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✿.。.:*El refugio Mágico*.:。✿* (MM B: 102601)


Helene Eloise Bellerose
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Respiré profundo un par de veces aunque mejor dicho intentaba no hiperventilar por lo rápido que lo hacía, cada que tragaba una bocanada de aire sentía que me mareaba mas, pero no podía desfallecer ahora, no frente al elfo del que esperaba una respuesta aun. Mas encima alguien mas entraba al lugar, la divise de reojo sin levantar mucho la cabeza, sabía que era una mujer pero la verdad no me había el tiempo de verla muy bien para ver si la conocía, menos en ese estado.

 

Al escuchar que la joven también buscaba una habitación deje de insistir un poco seguro pronto nos daría una a cada uno, y así poder perderme en su interior, dejando caer mi cuerpo en la cama he intentar descansar un poco o al menos desmayarme sin problemas.

 

Bajé un poco la mirada mientras pensaba en Darla, en ese mismo momento que gustaría estuviera ahí, seguro ella me podría cuidar bien, lo mejor sería llamar a Dash, para que me trajera algo que tomar o no se, seguro a él se le ocurriría algo.

 

-Me puedes indicar donde están los baños?- pregunté a quien nos atendía, agradecía que me indicara donde se encontraban y salía rumbo a ellos tambaleando un poco.

 

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Con su maletín aguardó que el personal de ese sitio le indicara un cuarto para descansar. No obstante, cuando saludó se dio cuenta que a los qué saludó, no le respondieron como esperaba. Siempre que buscaba entablar conversación con las personas en ese callejón, no lo lograba y era esa la razón que la joven no quería estar dando vueltas por Diagon. Allí lo londinenses era secos.

 

Creo que esto será otro lugar sin una pizca de amabilidad – pensó la joven.

 

Extrañaba poder estar a sus anchas en el motel, por qué? Allá la comida era servida de manera misteriosa, pero comía; tenía un cuarto y ahora nada. Allá pudo hasta hacer de las suyas (buscar problemas) y ahora ni un poco de emoción en su vida.

 

¿Y quiere ir al baño? – el hombre si que debía tener problemas con su sistema. Eso lo vio al percibir su raro comportamiento cuando llegó.

 

Lizzy aguardó a escuchar una palabra del elfo que se hallaba con el hombre, de lo contrario haría lo que siempre. Irse e intentar encontrar un lugar para descansar. Una errante en un sitio tan mágico.

 

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Cuando ya sabía donde ir, intente moverme lo mas derecho que podía había una chica también esperando que la atendiera pero no quería asustarla, me metía como en un pasillo en busca de la puerta que el elfo me había indicado no quería equivocarme y entrar en un cuarto ocupado, cada que daba un nuevo paso me apoyaba en las paredes para respirar profundo y seguir.

 

Tras un rato que la verdad me había parecido una eternidad encontré bendito baño, toqué una vez por si estaba ocupado y al no oír respuesta solo empuje y cerré por dentro me apoye en el lavabo para luego sentarme sobre el retrete.

 

Intentaba no marearme por lo rápido que respiraba calmando un poco mis temblores me levante una vez mas para verme un patético yo en el espejo, abrí las llaves del grifo dejando correr el agua para luego empapar mi rostro con el vital liquido sintiendo un gran alivio cuando esta mojaba mi rostro y empezaba a sentir un poco mas refrescante.

 

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-De verdad esto es un caso - susurró para que el elfo no la escuchara hablar mal. Pero la espera no le estaba agradando mucho, y aún así quería tener un sitio donde descansar.

 

Entretanto, el hombre se escabulló de su vista, no es que le importara si iría al baño o no, o lo que haría al llegar a él. Lizzy observó hacia donde dirigía -por si a ella también le daba por necesidades fisiológicas- pero su mente y cuerpo se hallaba centrada en la reacción de ese elfo mudo. No decía nada.

 

- ¿Y me piensa atender? - refunfuñó la chica.

 

Su temperamento comenzaba a salir, y si no lo controlaba a tiempo, el problema empleado elfo, sería víctima de su mal genio. Dejó la maleta en el suelo, se acercó al mostrador pero fue detenida por otro elfo. Le impidió que viera el libro de registro. La rubia pensaba apuntarse en un descuido del primer elfo, pero ese fue más rápido.

 

- Bien, entonces me haré en un sillón - dijo ya con tono enojado.

 

Y caminó hasta uno hasta que alguien le dijera su tenía su cuarto o no.

 

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Blondie - Elfina de Sherlyn Gryffindor

Blondie veía al Callejón Diagón como una zona de entretenimiento ya que había muchos lugares que recorrer y, por eso no utilizaba su poder para transportarse en el lugar. Prefería recorrer mientras sentía como la leve brisa invernal entraban sobre sus orejas provocando que estas se agacharan. Debía haberse abrigado con más intensidad pero no había creído que hacía tanto frío.
Oh. ¿Qué es ese lugar?
Susurró la pequeña mientras sus pasos se dirigieron hacia a él como un iman. Le interesaba saber más sobre lugares desconocidos, no quería que nada del callejón fuera desconocido, al menos para ella. De manera autómata leyó las instrucciones de la zona para leer más acerca de este.
Es un bonito lugar
Dijo ella al estar en la puerta. La pequeña tenía mucho sueño por lo tanto se sentó sobre el lugar esperando a que alguien pudiese ofrecerle su ayuda. Parpadeó unos segundos para que nada entrase a sus ojitos pequeños y las lagañas del ojos se disminuyeran para cesar el sueño.
¿Qué hacen aquí? —Preguntó. Entrar al sitio sería una buena idea. Era un centro de relajación.
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De vez en cuando abría los ojos. El sillón no era tan cómodo como una cama pero era mucho mejor que esperar a que alguien le diera un cuarto. La espera no era su punto fuerte y más cuando se hallaba molesta con todo lo que no le agradara que en un negocio no se hiciera.

 

No culpaba al pobre chico que casi corrió al baño, pero no creía que debiera enfrentar al elfo que le atendió. Posiblemente le dijo algo que lo dejó muy mal como para que no saludara cuando ella entró.

 

Nunca encuentro un buen lugar – balbuceó.

 

Lizzy se cambió de lugar y cruzó los brazos. De verdad necesitaba conciliar el sueño y no la dejaban con algunos ruidos en ese local.

 

La puerta se abrió, eso fue lo que la rubia escuchó pero no prestó la mínima atención a lo que o quién entró. Solo quería dormitar un poco antes de emprender la penosa búsqueda de un sitio permanente.

 

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La soledad en la que se había sumido las últimas semanas la habían alejado de Londres, pero también sus lazos con el mundo muggle, hoy mismo la bruja había gozado de una rigurosa jornada de compras, de ir y venir por tiendas donde se exhibían objetos raros, cosa que por supuesto sentaba de maravilla a su negocio de antigüedades. Pero al llegar a la comunidad mágica su cansancio le podía, así que se le ocurrió una brillante idea, hospedarse en un lugar que no fuera su hogar y pasar la noche.

—¿Por qué no? así mañana retorno descansada y justo cuando los paquetes y regalos hayan llegado al castillo— hablaba consigo misma mientras caminaba mirando algún letrero que llamara su atención, entonces recordó que una de sus compañera regentaba un refugio mágico, tal vez y hasta contara con suerte y pudiera saludarla.

—Si, está decidido, ¿por donde era?— giró con su bolso de mano donde afortunadamente había metido un pijama, otra muda de ropa y algunos útiles personales que debido a las compras no pudo meter en su maleta, entonces había refunfuñado pero ahora daba gracias al cielo.

Un par de minutos después caminaba por el sendero derechito a la edificación que era el Refugio Mágico. Con cara de cansancio, si, pero con una sonrisa en su rostro.


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La poca paciencia que tenía se le agotaba, y muy rápido. Ya no podía seguir esperando a que le atendieran, porqué. Lizzy debía estar segura que tendría una camita cómoda para descansar y así enfrentarse al día siguiente a todas las vicisitudes que le traería el un nuevo día en Diagon. La búsqueda de u lugar para quedarse con tiempo casi permanente, todo mientras reunía la cantidad suficiente para adquirir un cuarto a largo plazo.

 

La rubia se enderezó allí en el sillón, mientras se escuchaban voces que provenían de otro lugar dentro del local. No obstante, no quería aguardar la respuesta del elfo. Se levantó y dejó la maleta en su sitio para intentar una vez más, la extracción de una llave del negocio y así escabullirse hacia el cuarto para dormir plácidamente.

 

- Que pesado - soltó al ver a un elfo amenazarla con usar su magia contra ella.

 

Dio media vuelta, fue hasta el sillón y tomó su valija. Le envió una mirada desaprobadora y amenazante aunque sabía que no le podría hacer nada. Por eso, salió del establecimiento refunfuñando por su mala suerte. Sería un milagro que alguien fuera atendido en ese sitio.

 

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Caminaba ya casi a ras con la puerta cuando una mujer salió del establecimiento, cargaba con su valija y por la cara, seguramente había tenido algún contratiempo, ojala que no fuera referente al servicio porque no quería desandar de regreso a las calles en busca de otro lugar. Aprovecho y puso un pie para evitar que la puerta se cerrara, entonces avanzo.

EL vestíbulo o el área de recepción se observaba cómoda, se dirigió al mostrador con la ilusión de que alguien le atendiera de inmediato, ya quería meterse en una tina de agua caliente, cambiarse de ropa, comer algo rico y directo a la cama, dudaba mucho que tuviera energía para comenzar a leer aquel libro milenario que había adquirido en un extraño sitio del Caribe, pero lo intentaría.

—Hola, hola, busco hospedaje por una noche— hablo en voz fuerte para captar la atención de quien tuviera a cargo hacer el registro y entregar las llaves con las indicaciones pertinentes, se dio el tiempo de girar sobre su propio eje contemplando con mayor detenimiento el espacio, la decoración y los objetos que la componían.

—Si son tan amables y me atienden— volvió a hablar, con premura quizás, pero queria asegurarse de no estar mucho tiempo a la espera, no con lo cansada que estaba.

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  • 2 semanas más tarde...

Caleb Dixon.~

 

Aquel viejo de 87 años caminaba realmente lento a comparación del resto de las personas. Pero él sabía que no tenía ningún apuro. Su nieta se iba a casar en algunas semanas y había preferido buscar un lugar donde hospedarse lo más cerca posible de ella. ¿Por qué no iba a la casa de su familia? Caleb era lo demasiado rebelde como para dejarse llevar por los comentarios que le hacía su familia como: “No hagas esfuerzos” “No salgas mucho de casa” “¡Descansa, abuelo!” Eran frases que lo habían cansado.

 

El Refugio… ¿Trágico? Es imposible. Ningún negocio se puede llamar así —recitaba Caleb para sus adentros, mirando las fachadas de todos los negocios que iban apareciendo a medida que alcanzaba a leer los nombres. Una señora que limpiaba la entrada de su negocio, le había comentado que había un lugar que lograría alcanzar sus expectativas, pero claramente no había escuchado bien el nombre, o mejor dicho, la última palabra.

 

Caminaba lentamente esperanzado que ni bien lograra distinguir el cartel, pudiera reconocerlo. Y en caso de pasar muchas horas sin encontrarlo, y darse por vencido, podría preguntar. Pero mientras tanto, aprovechaba la tranquilidad de estar solo y el momento que tomaba como un paseo. Iba murmurando los nombres y de vez en cuando, recordaba mirar hacia adelante para no chocarse con ninguna persona.

 

¡El Refugio Mágico! Por las barbas de Merlín, no era tan difícil —pegó un grito ahogado dándose cuenta que un grupito de niños que admiraban las últimas escobas sacadas en el mercado, lo estaban observando, pero volvieron rápidamente la vista hacia aquel magnífico objeto—. Espero que tengan lugar para éste viejo cuerpo. Hola, ¿Hay alguien por aquí? —pregunto atravesando la entrada de aquel negocio. Simplemente con ver la fachada le había fascinado.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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