Jump to content

Castillo Ivashkov (MM B: 106154)


Leah Snegovik
 Compartir

Publicaciones recomendadas

Aunque respondió el gesto tomando su mano, el rostro de Maida Ivashkov no dudó en ruborizarse cuando oyó a su hermana corregirle la pronunciación de su nombre, era un dejo de su reciente inclusión a los nombres que reinaban en Ottery. Al deschacer el contacto, y una vez que ella hubo pisado el recinto de los Ivashkov, pues nada, decidió que era una gran idea dejarla que sola conociera un poco más la decoración del lugar. De todas maneras, ella misma no había prestado mucha atención a los detalles desde que había llegado, apenas conocía el rumbo a su habitación y que claro, frente a la suya, se encontraba la de Lyra, al lado, la de Eliah, quien por cierto, parecía decidida a desaparecer de Londres, una vez más.

 

— Disculpa, Bridget —dijo preocupándose en demasía por dejarla un poco más contenta.

 

Algo que siempre le gustó a la búlgara era estudias los rasgos y modismos de comportamiento de la gente, y ahora mismo, su hermana le proporcionaba un nuevo estilo de actuar. Uno que distaba mucho de ella, y sin embargo resultaba verdaderamente atrayente. A lo mejor era la que pelambrera rojiza le imponía más cáracter a su mirada, o eran simples percepciones de Maida. Todo podía ser. Pero era fascinante como Bridget parecía evaluar cada cosa con elegancia y una prestancia que ella quizá jamás tendría.

 

Eh, no, mamá no está en casa, de hecho —contestó sopesando un poco las posibilidades—, estoy muy segura que si deseas realmente hablar con ella, deberías buscarla en alguno de sus negocios. Ranas Lunares o Crookshanks, normalmente se queda en alguno de los dos sitios administrándolo junto a Lionel, nuestro hermano.

 

Caminó hacia el lado derecho dónde se extendía un pasillo para que conociera los jardines posteriores, esos que ella misma siempre disfrutaba desde su ventana.

 

— Si no te incomoda, creo que podría darte un ligero paseo por mis lados favoritos del Castillo, y ya luego, decidiremos dónde podrías instalarte porque ...espero que puedas quedarte algunos días al menos.

 

@@Bridget Wenlock

T7GHFlv.gifUseiaum.gif

c2ixJhD.jpg

oPH1dye.gif- kBtusEd.gif-

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Akiza Black Ivashkov

 

Estaba cansada, fue un día pesado, sin nada que hacer realmente. Decidí ir a visitar a mis queridas madres que me imaginé se encontraban en el castillo Ivashkov. Realmente no recuerdo cuando fue la última vez que pisé el lugar, sin embargo sabía que bueno ir a visitarlas y ver cómo se encontraba el castillo. En esa ocasión decidí vestir con una blusa sin mangas, unos shorts cortos de color azules, una botas altas, mientras mi cabello caía graciosamente con mi espalda completamente desordenado, cómo si tuviera vida propia.

 

Seguí caminando, tapando mi rostro por el sol pegaba muy fuerte en este día. Suspiré un poco, sólo quería llegar al Castillo para poder relajarse y tomar un rico refresco de naranja. De pronto, miré a lo lejos a un chico que parecía que iba a tomar el mismo camino que yo, me resultaba muy familiar, ¿será? así que agilicé mi paso para poder alcanzarlo. Al estar a poca distancia de él, le coloqué mi brazo derecho encima de su hombro, sentí cómo daba un pequeño brinco, dándome a entender que le di un pequeño susto. Así que sonreí bastante, escondiendo un poco la risa que me iba a provocar.

 

-Perdón por asustarte...¿Cómo estas hermano? Te reconocí desde atrás e hice todo para poder alcanzarte.- comenté con una sonrisa.- Lo siento no te quise asustar, ¿Vas al castillo? Ya que yo también voy para allá a ver a nuestras mamás.- seguí hablando, era cómo si no lo he visto en años, y la verdad si era así, además mencioné de una a las dos, en el cual sonaba medio feo, esperé encontrar otra manera de decirles. Desaparecí por mucho tiempo y estaba feliz por volver a verlo, esperaba ver a Tau y a Leah de la misma manera.- ¿Qué han hecho en mi ausencia?- pregunté cómo si fuera la cosa, y comencé a caminar con él hacia la dirección del castillo.

 

@

http://www.hazelnet.org/icon/animals/bunny.gifhttp://i.imgur.com/Zx34l0c.png


gzWqRHp.jpg


http://i.imgur.com/sf6Sw.gifhttp://i.imgur.com/pYHx6.gifhttp://i.imgur.com/h7zwf.gif


???? ?? ?????ñ??é...?? ?????? ??????? ?? ?????é

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

No le sorprendió oír sobre la ausencia de Lyra, ciertamente la bruja era conocida por su constante movimiento y sus numerosas actividades. Bridget había rondado en varias ocasiones por los negocios del Callejón Diagon, pero ninguno de los nombres que mencionó Maida saltó a su memoria, seguramente no llamaron su atención lo suficiente para arrastrarla a su interior. Un mal recuerdo en aquellos parajes le vino a la memoria y provocaron un molesto cosquilleo en su interior. Se rodeó el cuerpo con ambos brazos, mientras daba un par de pasos más alrededor del rellano.

 

-Entonces tendré que verla para otra ocasión - murmuró, desviando su mira hacia las escaleras que llevaban al piso superior, conteniendo su curiosidad-. Excelente, llévame donde gustes, pareces una muchacha de buenos gustos -añadió después de una breve pausa, haciendo referencia a su invitación para pasear por el Castillo. Se hizo a un lado y extendió su brazo derecho, incitando a la bruja que se adelantara, para guiarla.

 

La última oración se quedó un par de segundos en forma de eco dentro de su cabeza. No hacía mucho desde su regreso a Londres, y en el momento en que decidió regresar no dudo de hacia donde dirigir sus pasos. Todas sus pertenencias se encontraban ahora en el Castillo Black, como había sido antes, y pensar en la idea de pasar sus noche en otras sábanas, dentro de otras 4 paredes le resultaba ciertamente incómodo.

 

-Tal vez, si me convence -siseó, haciendo un movimiento de cabeza hacia el resto del Castillo que esperaba a por ellas-. ¿Tú vives aquí? -preguntó, frunciendo el ceño levemente.

 

@

SemperFidelis

http://i.imgur.com/U0xEmp8.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

  • 2 meses más tarde...

Un paso, un sólo paso y Caroline Ryddleturn estuvo dentro de los terrenos del Castillo Ivashkov. Después de varios años al fin había decidido visitar el hogar de sus mejores amigos y su molesta doppelgänger.

 

Atrás de ella, con un ruidoso chirrido, la verja metálica se fue cerrando hasta culminar con un clic. Caroline respiró profundamente y comenzó a caminar sin prisa. Sus capacidades de vampiro le permitían recorrer el trayecto en un parpadeo, pero quería disfrutar de su breve paseo y de la tarde primaveral. El sol –del que era inmune por un hechizo–, acariciaba sus hombros desnudos y el resto de la piel que su vestido ciruela no alcanzaba a cubrir. Iba perfectamente combinado con unos altos tacones; ella los prefería para disimular su baja estatura.

 

Finalmente llegó a la entrada del imponente edificio. Caroline respiró una profunda bocanada de aire y alzó una mano para llamar. Sin embargo, apenas sus nudillos tocaron la madera, las puertas se abrieron de par en par. «¿Qué demonios?», se preguntó, sin entender mucho lo que sucedía. Se estiró hacia adelante para ver si había alguien, pero el hall se veía completamente desierto. Enarcó una ceja, aun indecisa sobre qué hacer. Lo más lógico era entrar, por lo que avanzó hacia el interior a la espera de ver a Leah o Zack.

 

–¿Hola? –llamó, mientras se acercaba más al centro del vestíbulo–. La puerta se abrió sola –agregó.

 

Todo era totalmente extraño. Se suponía que el Castillo debía tener protecciones que no dejaban entrar a extraños. Pero, tras una breve reflexión, ella no era tan extraña y no tenía nada que ver con la amistad que mantenía con los patriarcas. Era por su apariencia. Lucía exactamente como Elaena Ivashkov y no sólo como de costumbre. Ambas se diferenciaban por su cabello, pero en ese momento no, porque Caroline había utilizado una poción alisadora. Cada hebra castaña caía perfectamente lacia hasta su cadera.

 

–Así que por eso sigo viva –susurró, ante la idea de algún hechizo lanzándola lejos.

 

Lo que de momento no podía explicar era por qué no había nadie. Ryddleturn era consciente de que llevaba más de un año fuera de la sociedad mágica británica, de su familia y de sus más cercanos. Pero aun así había intentado ponerse al corriente y lo que sabía era que tanto Zack como Leah seguían viviendo en aquel Castillo. Tenía que haber alguien ahí. ¿Y qué pasaba con los elfos? Todos no podían haber desaparecido así como así. «¿Y qué tal si?... ». Una horrible idea pasó por su cabeza y la desechó de inmediato.

 

–Voy a ser paciente –murmuró y se dirigió a una mesita que tenía unas botellas de bourbon–. Espero que Zack no se moleste por el saqueo a su alcohol. –Sonrió y llenó un vaso para ella.

 

Caroline caminó hasta un sillón y cuando estaba por sentarse una brisa helada la envolvió. Un escalofrío recorrió toda espina dorsal y se quedó prácticamente petrificada. El escalofrío fue reemplazado por un profundo ardor en su espalda, justo donde tenía tatuada una serpiente que comenzaba cerca de su coxis y terminaba en su cuello. No tenía nada que ver con la Marca Tenebrosa –aquel tatuaje estaba en su antebrazo, oculto mediante magia y dejó de manifestarse el día en que abandonó las filas–, sino que era un pacto con otra persona.

 

–Hécate –soltó la vampiresa.

 

–Pequeña Caroline. –Se escuchó atrás de ella–. Veo que viniste a hacer lo que te mandé. Lo que no entiendo es por qué no estás buscando lo que te pedí.

 

–Acabo de llegar y no me voy a comportar como una delincuente. –Rodó los ojos–. Necesito estar segura de que ellos no sospechan nada y encontraré tu baratija.

 

–Espero que sea pronto.

 

La diosa pronunció la última palabra y el aire gélido desapareció. Caroline soltó una respiración contenida y puso una mano sobre su frente, analizando cómo diablos fue que terminó haciendo un trato con Hécate. Y no sólo eso, sino cómo aceptó traicionar a las únicas personas que habían sido fieles a ella. Todos los nervios iniciales la abrumaron y la idea de salir corriendo era lo más oportuno que se le ocurría. Pero nuevamente no se pudo mover. Escuchó pasos que iban hacia ella y sin poder evitarlo soltó el vaso con whisky que se estrelló sobre el mármol.

Ivashkov
YqkyUSo.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Había olvidado lo que se sentía estar en casa hacía varios meses. Ni ella, ni Tauro, ni Zack tenían tiempo para descansar, mucho menos para convivir como una familia. No recordaba la última vez que había ocupado un asiento de su salón o que había invertido su tiempo en leer un libro de la biblioteca. No recordaba cómo había terminado la última charla con Katara. Lo único que conocía era su habitación, su cama y las escasas horas que pasaba entre los brazos de su esposa.

Así que estar ahí en ese momento era de las cosas anormales de las que podía jactarse ocasionalmente. No la habían despedido, como podía esperarse de una persona que llevaba la bata de Medimago Jefe sin la placa del cargo, pero había dejado de trabajar en el LAIC. Tampoco había renunciado. De hecho, no había hecho nada en absoluto. Había arribado al laboratorio como de costumbre, había llegado un memorandum y había vuelto a casa sin trabajo. Más bien, con un nuevo trabajo.

Y eso la tenía abrumada. Muy abrumada.

Apareció por inercia en su habitación, junto a la cama, con la costumbre sembrada de que solo podía llegar a casa para caer rendida entre las almohadas y se quedó mirando las sábanas con atención. Necesitaba un trago, doble de ser posible. Lo bueno de ser un Ivashkov, entre otras cosas, era el hecho de que podías estar solo sin ningún inconveniente. Ni siquiera los Squibs asomaban sus narices donde no los llamaban, ni los elfos que tenía, era ella y un enorme castillo para andar, para asimilar las cosas. Recorrió cada pasillo con parsimonia, bajó las escaleras como una sombra y llegó al vestíbulo, de nuevo, por inercia. Y de no ser por una voz familiar, no habría salido de su autómata decisión de beber un trago.

Su expresión pasó de incertidumbre a un descontento considerable. Sus labios se torcieron, su entrecejó formó una línea rubia y rígida sobre sus ojos verdes. Elaena. De todas las personas que podían aparecer en un día como ese, tenía que ser Elaena. Sin pensarlo, cosa evidente porque de haberlo pensado habría concluido que en realidad no podía echar a la tercera matriarca de la familia, avanzó hacia el salón y presenció la caída del vaso, así como su ruptura, con la postura de quien no sabe si atacar o esperar para defenderse. El olor a Whisky inundó la estancia.

-Si Zack se enterara de que has desperdiciado el Bourbon que tanto cuida por el susto de verme, seguramente haría una fiesta -bufó.

No notó que era Caroline, ni siquiera le pasó por la cabeza. Por el cabello liso, porque nunca habría imaginado que Caroline tuviera la intención de regresar. En ese momento estaba viendo a Elaena, no a su mejor amiga. Y lo que decía, como ella se imaginaría, no iba dirigido a nadie más que Elaena y el choque de opiniones que habían tenido desde siempre.

-Todo está en orden por aquí, si eso quieres saber -cedió ante el bar, olvidando el inconveniente del vaso. Recortó la distancia con el mueble y se sirvió un vaso de vodka, ajena al hecho de que en realidad estaba actuando como una ¡imbéc¡l delante de su mejor amiga-. A menos que en realidad quieras Galeones, eso es lo único que justificaría tu aparición.

Leah Ivashkov, la nueva Warlock, no reconocía a su mejor amiga. Así de buena había sido la decisión de los Ministros.

"%20alt=YwwEbg4.gif


"%20alt=


"%20alt=hQEsmVo.gif3lqIQgZ.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Caroline se quedó quieta, como si fuera un ladrón al que encuentran tomando algo que no debería. Cerró los ojos e hizo una mueca con sus labios pintados de rojo. «Maldición», se dijo y enfocó su vista en las gotas de whisky que quedaron sobre la vaporosa falda del vestido. Había arruinado la tela, pero a pesar de eso tenía problemas mucho más graves, como que Leah estaba detrás de ella por ejemplo. Aspiró lentamente, capturando el perfume que llevaba usando desde los quince años —suaves notas de jazmín y tiare—, y se dio la vuelta.

 

Se encontró frente a frente con su mejor amiga, quien parecía que no se alegraba de verla. ¿Acaso ya sabía cuáles eran sus planes? Eso era imposible, porque nadie más que ella lo sabía, ni siquiera Elaena.

 

—Si hace esa fiesta espero ser la invitada de honor—murmuró, intentando esbozar una sonrisa.

 

Por más que el comentario de Leah fuera uno de los típicos de ella, algo le decía a Caroline que se lo dedicaba con un deje de odio. Quizá estaba molesta porque se había ido, aunque no era la primera vez que lo hacía y no esperaba que se lo fuera a tomar mal. Pero sin lugar a dudas lo que más la sacó de lugar fueron las siguientes palabras de la rubia. ¿Por qué le estaba diciendo que si había ido por los galeones? No tenía sentido, ni tampoco era algo que necesitara. La última vez que se fijó en su bóveda estaba bastante bien para alguien que no trabajaba.

 

«Elaena. Ella piensa que soy su prima». Caroline ladeó la cabeza e intentó no reír. Nunca había logrado engañar a Leah Ivashkov y en ese momento, sin premeditación, lo había conseguido.

 

—Leah, escúchame, soy Caroline —señaló, como si fuera lo más obvio del mundo—. Esto es el resultado de una poción alisadora. —Pasó sus dedos sobre sus cabellos castaños—. Me duele profundamente que no reconozcas a tu mejor amiga.

 

Ryddleturn se cruzó de brazos, como si de verdad se sintiera ofendida y se acercó lentamente a Leah. Acababa de servirse un vaso con vodka y, tras analizarlo, decidió quitárselo de las manos. Lo dejó junto a las demás botellas del bar. La miró directamente a los ojos para que comprendiera que se trataba de ella: con quien había estado en la Academia, con quien estuvo en la Marca Tenebrosa, con quien iba a fiestas a emborracharse y con quien incluso una vez se desnudó en un bar lleno de magos.

 

—Soy yo, ¿sí? —Caroline se acercó un poco más y la abrazó, como si aquel acto terminara de confirmar su identidad—. He vuelto y prometo que no me iré por un largo tiempo.

 

Necesitaba que no tuviera dudas sobre ella y que por sobre todo confiara. Si iba a robar el maldito espejo lo que menos la iba a ayudar eran miradas con recelo.

Ivashkov
YqkyUSo.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

A pesar de que una parte de ella quiso reírse de las palabras de la mujer tras de sí, lo cierto es que se quedó a mitad de un movimiento común para llevar el vaso a sus labios, con los ojos fijos en la pared. El nombre Caroline no había sido pronunciado en ese castillo desde su fundación, hacía casi tres años atrás, cuando Elaena había blasfemado en su contra y ella, por supuesto, había saltado en su defensa. Ni siquiera Zack lo había pronunciado porque, aunque los dos fueran un aparente témpano de hielo, la partida de la mujer había sido de las cosas más dolorosas que los dos habían tenido que vivir. Dolía y era mejor no recordarlo.

 

Cuando la castaña llegó hasta ella, ya la estaba evaluando sin que le diera explicaciones. Era exactamente igual a su Doppelgänger, ¿cómo no? Pero había ciertas cosas que la diferenciaban. Más vitalidad, incluso más belleza. Quizás tenía que ver con la mala actitud constante de Elaena o quizás se debía a que siempre había visto a su mejor amiga como de las mujeres más atractivas de Londres, razón por la que todo el mundo estaba tras de ella en el bar donde habían terminado sin ropa. Y estaba el perfume, un perfume que Elaena no habría usado jamás, porque era demasiado dulce para alguien así.

 

—Caroline —el nombre le supo extraño en la boca, conocido, olvidado. Pero fue agradable pronunciarlo.

 

Dejó que el vaso se deslizara y compartió esa larga mirada como si no supiera qué decir. Y la verdad era que, por más inteligente que pudiera ser, no tenía ni palabras ni sentimientos fijos para el momento que estaba viviendo. Sin embargo, cuando la bruja la abrazó, correspondió el abrazo con tanta fuerza que había una parte de sí que dejaba muy en claro que no se iba a ir por un largo tiempo. No porque ella no quisiera, sino porque no la dejaría.

 

—¿Cómo te atreves a aparecer en mi castillo con semejante pinta? Tienes suerte de que haya amanecido de buen humor hoy o te habría dado una patada pensando que eras la desagradable de Elaena —soltó una risita, aún sin soltarla—. Te agradecería si fuera la última vez que usas esa poción alisadora. Te queda, pero no es lo tuyo.

 

Cuando se separaron por fin, Ivashkov volvía a parecer una mujer adulta en sus mejores años de vida. Sonreía y parecía realmente radiante. Estaba feliz y esa felicidad se debía a lo que estaba viendo, Caroline.

 

—Zack va a llorar —concluyó—, ¿tienes dónde quedarte? Bah, te quedarás aquí. Y no te atrevas a negarte, la patada sigue estando en mi lista de cosas por hacer. Uhm... ¿sabes? Pareces menos virgen que la última vez —ésta vez no aguantó la carcajada—. No sabes cuánto te he echado de menos.

"%20alt=YwwEbg4.gif


"%20alt=


"%20alt=hQEsmVo.gif3lqIQgZ.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Al escuchar como su nombre salía de los labios de Leah, Caroline se relajó. Finalmente la había reconocido y eso se tradujo en el ferviente abrazo que su amiga le dio. La sujetó con fuerza, reafirmando que no se iría, lo quisiera o no. Todos sus temores anteriores se desvanecieron y se permitió fundirse en aquella muestra de cariño. Si había algo que necesitaba era sentir afecto, algo que no pedía por orgullo, pero que la alejaba de todos los problemas que usualmente solían envolverla. Allí no había caretas ni fachadas que mantener.

 

—Lo siento, mi intención no era parecerme más a Elaena —dijo, sonriendo genuinamente—. Sólo cambié el peinado que llevo usando cerca de cuarenta años. Debí haber sido más original. —Rió, mientras se separaba de Leah.

 

Ahora que ya no estaba nerviosa, ni sus pensamientos estaban siendo atormentados por viejas diosas griegas, se dedicó a contemplar a Ivashkov minuciosamente. Se le veía cansada, de eso no había dudas, sin embargo, estaba radiante, mejor dicho: se veía feliz. Quizá se debía a la repentina aparición de Caroline y aquella idea fue como un puñal en su corazón. «Si supiera por qué vine», se dijo. No, no podía consentir el sentirse mal. También había ido porque la extrañaba y buscaría la forma de cumplir ante Hécate sin dañar su amistad.

 

La mención de Zack la ayudó a volver a la realidad. También había echado de menos a su atractivo amigo. Aquel Mortífago despertaba su libido de una manera que debería estar prohibida.

 

—Sinceramente, no tengo dónde quedarme —respondió—. Así que por supuesto que acepto tu invitación. ¿Puedo usar la habitación de Elaena? A ella no le va a importar. —Apretó suavemente la mano de Leah y se dispuso a tomar otro vaso de bourbon—. ¿Qué ha sucedido en mi ausencia? —preguntó y luego bebió un poco de whisky.

 

Necesitaba ponerse al día con todo, no sólo para cubrir su infinita curiosidad, sino porque no podía levantar sospechas bajo ninguna situación. La primera parte de su plan ya estaba en marcha y era pasar algunas noches allí. Esperaría a que todos estuvieran durmiendo para poder dar un recorrido. Aquello le serviría para hacer un mapa con las habitaciones. Luego estaba lo más difícil que era encontrar los pasadizos secretos; esos eran los que le interesaban. Sabía que el espejo era lo bastante poderoso como para no estar a la vista.

 

—Yo estuve recluida en París y sabes lo ardientes que son los franceses —señaló, mientras se echaba viento con una mano para dramatizar—. Seguro por eso ya no me veo tan virginal. —Le guiñó un ojo y agregó—. ¿Qué hay de ti? Te ves linda. Para ser específica, te ves enamorada. ¿Me equivoco?

Editado por Caroline Ryddleturn

Ivashkov
YqkyUSo.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Desde los últimos cambios en el ministerio las horas habían pasado demasiado rápido para los primos Ivashkov. Ambos habían sido nombrados Warlocks, hasta ahora el nivel social más alto que un mago o bruja podrían tener, después del Ministro y la Viceministra, por supuesto. En consecuencia, las ocupaciones del par aumentarion significativamente. Ya no sólo colaboraban en casi todo lo que sucedía en el bando, sino que también debían estar involucrados en asuntos del Ministerio, temas realmente importantes para la comunidad mágica londinense.

 

El cambio les alegró la vida. Fue ese golpe de energía que ambos necesitaban para motivarse con sus vidas, pues aunque Leah ya estuviera feliz con su esposa, al igual que a Zack, había algo que no terminaba de cerrarles. Necesitaban un cambio y lo obtuvieron. Sin embargo, después de tantas horas de emoción desenvolviéndose en su nuevo ambiente de trabajo, se vieron en la necesidad de tomar un descanso. Había demasiada información que procesar y antes de un colapso les vendría bien unos minutos libres.

 

El vampiro se internó en su habitación y no salió de la misma sino hasta unas tres horas más tarde cuando escuchó a Leah hablar con alguien más en el recibidor del castillo. El otro tono de voz también le resultaba familiar, pero una parte de él no podía creer que realmente correspondiera a la persona que él pensaba. Con ánimos de descubrir quién era la visitante, cubrió su semidesnudéz con unos jeans y abandonó la habitación.

 

Dado que seguía con el torso descubierto, desde el tope de las escaleras se asomó cual espía. No pretendía ser grosero al salir así delante de una desconocida. Podría ser alguien importante con quien tuvieran que relacionarse ahora con sus nuevos cargos. Pero no. Lo que vio le sorprendió aún más. Leah abrazándose con Elaena. No. Con Caroline. Ella jamás le daría un abrazo a Elaena. El rostro del castaño se iluminó de tal forma que sus orbes expedían brillo. Estuvo esperando el regreso de Caroline desde el día en que supieron que tardaría en volver al pueblo.

 

Descendió por las escaleras escuchando la conversación de ambas brujas, tratando de ocultar la sonrisa de felicidad que le provocaba esa simple presencia. O no, no era simple. No se trataba de cualquier persona. Ahora entendía el motivo de su alegría. Si bien el hombre se asemejaba, en muchas ocasiones, al iceberg más grande del polo norte, su frialdad se quebrantaba cuando se trataba de personas que habían dejado huella en él.

 

-Huele a bourbon... Mezclado con polvo. No sé quién debería morir primero, los elfos de servicio o quien lo haya dejado caer- inquirió proyectando su tono de voz a lo largo de la inmensa habitación. Captó la atención de ambas féminas de inmediato. Hubo unos segundos de silencio durante los cuales elevó ambas cejas esperando que alguna de las dos respondiera a su comentario. La escena de patriarca enfurecido le había quedado perfecta. Pero no por mucho tiempo. Estalló en carcajadas mientras terminaba por acortar la distancia que los separaba, hasta llegar a Caroline.

 

- No lo vuelvas a hacer, por favor - Dijo con un tono de voz lo suficientemente emotivo como para dar a entender que le concedía el perdón que aún no había pedido. Por haber desaparecido, por abandonarlos, por dejarlos solos cuando necesitaban compartir con ella sus más grandes logros. Por todo. La tomó por su espalda baja y la acercó a su cuerpo transmitiendo todo su cariño a través de un casi cálido abrazo. Casi por ser ambos vampiros. De haber sido ella humana, la hubiera helado al rodearla de la piel desnuda en sus brazos y pecho.

 

- Apuesto a que tienes muchas cosas que contarnos. Aún más por perder tu -nunca existente- facha virginal - Dijo mirando a Leah con un extraño gesto, marcando lo desubicado de su comentario, pues Caroline nunca lució como una santa. Ninguno de los tres. Y la esposa de la actual líder de la Marca Tenebrosa no era la más calificada para juzgar virginidades concebidas por tiempo "fuera de servicio" o pureza natural.

5CBNzmy.jpg

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

—Siempre he sido linda —concedió, moviendo la melena—. Pero no, no te equivocas.

 

La mera mención del enamoramiento le sacó otra sonrisa, una sonrisa distinta a la que solía mostrar. Casi tonta, algo que era difícil de lograr en el rostro de un súcubo como Leah. Sin embargo, la expresión se perdió casi por completo cuando su primo se adentró a la sala semi-desnudo, dejando en claro por qué los Ivashkov no podían ser inocentes. Mientras sucedía toda la movida emotiva, la rubia había tomado el vaso de vodka y lo había llevado a sus labios, con los ojos fijos en la espalda de Zack. Era su primo y ella estaba locamente enamorada, pero nunca podría negarle la atención que era debida a semejante anatomía.

 

—No me mires así, tengo suficiente moral como para decirle que la conocí virgen.

 

Porque no tenía moral para nada más. No por nada todos sus hijos eran de Zack, incluso algunos sin su consentimiento.

 

—¿Sabes, Caroline? Si sigues apretando así su espalda baja estoy segura de que no necesitarás una habitación propia sino la suya. Y créeme, resulta bastante tentador —se encogió de hombros—. Pero como aprecio mi cabeza y el sur de mi cuerpo, procuraré no acercarme ahí, Tauro se pone agresiva de vez en cuando.

 

Ahí estaba la respuesta a Caroline aunque no lo había dicho con esa intención, sin embargo, tampoco debía ocultarlo. El anillo de boda estaba en su dedo corazón y con ese mismo, solo para que su mejor amiga lo viera, acarició un músculo en el brazo de Zack que se marcaba casi sin querer. Casi. Había algo en la sangre de los Ivashkov, razón por la que los tres en ese momento podrían haber protagonizado un comercial de perfume muggle sin problemas. Ella, Zack y Elaena se parecían muchísimo físicamente, en cuanto a facciones, en cuanto al atractivo, porque eran inmortales y porque sus razas tenían la intención de llamar la atención. Y siendo Caroline la Doppelgänger de Elaena, era evidente que los tres parecían hermanos incestuosos.

 

Ella sobre todo.

 

Se retiró por la paz, antes de hacer una tontería que la llevara a sufrir la ira de su esposa. Nunca hizo, ni haría, nada para tener una conversación de esa índole. Pero bien era sabido que para los demonios era difícil combatir esos impulsos que iban tan ligados a su propia naturaleza. Y para ella especialmente, tomando en cuenta que era lo que aparecía en el diario de su madre como un Damphir, el resultado de la mezcla de sangre vampírica, una mestiza que había resultado en un demonio. Caroline y Zack le resultaban más atractivos de lo que deberían y como a alguno de ellos se le ocurriera moderla, se acabaría el juego en un segundo. Porque moriría antes de saber lo que estaba haciendo.

 

—En fin, Caroline, ¿qué nos cuentas de tu vida? —tomó asiento a una distancia prudente de la pareja ardiente, aunque ella misma expedía un calor especial que seguramente le regalaría un coscorrón de parte de Tauro si aparecía por ahí—. Nos encanta que hayas vuelto, el problema es que te fuiste y no pretendías volver.

"%20alt=YwwEbg4.gif


"%20alt=


"%20alt=hQEsmVo.gif3lqIQgZ.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Guest
Esta discusión está cerrada a nuevas respuestas.
 Compartir

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.