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Librería "La Hermana Quisquillosa" (MM B: 98425)


Xell Vladimir Potter Black
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- ¿Ha pasado algo? - comenté preocupada, mirando a Reena. Me daba la sensación de que sí, pasaba algo más, pero quizá no era lo más oportuno de preguntar, en una librería.

 

- ¿Un refrigerio? -inquirí ahora- ¡Por supuesto! Siento que me falta un poco de cafeína, un licorcito me vendría de perlas, pero sé de sobra que aquí no tenéis así que, lo que vayáis a tomar, también me apunto - asentí con la cabeza.

 

- Bien, excelente - me rasqué la barbilla- ¿y sabes si hay algo sobre revista especializadas sobre la memoria? - me acerqué a ella- es que verás, últimamente tengo demasiadas lagunas, más de lo normal - me encogí de hombros - es cómo si me aplicaran un obliviate continuo... Ya sabes que siempre me falla eso pero no sé...

 

>> Bueno, entonces iré a por lo de la revista de pociones y me dices los galeones que valen...

 

Fui para allá para una de mis zonas preferidas de la librería y ahí los encontré. Ojeé un par de ellas y vi que había algunas novedades. Tomé dos revistas y me las llevé con ella en la mano, hasta llegar a la mesa para pagarlas.

 

- Entonces, ¿nos tomamos ese refrigerio? - pregunté ahora a las dos mujeres que, parecía que no se habían movido del sitio.

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Había recibido un segundo abrazo y la certificación verbal de que irían a por té, aunque si mal no recordaba a la matriarca Vladimir le gustaba el café, cuyo aroma disfrutaba, más la bebida en si… a menos que fuera un capuchino o algo con trazas de chocolate, lo cierto es que ya había soltado el comentario del alma, pero seguro se lo tomaba con la intención con que ella lo había lanzado, la de bromear.

 

Ahora que la respuesta a su pregunta sobre la nostalgia que Cye percibía fue algo que no esperaba, cuando estaba a punto profundizar o Reena de soltar eso que parecía una gran carga sobre su espalda, y no porque estuviera jorobada, sino porque algunos pesares son eso, tan pesados que la carga emocional joroba el espíritu y cambia la energía que caracteriza a la persona. Cuando estaban en eso, sonó la campañilla y Heliké hizo aparición.

 

-Hola Heliké, pues no me quejo- dijo a su pregunta de cómo estaban pero no puedo evitar mirar de reojo a la Vladimir cuando con todos los dientes mintió, así que trataba de ocultarlo, pues entonces era peor de lo que parecía. -Si acompáñanos- dijo secundando la oferta de la propietaria -¿Pociones? ¿Estás hacienda pócimas o experimentando? - pregunto incapaz de morderse la lengua ante su curiosidad por todo aquello que se hacía en un caldero con ingredientes variopintos. De nuevo sus orbes celestes se centraron en la pelirroja como escudriñándole

 

-Oigan, sé que he estado ausente de los asuntos familiares- se mordió el labio y luego prosiguió -Pero quiero saber ¿qué sucede?- miro a una y luego a la otra -Una de las dos, o ambas me lo van a decir- sentencio como si le hablara a un par de niñas que ocultaban una travesura. -Es que percibo, cambios que no me explico, como si la familia se estuviera desmoronando o surgieran bandos en ella- y por bando no se refería a los mortifagos y fenixianos, sino a bandos como Reena por un lado, Sagitas por el otro Matt y Heliké y finalmente Xell, imagina que en el medio de todos.

 

-A ver soltadlo- insto a ambas mujeres. Sabiendo que lo que no se habla se guarda y como una gota de sangre que cae en un vaso de agua cristalina, la enturbia y la amarga.

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- Pues, generalmente hago las dos cosas - dije un poco con picardía y guiñándole un ojo a Cye- cada vez que hay nuevas novedades, me gusta practicarlas antes de darlas en clase. Para asegurarme de que no haya accidentes. Eso requiere mucha práctica y por lo general, cuando un alumno empieza ese arte, siempre se cometen errores y es vital que no haya graves consecuencias...

 

No podía evitarlo, sabía de lo que hablaba, no era la primera vez que casi hacía estallar parte del castillo Rambaldi por mezclar ingredientes que no debía o echarles una cantidad que sobrepasaba la indicada. Lo raro es que no tuviese ya, más cicatrices en el cuerpo de las que ya poseía.

 

- ¿Eh, qué? - pregunté ahora, confundida ante la pregunta de la mujer. No entendía a lo que se refería.

 

- ¿Bandos? No que yo sepa. Es cierto que al principio peleábamos mucho entre yo y Sagitas, pero las aguas, están calmadas, por suerte - le dije con una sonrisa que esperaba que la convenciera. Pero era cierto, hacía mucho que no teníamos broncas y eso me alegraba bastante.

 

- Pero no sé qué sensaciones podrías tener Cye - comenté ahora, mirando a las dos mujeres que tenía delante de mí mientras agarraba las revistas que había cogido y que tenía intenciones de pagar. Lo prometo.

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  • 1 mes más tarde...

Miré a Heliké, se había agarrado ya a sus revistas (?) esperaba que esta vez las pagase, o al menos que las devolviera cuando terminase de leerlas y luego me centré en Cye. Me parecía extraño que alguien a quien hacía tiempo que no veía, notase esos cambios. Claro que después de unos segundos, recordé que ella era sacerdotisa y era mas que probable que hasta lo adivinase, aunque había tenido la delicadeza de preguntar.

 

-Bueno, lo cierto es que si ha ocurrido algo...

 

Respiré profundamente y antes que nada, saqueé la varita y la agité para aparecer el refrigerio que necesitábamos, luego acerqué un sofá para la vampiro y una vez instalada ésta, volví a respirar profundamente y lo solté.

 

-Xell se ha marchado y me acabo de divorciar, ale, ya lo he dicho. Ahora teneis que contarme algo vosotras.

 

Me agarré a mi humeante taza de café y esperé a que ellas hablaran, porque algo debían decir ya que yo les había contado algo que nadie mas sabía.

Sacerdotisa·Madre·Compañera


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  • 4 semanas más tarde...

Dejé caer de golpe el libro antiguo que llevaba entre las manos. Había entrado a hurtadillas en la librería, intentando que no se notara mi presencia, puesto que yo quería comprar un volumen sin que nadie supiera que era yo. Me había disfrazado, con un bigote rubio y una capa enorme de color verde oscuro que me tapaba de pies a cabeza, con una capucha que me llegaba a los ojos. Además, había cubierto mis manos con unos guantes de piel de dragón que ocultaba mis inmaculadas uñas (hoy no me las había mordido aún).

 

Había pasado al lado de todos y nadie me había reconocido, menos mal..., porque allá estaban mis hermanas de sacerdorcio, Cye y Reena, mi hijo Matt, mi sobrina Heliké... Estaba ya en la caja, con el libro aquel que ya le había echado el ojo desde hacía tiempo cuando sentí la conversación de las mujeres. La verdad, para lo seria que era aquella conversación, debían de haberlo dicho en algún sitio cerrado.

 

-- ¿Quéééééééé...? -- dije, sin hacer caso al libro, dándome la vuelta sobre mis pies y encarándome a Reena. -- ¿Cómo que Xell se ha marchado? Lo del divorcio lo sabía pero...

 

Y entonces me di cuenta que seguía llevando la capucha puesta y el mostacho rubio.

 

-- Hola -- dije, flojito, algo avergonzada por haberme descubierto.

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No me esperaba aquella intrusión en la conversación, ni la forma en que se entrometió dando voces y haciendo aspavientos con los brazos.

 

Del susto, me había subido los pies al sillón y apuntaba con la varita al hombre que se había acercado, preguntándome quién era él, que se sorprendía por la marcha de mi hija y no por mi divorcio...

 

-Sagitas! por la luz bendita!

 

Ahora que había saludado con voz normal se la reconocía sin dificultad, pero el susto había sido real y el disfraz era muy bueno, para qué negarlo.

 

-¿Cuánto hace que no cenas en la vladimir tía? Sabes de sobra que si estamos en el pueblo cenamos todos juntos.

 

Suspiré y le ofrecí una silla para que nos acompañara si quería a tomar café o a cotillear según le apeteciera.

 

-A todo esto, estas en una misión o algo por el estilo?

 

No estaba muy segura, porque si se hubiera olvidado del disfraz nos había saludado y no habría entrado en la tienda como si no nos conociera de nada

Sacerdotisa·Madre·Compañera


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  • 4 semanas más tarde...

Me di cuenta que Reena se había sorprendido con mi aparición imprevista y, además, camuflada. Puse cara de circunstancias, sin saber cómo explicar mi indumentaria. Sabía que no era correcto disfrazarme para venir a comprar a la tienda de la familia, así que hice un mohín con la cara, que seguro que quedó bien raro con el mostacho rubio que lucía. Me quité la capucha, dejanel pelo violeta al aire libre. Después saqué un frasquito de poción quita-pelo y me froté el bigote, que desapareció al instante.

 

-- Estaba probando un poco de Transformaciones... -- dije, avergonzada.

 

En realidad no era cierto y me sentí fatal en cuanto lo dije, así que levanté las dos manos para que Reena viera que no venía armada.

 

-- Puedes bajar la varita, sobrina, que sólo venía a comprar a hurtadillas para que nadie supiera que me interesaba por este tema concreto. No quería que pensarais mal de mí por comprar un libro de magia oscura.

 

Sonreí con cierta gracia para relajar el ambiente.

 

-- El Ministerio tiene oídos en todas partes y preferí que no relacionaran mi violeta con el nombre del libro... Ejem... ¿Cenar? ¿Cuánto? ¿Esta noche...?

 

Vaya manera de girar la conversación hacia otros derroteros menos complejos.

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  • 5 semanas más tarde...

Heliké confesaba haber estado haciendo las dos cosas con los ingredientes de pociones, lo que hizo levantar una ceja a la Lockhart imaginando el desastre donde quiera que estuviera intentando preparar las pócimas, si es que había una habitación completa, que capaz había terminado a cielo abierto luego de algún incidente, pero la vampiro negó esa última suposición. Luego se hizo la desentendida en cuanto a lo de los bandos que mencionaba, alegando que no tenía broncas con Sagitas desde hace mucho tiempo. Al final pareció confundida o no saber lo que la rubia preguntaba y Reena que ya no pudo esconderse tras el refrigerio ni nada más lo soltó.

 

--¿Divorciada?-- más que una pregunta fue un soberano chillido --Lo… lo siento es que me sorprende, tu eres como yo-- y allí iba ella de nuevo con su imprudencia, pero lo que había intentado decir era cierto, la Vladimir como ella habían estado sujetas a las idas y venidas de sus esposos y siempre se habían mantenido fieles a sus recuerdos y amor, aunque debía reconocer que Ishaya al menos daba señales de vida de cuando en cuando hasta que se aparecía y borraba todo mal trago con sus mimos y dedicación, se mordió la lengua no era momento de cuestionar, vamos su amiga estaba diciendo que se había separado del hombre que amaba, eso, eso no debía ser nada fácil de llevar.

 

--Reena, cariño siento que estés pasando por esto, seguro ha de ser la mejor decisión aunque ahora mismo no lo parezca-- expreso con toda sinceridad, -¿Fue por eso que se marcho Xell?- pregunto a sabiendas de que si era así, podría estar escarbando en una herida más profunda de lo que imaginaba, no tuvo tiempo de obtener respuesta pues una voz las interrumpió, ambas se giraron para ver quien las estaba escuchando y descubrieron a una Sagitas no tan Sagitas.

 

--Tu ¿de qué vas?-- acuso Cye más por el susto que por otra cosa, pero aun resonaba aquello de que sabía lo del divorcio, --¿Transformaciones?-- cuando escucho la palabra se le vino a la mente el arte mágico, pero definitivamente no eran con disfraz cómo funcionaba sino un cambio real en el individuo, ahora si confesaba las verdaderas razones, un libro y vaya que tenía que ser oscuro para que ameritara disfraz, cuando trato de evadirse del tema Cye pregunto

 

--¿Cuál libro, como se llama?-- pregunto con mucho interés, ya que ahora justamente estaba cursando una habilidad bastante oscura, que por ser sacerdotisa o más bien Cye muchos se asombraban por aquella elección. Lo malo es malo desde el punto de vista de cada quien, eso, eso no era del todo cierto pero le funcionaba para su conciencia por ahora.

 

@@Reena Vladimir @ @

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  • 1 mes más tarde...

No sabía que responderle a mi tía Cye, lo cierto era que no sabía el motivo por el que se había ido mi hija, si no llega a ser por la aparición de tía Sagitas, no sé que lo hubiera contado...

 

Creí a la pelivioleta cuando dijo que probaba nueva magia, pero fruncí el ceño cuando rectificó diciendo que buscaba un libro oscuro. La miré fijamente sintiendome herida. Yo no le guardaba secretos y ella me mentía a la cara. Si ella me lo hubiera pedido ni siquiera hubiera llegado ese libro a la tienda, se lo hubiera entregado directamente y nadie sabría nada, pero prefería esconderme las cosas.

 

-Si, cenamos todos los días, todavía me da el dinero para hacerlo.

 

Ya no tenía ganas de seguir hablando, por lo que dejé que mis dos tías se pusieran a hablar de ese libro, al parecer también Cye escondía cosas, ya que, a pesar de ser todo luz, se estaba interesando demasiado por un libro oscuro... Y si no me iba de allí era porque preguntarían y se armaría drama con las explicaciones, no me apetecía.

 

@ @

Editado por Reena Vladimir

Sacerdotisa·Madre·Compañera


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Reena había guardado silencio y de pronto el tema había girado en torno al disfraz de Sagitas y el motivo del mismo. Pero Cye seguía percibiendo aquel sentimiento, aquella melancolía que no le gustaba para nada. Entonces dijo --Ya me dirás que libro es ese, ahora quiero invitarlas a pasar por el castillo Lockhart-- las miro fijamente primero a Reena y luego a Sagitas y lo soltó.

 

--Necesito de vosotras, estoy asustada-- era totalmente cierto, su bebe estaba por nacer, lo presentía, pero también presentía peligro, uno que no podía explicar, uno que quizás se centrara en una maldita profecía que hablaba del mal y de energías y de perdidas, una que inconscientemente Ishaya y ella habían hecho el esfuerzo por no hablarlo, aunque ambos a su manera estaban extremando medidas. --Quiero vuestra bendición para mi bebe y el espacio donde va habitar-- al cuerno con el espacio, lo que quería es que detectara cualquier cosa que estuviera mal y que ella por estar directamente involucrada y aprensiva quizás no lograra identificar, sentir o ver, que encima protegieran al nene con sus bendiciones y magia blanca.

 

Acaricio su abultado vientre y cerró los ojos, ahora entendía aquellos ojos de angustia de Sagitas por Ithillion o el desvelo de Reena por Akira, trataba de sonreír, pero estaba a punto de llorar y maldecía mentalmente por sentirse tan vulnerable y sentimental. --Además que no me visitan desde hace mucho, muchisisisismo tiempo, como si por allá mordiéramos, bueno si pero casi no duele-- bromeo para relajar la tensión de su cuerpo y también la del ambiente, ambas brujas se habían quedado quietas, mudas, si una mosca pasaba seguro que se oiría el aleteo al volar.

 

--Luego, tengo que pasarme a la guardería, quiero que mi bebe tenga lo mejor cuando yo no pueda estar a su lado-- ah ese era otro tema que le preocupaba mucho, el tiempo que debía alejarse de él o ella, mientras trabajaba, las elfinas podían cuidarlo de maravilla, si, pero dado las necesidades especiales de supervisión por los dones que seguramente heredarían y el hecho de que no quería que creciera solo, sino en compañía de otros niños, la Guardería de Reena era la primera y única opción en la que había pensado. --Necesito todos los consejos de madre que puedan darme--

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