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Librería "La Hermana Quisquillosa" (MM B: 98425)


Xell Vladimir Potter Black
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-- ¡Huy!

 

Mi exclamación de sorpresa era debida a que mi sobrina Reena estaba siendo un poco sarcástica. No pensé que le haría daño por entrar a comprar a escondidas y con bigote para que no me reconociera. En realidad, mi presencia allá se debía a motivos de seguridad pero... ¿cómo decirle eso? Era algo difícil de explicar cuando tienes secretos.

 

Lo malo es que hacía mucho tiempo que no tenía secretos con ella y, supongo, que eso lo había detectado al instante. Me sentí mal y bajé la mirada hacia el suelo, mirando los pies pequeños de Cye y los un poquito más grandes de Reena. Carraspeé.

 

-- No te enfades, sobrina... Sois mis dos figuras a seguir. Las dos sois sacerdotisas y las dos me habéis enseñado mucho. Yo... Yo no pretendía faltarte al respeto viniendo así, disfrazada...

 

Levanté levemente la cabeza a medio camino hacia Reena, con una expresión de penita con la que quería pretender que perdonara mi tontera de disfrazarme.

 

-- No es un libro especial. Tampoco es que quiera aprender a hacer magia oscura. Es que... Sentía curiosidad. Si conoces los hechizos oscuros, sabes cómo defenderte de ellos y... Ya sabes que soy una maga teórica. Me encanta saber aunque no quiera utilizarlos y...

 

Suspiré. Cye no ayudaba tampoco pero esperaba que, al menos, me entendiera.

 

-- ¡Anda, Reena! No me hagas suplicarte perdón que sabes que no se me da bien. Mira mi aura, verás que es de pena verdadera por haberte hecho daño por una tontería. Pensé que hasta sería gracioso...

 

Cye cambió de tema, algo que le agradecí mucho porque era una situación muy tensa la que acababa de generar con mi disfraz.

 

-- ¿Estás asustada por tu bebé? Vamos, mujer, si el parto no duele...

 

Anda, que soy genial dando ánimos...

 

-- Por la bendición, limpieza de energía o cualquier rito que necesites, puedes contar con nosotras, ¿verdad, Reena? -- hice un poco de trampa, la obligaba a involucrarse y, así, tendría que perdonarme para poder venir conmigo. -- Y por la guardería no te preocupes. Tenemos el personal más apropiado para tu bebito y podrás verlo cuando quieras. Anda, Cye, démonos un abrazoooooo... Las tres juntitaaaaas...

 

No se podrá decir que intentaba que se olvidaran de lo sucedido...

Editado por Sagitas E. Potter Blue

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Le hice caso a mi tía y sólo porque su aura reflejaba esa tristeza, es que dejé correr el tema sin una puntilla final, extra.

 

Luego me centré en Cye, comprendía muy bien sus preocupaciones... Al nacimiento de "mi nube" yo no tenía la presión de la gestación por lo que podía comprender los nervios de Ishaya. Aunque yo tenía la preocupación viva de proteger la mansión de un ataque vampiro que quisiera acabar tanto con mi pareja como con mi niño.

 

-Cielo, a ti te pasa algo mas... Tu aura se está comiendo tu alma, se mueve muy brusco. ¿qué es lo que realmente te preocupa?

 

Tanto el registro, la guardería y puede que incluso la cuna, alguna ropita, iría a parar a ella, seguro, pero a ella le preocupaba algo mas que no nos estaba diciendo, era como si le estuvieran rondando un clan de vampiros, como a nosotras...

 

Me senté mas cerda y le cogí las manos para que se tranquilizase un poco mas al sabernos cerca y luego accedí al abrazo que proponía Sagitas.

Sacerdotisa·Madre·Compañera


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Cye sonrió por todos los intentos que hacia Sagitas para disculparse por el disfraz ante Reena, incluso mencionaba el aura, bueno una sacerdotisa podía ver esas cosas y conocía la esencia de los suyos. Con el tiempo y la practica estos conocimientos se hacen tan propios que es parte de cada cual como pestañear, caminar o hablar. La Vladimir observo a la Potter y aunque no lo dijo acepto el asunto dejándolo por la paz. Y apretándose las tres en un abrazo maravilloso, de esos que la rubia necesitaba y añoraba.


Luego ambas mujeres enfilaron su artillería hacia Cye, no más bien hacia su bebe, en fin, que aunque la Lockhart trato de mantenerse serena, ecuánime, poco sentimental y muy natural, no consiguió ninguna, allí estaba mirándolas, escuchándolas y riendo ante el comentario de su cuñada que al principio la sorprendió y luego no le creyó. --¡Eh! ¿No duele? Mentirosaaaa-- sino porque las mujeres en el área de maternidad se la pasaban gritando cuando iban a tener a sus bebes, a Cye no le gustaba pasarse por allí aunque si adoraba recorrer los cuneros y ver aquellas pequeñas caritas.


-Yo…- Reena lo había captado, así justamente se sentía, la alegría de la maternidad era tremenda, pero el peso del desenlace le robaba horas de sueño, días de vida, energía y esperanza. No lo había comentado más que con su marido quien era culpable de su embarazo (jajaja) bueno ambos, y con su nieta Bodrik que por razones energéticas y de sangre, pero ella solita cargaba con el peso de una profecía que les concernía a los Lockhart y que su abuelo Gilderoy se había guardado amablemente hasta hacia un par de meses atrás. No quería decir nada, no podía hacerlo, porque además las consecuencias de hacerlo eran desastrosas y eran advertidas en la misma, de manera que estaba maniatada, pero aun podía acudir a la empatía, a la percepción y los conocimientos de los de su raza.


--Yo no puedo decirles nada-- movió la cabeza impotente --Confió en ustedes, pero no puedo hablar--dio casi en un sollozo --Mi bebe está en peligro, ahora y después, ahora porque no logro estabilizarme, porque ya no resisto tener los sentidos alerta permanentemente, me nublo, no veo y no hablo de mis ojos físicos, así no puedo protegerle, estoy cansada, mi energía ha llegado a mermar tanto que pierdo la conciencia, y el no puede sobrevivir sin energía, después… cuando suceda lo enfrentare-- sabía que no era justo lo que estaba haciendo, ella se había apartado, se había aislado, y ahora aparecía pidiendo ayuda, queriendo que la recargaran con sus propias fuerzas… pero no conocía a nadie con tanta fuerza y que pudiera decir “si” sin más información que la que les estaba dando.


--Entenderé si no quieren hacer nada-- dijo tomando una de las manos de ambas en las suyas.
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Lo poco que decía mi tía era bastante esclarecedor, estaba en peligro y sabía lo que era eso...

 

-No te voy a decir que no duele, porque no lo sé, pero lo que si sé es que merece la pena.

 

Le besé la frente y pensé en lo que ocurría y que no podía contarme. Sobre la energía si que podía hacer algo al respecto y por ello junté mis manos haciendo un cuenco, cerré mis ojos y realicé un pequeño ritual.

 

En mis manos empezó a formarse una llama, primero fue humo, luego una lucecita amarilla, hasta que un pequeño fuego se formó sobre mis manos previamente chamuscadas. Abrí los ojos y les dediqué una sonrisa a ambas mujeres.

 

-Esto es una inyección de energía, te ayudará a que se retire el cansancio, aunque creo que es demasiado poca como para que te mantenga en pie. Podemos empezar por esto y si quieres puedo hacerte un encantamiento avisador para cuando te ocurra algo o nos necesites.

 

También podía ser que ella quisiera y su niño no, pero tal vez si le explicamos las cosas, lo acepte mejor y no nos haga polvo en el intento. Pero era cuestión de esperar. Comencé por ofrecerle la llama de energía, para que la decisión quedase en sus manos.

Sacerdotisa·Madre·Compañera


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Reena era un sol, la honestidad de sus palabras junto con aquella mirada serena la calmo un poco, era cierto que miles de brujas pasaban por el proceso, es más lo repetían una y otra vez, pero es que la primera vez al menos era totalmente aterradora, a pesar de saber que la magia ayudaría con el dolor y con el proceso curativo si ella lo aceptaba, porque una vez nacido el bebe, su cuerpo volvía a ser suyo y las decisiones también, pero mientras tanto…

 

Se mordió el labio inferior meditando en el hecho de que cualquier sufrimiento seria compensado con el hecho de poder tener en brazos a su bebito, aquella criatura que durante años había significado un sueño y ahora se materializaba. No iba a negar que las cosas no habían salido como las planeo, pero es que en este mundo mágico y en cualquier parte, el destino estaba empeñado en torcer los planes, en dar vuelta a los sueños y probar la fortaleza y los sentimientos de todos.

 

Afortunadamente el amor del matrimonio había estado siempre a la altura de las circunstancias y ahora daba frutos aquella unión de casi seis años. La energía de Reena de pronto cambio, haciéndose más fuerte, tanto que fue imposible de ignorar, el vientre de la sacerdotisa se puso rígido, y las orbes celestes de la futura madre buscaron la fuente, las manos de Reena comenzaban a producir una carga importante emanada de su propio ser que se hacía visible mediante aquel fulgurar llameante, informándole que era una manera de reducir el agotamiento debido a los estándares energéticos requeridos por su bebe.

 

Cye asintió a lo primero y extendió las manos, para recibir lo que la sacerdotisa le ofrecía, ante el contacto con aquella fuente distinta a la propia el nene reacciono formando el habitual campo de protección alrededor del vientre de la madre, por suerte eso no afectaba sus manos ni lo que le estaba siendo obsequiado. --Muchas gracias-- dijo con una leve inclinación de cabeza ante el regalo. Era impresionante lo que podía hacerle a su cuerpo aquello y en tan pocos segundos. Ahora que los encantamientos eran otra cosa totalmente distinta.

 

--El encantamiento, no creo que funcione, no lo permitirá, y temo que las dañe-- miro a la pelirroja y luego a la pelivioleta que había permanecido callada, cavilando o analizando, pocas veces la Potter se quedaba muda. --Sagitas ha visto un poco lo que puede hacer-- informo recordando el episodio en un local del Callejón Diagón.

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  • 1 mes más tarde...

Roxanne Rambaldi

Empleada

Departamento de Transportes y Deportes Mágicos

Por vez primera en meses, o años, la Rambaldi se disponía a realizar visitas a negocios. Cuando se retiró del departamento, se dedicaba a trabajo de oficina más que de calle, sonrió mientras recordaba como envidiaba a Sophie, quien aún podía darse los lujos de salir y respirar algo de aire fresco. Se puso la capa de viaje, y la sujeto sobre su pecho con un broche del escudo de su familia. Supuso que no se tardaría más de un par de horas, y que pronto podría estar de vuelta en la oficina para ponerse al día con el papeleo.

 

Salió del departamento despidiéndose de la nueva secretaria, aunque nueva y más guapa, la ex directora pensaba que nadie podría reemplazar a la gruñona de Gladys, quien a pesar de tener un difícil temperamento, siempre se esforzaba para dar lo más de si en su trabajo. La llenó la melancolía de tiempos pasados, su equipo de trabajo, y su familia, aquella que durante su ausencia creció a tal punto que a su retorno le fue irreconocible.

 

- Librería La hermana quisquillosa.-leyó corroborando el nombre del negocio que le correspondía visitar.

 

Desapareció en una esquina poco transitada para aparecer en el Callegón Diagón, lleno de magos y brujas cargados por paquetes de regalos. Le costó poco mas de un minuto ubicar el negocio, definitivamente era allí, quiza, hasta podía comprar algunos libros para Navidad aparte de promover la instalación de los servicios ministeriales.

 

- Permiso.-dijo animada, entrando al cálido ambiente de la librería.- Departamento de Transportes y Deportes Mágicos.

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Permanecí en silencio; era imposible digerir las noticias de Cye con tranquilidad y sabía que podía sufrir un ataque de proteccionismo que podría ser más peligroso que el peligro real (valga la redundancia) que corriera su hijo. Por eso, las dejé hablar mientras me mordía la lengua para no empezar a soltar tacos, algo que es muy feo pero que me solía pasar cuando perdía el control.

 

Por ello, en cuanto sentí que alguien entraba a la tienda, me apresuré a levantarme de la silla donde me había dejado caer tras sentir las noticias de mi cuñada y ser la primera en atenderla.

 

Para mi sorpresa, reconocí a la muchacha. No en vano había sido directora de departamento durante un tiempo y habíamos coincidido en los despachos de reuniones.

 

-- ¡Anda, hola! ¿De transportes y Deportes? ¿En qué puedo ayudarte? ¿Tal vez quieres algún libro especial para tu departamento? En la Librería tenemos todo tipo de información sobre transportes antiguos y modernos, mágicos y/o muggles... Pide cualquier cosa que seguro que lo tenemos.

 

La sonreí para darle la impresión de que era una buena vendedora, aunque mis ánimos por dentro estaban muy lejos de la muchacha y más centrada en lo que seguían hablando Cye y mi sobrina Reena.

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Agradecía el muchacho, tener muchas canastas y cajas, con lo que tenía en mente, eran muy útiles y eso le ayudaba a que su halcón peregrino le costará menos trabajo llevar los presentes que iba enviando ese día.

Tomo una canasta en la cual previno poner una mantita, toco la canasta con su varita y la empequeñeció lo suficiente. Luego tomo delicadamente a un gracioso micropuff y lo coloco en el interior.

Después encargo a su halcón que lo llevará con cuidado y le dio el nombre del local. La inteligente ave partió con su importante carga y fue hasta donde el ojimiel le encomendó y ahí dejo la canastita con aquella tierna criaturita.

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Roxanne Rambaldi

Empleada

Departamento de Transportes y Deportes Mágicos

Grande fue su sorpresa cuando vio aparecer frente a ella a Sagitas, antigua directora del departamento de accidentes. Tenia entendido que aquella tienda pertenecía a Xell y Reena, pero cualquiera que la atendiera le bastaba para aquel entonces. Sonrió amable a la pelivioleta, pero antes de que le diera oportunidad a dar el motivo de su visita esta ya le ofrecía todo tipo de libros para el departamento.

 

-Lamentablemente el departamento ya no es mío, Sagitas.-haciendo referencia al nuevo director.- Y tampoco estoy en busca de algún libro relativo al departamento, aunque podría ver algo otro día.

 

Se daría un autoregalo navideño, después de todo, había trabajado mucho durante el ultimo año y se lo merecia.

 

- Aunque... Si puedes ayudarme.-dijo luego de reflexionar un momento.-Estoy en busca de las dueñas, el departamento ha vuelto a realizar visitas de rutina para ofrecer sus servicios y, ya que este negocio no tiene contrato con la oficina de red flú se me asignó visitarlo.

 

Estaba segura que la Potter Blue entendería su posición, ya en ocasiones anteriores había hecho visitas similares a sus negocios cuando era jefa de la antigua Dirección de la Red Flú; en aquel entonces, le habían asignado dieciocho negocios, gran parte propiedad de Sagitas, y todos los había completado en un solo día. Eso si era eficacia, pensó, recordando aquellos tiempos.

 

- Por favor.-dijo, sonriendo lo más angelical que podía.- Prometo ayudar con el papeleo.

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Esperaba la respuesta de Roxanne cuando algo pasó rozando mi pelo. Aunque me arrancó un gritito, enseguida noté que era un presente de felicitación por las fiestas navideñas y, sin mirar el remitente, algo en mi interior me dijo que era de Antoni. Sonreí al micropuff de la canasta, tomándolo con cuidado y poniéndolo en mi hombro, feliz porque mi sobrino supiera que amaba a los animales y que me regalara uno.

 

-- ¡Ay, tonta de mí! Felices fiestas, señorita Rambaldi.

 

Moví la varita y puse una campanilla en la puerta, para decorar un poco el local mientras no aparecieran las dueñas a ponerla más acorde.

 

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-- Bien... ¿Qué decías? ¿Que no eres la Directora...? Oh, vaya...

 

¡Vaya metedura de pata, más bien! Era cierto que no la veía por los pasillos internos de la Dirección, pero vamos, que yo no me fijo en esas cosas...

 

-- Bueno, pues... ejem... ¿No vienes a por libros? Vale... Es una visita ministerial... Pues me temo que Xell abandonó el país y ahora está en España, así que sólo queda Reena. Ella está con ciertos trámites sobre un negocio que está pensando montar a nivel internacional, algo que le tiene un poco liada visitando proveedores y locales... Ya sabes, un engorro...

 

Le sonreí porque me daba pena tener que decirle que no la podía ayudar porque ministerialmente no podía firmar ningún documento.

 

-- Pero sé como localizarla, así que, si quieres, le puedo mandar una lechuza a @@Reena Vladimir para decirle que la buscáis para un tema burocrático sobre la Red Flu del negocio. ¿Traes algún tipo de formulario o algo que le pueda comunicar a mi sobrina, cuando me conteste? -- le pregunté a @@Roxanne Rambaldi. -- Yo estaré encantada de poder hablar del tema. Por cierto... ¿Te han tocado supervisar alguno de los míos? Creo que se me caducaron de los cuatro que tengo y... ¿Los formulario son los mismos? Si encontrara los que hice en su día, haría un geminio... ¿O tengo que renovarlos de nuevo? Puff, con lo liada que estoy estos días...

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