►—Castillo Crowley—◄ (MM B: 96477)

[Billie Malfoy Crowley]

Corrí hasta abrazar al hombre rubio frente a mi, mi padre, el que se mantuvo lejos de mi por mucho tiempo. No le guardaba rencor por no estar a mi lado, llegue a su vida de manera muy repentina y el era bastante joven para siquiera hacerse cargo de si mismo.

 

-Nunca pensé que te vería aquí.- comentaba algo sorprendida -Tenia la intención de ir a la mansión Malfoy, pero veo que me ganaste.- sonreía divertida.

 

Dejaba de abrazarlo y tomaba su mano -Vamos al jardín, adentro todos están locos y tienen muchas cosas raras que hacer.- lo llevaba hasta el jardín, el cual tenia frondosos arboles que daban sombra a un conjunto de sillones de jardín que allí estaban. Me sentaba en un sillón que era bastante cómodo y desde allí podía ver el fondo del jardín, en el cual había una fuente rodeada de rosas, peonias y lilas -Este lugar me encanta.-

 

La brisa jugaba con algunos mechones de mi rubia cabellera -Estas aquí para decirme que regrese a la mansión, ¿cierto?- cerraba los ojos y disfrutaba de la fresca sensación que dejaba la brisa en mi piel. -Me gustaría mucho regresar a casa.- abría los ojos.

[Alexander Malfoy]

Escuché sus palabras con atención, esperando averiguar qué era lo que cruzaba su mente durante aquel momento. Yo tampoco esperaba verme allí nunca, no de nuevo tras tanto tiempo que había transcurrido desde la última vez, pero supongo que siempre acaba habiendo un motivo que te hace regresar a lugares como aquel. Aún así, era más un incordio que algo placentero a lo que pudiese llegar a habituarme.

 

Al sentir el roce de su mano contra la mía noté un escalofrío recorrer mi cuerpo, más intenso que el que había nacido en el abrazo en el que nos fundimos. Quizás lo había sentido porque esperaba de todo por su parte menos aquello, demasiado desacostumbrado ya a muestras de cariño de esa índole, y menos de una hija a la que no veía al menos desde hace un año atrás.

 

– ¿Regresar a la Mansión? – respondí a sus palabras como repitiéndolas, analizando con la mirada su cabellera rubia que tanto se parecía a la mía. Demasiado quizás, pero en una versión femenina del Malfoy que, allí sentado, se sentía como un extraño en tierra extraña –. Todos los Malfoy son bien recibidos en una mansión a la que pueden llamar hogar, y no este cuchitril. Serás bienvenida allí, no lo dudes, al menos por tu padre.

 

Sentía que a la hora de decir aquello me veía obligado, quizás forzando la presencia algún tipo de instinto paternal que seguramente hubiese muerto mucho tiempo antes de verme allí, en mitad de aquellos jardines, acompañado de Billie. Un pensamiento fugaz hizo aparecer una sonrisa siniestra en mi rostro que no disimulé, al darme cuenta de que si ella me seguía hasta la Mansión Malfoy podría ganar mucho más de lo que alcanzaría a perder.

 

– De hecho... Creo que deberías volver. Necesitamos ponernos al día, al menos durante un tiempo. ¿Qué opinas entonces, hija mía? ¿Volverás allí conmigo?

 

Esperaba que no me notase las intenciones, porque en aquella sonrisa que dejaba entrever unos colmillos tan perfilados de licántropo, solo se podía apreciar el instinto cazador propio de los de mi especie. ¿Y de qué se trataba toda aquella artimaña? Nada más que eso, y ahora mi presa era aquella bruja que tenía ante mí, que aparte de los lazos familiares que nos unían, esperaba poder sacar provecho de alguna otra manera, rebuscando en otra parte.

Editado 21 de Julio del 2014 por Alexander Malfoy

[Mei Black Delacour]

Levantó una ceja. Seguía un poco molesta con Lisa por hacerle tantas preguntas de su vida personal, aprovechándose del hecho de que sospechaba que algo estaba sucediendo entre la castaña y el rumano. Su mente voló involuntariamente, distrayéndose por un momento, pero poco le duró, pues al instante siguiente ya sacudía su cabeza para intentar concentrarse en lo que estaba por hacer.

 

–Lo único que me faltaba, que me desconcentrara justo ahora – comentó con sarcasmo, dejando en claro que estaba molestándose con ella misma por llegar a aquel extremo, ¿cómo era posible que pensara en todo eso estando por realizar una investigación? – Expecto Patronum – susurró, alzando la varita al aire, haciendo que varios Jobberknoll saliesen de su arma mágica y volaran ligeramente por entre los árboles del bosque negro londinense para llegar a sus objetivos.

 

Colocándose la luz sobre su rostro y ya estando totalmente preparada, comenzó a caminar para salir del bosque y llegar así al objetivo de aquella noche.

 

–¿Por qué será que son tan exagerados? – inquirió en cuanto llegó a las verjas que separaban los jardines de la familia Crowley del exterior – Estoy segura que en esta monstruosidad de edificio deben vivir apenas unas cuántas personas.

 

Puso los ojos en blanco, abriendo las verjas e ingresando a los jardines, caminando con cuidado de no enterrar demasiado sus zapatos de tacón en el césped y en consecuencia caer y ensuciar su capa y su vestido corto.

 

–Uhm… – se había detenido justo frente a unas estatuas, observándolas de forma curiosa mientras, por detrás de ella, oía que alguien llegaba para acompañarla – ¿Quién es Mathias Crowley? – inquirió, delatando que no tenía idea de si se trataba de alguien emblemático como lo mostraban en aquel homenaje extravagante.

 

[Lisa Weasley Delacour]

- Necia. ¿Qué te cuesta aceptarlo si es verdad?

Aquella frase suscito dos de las peores horas de mi vida, la incansable y dura comandante de almas no soportaba que se le nombrase al rumano y yo, masca y lianta por naturaleza le preguntaba cada dos por tres cuál era su relación y como avanzaban en la misma. Era obvio, ella era mi mejor amiga y el mi jefe de seguridad, a ambos les tenía un aprecio sin fin y quería enterarme de las buenas nuevas, pero como si el destino o quizás ellos mismos se hubiese unido en mi contra, nadie me decía nada y eso me tenía en un maldito sin vivir. Si, también era una cotilla nata, pero solo cuando de mis más cercanos se trataba.

- Un descanso Delacour… - Jadeaba tras el mil un rayo que la fenixiana me mandaba, la muy chdbchrbch tenía una puntería digna del mejor vaquero del lejano oeste, si no los esquivaba o paraba con algún conjuro estaba segura que ya no estaría respirando – Me vas matar y si lo haces, ten por seguro que me vengare - ¿Cómo? Ni idea, pero esperaba que aquello la frenase un poco.

Pero no, ¿para qué? Con su sonrisita de suficiencia seguía lanzándome de todo, como también aquel maldito grifo que habia invocado. En los terrenos de la orden los demon hunter tenían incluso el mismo poder que los líderes y aquello no era bueno si los hacías cabrear, como era mi caso. Punto número 1 de mis cosas a realizar a partir de ahora, pensaba, mientras esquivaba hábilmente una embestida de aquella enorme, bella y enfadada criatura. No volver a pronunciar el nombre de Luca jamás y mucho menos delante de la chica. Punto número dos, saltaba y arremetía contra los ojos del fiero animal, No retar nunca a un alto rango de la orden del fénix.

Ni se cuánto tiempo paso, la verdad tampoco quiero saberlo, la castaña se detuvo y me dio cinco minutos de descanso, un poco de agua para mi reseca garganta y el resto de contenido sobre mi cabeza. Estaba mojada y con la adrenalina a tope. La mire de soslayo y ella, gracias a la gran conexión que teníamos desde hacía eones, entendió a la perfección lo que quería; tocaba redada y velar por la seguridad de la comunidad londinense. Ella se fue antes, yo como buena discípula me quede a organizar un poco el campo de entrenamiento. Cuando lo tuve listo, un patronus en forma de Jobberknoll llego hasta a mí, era la señal. Pase la varita por mi rostro e hice que una luz blanquecina me lo cubriese en su totalidad, nadie podría conocer mi identidad, pues esta estaba convenientemente oculta a los ojos de todo el mundo, excepto de aquellos que pertenecían a la orden del fénix.

- Castillo Crowley

Y sin más, así tal cual estaba; unas mallas negras y una camiseta de tirantes y totalmente descalza, gire sobre mis talones y desaparecí, para dos segundos después hacer acto de presencia a cien metros de la verja de dicha edificación. El lugar estaba claro cual era; Al costado oriental de la emblemática calle Ottery, justo sobre la colina que colinda con el bosque negro londinense . Siguiendo unas pautas internas bien aprendidas y marcadas, me senté en lo que veníamos a hacer. Elimine cualquier r emoción y empecé a planear estrategias a un ritmo muy superior al de cualquier mago. La luz siempre prevale sobre la oscuridad, pero a veces hay que luchar por ella y esperaba que aquellos mortifagos entrasen a proteger su mansión, así podría acabar con algunos de aquellas malditas sabandijas que pudrían la sociedad.

Entre a los jardines, hasta llegar a donde ya se hallaba mi mejor amiga, frente a unas estatuas - Bonita noche - Susurre.

[Mei Black Delacour]

–Ah, sí, muy bonita noche – comentó al notar que no se había dado cuenta de que no había saludado a Lisa –. Espero que no estés muy cansada por el entrenamiento, mira que tenemos un cateo por delante – agregó de forma mordaz.

 

Siguió observando el emblemático homenaje. Muy ostentoso para su gusto, demasiado, ¿por qué tenían esa manía de exagerar todo?

 

–Corpus Patronus – murmuró, haciendo que de su varita saliese un hermoso ejemplar de ave fénix adulto que de inmediato batió fuertemente sus alas en el aire y comenzó a volar por encima de su cabeza en círculos. El animal estaba dispuesto a defenderla con sus garras afiladas y su peligroso pico, como así también curarla o hasta atacar si era necesario y si ella se lo ordenaba.

 

–Piertotum Locomotor – agregó, haciendo que el efecto del hechizo hiciera cobrar vida a las estatuas: al tal llamado Mathias Crowley quien estaba montado a caballo y disponía de una espada que le sería de mucha utilidad. Y la otra estatua que quedó bajo su mando era uno de los cuatro que se hallaban a su alrededor, uno que también disponía de una espada – Estense cerca mío, defiéndanme de cualquier ataque – les ordenó mientras veía cómo cada estatua se posicionaba a cada lado suyo.

[Lisa Weasley Delacour]

La mire de reojo. Sabía que seguía algo molesta conmigo por el intento de interrogatorio de hace unas horas, pero ¿Qué más daba? EL cariño que sentía por mi hacia que esos momentos de malestar no durasen mucho y menos cuando estábamos a punto de entrar a realizar un cateo en aquella monstruosidad de castillo, pues era mucho más enorme de lo que en un principio habia creído. Me moví por el verde y bien cuidado césped, saltando de vez en cuando debido a las caricias que este me regalaba en mis piernas desnudas.

- Ni todo el cansancio del mundo me detendría, es mi deber cuidar de ti pequeña – Comente con un deje mordaz en mis palabras

Las ganas de batalla crecían con intensidad en mi anatomía. Aquello era digno de analizar, me encantaban los duelos y siempre habia creído que habia nacido para ellos. Seguía en los jardines, con una distancia considerable de todo objeto que pudiese ser mutado, no quería arriesgarme a ser herida. Tanto de las estatuas, como de los arboles como de cualquier mesa o silla de jardín existente estaba a cinco metros. La orden estaba clara; por el momento esperar y ver como se sucedían las cosas.

- Yo de mayor quiero hacer eso, pero anda se buena y regálame un grifo – No hice defensas, no le temía a nadie y mucho menos a esa banda de personajes con egos más grandes que sus propias varitas.

[Radamantys]

Radamantys aparecio en los limites de Ottery, sus ojos negros escrutaban todo desde detras de la negra mascara con detalles en verde que cubria su rostro, los pasos del demonio eran suaves y silenciosos ninguna pena ni preocupacion aquejaban la mente del Mortifago, simplemente se presentaba para finiquitar un asunto que esperaba que no le quitara mucho tiempo.

 

El Slytherin avanzo con calama hasta la entrada del Castillo Crowley, donde sabia que se habian presentado algunos Fenixianos, el momento de la verdad habia llegado, el momento de saber de que estaban hechos era ese, solo uno saldria con vida y seria el mejor , mago, Radamantys avazno trasnpasando la entrada y dirigiendose hasta donde estaban.

 

Sin saludar ni nada, se separo a 9 metros de cualquier bruja o mago que estuviera en el lugar, asi mismo lo hizo de cualquier objeto, esos 9 metros serian conservados, si se acercaban a Rada este se moveria dejando siempre la distancia marcada, sus ojos buscaron a sus rivales y en ese momento su varita aparecio en su mano derecha, lista parta la accion.

[Mei Black Delacour]

–Vaya, vaya, – dijo en un cántico en cuanto vio aparecer por allí a un mortífago bastante audaz para ir totalmente solo – ¿repartimos caramelos que has decidido acercarte?

 

Observó detenidamente al hombre. Estaba a una distancia de nueve metros que no se encargaría de modificar, a fin de cuentas sabía que él haría todo lo posible para mantenerla. De reojo alcanzó a ver a Lisa, quien se le había acercado, pero con un único movimiento de su mano le dio a entender que no interfiriera en aquello.

 

–Ardius Sectumsempra – bramó rápidamente, haciendo que de su varita saliese un rayo en dirección al pecho de Radamantys que de impactar les causaría graves heridas que debería de curar si no deseaba morir de inmediato gracias a la sangre que perdería de forma inevitable – Atáquenlo – les murmuró a sus estatuas, haciendo que de inmediato Mathias Crowley e hijo bajo su poder se dirigiesen de inmediato hacia Radamantys con la clara intensión de atacarlo, pero de forma estratégica se separaron y dejaron vía libre para el ataque a Mei, por lo que las estatuas herirían al mortífago en ambos lados de éste, a derecha e izquierda.

 

–Limitate – dijo ahora, haciendo que el conjuro hiciese efecto de inmediato en el mortífago, siéndole totalmente imposible de realizar algún hechizo invocación o rayo durante un buen tiempo, dejándolo totalmente limitado a algunos pocos hechizos.

 

Levicorpus pensó por último, haciendo que el mortífago quedase colgado de un pie en el aire a dos metros de distancia del suelo, por lo que quedaría totalmente desprotegido e imposibilitado de moverse, pero en una distancia totalmente accesible para que sus creaciones hechas de un material muy resistentes pudiesen herirlo cuanto deseasen.

[Radamantys]

-Si la verdad es que me apatecian un poco- susurro el demonio con una sonrisa en los labios al tiempo que veia como la odefa Mei le apuntaba con la varita y de inmediato un Rayo de luz verde se proyectaba hasta su direcccion por lo que sin perder un segundo mas Radamantys elevo la varita y susurro:

 

-Celerus Detritus-

 

De inmediato una niebla de color gris broto de la varita del mago con lo que estaba cubierto del ataque del Rayo que Mei habia enviado en su contra, lo mismo paso con aquellas Estatuas que intentaban alcanzar al mago sin exito alguno, despues de aquello Radamantys sintio su varita vibrar ante el efecto de un limitate y adelantandose al siguiente hechizo de Mei susurro :

 

-Seneca-

 

El efecto fue instantaneo la garaganta de Mei seria presa de la resequedad siendo que su ultimo hechizo en que hubiese podido hablar era el Levicorpus, que elevo a Radamantys por el tobillo aunque para lo que seguia no necesitaba punteria ni invocar nada simplemente susurro:

 

-Anular Ardius-

 

El efecto seria devastador en la varita de Mei, ya que no podria usar mas aquel hechizo en lo que restaba de aquel combate.

[Mei Black Delacour]

Aprovechando el hecho de que el mortífago había aceptado su levicorpus y por ende no podría moverse de allí hasta que se deshiciera del hechizo, se acercó hasta quedar a una distancia no mayor a siete metros de distancia. Si bien aquello le había costado caro por una parte, por otra le había facilitado algunas cosas.

 

Confundus pensó justo luego de que el otro le anulara por el resto del combate el Ardius, cosa que en realidad no le importaba realmente. De inmediato, la mente de Radamantys se vio sumergida en un sinfín de pensamientos inconexos, llevándolo a creer que podría hallarse en una isla de Acapulco con una docena de rubias a su disposición, o que estuviese en el Ártico o cualquier otra cosa que nada tuviese que ver en el combate. En definitiva, un momento muy importante que perdería.

 

Gladius volvió a pensar, haciendo que una espada milenaria, aquella similar a la cual los antiguos gladiadores usaban en ese entonces apareciera en su mano libre y sin perder tiempo la giró ágilmente y la clavó en el suelo, haciendo que Radamantys perdiera la primera acción disponible en unos pocos minutos próximos a venir.

 

Mortífago goloso pensó con sarcasmo, maldiciendo por no haber alcanzado a hacerle ese comentario en voz alta antes de que se le secara la boca por completo.