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►—Castillo Crowley—◄ (MM B: 96477)


Claudia Crowley
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Estaba cansada, el día en la tienda habia sido agotador y no queria saber de nada más, subí de prisa y extrañamente no encontré a nadie en el camino. Tras entrar en mi habitación entre al vestidor y directo al baño y empece por llenar la tina con agua caliente, me despoje de la ropa y tras ponerle algunas sales y petalos de azucenas, me sumergí en aquello.

 

El sentir la relajación de mi cuerpo era algo maravilloso, lo necesitaba aunque hubiera deseado que mi mente hiciera los mismo

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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UNA INTERESANTE BIENVENIDA- Con Allen & Goshi

 

Era una mañana nublada y fría de noviembre en el castillo Crowley. Ariza se queda observando el castillo por fuera con algo de miedo porque era la primera vez que viviría sola sin Patrick, pero se ella se armó de valor para entrar por la hermosa puerta de caoba con unos grabados muy peculiares y algo extraños. Un elfo algo malhumorado la oriento y la dejo esperando en el recibidor del castillo una eternidad, ella decidió sentarse en uno de los elegantes sofás del recibidor, de repente Ariza escucho una voz detrás de ella, se volteo y se encuentro con un chico de cabello rizado sentado a un costado de ella, sonrío con timidez ante sus palabras:

 

-Yo soy Ariza Crowley -respondió amablemente

 

Ella no tenía idea de por qué ese joven la intimidaba tanto con su mirada, sentía incomodidad al respecto y deseaba con toda su alma que Patrick estuviera a su lado para no sentir tanto miedo pero el no pudo venir con ella porque estaba atendiendo asuntos del corporativo y de la corte vampírica. Allen le mostro todo el castillo y Ariza pregunto:

 

-Sabe dónde está mi madre? - Podrías Llevarme?

 

Entonces se dirigieron a la última planta del castillo, entraron a una enorme habitación rodeada de oscuridad, ella se sintió emocionada y nerviosa al conocer a su madre. Una hermosa mujer apareció luciendo un elegante vestido negro, se acerca a ella, le dio un tierno beso en la frente y ella exclama:

 

-Me alegra estar en casa-respondió sonrojada.

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No había terminado de calzarme los borcegos cuando el click de la puerta despertó mi cabeza. Me levanté de un salto y me coloqué frente a la misma con varita en mano. Si, ya se trataba de paranoia, pero no tenía pensado que nadie me visitara aquel día y escuchar alguien entrar a mi cuarto sin el permiso de mi elfo era algo que me alarmaba seriamente.

 

Cuando la puerta se abrió, una figura de buena estatura y cabello largo se presentó ante mi dejando que los vestigios de luz que entraban desde la ventana me dejaran notar en ella unos profundos ojos color púrpura. Una sonrisa se dibujó en mi rostro y exhalé un suspiro de alivio. Solté la varita sobre el escritorio y me acerqué a ella tomándola de las manos y dándole un cálido abrazo a la altura de sus hombros.

 

-Qué bueno que ya estés aquí con nosotros. -Le susurré al oído dándole un beso en la mejilla.- He estado muy preocupada por ti.

 

Me separé de Ariza, acariciando sus brazos y la recorrí con la mirada de pies a cabeza.

 

-No puedo creer lo que has crecido, Ariza.

 

Hacía unas semanas había recibido una lechuza de Ariza y el solo hecho de formalizar el reencuentro entre idas y venidas me habían mantenido entusiasmada aquellos últimos días. Me alegraba saber que la lechuza había llegado bien a su destino y poder al fin recibirla en el castillo Crowley. Al menos por el momento era un lugar mucho más seguro que cualquier zona de reencuentro.

 

-¿Te mudas aquí? -La sonrisa no sólo se me amplió, sino que solté una carcajada.- Tienes mucho para contarme y espero que te sientas cómoda como para pasar una buena cantidad de tiempo conmigo.

 

Le di una palmadita en el hombro y me alejé hacia el escritorio para tomar la varita y guardarla en el bolsillo derecho.

 

-¿Quieres acompañarme a la cocina? Mi elfo Warhol es un poco inútil para otras cosas, pero puede prepararte una buena comida.

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Ryhfs - Elfo Mayor del Castillo Crowley.

Recibiendo a @@Killian Lynch


Cuando no es una cosa es otra. Fenixianos atacando al maestro sin razón alguna, indeseables ingresando al castillo como si fuera su mugrienta casa, asesinos hiriendo los Crowley, el amo Andy desaparecido. El día en que esta familia tenga una semana de paz, una sola semana de tranquilidad, se acabará el mundo. Y claro, entre el caos, el amo León perdido en licor y durmiendo. ¿Cómo dejé que terminara así? Si la ama Aura lo viera me mataría. Y ahora con esa señorita Goshi que pareciera estar más loca que un cabra de dos cabezas. No sé donde vamos a parar, no lo sé.

Ryhfs era un elfo ancieno y cascarrabias que había estado al servicio de la familia Crowley desde el fin de la primera guerra mágica y desde entonces, había no solo guardado del orden y el control de los demás elfos del castillo, si no haía guardado también los más sucios y perversos secretos de la familia. Las notorias tendencias familiares de la matriarca, el apetito de desaparecido patriarca Greyback o incluso, la cuenta de cuantas mujeres había desfilado por la habitación del amo León en tantos años de servicio.

Sus manos eran débiles y sus huesos pasaban ya factura a los años que tenía encima. No era fácil servir a una familia cuyos patriarcas habían reformado el castillo desde las ruinas del anterior y sortear los problema que se presentaban a diario. Pelirrojas iracundas, familiares asesinos, niños perdidos. Un desfile de sorpresas que no cesaba y que cada que una nueva persona llegaba, traía consigo un halo de problemas y cosas nuevas para un elfo tan viejo. Las escaleras, por su parte, parecían ganar un escalón cada año y sus rodillas le cobraban con creces cada esfuerzo. Si bien era cierto que ya no hacía el mismo trabajo de antes, aún debía estar al frente de algunas cosas. Como el portón principal.

No se había terminado de quejar cuando por el refilo de la enorme puerta de roble caoba se asomaba un rostro muy peculiar. Cabello purpura, test morena y ojos azul. Una mezcla un poco peculiar, pero armónica en medio de todo. Su palabras parecían salir cargadas de miedo y temor y su mirada divagaba de un lado a otro, buscando aferrarse a algo a lo cual familiarizarse. Ryhfs se acercó al chico y terminó de abrir la puerta tan pronto como este anunció a quien buscaba.

—Bienvenido al castillo Crowley, joven Lynch. El amo León se encuentra en estos momentos en sus aposentos y no tarda en bajar. Si gusta puede esperarlo mientras lo anuncio—Saludó el elfo tomando al chico del brazo e invitándolo a ingresar al amplio vestíbulo junto a la chimenea. Junto a él, su elfo ingresó algo temeroso, al cual Ryhfs saludó con la misma cortesía—. ¿Puedo ofrecerles algo de tomar o comer tal vez? En breve se servirá el desayuno, si gustan puedo solicitar platos adicionales.

* * * * * * * * * * * * * *


Arthur - Elfo personal de León


—Amo...

—Mmmm...

—Maestro, despierte por favor —las palabras del elfo se hacían más fuerte con cada intento.

— ¡Agh! ¡No me fastidies Athur! Son las 8 de la mañana —entre las sabanas negras de seda egipcia, un hombre de cabellos oscuros y semidesnudo, se refugiaba de la tenue luz que se colaba entre las sábanas.

—Perdone la insistencia amo, pero lo buscan —el elfo personal del Patriarca Crowley recorría la habitación recogiendo botellas de vodka nórdico y colillas de habanos—. Un chico a llegado a la mansión preguntando por usted el cual espera en el vestibulo. Así mismo la señorita Goshi ha solicitado se le informe que ha despertado. Y una mujer de cabellos ceniza ha pedido que se le entregue algo que dejó en su habitación.

— ¿Cabellos ceniza dices? —los ojos de León, oscuros como la noche y profundos como el Mediterráneo, se abrieron de par en par tan pronto como el elfo había terminado su última frase, como si hubiera activado algo en su interior—. ¿Hace cuanto llegó? ¿Aún está acá? ¿Donde está?

—No lo sé maestro, ha sido Cattelin quien ha informado de la llegada de la mujer. No preguntó directamente por usted, pregunto por algunas pertenencias suyas. Pero según palabras de Catt, parecía no querer ser vista.

—Está bien —respondió el mortífago algo desilusionado sentándose al borde de la cama y dejando que su pies hicieran contacto con el frío piso de cedro que cubría el suelo—. Si no quiere ser vista, sus razones tendrá. Sin embargo, vigilala el tiempo que esté acá. Si pregunta por mi, no dudes en hacérmelo saber.

Tan pronto como pudo, se puso de pie y abrió con el movimiento de su mano derecha la pesada cortina de terciopelo granate que cubría el enorme ventanal frontal de su habitación. El sol de la mañana, intenso como un café colombiano, golpeaba de pleno en su habitación, iluminando y bañando con su luz cada rincon de la misma. Si sus pupilas no estaban del todo a gusto con el solo hecho de despertar, la intensa luz del astro rey se encargaría de disgustarlas más. De la misma forma abrió el ventanal, permitiendo que la brisa mañanera hiciera lo suyo y refrescara no solo la tempratura del lugar, si no, dicho sea de paso, el olor de su habitación.

— ¿Quien dices que es el chico? —indagó León ingresando a la ducha llevando únicamente la toalla en la mano—, que yo recuerde, no había agendado ninguna visita hoy.

—Dice ser Killian Lynch. Y no ha especificado el porqué lo busca. Se encuentra en el vestíbulo con Ryhfs —un pantalón oscuro y una camisa blanca, perfctamente planchada dejaba el elfo sobre la cama del holandés que ya había tendido y organizado antes de ingresar a la ducha.

—Muy bien. Dile que ya bajo —El ruido de la ducha era fuerte pero no lo suficiente como para que Arthur no entendiera el mensaje—, y dile a Goshi que enseguida estoy con ella.
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|_ Llegando al castillo y encuentro con Ariza _|

 

Después de un par de semanas como huésped en el castillo, no podía negar que comenzaba a sentirme cómodo rodeado de aquéllas lujosas paredes, aunque bien, hasta ese momento no me había dado la oportunidad de conocer a los integrantes de mi nueva familia. Tal vez estaba demasiado acostumbrado a los preceptos familiares con los que mi padre y la madre de él -mi severa abuela- siempre me habían criado, y en las cuales los lazos fraternales se fortalecían conforme menos molestias se dieran unos a otros, y entre menos se metieran en asuntos que no les correspondía, por lo cual no me molestaba en absoluto el nulo contacto con alguno de los Crowleys que no fuera mi madre, Ariane.

 

No había tenido oportunidad de volver a hablar con ella desde el día de mi llegada, aunque se había desmedido en procurarme todo tipo de comodidades y atenciones para que yo me sintiese bienvenido, y vaya que por mucho lo había logrado. Había dispuesto una habitación amplia para mi, donde me encerraba a trabajar con algunos artilugios mágicos que se habían convertido en mi actual proyecto de investigación, y de la cual sólo salía cuando se me antojaba comer en los jardines, dar un breve recorrido por el castillo, o salía a dar carreras en mi motocicleta, como la que acababa de dar esa mañana.

 

A mi regreso, estacioné mi nueva Vento Rebellian en un apartado que quedaba en la zona posterior del castillo y que hacía una semana atrás había encontrado ideal para utilizarlo como garage. Era lo suficientemente amplio como para guardar otras chunches del doble de tamaño, e incluso para utilizarlo como taller mecánico, lo cual me venía al dedo puesto que necesitaría hacerle algunas modificaciones a mi nuevo vehículo -unos cuantos encantamientos que la dejarían mucho mejor-. En esto pensaba mientras me adentraba en el castillo, y hacia un recorrido hasta las cocinas donde mi elfo ya me tenía preparado un pequeño tentempié que mitigaría mi apetito hasta la hora de la comida.

 

Me trasladé al recibidor para tomar camino hacia mi habitación mientras comía una empanada, donde encontré esperando en un sillón a una chica de pelo lacio y cobrizo; parecía muy inmersa en sus pensamientos, puesto que a pesar de reconocer en ella el olor característico de los vampiros, ni siquiera se dio cuenta de mi intromisión a la estancia, ni cuando tomé asiento junto a ella, completamente desinhibido. Eché un ojo a mi reloj de pulso - Vaya, ocho segundos aquí sentado y ya estoy aburrido - declaré, sacándola de sus pensamientos y haciéndole voltearse hacia mí - Seguro preferirías un recorrido por el castillo a seguir esperando aquí, ahm... -hice una pausa significativa para que ella me diera su nombre.

 

-Yo soy Allen - respondí levantándome, y le di un breve recorrido por el lugar, hasta donde yo había explorado el castillo, tras lo cual me preguntó por su madre y si podría llevarla con ella. Tuve que improvisar, por supuesto, dado que no sabía a quien troles se refería, de modo que interceptamos a uno de los elfos que servían en el castillo para preguntar sobre el paradero de la mujer. Fue así como la acompañé hasta los últimos pisos del castillo, hasta la habitación de quien debía ser su madre. Desde el pasillo podía escuchar movimientos al otro lado de la puerta, por lo que convine en dejarla allí para encontrarse y ponerse al día con ella.

 

-Muy bien, Ariza, ha sido un placer... luego nos vemos por allí - sonreí de forma cortes, y me alejé caminando por el pasillo. Mi habitación se encontraba dos pisos abajo, por lo que no tardé en llegar allí.

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Fokker con Isy y Nats

 

Y hasta ese momento se dio cuenta lo mucho que mantenía a veces ocultas las cosas, no es que no confiara en ellas, solo que a veces se le pasaba dar la información completa, lo normal, despistado como siempre, estaba en un verdadero aprieto ante la presencia de sus dos hijas.

 

No tenia muchas ganas de entrar en detalles, en ese momento con Nats, la verdad prefería mantener una conversación mas en privado con ella, pero ya que. Si estaban en ese momento confesando verdades era el momento de decirlas de una vez.

 

La verdad es que, Isy es tu hermana adoptiva. Isy hace algún tiempo se entero de que era adoptada y se fue del castillo. Nunca te lo conté, no porque no fuera importante, si no porque simplemente no pude hacerlo.

 

La verdad era eso, muchas veces el Crowley se guardaba muchas cosas para el mismo, sufría en silencio porque asi era él, solitario, a pesar que trataba de abrirse, siempre seria él. Fokker el chico que aunque parecia alegre, no lo era siempre.

 

Y no te busque reemplazo, a Nats la encontré igual que tu Isy, solo que hace poco me entere que era mi hija sanguínea.

 

La lluvia cayo con mas fuerza, pero los truenos ya dejaron de escucharse.

Editado por Fokker

Don't make promises you can't keep... but those are the best kind.

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kRRKjq1j.gif         "Perdón por la sangre derramada xD "

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Catherine

 

El viento se tornaba cada vez más frío a medida que soplaba sobre el lago y la oscuridad iba ganándole el paso a los restos del atardecer. Pronto, todo se convirtió en noche cerrada, pero Stark no se movió. Las hojas color rojo sangre parecían susurrarle cosas y ella se dedicaba a escuchar el sonido, embriagada. Necesitaba despejar su cabeza, pero no podía. Las noticias habían volado rápidas a través de los cuervos. Se sentía indignada y profundamente triste.

 

Se incorporó a una hora indeterminada de la noche y observó con atención los cambios a su alrededor. Había estado tan abstraída que no había notado la llegada de la oscuridad. Tampoco recordaba la última vez que había comido ¿hacía quince horas quizá?

 

Se alejó con pasos pausados hacia el lago y sus lobos la alcanzaron saliendo de la espesura. Kiba, el del pelaje de un blanco casi reluciente, fue el primero en alcanzarla. Tsume por otro lado, parecía mimetizarse en las sombras y pronto acercó su lomo gris a la altura de la mano de la bruja. Ésta le acarició entre las orejas y sonrió. De nada le servía aplazar aquella desagradable tarea.

 

Desapareció en un murmullo y apareció fuera de las rejas del Castillo Crowley. En aquella zona de la ciudad había muchísima más luz que en el bosque de dioses Stark, pero el aire no era tan puro a pesar de estar a campo abierto y no podía verse de igual forma las estrellas. Catherine limpió los restos de suciedad y hojas secas de su túnica negra y se adentró en el lugar, abriendo las enormes rejas con su varita. Debían medir sus buenos cuatro metros.

 

-Expecto Patronum

 

Un grupo de centauros surgieron invocados de su varita. Dicho grupo, se volvió hacia Catherine con cautela e hicieron una venia, todos a la vez, en espera de instrucciones. Ésta les indicó “Castillo Crowley, en busca de un embustero” con simpleza, aunque quizá pudiese notarse la rabia en su voz.

 

El camino era largo y no pudo evitar soltar un bufido hilarante ante la estatua del jardín. Siempre le habían hecho gracia las familias pomposas. Claro estaba que Catherine era una maga simplista, aunque no siempre eso se viera con buenos ojos. Sus botas, milagrosamente intactas, embarraron un tanto la entrada en cuanto consiguió llegar a ella.

 

Acostumbraba a autocontrolarse demasiado, pero no pudo hacerlo en aquella oportunidad. Voló sin miramientos la puerta. De esa forma, no le costó llegar al salón.

 

¡Tú! –bramó.

 

Su rostro no llevaba luz alguna. Podía adivinarse perfectamente su rabia mientras apuntaba con la varita hacia Fokker, aquel miserable…

 

¡Embustero! ¡Traidor!

 

La andanada de insultos continuó.

 

¡Quiero que te alejes de mi hija! –Catherine se encontraba fuera de sí, la rabia la invadía sin miramientos ¿Me has oído? Si te veo cerca de ella morirás. ¡Es más! ¿Por qué esperar?

 

Se acercó hasta estar a cinco metros de él y dirigió su varita a su pecho, mirándolo directamente a los ojos. Un mortífago ni más ni menos, eso decían los informes.

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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Por un microsegundo se asustó de aquella luz que venía hacia ella, hacía demasiado tiempo que no veía una. Evidentemente los patronus no llegaban hasta Irlanda o tal vez fuera otras razones por las que no llegaban de cualquier manera ahora que había vuelto a Londres sin importar qué aquellas luces blancas la perseguían continuamente como lo hacían desde hace años atrás cuando se había iniciado en la orden.

 

El patronus era imponente y para ella no era reconocible ¿quién seria? Tal vez algún nuevo miembro dela orden... aunque uno era tan probable ya que ellos casi siempre eran tímidos. Tal vez seria de su Demon Hunter Hank que le daba por cambiar de Patronus cada vez que se cambiaba de calzones. No sabía que tan probable era eso ya que se supone que los patronus no cambiaban y si lo hacían lo hacían cuando la persona sufría alguna cosa importante en su vida.

 

Escuchó al patronus apenas para saber el lugar mientras se ponía unos pantalones y tomaba su varita corriendo fuera de su casa en la Evans. Tenía puesta una camiseta holgada que usaba para dormir si, era muy poco sexy pero ella no iba a modelar si no a defender al mundo del mal. Desapareció una vez fuera de la casa para aparecer en frente a la Crowley. Notó una figura movilizarse hacía los adentros del hogar, apenas la punto reconocer.

 

—Catherine...—Susurró no muy alegremente. Tenia que aceptarlo algún día, era su Demon Hunter ahora y estaba bajo sus ordenes. Corrió por los jardines hasta que escuchó el estrépito de la puerta cuando cayó al suelo. Tenía que reconocer que era algo que le gustaba de Catherine podía llegar a ser....menos buena por decirlo de alguna manera menos de lo que lo era Pandora.—No veo nada— Dijo cuando entró.

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Entre las penumbras, un centauro luminoso se alzó por el aire y aterrizó frente al pequeño Hank.


Éste resbaló al instante, viendo caer su cono de helado y rebentar su bolsita llena de papas. Al principio, en su frente se marcó una línea de expresión pésima para su edad, pero cuando identificó la voz, mutó a un rostro natural pero estrilado, como si lo apuntaran con una pistola llena de agua fría. Se levantó, sacudió sus pantaloncillos escoceses y tomó la varita oculta en su zapato izquierdo.


Moría de frío para cuando llegó a las puertas del Castillo Crowley. Hizo que en su mano se creara una pequeña esfera azul que, si ponías la vista fija, parecía fuego eterno, aunque en realidad calentaba mejor que uno. Cuando pisó la entrada, supo que Catherine ya había estado allí; el marco descuadrado y la puerta hecha añicos, eran los perfectos indicativos que una Stark presentaba cuando se molestaba. Porque era una, ¿no?


Hank pasó hacia el salón siguiendo el rastro. Desde su pantalocillo había extraído una paleta saborizada, que la dejó en la boca a la hora de apuntar hacia Fokker, quedando a unos ocho metros de él. Había escuchado la mitad de una acusación materal, y en ese momento Hank supo que se trataba de algo más.. maternal.

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No podía creer lo que pasaba, me costaba creerlo. La voz de Catherine a través del patronus de Centauro sonaba despiadada y distante, como el más crudo de los inviernos. Sentada en medio de las praderas de la Academia de Magia y Hechicería, tenía claro que mi deber para con la orden era lo primero, aunque esta vez algo más me inquietaba el corazón.

 

“Como si algo en mi interior estuviera a punto de romperse”

 

Una luz en el rostro, y la misma sencilla indumentaria de todas mis batallas. Aparecí a unos doscientos metros de los límites de los terrenos del Castillo Crowley, y desde allí caminé con la varita en la mano izquierda, hasta que lentamente ingresé al lugar. Era evidente que Catherine ya había pasado por allí, y no fue difícil seguirle el rastro. El viento soplaba fuerte, tanto que agitaba el vestido una y otra vez lo que me hacía sentir el suave tacto del algodón en mis pantorrillas y pies desnudos. El dije de fénix se mecía al compás de mis pasos.

 

Cuando alcancé el salón del castillo Crowley los insultos de Catherine llegaron a mis oídos. En el lugar no solo estaba Fokker, sino dos jóvenes más, pero eso no detenía a Catherine que veía el asunto claramente de una forma personal, íntima.

 

-Más vale que ahora mismo Fokker, empieces a explicar tu filiación con el bando tenebroso.

 

Quise sonar firme en mis palabras, pero había más en ellas de súplica que de demanda. Catherine estaba totalmente fuera de sí, como nunca la había visto antes.

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