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►—Castillo Crowley—◄ (MM B: 96477)


Claudia Crowley
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La luz del sol se filtraba por la ventana calentando el ambiente que había quedado en la habitación de Marissa. La chica se encontraba en la cama envuelta de una manera bastante descuidada entre las mantas, dejando algunas partes de su piel expuestas al resplandor, casi en la misma posición en que se había acomodado esa noche después de la tiraran allí. Asriel no había sido muy amable con ella, pero no podía hacer más que llevarla. Después de todo el tiempo que la había cuidado no recordaba un momento en que actuara con sabiduría, teniendo al menos algo de amor hacía su delicada existencia. No podía asignarles otra concepción a los humanos más que est****os. ¿Qué se le había cruzado por la mente cuando decidió hacerse cargo de ella?

 

Extendió su níveo brazo hasta llegar al rubio cabello de ella, pasando sus dedos suavemente por él. Quizás debía dejarla sola, dejar de rescatarla cuando a ella se le ocurría ir a dar paseos por los bosques en pleno invierno. La Crowley ya debería ser capaz de cuidarse sola, a los veintidós años era lo suficientemente grande para esas cosas. Aunque Asriel había prometido cuidarla durante toda su vida, hasta que llegará el día, Marissa había crecido. Se había convertido en una mujer fuerte, valiente. Había llegado a convertirse en mortifaga. ¿No significaba algo eso? Por ahí los comportamientos irracionales de la muchacha eran culpa del mismo guardián. ¿Había cometido errores sobreprotegiéndola?

 

Bajó su cabeza y se sostuvo el cabello negro para que no roce con la Black mientras le dedicaba un pequeño beso en la mejilla. Debía confiar en que había hecho un buen trabajo en todos esos años. Después de todo le había enseñado lo que podía, y aunque de pequeña la rubia no se comportaba de manera tan irracional jamás olvidaría todo lo que debía hacer cuando llegara el momento. Se lo había hecho repetir incansables veces y debía confiar en ella, en que no se pusiera en peligro hasta que el tiempo llegase a su fin. Decidido a no mirar para atrás retiró su manto de su espalda para comenzar con la transformación, caminó hasta la ventana y saltó fuera del castillo. Sus alas se terminaron de extender mucho antes de llegar al piso, grandes en un primer momento, y luego más pequeñas cuando se alejaba y sólo quedaba su pequeña silueta de cuervo a contra sol.

•••

 

Marissa estaba prácticamente consiente de que había pasado durmiendo gran parte de la mañana pero poco le importaba. Tenía demasiado en cuenta el día que era, porque aunque no lo demostrara, cumplir años era un momento especial para ella. Esta vez en particular se sentía mayor, más vieja. Había superado ya los veinte, pero no había notado diferencia. Sin embargo, ahora debía enfrentarse a más responsabilidades que un año atrás no tenía. Ya no era completamente libre y sabía que tenía una misión, por no decir varias por cumplir. Cuando entro su bando se sintió completamente realizada, había cumplido un sueño que poseía desde pequeña, el que le habían inculcado; y más adelante había conseguido un trabajo como reportera, que no pudo mantener demasiado. En líneas generales el año anterior para ella había estado repleto de altos y bajos, la esperanza de que eso cambie se encontraba latente.

 

Se había levantado despacio, tanteando en su guardarropa hasta que dio con algo que le agrado. En un principio considero que quizás el negro no era tan acertado para empezar un día así, pero era uno de los colores con que más se daba. La falda, corta y con volados, era del mismo tono que la camisa, completamente lisa a excepción con una pequeña costura con las iniciales M. C. en el lateral izquierdo. Parecía algo egocéntrico a simple vista, pero esas pequeñas cosas motivaban a la Crowley. Prácticamente no había contado con tiempo de desayunar, o más bien no se atrevía a entrar en la cocina o en algún lugar en donde se encontraban algunos de sus familiares. Pero no podía quedarse en su habitación todo el día, por lo que no le quedó otra que enfrentarse al día y salir a buscar un lugar donde podría descansar dentro del castillo.

 

Terminó eligiendo un saloncito, donde había estado antes tomando whisky con algún familiar, y también el lugar donde una vez Franko se había atrevido a darle un beso... aunque bastante est****o de su parte. Un lugar donde no fácilmente se la podría encontrar si la buscaban, pero de donde era sencillo para ella salir y movilizarse estando pendiente de los demás. Jude, su elfo personal, le había separado un par de libros que ella le había pedido y había ido en busca un té de bergamota, que aún no le había llevado. Se encontraba bastante tranquila y de momento estaba prefiriendo que fuera mejor de esa manera, hasta que escuchó los sonoros golpes que se producían en la puerta de entrada.

 

−¡Jude! Ve a abrir la puerta, pero fíjate antes que no quiero sorpresas poshas — gritó en voz alta, clamando por la criatura. — ¡Jude! mier**, si son poshos me las pagaras elfo.

 

No había muchas opciones, seguramente Jude no la escuchaba y las maldiciones que dijo fueron en vano, pero abrir la puerta del castillo para recibir visitantes no era su estilo. Abrió la puerta con una sonrisa completamente falsa, que hasta pasó por sincera cuando vio a la recién llegada y logró enarcar una ceja. Al menos estaba segura de que no podía tratarse de fenixianos tratando de llevársela, ese día no.

 

—¡Con que el viento me traído una Haughton hasta mi puerta! Buenos días, ¿gustas pasar?

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Ojalá el viento ―suspiré, entrecerrando los ojos con hastío―, he tenido que aparecerme. ¡Un gran esfuerzo! ―Bromeé, sacudiendo enérgicamente las manos. Contemplé a Marissa, mi inocente compañera de bando a la que había tenido el gusto de conocer recientemente. Abrí los brazos en jarras y compuse aquella expresión de ternura que tantas veces había practicado.

 

¡Felicidades! ―Estallé sin previo aviso, empujada por un calambre de hilaridad. Me abalancé sobre la joven, y con una cercanía inusual en mí la envolví en un abrazo sincero. Su cabello rubio me rozó la mejilla como una caricia de seda. La Crowley era de complexión delgada, y sus huesos parecieron a punto de quebrarse al recibir el impacto de mi fuerza. Cuando la solté y me separé unos centímetros prudenciales de su metro setenta y cinco de estatura (algo más alta que yo), no pude evitar esbozar una sonrisa y ahogarme en un cóctel de paternalismo fraternal, que depositó mi mano sobre su cabeza y le revolvió aquella ensalada de hebras doradas. Vestía de negro, y la oscuridad hacía contraste con sus ojos claros de un color indefinido que parecía transformarse con los cambios de luz, o incluso cuando la engullía la sombra, sin motivo aparente.

 

Extraje de mi bolsillo una cadena de oro blanco en la que el Sol quiso copiarse con un destello de muchas puntas que casi consiguió cegarme. La cadenilla proseguía hasta finalizar en un colgante ligero, labrado artesanalmente con la maestría de unas manos que han aprendido a comunicarse con los minerales. Era una llave, pequeña, preciosa e inmaculada en la que podían reflejarse tus ojos si ponías atención, devolviéndote una adusta mirada egocéntrica.

 

Esto es para ti ―murmuré, controlando la voz―, te explicaría qué significan las llaves y cerrojos para mí, pero es una historia interminable y poco interesante. ―Advertí, dando un paso al frente, hacia el interior del castillo.

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Forcejeó contra el agarre de Fokker como si el contacto físico con su hermano quemara. Le molestaba inmensamente que se mostrase tan ignorante. ¡Él debía saber! Ella había visto la firma en el pergamino, el Crowley simplemente disfrutaba dar largas a aquella situación.

 

—Suéltame —exigió en un susurro cargado de rabia, con sus irises tornándose cada vez más rojos—. ¿Por qué no lo admites y ya, o es que Dominiv ni siquiera te pagó? ¿Solo pasaron la noche juntos y amaneció con tu firma? —Su tono de voz ya no era elevado, en cambio se había convertido en una burla baja e impregnada de odio.

 

La mayor recriminación que tenía era a sí misma, por haber confiado mínimamente en Fokker, pero aun así lanzaría toda la culpa en él. Se sentía traicionada, su hermano prácticamente la había vendido al mejor postor.

 

—No pudiste, al menos, prevenirme. Tuve que conocerlo en tu negocio, donde por cierto, parecía estar muy a gusto, ¿te visita a menudo? —Cruzó los brazos en espera de una respuesta—. ¡Casi abusa de mí! —Era una acusación un poco exagerada, mas, esperaba que llegara a algún lugar en la consciencia del Cygnus—. Pero tú debes estar muy feliz, ¿no es así?

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Estaba bastante sorprendida la situación se habia tornado muy traumatica, mis hermanos estaban discutiendo de una manera tan acalorada que no era para menos mi sorpresa.

 

Fokker se defendia de las acusaciones de mi hermana, pero no entendia muy bien a que negocio se referían ni quie era el hombre que se habia atrevido a ofender a Joa para que estuviera alterada a tal extremo.

 

-Hermana para un poco, no creo que mi hermano te haya puesto en tal peligro. .. calmate y arreglamos esto. Tal vez podremos ayudarte. Lo primero es estas bien? Te hizo daño?

 

Pregunte preocupada por su integridad, asi que me acerqué a ver que herida podria tener

Editado por Ariane Dumbledore

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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Joa zafo su brazo del agarre del Crowley, de una manera que lo dejo por completo sorprendido. Nunca la había visto tan molesta, tan furiosa. ¿Dominiv? que tenia el que ver con todo esto, mil preguntas cruzaban su mente sin respuesta alguna, pero si la Macnair no se controlaba, no podría entender lo que sucedía.

 

¿Pagarme? ¿Por qué tendría que hacerlo?, y porque viste a Dominiv, ¿lo conocías acaso?

 

Desde que Dominiv reapareció en su vida, el joven Crowley sabia que no era para nada bien contra él, pero afectar a sus familia, era algo que no esperaba, las palabras de Joa le helaron la sangre.

 

—¡¿Qué dijiste?!

 

Ahora él es quien estaba molesto, como se atrevió a hacer eso, pasando todo lo demás a un plano secundario. Lo que dijo de su firma, de el lugar donde se encontraron, ya nada tenia importancia. Ni las palabras de su hermana, preguntando por su estado, se alejo de las dos, y se acerco a la pared, la furia en él aumentaba.

 

Un crack, y Nyota aparecía en medio de la cocina, pero eso no pareció importarle a nadie luego de las palabras de Joa. La elfina se acerco donde su protector, y lo vio directo a los ojos, con un leve movimiento de la cabeza en señal de negativa acompaño sus palabras —No están, el pergamino de propiedad del casino no esta en su habitación en la mansión Rambaldi

 

No tenia que escuchar mas, un golpe seco en la pared y su puño comenzó a sangrar profusamente, ni su naturaleza demoníaca impidió que se rompiera los huesos de la mano.

Don't make promises you can't keep... but those are the best kind.

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kRRKjq1j.gif         "Perdón por la sangre derramada xD "

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Por un breve instante se complació con la reacción de Fokker ante sus palabras. Sin embargo, tan pronto como había iniciado, su ira se desvaneció al notar como la acusación hecha afectaba a su hermano más de lo que había pensado.

 

Se quedó observando a Ariane, sin saber qué hacer ni cómo explicar que había exagerado un poco las cosas mientras el Crowley se alejaba de ambas en medio de la creciente tensión en el ambiente.

 

Aún no sabía cómo Dominiv era su socio y no el furioso hombre en la habitación, seguía sintiendo cierto recelo al respecto, pero cierto sentimiento de culpa hacia mella en ella. ¿De verdad su hermano se preocupaba mínimamente por ella? ¿Cómo iba a explicarles que de hecho había exagerado un poco la situación?

 

Sus pensamientos fueron interrumpidos por la ruidosa aparición de la elfina del patriarca, cuyas palabras al fin le permitieron entender que en realidad el demonio no sabía qué había llegado reclamando la chica.

 

Volvió a mirar a su hermana, esta vez sus ojos luciendo el tono rojizo de siempre, en una silenciosa pregunta, con el golpe a la pared todavía resonando en sus oídos. Suspiró y sacó su varita, acercándose a Fokker, tomó la mano fracturada y con un susurro la curó.

 

—Solo me besó… —confesó con desgano en el tono adecuado para que sus hermanos apenas escucharan, sin esperar la reacción de ambos por haberse acercado así al Cygnus—… y me dejó amarrada —mostró las marcas en sus muñecas, dejando aparecer luego una pequeña y tímida sonrisa.

 

No se comportaría así normalmente, pero sabía que su acusación había llegado a preocupar a su hermana, e incluso Fokker parecía estarlo. En aquel momento no era el chico que intentó matarla en Duelo Avanzado, su tío, ni la persona que le cambió la vida diciendo que León era su padre; por primera vez lo veía como lo que era: su hermano mayor.

Editado por Joa Jordison

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No sentía dolor alguno, no por lo menos en lo físico. Le dolía mas su descuido, el no haber guardado aquel documento en un lugar mas seguro, y el no haberlo hecho perjudicaba ahora a su hermana. Sus ojos llenos de furia mostraban aquel destello rojo que luchaba por salir de una vez, pero no Dimitriv su demonio, sino la verdadera personalidad del chico, su verdadera esencia.

 

Bajo la vista hacia Nyota que lo miraba asustada, muy pocas veces vio así a su protector. Cygnus bajo el puño y grandes gotas de sangre cayeron al suelo, mientras el se acercaba a la mesa para servirse una copa de lo que sea. Estaba por completo decidido a ir a enfrentar a Dominiv, buscarlo y borrarlo de la faz de la Tierra.

 

No se fijo en las dos chicas ni en sus reacciones, se sirvió la copa con la mano izquierda y se la tomo de un solo golpe. Joa fue la que atino a reaccionar primero, se acerco y tomo su mano. Fokker se sorprendió, sin embargo no dijo nada y solo observo mientras su hermana con su varita detenía la hemorragia.

 

—Gra... gracias.

 

Fuero lo único que atino a decir. La joven pareció darse cuenta que había exagerado con la acusación, tal vez esperando que el chico se tranquilizara un poco, y no preocupar demasiado a Ariane. Pero para él todo seguía igual, tal vez en esta ocasión no ocurrió nada mas grave, pero y si en una nueva ocasión le pasaba algo a Joa, no se lo perdonaría.

 

No importa si solo fue un beso— exclamo abriendo y cerrando la mano derecha, su voz denotaba algo de mas tranquilidad —No consentiré esto...

 

Observo a Nyota y la elfina pareció entender la indicación y desapareció de inmediato a cumplir la orden, debía encontrar a Dominiv, y una vez logrado, avisarle. Lo evadió desde que llego, y era el momento de enfrentarlo. Se volvió a ver a Joa, y esperaba que tratara de contarle la historia completa.

Don't make promises you can't keep... but those are the best kind.

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La exaltada situación de la habitación la tenía expectante, no entendía mucho quien era la persona quien habia lastimado a su hermana, pero si sabia que el lio era complicado y que se complicaría aun mas con la reacción que había tenido Fokker.

 

Jamás había visto asi a su hermano, se alejo de la sangre, pues podía sentirse atraída a ella, pero aun asi con su mano tapando su nariz le puso la mano en el hombro.

 

- ¿Qué piensas hacer?

 

su voz salio preocupada, pero si el y su hermana joa necesitaban su ayuda, no dudaría en colaborar

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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Nicolae Crowley

 

Lo único visible a tan altas horas de la noche en los terrenos de la familia rumana, era la figura solitaria de un joven alto, de anchos hombros y cabellos oscuros a la sombra de un frondoso árbol. Con los orbes fijos, observaba atentamente la antigua construcción que servía de hogar a los portadores del noble, y oscuro, apellido. Pocas eran las luces que aún se vislumbraban en el interior de este, tintineando levemente como una cigarra.

 

Había perdido la noción del tiempo; tal vez solo llevaba minutos ahí o quizá horas. Sacudió la cabeza, estirando los brazos en un mero ejercicio de desperezarse. En su corta estadía en los jardines de la Crowley, no observó nada fuera de lo común. Sirvientes iban y venían, al igual que algunos de sus habitantes, ignorando su presencia. Conocía a la perfección a cada uno de ellos, desde los patriarcas hasta al más diminuto de los elfos, pero ¿Cómo no saber quiénes eran? Si él también era uno de ellos.

 

—Soy Hades.

 

El muchacho retrocedió repentinamente. La inesperada aparición del elfo, lo sorprendió.

 

—Nicolae—replicó.

 

—Lo sé—el elfo sonrió, inclinándose en un clara muestra de reverencia.

 

Nicolae no pudo evitar sonreír irónicamente —Desde luego que lo sabes, debió decirte que estaría aquí—consiguió decir.

 

Hades simplemente asintió. El demonio no había pensando en eso antes; apenas habían cruzado palabra alguna la noche anterior. Observó su reloj, fue aquel momento el que eligió Claudia para citarlo. Esperaba a la mujer, no a la criatura que le servía como juguete a la hora de las labores domésticas.

 

—Así que se marchó sin ti. Prefirió huir, antes que hablarme. Que decepcionante—Nicolae habló lentamente. Como si se dirigiera a un niño, se agachó hasta quedar a la altura del elfo. Dejando sus oscuros ojos en él—No eres tan cobarde como ella.

 

Después de un silencio súbito y pesado, se puso en pie de un salto, asiendo la varita en su mano izquierda: —Ahora me perteneces, y solo obedecerás a mis órdenes. Si no lo haces—gruñó— mueres.

 

La mano de Hades se dirigió a su pecho. Estaba jurando lealtad.

Editado por Claudia Rambaldi Crowley

But she said, where'd you want to go? How much you want to risk?

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| Semper Fidelis |

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Felicity apareció en una recámara que se mantenía en la misma penumbra. Solo la luz de la luna iluminaba parte de esta con su blancura a través de los grandes ventanales. Apenas veía, pero si distinguía la silueta de una enorme cama de matrimonio así como de algún que otro mueble no tan perceptible en plena oscuridad. Notaba las manos de León aun sobre sus caderas y sonrió al sentir su aliento en la oreja derecha.

 

-Está claro que aquí mi tía no llegara.

 

Giró, quedando de cara al Crowley. No sabía donde se encontraba, pero podía intuir que en el castillo de este. Según le había dicho era patriarca. Rodeó el cuello del mago con sus brazos y acercó sus labios a los de él, impregnándose de su aroma. Gracias a los botines de tacón alcanzaba, pero en seguida se los quitó, ayudando un pie al otro y los lanzó a un lado sin cuidado alguno.

 

-Tómame, León...

 

Y saltó a los brazos del Crowley, aprisionando las caderas de este entre sus fuertes piernas, a la vez que unía sus labios a los de él, besándolos con una pasión desbordada. Revolvió el pelo negro y se apretó más a su cuerpo. Con una mano se deshizo tanto de la camiseta de tirantes plateada como del sostén y dejó vía libre a que León besara su desnuda y protuberante delantera.

 

Tenía ganas de arrebatarle todas las prendas, de tenerlo desnudo encima de ella sobre la cama y sentir sus caricias sobre su piel...de ser amaba aquella noche entre las sábanas negras que cubrían la cama.

 

No se oía ningún ruido, tan solo la respiración agitada de ambos magos, acompasada.

Mortífaga retirada
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