Castillo de la familia Haughton (MM B: 84511)

[Alyssa Black Triviani]

La Triviani observó a Agatha con un dejo de lastima, aquella muchacha no tendría oportunidad alguna en esta ocasión. Alyssa miró a sus costados viéndose escoltada por dos Ángeles Caidos y asintió solemne ante las palabras de la Ivashkov, alzó su varita apuntando a la bruja en cuestión y se quedó allí intercambiando miradas con ella. No le agradaba tener que hacer esto, guardaba buenos recuerdos de Agatha como su compañera de bando, pero los había traicionado y ese era el precio que se pagaba.

 

-Fuego Maldito – sentenció la Mago Oscuro.

 

De su varita emanó un león de fuego que abrió sus fauces en un rugido feroz, con un salto se abalanzó hacia Agatha quien estaba a unos escasos 5 metros de la mortífaga. Pronto las quemadura consumirían su cuerpo en un dolor tan profundo e insoportable que podría quitarle la cordura a cualquiera, pero ni siquiera aquello seria suficiente.

 

-Sectusempra – masculló esta vez y de su varita el rayo salió disparado con un silbido, cortando el aire en dirección al pecho de Agatha.

[Mica Gryffindor]

Chamuscada, desangrada, suspendida por los aires. ¿Qué más? No sabía, solo sabía que más mortífagos habían llegado mientras intentaba desarmar a la primera y su tonto rayo había dado en una pared. No quedaban dudas, no sobreviviría, de ninguna forma lo haría. Sostenía entre sus dedos la varita como si de algo le sirviera y esperaba a que pronto se cansaran de jugar con su persona.

Sí, ese era el bando contra el que se había enfrentado por tanto tiempo, antes aún de la llegada de Agatha a su vida. No había forma de hablar con ellos ni de intentar ninguna negociación, solo podía entonces dejarlos hacer, pues no tenía los poderes necesarios para llevarles la contraria.

Episkey. Pensó, sabiendo que no sería suficiente. Notó que las heridas causadas por el sectusempra cerraban, aunque no por completo. Episkey, y esta vez las quemaduras más urgentes. No tenía muchas más alternativas.

[Ky.]

Nathaly Macnair.

 

La mujer de cabellos rubios y ojos azules que respondía al nombre de Nathaly entraba al jardín de los Haughton con su máscara plateada cubriéndole el rostro. Odiaba aparecerse en los interiores de lugares a los que no había sido invitada, así que tardó varios minutos en llegar hasta donde se encontraba toda la Acción.

—Si no es mucho pedir, quiero torturarla antes de que alguno de ustedes la mate… —apresuro a decir cuando puso su primer pie dentro de la habitación. Vestía unos pantalones de mezclilla y una blusa blanca, no temía por ser reconocida por una mujer que esa noche se iba a encontrar con la muerte.

—Agatha Haughton, no eres la indicada a hablar sobre lealtad, tu no conoces esa palabra. —le miro a los ojos y apunto con su varíta. Quizás sus palabras nunca iban a ser escuchadas por la mujer que estaba frente a ella.

[Leah Snegovik]

Confundus.

 

Pensó aquello a la par de los hechizos de Alyssa, quitando la primera acción siguiente a Agatha. La mujer desnuda había intentado atacarla con un Explliarmus, que Pik había detenido por las dudas, ya que había salido en una dirección difícil de definir. Pero ahora, sin aquella acción, le sería imposible curarse de los ataques de la Mago Oscuro. O defenderse siquiera.

 

-Morisoseo Anima.

 

Las calaveras fantasmales salieron de su varita y fueron hacia el pecho de Agatha, buscando hacerle graves heridas cortantes en su piel. Luego invocó la katana y proyectó un corte en el estómago de Agatha, haciendo que un montón de sangre brotara de la herida. Pero ese no era el mayor de sus problemas. Si no se curaba del Sectusempra de Alyssa, que había impactado primero, moriría antes que por las heridas de su katana. Y no le alcanzaban las curaciones.

 

-Rápido es poco -murmuró.

[Alyssa Black Triviani]

Por alguna razón en esta ocasión no le parecía tan divertido, aquello era una matanza dura y cruel en la cual su objetivo no tendría posibilidad alguna de salir con vida. Inocuamente realizó dos curaciones que le sirvieron para sanar apenas superficialmente las heridas causadas por los últimos ataques de la Triviani, pero como estaba claro nada de eso fue suficiente para salvarla sino para mantenerla apenas con vida.

 

-Avada Kedavra – sentenció esta vez la Black apuntando con su varita al pecho de Agatha.

 

De la misma salió un rayo esmeralda que cortó el aire a toda velocidad, aún podía defenderse claro pero la Triviani dudaba de que lo hiciera. Alyssa observó impertérrita como su antigua compañera de bando daba los últimos suspiros, mientras que su corazón batallaba por seguir vivo aunque nada de lo que hiciera fuera suficiente.

 

-Fuego Maldito – masculló una vez más, esta vez fue un tigre de fuego lo que salió de su varita, también en dirección a Agatha.

[Mica Gryffindor]

-Yo no soy Agatha- se escapó de sus labios. Las palabras de aquella mujer dudando de su lealtad habían logrado exasperarla. ¿Acaso podía todo el mundo ir juzgando por allí a su persona sin siquiera tener idea de lo que pasaba.

Miró a quien le había hablado a los ojos. No podía revelar su identidad mientras mantuviese esa apariencia, mas no quería seguir siendo culpable de cosas que Agatha había hecho. ¿Acaso tanto odio despertaba en quienes hasta hace días eran sus propios compañeros? Probablemente sí, aquella mujer era realmente odiosa, lo sabía.

Episkey el sectusempra terminó de cerrar. Episkey, adiós a más quemaduras. ¿Seguirían atacándola? Probablemente nunca se cansarían si seguía todo como iba.

[Pik Macnair]

Agatha se encontraba en el limbo, más muerta que viva. Pocas veces había compartido con ella durante su estadía dentro de la Marca Tenebrosa, pero ese tiempo lo valoró y que ahora ella los hubiera traicionado era imperdonable. Alcé la katana de plata e hice dos rápidos movimiento, proyectando un primer corte en el cuello de Agatha y un segundo corte en su estomago, creando heridas sangrientas que causaría una muerte rápida.

—Ya está más muerta que viva, solo hay que darle un ultimo golpe de gracia.

Alyssa había entiendo lo que quise decir y nuevamente se lanzó contra Agatha. En esta oportunidad no tendría tiempo para curarse y solo era cuestión de segundos para que esta muriera. Leah se adelantó a sus movimientos y lanzó un par de hechizos que causarían unas heridas que Agatha no podría curarse ni que existieran dos de ellas

—Espero que te quede claro la lección, no nos gusta que nos traicione. Y esta será la primera de muchas veces que mueras.

[Ky.]

La Macnair apenas pudo escuchar que la mujer muerta en aquella habitación le había dicho que ella no era Agatha, miro a sus padres que aunque estaban bajo cada uno de su mascara los podía reconocer, quizás no tenia magia gitana, pero era bien conocida la frase de sangre llama a sangre, así que puso los ojos en blanco en señal de molestia, al igual que el regicnado de su padre y tras un movimiento de varita se deshizo del cuerpo de la bruja. (?)

 

—Ustedes dos me deben una boda en grande... espero que no estén pensando en ridiculeces de una boda privada. —apunto con su varita tanto a la pelirroja como al pelinegro. —se los advierto, si lo que quieren es que sus bastarditos no se enteren de este acontecimiento me encargaré de anunciarlo públicamente.

 

Sabía que no era el momento para hablar de aquella manera con sus padres, pero si no era en ese momento entonces ¿cuando?

[Leah Snegovik]

—¡Auch!

 

En realidad no le había dolido, pero siempre le gustaba ver cómo los demás seguían sus órdenes y lo hacían a la perfección. Le había dicho a Alyssa "Que le duela" y la mujer la haía destrozado, prácticamente, en un minuto. La maldición asesina impactó en Agatha tras los ataques que había lanzado contra ella y el resto de los ataques, provenientes de la misma Alyssa y Pik, hicieron de la mujer una muñeca poco agradable de carne, hueso y sangre. Algo asqueada, miró al hombre en su cama, posiblemente en shock.

 

—Búscate algo mejor, no parará de verse así hasta que muera de forma definitiva —ladeó el cuello, haciendo que tronara y miró a Shalyit, en quien no había reparado hasta el momento—. Vamos mujer, que tienes que llegar un poquito antes.

 

Sonrió, estrechado la mano de la mortífaga. Unos minutos más tardes, estaban en los jardines. Primero Shalyit, abrió un portal para ella, dejando que lo pasara sola. Cuando el portal se extinguió, fue hasta Alyssa y Pik.

 

—No sé qué opinen, pero esto merece una celebración. Su desnudez no llega a los tobillos de mi esposa, aunque un cuarteto... suena bien —pícara y divertida, tomó las manos de los dos y juntos, desaparecieron fuera de los límites de aparición de la familia Haughton. Sin Marcas en el cielo, era una familia amiga con una oveja negra. Y ya había muerto.

 

Off:

 

¡Hola! Después de un corto asalto(?) Dejo los saldos.

 

Neutral aspirando a OdF(?)

Muertos

 

Agatha M. Gryffindor

 

Mortífagos

Ilesos

 

Leah A. Ivashkov

Pik Macnair

Alyssa Black Triviani

Shalyit Malfoy Karkarov

 

 

Agatha deberá dirigirse a San Mungo para ser curada. Hasta entonces, no podrá participar ni de roles ni asaltos en Ottery/Diagón. ¡Saludos!

[Dovakhin Haughton]

Sangre de mi sangre.

 

Tres largos años habían pasado desde que desapareció sin avisar, tiempo en el cual había perdido el contacto con todos sus conocidos y suficiente cantidad de años para encontrar todo cambiado en su regreso. Ya nada era igual, y eso le gustaba. Desde que volvió se dispuso a reintegrarse a la marca tenebrosa antes de presentarse ante su madre, se identificaban demasiado y no quería ser un simple mago de poca monta luego de haberse marchado como el mejor. Era un Haughton y debía honrar su apellido, más aún siendo el primogénito de Mónica, no podía simplemente volver después de tanto y sentirse aislado del mundo se suponía que su viaje lo emprendió para madurar y aprender nuevas cosas.

 

En la puerta de la mansión recordó todas sus vivencias, sabía que era único y siempre lo había sido. No por sus habilidades y su facilidad para la magia, sino porque se trataba del primer hijo y aún así sus hermanos eran medios hermanos otorgándole el título de único en su especie. Sin embargo, diferente o no, sabía que Mónica lo regañaría por haberse ido sin avisarle por lo que se preparaba mentalmente para un katanazo de aquellos que le daba cuando se portaba mal, o cuando tenía algún error en sus duelos.

 

Tanta nostalgia le daba asco, pero si él no quería a su propia madre y no la recordaba entonces nada de respeto propio podía tener, y eso era lo que más poseía. Se dejó de dilaciones y pastelerías e ingresó a su hogar observando como la mansión seguía luciendo hermosa e imponente como siempre, eso sí que no había cambiado.

 

Lo primero que hizo fue dejar todas sus cosas en su habitación del quinto piso, allí buscó un huevo que había encontrado en sus viajes que no sabía de qué era pero estaba seguro de que sería un gran regalo para su querida progenitora. Luego de eso se dirigió al cuarto de Mónica, golpeó tres veces como estaba acostumbrado. Esa era su señal desde pequeño, el golpeo de la puerta tres veces seguidas la mortífaga lo reconocería al instante.

 

Con la mano en el bolsillo para empuñar su varita por si encontraba algún hombre allí giró el picaporte y entró. Si veía a alguien con su madre lo mataría. Él jamás conoció a su padre pero siempre cuidó con recelo a quien le había dado la vida y los oportunistas abundaban. Al entrar vio a su mamá y sonrió.

 

—He vuelto— Exclamó con obsequio en la mano —Te traje ésto— replicó mientras cerraba los ojos y agachaba un poco en la cabeza esperando un palazo o un golpe fuerte, asumiendo que se había portado mal. Lo gracioso en Dovakhin era que la única persona con quien era sumiso era ella, con todos los demás emanaba odio y altanería siendo cruel y asolando hasta las personalidades mas hostiles.