimentando cada trazo de ese tatuaje que la Marca Tenebrosa había marcado sobre su piel. La sensación era paradójica, pues su cuerpo empezó a producir calor justo en el instante en que una máscara cubrió su rostro. Y, así mismo desnudo, desapareció de su habitación.

 

La brisa de otoño lo cubrió por completo, apartando los gases negruzcos que habían cubierto su silueta desde el cielo hasta su aterrizaje. El sonido parecido al de un cañón, sonó en los alrededores del Callejón Diagon, donde el Mago Oscuro había aparecido varita en mano.

 

Caminó con paso firme y agigantado hacia el local desde donde provenía el llamado de su tatuaje producto de su compañera Angel Caído, que le alertaba sobre la miembro de la Orden del Fénix que estaba en el lugar.

 

– Nuevamente la vecina me pidió pollo, esta vez asado – comentó cuando entró al lugar a diez metros de distancia de todo mago y bruja, distancia que mantendía. – Te aplicaremos un Fuego Maldito y ya está.[/i

Ex-Líder de Bandos | Ex-Wizengamot | Ex-Orden de Merlín 1ra Clase
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-Genial, ya era nuestro turno-

 

Aquellas fueron las primeras palabras del Nigromante una vez apareció en el callejón Diagón. La marca tenebrosa en su antebrazo cubierto por la manga de su túnica gris todavía ardía tan profundamente como la primera vez. El motivo de su presencia en ese lugar no era otro mas que acudir al llamado de sus colegas. En cuanto llegó supo que se trataba de una cacería a algún fenixiano, no podía perderse la oportunidad de disfrutar masacrando a un emplumado.

 

Sin dudarlo se adentró al local "El hipogrifo Asustado" ya con varita en mano y una mascara plateada que protegiera su identidad. Dentro se encontró con Patrick. Examinó con sus ojos todo el lugar y segundos mas tarde dio con la esbelta figura de Mónica. Ambos apuntaban a una chica que atemorizada por la presencia Mortífaga en la estancia parecía buscar la salida mas cercana pero los magos tenebrosos se las arreglarían para sacarla de ahí muerta y directo a prisión.

 

-Espero que estés preparada para Morir- Comentó el Black esbozando una sonrisa falsa tras su mascara mientras miraba al objetivo (Xell).

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Era el momento de salir a divertirse, lo supo en cuanto empezó a arder la marca tenebrosa en su antebrazo. De seguro alguno de sus compañeros había decidido salir de excursión, y ahora la invitaba a que se uniera al juego. Una sonrisa curvó sus perfectos labios, pues llevaba tiempo ansiando algo semejante.

 

Sin hacerse esperar, buscó su varita entre los papeles que estaba inspeccionando, decidiendo que todo aquello ya tendría su tiempo. Contempló un momento su atuendo, una sencilla túnica negra de seda que le llegaba hasta las rodillas y se ajustaba a sus curvas en forma delicada, y unas botas de cuero, del mismo color, que le cubrían hasta las rodillas. Llevaba el cabello recogido en una alta, que daba a las líneas de su rostro un aspecto serio y refinado.

 

Hizo aparecer en sus facciones la máscara plateada que representaba a su bando y resguardaría su identidad durante todo aquel encuentro, antes de desaparecer con un sutil movimiento de varita.

 

Llegó en ese instante al lugar indicado, hallando entreabierta la puerta del local que la aguardaba. Dentro, ya se hallaba un grupo de sus compañeros. Sin dudas sería un trabajo sencillo...

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Para no perder más tiempo los tres Mortífagos comenzaron a atacar a la mujer tan pronto como llegaron. Estaban acostumbrados a trabajar con rapidez y eficacia por lo que no era de extrañarse que en solo segundos consiguieran llevarse a prisión el cadáver de Xell. Zack enarboló su varita y tras agitarla levemente en el aire consiguió aturdir a la mujer pensando en un simple hechizo...

 

-Confundus- Los efectos fueron instantáneos por lo que Xell quedaría confundida sin tener la posibilidad de realizar movimiento alguno. La observó titubear en su lugar y bufó. Aquella pobre mujer no tendría escape a todos los ataques que le caerían encima, mientras tanto el Black trataría de disfrutar del momento. Solo los Mortífagos sabían como divertirse haciendo sufrir a los demás.

 

-Celerus...- Murmuró -Incárcerus- Seguidamente de la varita del hombre volaron tres cuerdas mágicas. El grosor de todas era el suficiente como para hacer daño con la presión que se ajustó una de ellas en el cuello de Xell para impedirle hablar y respirar. La siguiente cuerda fue a sus pies uniéndolos de forma repentina y la tercera cayó sobre su torso aprisionando sus brazos contra el cuerpo para impedirle apuntar con exactitud.

 

-Expectro Protego- A continuación brotaron miles de hilos de la varita de ébano que al mismo tiempo iban formando un cangrejo de fuego de la misma altura que su creador, diferenciándose en la enorme contextura que poseía la creación. La primera orden de la criatura fue enviar una bola de fuego directo al cuerpo de Xell y así lo hizo quemando fuertemente el cuerpo de la mujer. Se había quedado tan solo a 4 metros de la fenixiana por lo que no le fue complicado atacar con la llamarada..

Editado por Zack Black Rowle

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Mi sonrisa desapareció al instante al ver a aquellas figuras que irrumpían en el lugar. Había la menos cuatro de aquellos personajes con la máscara encima. Mi primera preocupación fue proteger a los niños. Esperaba que Taga no se revelara ahora.

 

- ¡Taga! Pon a los niños a recaudo.

 

Esperaba poder convencerles de que se fueran de forma pacífica, pero...

 

Al ver que me atacaban, sólo pensé que necesitaba ayuda exterior, así que invoqué un patronus para que fuera a nuestro cuartel de la Orden del Fénix para que acudieran a enfrentarse conmigo a aquel grupo de mortífagos que interrumpían la calma en aquel negocio. La Mariquita azulada agitó sus alas y se marchó a cumplir mi orden mientras yo agitaba la varita delante de mí, situándome lejos de ellos.

 

Tal vez me atraparan, pero lo harían luchando.

 

- Limitate - dije, apuntando a uno de ellos [Zack].

 

Estaba segura que le alcanzaría, ya que era un efecto inmediato. Pero entonces sentí algo que... Quedé confundida, sin saber qué hacer ni donde estaba. Ni pensar pude en lo que sucedía a mi alrededor... Había sido alcanzada.

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Estaba frente a Xell. Miró un momento alrededor para observar todo lo que podría suponer un peligro hasta finalmente situarse a unos diez metros de la auror y de cualquier posible amenaza. Ladeó la cabeza y la observó, sonriendo. No pretendía ni mucho menos matarla, la quería a ser posible viva y sin demasiados rasguños... ¿No sería de mucho más valor si conseguían llevarla viva a la cárcel y allí sacarle la información que necesitaran? Quizás luego podrían tomarse el lujo de matarla, varias veces incluso.

 

- Nos ha llegado la información de que eres miembro de la Orden del Fénix ¿Es cierto? - le preguntó con aparente amabilidad. Su voz había sonado tan dulce que podría haber dado hasta miedo y, aunque era cierto que le había hecho la pregunta, la respuesta del objetivo no cambiaría el resultado de aquel asalto.

 

- Espero que puedas entender que ante esa información no podemos quedarnos de brazos cruzados - hizo una leve floritura y a la vez que pronunciaba en voz muy baja tres palabras-: ¡Expelliarmus Mortis!

 

Al instante un rayo dorado surcó el espacio que las separaba y de forma inevitable impactó en el pecho de Xell. Si no hacía nada por recuperar su arma, tendría verdaderamente complicado el salir de allí aquel día.

 

- Confundus - murmuró esta vez teniendo como objetivo a la misma chica. Xell sentiría como perdía la concentración y como todo a su alrededor se convertía en una maraña de imágenes sin demasiados sentidos. A continuación de eso, Mónica miró a sus compañeros y dio un paso atrás; serían ellos los que seguirían.

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El tiempo corría con cautela, desgranándose segundo a segundo desde el puñetero reloj. La varita de Alerce gris que llevaba siempre a cada batalla, la que le había sido fiel en cada hechizo, vibraba con suma intensidad desde su puño diestro. Sonreía, sentía una calma en su pecho ahora que alzaba la varita hacia el pecho de la Miembro de la Orden del Fénix, cuyo nombre era Xell.

 

– Sectusempra– bramó el Mago Oscuro con malicia y predisposición. Desde la varita del Cardenal de la muerte, se escuchó el sonido de un disparo que inundó todo el lugar. Sonriente, vio como la luz del rayo asesino se integraba al escenario. La distancia entre Xell y Patrick se acortó en ese pequeño lapso de diez metros, llegando hasta su pecho para de impactarle, desangrarla en el acto y matarla de inmediato.

 

– Vitae – conjuró nuevamente, viendo cómo una silla se transformaba con una silueta parecida a la de un león, con zarpas y colmillos de un tigre sable, cuatro patas fornidas que le permitían desplazarse y articulaciones. Ese supuesto león, se posó a un lado de Patrick para protegerle.

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Tras recibir el patronus de una compañera en peligro, Felicity apareció en el lugar indicado: El Hipogrifo asustado, una guardería donde magos y brujas de todo Londres dejaban a sus hijos más pequeños al cuidado de profesoras de infantil.

 

Mortífagos habían acudido al lugar, por lo que en su mano derecha asomaba su varita mágica, Sumlaris, del mismo color de la oscuridad.

 

Tan solo aparecer, corrió al lado de quien querían atacar Xell y apuntó con su varita al grupo de enemigos.

 

-Ya no os basta con atacar hogares que ahora también atacáis guarderías… - comentó, arqueando una ceja, sin poder creérselo…

Mortífaga retirada
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