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Confesionario de las Lamentaciones (MM B: 87865)


Reena Vladimir
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Tenía Mucho trabajo por hacer y solo necesitaba de la tranquilidad del confesionario, claro que aun estando tranquilo, parecía abandonado de todo y eso no me tranquilizaba. Negué con la cabeza rindiendome a lo evidente. Necesitaba devolverle la espiritualidad al edificio antes de rendirme al culto, aunque con ello volviera la hospital. Pero por suerte o por desgracia llegó alguien para interrumpirme.

 

-Lo cierto es Sagitas, que el confesionario ha estado cerrado.

 

No le dije que yo no había sido el que decretó el cierre, no tenía ganas de discutir, pero la llegada de Heliké y sus comentarios me hicieron hervir a pesar de lo cansada que estaba.

 

-Si necesitas dormir, mejor ve a casa, podéis usar el templo de la Vladimir, seguro que los elfos lo han mantenido mejor que esto.

 

No podía creer la caradura que tenía mi prima, como si en verdad necesitara su consentimiento para participar en una limpieza espiritual. Aunque bien podía ser que se avergonzase de algo que se vería en la limpieza y tan solo prefiriera revelarselo a su futura suegra.

 

Respiré despacio y me froté la cara con cansancio, no debería haber huido del hospital...

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¡Pero bueno Menudo genio tenía mi prima!

 

- Está bien, tranquila... No hace falta que me hables con malos modos (xD) - respondí yo, intentando mantener la calma.

 

- Espero que venga pronto Hayame, porque parece que necesitas un buen revolcón -solté de mala manera. No entendía ese gesto de ella. Yo, que sólo le había sugerido el ayudarla para tener todo bien y me respondía así. A lo mejor sería cansancio.

 

- ¿Sabes que la falta de... - solté una sonrisa maliciosa y murmuré las palabras para que me las leyese- hace que tengas un genio de tres pares de narices Reena - comenté chichando. Seguro que me arreaba un buen bofetón, o a lo mejor Sagitas me sacaba a patadas por las formas dichas (lo dicho, es sólo rol! no te me enfades .-.), pero a veces las palabras brotaban de mi boca sin poder evitarlo (?).

 

- La limpieza espiritual se lo había pedido a Sagitas, pero tú, cómo sacerdotisa te lo sugerí, por si te interesaba sobre todo para ayudar - me encogí de hombros - la verdad, no tengo nada que esconder. Las cosas son las que son y no se pueden cambiar aunque queramos.

 

Era cierto, quizá de algunas cosas del pasado no me sentía orgullosa. Pero no podía evitarlas eternamente. Pero las que había pasado tiempo atrás no me importaba que se supiese ante mis familiares e incluso de mi pareja Matt. No me considera una persona transparente, todos ocultábamos cosas, pero tampoco iba a temblar de buenas a primeras por si algo salía a la luz.

 

- Así que, tú misma - repetí el gesto de los hombros - si quieres ayuda bien, si no quieres, pues nada, nos vemos en casa. Eso ya lo decides tú...

 

Y esperé... No sabía la reacción que podía tener, pero era cierto que, a veces me daba miedo por el carácter que sacaba, yo por supuesto, tenía el mío pero mucha gente reacciona de forma imprevisible sobre todo cuando la chichan cómo había hecho yo antes.

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Me quedé... Decir que estaba sorprendida era decir poco, por lo que dejé que hablara mientras me recuperaba de la impresión.

 

-Con que si.. ¿eh? -pensé mientras sonreía de lado.

 

Guardé mi varita y sopesé la idea que me había inundado la cabeza. Al final decidí que merecía la pena saber cómo reaccionaría.

 

Tras la decisión me acerqué a Heliké e invadí su espacio personal, de tal forma que nuestros pechos se rozaban y yo tenía una mano en su cadera, mientras que con la otra iba a tocarle la cara...

 

-¿Y tú podrías mejorar mi humor?

 

Le levanté las cejas un par de veces, pero sin separarme, esperaba una respuesta, fuese la que fuese. Aquello era un poco de venganza por sacar a la luz mi necesidad real de amor físico y porque a una suma sacerdotisa no se la puede invitar a ayudar, se la puede invitar a un ritual(a participar o a observar) pero no a "ayudar" como si fuera una simple novicia.

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*Reena, que sepas que leer ésto me está dando una cositas... JAJAJA a ver la reacción de Heli, a ver si te gusta xDDDD*

 

On:

 

Vale, podía aceptar que me diese un buen bofetón. O que usase su varita para lanzarme una maldición, y que mi rostro se afeara por un hechizo potente que sólo las sacerdotisas conocían, tan sólo para fastidiar... Podía (valga la redundancia) además, que me echase a patadas y a gritos del confesionario. Pero lo que menos me esperaba era que se acercase a mí cómo si me estuviese provocando, de alguna manera.

 

Me quedé quieta, estaba asombrada con los ojos abiertos cómo platos. Ni siquiera me molestaba el hecho de que tía Sagitas estuviese observando la escena. Yo diría que muda de la impresión, porque de momento no había abierto la boca.

 

Había sentido cómo su mano aferraba mi cintura y la otra en mi nuca... Yo aún estaba paralizada y sin venir a cuento, sentí un escalofrío recorrerme la espalda entera. Lo achaqué a que la puerta (se supone) estaba abierta de par en par y entraba del exterior el frío helador a raudales(?). Volví a notar cierto cosquilleo en la nuca pero no sabía si era por la presión ejercida de su extremidad en esa zona, o porque yo notaba cosas raras.

 

Yo lo achacaba al nerviosismo que se había instalado en mi cuerpo mientras esos ojos rojos (creo, ¿no? espero no meter la pata), me observaban fijamente mientras, suponía y esperaba alguna reacción de mi parte. Aceptaba que mi hermana por parte de padre, fuese una lujuriosa que en la primera oportunidad, se acostase con alguna belleza del pueblo y sin remordimientos. También además, que mi prima Xell, fuese pareja de una mujer importante del ministerio. De mi familiar más cercano lo aceptaba a regañadientes aunque nunca lo había visto de ese modo y menos tan próximo. Lo consideraba cómo algo antinatural, que no era propio del ciclo de la vida. Y era raro que pensara eso siendo yo, una vampira, que era tan "artificial" cómo todo lo demás.

 

Varias voces (se suponía que era la conciencia xD) en mi cabeza me indicaban que no fuese más allá, que era para que sacara todo mi genio y empujarla hacia a un lado. Las otras (pobre, está esquizofrénica perdida jajaja) me recordaban los nombres de Matt y Hayame. Pero, no entendía lo que pretendía con ese gesto suyo. No supe cómo pero...

 

Parecía que me había "hechizado" de alguna manera (no, no se puede considerar enamoramiento, no xD y seguimos: ) porque con fuerza puse sus piernas en mis caderas mientras la besaba con una fiereza... Me desconocía en esos momentos. Si alguien no lo detenía... Se iría todo al garete. Yo, que me consideraba leal a todo lo que creía. Puede que en el pasado me aprovechaba de las circunstancias de ese tipo para sacar provecho (sobre todo, en relación con los hombres, no con mujeres). Ese momento estaba rompiendo moldes.

 

Y sin pensarlo mucho mientras la agarraba con fuerza, la tumbaba en el suelo... Sinceramente, no era consciente de mis actos (?)

 

off: me ha encantado rolear ésto... Pero creo que se me fue la cabeza un poco, bueh a Heli xDDD ¿Qué le has hecho Reena? xD

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¡Árbol bendito! No me esperaba que mi cuerpo acogiera tan bien la invasión de Heliké.

 

Me pegué a ella como una adolescente a su primer novio, de hecho sentí hasta comos si flotara, debido tal vez a que no tocaba el suelo. Sentí después el frío y duro suelo a mi espalda aunque en realidad poco importaba estaba perdida en el beso abrasador que me nublaba el juicio. Los vampiros y sus dotes para el placer...

 

Ella debía estar igual de perdida que yo porque no me costó que girásemos por el suelo. Quedé sobre ella, recorriendo sus brazos hasta encontrar sus manos y aferrarme con fuerza a sus dedos entrelazados. Nunca me había dado miedo la fuerza sobrenatural que tenían los de su especie, no iba a reparar ahora en ella.

 

Dejé su boca y fui bajando por su cuello, sin morder como siempre había pactado con Haya, hasta que volví a sus labios y me separé sonriendo...

 

-No juegues con el fuego -susurré lamiendo mis labios.

 

Era increíble que sintiera lo mismo que con la mariposa, tal vez todos los vampiros producían la misma sensación y por eso eran tan buenos cazando humanos. Pero...

 

-Debo tener cuidado, ella no es Hayame Vladimir, podía ser peligroso y encima estaba Matt. ¡Oh Matt! -reflexioné en silencio, aun sentada a horcajas sobre ella.

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off: omggg!! *sólo tú y yo sabemos qué significa jajajajaaj*

 

On:

 

No sabía lo que estaba haciendo en esos momentos. Sólo me dejaba llevar por el deseo que sentía en esos momentos. Me importaba un pimiento quién estaba presente. Sentí que ella correspondía casi con la misma fiereza a los besos que yo le daba.

 

Ni siquiera me había dado cuenta cuando rodamos por el suelo, pero en segundos, estaba sentada a horcajadas sobre mi cintura. Sentí que mordisqueaba con delicadeza mi cuello mientras iba bajando... y agarrando mis manos. Tuve que besarla de nuevo para apagar un casi gemido que por poco sale de mi garganta (ups xD).

 

La miraba cómo esperando algo más, y no pude evitar sonreír ante su comentario. Con una voz ronca y susurrando:

 

- Me encanta jugar con fuego - la miraba provocativa, hasta que unas palabras brotaron por su boca y eso me hizo volver al lugar en el que estaba.

 

Miré a mi alrededor, no tenía ni idea de lo que había pasado. Pero su comentario me hizo volver a la realidad en la que estaba. Llevé mis manos a la boca. Alucinando por lo que había hecho y asustada, muy asustada. No sabía qué era lo que me había pasado. ¿Momento de lujuria, necesidad? No tenía justificación (?)...

 

Me arrastré hacia atrás haciendo que Reena cayese con cuidado en el suelo...

 

- Ésto no puede ser... - susurré ahora.Mi voz claramente, había cambiado. Me sentía culpable y sucia... Mis ojos marrones miraban desorbitados cómo fijándome por primera vez en la situación en la que estábamos metidas. Tenía que desaparecer...

 

- Yo, yo, lo lamento... No sé qué pasó - negaba con la cabeza mientras que movía mis manos, nerviosas colocando las ropas en sus lugares correspondientes- no volverá a pasar - aseguré con la cabeza pero sin mirar a la mujer que tenía delante, la consideraba una prima, alguien de la familia, alguien muy querido, pero sólo eso. No la miraba cómo hacía con Matt... ¿entonces, qué sucedió?

 

- Yo - volví a decir- mejor me voy, nos vemos en casa - comenté casi con lágrimas en los ojos, si pudiese me escondería en la Vladimir para que no me encontrara- yo venía a...

 

Ahora las palabras no me salían así que, para dejar de hacer el ridícu.lo me dirigí hacia la puerta abierta. Pero sin poder evitarlo, en mi cara se formó una gran sonrisa... cuando estuve fuera de los límites de la antiaparición, me giré sobre mis talones para desaparecer cuánto antes de ese lugar.

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Como reacción fue rápida, aunque también delicada, no me hizo daño, ni me aventó contra una pared. Se la veía bloqueada, incluso asustada. ¡Balbuceaba, árbol bendito!

 

No podía dejar que se marchara así, no era bueno para ella y sin duda no sería bueno para mi si le ocurría algo. Correr hacia la puerta no tenía sentido, ella era mas rápida y sin duda a estas alturas ya se habría desaparecido rumbo a saber donde... Tenía que encontrarla.

 

-Tía, si vino por una limpieza y terminó besandome debemos encontrarla antes de que se haga daño.

 

Yo no me avergonzaba de lo que había hecho pero mi prima si y por ella necesitaba ayuda.

 

Corrí hacia la parte de atrás del confesionario y busqué una serie de cristales que servían para hacer jaulas, entre otras cosas. Me cambié rápido de ropa y me puse el sencillo vestido verde hoja que tenía para los rituales. Até la cuerda sobre mi cintura y mientras salía, cristales y varita en mano, un encantamiento peinaba mi pelo en una apretada trenza color rojo.

 

Miré hacia mi tía que seguía un poco estupefacta y me puse en marcha para hacer mi magia y traer de vuelta a Haliké.

 

Lo dispuse todo y arrodillada ante un pentagrama, rodeado de piedras y velas prendidas, el olor a incienso mareandome y mis susurros hicieron que el circulo central se iluminase mas y surgiera un grito. EL hechizo estaba dicho, pero al parecer no era suficiente fuerte para atraer un alma vampira. Debería haber puesto mas runas al rededor del circulo que cerraba el pentagrama y ahora solo me salvaba del desmayo la intervención de @. sumando su energía a la mía.

 

Esperaba no estar lastimando a la castaña, porque si el grito era suyo, no me lo iba a perdonar.

 

-Tía por favor, necesito ayuda!

 

Esperaba que eso hiciera reaccionar a la pelivioleta.

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Tenía intenciones claras de aparecerme en la mansión Vladimir o incluso en la Rambaldi, pero no supe cómo y aparecí encima de un matorral lleno de espinos. No pude evitar más que un grito de rabia... Jamás me había pasado tal cosa. ¿Sería por la indecisión? Había que tener en cuenta las 3D. Las que nos habían enseñado en el Ministerio de Magia. Decisión, ¿cuál seguía? ¡Qué más daba!

 

Para más "inri" parecía cómo si alguien me llamara. No lo entendía. ¿Desde cuando una bruja llamaba a otra? ¿Acaso no estaban los patronus, las lechuzas, o los elfos domésticos? No comprendía. Miraba de un lado al otro. Pero sentía cómo una llamada interior, muy fuerte... Encima, sentía que la capa estaba bastante enredada, ¡para qué demonios la pondría!

 

- Varita - farfullé. Sabía que con esa simple palabra no sucedería nada. Si al menos, consiguiese desenredarme un poco, podía alcanzarla. Tenía que usar otra costumbre, el cambiarla de lado. Que estuviese en la parte trasera del pantalón, no es que ayudase mucho. Para complicar la cosa había nieve alrededor, y pude fijarme, por el rabillo del ojo, había una especie de acantilado. ¡Sí que estaba buena!

 

Interiormente, maldecí a cuánto dios conocía... No podía creerme la mala suerte. ¿Sería ese el castigo, por besar a Reena? No sabía dónde tenía la cabeza cuando había ocurrido eso. La verdad es que no podría mirar a Matt a los ojos. No sin descubrirme... Aunque pensándolo bien (teniendo en cuenta la posición incómoda), me había gustado y si no fuese que había gente, ¿hasta dónde llegaríamos?

 

Noté cómo algo se me clavaba en la espalda y eso me hizo volver a la realidad, o me apuraba o los cuervos me comerían los ojos (?). Y no iba a permitirlo, no señor...

 

Con toda la fuerza poseía se escuchó un craaaagsh el ruído de rasgado de la manga de la túnica, y cómo pude llevé mi mano hacia mi compañera de madera mágica. Cuando la saqué, noté que tenía unas pequeñas gotitas de sangre. Al menos ahora, estaba salvada, me preocuparía de eso más tarde.

 

Pensé en hacer un incendio, pero seguro que yo, acabaría ardiendo sin la posibilidad de susurrar un 'aguamenti'... Pero se me había ocurrido otro. Ese era más cómodo, pero ¿tenía la fuerza necesaria?

 

Vociferé:

 

- ¡incarcerus! - tres cuerdas partieron hacia un árbol cercano y le dieron de lleno en el tronco. Con toda mi fuerza y agarrando a Maat con la boca, me impulsé con las dos manos a las sogas que tenía atadas en las muñecas. No había calculado la potencia...

 

Caí de lleno en un lago congelado que, por la pinta que tenía, poseía poco grosor con lo cuál por el impulso se había roto y yo había caído dentro de las agua heladas. Ahora sí que la había hecho buena.

Editado por Helike Rambaldi Vladimir
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  • 1 mes más tarde...

Cuando pedí ayuda a la pelivioleta, sentí que la presión cedía y me fui relajando poco a poco, pronto tendría a Heliké a mi lado y podría disculparme, entre otras cosas. Pero no conté con que el hechizo se volviera contra mi y me absorbiera...

 

Sentí un tirón y luego vi a mi tía como se alejaba, mientras, yo giraba. Aquello era peor que coger un traslador, estaba segura de que en el momento en que dejase el torbellino echaría la papilla, aunque no recordaba haber comido.

 

Parecía que empezaba a perder revoluciones y de Sagitas no había ni rastro. La sensación de caer a plomo, se hizo impresionante y yo caí, y caí durante interminables minutos.

 

Me recibió la mas absoluta oscuridad, el mas intenso frío y el mas líquido de los elementos.

 

Estaba en el agua y me hundía mas y mas, sin poder moverme, sin poder respirar...

Sacerdotisa·Madre·Compañera


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  • 2 meses más tarde...

Caminaba hacia el confesionario desde la zona superior del callejón. Llevaba unos pantalones oscuros, al igual que la sudadera que llevaba puesta, con la capucha puesta para resguardarme de la lluvia.

 

El tiempo estaba loco últimamente, y por eso decidí ir a resguardarme al confesionario. A lo mejor me encontraba con mi madre o con Reena, y si no, siempre podía ver a las haditas qeu teníamos alli, ya que con ese tiempo no iban a salir al exterior a jugar.

 

No era demasiado de rezar, y aunqeu me resultaban curiosos los rituales qeu mi madre solía realizar, no los entendía y a vees dudaba de si era correcto o no estar presente, ya uqe una parte de mi pensaba ue no tenía que verlos. Y lo más gracioso era qeu Xell, al conocernos, había pensado qeu era una especie de monje de la misma orden que Sagis.

 

- Hola? Hay alguien aqui? - pregunté sin levantar demasiado la voz mientras me internaba en la capilla con las manos en los bolsillos.

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