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Castillo Ivashkov (MM B: 106154)


Leah Snegovik
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Lo que había sospechado desde que vio a Leah finalmente se confirmó: alguien estaba ocupando el frívolo corazón de su amiga. Realmente no debía ser una sorpresa para ella, porque se había marchado hacía más de un año y, aunque su vida estuviera trabada en el mismo bucle, la de sus cercanos no tenía por qué ser así. Eso la hizo reflexionar sobre sus actos y sobre cómo estaba desperdiciando su eternidad. Siempre se trataba de estar escapando de alguien y ya no tenía por qué ser así; ya no más.

 

La voz de Zack sacó a Caroline del íntimo momento que estaba teniendo con Leah. Se le veía enojado por el bourbon desperdiciado en el suelo y ninguna de las dos se dignó a responder ante sus reclamos. Inmediatamente él comenzó a reír, alivianando la leve tensión que se había comenzado a formar. Ella no hizo más que sonreír y fijarse en el torso desnudo de su amigo. Por más que lo intentaba no podía alzar su mirada hacia su rostro. «Dios, ya estoy hiperventilando», pensó e intentó parecer calmada.

 

—Nunca más lo haré, lo prometo —murmuró, ahora fijándose en los ojos azules de Zack.

 

Caroline soltó una respiración contenida y vio cómo él se acercaba a ella. Antes de siquiera poder reaccionar, el vampiro la estaba sujetando por su espalda baja. Oleadas de calor viajaron frenéticamente hacia su zona sur y casi olvidó que Leah estaba frente a ellos. Casi, porque inmediatamente reordenó sus indecentes pensamientos, ante su poca controlada actitud. Apoyó su cabeza sobre el pecho de Zack y lo terminó de abrazar. Al fin podía decir que se sentía como en casa, su verdadera casa.

 

—Hey, en un punto de mi vida tuve una facha virginal, aunque ya no recuerdo cuándo fue. —Soltó una risita y se separó al ver que Leah se encaminó hacia ellos—. A mí no me molestaría usar la habitación de Zack. —Sonrió coquetamente y parpadeó hacia él.

 

Otra vez se estaba dejando llevar y aparentemente no era la única. Su rubia amiga sabía inequívocamente hacia dónde se dirigían y lo expresó, dejando en claro que no entraría en ese juego. ¿El motivo? La mujer con la que estaba y no sólo en un noviazgo común. Así lo señaló cuando posó una mano sobre el brazo de Zack y Caroline vio el anillo que lucía. «No puedo creer que se haya casado», pensó la castaña, casi en estado de shock. Sin embargo, lo peor de todo era que se había perdido el matrimonio.

 

—¿Qué les cuento de mi vida? —masculló, aun un tanto atónita—. Nada interesante. Me metí en problemas, como siempre, y por eso tuve que huir a Francia —confesó e inmediatamente añadió—: Por lo demás, planeo establecerme acá, aunque todavía no decido dónde. —Se encogió de hombros—. De verdad no quiero molestarlos, buscaré donde vivir.

 

Recuperó su vaso con whisky y bebió un largo sorbo. Ryddleturn sintió que el tatuaje que la ligaba a Hécate volvió a escocer y no pudo evitar llevar una mano hasta ahí. Rápidamente la bajó, esperando que no la hubieran visto. Había sido un tanto descuidada con el vestido sin hombros que se puso, porque se alcanzaba a ver la cabeza de la serpiente. Pero ya no podía remediarlo y, de cierta manera, si no se empeñaba en taparlo era porque no significaba nada en especial.

 

Estrechó sus labios en una fugaz sonrisa y se fijó en Leah que volvía a hablar.

 

—Yo, la verdad es que… —No sabía qué decir, porque sinceramente no planeaba regresar—. Extrañaba estar acá. Llámalo nostalgia —mintió—. Y supe que Elaena también se había ido, así que creí que era mi momento. No sólo a ustedes les desagrada —dijo, intentando sonar convencida.

Ivashkov
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Así eran las cosas con ellos. De un momento a otro podían provocar una tensión sexual en el ambiente que enardecía las zonas bajas de sus anatomías. Una palabra, mirada o movimiento despertaba esa chispa casi incontenible en el trío. Lo lamentable es que no siempre terminaban en fuego, por más que se acercaran tanto a ello.

 

- Mi cama es lo suficientemente grande para los dos. Aunque tú no ocupes demasiado espacio - bromeó respecto a la altura de Caroline mirándola de pie a cabeza. Por supuesto aprovechó de detallar su esbelta figura. - Sabes que no tendré ningún inconveniente con recibirte en mi habitación. No hay nada ahí ni aquí que no puedas ver- dijo haciendo referencia a su cuerpo. Además de que Zack perdió el pudor hacía mucho tiempo, con ellas había niveles de confianza excesivos.

 

Haciéndose a un lado, el vampiro se desplomó sobre uno de los muebles mientras que a la par hacía aparecer un vaso de whisky de fuego en la diestra. El primer sorbo le recordó el desastre del Bourbon y chasqueó los dedos para llamar al servicio de limpieza. Una elfina bastante joven apareció realizando exageradas reverencias para los presentes, aún cuando ellos la ignoraban. Y un minuto más tarde el piso estaba tan pulcro como de costumbre.

 

- Caroline, por favor. Desapareciste demasiado tiempo como para que también nos obligues a suplicarte que te quedes. No tienes que buscar otro lugar- dijo con tono severo y amistoso a la vez. No quería tener que entrar en detalles con ese asunto, pues pondría en duda los años de amistad que llevaban. No sería ningún abuso tenerla de vuelta y esa vez más cerca que antes.

 

- Sí. De Elaena tampoco sabemos mucho. Bueno, yo. Aunque dudo que Leah haya tenido algún tipo de contacto con ella sin que yo lo sepa. A menos que haya tenido encuentros secretos con su prima favorita - una sonrisa travisa tomó lugar en su rostro mientras desviaba la mirada hacia la Warlock. Obviamente quería molestarla. - Bueno, Caroline, supongo que nos dirás qué te motivó a regresar. Debes tener planes u objetivos interesantes- finalizó dando un nuevo sorbo a su whisky.

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  • 4 semanas más tarde...
-Caroline siempre tiene un objetivo, Zack, no seas tonto -moviĺ la cabeza de un lado a otro-. Aunque me gusta creer que vuelve porque nos extraña, es evidente que algo debe haber detrás.

Enarcó las cejas con diversión.

-¿O no, Carol?

La distancia de aquél par de antorchas humanas le había sentado bien. Su propia temperatura había bajado considerablemente y cualquier pensamiento que pudiese conseguir que perdiera la cabeza se había disipado. De modo que había vuelto a la normalidad, una normalidad que hacía rato no se permitía sentir. Sus amigos habían empezado a alejarse de Londres hacía mucho y con ellos, su jovialidad había quedado atrás. Solo Zack, Pik y Alyssa habían convivido con ella más allá de sus obligaciones o su esposa y aún así, solo esta última parecía gozar de la verdadera personalidad de la matriarca Ivashkov.

Pero en aquella reunión, pequeña e íntima, los tres volvían a ser el trío de mortífagos descarrilados y sin preocupaciones que siempre fueron, a pesar de que el tatuaje de Caroline durmiera en su brazo. Por otro lado, en la actitud de Leah se podía ver una preocupante costumbre. Cuando eso pasaba, quería decir que mientras más larga fuese la estadía de Caroline más fuerte sería el golpe cuando ésta, por cosas de su propia forma de ser, volviese a abandonar Ottery. No estaba segura de si alguno de ellos lo notaba y realmente no le importaba, se sentía muy feliz como para oscurecer el momento. Acabó con el vodka de un trago.

-Sobre el otro ser despreciable, no tengo idea y tampoco quiero tenerla -se encogió de hombros, siempre que hablaba de Elaena parecía capaz de asesinarla con los pensamientos-. La última vez que supe algo de ella, no fue por su propia boca. Sino por alguien más.

Hizo una pequeña pausa, había pasado el tema casi por completo. Miró a Zack y luego a Caroline.

-Afrodita estuvo aquí y tuvimos una pequeña... conversación -se acarició la barbilla-, ella tampoco sabía de Elaena.

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*Siempre Ivashkov, por ti ♥

 

Maida apenas tenía dieciocho años cuando su pequeño castillo búlgaro y medieval se le vino abajo. Descubrió el porqué de tantas advertencias de su madre, quien la había dejado, a pesar de sus recomendaciones, bajo el cuidado de Agares. Aquella última estancia en Venecia la destruyó, le abrió los ojos a un mundo que aunque era peligroso, ella lo veía así por vez primera. E hizo lo que cualquier niña asustado hubiera hecho, corrió a los brazos de su progenitora. ¿Quién más podría cobijarla y entenderla en temas relacionados con el demonio?

 

Acababa de volver de unos días en Italia, una tierra que pensó no pisar nunca más. De la mano de alguien que representaba para la ojiazul, el futuro, no por su apellido, sino por el viaje. Cuando llegó a Inglaterra y bajo la tutela de su madre, se había sentido incapaz de desligarse de todo aquello que en su infancia fue forjando un daño que sólo ella conocía. Y su madre sabía de sus acercamientos con el Malfoy, así que podía estar segura de su aprobación. Pero no podía seguir viviendo en el castillo Ivashkov. Lyra no iba a volver a ese lugar en mucho tiempo, y cuando lo hiciera, si la buscaba, ella volvería...pero sin ella, el lazo no era tan fuerte y la cuerda la jalaba a otro sitio.

 

Se apareció en su habitación y se sentó frente a su viejo libro de Jane Eyre, uno que ella misma le había regalado.

 

"He logrado volver a Venecia, y he podido sostener la mano sin temblar. Mis pensamientos ya no le pertenecen al demonio, he encontrado a mi ángel. Justo del que te conté en la última carta. Seguramente hasta Lionel lo aprobaría, Maminina. Me voy con él, hasta que vuelvas. Estoy con los que dijiste que me cuidarían y sé que aquí también tengo a tu hermana y su esposa para hacerlo, así que siempre tengo un lugar para volver. ¡He podido volver a Venecia! ¡Lo he hecho sin temblar y sin llorar! ...ojalá pudieras decirme si eso te hace sentir orgullosa. Escríbeme cuando vuelvas. Maida."

 

No empacó. Sería demasiado triste que cuando ella volviera descubriera su habitación vacía. Quizá no hubiera sido nacida y criada en el castillo, pero gracias a su madre, ella tenía a los Ivashkov corriendo por sus venas.

 

Dejó el libro en la habitación de al frente, la de su madre. Y desapareció.

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Hace mas de dos horas que había llegado a Ottery, recorrido las calles de arriba a abajo más veces de las que recordaba y hasta el momento no había hallado el lugar que buscaba.

 

Más de una vez intentó hablar con las personas que pasaban a su lado, pero el simple vistazo a sus colmillos los habían echado a volar casi al instante. Suspiró enérgicamente y pasó sus manos por su cabello color luna. Esto era inútil.

 

Había salido de casa a los 18 años buscando a sus padres biológicos. Las personas que la habían criado no eran sus verdaderos padres, aunque la habían amado y cuidado como si así fuera y a ellos les debía todo lo que era ahora. Viajó a través del mundo durante 100 años, visitando ciudad tras ciudad por pura diversión y derrochado su dinero en ropa y lujos. Pero ya era tiempo de dejar de huir de su tarea principal.

 

Acomodó los pliegues de su capa roja y hecho los hombros hacia atrás...había venido hasta aquí desde muy lejos y no iba a rendirse. Vio por el rabillo del ojo un grupo de magos y, esta vez retrayendo sus colmillos, se acercó a preguntarles algunas indicaciones. Lo poco que sabía era que sus padres eran vampiros, o quizás alguna especie de híbridos entre vampiros y demonios, así que les preguntó a cerca de alguna familia que sea de esa especie.

 

La miraron con cautela durante un momento, pero luego de un instante le contaron sobre una familia de vampiros que vivía a pocas cuadras. Les preguntó si podían acompañarla hasta el lugar y ellos aceptaron.

 

En todo el camino no dejaron de mirarla y la hacían rechinar los dientes para mantener el impulso de quitar esas miradas babosas de sus caras. Los hombres se detuvieron frente a una casa abandonada, de fachada realmente lamentablemente y lo único que se mantenía en buen estado era la verja de hierro de aspecto antiguo. Se giró hacia los magos y les mostró sus colmillos en una sonrisa espeluznante.

 

- Gracias por la ayuda. Ahora...si aprecian que sus ojos estén dentro de sus cuencas y no rodando por el suelo les sugiero que dejen de mirarme así y que salgan de aquí en este instante - al instante el color se drenó de sus caras y desaparecieron ante sus ojos.

 

Dando media vuelta, estudió el lugar - No puede ser aquí - pensó mientras se apoyaba en el imponente portón de hierro. Abrió mucho los ojos al sentir la familiar sensación al aparecerse y al instante se encontró en un lugar totalmente diferente.

 

Un gigantesco castillo se alzaba ante sus ojos, rodeado por un bosque extenso. Empujo el portón de hierro y se sorprendió ante lo liviano que era. Siguió el sendero adentrándose más en la propiedad.

 

Era la maravilla mas hermosa que había visto. Con jardines cuidadosamente cuidados y una estatua de una mujer tallada exquisitamente.

Miró hacia todos lados esperando encontrar a alguien que pudiera ayudarla y dejar así de invadir una propiedad privada. Así que decidió quedarse allí parada hasta que alguien apareciera

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Estaba esperando a que pueda entrar a la Ivashkov, sin embargo decidí esperar en los grandes jardines del lugar, fui a pasear a los alrededores, sentía que estaba muy bien, el clima era ideal, para un pequeño paseo en la mansión. Estaba llegando a la parte central de los jardines centrales, en el cual me di cuenta que había una persona parada, parecía que estaba perdida, o esa era mi impresión.

 

Decidí acercarme hacia la chica, quizás sea de la familia, sin embargo cómo no he tenido el contacto necesarios con ellos, no la reconocía. Suspiré levemente para poder tener valentía, me acerqué lentamente, sin hacer notar mi presencia, al menos hasta estar a pocos centímetros de la chica. Al llegar con una leve sonrisa en rostro le toqué levemente el hombro para que note mi presencia.

 

Mis cabellos volaron por el viento que acabaron de soplar, sonreí e hice una pequeña reverencia a la chica que estaba frente mío.- Hola, un gusto mi nombre es Akiza...me dio curiosidad al verte ahí parada...¿buscas a alguien de la mansión? O estas de pasada por aquí.- pregunté un poco curiosa.

 

Le hice un además de que puede pasar y que pueda caminar un poco conmigo hasta saber que era lo que necesitaba.- Bueno puedes pasar, espero que te pueda ayudar, aunque no creo que seas alguna asesina ¿verdad?.- pregunté divertida haciendo un gesto de que mi varita estaba lista para ser utilizada.-Es broma.- dije tranquilamente.

 

@Kamra

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Se había quedado allí parada durante poco tiempo antes de que alguien apareciera, por fortuna. Sus sentidos realzados habían captado un leve susurro detrás de ella antes de que alguien tocara su hombro.

 

Al girarse,se encontró con una mujer que le sonreía, quien se presentó como Akiza luego de hacer una pequeña reverencia.

 

-Es un gusto conocerte, Akiza - dijo quitándose la capucha para mostrar su rostro mientras bajaba el mentón un poco en señal de respeto - mi nombre es Kamra y no debes preocuparte...estas son solo de decoración - dijo sonriendo mientras mostraba sus uñas de hierro.

 

Bajó su brazo y fingió escanear la zona mientras elegía sus palabras.

 

- De hecho es una larga historia. He venido buscando indicios de mis padres biológicos y lo único que se es que tienen que ser de mi misma raza, lo cual es obvio - dijo acomodándose un mechón suelto de su trenza mientras sonreía - en fin, me dijeron que esta es la "casa" de una familia de vampiros, tal como lo soy yo - mostró sus caninos a Akiza - y pensé pasar a preguntar si alguien abandonó a una pequeña cuando era niña - dice la peliblanca bromeando.

 

Caminó junto a ella un momento en un silencio un poco incomodo, de seguro generado por su torpe chiste. Pero la verdad era que no era muy amena a hablar con las personas.

 

- Sería de gran ayuda si pudieras decirme el nombre de esta familia - dijo tratando de sonar cordial...era pésima socializando.

 

@@Akiza Ravenclaw H.

Editado por Kamra

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  • 3 semanas más tarde...
-Ivashkov -respondió como si le hubieran hecho la pregunta a ella, alzando la vista y asomándose tras un rosal que estaba cerca de las dos chicas.

Solo florecían en esa época del año, cuando el frío al fin bajaba y podían recibir el cálido sol del verano próximo, que extendía su vida hasta otoño. El clima en Transilvania era difícil de comprender para los extranjeros, pero ella parecía entenderlo bastante bien. Pese a que daba la impresión de que estaba cuidando las rosas, iba vestida de gala como siempre, con una elegante túnica de tela ambarina. Estudió primero a la muchacha recién llegada y encontró, con cierta preocupación, cierto parecido entre ella y las facciones de los Ivashkov pero prefirió no darle demasiadas vueltas. Posteriormente, miró a Akiza y sonrió.

-Hija.

La rubia dio la última caricia a una rosa particularmente grande que había estado sosteniendo entre sus manos y los pétalos rojos se movieron con gracia, casi con la misma gracia en que ella empezó a andar hacia el par de jóvenes. Besó la frente de su hija y obviando la decoración de las manos de Kamra, le dio un apretón cordial.

-Leah Ivashkov, un placer. Entremos, tengo ganas de un trago y quizás gusten acompañarme -dio media vuelta y empezó a andar al castillo, de nuevo como si se tratara de una bailarina.

A pesar de la enormidad de los terrenos, llegaron a la puerta principal en poco tiempo y tan solo acercarse, la puerta se abrió no por arte de magia sino porque un hombre alto y escuálido, enfundado en un uniforme de servicio, fue quien les dio la bienvenida. La rubia no respondió, ni lo miró tampoco, simplemente pasó junto a su reverencia sin darle importancia y guió a las jóvenes a la izquierda, al recibidor. Como en la mayoría de las habitaciones del castillo, un pequeńo bar estaba en la esquina más cercana, así se que se limitó a servir tres vasos de Whisky de Fuego en cantidades considerables y con el hielo tintineando contra el cristal del recipiente. Un movimiento de muñeca envió un vaso a cada chica y ella tomó el suyo, encarando a las muchachas con cierto interés.

-¿A quién buscas exactamente? -preguntó a Kamra, ladeando la cabeza.

Podría haber usado la Legilimancia, podría hacerlo si intentaba pasarse de lista. Sin embargo, su hija había llegado casi al mismo tiempo que la otra muchacha y también quería saber.

-¿Y a ti en qué puedo ayudarte, cariño? Hace un tiempo no venías. Aunque tomando en cuenta que la última vez que viniste tus hermanas enloquecieron, pues no te culpo -rodó los ojos. Cirse y Emilia eran un dolor de cabeza que amaba tanto como para no ahorcarlas-. ¿Pasa algo interesante?


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Kamra se sobresaltó al oír que alguien que no era Akiza respondia a su pregunta. Una mujer de cabellos dorados se irguió ante sus ojos por detrás de unos rosales que se encontraban a escasos metros de ellas.

 

Ivashkov... así se llamaba está familia. Kamra evocó un recuerdo vago de cuando la habían llamado por un nombre que no era el suyo. Ivashkov le habían gritado. Pero empujó el recuerdo fuera de su mente, no quería ilusionarse y luego que la realidad la bajara de un puñetazo a la tierra, donde era solo una vampira sin nombre.

 

Vió como la mujer que se había presentado como Leah Ivashkov se acercaba a ellas. La peliblanca parpadeo al mirarla, jamás había visto a alguien moverse con tanta gracia. Parecía agua fluyendo, como la más exquisita melodía.

 

Al parecer Akiza era su hija, y luego de que besara su frente, Leah le ofreció un cordial y ligero apretón en una de sus manos. Donde Kamra aprovechó para decirle su nombre, pero lo más probable era que ya lo supiera.

 

Las dos la siguieron adentrándose más en los terrenos para luego ingresar al castillo. No sabía con exactitud qué mirar primero. Era una de las vistas más hermosas que había apreciado.

 

Entonces la pregunta de Leah la saco de su ensimismamiento y tomó de sobre la mesa del bar en el que estaban ahora, el vaso que de le había ofrecido.

 

- En realidad no busco a un alguien en específico - dijo buscando las palabras correctas - la verdad es una historia muy larga. Nací y mis padres me abandonaron, me crié en un orfanato y pues, salí de casa adoptiva a los 18 para buscar a mis padres Biológicos - Kamra hizo una pausa tomando un sorbo de su bebida - sé que quizás es un error buscarlos, ya que, si no me quisieron de pequeña ¿que pensaran al verme ahora?

 

Miró a la mujer a las ojos ofreciéndole una media sonrisa. No tenía bien en claro que diría a continuación, pero se dijo que era mejor hablar solo con la verdad, como venía haciendo hasta ese momento.

 

- No estoy muy segura de esto, pero quizás usted conozca a algún híbrido entre Vampiro y Demonio que quizás puedan ser mis padres? Sé que no tiene nada de sentido, y que la informácion que le doy no es muy útil, pero cualquier ayuda es buena.

 

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Se atragantó ligeramente con el Whisky de Fuego cuando Kamra preguntó, con exactitud, qué buscaba. Quizás no sabía a quién buscaba, pero sí a qué. Un híbrido entre demonio y vampiro, a ella. A pesar de que había perdido la compostura por un micro segundo, tragó con fuerza el líquido ambarino que le quemó la garganta y esbozó una sonrisa, más que nerviosa, extremadamente controlada. ¿Qué podía decirle a la muchacha después de que había dicho la típica frase que solían decir sus hijos? "Mi madre me abandonó cuando era pequeña".

 

La única que había tocado con suerte había sido Cirse, su hija mayor, a quien había criado desde el principio hasta el final con suma dedicación, tanto que era la más parecida de todas a ella misma, no solo en personalidad sino físicamente. Y ahora que pensaba en ello, sentía unas ganas tremendas de ir a darse contra la pared ahora que veía en Kamra, la chica, el extraño parecido que había encontrado desde el principio. Por supuesto, si era igual a los Ivashkov. Y no a cualquiera, tenía tantos rasgos de ella que podrían ponerse las dos una al lado de la otra para que Akiza tomara una foto de bienvenida.

 

Notó el largo silencio que había mantenido y se apresuró a comentar algo, de nuevo, con un tono de voz prolijo y controlado.

 

—Sí, de hecho sí conozco a alguien.

 

En su juventud no había tenido madera de madre, era evidente por la forma en que sus niños solían regresar a ella. Nunca les perdía el rastro por completo, porque con los años, largos años, se había convertido en una versión mucho mejor de lo que había sido con tan solo veinte años. Pero nunca acababa de estar preparada para los reencuentros, ni sabía qué decir. Por más que hubiera pasado en dos ocasiones por lo mismo. Quizás tres.

 

—Mi padre es un demonio y mi madre fue vampiro —tuvo cierta precaución con las palabras que elegía, pese a que no eran muy complicadas. Sus ojos estaban fijos en los de la muchacha, esperando alguna reacción—. Así que soy un demonio con cierta debilidad por los vampiros.

 

Era un buen momento para beber, así que vació lo que quedaba en el fondo del vaso, volviendo a quemar su garganta y carraspeó ligeramente, compartiendo una mirada fugaz con Akiza. Siempre que pasaba algo así estaba con una de sus hijas y se sentía igual de miserable. Con todos se llevaba bien, era la madre ejemplar. ¿Pero cuánto tiempo después?

 

—¿Crees que esa información sea útil?

 

@Kamra

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