►—Castillo Crowley—◄ (MM B: 96477)

[Joa Macnair Crowley]

No pudo evitar soltar una suave risa ante el sorprendido balbuceo de agradecimiento proveniente de Fokker; él no esperaba que se comportara de aquella manera, lo cual resultaba gracioso puesto que la Macnair nunca lo había escuchado tartamudear de tal forma.

 

Sin embargo, al recuperar la compostura, mostraba una interrogante mirada que la chica traducía como “ahora, cuéntame exactamente qué pasó”, ganando de inmediato un suspiro de fastidio de su parte mientras se alejaba buscando también algo que tomar. No era la clase de persona a la que le gustase dar explicaciones; contar qué hacía o dejaba de hacer, no formaba parte de ella. Aun así, sentía que, a causa de su exageración, debía al menos una parte de la historia.

 

—Solo salí a dar un paseo en el Callejón, el castillo puede ser terriblemente aburrido algunas veces —comenzó a contar con desgano—. Terminé en The Cawing, ignorando que fuese tu negocio. Dominiv ya estaba allí, aparentemente me reconoció y decidió molestarme un rato. No es la persona más divertida, así que intenté marcharme pero me desarmó. Conseguí mi varita de regreso, me besó y huyo —se encogió de hombros, tomando un trago de lo que había estado buscando: vodka—. Maldito cobarde.

 

Solo pensar en el vampiro y algo dentro de ella se revolvía. Seguía pensado que físicamente era un hombre atractivo, pero de lo más insoportable. Por no mencionar cuánto había tenido que contenerse para no saltarle encima y matarlo aquella noche.

 

—Podríamos demostrarle de dónde sale el lema de la familia —sugirió a la pregunta de Ariane.

[Billie Malfoy Crowley]

Me quedaba callada por un momento, pensaba detenidamente en lo que estaba pasando, me alegraba el hecho de poder regresar a la mansión Malfoy, todos sus habitantes eran peligrosos y desquiciados pero al final eran mi familia.

 

-Sera grandioso vivir a tu lado de nuevo.- comentaba entusiasmada después de un rato -Lo único fastidioso sera el constante ir y venir de un lugar a otro.- suspiraba y mi cabellera pasaba de rubio a un rojo oscuro, como sangre -Ya me las arreglare.- sonreía y mi pelo termino en un rojo intenso y vibrante.

 

El viento acariciaba mi cabellera y jugaba con algunos mechones rojos. El delicado aroma de las flores era agradable y le daba un toque dulce al ambiente.

 

-Nunca te odie por no estar a mi lado y ser mi padre...- recargaba mi cabeza sobre su hombro -Ligeramente envidiaba a los demás por tener uno, después crecí y lo supere, aun que a veces pienso que yo sería una persona distinta si te hubiera tenido a mi lado.-

 

Yo no quería recriminarle su ausencia durante gran parte de mi vida, pero era algo que debía decir.

[León Crowley]

La música, los silbidos de los camareros, las risas de las personas que hacía contados instantes los acompañaban. Todo había desaparecido tan pronto como había desaparecido de aquél lugar. El lejano canto de un augurey era lo único que acompañaba el sonido de sus labios al estrellarse, al chocar con intensidad uno contra el otro. La pálida luz de la luna era todo lo que necesitaba para contemplar a Felicity que parecía adquirir un brillo especial. El plateado de su vestido y de su cabello parecían mezclarse y contrastar con el zafiro de sus ojos y el rubí de sus labios que se fueron apagando cada que se acercaba a él.

 

No era necesario que se lo insinuara, aunque le era imposible negar que la exigencia de la mujer había encendido algo en su interior. Deseaba tomarla, quería hacerlo. Desde el momento en que sus miradas se cruzaron en la entrada de aquél local había imaginado su tersa piel desnuda saltando sobre su cintura. Tan pronto como la corta distancia que los separaba lo permitió y tras el salto de ella hacia él, posó las manos firmes en sus muslos y la sostuvo pegado a su cuerpo tanto como pudo. Los labios entablaron una batalla, una guerra por el poder que solo era desequilibrado por la intervención de sus propias lenguas. Apasionados e intensos besos que se prolongaban lo suficiente como para encender el interior de cada uno.

 

—Ya eres mía —susurró colocando los labios junto a su oído, mordiendo un poco su lóbulo.

 

Encaminó sus pasos hacia la enorme cama que yacía al costado derecho de la habitación y que estaba cubierta por una enorme sabana de seda negra. Sin dejar de besarla, sin interrumpir el baile que llevaban a cabo sus lenguas, dejó caer el cuerpo de Felicity sobre la cama para acomodarse inmediatamente sobre ella. Solo allí se permitió alejarse lentamente de sus labios, para comenzar a deslizar su boca por el cuello y los hombros de la mujer que arqueaba la espalda con cada caricia. La ropa no era más que un obstáculo para las manos de León que recorrían hambrientas la nívea piel suave de sus piernas, de su vientre.

 

Le bastó solo un momento al mortifago, un segundo en el que su agitado respirar hizo una pausa, para erguir su cuerpo y sacar la camisa oscura que cubría su propio cuerpo y volver con el torso desnudo al de Felicity que lo esperaba con los labios entreabiertos. Los ojos del pelinegro se desviaron un poco al pecho que subía y bajaba por el efecto de su agitada respiración, aunque sin embargo esto era lo último en lo que pensaba. Sus manos siguieron la misma dirección de los ojos, ascendiendo por las piernas y las caderas hasta dicho lugar. Sus labios, por el contrario, descendieron sin prisa, cerciorándose de no perder de una sola pulgada de su cuello, sus hombros y su voluptuoso destino.

Editado 3 de Septiembre del 2014 por León Crowley

[Mei Black Delacour]

Puedo confiar en mis habilidades y en las elecciones de mis compañeros, pero nadie sabe el resultado.

 

Aquella frase llevaba dándole vuelta por la cabeza por más tiempo del que podía recordar. Sí, confiaba en ellos, confiaría hasta en su último aliento de vida, pero el hecho de no poder manipular como realmente quisiera todas las variables a las cuales diariamente se enfrentaba, y era por eso, que a fin de cuentas, nunca se sabía cómo saldría todo. Soltó un largo suspiro, si bien había concluido eso, era duro aceptarlo, y siendo como era, aún no lo permitía.

 

–¿Ah? ¿Qué sucede? – dijo al patronus mensajero que le acababa de llegar. Avistamiento de un posible y sospechado mortífago, por lo que al instante sacó su varita de la capa que llevaba puesta, la movió para poder sacar su mano y murmuró –. Expecto Patronum.

 

Sin prestar particular atención a los Jobberknoll, comenzó a caminar en dirección a los terrenos de la familia Crowley, lugar que se hallaba próximo al bosque negro londinense. Sin más, avanzó hasta llegar a las verjas de entrada, las cuales abrió sin problema alguno e ingresó a los terrenos, caminando lentamente por los jardines delanteros, esperando a que alguien llegara hasta donde estaba para acompañarla.

[Lisa Weasley Delacour]

- OH si, esa es mi cari

Y con las mismas, salte de la cama y me prepare para la batalla. Mei, a pesar de ostentar el rango merecido de líder, no habia dejado atrás los duelos ni las luchas diarias, no como otros que cuando llegaban a tales alturas se encerraban en sus seguros despachos para ocuparse solo del papeleo. Estaba cada día más orgullosa de ella. Con determinación y la adrenalina ya corriéndome por la espina dorsal, pase mi varita por el rostro, creando así una luz que imposibilitaba a la gente reconocer mis facciones, Aquella habia sido la primera lección que la castaña me habia inculcado

En mi joven anatomía portaba un vestido de seda negro, no era muy apropiado para una batalla, pero ¿Quién me iba a mirar el atuendo? Me quite los zapatos de tacón, pues para aquellos momentos, prefería sentir el aura de la madre tierra y su total poder. Sonreí a la nada cuando me mire al espejo; estaba lista. Gire sobre mis talones y desaparecí de mi hogar, aquella mansión que se habia convertido en mi refugio cuando las cosas se salían de control, que por desgracia en mi vida eran muy a menudo

Dos segundos después y bajo una estela blanca, hice acto de presencia a cincuebta metros de las verjas del castillo Crowley. Al costado oriental de la emblemática calle Ottery, justo sobre la colina que colinda con el bosque negro londinense se levanta la edificación de piedra perla caliza. Mis ojos verdes lanzaban destellos. Era la hora de la verdad.

[Vrael Myrddin]

Noche muy aburrida era en la que Vrael se había llevado trabajo para la casa donde en su escritorio llenaba sin parar lo que parecía un informe para hacerlo llegar a su jefa en el concilio de mercaderes. Los estudios de impacto de mercado sobre los nuevos productos no sería algo muy ligero de hacer y quizas necesitaría mas de una noche para analizar los datos. Un dolor de cabeza amenazaba con hacerse más fuerte, por lo que decidió salir al balcón a tomar algo de aire.

<<Pediré un deseo>> pensó al ver el fulgor de lo que parecía una estrella removerse rauda por el cielo. Mientras pensaba en lo que pediría se percato que la estrella venía directo hacia él por lo que descartó de inmediato que fuera una estrella. Cuando estuvo próximo supo que era el Jebberknoll de Mei que le traía las cordenadas de la morada Crowley.

El muchacho de azulada cabellera ingresó al estudio donde se encontraba haciendo el informe, y sobre el escritorio tomó su varita cubrió su cabeza de la blanquecina luz que se la envolvió toda y desapareció en el acto vestido con jeans negros y una polera holgada.


En la parte oriental de la calle de Ottery apareció el muchacho y se acercó hacia el castillo en cuestión. Uno de piedra perla caliza alzado sobre una colina.


-- Si me esperaron mucho lo siento, vine lo más rapido que pude. -- dijo el muchacho al ver a las dos mujeres apostadas ya en la entrada del castillo.

[Lisa Weasley Delacour]

Me deslice sutilmente y con parsimonia a través de la verja abierta, pues mi comandante en jefe ya habia hecho los honores. El jardín me dio la bienvenida, al igual que las estatuas que lo coronaban. Sonreí por aquello, conocía el lugar, la orden ya lo habia sitiado en varias ocasiones. Estaba decidida a acabar con el mortifago que habitaba allí. El poder de la marca no era nada comparado con el de la luz.

Traspase los terrenos, llegue a la puerta de entrada, la cruce y caminando por pasillos y subiendo escaleras llegue hasta la habitación del patriarca; León Crowley. Mi varita en la diestra brillaba, estaba tan ansiosa como yo por lanzar algún que otro conjuro. Asentí ante la muda petición de Mei y como si nada, entre a la sala. Una enorme cama era el mueble principal de recamara, en donde se hallaba desnudo el sujeto acompañado de una gemina a la cual conocía, pero ignore descaradamente. Aquella rubia y no era más de mi familia, me habia decepcionado y roto cualquier lazo que nos unía.

- Morphos - La sabana color negro que habia sobre el hombre, también debajo de él y a sus lados, muto, transformándose en una araña, una vida negra, un especie con una ponzoña muy venenosa, que ante una orden mía de ¨muérdelo e inyéctale tu letal veneno¨ actuó, haciendo así que León quedase envenenado ante mí.

- Sectusempra – No lo pensé, solo actué, a fin de cuentas n opera hora de andar con remilgos. Un rayo escarlata partió de Kim hacia el pecho de León, en el, si le daba, que estaba segura de que así será, grandes y profundas brechas cubrirían su piel. Se desangraría y yo estaría encantada de verlo.

[Vrael Myrddin]

Caminó con Mei mientras que preparaba su varita para ser usada, la aferró con fuerza y cortó el aire con ella diciendo -- Espero sea provechosa la noche... Corpus Patronus -- el movimiento rápido de mano, nunca tanto como las manos de León que se encontraba en una habitación con Felicity. El muchacho junto a sus dos compañeras irrumpieron en la mansión, hasta que siguiendo a Lisa, dieron con la habitación de León en la que estaba en un encuentro.... cercano del tercer tipo con Felicity.

-- Este.... Coff Cof....-- dijo para que dejaran de hacer aquello que estaban comenzando. -- no se ni para qué me desgasto... Sectusempra -- dijo el joven apuntando a León, de inmediato el rayo asesino salió de su varita camino hacia el cuerpo de León, el rayo viajaba en dirección a su espalda ya que el estaba sacandose la camisa al momento de entrar. Las heridas sangrantes no se harían esperar al momento de impactar el rayo. -- Corpus patronus -- dijo ahora el abochornado joven al tener que actuar en un momento así, un centenar de hilos plateados salieron de su varita hasta conformar un enorme lobo siberiano albino adulto el cual con un ojo celeste y otro negro como la noche más oscura, poseía una poderosa dentadura y garras afiladas y un pelaje envidiable. << Lindo lobito se que es..... bueno no te digo nada ahí está la cena, ve a por ella >> ordenó.

El lobo se dirigió hacia León y se abalanzó sobre el mordiendo sus manos, dejandolas inutiles. suerte que el animal no se fue hacia su día del padre o no podría volver León a hacer de las suyas.

[Mei Black Delacour]

–Tardaste demasiado.

 

Aquella reprimenda, evidentemente iba dirigida hacia Vrael, quien había tardado en llegar más de lo que a ella le habría gustado. Le lanzó una mirada de reojo, se lo perdonaría sólo porque hacía mucho no lo veía ni sabía nada de él, y sin más, les hizo un par de señas para que la siguiesen de cerca. En bajos susurros les indicó hasta dónde debían dirigirse con lo que el espía le había dicho.

 

Dejó que se adelantaran, ella permaneció en el lugar, observando aquellas características estatuas que anteriormente había visto. Sopesó la idea de invocar algunas defensas, descartando inmediatamente la obvia, pues si planeaba entrar lo tendría difícil. O tal vez no sea necesario entrar pensó, ¿sería mejor permanecer en el jardín por si alguien llegaba? Y así lo interceptaba, no era mala idea.

 

–Corpus Patronus.

 

Inmediatamente, un Ridgeback noruego salió de su varita para volverse totalmente corpóreo. El ejemplar hembra de dragón más grande que había visto se posó sobre el césped justo a su lado, haciendo temblar la tierra y rompiendo varias cosas. El animal mágico estaba dispuesto a defenderla y atacar si era necesario, pero por el momento se dedicó a observar de forma aburrida todo a su alrededor.

 

–En algún momento tendrás una buena batalla, Norberta.

[Lisa Weasley Delacour]

Sentí la tierra temblar varios pisos debajo de mí y solo pude sonreír por aquello. Mei probablemente habría invocado a un dragón, aquel rudo y fiero animal que ahora estaba a sus órdenes y con el cual acabaría con media marca si se lo proponía. Desde mi posición, a diez metros de ambos personajes y a cinco de todo objeto mutable, miraba con curiosidad la escena que se representaba ante mí. Patecito, pensaba, pues mi hermana no solo caía en las redes de los magos con menos rango de la sociedad, sino que también lo proclamaba a los cuatro vientos.

<<Y luego tiene la desfachatez de creeré superior a mí, en fin>>

.- Avis – Doce pájaros de un color blanco puro y de un tamaño parecido al de una gaviota, aparecieron ante mí, se pusieron a volar a mí alrededor cubriéndome todos y cada uno de los flancos, no es que los fuese a necesitar, la marca no iba a responder, la valentía brillaba por su ausencia en sus miembros, pero era mejor prevenir que curar, eso también me lo habia enseñado mi mejor amiga.