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Ottery Fitness (MM B: 111388)


Valeskya Granger
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Había tenido una rutina un poco “dañina” después de su regreso, noches de alcohol y madrugadas sin dormir, lo había tenido un poco alejado de sus amigos y familiares, o eso se percató cuando se dio cuenta que el sentimiento de soledad que había olvidado regreso nuevamente, aquello le pareció incomodo y hasta desagradable, quizás antes no le hubiera prestado atención, pero ahora tuvo la necesidad de sacar los problemas de su mente.

 

Como siempre gracias a su vaga personalidad se había encontrado con un local muy diferente a lo que estaba acostumbrado a visitar “Ottery Fitness” un club bastante interesante, que visitó por curiosidad y quedó encantado, estaría gustoso de ejercitarse en un lugar como ese, cambiar y romper con su rutina sería lo mejor para regresar a conectar con algunas personas y decidió comenzar invitando a su hermosa Madrina la cual no había visto desde su matrimonio con el pequeño Noah.

 

Ahora se encontraba esperándola con un conjunto negro deportivo y una mochila roja. El día anterior se había contactado con ella a través de su pequeña lechuza, Alexander estaba feliz ya que tenía tiempo sin verla, además que sabía que ese sería el comienzo para poco a poco irse encontrando con sus conocidos.

 

-Espero le guste el sitio– susurró pensativo, esperaba no haber elegido un mal lugar, por lo menos tenía una fachada encantadora o eso pensaba él… - claro como tengo tan buen gusto… - susurró sarcástico para respirar con tranquilidad.

 

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Dejó la copa de champagne en el borde del jacuzzi y lo que hizo fue sumergirse por completo en el agua. Dejar de respirar no sería ningún problema para la bruja, solo se quedó bajo el agua y sus oídos podían percibir el sonido del agua burbujeante; cerró los párpados y los recuerdos poco a poco comenzaban a llegar a ella, como las olas cuando golpean en las rocas. Recordó sus épocas en la antigua Academia: como alumna, sobre sus amigos, sus profesores, su graduación y su ingreso a la Orden del Fénix.


Sin duda esa era la decisión que había marcado gran parte de su vida: ingresar a las filas fenixianas le había traído experiencias buenas y malas. Sin embargo, al final había podido más lo malo y había decidido irse; había tomado la decisión de no volver, por su bienestar mental y hasta su regreso, había podido cumplir su promesa. La bruja sabía con quien acudir si cambiaba de opinión, pero dudaba que pasara. Perdió la noción del tiempo, sus pensamientos continuaban yendo y viniendo, cuando de repente sintió que alguien la observaba y abrió los ojos, viendo sobre el agua, el rostro de su elfina parecía desesperado por intentar llamar su atención.


- ¡Por Merlín! ¡Breena, casi me matas de un susto! – Exclamó inmediatamente después de haber salido del agua, totalmente sobresaltada. Después pensó en lo gracioso que sonaba eso de “morir” y sonrió. - ¿Qué sucede? –


- H-h-hay alguien en recepción, señorita – Dijo la elfina, al tiempo que le pasaba las toallas a la ojivioleta y comenzaba a recoger todo inmediatamente de forma presurosa. - Breena pensó que sería mejor que algún amo Granger recibiera a esa persona.-


- Hmm… Bueno, tienes razón. – Susurró Valeskya de forma desganada. Estaba disfrutando de lo lindo ese rato de relajación, pero sin duda había prioridades. - Guarda todo eso, por favor –


Hizo un ademán a su elfina, aunque solo había sido por puro compromiso, ya que Breena se encontraba saliendo de esa área de forma presurosa. La joven secó su cabello rápidamente a medida que avanzaba; ”¿tendrá mucho tiempo esperando?”, pensó preocupada. Materializó su varita, al tiempo que la apuntaba sobre ella, devolviendo su atuendo deportivo: top y pantalón negro, solo que con su cabello totalmente suelto. Comenzó a correr hasta llegar a la recepción y pudo notar se trataba de un mago.


- Hoolaaa, bienvenido a Ottery Fitness – Llegó casi patinando, hasta situarse frente a él. Se acomodó su cabello y sonrió. - Mi nombre es Valeskya ¿En qué puedo ayudarte? –

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Era una persona exigente cuando entraba a un negocio del Callejón Diagon. Era de la idea de que el cliente siempre tenía la razón, en especial cuando era el joven mago el cliente. Era tan estricto y tan pesado que a veces buscaba fallos por todos lados y no paraba hasta encontrar alguno. Sin embargo, en aquel momento en el que veía cómo la persona que tenía que ir atenderle llegaba corriendo a él, se mostró bastante satisfecho. Esa era la clase de cosas que le gustaban, que se apresuraran. Aunque quizá lo ideal es que hubiera una persona permanentemente en recepción.

 

Buena pregunta, Valeskya

 

Había entrado en el negocio después de que oyera la voz con lo que parecía ser un anuncio publicitario y no estaba seguro de para qué, simplemente por curiosidad. No tenía ningún plan en mente, le gustaba improvisar. Se pasó por la recepción levemente para acercarse a aquellas plantas que estaban decorando la entrada y en las que antes no se había fijado. Al tener conocimientos sobre Herbología conocía casi todas las clases de plantas que existían, le gustaba todo lo relacionado con la herbología y no lo podía ocultar. Volvió a mirar para la mujer.

 

¿Qué es este lugar?

 

Quiso saber con exactitud. Quería que la empleada, la dueña o lo que fuese esa mujer le explicase exactamente dónde estaba y a qué se dedicaban en aquel lugar. El nombre le sugería deporte, pero no estaba del todo seguro y necesitaba que se lo confirmase. No le importaría hacer durante un rato algo de ejercicio para ponerse completamente en forma, aunque era obvio que no llevaba el vestuario adecuado para ello. Una túnica como la que llevaba no era lo que se dice propiamente cómoda ni ideal para hacer ejercicio.

 

Me gustaría que me lo explicases bien y me hicieses un tour por el lugar, así veo todo lo que hay por aquí y decido si merece la pena quedarme o mejor me busco otro negocio en el que pasar el día... —pidió poco después de hacer la pregunta esperando que no tuviera ningún inconveniente.

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La bruja arqueó una ceja al escuchar la forma en la que el mago que acababa de llegar se expresaba. Se le notaba arrogante, o quizás solo era la actitud de un cliente exigente, aunque a ella no le agradara del todo. Un socio era un socio, y para no hacer quedar mal a su familia, tendría que portarse bien y evitar contestarle de la misma forma, aunque ganas no le faltaban; más cuando preguntó qué tipo de lugar era, se abstuvo de evitar poner los ojos en blanco. ”¿Qué no ve? ¡Es obvio”, pensó la joven, intentando mantener su buen humor.


Tampoco pudo dejar de notar el leve interés que parecía mostrar por las plantas que estaban en la recepción, aunque no pudo dejar de pensar en que quizás solo era una actitud de revisar que el lugar en el que el mago tenía planes de quedarse estuviera en completo orden. Decidió no hacer ningún comentario al respecto y esperaba que más adelante, el joven de cabello castaño se relajara un poco [?] y pudiera preguntar con más libertad. La mente de la ojivioleta comenzó a trabajar a toda velocidad, buscando una respuesta adecuada y educada:


- Este lugar, como claramente dice en la entrada - Hablaba con calma. - Se llama Ottery Fitness, está a cargo de la familia Granger – Se señaló a sí misma. - Y está hecho especialmente para magos y brujas que gustan de hacer ejercicio, ya sea por gusto o por una cuestión de salud.- Ahora que lo pensaba mejor, la Granger nunca había escuchado hablar de alguien cercano que estuviera enfermo. Con un ademán, indicó al joven ojiazul que la siguiera.


- Sígame por aquí por favor, señor…- No sabía su nombre, así que el final de la frase se había quedado en el aire. - Este negocio se ha abierto hace relativamente poco tiempo, y estamos tratando de cumplir con las expectativas de todos nuestros socios. Si observa del lado derecho, tenemos el área de restaurante, donde puede encontrar cualquier cosa saludable y a las exigencias de su dieta, sin importar cual sea: sangre, carne casi cruda, vísceras… lo que sea – [?]


- De aquel lado, se encuentra el área de la piscina, techada y con una hermosa vista. Se adapta a cualquier necesidad: ya sea de clima, música, privacidad, entre otros… - Comenzó a caminar hacia esa área, pero recordó que sus primas estarían allí con otros socios. - ¿Le parece que veamos la piscina después? – Preguntó la pelinegra sin esperar respuesta y dirigiéndose al área de sauna. Tenía cierto temor de encontrar algo que pudiera impactar al mortífago, con sus primas nunca se sabía lo que podía ocurrir [?].


- Allá se encuentra el área de aparatos para hacer ejercicio y contamos con distintas disciplinas muggles, como las artes marciales… creo que le interesará esa parte. – Notó que era una persona que gustaba cuidarse mucho, incluso hasta lo vio al punto del egocentrismo. - No se preocupe si posee una fuerza excesiva o sobrenatural, nuestro equipo de ejercicio soporta eso y mucho más – Intentó sonreír con amabilidad.


- Y … mi parte favorita, es el área de sauna y spa, pues un rato de relajación después de un intenso ejercicio, no le hace mal a nadie ¿no cree? – Se quedó pensativa un momento y decidió preguntar antes de continuar. - Creo que es demasiada información hasta ahora y antes de seguir explicando más, me gustaría saber si tiene alguna duda. –


Dicho eso, puso las manos en la cintura, estaba un poco impaciente, pero esperaba que el negocio atrajera a un nuevo socio. Así ella podría regresar al área de spa y terminar de relajarse como era debido.

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Fiamma se encontraba en la parte trasera de lugar, quien sabe cómo, pero nunca estaba donde courrían las cosas. De repente creyó escuchar una voz que llamaba en el local. En su prisa por llegar pronto, no se dio cuenta que había una cubeta con agua en su camino y tropezó con ella cayendo de bruces al suelo. En lo que se recuperaba, escuchó la voz de Valeskya hablando con alguien mas, una voz que no reconoció.


-Bueno, al menos alguien atiende mientras yo me recupero de esta- se dijo al tiempo que miraba cómo salía un poco de sangre de su rodilla izquierda.


Se incorporó y se dirigió hacia una silla para ponerse mas cómoda. Tomó su varita de entre su cinturón y la apuntó hacia la herida para curarla. Primero la limpió, después vertió una poción en ella y finalizó susurrando un -Episkey- dirigiendo su varita a la herida. Para terminar se colocó un vendaje para protegerla. Y como toque final, cambió el color del vendaje a uno de tono esmeralda, así combinaría con su vestimenta. Últimamente tenía debilidad por ese color.


Tenía que hacer algo, desde que abrió el negocio solo le habían ocurrido tragedias dentro de este y apenas había podido interactuar con sus primos-socios y con los clientes que los visitaban. Se le ocurrió que quizá sería bueno iniciar una clase muestra de alguna de las disciplinas que ofrecían.


-¿Qué mejor foco de atención que el pole dance? Estoy segura que brujas y magos estarán deseosos de conocer más de esta disciplina.


Y así salió disparada hacia el salón que tenía una serie de postes dispuestos de piso a techo.

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Se habia quedado mucho tiempo en el agua y aunque si por ella fuera se quedaba ahi por siempre, sabia que debia cumplir con sus obligaciones con el negocio, por lo que de un empujon salio del agua y busco su toalla para secarse, se tomo su tiempo mientras pasaba la tela sobre su cuerpo antes de enredarla sobre su cabeza e irse a los vestidores. Cambio su traje de baño por ropa deportiva y se arreglo el cabello en una coleta alta antes de salir al area principal. Valeskya se encargaba ya de los pocos clientes potenciales que se acercaban a preguntar por los servicios y Fiamma subia por las escaleras, asi que se decidio por alcanzar a esta ultima y ver que se traia entre manos, algo divertido seguramente.

 

Cuando le dio alcance esta iba entrando al salon del pole dance lo que llamo la atencón de la vampira, que no estaba segura si su prima sabia como usar aquellos aditamentos o solo se iba a colgar como chango a ver que salia. Carraspeo para llamar su atencion y que no se sobresaltara si simplemente le hablaba, estando tan concentrada en uno de los tubos

 

- sabes usarlos o solo veras el poste a ver si este te habla - dijo en tono de broma recargada en el marco de la puerta, observando con curiosidad.

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  • 3 semanas más tarde...

«No es ningún secreto que Joaquín Granger se revuelca en su antipatía» Pensaba, ensimismado leyendo un contrato de seguro; era normal entonces, que cuando la familia decidió abrir el gimnasio pidiera el "aburrido" trabajo administrativo. La verdad es que lo había aceptado, aunque ellas colaboraban también, porque las incautas no sabían que yo haría las cosas a medias y que solo estamparía la firma y acomodaría las cosas es carpetas y archiveros, pero que no pondría ni una uña en el Ministerio.

 

Deseaba que tardaran en protestar ante mi pequeño abuso, pero me consolaba diciéndome que tenía que aprovecharlo mientras pudiera, porque seguro me castigarían condenándome a la recepción. Lo cierto es que mi lugar de trabajo, era una habitación interna de paredes de cristal, de afuera hacia adentro no se podía ver lo que pasaba, y por adentro, las paredes estaban encantadas para que mostraran el entorno. Una de las paredes daba al exterior, pero esa aunque era de material, estaba encantada para mostrar el clima. El suelo de mármol me encantaba, así como las macetas del mismo material y las plantas; pero el mobiliario moderno en cristal, o en tonos blancos con algún toque de verde, era un poco "fresco" para mí, aunque no me desagradaba.

 

Ya había terminado, y aunque estaba vestido como oficinista aburrido, con un traje negro, corbata a franjas diagonales, azul oscuro alternando con gris oscuro, camisa también azul oscuro y zapatos Oxford, decidí que ya era tiempo de salir de allí e ir a ver el local en funcionamiento. Tenía mi ropa de gimnasio esperando por mí en el baño privado, y como vampiro que era, en un santiamén, ya estaba vestido para la ocasión: Una camiseta sin mangas negra y ajustada, así como las bermudas; no había necesidad de que fueran ajustadas, pero me gustaba causar envidia (?) y unos tenis, negros, para no variarle. Servía para luto por si alguno infartaba allí.

 

Ni el spa, ni la piscina, tampoco me llamaba la atención hacer pesas o spinning y todavía me veía compelido de forma interna a saludar con inclinamientos de cabeza y sonrisas a los sudorosos clientes. Me detuve cuando vi el banco de equilibrio y me pareció divertidísimo ponerme a hacer piruetas un ratito. De espaldas salté hasta quedar en la barra de equilibrio y comencé a caminar hacia atrás, de forma presumida, incluso con los ojos cerrados, me impulsé, y di un salto de trescientos sesenta grados y en un salto más amplio terminé colgado de los aros. Enlongué hasta la punta de los dedos, tensando todos mis músculos, poniéndome de cabeza.

 

 

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"¿Eh?, ¿me hablas a mi?", volteó Fiamma al escuchar la voz de su prima Zahil tras de si. Al notar que, efectivamente le hablaba a ella, le respondió: "Pues si, si se usarlos, es la cosa cuando una anda aburrida y sin problemas de efectivo, prueba de todo".

 

Verificó que la ropa que traía puesta el era adecuada para la rutina, un pequeño short negro ajustado y un top rojo. Aunque muchas mujeres practicaban con tacones altos, ella prefería hacerlo descalza. Tampoco es que tuviera a quien bailarle en privado.

 

Tomó el tubo con las dos manos y de un impulso cruzó las piernas alrededor de tubo, para posteriormente abrirlas y acomodarlas de nuevo alrededor en una extraña posición, ahora empezaba a trepar con facilidad creando distintas poses y haciendo gala de su flexibilidad. Tomó vuelo nuevamente e hizo una pirueta para después girar hasta que estuvo en el suelo.

 

Levantó la vista a Zahil, "¿tu sabes cómo hacerlo o te enseño? aunque algo em dice que tu eres la maestra en este arte".

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- ¡VAYA, VAYA! –


Exclamó la joven al tiempo que daba un par de aplausos para llamar la atención de las personas que estaban presentes en esa parte del gimnasio. Aunque no tenía intenciones de montar un espectáculo con su hermano, no podía dejar pasar desapercibido el detalle de verlo allí en un intento de dar imagen de un deportista. La ojivioleta tenía que reconocer que no odiaba tanto al pelinegro como para permitir que siguiera haciendo el ridículo de esa forma; tenía que hacer algo inmediatamente.


- ¡Por Merlín! ¡Baja de ahí! ¿Qué se supone que haces? – Arqueó una ceja con incredulidad. - No sé en qué pensabas cuando decidiste hacer movimientos de gimnasta, pero con tu estatura y tu porte… -


La Granger dejó la frase en el aire, para que Joaquín la finalizara ante el mundo de posibilidades, en su mayoría malas. Se sentó en el banco más cercano, en esta ocasión llevaba un top y unos pantalones en un color rojo intenso; observó a su hermano de pies a cabeza, al tiempo que en su rostro aparecía una mueca de desaprobación. Definitivamente lo suyo era el trabajo de oficina, pero ese día el pelinegro estaba de suerte, ahí estaba su hermana para salvarlo de semejante apuro (?).


- Vamos a hacer otro tipo de deporte… de esos donde vas a sudar masculinidad hasta por los poros. –


De un salto se puso de pie y le hizo señas al Granger para que la siguiera; si quería atraer clientes, al menos los dueños deberían tener idea de lo que promocionaban. Nada como empezar con las pesas, el deporte por excelencia donde marcaría su musculatura, tomaría más fuerza y encima se convertiría en un excelente partido. Por una fracción de segundo, se imaginó subastando a su hermano a la mejor postora en una cita; aunque dudaba que él aceptara así sin más. Su vida amorosa siempre había sido un misterio y nunca contaba nada acerca de lo que le pasaba.


- Estos aparatos ya debes conocerlos… la maravilla de las pesas, es que con los ejercicios más simples, puedes terminar marcando tu abdomen hasta parecer uno de esos modelos que aparecen en la revista “Corazón de Bruja”…. Como sea, solo tienes que seguir mis instrucciones y quizás te lluevan las mujeres casi de forma inmediata [?]- Dijo la joven con firmeza.

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  • 3 semanas más tarde...

Debía admitir que desde que había llegado a Londres, la Askar había entrado en decadencia. Con el tiempo había sabido apreciar la ciudad, pero su rutina y sus costumbres se habían vuelto alteradas negativamente por el estrés y sus nuevas amistades. Recordaba perfectamente a la bruja apacible que uno de los primeros locales que había decidido visitar había sido una tienda deportiva para poder recuperar parte de las cosas que había tenido que dejar en París.

 

Varios meses luego de eso se encontraba una mujer que había abandonado la esgrima y le había pillado vicio a fumar. Un pecado, sin lugar a duda, pero había encontrado consuelo en la toxina durante extensos tramos depresivos de su vida. Por todo aquello y más, resultaba irónico que su ahijado hubiera elegido un sitio tan saludable para el reencuentro de ambos.

 

La castaña abandonó sus ostentosos abrigos de piel y vestidos de terciopelo para ponerse por fin un atuendo negro y cómodo que había comprado en la tienda Infernal Dragons. Era ya específico para actividades deportivas y en general… Es casi lo que debería usar más a menudo, pero bueno. Se apareció en las cercanías mientras seguía las indicaciones de Alex hasta que encontró el llamativo lugar con macetas en la entrada, algo que estaba muy de moda últimamente.

 

Saludó a la recepcionista con un gesto de la mano mientras apreciaba de reojo el bonito suelo de mármol y buscaba luego una indicación. Hasta que sus ojos encontraron en el pasillo de la derecha al pelirrojo. Sus labios se curvaron en una leve sonrisa al escuchar sus palabras de “bienvenida”.

 

—Algo me dice que cierto mago ha acabado tan desastroso como su madrina –comenta viendo ciertas similitudes- No es el lugar que me imaginaba para pasar un rato juntos –le confiesa- Pero creo que nos viene bien.

 

Como pocas veces en vista pública, Rachel le da un pequeño abrazo al mago.

 

—¿Cómo estás? Siento haber estado tan ausente este tiempo.

 

@@Alexander Fox

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