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Animagia


Suluk Akku
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Escuché con atención lo que me decía. Era interesante la mención de "demasiado experimentados" que hacía, y como el hecho de que yo no contara en ese grupo parecía bueno. De cualquier forma, lo que dijo luego era algo digno de tener en cuenta, sobre su advertencia de que debía mantener el autocontrol en todo momento, y sobre las razones que me tenían allí dispuesta a aprender esa antigua arte.

 

Había dejado claro que era algo muy concreto lo que me tenía allí. Alguien muy en concreto ¿pero de qué manera podía hacer entenderle a ella por qué quería ayudarlo? Si para empezar él ni siquiera es que hubiera mi pedido mi ayuda, pero...yo quería ayudarlo, quizá como una forma de compensación tardía al hecho de que hubiera salvado mi vida (aunque siguiera sin saber como lo había conseguido).

 

Asentí de forma automática a la sugerencia de salir a dar un paseo por el bosque.

 

El trayecto fue silencioso, sumergida como estaba en dar con las palabras que ayudaran a explicar la historia desde sus comienzos, desde que nos habíamos conocido, o mejor aun, desde cuando por primera vez nos habíamos confiado algo más que anécdotas casuales, curiosamente en un bosque, aunque uno bastante distinto del que veníamos recorriendo ahora.

 

Al detenernos en un claro, me animé por fin a hablar.

 

- Hace unos años, conocí a un muchacho extraño que primero fue mi alumno, y luego tiempo después nuestros caminos se volvieron a juntar, por nuestros ideales e interés común en las criaturas mágicas. En ese tiempo como empleados, profundizamos nuestros lazos, y fue algo bastante curioso dado que él prácticamente no tenía amigo alguno y yo aunque rodeada de gente, difícilmente comparto mis pensamientos y sobretodo miedos con alguien más. Pero lo hice con él.

 

Sonreí ante aquel recuerdo de los tiempos en el departamento de criaturas, un recuerdo feliz que no obstante veía teñirse de melancolía, ante el recuerdo de todos los que ahora no tenía a mi lado.

 

- De él siempre llaman la atención sus cicatrices, incontables, muchas frescas en su rostro, como si estuvieran en una renovación constante. La curiosidad por saber que las originaba pronto me llevó a saber lo que ya se me hacía evidente: que era un licántropo, con todo lo que eso significa, y que en su caso particular, le ha supuesto la falta de amistades. O mejor dicho, él se autoimpone en cierta medida acercarse demasiado a alguien, por el temor de que cuando la bestia toma control de él, pueda herir a esa persona de forma irreversible.

 

Estaba logrando explicar mejor de lo esperado el asunto, aunque ahora tocaba llegar al punto más álgido, Respiré hondo antes de continuar.

 

- Conforme nos hacíamos más cercanos, hasta llegar a la sólida amistad que llevamos ahora, él no dejaba de advertirme que era un peligro para mí, como lo había sido para mucha gente desde su infancia. Que no podía entenderlo porque no conocía a esa bestia, al otro lado suyo. Eso, hasta el día en que finalmente ese lado se reveló ante mí, y aunque milagrosamente no llegó a herirme, debo confesar que sentí temor, sentí solo ganas de huir y de apartarme de él, realmente, lo sentí peligroso. Y luego, sentí vergüenza de ese temor ¿sabe? me sentí tan débil, y tan traidora a la relación que nos unía y que yo había prometido que estaría por encima de su condición.

 

Se sentía extraño confesar todo aquello a esa mujer, lo peor, con otra tipa al lado, tipa que me era desconocida por completo, pero no podía hacer otra cosa más que seguir.

 

- Sentí culpa, pero soy de las personas que cree que si uno siente esa clase de sentimientos, tiene que tratar de hacer algo positivo con ellos. Y lo cierto es, que aunque siento temor de ese lado monstruoso, deseo de corazón poder acompañarlo para que esa soledad no sea más soledad, para poder reparar esa parte de él que aun ahora está quebrada y lo hace ser incapaz de entablar una buena relación con otras personas. Quiero estar a su lado, sin que entre él y yo se interponga el temor de que me hiera. Y he allí motivación, una muy simple ¿verdad? o modesta, pero muy firme.

 

Solté un suspiro y me acuclillé ante el temblor en las piernas, los brazos y el cuerpo entero que sentía de pronto. La vulnerabilidad típica de haber confesado algo muy preciado y hasta entonces, secreto.

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  • 2 semanas más tarde...

La arcana junto con su estudiante más reciente salieron a dar un paseo por el Bosque. Al parecer su vieja alumna había decidido ausentarse de nuevo de la clase, aunque esta vez no quedaría perdida durante mucho tiempo en un lugar muy lejano y mágico tanto como para hacerla demorar mucho tiempo en regresar. Suluk deseaba conocer más sobre los motivos para tomar clase de su nueva alumna y así lo haría o le daría las indicaciones necesarias para regresar hasta los Directores y solicitar inscribirse nuevamente a la clase.

 

- ¿Licántropo? - La anciana no sabía qué pensar de ellos, estaban lejos de ser animagos y claramente no tenía el autocontrol necesario para dominar dicha habilidad que tanto buscaba la bruja en sus alumnos - Espero que no hayas aprendido muchas cosas sobre los licántropos y sí lo hiciste, no apliques ninguna de ellas con la maravillosa Animagia - No quería tener que soportar a una persona que no fuera capaz de seguir sus instrucciones como ya le había ocurrido en el pasado con otras personas. Amaba el control y odiaba sentir que lo perdía o que alguno de sus estudiantes lo hacía.

 

- Una verdad muy molesta a decir verdad. La animagia tiene cosas muy diferentes y como he dicho anteriormente necesitas control - La arcana estaba segura de lo que necesitaba y la mujer tenía que demostrarle que estaba preparada para tomar la clase con ella y no fracasar en el intento - ¿Estás dispuesta a demostrar que tienes las capacidades necesarias para ser considerada una Animaga? - Nunca había hecho una pregunta como esa pero sentía la necesidad en ese momento y más después de la historia que le acababa de contar.

 

- Si lo estás, deseo que cierres tus ojos y pienses en qué animal te gustaría convertirte o al menos en cuál crees que lo harías - Una vez cerrara sus ojos, uno de los copos de nieve de su collar se encargaría de tocar su cabeza para llevarla a lo más profundo de su cerebro y mostrarle el camino hasta su forma animal. Suluk nunca les mostraba el animal, siempre debían ser los estudiantes quiénes encontrarán su conexión con el mundo animal dado que así entenderían gran parte de la habilidad y de su capacidad de transformarse en animales.

 

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  • 2 semanas más tarde...

El sonido de sus pasos retumbaba por los pasillo de la universidad abarrotada de personas buscando sus respectivas clases, conocimientos, libros o habilidades, cada una de ellas era impartida en ateneos diferentes y la seccion de magias arcanas se encontraba con algo de espacio en sus corredores al no tener tanta multitud como podria ser los libros o los conocimientos. No muchos tenian la capacidad de realizar de llevar acabo el aprendizaje de las magias arcanas, los rumores mencionaban la complejidad de estas en comparacion a las otras secciones.

 

Entre voces y alucinaciones, se dirigio a los limites de la universidad donde el lago formaba una circunvalacion, se encontro con una pequeña cabaña con algunas mascotas dando vueltas por sus alrededores jugueteando, descansando, comiendo. No escucho mucho sobre el arcano que impartia Animagia, mas que advertencias de peligro, muerte y repugnantes comentarios desde su cabeza. Era un desconocido mas al que debia tenerle desconfianza, los susurros en su interior se encargaron de convencerlo de eso, podria matarlo y si era animago podria ser cualquier de esos animales que rondaban por todo el escenario esperando el momento adecuado para saltar y rasgarle el cuello para matarlo.

 

Y paso.

 

Uno de los perros se abalanzo en su contra, lanzandolo al suelo, Zepharias coloco los brazos en modo de barrera defensiva tratando de retrasar las fauces caninas para que no lo mordiese, pero le fue imposible. Un segundo malamute llego a sus espaldas y clavos sus colmillos en el lugar temido, grito fuertemente de dolor y vio como la sangre emanaba a borbotones desde su cuello, en un parpadeo todos los animales estaban encima de el devorando cada parte de su cuerpo. Como si fuese la comida del dia, el aperitivo especial y ellos se estaban desgustando de la mejor manera.

 

Nada de eso era real, se encontraba en el suelo gritando adolorido con los malamutes olfateandolo y mirandolo con cara desconcertante, uno que otro ladraba.

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¿Animagia?

 

Cillian no sabía la razón por la que al final se había decantado por aquella habilidad, pero estaba casi seguro de que todo tenía que ver con aquellos recuerdos que habían quedado ya enterrados en lo más oscuro de su memoria. Suspiró, sabía que aquello no sería para nada fácil así que tenía que tener la mente completamente despejada. En ese momento se dirigía hacia el lugar que la dirección le había indicado y estaba ya a sólo un par de metros cuando lo vio.

 

¿Quién era ese chico? Bueno, en realidad no importaba quién fuera y tampoco importaba que desde aquella distancia parecía ser bastante sexy, lo que en realidad importaba era el porqué parecía temer por su vida mientras daba vueltas en el suelo. ¿Qué debía hacer? ¿Acercarse? No tenía ni idea de si podía ser de ayuda o no, pero algo tenía que hacer ya que al fin y al cabo el chico estaba frente a la puerta del lugar al que el se dirigía.

 

Apresuró el paso y menos de un minuto estuvo a su lado, los perros seguían ladrando tal y como si quisieran advertir a su dueña de lo que estaba sucediendo fuera. Cillian intentó obtener una respuesta del desconocido, lo tomó de los brazos y quizó detenerlo, pero no lograba más que alterarlo más. ¿Qué demonios? ¿Qué hechizo podría ayudarlo? En ese momento detestó el no haber aprendido un poco más de Anna en los años que habían vivido juntos.

 

— Oye, tranquilo... —utilizaba el tono más tranquilo del que podía hacer uso—. Vamos, reacciona.

 

Nada, ninguna respuesta, tenía que llamar la puerta y quizá, sólo quizá quien estuviera del otro lado pudiera ayudarlos. Dejo al chico junto a los perros y se dirigió hasta la puerta, dio un golpe tras otro sin parar, necesitaba llamar la atención de quién fuera. Y sin duda lo mejor hubiera sido advertir a alguien dentro de la universidad, pero en eese momento la idea ni siquiera paso por su mente.

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- Confíe en mí, que sé perfectamente diferenciar los conocimientos que tengo de los licántropos de lo que exige y supone la animagia. No creo que conocer per sé una cosa sea malo ¿no? Conocer el mundo a tu alrededor amplía tus perspectivas, y te enseña a ser respetuoso y valorar la diversidad que tenemos.

 

La arcana volvía a recalcar la importancia del control, y debía ser la enésima vez que lo hacía. Ya comenzaba a tener mis sospechos si acaso se había topado a lo largo de su vida con demasiada gente intransigente, o solo era un aspecto particular de ella, una visión quizá demasiado rígida para mis estándares sobre el deber ser. De cualquier manera, no me amilané ante la pregunta directa que acababa de hacerme.

 

- Demostraré lo que haga falta. Como le dije, no tengo contemplada en mi mente la posibilidad del fracaso. No, de hecho no es una opción para mí, así que haré lo que usted diga y lo que haga falta para ser una animaga.

 

Seguí su indicación entonces, la primera de ellas. Cerré los ojos, todavía con el ligero cosquilleo típico de cuando afrontas experiencias nuevas, pero lo siguiente que ocurrió fue inesperado. Como un leve golpecito en mi cabeza que de pronto me arrancó del espacio mismo donde me encontraba. Si algo había dicho la arcana luego, era incapaz de poder escucharla ahora, pues me sentía literalmente desconectada del mundo y entregada a un espacio de alguna manera familiar y cercano, mas también a su modo desconocido.

 

Una amplia meseta donde se distinguían varias formaciones rocosas era cuanto podía vislumbrar. El paraje me recordaba mucho a las imágenes de los documentales de la BBC que solía ver de niña, los que pasaban sobre hábitats africanos. Era extraño, como aquel viejo recuerdo acudía ahora, tan vívido cuando la mayor parte del tiempo lo había olvidado.

 

Olvidado esa empatía por todas esas criaturas que se consideraban "raras" o "en peligro de extinción". Era extraño verme entonces, recordando las conversaciones a mamá, llorándole antes de dormir diciéndole que los humanos eran muy malvados por solo querer compartir el mundo con otros humanos y no con otros animales y plantas.

 

Solo recientemente me había permitido reflexionar si toda esa conexión con lo diferente y escaso no era solo el propio reflejo de también sentirme única en mi condición mágica en aquel mundo rodeada de muggles, el mundo que había sido mi infancia. Si era así o no, el hecho de ahora volver a recordar eso, mientras avanzaba sobre esa enorme meseta, parecía anecdótico.

 

Mi mirada se posó entonces en una liebre, que saltaba oculta desde su madriguera. Y solo cuando, con irremediable frenesí salté hacia el animal y lo espanté, fue que noté en sus ojos que mi imagen no era más la de un humano sino la de alguien más animal.

 

¿Podía ser mi animal? Comencé a divagar hasta que milagrosamente di con una fuente de agua y sobre ella acudí al reflejo del otro lado. Y del otro lado, un ser de extremidades sorprendentemente largas y delgadas me devolvía la mirada. Un ser de hocico alargado también, de dientes pequeños y bien espaciados, y de orejas puntiagudas y anchas, que en un primer momento me hicieron pensar en los perros salvajes australianos.

 

Hasta que la combinación de colores, el pelaje rojizo alternando con flecos de pelos blancos, me hizo darme cuenta de mi error. Y allí mismo, como un eco lejano, mi propia voz infantil murmurándole a mi madre.

 

- ¿Ya conoces de los caberús madre? ¡Dicen que solo quedan 500 ejemplares en el mundo!

 

@@Suluk Akku

Editado por Bel Evans McGonagall

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- No lo es, solo que se debe aprender a diferenciar las situaciones para no mezclar los conocimientos - Suluk estaba satisfecha con las respuestas dadas por la mujer, estaba preparada para iniciar sus conocimientos y aprender a dominar su forma animal. Los instintos de los animales siempre eran muy fuertes pero la capacidad de los animagos de no perder su capacidad de pensar era aquello que los diferenciaba de muchos otros magos o de los licántropos que conocía bastante bien su nueva alumna, aunque ya no tan nueva.

 

La alumna siguió sus instrucciones y se dejó llevar hasta lo más profundo de su cerebro. Suluk era arcana y podía dominar todas las habilidades aunque en menor medida que la Animagia, así que sus copos de nieve le permitían ver todo lo que ocurría en la mente de la mujer. Los recuerdos y las escenas comenzaron a pasar tanto que parecía que todo era real pero la anciana tenía claro que solo eran imágenes producto del poder mágico de su artefacto mágico.

 

- ¿Caberú? - La arcana desconocía por completo la existencia de dichos animales, estaban totalmente alejados de las zonas que más le gustaban así que tendría que aprender junto con Bel sobre el mismo. Una especie en vía de extinción, así que no había muchas opciones que irlos a buscar a África. La anciana pensó en sus siguientes asignaciones para la mujer antes de hacerla regresar del estado en el que se encontraba debido a los efectos de su copo de nieve.

 

- Bienvenida de nuevo. Tu siguiente tarea será mucho más sencilla o quizás no - La arcana necesitaba conocer un poco más sobre dicho animal - Quiero que vayas a investigar los rasgos característicos de la personalidad de los Caberús y me digas cuáles comparten contigo - La tarea parecía fácil de realizar pero era analizar su personalidad y la de su forma animal para encontrar los rasgos en común. La capacidad de transformarse en animales siempre estaba relacionada con las características psicológicas de la persona y Suluk se aseguraba de hacerles entender sus semejanzas.

 

- Abriré un portal para ti - Solo Bel sería la indicada para decidir el sitio así que Suluk se limitó a abrirlo, la mujer tendría que cruzarlo e ir en busca de las respuestas a la tarea que la arcana le acaba de poner - Yo iré a buscar dos nuevos alumnos que por lo visto no la están pasando bien y cuando estés listas, solo piensa en mi nombre y los copos de nieve te guiarán hasta mi - Sus copos tenían muchas funciones que Bel tendría que comenzar a descubrir a medida que la clase fuera avanzando.

 

- Nos vemos luego - La arcana saltó y se convirtió en una gaviota ártica, sus alas comenzaron a moverse a gran velocidad para llegar hasta su vivienda y salvar a sus estudiantes de lo caótico que estaban viviendo. Su aterrizaje fue igual de bueno que en todas las ocasiones, los animales que estaba alrededor se alejaron al verla mientras tomaba su forma humana de nuevo. La anciana tenía una gran conexión con todos ellos y la respetaban mucho.

 

- Bienvenidos a la clase. Por cierto, nadie te va a abrir la puerta y a ti nadie te va a... morder - No entendía muy bien lo que había ocurrido pero no era lo que la había hecho ir hasta ese lugar - Supongo que son mis alumnos, así que por favor se pueden presentar e indicarme qué los ha traído hasta esta clase de habilidades - La arcana nunca se presentaba dado que ellos debían haberse informado lo suficiente antes de tomar la clase.

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Las manos de otro ser humano tocandolo llevo su mente a un nivel extremo en el que se encontraba su imaginacion. No solo los malamutes lo estaban devorando con cada mordisco si no que ademas de eso la tierra empezaba a engullirlo, trangandolo, como si estuviera siendo devorado por la madre naturaleza. La muerte por fin habia llegado a su puerta, en su busca, el fracaso de sus actos habian sido las consecuencias de todo lo que estaba pasando en ese momento, no luchaba, se habian rendido en su interior y habia aceptado la muerte como la siguiente gran aventura, alli podia estar sin sus alucinaciones visuales y auditivas.

Abrio los ojos y parpadeo varias veces para adaptarlos al fulgor resplandeciente del sol. La voz del chico logro calmarlo y sacarlo de su ensimismamiento perturbante. Se coloco de pie sin decir ninguna palabra, avergonzado y molesto consigo mismo. Pasaron unos instantes cuando aparecio en el cielo azul la figura de una gaviota artica que aterrizo para luego transformarse increiblemente en la arcana Suluk, los perros comenzaron a mover su colas con fiereza mostrando felicidad por su llegada pero no le saltaron encima o lamieron su mano, le mostraban un cierto respeto y amor desde la distancia. Ella lo sabia.

Comento desconcertada ante la actitud de Undefined segundos antes, se percato de ello desde las alturas.

- Mi nombre es Zepharias - Dijo respondiendo ante la peticion de la anciana - La animagia me parece interesante de... aprender, por eso estoy aqui.

No estaba del todo seguro si realmente era la respuesta que queria escuchar, pero la arcana apesar de ser una anciana con un rostro lleno de arrugas, cabello canoso y de menor estatura que el, no le generaba confianza, como todo recien conocido que se cruzaba en su camino. Eso y que las voces se burlaban de la vieja comparandola con un pinguino anormal de la antartida, la insultaban por no tener la impresion de un arcano que mostrase la sabiduria necesaria para pasar sus conocimientos a los pupilos.

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Golpeó la puerta una y otra vez sin parar, estaba tan concentrado en llamar la atención de alguien que no se había dado cuenta de que el chico parecía haberse recuperado, pero obviamente eso era algo que nunca pasaría en realidad y eso sería algo que Cillian nunca entendería. Otra cosa que tampoco vio fue a la gaviota artica que se acercó hasta ellos y terminó por tomar forma humana, no se enteró que estaba ahí hasta que escuchó la voz.

 

La Arcana había llegado, ¿sería acaso tan imponente como ese Uzza que había conocido apenas un par de semanas atrás? Se dio la vuelta poco a poco hasta que su la vio, no parecía ser la gran cosa en realidad, pero más le valía no mencionar algo así en voz alta. Había aprendido que no se podía confiar tan a la ligera de los arcanos y los Uzza ya que aunque no lo parecieran en realidada sí que eran personas con un gran poder.

 

Suspiró, dio un par de pasos adelante mientras escuchaba la presentación de su compañero y torció un poco el rostro al notar que era su turno. Una vez más estaba ante una de esas preguntas que no sabía bien que responder pero a las que ya estaba acostumbrado porque las hacian al comienzo de cualquier curso, ¿por qué había elegido aprender Animagia?

 

— Mi nombre es Cillian —comenzó en tono nervioso, tenía miedo de no complacer con su respuesta a la mujer frente a él y muy por seguro su rostro lo dejaba completamente en claro— y estoy acá porque desde siempre he deseado aprender como es que la animagia funciona. EStaba habilidad me ha parecido bastante interesante desde pequeño y quisiera poder aprenderla.

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- Pero... - La arcana esperaba una respuesta mucho más amplia - ¿Qué le encuentran interesante? ¿Han tenido alguna experiencia la habilidad? - Suluk siempre buscaba respuestas y esperaba que los alumnos se las dieran sin tener que indagar mucho pero al parecer esta vez tendría que meterse en el papel de investigadora para dar con la información necesaria para iniciar la etapa de aprendizaje con sus nuevos alumnos.

 

Los alumnos parecían estar más concentrado en otro tipo de cosas y no en la clase que estaban a punto de iniciar. Una arcana con tantos conocimientos como Suluk necesitaba mucha más actitud para empezar a enseñarles, así que de ellos dependía poder pasar a la siguiente etapa de la clase o permanecer eternamente en la primera y nunca poder ser considerados como animagos. La exigencia de la anciana aumentaba con los años y a medida que pasaban más alumnos así que esperaba mucho esfuerzo y dedicación.

 

- Mientras piensan en su respuesta muy bien, creo que lo mejor será entrar a tomar algo caliente - La arcana controlaba bastante bien el clima y sus artefactos le indicaban que pronto comenzaría a caer una tormenta demasiado fuerte. La anciana comenzó a caminar sin esperar una respuesta de los dos hombres, no era su estilo esperar y menos si de alumnos se trataba - Los espero adentro - Finalizó antes de pasar la puerta y dejar a los hombres solos en el exterior de su vivienda.

 

- Una última pregunta: ¿Se conocen? - La anciana tanía muchas preguntas y debía priorizar el orden en el que las realzaba. Siempre la sorprendía lo pequeña que resultaba la sociedad inglesa dado que todos parecían conocerse, así que su mayor esperanza era tener estudiantes con pasados y presentes muy diferentes para tener una clase apropiada con cada uno tal como estaba sucediendo con su otra alumna.

 

- Espero que todo vaya bien - Pensó, no sabía nada de la chica pero esperaba que estuviera realizando la tarea que le había dado para poder aprender más sobre la habilidad y sobre su forma animal.

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Suspiró.

 

No sabía exactamente que era lo que Suluk esperaba de él, pero tenía que averiguarlo de alguna forma. Cillian sabía a la perfección que desde pequeño había desado aprender aquella habilidad, pero el porqué de ello se había borrado junto a todo ese montón de recuerdos que ahora no le pertenecían más. ¿Tendría ella que ver con todo eso? Obviamente así era, aquella mujer tenía que ver con todo lo que él era o no era aunque nisiquiera pudiera ya recordar su rostro.

 

Observó por última vez al chico que lo acompañaría en aquella aventura antes de adentrarse en la cabaña de la Arcana. ¿Qué secretos tendría? ¿Por qué estaba en aquel lugar al mismo tiempo que él? La vida era algo que nunca comprendería y por ello tenía que llenarse siempre la cabeza de grandes preguntas aunque quizá la cosa venía a menos.

 

— Nunca lo había visto en mi vida... —Mumuró una vez que estuvo dentro—. Tengo un par de minutos de conocerlo.

 

Y no añadió más, estaba seguro de que aquello no tenía demasiada importancia, por lo menos no de forma personal aunque seguro que la arcana tenía un plan para ello. Se acercó un poco más a ella y bajó la mirada, no se atrevía verla directamente a los ojos. ¿Qué debía responder a la primera pregunta que había recibido? Nunca atinaba a dar una respuesta acertada a ese tipo de preguntas.

 

— No lo sé —comenzó, sin pensarlo había comenzado a jugar con sus manos en algún extraño acto de nerviosismo—. ¿Ha sentido alguna vez que siente que alguna vez tuvo todas las respuestas pero ahora no están más ahí? Desde hace un par de veces mi vida se resume a eso.

 

Dio un paso más y continuó hablando.

 

— No estoy completamente seguro, pero creo que el conectar con mi forma animal me ayudarán en un par de aspectos de mi vida... Creo que obtendré un par de respuestas, ¿es eso posible? —Dejó escapar un supiro más, ya se estaba complicando demasiado—. Se dice por ahí que uno no puede elegir a la critura en la que se convertirá y que la misma tiene muchas cosas que decir sobre nuestra persona y eso es lo que me llama la atención de la animagia.

 

Trató de separar las manos, pero le fue imposible, estaba demasiado nervioso.

 

— Nunca he tenido un acercamiento a ella o eso creo... —Terminó.

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