►—Castillo Crowley—◄ (MM B: 96477)

[Fokker]

Fokker con Isy y Nats

 

Era extraño que casi todas las reuniones que tuvo hasta ese momento en el castillo siempre terminaran en convertirse en algún tipo de drama. A decir verdad el Crowley se preguntó muchas veces si aquello sucedía por el aura tenebrosa que se podía sentir dentro de sus murallas.

 

Recordó algunas escenas de las tardes que pasó con su hija en el pasado inmediato. Se quedo de pie frente a ella escuchando sus palabras, las últimas le recordaron que encontrarla a ella también fue cosa del destino, esperó unos segundo antes de responderle, fuera algunas gotas de lluvia empezaron a caer.

 

—Me alegro por ti, y espero que que las respuestas que te dio hayan sido suficientes para explicarte porque no estuvo contigo cuando mas lo necesitabas.

 

La oscuridad de pronto invadió el lugar, debido a las nubes oscuras que cubrieron el cielo. Dejo de observarla por unos segundos, para sacar su varita y con un movimiento de esta encender las luces del salón. Cuando volvió la vista sobre su hija, pudo notar como una lágrima descendía por su rostro, a pesar de lo intentos de la joven por evitarlo.

 

Seguía siendo tan orgullosa tratando de ocultar sus sentimientos, sabia muy bien que eso la molestaba, lo que noto en el tono áspero de sus palabras.

 

—Tal vez debí acercarme, pero no tuve el valor para hacerlo— se acercó hacia ella entonces, secandole la lágrima con la mano, al mismo tiempo que acariciaba su mejilla después de tanto tiempo, siempre seria su pequeña, y eso no cambiaría nunca. la miró con ternura.

 

—Lo siento hija...— al fin dijo, pero no esperaba que lo perdonara así de fácil —pero no creas que no estuve al tanto de tus acciones, desde aquel día no te perdí el rastro, no podía perderte de nuevo. Debo admitir que estuve... no eso seria mentir, estoy celoso de que estés con tu verdadero padre, pero a partir de ahora tratare de estar mas cerca de ti

 

La pequeña lluvia se convirtió en tormenta, pero a nadie dentro de la mansión parecía importarle eso, por algunos segundos el silencio se sintió en el lugar. Fue cuando una voz muy familiar se escucho en la entrada del salón, Cygnus no sabia que su hija Natasha estaba en el castillo, y a decir verdad en aquel momento si se podía pensar que estaba interrumpiendo.

 

—Ella es tu hermana— le respondió, luego de responderle el saludo, y no estaba seguro como se lo tomara Isabella, porque era la primera vez que ambas brujas se conocian.

Editado 16 de Octubre del 2014 por Fokker

[Isabella Hawthorne R.]

Mis obre se posaron en los del castaño, la verdad no lograba entender completamente lo que estaba diciendo para luego decir: — ¿Que no estuvo conmigo cuando más lo necesité? Si no estuvo es porque ni siquiera sabía que yo existía, fuiste tú quien me dejó abandonada cuando más te necesité. No puedo creer lo que estás diciendo—. Cada vez sentía que las palabras que salían por mi boca sonaban más quebradas.

 

Cerré los ojos pero cuando volví a abrirlos todo estaba completamente oscuro. Entorné los ojos para que los mismos se acostumbraran a la oscuridad; pero antes de poder hacerlo el mago movió su varita y encendió los candelabros. Pero para ese momento una lágrima cristalina se desprendió de mis ojos y ya estaba recorriendo mi mejilla. Odiaba que la gente me viera llorar, me sentía verdaderamente humillada. Bajé la mirada rápidamente y levanté mi mano para secarla.

 

Antes que pudiera hacerlo sentí la suave caricia del Crowley. Mis ojos se volvieron a posar en los suyos y sentí ganas de lanzarme en sus brazos y llorar en su pecho como lo hacía cuando era tan solo una niña. — Siempre tienes la excusa perfecta de la casualidad, pero si me seguías el rastro como lo dices no fue completamente una casualidad, sabías que frecuento mucho el Callejón y también sabías que me encontrarías ahí algún día.

 

Abrí la boca para contestarle de nuevo, pero fui interrumpida por una gran estruendo que provino del cielo, ambos conservamos el silencio y nos pusimos a escuchar los golpes de las gotas resonando en el techo del Castillo. El taconeo de alguien me distrajo de mis pensamientos, no sabía si decirle a mi "padre" que había tenido un pequeño niño llamado Becan. Mis obres se dirigieron a la figura femenina que bajaba por las escaleras, la cual se dirigió a Fokker pero no me quitó los ojos de encima.

 

Aclaré mi garganta, odiaba que la gente hablara de mí como si no estuviera presente. Escuché las palabras de Fokker, me costaron procesarlas pero una de ellas me resonaron en la cabeza "es tu hermana" "hermana". Fruncí el entrecejo tratando de comprender, la verdad no sabía que ella existía. —¿Hermana? ¿Cómo que hermana? — Mi tono de voz estaba un poco más áspero, la verdad estaba molesta, me desaparecía por más de un año y él ya me buscaba reemplazo ¿Cómo podía?

[Nats Rambaldi Crowley]

- ¿Hermana? - Preguntó alzando una ceja y mirando de reojo a la chica que acompañaba a su padre quien hacia un ruido con su garganta para hacerse notar. La castaña, por ¿odiosidad? aclaró su garganta un poco más fuerte que la otra joven para que ella notase que estaba hablando con su padre.

 

- Llevo... - Hizo una pausa sacando cuenta del tiempo que llevaba siendo legalmente hija del Cygnus. - Dos años como tu hija ¿y ahora sales con que tengo una hermana? Pffs. - Soltó una carcajada. - No necesitas tener más hijas, papi. - Dio un par de palmaditas en la espalda de Fokker.

 

La chica llamó su atención nuevamente. - Exacto ¿cómo que hermanas? - Repitió la misma pregunta con un tono más sarcástico y burlón. - No cariño, no te hagas ilusión, no creo que seamos hermanas. - Aclaró y sonrió de manera hipócrita y a la vez angelical. Había escuchado rumores de que el Crowley tenía más hijos o hijas pero no lo había comprobado, ni quería hacerlo, a pesar de la extraña relación que mantenía con su padre no quería pensar en compartirlo o tener que compartir con alguien como hermano o hermana. Ella era feliz así, sin estar enterada de la existencia de supuestos hermanos.

[Nicole Evans Crowley]

Me encontraba parada en la calle Oterry, justo frente a esa enorme reja; este era sin duda el castillo de la Familia Crowley, era exactamente como Joa lo había descrito, desde la enorme reja que impedía el paso a gente no deseada hasta la majestuosidad del castillo, era capaz de verlo desde donde estaba parada.

Me acerque un poco a la reja y pude ver un hermoso jardín con diferentes tipos de flores, era hermoso, cubría todo el trayecto hasta llegar a la mansión, ¿Como le haría para poder entrar?; justo en ese momento de entre las flores salio algo, cuando mire hacia la dirección de la que salio pude notar que se trataba de una elfina que estaba regando las flores, entonces comencé a llamarla.

 

 

-Elfina!- Grite -Hey! La elfina que riega las flores- la elfina volteo en mi dirección y se acerco lentamente, mirándome con desconfianza

 

-¿Cual es tu nombre?- La elfna, me miro de pies a cabeza y respondió -Cattelyn-

 

-Cattelyn, estoy buscando a Joana Macnair Crowley, ella me dijo que podía venir aquí, puedes informarle de mi llegada- antes de que desapareciera en dirección al castillo, abrió la reja y me dejo entrar al jardín y me dijo que esperara ahí a que la ama Joana viniera y desaparecio, así que espere...

[GoshI]

Abrí los ojos. De inmediato un bostezo profundo se adueñó de mi garganta seguido del estiramiento de todo mi cuerpo al desperezarme. Coloqué los brazos por encima de mi cabeza intentando alcanzar el extremo de la cama mientras las puntas de mis pies hacían lo mismo y mi cintura se retorcía aflojando cada músculo luego de tan tortuosa pesadilla. Me senté en la cama y refregué mis ojos con la mano derecha, mientras la izquierda se encargaba de acomodar el bretel del corpiño que se había aflojado. Arrastré mi trasero hasta el borde de la cama y cuando sentí la alfombra bajo mis pies solté un suspiro.

 

-Nuevo día, nuevo hogar. -Levanté la mirada hacia Warhol que me observaba desde el otro extremo de la habitación. Resoplé.- El mismo elfo de siempre.

 

Volví a estirarme, como si realmente hiciera falta y me puse de pie. Frotándolos contra la alfombra acerqué mis pies a la ventana. Al correr la cortina di cuenta que era de noche, como solía acostumbrar a mis horarios y la luna reflejaba su brillo en los frondosos árboles que cubrían los jardines.

 

-Nada ha cambiado, sólo la locación.

 

Me alejé de la ventana para dirigirme a la valija que aún no había desarmado y empecé a revolver entre mi ropa hasta encontrar algo adecuado. Un pantaloncillo de gabardina negro y una remera verde cubrieron mi cuerpo semidesnudo, pero esta vez había optado por mantenerme descalza. Sentía un extraño calor en mi cuerpo a diferencia de la mansión Malfoy que tanto tiempo me había cobijado. Sería cuestión de tiempo acostumbrarme a la nuevas temperaturas.

 

-Warhol. -El elfo apareció delante mío acomodándose el moño en su cogote, como si se encontrara a suficiente distancia para no caminar. Lo miré con desprecio, pero en lugar de regañarlo decidí proseguir con la orden.- Dile a mi hermano León que ya desperté y que le agradezco nuevamente la acogida.

 

-S-s-sisi-si mi Goshi. -Balbuceó.- L-le tra-tra-traeré el desayuno.

 

Asentí y la criatura desapareció frente a mis ojos.

 

Acercándome a la mesa de luz que se encontraba junto a mi nueva cama, tomé la varita y con un par de movimientos hacia la valija acomodé toda la ropa en pilones dentro del armario que se adentraba en una de las paredes. El resultado fue lo primero que logró en mi rostro una sonrisa.

[Felicity]

Felicity ingresó al Castillo sin mayor entusiasmo, envuelta en una capa negra cuya capucha holgada cubría la larga cabellera color ceniza por completo, evitando con ello ser reconocida. Lo estaba logrando cuando un elfo, o elfina, pues pocos eran los que podían distinguirse de un sexo a otro, se paró frente a ella y le preguntó con cierto ímpetu qué hacía en aquellos terrenos.

 

- No es asunto tuyo - contestó la Malfoy con un bufido a la par que se erguía sobre sí misma; no iba a mostrarse agazapada delante de un ser como aquel - aunque... quizás tu puedas ayudarme.

 

La elfina la miró con recelo pero aguardó a que la mortífaga hablara.

 

- Estuve aquí hace unas semanas y me olvidé... - las palabras se le atascaban en la garganta y el color de las mejillas le aumentaba por segundos, empezando a sentir bochorno cuando un frío viento soplaba - me olvidé algunas cosas y las quiero recuperar, no hace falta que molestes nadie, puedes mirar en la habitación de León.

 

La criatura enarcó las cejas.

 

- Quien dice la habitación de León, dice la lavandería o donde sea que levéis la ropa - aclaró ella. La elfina pareció entenderlo pues se puso colorada y sin decir una sola palabra desapareció.

 

La mortífaga negó con la cabeza y puso los ojos en blanco, exhasperada; el ser discreta no le estaba saliendo bien. Encima, no había reparado en la presencia de una bruja de castaños cabellos que tenía la pinta de haber llegado poco antes que ella.

 

- Hola ¿tú eres una de las innumerables hijas del patriarca? - le preguntó, sin un solo pelo en la lengua.

 

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[Joa Macnair Crowley]

Suspiró, acostada en su cama observando el techo de su habitación. No, no acababa de despertar; de hecho, el día estaba demasiado avanzado como para que siguiese en su habitación, pero ante la persistente jaqueca que le atormentaba, solo su almohada parecía reconfortarle un poco. A diferencia del sonoro clac que anunciaba la llegada de Yö, su elfo personal, seguido de su chillona voz soltando palabras a toda velocidad.

 

—Yö… —susurró esperando que fuese suficiente para acallar a la criatura, mas, seguía hablando como si todo el tiempo del mundo no alcanzase para expresar su mensaje— ¡Yö! ¿Podrías hablar más lento, más bajo? O simplemente callarte. Te juro que justo ahora no me molestaría en lo más mínimo encargarme de que no vuelvas a pronunciar una palabra más en lo que te quede de vida.

 

El elfo ni siquiera se inmutó ante la amenaza de la chica, conocía a la Macnair desde que era una niña y sabía lo cambiante que podía ser su humor, aun así, comenzó a hablar de nuevo, pausadamente y su voz convertida casi en un murmullo.

 

—Una joven ha llegado al castillo preguntando por el ama Joa. Cattelyn venía a anunciarla pero Yö…

 

—¿Quién es? —Le interrumpió incorporándose, ligeramente sorprendida de recibir una visita. Además, sabía que el sirviente solo explicaría como había logrado ser él, y no la elfina, quién diera aviso de la invitada. Celos.

 

—Pues… no ha dicho su nombre —respondió con inseguridad.

 

—¿Quién llega de visita y no da su nombre para ser presentada adecuadamente? —Se quejaba mientras calzaba sus zapatos, revisaba que su blusa y pantalón, ambos negros, no estuviesen demasiado arrugados y, posteriormente, se dirigía a la entrada del castillo.

 

Al llegar a dicho lugar, se detuvo reconociendo a Nicole(?) junto a otra mujer. Solo hasta ese momento, recordó que le había invitado a su hogar. No era un secreto lo distante y desagradable que podía ser la Crowley, sin embargo, aquella chica le había recordado un poco a sí misma. A fin de cuentas, ella también había llegado al Reino Unido buscando a su familia.

 

—Eras tú —dijo intentando mostrarse más amable de lo que acostumbraba—. Vamos, pasa. La próxima vez no olvides mencionar tu nombre, nunca se sabe qué clase de persona podría llegar de visita —agregó esto último en un susurro antes de voltear la vista a la otra fémina—. Y tú, ¿quién eres? —Indagó cruzándose de brazos. El rostro se le hacía conocido de algún lado, pero tampoco era un secreto su mala memoria.

[Nicole Evans Crowley]

La muchacha se encontraba viendo las flores del jardín cuando escucho la voz de una mujer y la de la elfina con la que había hablado hace solo unos segundos, se giro en la dirección de donde venían la voces y efectivamente vio a la Elfina hablar con una figura encapuchada, cuando el intercambio termino Cattelyn desapareció y la figura se giro en su dirección, era una mujer que estaba toda colorada, como si la hubieran descubierto haciendo algo prohibido, por como vestía era obvio que no quería que se enteraran de su presencia e identidad. "Hola ¿tú eres una de las innumerables hijas del patriarca?" Lo dijo directo sin ningún miramiento y como si la acusara.

 

-No- digo seriamente -No conozco al Patriarca, me invitaron a quedarme con familia- De reojo ve que alguien se acerca a ellas y cuando voltea, ve a una joven en pijamas de color negro. Era Joa, su saludo fue algo mas bien como un regaño, a lo que la chica sonrió -Lo tendré en cuenta, linda pijama- luego la chica se voltea hacia la otra mujer...

[Killian Lynch]

Dentro de mi, sabía perfectamente que el mundo que me esperaba a partir de aquel momento, era completamente distinto a mi vida de lujos en Alemania, que por azares del destino, había dejado de llenarme y me había lanzado a la aventura de encontrar a mis verdaderos padres. Solo contaba con una pista del paradero de ellos, en concreto, de mi padre, el cual, según mi madre adoptiva, era director de la Academia de Magia y Hechicería en Inglaterra, y si bien fue fácil dar con él, me había tardado alrededor de dos meses en ir a su encuentro, pues la verdad me causaba un poco de incertidumbre y nerviosismo el topármelo de frente. Sin embargo, no podía vivir de aquella manera, quería saber, al menos, saber el por qué jamás me había buscado, o si quiera sabía de mi existencia.

—El amo Lynch debe hacerlo, el amor Lynch no es ningún cobarde y debe afrentar su realidad —Me dijo Cálcifer, mi elfo doméstico que se encontraba a mi diestra.

 

En aquellos momentos, reposaba en un mullido sillón dentro del Caldero Chorreante, cavilando seriamente el ir ese mismo día al Castillo Crowley o esperar un día más. Pero mi elfo tenía toda la razón del mundo, no podía ya postergar ese encuentro. Me tomé de un jalón lo que quedaba de mi copa de whisky de fuego, me levante de golpe, dejé un par de galeones sobre la mesa, ordené a Cálcifer que me siguiera y juntos desaparecimos del lugar en pos de Ottery St. Catchpole, Al poner los pies nuevo sobre la tierra, me topé de lleno con una reja de cuatro metros bastante bien adornada que separaba los terrenos Crowley de las calles. Respiré profundo ¿qué diría el señor León Crowley de mi?

 

—El amo Lynch no debe preocuparse, la señora Aigner le predijo un excelente futuro, confié en ella —Habló Cálcifer de nueva cuenta en un vano intento por tranquilizarme.

 

—Me hes bastante difícil, Cal, ¿qué pasa si este hombre me rechaza? No tengo ningún lugar al dónde ir y no pienso volver a Alemania —Respondí a mi elfo.

 

—El amo Lynch debe recordar que Cálcifer jamás lo dejará sin comer, siempre se podrán quedar en alguna posada, y el amo Lynch es muy diestro en las artes mágicas, puede conseguir un empleo y un hogar propio si esta gente no le acepta —En esa ocasión, Cálcifer si logró tranquilizarme, pues él, pese a ser un elfo, era jun gran amigo para mi.

 

—De acuerdo, Cal, hagámoslo —Me decidí y empujé la puerta de aquella enorme reja y, al atravesarla, di de lleno con un hermosos jardín, donde variadas flores me dieron la bienvenida.

 

El lugar era espléndido, lleno hasta donde alcanzaba la vista de maravillas. Lo que más llamó mi atención fue una gran estatua situada a unos cuantos metros de la puerta de entrada al castillo, donde reposaban cinco hombres. Me pregunté quiénes serían, pero supuse que sería antepasados de los Crowley. Cálcifer, mientras tanto, me iba alisando los pliegues inferiores de mi capa de viaje. Así pues, tras una caminata en ascensos por aquella colina, llegamos ante la enorme puerta de entrada ¿quién me recibiría?, pensé, pero mi elfo se me adelantó y llamó a la puerta con un fuerte golpe. Ésta cedió un poco y miré con ojos fulminantes a Cálcifer, el cual, sencillamente, movió la cabeza como insitándome a entrar. Debía estar completamente loco, pero lo hice. Asomé mi cabeza y unas palabras enredadas salieron de mi boca.

 

—Bu... buenas, bu...busco al se... señor León Crowley —Dije al aire eperando que alguien llegase a mi auxilio —Mi no... nombre es Ki... Killian Lynch —Añad+i y empujé un poco más la puerta para darme de paso al vestíbulo. Esperaba que no me riñeran por el hecho de haber entrado así como así, pero la puerta ya estaba abierta cuando yo llegaba. Ahora, iba lo bueno, la espera por una respuesta, y lo más importante, la respuesta.

[Claudia Crowley]

Nicolae & Viserys Crowley

 

Hades se marchó.

 

Por un instante permaneció solo, en un inestable equilibrio, ante dos inmensas puertas del más oscuro roble que hubiese visto en su vida. Rodeado de ese majestuoso lugar, se preguntaba cómo era posible que aquel fuese el hogar que alguna vez perteneció a Mathias Crowley y sus hijos, no se igualaba en nada al castillo próspero y organizado que las ruinas en Rumania le hacían imaginar, donde el poderío y la grandeza se podían sentir en el aire. Casi tan visible como el humo de una hoguera. Todo lo que estaba frente a sus ojos y alrededor era umbroso y sombrío.

 

—Mi padre sentiría vergüenza de ellos—susurró una elegante voz a sus espaldas.

 

El demonio giró sobre sus talones, esperando ver a un hombre tan majestuoso como aquella voz, pero cuál fue su sorpresa al encontrarse de frente con un ser traslucido y flotante. <<Un fantasma>> pensó el muchacho. Otra persona hubiese sentido temor, pero él no. Sabía que el espíritu no le haría el suficiente daño para asesinarlo, quizá solo enloquecerlo. La visión de este era un tanto grotesca, con su ropaje manchado y una profunda herida en el pecho.

 

—¿Viserys?—preguntó curioso, apoyando una mano en la pared.

 

—¿Cómo sabes mi nombre?—el antiguo, y último, heredero de la Crowley posó sus grisáceas orbes en el joven de cabellos castaños.—¿Eres tú, Lothius?—Viserys se acercó, sacudiendo sus brazos y dejando un estela helada a su paso. —Tú estás muerto.

 

Nicolae no hizo más que reír ¿El fantasma creía que era su hermano? ¿Tanto era el parecido que tenía con el tercero de los hijos de Mathías? Debía suponerlo, porque era precisamente su físico el que había llamado la atención de la matriarca.

 

—No soy Lothius, no seas tonto—respondió, aun riendo.

 

—¿A quién llamas tonto, muchacho insolente?—se acercó aún más. Frunciendo la mirada y agitando con más fuerza sus brazos.

 

—A ti, Viss.

 

Viserys se detuvo. No era posible que él estuviese ahí.

Editado 5 de Noviembre del 2014 por Claudia Crowley
El foro es malo u_u