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Libro de la Fortaleza


Badru
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—Estoy bien, mi amor, estoy segura de que le estoy brindando un lindo panorama salvaje.

 

Pik había llegado y, cómo no, había notado su estado en cuanto a vestimenta. Sin embargo, si alguien sabía que la conversación era una simple vía de escape para los sentimientos, sus mentes estaban ocupadas en la batalla. La Atkins volvió a acentuar su postura y con un movimiento elegante de varita, apuntó a su primer objetivo. Se lo debía, así que iba a tratar de hacer todo lo posible por acabarla.

 

Morphos.

 

Los ropajes que Lisa portaban, en éste caso una túnica blanca, mutaron de inmediato, tras una floritura certera, dejando atrás la tela que cubría su anatomía para darle paso a una criatura extraña y pegajosa que se pegó a su dermis. La avispa marina, con sus molestos y minúsculos agujiones, inyectó su veneno en la mujer de inmediato. Mientras la ponzoña entraba en su torrente sanguíneo, la mujer ya se había adelantado.

 

Oppugno.

 

El león que la misma Lisa había creado antes, cayó bajo las órdenes de la mujer. Sin necesidad de hablar, pues la orden era no verbal, el animal se lanzó al cuello de su dueña y lanzó sus garras contra el pecho, ahora desnudo, de la Weasley. Al estar cerca, su ataque había sido prácticamente inmediato, lo cual le sacó una sonrisita divertida a la bruja. Eso era lo que le gustaba.

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—Atención especial. Eso también necesitaré cuando todo esto acabe — Respondió a Pik, que se unió al grupo con sus típicas miradas que casi podían erizar los vellos. —Luego de que reponga fuerzas seguro las vuelvo a perder contigo — Agregó poniéndole una mano en el pecho y luego deslizándola para rodear su cintura y darle la espalda. Debía dejar de juntarse con Leah.


Al dejar el grupo atrás, se enfocó en los tantos objetivos que podría tomar. Observó que a no más de veinte metros se encontraba Gatiux, su antigua jefa en San Mungo, con quien también compartió algunas camillas… o quizás sólo una, pero todavía lo recordaba muy bien. Le saludó con una reverencia en señal de respeto, debía hacerlo, estaba a punto de atacar a una compañera de bando también.


—¡Sectusempra! —Exclamó luego de que su varita apareciera sobre la diestra y apuntara en dirección a Gatiux. Un rayo rojizo salió expulsado con velocidad, de alcanzar el objetivo, dañaría el esbelto cuerpo de la fémina con alargadas laceraciones que no pararían de escupir sangre. Seguro sabría defenderse de aquello, tampoco era algo del otro mundo, además de que la rodeaban algunas criaturas, por lo que debía enviarle algo más. Mientras pensaba en qué otra cosa hacerle, reparó en que se vería mucho mejor sin ropa.


—Morphos— Murmuró transformando la camiseta de tirantes de Gatiux, en una avispa marina que al entrar en contacto con sus senos, la envenenó. La criatura se fue deslizando por el pecho de la bruja hasta caer al suelo, dado que era una animal marino no tenía muchas probabilidades de vida ahí, pero había cumplido su objetivo.

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Lo sabia, pensé.


Esa mujer tenia cierta predilección por mi. Quería acabar conmigo a toda costa y se notaba. Nada mas aparecer en el lugar y avanzar hasta el centro de la sabana, levanto su varita en mi dirección con un claro objetivo; acabar con mi persona de forma y manera que no pudiese seguir protegiendo a mi equipo. Su primer conjuro, un morphos, en este caso, me dejo en ropa interior y envenenada. La criatura se agarro a mi cuerpo como si no hubiese un mañana e inyecto en mi torrente sanguíneo una ponzoña asquerosa ,que si no detenia en un breve lapso me dejaría totalmente inutilizada.


La avispa murio despues de cumplir su misión en la vida. Lo bueno del asunto es que aun tenia algunos minutos para zafarme de aquella amenaza. No le iba a poner las cosas tan fáciles a la mujer – Silencius – El efecto salio de mis labios con claridad hacia una egocéntrica Leah. Su segundo conjuro, en este caso el opuggno no salio, debido a que no era capaz de hablar. Su lengua reseca no podía moverse, seguramente estaría totalmente pegada al paladar de la bruja. Sonrei. Estaba acostumbrada a combatr y la rapidez y el valor eran armas que ninguno de los resentes podia quitarme jamas. El reto comenzaba.


- Sectusempra – Arremeti contra la Ivaskov. Leah era mi diana. El rayo color rojizo patio de Kim, aquella dura arma de madera que llevaba conmigo sus buenos años. Si impactaba, que esperaba que fuese asi. Leah sufriria un dolor agudo y una perdida brutal de liquido vital, pues heridas enormes y profundas aparecerian en su plano torax. Era, quizas, uno de los conjuros mas poderosos que todos portabamos en nuestro invenario. Ademas de eso y como aun seguia a mis ordenes, mande a mi viuda negra morder a la msma femina, a Leah e inyectarle veneno para que sintiese lo mismo que yo. Despues de picar a Leah en el pie, fue contra Pik para picarle de igual modo e infectarlo.

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Era la primera vez que traspaba aquel portal. Y era la primera vez que me preguntaba si algún día podría hacer eso. Había estudiado algunas cosas con los Guerreros Uzza y hasta podía llegar a decir que los conocimientos sobre los primeros cuatro libros, los conocía bien. Pero los siguientes aún no los había visto, las ventajas de aquello eran grandes pero todos sabían, o los que conocían las costumbres de ése pueblo, es que a cambio tenías que darle algo. No dinero, sino algo que les sirviera a ellos. Asi que era cuestión de tiempo para entrar a alguna clase como alumno para aprenderlo.

 

Ahora Badru nos estaba sacando de aquella selva, después de que una tribu enfadada nos quisiera hacer daño. Habíamos caído dentro de sus terrenos para llevar a cabo la clase, pero Hades había hecho de las suyas y habían terminado con una enfermedad que los había afectado a todos, gracias a la maldición que mi compañero les había colocado, simplemente por venganza, por un desacuerdo. Las cosas habían empeorado, nos habían perseguido con dardos, casi ahogado con unas aguas encantadas y luego hasta había aparecido un basilisco. Sin contar que casi habían casado a una de las chicas y otra, se había atrevido a casi matar a uno de aquellos.

 

Todos llegamos a aquel sitio. Sabía que en algún momento, vendría a cabo alguna prueba. La parte de los retos ya había sido pasada, todos los chicos habían realizado muchos poderes. Pero ahora debíamos presentarle honores a Badru. Si éste vigilaría todos los movimientos de todos los alumnos. Las personas llegaron a la Sabana desorientados, sin saber que hacer. Solo algunos empezaron a moverse un poco. Cuando descendí por las arenas de ésa leve colina, llegué, después de unos metros, al sitio más despejado, donde estaba el centro de césped.

 

Los magos y brujas no sabían que hacer. Y los pocos que querían hacer algo, estaban convirtiendo todo lo que tenían alrededor. Las piedras, las prendas, todo se convertía en animales, además de todos los que teníamos alrededor que vivían allí. Aflojé el cuello de mi camisa. El sol estaba tan radiante, que me traspiraba un poco la frente. Me arremangué. El pantalón y los zapatos negros no ayudaban con el clima. Tanteé mi bolsillo y tomé la varita. Aquello empezaba a tomar movimiento, algunos rayos y encantamientos empezaban a surcar de un lado a otro.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Se había perdido la mitad de lo que tanto Adryanie como Mónica e incluso Jank habían dicho, y es que se había dedicado a sobarse varias áreas de su cuerpo debido al fuerte golpe que había recibido al caer de aquella forma a un suelo totalmente nuevo, además del hecho de que su mirada se había concentrado demasiado en aquellas lejanas construcciones que había alcanzado a notar. Pero entonces, un nuevo parloteo la hizo girarse y ver lo que sucedía.

 

¡Eh! ¡Esperen! – exclamó, al ver que algunos se movían ya, en dirección a un portal bastante extraño que, de haberse detenido unos minutos más a pensarlo, no habría ingresado aún a pesar de lo que los profesores le dijeran.

 

Pero no había escuchado nada, y estaba quedando sola, era seguirlos o quedar allí sin saber dónde estaba ni cómo volver a Londres nuevamente. Corrió para intentar alcanzarlos y atravesó el haz de la noche, notando que cambiaban inmediatamente de lugar, aunque el calor era igual de intenso que en aquellas dunas de arena en las que habían estado.

 

Se sorprendió al ver la sabana que tenía lugar frente a ella, sin notar en el lugar elevado en el que había aparecido y caminando descuidadamente…

 

¡Ay!

 

Y allí iba, cuesta abajo por tropezar con una roca en el camino que la hizo dar de tumbos hasta llegar a un lago, en el cual fue a parar de cara. Suerte y que era la orilla y no había terminado en el área más profunda, donde algunos hipopótamos y elefantes hacían de las suyas dándose un buen chapuzón, aunque algo se asustaron por la repentina presencia de la castaña, aunque por suerte no se dirigieron a atacarla, sino que la miraron como quien mira a un animal particularmente torpe.

 

Se levantó, quitándose el cabello mojado de la cara y notando que toda su vestimenta había quedado empapada: los vaqueros, la camisa blanca e incluso las deportivas que llevaba. Bueno, por lo menos no sufriré tanto el calor se animó mentalmente a la vez que se acercaba arrastrando los pies hasta donde se hallaba el resto.

 

A esto le llamo una entrada triunfal – murmuró a regañadientes, y totalmente colorada, y no debido precisamente al sol.

 

Observó entonces el panorama. ¡Pero qué rayos! ¿Aquello era un combate? Uno bastante extraño, todos con rostros descubiertos y en equipos mezclados de una forma intrigante… levantó una ceja, viendo a los que tenía más cerca: Zack, Leah, Pik, Mónica, Elvis y Helike. Bueno, podría quedarse con ellos, aprovechando la leve desventaja al ver que los demás, los del otro lado, ya tenía un arsenal de animales preparados para usar cuando desearan.

 

Ey, Gryffindor, – le dijo a Elvis una vez quedó próximo a él, pero aún cercana al lago – no esperaba encontrarte aquí, ¿qué dices? ¿Nos ponemos a jugar un rato contra los otros?

 

Y finalizando sus palabras, se volvió a quitar parte del cabello mojado del hombro de forma brusca.

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Abre los ojos y lo primero que logra ver son las montañas, pálidas y distantes. Ha llegado a la carrera, desfalleciente, con ayuda de Gaunt y cree tener a la muerte al lado, apenas esperando unos minutos para llevarla consigo. Mas la muerte no llega y ella termina por hacer una concienzuda evaluación de su situación, llegando a la conclusión de que ya no se encuentra envenenada. De otro modo, no puede explicarse por qué aun sigue con vida; luego, suelta una exclamación de sorpresa disimulada en medio de un suspiro.

 

Tiene su brazo de vuelta ¿qué clase de magia ha usado el guerrero Uzza para devolvérsela? ¿Algún tipo de poder asociado al portal quizá? Gaunt se ha alejado ya, mientras Catherine mantiene su posición todavía desorientada por el repentino cambio y mejora sustancial. Su morral cuelga aún de su hombro pero ella lo deja caer a su lado, deslizándolo con delicadeza. El morral aún tiene dentro los libros que consiguió mantener milagrosamente en su poder y tiene el presentimiento de que los va a necesitar así que se siente agradecida. Es entonces cuando escucha el rugido no tan distante de un león. Mira alrededor y ve su figura recortada en la extensión quemada y adversa, moviéndose majestuosamente a regular distancia tras ellos.

 

Mientras tanto, los miembros de su clase no han perdido el tiempo. Ella sólo es consciente a medias del asunto y es la voz de una de sus compañeras de bando, específicamente Delacour, la que la saca de su ensimismamiento. Una vez más, se ha dejado llevar por la vertiente de sus propios pensamientos sin prestar atención al hecho de que hay mucha más gente de la que había en su clase al empezar. Otea alrededor. No sabe en qué momento han llegado pero se encuentran ya presentes, separados claramente a pesar de estar dispersos en medio de la sabana, por un espacio en donde nadie reposa, justo en medio.

 

Con un movimiento de varita, cambia el color de su túnica para volverla de un tono perlado, casi blanco, para evitar asarse al sol o quedarse desnuda, opción por la que algunos han optado. Su sombrero lo ha perdido en la inútil travesía anterior de modo que no tiene más remedio que conformarse y quitarse las botas de fieltro. Las tira a varios pasos más allá, a la izquierda de su morral bajo un envejecido árbol, que sólo tiene hojas en la parte baja de su contorno, como un anciano con calvicie incipiente.

 

A su vez, nota como varios de sus compañeros han creado animales a partir de los elementos de su entorno y se anima al caer en cuenta de que está en el flanco izquierdo, justo en el extremo que parece marcar el límite de la zona dispuesta para el ¿llamarlo enfrentamiento no suena poco apropiado?

 

Catherine sólo tiene cerca un tronco muerto, a unas siete yardas detrás de ella, aunque como siempre, su cálculo es bastante inexacto. Fuera de ello, sólo hay una vegetación achaparrada y terca, creciendo bajo sus pies ahora desnudos. Sonríe, tomando la varita con la zurda y nota que aún trae puestos los anillos que se colocó. Incluso el brazo perdido y recuperado de forma simplemente increíble, lleva puesto en el dedo anular el anillo de amistad con las bestias.

 

Concentrándose de forma adecuada, notando que nadie se ha atrevido a lanzar ningún hechizo aún, Catherine vierte su concentración en el anillo y sus poderes responden al instante, pudiendo reconocer el humor de una criatura de poder y estilo, que ya ha visto antes. Sí, el anillo la remite al león, en el que no ha dejado de pensar del todo desde el momento en que lo viese. Éste, parece sentir el estímulo de su repentino contacto.

 

Mientras tanto, busca en el bolso y se coloca además el anillo de salvaguarda contra oídos indiscretos, así como el anillo de escucha. También tiene colgado al cuello el amuleto de curación, aunque duda de que pueda serle de alguna utilidad ya que en medio de un enfrentamiento no tendrá el tiempo para sanar adecuadamente mediante la imposición de manos. De hecho, quizá el resto de anillos puedan resultar inútiles también pero se los pone de todas formas.

 

Es el anillo de escucha justamente el que le permite oír cómo se lanza el primer hechizo, por lo que se vuelve hacia sus contrincantes, alerta. Alza la varita y fija su objetivo, preparada para lanzar su hechizo.

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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Desierto. Solo eso seguía apreciando, era increíble donde podía llegar una simple clase de un libro sin contar claro por todo lo que habían pasado anteriormente, un barco, un naufragio, un incendio, nómadas, un derrumbe extraño ¿había algo más? Solo falta que les cayera un meteorito en la cabeza y aún así la opción no parecía ser tan alejada de la realidad. Sus compañeros poco a poco comenzaron a reaccionar y ella se levantó de la duna donde se había sentado observando algo delante suyo.

 

Un círculo casi perfecto se presentaba frente a ellos, colorido y llamativo. Le parecía haber visto uno de esos en algún lugar ¿no se parecía al que justamente acababan de caer? Era un portal ¡otro! Como si uno hubiera ya tenido suficiente de portales para toda su vida,debía decir que lo último que quería en aquel momento era atravesarlo. Se volvió hacia los demás justamente para advertirles que no cruzaran que era mejor esperar, cuando se disponía a abrirla boca para hacerlo ya muchos de sus compañeros estaban atravesando el portal.

 

<<Que imprudentes>>

 

Pensó mientras decidía que hacer. Se podía quedar sola en el desierto o ¡vaya ir a otro desierto y estar acompañada! La decisión era tan complicada.... Se encogió de hombros y siguió a su líder que iba delante de ella trastabillando. De nuevo un cierto mareo al pasar el portal pero la morena previamente advertida cerró los ojos y se dejó llevar.

 

Era como si realmente no hubiera atravesado ningún portal, seguía siendo el mismo desierto lugar, la misma arena incómoda y el mismo sofocante sol Si habían algunos que otros árboles y seguramente hubiera animales escondidos en los pocos arbusto que se lograban ver ¡las vacaciones perfectas! Haciéndose sombra con la mano distinguió a sus compañeros pero no solo estaban ellos habían muchas personas más que para sorpresa de la licántropo algunas de ellas las conocía. Supo que era parte de la clase, aquel guerrero que los veía a todos claramente distraído seguramente era uno de los guerreros uzza, no pudo más que sentir un cierto respeto hacia el hombre, por más desaliñado y sucio que se viera era un guerrero poderoso, sabía que podía matarla con solo mirarla.

 

Bajó la mirada cuando escuchó un chapuzón. Era Mei

 

— Mei ¿cómo es que te las arreglas para caer en un lago en medio de la nada? — Definitivamente su líder andaba muy distraída el día de hoy. Había caído, tropezado,chocado , mojado cualquier karma que se pudiera imaginar le había pasado a la Delacour en aquella clase — Te recomiendo no cursar más libros porque vas a morir en el intento — Le dijo con una sonrisa.

 

Caminó hacia donde estaban los demás no sin darse cuenta que el juego había comenzado. Ya comenzaban a formar animales, como si ya no hubiera bastantes en aquella Sabana, comenzaron a lazar hechizos también. Algunos parecía que no les había ido bien en su clase de libro oque habían ido a lugares poco convencionales por su escasez de ropa. No quería juzgar así que no se detuvo mucho tiempo a ver a aquellas féminas desnudas, si hubieran sido hombre hubiera sido distinto.

 

— Bueno empecemos — Susurró para si misma eligiendo algún contrincante.

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Uys. Podia sentir como mi cuerpo comenzaba a detenerse. El peligro no había pasado aun. La firmeza en aquella clase de embiste era primordial. Mire de reojo a mis compañeros de equipo. Todos ellos a la expectativa, enfocados en el combate y gracias al cielo, ninguno herido. Me había auto proclamado protectora de alguno de los presentes. No porque tuviese el deber de hacerlo, si no porque mis principios básicos así me lo dictaban. Mis verdes pupilas localizaron a Mei en cuanto esta hizo presencia en la Sabana. Su fuerza impacto en mi esencia, dándome el coraje necesario para continuar, a pesar de que en aquella ocasión ella era mi rival


- Morphos – Conjure. El efecto convirtió uno de mis zapatos, el cual me había quitado segundos antes, en un bezoar, lleve este a mi reseca boca y trague instantes después. Aquello hizo que el veneno que ya circulaba por mi torrente sanguíneo se eliminase al cien por cinto, dejándome tan ilesa como al principio. Sentía como mis órganos volvían a la normalidad y como la ligera parálisis que comenzaba a sentir en un lado de la cara pasaba a la historia. Eso si, la sonrisa jamas la había perdido. En mi pálido rostro había decisión y concentración, como siempre ocurria al enfrentarme a mis enemigos los morttifagos.


Lo que paso a continuación no me lo esperaba. La Delacour resbalo por una colina y cayo directamente al agua. No pude onitir una carcajada. Patosa, ¿podras aguantar sin que vigile tus espaldas? Aquel mensaje habia ido directo al cortex cerebral de la paladin, gracias a la conexión que habiamos creado hacia ya algunos años atrás – Avis – Dije de pronto, recordando que mi leon desapareceria en breves. Doce palomas de una tonalidad azul aparecieron de la nada. Su mision, por el momento era cubrirme de todo lo que se me enviase. Eran grandes y volaban con una elocidad perfecta. Rodearon mi anatomia como si fueran un escudo.

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Había pasado las peores horas bajo los rayos del sol, perdida en la arena deambulando de un lado a otro buscando a sus compañeros, su estado era deplorable, su cabello se encontraba alborotado, lleno de arena pero aun recogido en una coleta. Para ese momento su blusa negra había dejado de tener mangas, si hubiera podido quitársela lo hubiera hecho sin miramientos. Su pantalón de cuero se había pegado más a sus piernas cosa que detestaba más que nada ya que la sensación de sudor a lo largo de ellas no le ayudaba a concentrarse.

 

Pero aun así siguió caminando en lo que parecían ser grandes círculos, hasta que vio a un individuo que se encontraba al frente de un pequeño grupo de personas, a su lado derecho había algo que ella no sabía que era, pero noto como cada uno de sus compañeros entraba a aquel portal. ¿Quién era aquella persona? ¿A dónde los llevaba aquello por lo que pasaban sus compañeros de clase? ¿Era seguro? Las últimas preguntas tenían respuestas si se atrevía a hacer uso de aquello, pero la primer persona solo tendría respuesta si se atrevía a dirigirse al guerrero.

 

Pero algo en su interior le hizo cruzar el portal sin dirigirse al guerrero Uzza, estaba segura que algo al final del día le iba a decir quién era aquella persona, que los invitaba adentrarse a algo del cual desconocían a donde los iba a llevar.

 

Al otro lado pudo ver que les esperaban personas que seguro formaban parte de los otros dos grupos que conformaban aquel primer encuentro con los Libros de hechizos. El calor de aquel lugar era lo de menos en ese momento después de estar perdida en el desierto, no entendía muy bien que estaba pasando. No hablaba con nadie, ¿confiaba en alguien más que solo ella? ¿Qué estarían dispuestos a hacer sus propios compañeros por obtener un reconocimiento de aquellos individuos de los que habían hablado sus profesores?

 

Poco a poco entendió cómo estaban las cosas, las piedras más cercanas al círculo próximo se encontraban morpheadas en animales. Si aquel lugar tenía algún tipo de fauna, lo más seguro es que se encontraban a varios metros de distancia, por lo que se quedo de pie con su varita en mano mientras observaba el movimiento de cada persona en aquel lugar.

Felices Juegos del Hambre… —murmuro mientras miraba como se empezaban atacar unos a otros, en ese momento se dio cuenta de que formaba parte de un equipo, así que se dedico a esperar el momento para actuar.

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Ay, Adry, yo me pregunto lo mismo… Hoy no ha sido mi día, espero que en las próximas clases no vaya peor, o pensaré que soy un peligro para mí misma.

 

Intentó arreglarse lo mejor que pudo el cabello y la ropa, aunque en realidad agradecía internamente haberse mojado entera, pues había un calor de muerte y dudaba que hubiese soportado aquello sin aquel “chapuzón” improvisado que había terminado por darse. Miró de reojo a algunos, aunque sus ojos inevitablemente se posaron en Leah, pero los retiró rápidamente. Sí, entendía que hacía calor, pero ¿llegar al extremo de desnudarse? Eso era algo atrevido, definitivamente.

 

Sacudió la cabeza, dándose de palmaditas en las mejillas en un intento de concentrarse. Era hora de pasar a la acción, de seguro por algo los habían llevado allá, y no creía que fuera para un tratado de paz o algo así: era la clase de un libro de magia y hechizos, se requería experiencia para dominarlos y allí estaba su oportunidad.

 

Sacó a Aukan de su bolsillo trasero y se aseguró de que no había perdido ningún amuleto ni el libro que había llevado consigo: todos dentro del bolsillo delantero, y una vez estuvo más tranquila, levantó su varita.

 

Sectumsempra – dijo sin perder tiempo, apuntando directamente a Sofia, enviando el rayo en su dirección a su pecho, el cual podría llegar a impactarle y causarle heridas de gravedad si no se defendía a tiempo debido a que parecía estar especialmente distraída, más que el resto.

 

Su primer movimiento había sido efectuado, y sin perder tiempo buscó a su próximo objetivo junto a su estrategia. La tenía.

 

Oppugno – dijo, apuntando al lobo que Taurogirl había creado ella misma a partir de un morphos y sin perder tiempo, el animal quedó bajo el efecto del hechizo, quedando bajos sus órdenes y a su disposición para realizar lo que la Delacour le ordenara.

 

No tardó en hacerlo, y de inmediato el lobo se giró y miró a su objetivo, su propia creadora, a la cual le saltó y cayó encima con claras intensiones de herirla y dificultarle la puntería debido a la de arañones y mordiscos que recibiría en brazos y muñecas.

 

De pronto, una carcajada llamó su atención, y le dirigió una dura mirada a su mejor amiga. Se le había reído en la cara, ¡vaya amiga que tenía! No dirigió ninguna palabra a ella, solo una mirada de molestia. En algún momento se las vería con ella.

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