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Castillo Ivashkov (MM B: 106154)


Leah Snegovik
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Temprano esa mañana acordó salir en la visita ministerial junto con sus empleadas a activar el hechizo anti aparición de cierta familia dentro de Ottery, tenía entendido que la entrada a los terrenos de su castillo no era fácil mas no sabía que en esa ocasión sería prácticamente imposible. Después de tomar los papeles necesarios sobre el servicio se puso de acuerdo con Arya y con Andrómeda para ir de inmediato, salieron del Ministerio de Magia y se adentraron en la zona de Ottery buscando la dirección impresa en sus formularios los cuales ya se encontraban debidamente aprobados.

-Arya, como es la entrada al Castillo Ivashkov?-Preguntó a su empleada mientras juntos caminaban por las calles y espero su respuesta puesto que aquella había sido una de las asignaciones de su trabajo.

-Andrómeda, nombra a los tres patriarcas de la familia por favor...-Aquellas preguntas de rutina servirían para que el castaño se enterara sobre cuanto ponían atención en su trabajo las jóvenes y así poderlas ayudar en las áreas que no fueran sus fuertes.

Cuando se encontraron delante de aquella verja que custodiaba una cabaña de lo mas sencilla, Ethan por su parte detuvo a las jóvenes antes de que ellas tocaran dicho artefacto que a su vez servía de traslador a los terrenos en Transilvania. Al ser transportados a Rumania de inmediato el clima se hizo notar siendo este muy diferente al de Londres aparte el bosque y la vegetación en total le daba mucha mas humedad al ambiente. Después de caminar por los senderos de piedra hasta la entrada principal del castillo se dispuso a contemplar el trabajo de los artesanos que habían construido aquella puerta que acto seguido traspasaron para seguir así con su camino.

Encontrándose ya delante de la puerta de hierro fue cuando se hicieron notar y aguardaron a que alguno de los elfos, fieles sirvientes de las familias mágicas, abriera.

-Buenos días, somos del Departamento de Transportes y Deportes Mágicos dentro del Ministerio de Magia. Quisiera hablar con alguno de los patriarcas por favor, mi nombre es Ethan Lenteric y soy jefe de oficina de dicho departamento.-Se presentó ante el sirviente enseñando su identificación debidamente y aguardo a que este alertara a sus amos sobre su presencia.

@@Caroline Ryddleturn @ @@Zack Ivashkov @@wonderfairytale @ Editado por Ethan Lenteric

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El Squib se quedó mirando al hombre por un momento, analizando si era prudente o no dejarlo entrar, apartándose finalmente con una inclinación tan mínima que en realidad dio la impresión de que tenía un tic involuntario. No había elfos en el castillo Ivashkov a excepción de los elfos personales de los familiares y estos jamás aparecían a la vista, por cosa de la etiqueta mágica. Sin embargo, cada tanto se podía ver a un empleado ir y venir desde las cocinas, o aseando alguna parte que no estaba lo bastante brillante ya. Todos con el mismo uniforme blanco con detalles rojos, los colores de la familia.

 

Dejó a los empleados del Ministerio de Magia en una amplia sala de reuniones, llena de muebles cómodos, estanterías repletas de libros y un par de escritorios. La ventana estaba abierta, así que la luz se adentraba sin ningún impedimento a la habitación, aunque la costosa araña que colgaba del techo sin moverse un centímetro estaba encendida para llegar al máximo de iluminación. Llenó unas tazas de café antes de retirarse, las cuales colocó frente a los presentes y después se retiró a paso veloz, esperando encontrar a su ama en alguna de las habitaciones cercanas. Pero la encontró en la torre este, muy lejos de ahí, en medio de libros y calderos.

 

 

Con un edificio tan grande como aquél, la tardanza del hombre podía entenderse por completo, pero ese no era un detalle que a la rubia le importara demasiado. Tomó un poco de tiempo más en terminar la poción que estaba cociendo y finalmente, desapareció hasta posarse delante de los invitados. Apareció en completo silencio, ajena a lo que solía pasar cada vez que un mago realizaba dicha acción. Era una mujer alta y de mirada inteligente, así que al observarlos lo hizo con ojo crítico, pero parecía estar de buen humor.

 

—Buenos días, yo soy Leah Ivashkov. ¿En qué puedo ayudarlos?

 

Con toda la tranquilidad posible, caminó hasta posarse en el sillón que estaba frente a los empleados del Ministerio, haciendo ondear su túnica turquesa al ritmo de sus pasos. Tan solo llegó a sentarse cuando el mismo hombre que había ido por ella entraba, muy colorado, a servirle una taza de café humeante. Por la forma en que respiraba, era evidente que él había tenido que correr hasta alcanzarla y la mujer no disimuló la sonrisita divertida que le provocaba el cansancio del joven. Recibió el café y con un gesto le indicó que podía retirarse.

 

—No los esperábamos. Yo no, al menos. ¿Sucede algo? —quizás su primo, Zack, hubiera contratado los nuevos hechizos y ella no estuviera enterada.

 

@@Ethan Lenteric

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Le gustaba su trabajo, era algo que le ayudaba a olvidar todo lo que iba dejando atrás. Aunque a veces no lo conseguía, mantener la mente ocupada le ayudaba bastante. Hace unos minutos el jefe de la oficina en la que trabajaba les convocado para ir a realizar una visita ministerial. Guardando su varita en el bolsillo interno de su chaqueta negra salieron del Ministerio de Magia hacia Ottery.

 

-Bien, la entrada en aquella cabaña que parece abandonada, aunque en realidad es un traslador, lo que tenemos que hacer en tocar la verja metálica que la custodia y esta nos llevará hacia el castillo –Respondió Arya, agradecía haber leído la información antes de salir.

 

En cuanto Ethan tocó el frío metal el aire cambió, jamás se acostumbraría a ese medio de transporte. Recordaba que antes de tener su licencia era la forma más rápida de viajar pero la odiaba. Aquella sensación que le dejaba en su cuerpo después de usar un traslador le resultaba molesta, aunque con el paso del tiempo había aprendido a que las cosa son siempre eran como uno deseaba.

 

Suspiró al ver el paisaje que tenía enfrente, al final de un camino de piedra, un enorme castillo se alzaba ante sus ojos. Los jardines eran realmente algo digno de ver, tal vez al volver se ocuparía un poco más por lo que ella tenía en casa. Escuchó con atención lo que decía su jefe, ahora se tendrían que esperar.

 

@@Ethan Lenteric

Y yo la olvidaré, pero ella perdonará mi olvido, así que yo la perdono por olvidarme a mí



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Agares

 

Si, aquello parecía una locura inventada por algún mocoso menor de quince años, llevaba ya dos meses fuera de la vida de malŭk khertsoginya na tŭmninata**, sabía dónde se encontraba pero tenía pavor de enfrentarla, si, había que admitir la maraña de emociones que se encontraban dentro de su oscura alma desde aquella noche en Venecia dónde un demonio enviado por la madre de Maida arruinó sus planes de escape. ¿A quién habría escogido la Maluk? ¿A él que era un traidor a la estirpe de su abuelo? ¿O a su familia? Aquella duda carcomía la poca cordura que aún poseía el demonio.

 

Se prometió a sí mismo no dañarla al ponerla a escoger entre esas dos opciones, pero a nadie engañaba, se había mantenido oculto, acechando sus pasos, siguiéndola, cuidándola como había hecho desde que le fue etregada a su cuidado cuando apenas era una niñata de tres años que corría libre por los prados de Bulgaria. Y se había sentido suyo desde entonces, ¡Vaya castigo! Venir a enarmorarse de la peor demonio engendrada en el infierno, en una que no temblaría en dejarlo una noche, como si fuera un estropajo cualquiera. No, a ella no le importarían sus dominios sobre demonios, no le importaría nada, y le dejaría.

 

Por eso Maluk, jamás debía liberar la reencarnación que llevaba corriendo entre sus venas. Nunca.

 

Y ahí estaba, dispuesto a perder la cabeza por una chiquilla que seguramente le odiaba, decidido a confrontar a Lyra, su madre, con tal de tener un par de migajas de noticias de ella. Noticias más cercanas, quizá una alusión a su nombre, talvez una esperanza. Aunque ella le asesinara.

 

Quizá incluso verla de lejos. Una última vez antes de caer bajo el rigor con el que seguramente sería recibido.

 

Tomó la forma de un joven británico, uno de cabellos rubios, sin poder ocultar los ojos verdes que siempre había portado con ellas. Vestido como un mago cualquiera, se acercó a las puertas de aquel castillo, no quiso aparecerse, eso alertaría a Lyra, y había que ser cautelosos, a lo mejor así tendría la oportunidad de decir más de dos palabras sin ser asesinado.

 

Una criatura insignifcante salió a su encuentro y tuvo que guardar el deseo de sangre para poder preguntarle.

 

— ¿La señora Lyra Katara, se encuentra en casa? —sus ojos apenas rozaron la figura deforme del elfo doméstico— Necesito hablar con ella a sola. Dígale que Agares ha venido a visitarla.

 

Claro, en esa tirada de suerte, él llevaba las peores cartas, pero al final del día no era un demonio cualquiera, y si tenía que morir a manos de la hija de Lucifer, lo haría desplegando sus mejores artes. Su mejor porte.

 

Aunque en el fondo, sólo deseara ver esos ojos azules una vez más.

 

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No sabía lo que hacía, lo movía la fuerza de algún extraño enamoramiento repentino que intensificaba todas los sentimientos que sentía actualmente por Zack.

 

Atravesó cada barrera del castillo Ivashkov hasta abrirse paso por el jardín y pasarlo completamente, decidido y empinado. Tenía un solo objetivo en mente y estaba dispuesto a cumplirlo, así que abrió la puerta sin esperar a que nadie lo hiciera por él y subió las escaleras, ignorando completamente la presencia de su tía más abajo. Con los pasos aún pesados revolvió el pasillo, puerta por puerta esperando encontrar a Zack. No recordaba muy bien la ubicación de su habitación, por muchas noches de placer que hayan vivido los dos juntos.

 

—Bebé, necesito que salgas de tu escondite —espetó elevando la voz, mientras abría todas las puertas que se cruzaba ignorando la presencia interior de las mismas—. Es algo importante que no empieza con 's' ni termina en 'exo', lo prometo.

 

Un par de habitaciones más al norte, encontró al Ángel Caído durmiendo plácidamente una siesta. Se le abalanzó encima, despertándolo con saltos arriba de su espalda y luego volvió a arrodillarse en el suave colchón que era tan suave que Liam entendía cómo Zack no había escuchado ninguno de los gritos del contrario. Esperó a que se despabilara un poco y lo miró a los ojos, acariciando su mejilla levemente, aunque en realidad eso lo hacía para quitarle la mayor de las legañas que traía.

 

—Zack Ivashkov Haughton, ¿aceptarías casarte conmigo?

 

¡Boom!

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You can't make people love you, but you can make them fear you.


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Llevaba una túnica de un naranja llamativo, muy raro en ella, comparado con sus conjuntos de ropa en puros colores oscuros. Se ceñía en su cintura y las mangas eran ajustadas también, dentro de una de ellas escondía su varita como de costumbre. Sobre sus hombros colgaba una capa de tonos plateados, que lanzaban destellos a cada paso que daba la pelirroja, acercándose a la reja del mismo tono que cercaba una vieja cabaña a punto de derrumbarse. Lyra le había indicado el proceso que debía seguir para poder ingresar en los terrenos del Castillo Ivashkov así que sin dudar ni un segundo se acercó hasta la verja y levantando ambas manos con seguridad, se aferró a los barrotes con fuerza mientras una fuerza mágica la arrancó de golpe del suelo, arrastrándola por un torbellino de colores y destellos que la devolvió de golpe frente a la puerta enorme de hierro.

Los ojos azules e inquisidores de Bridget lo escudriñaron todo en cuestión de segundos. Aquél era un lugar completamente desconocido para ella y una incómoda ansiedad comenzó a crecer en su interior. Ya ahí, frente a lo que serían cambios drásticos en su vida, frente a la decisión de recuperar su vida en el mundo mágico se sintió insegura y tuvo que aferrarse al muro junto a la puerta. Lo cierto era que no estaba segura si en esa propiedad habitaba alguien a quien ella conociera, y una vocecita en su interior imploró que no fuera así, porque si había algo con lo que no quería enfrentarse todavía, era su pasado.

Aquí vamos —se oyó decir, mientras daba un paso al frente para empujar el enorme portón de hiero. Lyra también le había dicho que podría entrar sin problemas, si eso quería, y si no podía llamar al timbre y esperar que un elfo la atendiera, sin embargo, en ese momento y en esas condiciones no estaba para formalismos.

Entró en el rellano y dando dos pasos al frente esperó que el portón se cerrara detrás de ella. Movió los dedos de ambas manos con nerviosismo y se rodeó el cuerpo con los brazos. Se sentía desprotegida, distinta, desconocida para todo ese mundo que nuevamente se desplegaba frente a ella. Sus cabellos cortos caían despeinados alrededor de su rostro, enmarcándolo con esos tenues reflejos rojizos. Frunció el ceño y avanzó algo insegura. Escuchaba voces en los pisos de arriba, y el susurrar de los elfos domésticos en las habitaciones de servicio que seguramente estaban cerca de ahí. ¿Dónde estaba Pipoca? Ella era la única criatura que podía proveerle información en ese momento para darle más confianza sobre lo que podía hacer al minuto siguiente. Giró sobre sus talones y elevó la mirada para admirar cada detalle del interior del Castillo, esperando que cayera un cuerpo sin vida del techo o que alguna criatura extraña la sorprendiera por detrás, cualquier cosa que pudiera arrancarla de sus pensamientos tóxicos sobre el pasado.

SemperFidelis

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Habían pasado escasos minutos desde que había tomado asiento y ninguno de los dos funcionarios del Ministerio de Magia parecía poder reaccionar a sus palabras, como si las hubiera dicho en un idioma desconocido. Así que no fue ninguna sorpresa que su semblante dejara de parecer tranquilo, siendo reemplazado por una coraza de impaciencia que pronto explotó en algo más que en simples expresiones. Se puso en pie, no sin soltar un largo suspiro de exasperación y los miró, uno a otro, con ganas de matarlos en distintos niveles.

 

—Cuando recuperen el habla, pueden mandarme a llamar otra vez, aunque espero que no me hagan perder mi tiempo de nuevo.

 

Sus pasos acortaron la distancia con el recibidor que conectaba con el resto del castillo y aún no había logrado soltar la primera blasfemia cuando notó la presencia de alguien más, una mujer que miraba el castillo con cierto interés. No había escuchado la puerta y las alarmas no habían sonado, alertando de la presencia de enemigos, así que debía tratarse de algún familiar. Pero no la reconocía.

 

—Hola —saludó con un tono de voz mucho más amable en comparación al que había usado con los trabajadores ministeriales.

 

Había llegado en completo silencio y no le extrañó que la bruja diera un saltito de sorpresa involuntario al escucharla. Sin embargo, cuando ambas se enfrentaron fue ella quien ahogó un gritito de sorpresa. Su mente dio un vuelco al pasado y cientos de imágenes ocuparon sus pensamientos de la época donde ella no era más que un nuevo ejemplar de la Marca Tenebrosa, un peón en entrenamiento, y ella había estado presente.

 

Su mente también tuvo un vuelco bastante relevante que llevó inmediatamente a su primo, Zack, como si le hubieran metido el rostro del hombre entre ceja y ceja. Sabía que el vampiro estaba arriba y sabía que ella, ni nadie en el castillo en realidad, tenía más posibilidades de ser el causante de una visita inesperada, tan grata como aquella. Pero todo pasó en un segundo y de pronto, la mujer pareció volver a la realidad de golpe, diciendo lo único que se le vino a la cabeza.

 

—¡Bridget!

 

Le dedicó una amplia sonrisa a la pelirroja y después de un momento de cierto titubeo, fue hasta ella para darle un abrazo.

 

—Ha pasado tanto tiempo que tuve la impresión de que eras un fantasma —obvio el comentario de que Wenlock estaba un poco más pálida de lo que era considerado normal y prosiguió—, ¿llegaste hace mucho? Ven, déjame que te invite un trago.

 

@@Bridget Wenlock

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Su mirada había estado posada sobre un viejo jarrón que descansaba en una de las esquinas del rellano a manera de adorno, cuando una figura que había avanzado hasta ella se manifestó con un saludo que la sobresaltó. Bridget se giró de golpe, tratando de parecer inofensiva pero con la ceño fruncido por el susto.

Hola respondió con un hilo de voz, y luego dio un paso atrás al reconocer el rostro.

Solo unos minutos atrás había estado rogando por Merlín no encontrarse con nadie que pudiera dar rienda suelta a sus recuerdos, y allí estaba frente a ella, una de las brujas con las que había compartido tanto en el bando mortífago. Era evidente que también había sido reconocida, porque en cuestión de segundos la mujer en frente de ella la llamó por su nombre y después de dudar un par de segundos más, se adelantó y la hundió en un abrazo extrañamente caluroso.

Leah correspondió al saludo y pronto al abrazo también, estrechando la cintura de la bruja. Al final era tranquilizador ver un rostro familiar. Sonrió de lado ante el comentario de Leah y luego respondió. Acababa de llegar de hecho, siento irrumpir de esta manera.

Asintió ante la invitación de la mujer y la siguió de cerca, estirando la mano para tomarse del brazo de la bruja. Agachó la mirada y unas punzadas le entumecieron el costado izquierdo por encima de las costillas. Si Leah estaba allí, ¿con quién más tendría la fortuna o la desdicha de cruzarse?

¿Estabas con visitas? preguntó, elevando la voz quizás un poco más de lo debido.

@

Editado por Bridget Wenlock

SemperFidelis

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Estaba en mi cuarto, descansando como siempre del día ajetreado en el Mall. Apenas había podido ir a darme una vuelta a los negocios, ambos tranquilos, por lo cual esperaba seguir asi lo que quedaba de ese día en el castillo.

 

-Madam, la busca un joven, Agares. Dijo que deseaba hablar con usted a solas.- Informo mi elfina Winky apareciendo en mi cuarto.

 

Agares, ¿qué demonios hacia ahi? ¿Estaba buscando la muerte? Afortunadamente para él, no tenía ganas de pelear, pero tampoco de hablar. Suspire. Llevaba como siempre todos los amuletos y anillos que había ganado hasta el momento, los anillos colgados en las cadenas de amuletos como si fueran dijes.

 

Llevaba mi varita más por costumbre, que para usarla. Mire con enfado a Winky, pero la elfina no tenía la culpa.

 

-No lo dejaste entrar, ¿verdad?- Miré a la elfina al hacerle esta pregunta, quien contesto negativamente.

 

Me tarde en llegar a la escalera, no tenía prisa, más que para sacarlo de ahi.

 

-Sabes bien que no entrarás a esta casa.- Comenté, mientras salia del castillo para ir por los jardines.-¿Qué es lo que buscas Agares? Sabes bien que no hablo con los traidores de mi padre. Por culpa de una perdí a mi familia anterior y no dejaré que vengas a molestar.

 

Tome un poco de aire, mientras miraba los anillos de las habilidades obtenidas en mi mano derecha, prestando atención al de la videncia. ¿Cómo no lo había visto venir?

 

-Por una vez en tu vida se sensato y te vayas sin problemas. De todas formas tendré que avisar a mi padre de tu atrevimiento.- Dije, señalando a lo lejos la reja principal para que saliera de los terrenos.

 

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Agares

 

Lyra salió pronto y no me dejó estar en el vestíbulo un segundo más de lo necesario. Eso, claro, era previsible. Llevaba casi más de tres décadas sin ver a la hija del demonio que intentó derrocar, no es que le tuviera miedo, es que ella solía ser muy escurridiza, incluso cuando me confiaron el cuidado de su hija no se dignó en aparecerse para amenazarme o algo. A ella no le hacía falta, sabría cada uno de sus movimientos con sólo mirar a través de sus artilugios mágicos.

 

Inhaló hondamente mientras era botado hacia los jardines y camina con toda la digniddad de la que me creía capaz. Era cierto, era un traidor a los ojos de muchos, sobretodo de los que dedicaban su eternidad a larmerle la bota al abuelo de Maida y a toda su estirpe. Yo no. Aún cuando había aceptado mi crimen y castigo, jamás dobalría la rodilla ante uno de ellos, ¡Que soy un legionario del infierno! Había que calmarme si pretendía conseguir algo de la bruja demonio que tenía al frente, un sólo movimiento en falso y mis sueños prohibidos de ver nuevamente a Maluk se harían añicos.

 

— No necesitas recordarme mi sentencia, Lyra, me la conozco de memoria —le dije sin ninguna parsimonia—. Y lo que he venido a hacer no corresponde a ningún "Atrevimiento" como le llamas, Maida sigue estando bajo mi cuidado y supervisióm —dije como si todo aquello formara parte de un trámite ministerial—, tu padre aún no me ha liberado de mis obligaciones como guardián.

 

>>Y fue un demonio enviado por ti, el que nos separó<<, pensé sin estar seguro si ella lo lograría captar o no.

 

De cierta manera aquella carta era la única que podía jugar si quería obtener noticias de mi pequeña demonio, y era una verídica, yo aún no había terminado de entrenarla y lo que era aún peor para mis deseos, aún no lograba contolarla por completo, en cualquier momento podría liberar y entonces sí, todo estaría perdido entre ellos. ¿Era eso lo que buscaba Lyra?

 

¿Y que quería Maluk? ¿Estaría en casa?

 

No iba a durar mucho tiempo intentando ser razonable con Lyra si lo único que quería era saber de ella.

 

— Voy a tirar una moneda al pozo de deseos Lyra, —comencé mostrando lo capaz que estaba de perder mi rango y mi orgullo por su hija—, ¿es posible que luego de intentar matarme, me permitas verla? ¿Quiere hablar conmigo? ¿Le has dicho algo?

 

 

@@Lyra Katara Selwyn

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